Partida Rol por web

Día 10 por la tarde, Patio interior Este

Tenía la cabeza embotada y sentía que todo me daba vueltas. Cuando pude recuperar un poco el semblante vi que me había apoyado y agarrado al brazo de Asterion. Un escalofrío me recorrió la espalda y no estaba segura si era por la fiebre o por culpa de él. ¿Por qué había cometido aquel error...? No tenía la cabeza para pensar en ello.

- N-no, no hace falta...- dije mientras incorporaba mi cuerpo y algo más despejada.- Estoy bien...- dije aunque no estaba muy segura de ello. Aún notaba las manos de Asterion sobre mi y en otro momento no me hubiera importado pero un coraje creció dentro de mi recordando nuestro último encuentro a solas. Sin pensarlo demasiado, mi mano fue hasta el muslo donde saqué un cuchillo de su funda y lo llevé a su cuello.- ¡¡Suéltame, ahora!!

Día 10 por la tarde, Patio interior Este

Me estaba amenazando con una daga en el cuello. Su enfado era mas que patente, pero eso no evitaba mi preocupacion. Tome una decision, una que quiza me costara la vida. Pero daba igual, ya habia demostrado inconsciencia en mas de una ocasion, otra mas que sumar a una larga lista de decisiones muy cuestionable.

- Vas a tener que rajarme el cuello - dije presionando mi cuello contra la daga hasta que broto un pequeño hilillo de sangre y mirandola con intensidad a los ojos - no pienso soltarte hasta estar seguro de que estas bien, y practicamente te has desvanecido hace unos segundos. Dejame ayudarte.

Día 10 por la tarde, Patio interior Este

Al ver el hilo de sangre correr la hoja de mi cuchillo me quedé un instante mirándole a los ojos amenazándole esperando que se apartara. Un golpecito en el pecho me hizo dudar si sería mejor acabar con toda aquella tortura terminando con su vida o pesaría en mi consciencia el haberle matado. Cerré los ojos un instante y quité el cuchillo de su cuello descubriendo cual era la verdadera respuesta a mi pregunta.- Ya te he dicho que no es necesario que me lleves al Cuadrante de Curanderos, solo necesito llegar a mi habitación...- no estaba segura de si me acompañaría o no pero intenté caminar hacia la escalera avanzando con la mayor dignidad que podía tener.

Día 10 por la tarde, Patio interior Este

Estaba vivo, otra vez ¿Cuantas veces podria lanzar los dados de Malek y esquivar sus consecuencias? No podian quedarme demasiados intentos, no podria evadir los designios del dios de la muerte mucho mas si seguia arriesgandome estupidamente.

Aun asi la seguir cuando dijo que solo necesitaba llegar a su habitacion. Es cierto que parecia recuperada pero tambien era cierto que yo habia visto este tipo de recuperacion previa a un desenlace fatal. Meti mis manos en los bolsillos y decidi seguirla sin mediar palabra, mejor no hablar mucho viendo el estado en que se encontraba y la ira que me dedicaba.

Y ahi estaba, otra vez lanzando los dados.

Día 9 - Jardínes del cuadrante de jinetes

       - Ya que no nos han dado ninguna observación acerca de la pelea, supongo que tienes mucha razón Kenneth, esta más que una clase de pelea es una serie de peleas para ponernos a prueba y diferenciar los cuerpos  y espíritus combativos de los que no lo son tanto, pero ya que estamos en la biblioteca tal vez podriamos comenzar a estudiar un poco acerca de la historia y geografía de Navarre, Basgiath y Poromiel nuestro estimado camarada para preprarnos para futuras clases.     ¿Están de acuerdo Kenneth y Maluma? -     Responde un poco sonrojada Samara tras reconocer que el atractivo y rudo noble estaba siendo un incómodo testigo de la pequeña diferencia entre los hermanos Azkarizade, en la cuaal además estaban detallando algunos detalles indiscretos de su propio pasado y sus motivaciones para venir al colegio para alcanzar la posición de jinetes dragón

Le soltó la lista a lo bruto, como si hiciera la de la compra:

Lonas embreadas y sacos de dormir
Recipientes para comida y agua
La propia comida
Yesquero
Mapas de la zona .... pero en eso estoy ya ... en ello
Ropas de abrigo y algo para cocinar, para poder montar un refugio si nos pilla la tormenta
Socas, para hacer cordadas por si hay nieve o rocas sueltas
Material de curaciones, por si le pasa algo a alguien
Armas para el camino... como el cinquedea que me retiraron antes de correr por aquella cornisa (Sonó como que le había dolido que le quitasen un objeto que para ella era una herramienta, y no una arma.
... Y todo lo que llevarías a una excursión. Lo que sobre siempre se puede dejar, pero si falta... nos hace falta en el viaje....

Dia 9 desde el comienzo de la Escuela Basgiath

La miré sin comprender nada de lo que me estaba diciendo. 

—A ver... esto que me estás diciendo... ¿estás pensando en salir de Basgiath a escondidas en modo excursión para ir donde sea que vivan los dragones? —el tono de mi voz evidenciaba claramente que lo consideraba un plan suicida se mirase por donde se mirase. 

Rocé la empuñadura de mi daga al reacomodarme para mirarla con mayor curiosidad y eso me recordó que ella también había conseguido ganar. 

—Por cierto, pensé que dijiste que no sabías pelear... —dije con cierta precaución. Me extrañaba demasiado que hubiera conseguido un cuchillo si no sabía pelear. 

Sonrió y picaronamente se acercó a Fiora. - No, a escondidas no. Con permiso. Luego pareció dudar...: - Pero a la segunda parte si. Vamos a visitarles. Sonó como si fuera a casa del panadero, a dejarle una cesta de mimbre con leche y miel y fuera a llevarse una tarta de queso y dos barras de pan. Como si fuera algo que se hace todos los días... o por lo menos... habitualmente.

—Por cierto, pensé que dijiste que no sabías pelear... —dije con cierta precaución. Me extrañaba demasiado que hubiera conseguido un cuchillo si no sabía pelear. 

Aspiró por la boca, bastante profundamente. - Cierto. Yo no he combatido, y nadie jamás me enseñó. Cerró los puños con fuerza. Era rabia. - Se esperaba de mi que fuera una ama de casa y una trabajadora en un taller. Nada más. Una marioneta en manos de un hombre que me utilizaría como una muñequita follable y alguien que le limpiase los gallumbos. Se le puso el rostro rojo. Tanto que parecía que ardía por dentro... y por fuera. Los nudillos blancos de apretar las manos y le temblaban los brazos y el cuello. Incluso le palpitaban las venas de la frente.