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Día 3 desde el comienzo de la Escuela Basgiath

El día había empezado de la peor de las maneras pero sentía que necesitaba hacer una visita al Cuadrante de los Curanderos. Necesitaba conseguir algunas vendas y era el lugar idóneo. 

Eché a andar hacia allí con las manos en los bolsillos de la chaqueta y me sorprendí al encontrarme en el camino con la otra chica que había pasado el parapeto de forma espectacular. De hecho, lo había hecho corriendo. Estaba en el otro ala de mi Sección, si no recordaba mal. 

—Vaya... hola. Hielina, ¿verdad? —le extendí la mano para estrechársela—. Soy Fiora. 

Día 3 desde el comienzo de la Escuela Basgiath 

Hielina asintió tímida.

Había quedado con los especilistas de este lugar, para aprender a coser heridas y a algunas cosas por el estilo. Ellos lo agradecerían, ya que tras la batalla podría ayudarles, y por otro lado, los compañeros heridos también, ya que podría evitar desangramientos y bajas innecesarias o evitable.

- En.... encan... encantada Riora. ... Perdón. Fiora.

Día 3 desde el comienzo de la Escuela Basgiath 

Me quedé mirándola, de forma quizá no muy educada, mientras me planteaba cómo responder a ese saludo. Su timidez me había dejado algo cortada, parecía una chica fuerte, no le pegaba nada esa actitud. 

—Hmmm... ibas al cuadrante de curanderos, ¿no? ¿Estás herida o algo? —pregunté finalmente. Era una pregunta un poco estúpida pero no veía otra razón para estar aquí. No acostumbraba a que alguien me dejase sin saber qué decir. 

- Si... si. Contestó inocente. Se golpeteaba repetida y rápidamente las manos y piernas, el torso y los antebrazos.....: - Tengo frioooo. Se excusó y estornudó. - Quiero aprender a ayudar a los demás. Quiero no solo ser una ayuda en combate, si no también una táctica y si pudiera ser.... curar. Le temblaba la voz. Estos días, donde dormía corría aire y la pared estaba muy húmeda. Se estaba resfriando. - Se coser cuero... la piel no es muy diferente. Intentó explicarse.

Ahí estaba de nuevo desconcertándome. ¿Cómo que quería ser una ayuda? No entendía absolutamente nada. 

La vi temblar, con una expresión extrañada. Yo llevaba puesta una chaqueta encima de un top que dejaba a la vista mi tonificado estómago. No podía decir que hiciera frío en absoluto. 

—Tienes... ¿frío? —pregunté con total perplejidad pensando que quizá estaba gravemente enferma. 

Suponía que pronto nos iba a atender alguien pero mientras tanto me quité la chaqueta de cuero y se la ofrecí, algo incómoda. No era nada habitual que fuera tan amable pero estaba tan aturdida que me quedé con la chaqueta colgada del índice, como si fuera una percha, ofreciéndosela. 

—¿Por qué alguien que pasó de esa forma el parapeto quiere curar y ayudar? —la pregunta escapó de mis labios sin poderlo evitar. 

-- Porrr--- ... porque se que no se luchar. ... porr... Se puso la chaqueta sobre los hombros. Con un gesto de asentimiento agradeció el gesto, pero no se puso las mangas. Era abusar. Sería abusar. No quería arriesgarse a alguien que le ofrecía una ayuda, pudiera pensar que era una descarada y porque se tomase a la ligera los gestos de amabilidad. - Porque se que puedo ser de ayuda en muchas cosas.... Pero en combate, sería un apoyo. No una guerrera como tal. Sabía que en un combate toda mano era poca, pero, si alguien les organizaba, coordinaba y se mantenía atenta a los movimientos enemigos, un grupo de 20 podría luchar como si fueran 100. Una compañía de dragones... sería más que un ejército. - Se necesitan ojos en el culo del enemigo, para poder poner a los guerreros a patear panderos enemigos.... por eso. Esa sería mi ayuda.

Le temblaba la voz, y sabía porque era. Se había destemplado estudiando, pero, no quería reconocerlo. Tenía que dormir más, y claro,... su cuerpo era ágil, pero no de piedra. Y necesitaba más mantas en su cama.

Observé cómo se puso la chaqueta sobre los hombros. Parecía que realmente tenía frío, no creía que fuera todo una fachada. Me había quedado en tirantes y con el ombligo visible y no tenía nada de frío, ella debía estar enferma de verdad. ¿Quizá por eso estaba diciendo todas estas cosas? Sentí el impulso de ir a tocar su frente para saber si estaba caliente y eso hacía que desvariase pero lo reprimí y me quedé mirándola, en busca de algo más que demostrase que padecía alguna enfermedad. 

La analicé meticulosamente. Había considerado que probablemente pudiera ser de las mayores amenazas del cuadrante pero aquí estaba, reconociendo tan alegremente que no sabía luchar. 

—Vamos a ver... explícame una cosa. Quieres ayudar, apoyar y curar. ¿Por qué has entrado a ser jinete y no curandera? De hecho, entiendo que has venido hasta aquí para... ¿aprender? —mi habitual inexpresión estaba derrumbada por el desconcierto. 

Intentó explicarse, tras secarse las "velas" con una pieza de cuero suave. - Porque los curanderos no saben de táctica ni pueden llegar a donde llegan los jinetes. Muchos Jinetes de Dragón saben montar, saben pelear, pero ni saben de táctica ni tienen más visión que un solo enemigo. Se necesitan más cosas en la batalla. Yo aprenderé a pelear. Parecía que esto último hablaba con pena: - Pero no seré una Gran Guerrera, pero podré hacer muchas más cosas.... cosas que al resto de Grandes Guerreros les falta. Y se confesó: - Y además vengo por honor de la familia, y para escapar de que me quieren casar con un depravado. Un niñato rico que me quiere como muñeca de sus viles juegos... y antes lo mataré que dejarme.

Me apoyé en una pared, mirándola y escuchando con atención su explicación. 

—Entiendo... —murmuré. No es buena peleando y quiere buscar otra forma diferente de ser buena jinete.

Su siguiente confesión hizo que fijase mis ojos en los suyos, como si quisiera leer su alma. 

—Cuando seas jinete, espero que su vida no se alargue mucho más —comenté con una pequeña sonrisa. No había algo más despreciable que que te obligasen a cualquier cosa, más aún a casarte y solo ser una muñequita a su servicio. 

En cuanto salieron a atendernos pedí unas vendas y dejé a Hielina atendida por los médicos. Esperaba que la curasen, estar enfermo en Basgiath era un síntoma de debilidad que muchos querrían erradicar.

Día 8 desde el comienzo de la Escuela Basgiath

Había aguantado toda la clase de lucha con el labio partido. Conseguí detener un poco la hemorragia poniendo unas vendas contra la herida lo suficiente como para resistir digna y duramente los combates de los demás y las entregas de los cuchillos pero sabía que tenía que ir a que me lo curasen. El resto de golpes no eran tan relevantes y acabarían curando con descanso pero esto sí necesitaba atención de los curanderos. 

Salí rápido de la clase y me dirigí hacia allí. Al llegar todavía no había demasiado revuelo de todos aquellos que habían resultado heridos de esa primera clase pero, aún así, no había nadie libre que me pudiera atender. Tomé asiento y esperé tranquilamente mientras rozaba la empuñadura del cuchillo que llevaba en mi cadera. 

Dia 9 - Cuadrante de curanderos.

         - ¡Buen día Fiora!   ¿Puedo tutearte para saber como te ha ido con estos primeros días en el colegio Basgiath? -     Prgunta Samara tras saludor a la noble y bella cadete un poco cerca de su hermano Maluma, quien sonrió tan solo un momento nerviooso y sonrojado al reconocerla y por un momento le clavó la mirada a su hermana evidentemente incómodo de camino a los edificios de los curanderos

Dia 8 desde el comienzo de la Escuela Basgiath

Las hemorragias no cesaban, las había contenido a base de apretar con los paños, pero desde luego necesitaba pasar por la enfermeria. El ojo derecho se me estaba hinchando a marchas forzadas, me dolia como si una carreta de caballos me hubiera pasado por encima. Apenas veia por ese ojo, pero eso no evito que la viera nada mas entrar por la puerta.

Era como un iman, alla donde estaba atraia toda mi atencion. Su combate habia sido magnifico. De hecho a diferencia de mi ella si habia puulverizado a su oponente. La tal Miri no tuvo ninguna opcion. Claro, que yo ya lo sabia antes de que subiera a la lona. Habia cruzado los puños con ella, era algo que no tenia intencion de volver a hacer nunca en mi vida. 

Me arrastre como lo mejor que pude hasta la silla que vacia que tenia al lado y casi me desplome sobre ella.

- Gloria a la vencedora - dije en un susurro apenas audible para ella.

Dia 8 desde el comienzo de la Escuela Basgiath

Estaba suficientemente distraída pensando en la clase anterior y en cómo había acabado ese cuchillo conmigo. Aquel último golpe podría haber hecho la diferencia o quizá fue cuando escuché el crujido de su nariz. No lo sabía, igual que tampoco tenía claro si era mejor haber perdido o ganado. La tía era verdaderamente dura, era muy probable que fuera de las mejores del curso. ¿Habría algún tipo de represalia? 

No me di cuenta de que Asterion estaba ahí hasta que se desplomó a mi lado. Mi primera reacción fue tensarme con intención de cambiarme de sitio y huir de su presencia pero le hice un chequeo completo con la mirada. Estaba hecho una mierda y la preocupación me ablandó lo suficiente como para quedarme ahí y dirigirle la palabra. Parecía que de un momento a otro podía irse con Malek. 

—No puedo decir lo mismo de ti, desde luego. ¿La próxima vez te vas a ofrecer a que te coma un dragón? Si lo que te va es el riesgo excesivo quizá deberías plantearte dormir en el parapeto —mi tono de voz era de completo reproche. Era un inconsciente y me molestaba sobremanera lo mucho que se exponía ante cualquier riesgo que le rodeaba. 

Dia 8 desde el comienzo de la Escuela Basgiath

Uffff me merecia el pullazo sin duda alguna, tenia toda la razon, pero no pude evitar las siguientes palabras que salieron de mi boca.

- Vaya, esperaba una bienvenida mas calurosa para nuestra segunda cita. No me digas que estabas preocupada por mi seguridad - dije con una mirada divertida y muy hinchada mientras ponia mi media sonrisa en el lado derecho de mi cara. 

Al instante se me abrio el labio con un aguijonazo de dolor atroz recorriendome la cara. Si... me lo tenia muy merecido.

- Au... que dolor... ¿Recuerdas la carroza en la que llego Elrik el primer dia? Ahora se lo que habria sentido si me hubiera atropellado.

La mire un poco de reojo, con mi cara empezando a cambiar de color desde el verde hacia el morado, tenia una cara de cabreo impresionante, me dolio verla asi, daba igual que tuviera toda la razon del mundo, que me lo mereciera, no me gustaba que me mirara asi. Por otra parte, eso queria decir que le importaba ¿verdad? Lo cierto es que eso si me gusto.

Volvi a apretar las vendas contra mi labio partido con mi mano aun cubierta por mis nuevos guantes, en los que empezaba a haber una sotra de sangre seca.

Dia 8 desde el comienzo de la Escuela Basgiath

Parpadeé rápidamente sorprendida por la caradura que tenía, planteándome si darle un puñetazo y terminar el trabajo de Chung. 

—No ha habido una primera y, desde luego, tampoco va a haberla —respondí con tono frío aunque mi expresión y mi enfado demostraba que sí me había preocupado que se ofreciera en plan suicida—. No sé cuál de nuestros encuentros es el que más te confunde: que nos echen la bronca por estar en el campo de vuelo, que le digas idioteces a mi líder de Sección o que te revientes las manos contra un saco —mis últimas palabras fueron acompañadas de una rápida mirada a sus manos enguantadas, aunque la retiré rápidamente centrándome en sus ojos. 

Fruncí el ceño ante su siguiente comentario. 

—No sé si habría preferido que me atropellase esa carroza o subirme con Chung y exponer todas mis debilidades frente a un rival claramente superior delante de todo el mundo —volví a reñirle, cruzándome de piernas y apretando un poco los labios por el dolor en las costillas. 

¿Estaba siendo dura? Podía ser pero me había provocado un enfrentamiento con Alec y, en vez de aprender de la situación en la que se metió y en la que me obligó a interceder, se volvía a exponer como un maldito kamikaze. 

Dia 8 desde el comienzo de la Escuela Basgiath

Me estaba echando una bronca importante, despues de la paliza que me habian pegado, pero ahi seguia. A mi lado. No podia negar que por mucha razon que tuviera, aunque era verdad que habia actuado impulsivamente, me habia expuesto ante todo el munod, ella seguia ahi. Echandome la bronca, pero ahi.

A pesar de la hinchazon de mi ojo fui lo suficientemente rapido para ver como apartaba la vista de e mi mano y la dirigia hacia mis ojos. Levante un poco la mano y entonces lo comprendi. Los guantes, el regalo mas preciado que habia recibido en años. Los que me habian permitido salir adelante en las horas mas bajas que habia tenido desde que cuce el parapeto. Los que estaba seguro que me habia regalado ella.

Pero eso era algo que no iba a admitir jamas.

- Los encontre la tercera noche, despues de reventarme las manos contra el saco - aparte la mano y la estire, observandolos con cariño en la mirada - supongo que hay alguien aqui dentro a quien le importo. Me encantaria saber quien me los regalo.

Si lo supiera podria decirle cuanto significo ese gesto para mi, decirle que me salvo de formas que ni siquiera podia llegar a intuir, que ese simple gesto, ese regalo me ha hecho superar situaciones dificiles, que han sido mi amuleto desde que los recibi, aferrandome a ellos como los niños se aferran a su juguete preferido. A su posesion mas preciada.

Gire la cabeza hacia ella y la mire con intensidad a sus preciosos y grandes ojos oscuros.

- Ojala pudiera mirarla a la cara y decirle cuanto significo ese simple gesto para mi.

Dia 8 desde el comienzo de la Escuela Basgiath

En cuanto él levantó la mano me tensé, repentinamente incómoda, y sus siguientes palabras parecían dar el pistoletazo de salida con el que estaba dispuesta a alejarme y arriesgarme a que Hielina me cosiera el labio. Sin embargo, antes de moverme, me di cuenta de lo sospechoso que era irme así en cuanto él sacaba el tema. 

Solo pretendía ocultar sus heridas, que no fuera evidente para el resto lo fácil que era reventarse las manos y los pocos golpes que había dado, además de darle margen para que entrenase con ellos sin destrozarse las heridas cuando empezasen a curar. No imaginaba que se lo había tomado de esa forma y empecé a sentir pánico. Su tono de voz era demasiado cálido y cercano. No, no podía ser. No tenía que alentar la idea de que había sido yo.

Le miré, durante unos segundos, sin saber qué responder a sus palabras, con tensión en el rostro que me forcé a suavizar con una falsa curiosidad. 

—¿Le has preguntando a Kenneth? —la pregunta provocaba que el foco pasase a mí misma así que recurrí a otras opciones rápidamente—. Quizá Samara o Skylar. De hecho, Samara estaba animándote. ¿Llevan algo los guantes? ¿Algún tipo de peso para golpear más duro? —extendí la mano para ir a coger la suya y examinar el guante como si fuera la primera que lo viera pero me detuve antes de rozarle sin tener claro lo que estaba haciendo. 

Dia 8 desde el comienzo de la Escuela Basgiath

Estaba tratando de negarlo y huir. Lo entendia, a mi tambien me habia costado pronunciar esas palabras, desnudar mi alma hasta ese punto. Yo respetaba eso, la privacidad de alguien como ella. De alguien como yo mismo. De hecho es verdad que con ella siempre habia sido diferente desde el primer momento. Me habia sentido comodo en su presencia desde el mismo momento en que nos conocimos.

Extendio la mano y se lo penso dos veces, casi con miedo en la mirada. Acerce mi mano a la suya y la deposite con suavidad y delicadeza sobre su palma abierta, para que pudiera ver los guantes claramente, mirandola a los ojos con intensidad.

Era una mirada bastante comica en ese punto, el lado derecho de mi cara estaba tan hinchado que parecia la cara de una rana, el lado izquierdo, tenia el labio partido y mi ojo sano mirandola y sin perder ningun detalle.

- Puede que fuera Kenneth, vio como me destroce las manos y tiene ese noble espiritu de ayudar a todo el mundo. Ademas, seguro que esas manos tan grandes y acostumbradas al hacha de leñador son adecuadas para hacer manualidades - dije mientras con la yema de mi dedo indice roce suavemente y de manera distraida su muñeca - De hecho, el otro dia me estuvo comentando que una de sus nobles aficiones es tomar el te con damas de noble cuna.

Dia 8 desde el comienzo de la Escuela Basgiath

Temblé ligeramente por un momento cuando él puso la mano encima de la mía. No me lo esperaba, desde luego, pero había sido yo la que había ido a mirar para mantener la idea de que jamás había visto esos guantes. Me quedé mirando nuestras manos sin saber exactamente qué hacer. Esa era precisamente la razón por la que me esforzaba por evitarle. Odiaba sentirme confundida y vulnerable y parecía que tenerle cerca provocaba ese estado constantemente. 

Me reí con su comentario, era un terreno suficientemente neutral como para no percibir una amenaza en el roce de su dedo. 

—Tiene más pinta de tener otras no tan nobles aficiones con damas de alta cuna, la verdad. Ya has visto lo mucho que le gusta desnudarse al musculitos a la mínima que hace algo de ejercicio —me callé, siendo consciente de que parecía ser habitual en Basgiath eso de liarse a entrenar con el torso desnudo. 

Antes de que mis pensamientos discurrieran por lugares por donde no debían ir, giré su mano examinando los guantes. 

—No es un mal trabajo. Quien fuera que te los dejara te hizo un gran favor. Aunque esto solo demuestra lo que ya te he dicho, alguien ha estado suficientemente pendiente de tus debilidades. Te expones al hacer cualquier cosa y no puedes seguir tentando a la suerte —le regañé de nuevo con un tono más suave—. Tuviste suerte con esa persona pero, ¿y si la siguiente usase tus debilidades en tu contra? 

No me había pasado desapercibido que no había contestado acerca de los ánimos de Samara. Cierto alivio me invadió cuando pensé que podía haber tenido algo con ella e podía dejar de ser tan persistente con conocerme.