Partida Rol por web

Estación de nieblas

Capítulo 4: Ciudad de cristal

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24/08/2017, 21:52
Narradora

Al otro lado te esperaba un hombre cuya sola presencia erizaba el vello de tu nuca. Era alto y vestía con una gruesa túnica gris, que le cubría de pies a cabeza. La capucha estaba alzada, ocultando su rostro. La túnica misma era del color del pergamino, y los intrincados diseños rúnicos a los largo del repulgo y las mangas parecían haber sido pintadas allí con sangre que empezaba a secarse. Sin embargo, no era su presencia lo más inquietante, sino el silencio: no hacía el menor ruido al andar, no se oía ni la más leve pisada. Incluso la capa, que debería haber susurrado, se movía silenciosa.

Antes de empezar a caminar, alzó sus manos y se echó la capucha hacia atrás, descubriendo su rostro. La cabeza del hombre era calva, lisa y blanca como un huevo, con oscuras muescas donde habían estado los ojos en el pasado. Ya no los tenía. Los labios estaban entrecruzados con un dibujo de líneas oscuras que recordaban puntos de sutura.

[color=#848484]«Sígueme, Sun-yun Herondale»[/color]

Esa voz no se escuchó en voz alta. Las palabras te habían resonado dentro de la cabeza, como si las hubieras pensado tú misma; pero no lo habías hecho. Con un gesto de su mano te indicó que debías caminar hacia el centro de la sala y pudiste ver que la piel de sus dedos era fina como pergamino, pintada toda ella con runas. 

El murmullo que llenaba el lugar por lo bajo, disminuyó cuando apareciste y no te costó notar la atención de los presentes, siguiéndote hacia el pequeño podio al que te guiaba aquella especie de hombre.

Tus ojos recorrieron el graderío y pudiste contar más de ciento cincuenta personas. Llegaste a ver a Émille y Amber, sentados junto a Gareth y Deirdre, cerca de Ella. 

Más allá llegaste a ver a Milton, sentado junto a un grupo de gente oriental. Alice, por su parte, estaba sentada en la primera fila, entre lo que parecía un grupo de miembros destacados de La Clave. 

En el suelo, más allá de la fuente central, pudiste ver a un hombre hablando con la mujer que os había recibido al llegar a Alacante. Detrás de ellos había dos sillas vacías, una más centrada y más grande que la otra. Sentados alrededor de la silla del Cónsul llegaste a ver a cuatro personas más, entre ellas alguien a quien ya conocías: el brujo Verbius Lamond. 

 

   

Salvo el hombre que te guiaba sin que sus pasos emitiesen sonido alguno, todos los que se encontraban en el suelo, como presidiendo aquella reunión, vestían túnicas negras, con runas bordadas en plata en el caso de algunos y el símbolo de la Clave en el caso de otros.

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24/08/2017, 21:55
Narradora

Mientras el murmullo continuaba una figura se puso en pie desde la primera fila del graderío. Era una silueta capaz de incomodar con su sola presencia a cualquiera, por muchas ocasiones en que se hubiera cruzado con uno de los Hermanos Silenciosos. Era alto y vestía con una gruesa túnica gris, que le cubría de pies a cabeza. La capucha estaba alzada, ocultando su rostro. La túnica misma era del color del pergamino, y los intrincados diseños rúnicos a los largo del repulgo y las mangas parecían haber sido pintadas allí con sangre que empezaba a secarse. Sin embargo, no era su presencia lo más inquietante, sino el silencio: no hacía el menor ruido al andar, no se oía ni la más leve pisada. Incluso la capa, que debería haber susurrado, se movía silenciosa.

Se acercó a la puerta del fondo y la abrió, dando paso a Sun-yun a la sala. Con su rostro orientado hacia la chica, alzó sus manos y se echó la capucha hacia atrás, descubriendo su rostro. La cabeza del hombre era calva, lisa y blanca como un huevo, con oscuras muescas donde habían estado los ojos en el pasado. Ya no los tenía. Los labios estaban entrecruzados con un dibujo de líneas oscuras que recordaban puntos de sutura.

Con un gesto de su mano indicó a la chica hacia dónde debía dirigirse: un podio que era réplica del de las Estrellas Parlantes, situado en el otro extremo de la sala. El murmullo disminuyó a medida que la guiaba hacia allí, moviéndose en un absoluto silencio. Casi todos los presentes tenían sus miradas puestas sobre ambos. 

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24/08/2017, 22:34
Hermano Jeremiah

Los pasos de la figura vestida de gris guiaron a Sun-yun hasta un podio que se encontraba al otro lado de la sala, pasando cerca de la fuente central y sintiendo las miradas de todos los presentes clavadas en ella. Cuando estuvo subida a ese lugar elevado y circular las estrellas que rodeaban el perímetro del podio tomaron un brillo plateado que parecía separar el interior del exterior. 

El Hermano Silencioso cogió entonces una espada de gran tamaño con una gruesa hoja de plata y su empuñadura tenía la forma de dos alas extendidas. Con la espada posada sobre ambas manos, ofreció la empuñadura a Sun-yun y, sólo cuando ella la hubo cogido, caminó hacia atrás hasta descender del podio. 

[color=#848484]«La Espada Alma obtendrá ahora la verdad»[/color]

Las palabras resonaron directamente en las cabezas de todos los presentes mientras la Inquisidora Herondale avanzaba hacia el podio con decisión. 

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24/08/2017, 22:35
Imogen Herondale

La Inquisidora se colocó frente al podio, dando la espalda al graderío y desde esa postura alzó la voz, dirigiéndose a Sun-yun, que palidecía bajo el maquillaje desde que había tomado la espada entre sus manos. 

—Gi Sun-yun —llamó, con voz firme y seca—. La Clave necesita respuestas en este juicio por la Espada. Necesitamos la verdad y la verdad obtendremos. Responde ahora. 

Empezó entonces a lanzar preguntas a la chica, esperando por su respuesta antes de continuar con la siguiente. 

—¿Quiénes son tus padres? ¿Eres adoptada o te criaron tus padres verdaderos? 

Sun-yun no tardó en caer de rodillas, antes de haber llegado a terminar su primera respuesta. 

—¿Cómo llegaste a Londres? ¿Quién o qué te animó a ello? ¿Cómo resolviste los trámites? Menciona a cualquier persona u organización que tuviese algo que ver con este proceso. 

—¿Cuál fue tu primer contacto con el mundo de las sombras? ¿Habías oído o visto algo relacionado antes? ¿Alguien te había hablado de ello?

—¿Alguna vez has tenido tratos con Subterráneos? ¿Y con nephilim fuera de La Clave?

—¿Cómo y cuándo conseguiste el anillo de los Herondale? ¿Quién te lo dio o dónde lo encontraste? ¿Cuándo y cuánto supiste de la magia que contiene?

Notas de juego

Hacemos el interrogatorio entero así en un solo post de cada para que no se haga muy pesado, pero da por hecho que tras cada pregunta espera por tu respuesta antes de seguir.

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24/08/2017, 23:49
Narradora

Fue en el mismo instante en que sujetaste la espada cuando sentiste su empuñadura pegándose a tu piel, casi como si la misma plata de la hoja se introdujese en tu interior a través de tus poros y se extendiese por tu sangre. El dolor no tardó en aparecer, al mismo tiempo que las preguntas de esa mujer llegaban a tus oídos. No tardaste en caer de rodillas, incapaz de mantenerte en pie. 

Era como si tuvieras cientos de pequeños anzuelos clavados en la piel que le arrancaban la verdad por la fuerza y tu lengua fue incapaz de mentir, ni siquiera podías concebir la idea de esconderte en subterfugios o dobles sentidos. Toda tu voluntad parecía supeditada al poder de esa espada y tan sólo la verdad más sincera podía salir de tus labios. 

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25/08/2017, 01:55
(Gi) Sun-yun Herondale

Creo que mi nuca ya sabía lo que mis ojos estaban viendo antes de que mi cerebro lo asumiera, creo que por ello de erizó antes de que el terror llegara a mi garganta.

Nunca mis ojos habían estado tan redondos, ni mi pelo tan empapado en sudor frío. Ni siquiera cuando Imil me sesgó el alma con un asqueroso pescado al horno.

¿Qué coño era eso? ¿un fantasma? ¿una advertencia? ¿eso iban a hacerme?

Mi cuerpo estaba paralizado y si no grité está vez no fue por respeto al silencio sino porqué el horror me había superado. Joder. ¿Qué le habían hecho?

Di un respingo al escuchar esas palabras en mi cabeza y aun no sé como conseguí hacer que mis piernas se movieran pero su espalda hizo que recordara el sueño y mi corazón saliera de mi boca para volver al pecho, aunque se atascó en la garganta.

Coño. Joder. Joder. Joder. Coño. Joder —no se callaba mi palpitar—.

Al llegar a la sala, me cague en la puta multitud y al localizar a Imbil giré rápidamente la cara hacia otro lado y le eché toda la culpa de su presencia a Carstairs.

Qué os den a todos —les regalé mi último pensamiento cuerdo antes de subirme a la tarima—.

Mi posición era firme, solemne y altiva, no escondía la sonrisa burleta, ambiciosa y dispuesta al juego pero tampoco era toda la que mostraba. Y cuando cogí la espada lo hice con el pecho bien hinchado.

¡Su puta madre!

Mis ojos bajaron flechados a la mano que la empuñaba y les exigieron a mis dedos que la soltaran, pero o aquella se había aferrado a mí como sanguijuela en viernes o mi orgullo era más fuerte de lo que yo ya sabía.

Dolía, joder si dolía. Estaba muy lejos de ser un dolor respecto del cual le deseas a alguien "que vaya bien y no duela mucho" — Putos críos —pensé ofuscada e intenté buscar mis muñecas desde la mente pero ésta no quería centrarse en nada más que acabar con aquello—.

Gi Eunji y Gi Hei-Jo —me morí en pálida vergüenza al ver cómo mis palabras buscaban el camino fuera de mí sin intentar siquiera encapucharse y caí negando esa adopción con la que se habían obsesionado, aunque desee serlo porqué acababa de cargarme el orgullo de mi padre por tercera vez. —. Me criaron ellos. Siempre se me ha dicho que son mis padres. Siempre les he creído. En corea la adopción es una vergüenza.

El golpe en las rodillas fue fuerte, mi vestido debió perder su espectacular caída y nada de ello me hizo cosquillas, si quiera para pasar por mi cabeza. En su lugar había la más densa red de pirañas arrancándome mi ser poco a poco. Con saña.

Mareada. En avión. Sin jet lag —probé varias respuestas por si ninguna era suficientemente verdadera—. Vine con una beca, a la universidad. Soy matemática. Una jodidamente joven.

La beca es de la propia universidad de Londres en colaboración con la beca estatal de Seúl para genios. Park Geun-Hye, Gi Eunji, Gi Hei-Jo, Gi Ussepe, Sang Son-Ja, Ling Kun, Princesa Real Anne Elizabeth Alice Louise.

Mi profesora tutora me dio el formulario, el director de la escuela me redactó una recomendación, el resto fue telemático, siguiente, siguiente... Ya sabe.

No lo sé —respondí a mi contacto con el mundo de las sombras, y al oírme apreté los labios y los dientes. No quería admitir eso, no quería fluir más—. Que recuerde el Viernes 23 de Mayo de 2014, a las once y treinta cuando el mundo se rasgó y el kuri se comió a Aly Ami-son.

No lo sé —volví a joderme—. Soy coreana. En corea abundan las historias. Puede que me hablaran de esto, puede que no. No lo sé.
No lo recuerdo. Nunca fue mi religión
.

Cuando llegó la pregunta de los subterráneos, me forcé a hacer que mis ojos se arrastraran contra las punzadas de mi cabeza hasta el brujo y solo con rozarle con la tangente de mis iris tuve suficiente para entender que estaban alargando eso por placer. Ya sabían todo eso.

—dije a lo primero—. Mike, Jesamain, Lalique, supongo. —Mierda —algo cayó en batalla al pronunciar el nombre de Lovelace—.

No lo recuerdo. Siempre ha estado conmigo. Salud.

Sé que lo sabéis. Sé que no me lo devolveréis y lo sé desde hace minutos.

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25/08/2017, 13:05
Imogen Herondale

—¿Con qué Subterráneos has tenido trato? —insistió la Inquisidora cuando Sun-yun terminó de hablar—. Da nombres, lugares, fechas, detalles. ¿Quiénes son esos nephilim fuera de la Clave con los que has tratado? ¿Cuándo los conociste? ¿Dónde? ¿En qué términos tuvo lugar esa relación?

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25/08/2017, 13:31
(Gi) Sun-yun Herondale

Joder... Los mamones seguían. A mi padre le hubiesen caído de puta madre. ¿Acaso esto iba a acabar cuando me quedara sin ojos?

No me sé los nombres de todos con los que me he rozado —me situé en el Mordekainen—. Pero en el Mordekainen, el 27 de Mayo de 2014 a las diez y media de la noche, estaba un chico llamado Chris, no sé nada de él, salvo que es el chico de Anbel y que fue mi mejor amigo unos segundos. Y Zan, un hada, —el palpitar de mi corazón por aquella palabra ahora fue desgarrador con los anzuelos de plata que se clavaban en él— que me sirvió un zumo de melocotón, soso, aunque soy mayor de edad. Le dejé mi móvil y me acojoné por si descubría lo de mis ojos. Conocí al señor Lamond en casa de Aubrey Saint John, fuera había el número 104 de Bromell's Road, ella no estaba; él nos trajo a Meli-san Morgenstern.

Intenté llenarme de aire y no bajar la mirada, me harían hablar o me harían gritar hasta que me sangrara el cuello pero no iban a romperme más. ¿Querían saber mierda de otros? Eso podía hacerlo —fluir— pensé con sarcasmo—.

— Mike, E-chan, lo conocí en la serie. Fundé su club de fans, tengo ochenta y seis fotos suyas en el móvil. En la vida real es raro, no parece Mike. Es pésimo. Hablamos en el instituto de Landre, entrenamos una vez pero despareció en mitad del combate. Y ahora se ha rajado tanto que se ha largado.

— Jesamain —tras pronunciar su nombre intenté callarme pero la espada insistía en arrancarme los secretos que había prometido guardar a la persona más importante de todas. A mí misma—. Me habla en sueños. La conocí en el jardín secreto, le dije que haría escuchar su voz. Ella no quiere vengar su muerte, se la pela totalmente, pero quiere contar algo. Aun no lo sé todo.

Lalique, Emille Lalique, me hizo llegar mis muebles. No llegamos a hablar.

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25/08/2017, 14:31
Imogen Herondale

Por el rabillo del ojo llegabas a ver que alguien en la primera fila escribía al ritmo que tú hablabas, seguramente transcribiendo tus palabras para ser analizadas en detalle después. 

Mientras, la Inquisidora no parecía tener intención de dejarte escapar todavía. 

—¿Qué es «lo de tus ojos»? —preguntó con tono autoritario—. ¿Qué temías que viese ese hada en ellos?

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25/08/2017, 15:45
(Gi) Sun-yun Herondale

¿Por qué tenía que haber tanta gente? ¿por qué no me estaba ayudando la runa? ¿Por qué no dejaba ya las putas preguntitas? Había visto ritos de iniciación a las hermandades realmente humillantes pero aquello estaba a otro nivel. Coño, cómo costaba seguir siendo una dama.

Son verdes —retuve en el dolor ¿qué? ¿medio segundo?— Llevo lentillas de color. No quería que pensara que la imitaba —respondí aunque ella debía ser incapaz de entender que era el decoro—.

Nací maldita, pero mi madre me hizo taparlos y dijo que con eso ya estaba. Aun así, no perdieron oportunidad en echarme de casa cuando llegaron los gemelos. Y tras el colegio, del país. Por los ojos, está claro.

Son olivo.

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27/08/2017, 09:34
Melissa Campbell

No llegué a recibir respuesta de la coreana que, al escuchar la voz imprudente de Nora, me puso en alerta. Sin embargo, no fue hasta que se escuchó ese golpe que no volví a girarme de un brinco hacia la puerta.

Cuando vi salir a Nora se me puso la piel de gallina. ¿En serio ese hombre también la ha pegado a ella? ¡Pero si no ha hecho nada! De repente, la belleza que hasta ahora me había expuesto la ciudad de Idris, acababa de mostrar su lado más perverso y violento.

Mi ceño también se frunció aunque esta vez sentía más respeto por al que todo el rato había identificado como el señor Silencioso. Pronto dejaría de tener ese mote y lo cambiaría por el del «señor Gilipollas». No era habitual en mí decir palabrotas, pero estaba empezando a necesitarlas para expresar mis indignaciones y mi cabreo.

Miré a las chicas que iban con las heridas más o menos visibles y seguí a la fila en silencio tras Sun-yun. Cuando llegamos a la puerta que daba al salón me entró la angustia. No era muy intensa, pero ahí estaba. Sólo aumentó al ver cómo el señor Starkweather —o así me había parecido escuchar que le llamaba Nora antes del golpetazo— indicó a Sun-yun que entrara al salón.

Observé cómo la coreana entraba sin duda ni miedo, tragué saliva y esperé.

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08/09/2017, 21:34
Émille Lalique

Al ver ponerse en pie al Hermano Silencioso conscientemente decidí no hacer ni el más mínimo movimiento. Mi primer impulso era revolverme en mi asiento, pero era un poco ridículo a estas alturas. Aguardé, con la cabeza bien alta y los ojos fijos en él, hasta que abrió la puerta por la que apareció la pirada.

La verdad, de las tres que iban a ser interrogadas no sabía qué testimonio podía ser más interesante. Esperaba que todas nos hubieran dicho ya todo lo que sabían, así que poco iban a aportar.

Me quedé en silencio mientras ella y el hombre se dirigían hacia el podio, y cuando la voz de aquel escabroso personaje resonó en mi cabeza apreté los labios. Mis pupilas estaban fijas en ese momento en la espada. La verdad es que tenía tan asumido para qué servía que me costaba verla como un arma y en ese momento ni siquiera me planteé si podría enlazarla, o invocarla.

Y cuando la inquisidora empezó a hacer aquellas preguntas, la verdad es que me tensé un poco. Ver a alguien conocido en esa situación era un poco extraño, y sólo el ambiente ya invitaba a sospechar algo raro. Sin embargo no tardé en aburrirme con las respuestas que daba, al menos hasta que llegó a lo del kuri. Así que ahí estaba la primera mentira que nos había dicho, casi la primera vez que nos había dirigido la palabra. Fue entonces cuando me acordé también de que me había dicho que solía mentir. Eso empezaba a ponerse interesante.

Me eché hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas, y presté más atención, aunque fue casi para nada. Dediqué una mirada a Amber cuando la loca habló de ella o, más bien, de su chico, pero fue una mirada muy distinta a la que le habría dirigido si la tarde del día anterior no hubiera sido como fue. Volví a prestar atención cuando dijo lo del hada, aunque fue casi para nada y después, al oírla hablar de lo de Ethan y su club de fans, volví a desconectar un poco. Aquello sí era un coñazo.

Sin embargo la inquisidora preguntó sobre algo que casi había pasado por alto y fruncí un poco el ceño. Más aún cuando Sun-yun empezó a responder y dijo que estaba maldita. A lo mejor aquello sí servía para descubrir algo.

Aquella impresión apenas duró unos segundos. Lo mismo que tardó la puta china en dejarse en ridículo con su supuesta maldición. La verdad es que en ese momento sentí un poco de vergüenza ajena y ganas de ensañarme después de lo que había hecho el día anterior. A punto estuve de alzar la voz, diciendo que la interrogasen sobre cómo se creía que había invocado al kuri. Sólo por las risas, la verdad. Pero la presencia de Gareth cerca de mí era suficiente para quitarme esa idea de la cabeza. Lo que sí hice fue negar con la cabeza.

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08/09/2017, 21:59
Émille Lalique
 
—Vaya puta loca —murmuré en voz baja en dirección a Amber.
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08/09/2017, 23:10
Imogen Herondale

La Inquisidora escuchó las respuestas de Sun-yun con rostro severo y los labios dibujando una fina línea. Cuando ella terminó de hablar la mujer se giró para encarar al Hermano Silencioso. No parecía del todo satisfecha, pero por su mirada no parecía creer que fuese a sacar nada más, por el momento. 

Hazlo ahora —pidió, cediendo su posición frente al podio al hombre de la túnica gris. 

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08/09/2017, 23:19
Amber Blackwell

Amber contemplaba el espectáculo con los labios entreabiertos y el ceño fruncido. No parecía estar disfrutando del interrogatorio de Sun-yun a pesar de lo mal que le caía la chica, y en un par de ocasiones viste cómo sus hombros se encogían, como si empatizase con el dolor que la otra debía estar sintiendo.

Con tu susurro su mirada se desvió del podio para buscarte a ti y asintió con la cabeza.

—Y que lo digas —convino—. ¿Se cree que está maldita por tener los ojos verdes? Flipo. 

No tardó en mirar de nuevo hacia abajo y con la petición de la Inquisidora susurró de nuevo.

—¿Qué es lo que va a hacerle? —preguntó cuando el Hermano Silencioso se colocó delante de Sun-yun.

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08/09/2017, 23:22
Hermano Jeremiah

El hombre ocupó el lugar que la Inquisidora le había cedido y sentiste el impulso de mirarlo, a pesar de que tus ojos tan sólo encontrarían ese oscuro vacío para recibirlos. De nuevo esa voz resonó en el interior de tu cabeza, intrusa pero capaz de amoldarse a tu cráneo, como si llevase allí toda la vida.

[color=#848484]«Abre ahora tu mente, Sun-yun Herondale. Déjame entrar.»[/color]

Tus fuerzas para resistirte habían mermado considerablemente después de que la espada te exprimiera como una naranja y no llegaste a poder evitarlo antes de que la sensación que había comenzado en tus dedos se extendiese hasta tu cabeza. 

Empezaste entonces a ver flashes en tu mente. Recuerdos lejanos, de tu infancia. Tu tío tiraba de tu mano para que caminases más rápido mientras tus ojos se echaban hacia atrás, justo a ese lugar donde un enorme perro se escondía entre las sombras. Sus ojos tenían un brillo rojizo y su mirada era demasiado inteligente como para pertenecer a un animal. «Neugdae ingan», resonó en tu mente, y la imagen cambió. Una tras otra fueron apareciendo en tu memoria, como fotografías olvidadas, imágenes de ese animal, cerca de ti, vigilante, acechante. No recordabas haberlo visto nunca, pero ahí estaba, abriéndose paso en tu mente ahora. «¿Un kitsune?», había preguntado tu madre cuando hablaste de él. Pero después habías olvidado incluso haberlo comentado en casa. ¿Cómo podías haberlo olvidado?

En algún momento habías alzado el rostro sin darte cuenta, al menos hasta que el Hermano Silencioso se retiró, devolviéndote tu mente. Te sentiste vacía, exhausta, y te diste cuenta en ese momento de que un reguero cálido abandonaba tu nariz y llegaba hasta tus labios. La espada cayó al suelo con un repiqueteo y las estrellas que te rodeaban perdieron su fulgor. Todo parecía haber terminado, pero estabas demasiado cansada y tus párpados se cerraron sumergiéndote en una oscuridad llena de alivio.

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09/09/2017, 01:36
Narradora

El rostro de Sun-yun se crispó sin motivo aparente cuando sus ojos se alzaron para contemplar al Hermano Silencioso. Era evidente que estaba pasando algo entre ellos, sin que desde fuera pudiera comprenderse de qué se trataba. Duró varios minutos y en algún momento la chica levantó el rostro dejando ver un reguero de sangre saliendo de su nariz. 

De pronto, todo pareció terminar. La espada cayó de sus dedos laxos repiqueteando contra el suelo al mismo tiempo que las estrellas que la rodeaban perdían su fulgor. Finalmente, los ojos de Sun-yun se cerraron un instante antes de que se desplomase como una hoja. 

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09/09/2017, 13:14
(Gi) Sun-yun Herondale

«No» pensé o creí pensar en respuesta a esa voz. No quería dejar entrar en mi cabeza a nada, lo quería todavía menos de lo que había querido dejar salir mis palabras pero ni una sola célula de mi cuerpo se opuso a ello.

Era un auténtico deshecho. La plata escaló a mi cabeza, mis dientes se apretaron dentro de mis labios, mis rodillas pesaron más contra el suelo y mis ojos se abrieron como puertas indecentes para esas cuencas aterradoras.

Y de pronto Gi usseppe, los ojos rojizos, neugade ingan y el kitsune. ¿qué coño? ¿Mezclaba sueños, recuerdos y manga? ¿Lo había visto? ¿Al demonio de nueve colas?

Sentí los ojos húmedos y tanto debí negarles regarme las mejillas, desbordarse y dejarme en evidencia que olvidé controlar mi nariz.

Ya daba igual. Estaba rota.

«Lo has hecho bien» hablo mi esperanza ególatra; «Nunca había sentido tanta vergüenza» replicó mi deber como hija y como coreana; «se acabó» sabía mi cuerpo cuando la espada termino de repiquetear contra el cuelo.

«Lo vi. Kitsune» fue lo último que logró hilar mi cabeza antes de perderme en ese mar de alivio en el que me apetecía flotar eternamente. No quería despertar. Ya daba igual.

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11/09/2017, 15:16
Émille Lalique

Asentí a lo que dijo Amber. Sí, era de flipar. Dejaba atrás la locura para entrar en el retraso mental. La verdad es que viendo la racha que llevábamos podía decirse que el futuro de los nephilim estaba bien jodido... Aunque quería pensar que siempre había sido así. Si no conocía adultos tan estúpidos era, probablemente, porque morían antes, como seguro que le pasaría a esta o al italiano.

Con la petición de la interrogadora me eché un poco hacia adelante, pendiente de lo que iba a hacer el Hermano Silencioso. Y al principio me quedé ahí, en tensión. Pero conforme los segundos pasaban y nada sucedía acabé por mirar a Amber, pidiéndole explicaciones, y luego a Gareth.

—¿Qué está haciendo? —pregunté en un susurro antes de empezar a ver salir la sangre y que ella cayese al suelo—. ¿Está bien?

Vale, es verdad que en ese momento la detestaba un poco. Pero si iba a sufrir daño lo suyo era que fuese consciente. Que le doliera,

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11/09/2017, 17:11
Thomas Starkweather

Pasaron varios minutos de silencio. Un silencio tan denso que se volvía inquietante y erizaba el vello de la nuca de las dos chicas que esperaban. Nora había empezado a enredar un mechón de pelo entre sus dedos, una y otra vez, dejando escapar así su nerviosismo. 

De repente la puerta se abrió de nuevo y el hombre se giró para clavar su mirada severa en Melissa. 

—Te toca —dijo con tono seco, esperando que la chica se adelantase y atravesara la puerta.

Notas de juego

Voy a dar por hecho que pasas para poder avanzar un poquito ^^.