Partida Rol por web

Volvéis a la posada a por vuestro equipo, algo de comida y agua. El vehículo sigue aparcado en la parte de atrás del establecimiento, donde lo dejasteis la primera noche.

Octus, no tengo nada contra ti.-Comenta el Asesino cuando se han alejado del psíquico.-Pero parecía que iba a matarte ahí en medio, tómatelo como quieras.-Le comenta con un encogimiento de hombros.-A mi ya me parece bastante raro toda la mierda que está ocurriendo y veo pocas salidas a este entuerto.-Como siempre, Fatalista hasta la médula.-O nos metemos en camisa de once balas con la Canta-sus-muertos o...-Hizo un gesto de pistola sobre la sien de Octus, desde lejos.-Es por tu bien...Pum!.-Acciona los dedos como el gatillo de un arma.-Como hacen los Comisarios con los autorizados a los que se les va el filete.-Mira a Dhamon y sin demasiada pasión comenta agitando un poco la otra mano.-No es nada personal, pero se os suele ir la pinza.-Comenta palmeando amistosamente la pistola de su cadera.

Octus mira por encima del hombro al asesino.

¿Es eso una amenaza? ¿sueles avisar a todas tus víctimas de que vas a matarlas primero..? Vaya un asesino de pacotilla, cuando pienses hacer algo, hazlo, no avises primero. 

Dice enseñando las manos con las palmas abiertas.

Por lo menos yo he tenido lo que hay que tener para decir lo que pienso. Quieres disparar, pues dispara "compañero", tampoco espero que un asesino sepa lo que es la lealtad. Pero para un arbitres lo primero es servir al Emperador y su ley, lo siguiente sus hermanos de armas.

El arbites se da media vuelta y se señala el pecho ofreciendo un buen disparo al asesino.

Me quedé sentado en la mesa con los brazos cruzados y la cabeza reposando en ellos. Daba mas aspecto de borracho que cualquiera que hubiese allí, hasta que me puse a dar golpes con un puño en la mesa y me levanté:

¡PUM PUM PUM!

-¿Pero que demonios os pasa?, algo hay maligno aquí y ha conseguido que Skae se pelee con la Cantamuertes, y ahora vosotros. Ni el fuego va a poder liberaros de tantas calumnias. Somos compañeros unidos para acabar con los herejes, no entre nosotros. la iglesia debería castigaros por vuestro comportamiento pueril, pero ahora no hay tiempo y si cosas mas importantes que hacer.

Volví a desparramarme en la mesa.

-Estoy harto de tantas cosas raras, mi mundo perfecto se ha desmoronado en dos horas... al final seré yo el que se lie a puñetazos.

Dhamon no había logrado sacar nada en claro de la sanación producida al Abad, esperaba haber encontrado algo que pudiera darle mas información. Pero solo había obtenido unas cuantas nociones básicas sobre la herida que tenia y poco mas.

Las discusiones de sus propios compañeros no tenían forma ni lugar.

- Os dais cuenta de que por mucho que habléis nada de esas palabras servirán de algo mas que para desahogaros. - Comento el Noble. - Esta claro que hay sucesos que no entendemos y peor aun sucesos que ni se nos van a explicar. - Sigue. - Tened claro que tanto Aristarchus como el Abad y la Cantamuertes son las fichas de un gran juego, y nosotros meros peones. Pero nadie puede decidir que hace el peón. Por lo que dejad de decir estupideces y vayamos a hablar con la Cantamuertes y antes de que soltéis el gatillo, VAMOS A HABLAR PRIMERO. - Fueron sus ultimas palabras. Tras lo cual miro a Yuri. - A menos que desees enemistarte con los que somos tus compañeros deberías tragarte parte de tus palabras, la próxima vez que te acuerdes de que lo que se hacen con nosotros, recuerda quien es el que os cura de emergencia y quien puede hacer que tu propia alma sufra. - Termino entrecerrando los ojos mirando a Yuri, Dhamon no le hacia gracia que le recordaran el posible destino que les acaecía y aun menos lo simbolizara delante de el. Ya tenia mucho en que pensar y no le agradaba que un compañero fuera tan... no se de listillo.

- Pongámonos en marcha. - Dijo al final para tomar sus cosas, comprobar el cargador de su pistola y marchar hacia su vehículo.

El grupo se encuentra confuso y frustrado al verse fuera del flujo de información que se ha originado en Desesperanza. Sospechando del abad Skae (hombre recto y piadoso dispuesto a consagrar su vida a la iluminación de los nativos de Iocanthos), de Aristarchus (acólito vidente de rango superior cuyos antepasados se remontan hasta el mismísimo San Drusus, al que se va a consagrar la catedral) y de Esha Raine (la Cantamuertes, una mujer sabia de los ashleen que asegura que los otros dos están corruptos) toman sus pertenencias y se montan en el vehículo para internarse en el desierto.

Conforme se alejan del asentamiento, una brutal tormenta de arena sopla desde el norte fustigándoles en su viaje. La conducción se hace bastante complicada debido a la falta de visibilidad y lo irregular del terreno.

Octus se coloca el respirador para evitar el polvo en sus pulmones urbanitas y se sienta en uno de los bancos del camión, con el rifle automático sujeto entre las piernas y los magnoculares colgando del cuello.

No le habían gustado las palabras de Yuri, pero él también se daba cuenta de que aunque las palabras no fuesen las más acertadas, en parte, llevaba razón. Se estaba dejando llevar y estaba perdiendo la calma, sin la mente fría no conseguiría salir de esta, así que qprovechó el viaje para reflexionar y recitar algunos mantras de adoración al Emperador para ayudarlo a concentrarse.

Voy conduciendo y pongo el limpiaparabrisas en marcha para que saque un poco la tierra y pueda ver algo mas.

Se escucha por el intercomunicador como digo:

-Agarraos nenas, que vamos a hacer un poco de trial... y nada de meterse mano por ahí detrás con la excusa de que esto se mueve mucho.

Tuve que bajar la velocidad del vehículo, pero igualmente avancé por el duro desierto.

Las palabras de Arcturus son casi inaudibles, incluso a través del microcomunicador debido a la tormenta. En un momento dado el guardia imperial pega un volantazo para evitar un agujero en el camino en el que hubiera entrada medio coche y probablemente hubiera acabado con vuestro viaje motorizado.

Llegáis a la ladera del otro lado de la cadena montañosa que rodea Desesperanza sin más percances justo cuando la tormenta de arena amaina. A un lado del paso principal, en un desfiladero situado en un nivel inferior, veis una casa de gran tamaño construida con toscos bloques de piedra y las pieles de varios animales sin identificar; el interior parece iluminado por lámparas. No muy lejos del edificio hay un pozo y un pequeño corral en el que dormitan cinco perros de las arenas, las monturas ashleen...un par de ellos empiezan a husmear el aire como si el viento les advirtiera de vuestra presencia.

Todos cargamos una dura carga Dhamon, la tuya es tener cuidado con eso que controlar para no recibir un tiro.-No tenía nada en contra de Dhamon, era un gran tio y aún mejor persona pero ni Yuri era un gran amigo ni era capaz de expresar emociones mas allá de cuando sufrió esa serie de interrogatorios amables de la Inquisición.-No os voy a disparar a ninguno, aún no estoy loco para llegar a eso.-Se encoge de hombros mientras baja el visor de la máscara blindada que llevaba.

A su manera quería a sus compañeros y los trataba con el aprecio que un pirado de su talla podía tratar a sus ¨amigos¨ con su tullida empatía emocional.-Vamonos, anda.-Aceptó las respuestas y pullas, no tenía nada que responderles por que aquello podría llegar a peor y no quería tener que acabar a cuchilladas o tiros con nadie ni durante ni después del viaje.-Mierda de desierto.-Masculló durante la travesía no pocas veces y apenas paró de quejarse en murmullos hasta que alcanzaron la maldita casa de la Canta-muertes.

Bajo del camión y le doy un golpe cuando veo que a Yuri ya está en tierra.

-Ha sido muy divertida esta travesía. Y ahora bien -hago una pausa crítica- ¿cómo vamos, nos acercamos como ladrones y nos enfrentamos a cuatro guerreros, cinco perros y la Cantamuertes, o vamos en son de paz para parlamentar con ella a ver que pasa?

Miré hacia los perros que nos olisqueaban. Menos mal que aun tenía mi puerta abierta...

Parlamentar no nos hará ningún daño...

Bajo del camión tras haber escuchado toda la charla. Aquello sobraba, simple y llanamente. Teníamos un trabajo que hacer, y éramos suficientemente inteligentes para tomar nuestras propias decisiones en todo aquello, y estaría bien si salvábamos el pellejo y cumplíamos con lo que sintiéramos que era lo más cercano a la voluntad del trono. NO se esperaba más de nosotros. Un solo hombre como el vidente no podía hablar por el Emperador. Lo que estaba claro era que tendríamos que tomar nuestras propias decisiones y apostar por ellas. Hablamos con ellos, no voy a seguir más órdenes que mi conciencia y lo que mi fe para con el emperador dicten. Vosotros haced lo que creáis más oportuno, así de simple. Me colgué el rifle al hombro pero dejé abierta la guarda de la cartuchera por si había que desenfundar rápido. Me puse a caminar hacia el lugar, sin importarme si mis compañeros me seguían o se quedaban atrás. Demasiadas palabras y pocos actos para mi gusto. Todo aquello comenzaba a cansarme sobremanera.

Al ver qeu Tarkov se va le digo:

-Espera, que eres muy obstinado. Si subimos es en el camión, que para algo lo tenemos, y al menos si salen los perros no nos harán nada dentro, y si nos disparan estaremos mas cubiertos. Porque yo veo que sube alguien rifle en mano  la cartuchera abierta y lo dejo seco antes de que de dos pasos mas, y sin avisar.

El calor está haciendo mella en todos, el único un poco normal soy yo, porque al lado de Zacha, soy el mas normal.

-Además, sería necesario ir con una bandera blanca para que sepan que vamos a hablar y no a asaltarles.

Debería darles una pequeña clase de diplomacia antes de que le peguen dos tiros...

Octus se pone depié en el camión y observa detenenidamente el lugar con sus magnoculares.

¿En camión? Me detengo y sacando un paquete enciendo un pitillo. No se yo... Era arriesgado. Como queráis. No respondía nada al comentario que había hecho Arcturus, pero quien va con un rifle al hombro no suele ser signo de agresión nunca, y la cartuchera abierta no es nada raro en ningún mundo, desde un despiste a una medida de protección visible. El fanatismo no dejaba evaluar bien a Arcturus los mensajes corporales y demás, eso estaba claro. Si vamos a ir al final no se que hacemos parados, acabaremos ahí, y nuestra intención es hablar, si al llegar nos disparan es algo que tendremos que resolver cuando suceda, cosa que no pasará si no vamos. ¿Nos ponemos en marcha o haremos otra escala antes de llegar arriba? Tantos pasos para ir a una aldea y hablar con un sujeto me exasperaba. Y después soy yo el paranoico... lo que hay que ver. Estaba bastante seguro de que la cantamuertes esa no solo no había hecho lo que se decía, sino que era la más cuerda de todos. O eso había demostrado.

Le di un manotazo en el hombro a Tarkov y le dije:

-Tarkov, somos un equipo, esperemos como mínimo un voto mas a favor y subiremos en camión.

Me encogí de hombros y le di una calada al cigarro mientras esperaba. Si, un equipo, esta es mi tercera misión desde que me sacaron de aquella roca, y he conocido ya a unos cuantos entusiastas. Daba gracias al Trono por aquellas gafas completas anti-elementos, no solo porque el sol de aquel lugar era abrasador, más para alguien como yo, nacido y criado en un planeta reseco donde la penumbra era lo más habitual, también porque impedían que vieran la melancolía de mis ojos al recordar a Glary Straly. Fue un comentario sin malicia, recordando y lamentando al mismo tiempo, y el tono de la voz seguramente lo habría insinuado más de lo que había querido.

Vamos a hablar con la Cantamuertes...pero aprisa.-Dijo Yuri.-Odio la arena, odio las tormentas...y no me fio de que no salga ardiendo el enclave mientras no estamos para defenderlo.-Sus palabras eran fatalistas y su humor había decaído demasiado a lo largo de estos días sufriendo brutales combates y heridas.

Se subió en la parte de atrás del vehículo nuevamente y golpeó este con la mano suavemente.-Vamos Octus.-Le tendió la mano para ayudarlo a subir y entrar cuanto antes a ver que había sido de la Cantamuertes.