Partida Rol por web

La discreción y sutileza no es sin duda una destacable cualidad en este hombre pensé tras escuchar la última pregunta de Zmeu. Suspirando me limité a menear la cabeza y sonreir de manera afable.

- La bondad y buena disposición que mueve vuestro interés sin duda os honra, maese Zmeu...sin embargo no son estos túneles ni este el tiempo más propicio para que os aburra con una extensa historia de mi vida...- contesté en voz baja mirando alrededor de manera significativa- Sin duda, el peligro que através de mí habéis abrazado y las molestias que mi situación os ha ocasionado exigen que os brinde con algún tipo de explicación...mas, si vuesa merced muestra su consentimiento, esperaré a momentos en los que esta tormenta en la que estamos inmersos se calme- curvando mis labios una leve sonrisa encarqué las cejas y ejecuté una ligera reverencia en señal de disculpa. A mi lado Michel intentaba mantener la compostura a dura penas y, aunque yo tenía un especial don por hacer caso omiso de las incomodidas que en cualquier otra dama habrían generado gran espanto, empezaba desear poder limpiarme la mierda que cubría mi cuerpo y adquirir de nuevo la presencia y dignidad que correspondía a mi persona.

Sumido en mis pensamientos y después de dirigir una leve inclinación de cabeza a la dama en señal de aprobación, comencé un lento ascender por la escalera, al llegar arriba, seguí el ritual de siempre, mi primer movimiento fue escuchar ruidos procedentes del exterior, una vez comprobado que no había ruidos sospechosos, abrí ligeramente la tapa de la alcantarilla (o el enrejado o lo que hubiera en esa epoca), y eche un vistazo al exterior. 

Con agilidad escalas ayudado por soportes de metal adheridos a la dura y negra piedra del alcantarillado, al llegar al final te detienes, cauto, antes de abrir la tapa que da acceso a la calle, te detienes a escuchar... los minutos pasan, nada salvo el casual goteo de una gota de agua en la lejanía de la cloaca y la respiración queda del mortal que intenta no inhalar demasiados olores.

Nada..., con cuidado retiras la pesada tapa haciendo un leve ruido al arrastrarla sobre el pavimento... vía libre....

Al asomar la cabeza no ves nada inusual, no hay ningún infiel de hoja curva esperando para rebanar tu cabeza de los hombros, solo la adoquinada calle desierta y las habituales casas de la zona.

A lo lejos ladra un perro sus ladridos suenan en la quietud de la noches esto es lo más lejos que conducen las alcantarillas, al menos lo más lejos que puede conduciros hasta vuestro destino, porque las cloacas ocupan la antigua ciudad de Barcino y el hospital está a las afueras, no es para menos tratándose de un hospital de leprosos. ¿Quién puede recriminarles nada?, entre los mortales ellos son los menos afortunados, marginados entre los marginados. Tan solo los virtuosos y valientes monjes de la orden de San Francisco de Asís se ocupan de ellos, la misericordia de Dios es infinita..

El mendigo desaparece acompañado del ritmico sonido de sus pisadas sobre el metal de la escalera, luego suena el sonido sordo de algo que se arrastra por el suelo.

Michel te mira con cara de circunstancias, se acerca hacia hacia la escalera y mira hacia arriba para asegurarse que todo marcha bien, luego.

-Parece que está asegurandose que no hay "moros" en la costa- dice en un susurro, con gesto grave se acerca hacia ti -domina, ¿desea que tome alguna precaución extra? ... es obvio que nuestro benefactor es mucho más que un simple mendigo, y el diablo se lleve mi alma que sabe mucho más que nosotros de lo que pasa ahi afuera- susurra aún más bajo.

Aliviado de no ver peligro alguno, salgo de la confortable proteccion que me dota mis amadas alcantarillas, y despues de cerrar suavemente la tapa a mi paso, me dispuse a realizar una inspeccion rapida por la zona. Pense en todas las posibles zonas de emboscada, y como me encantaria revisarlas una por una, pero ese pequeño bastardillo que acompaña a la dama tiene poca mecha, y pienso que esta a punto de liarla. Asi, una vez hecha mi reflexion, procedi a ejecutar mi tarea de inspeccionar la zona.

En los rincones oscuros aguardan personas con oscuras intenciones, eso es bien sabido hasta por el más tierno infante, la vida en la calle es en el mejor de los casos brutal, corta gargantas, matones del tres al cuarto y asesinos a sueldo son muy comunes en esta época de incertidumbre, este último colectivo es el que más te preocupa en estos momentos, aunque claro está... no son simples asesinos, de lo contrario todo sería mucho más simple.

Con el corazón en un puño echas una ojeada a las retorcidas callejuelas de las cercanías, nada... nada salvo los desperdicios y algún que otro perro famélico comiendo de ellas. El hambre les hace osados y en lugar de salir corriendo se limitan a mirarte con ojos inexpresivos mientras gruñen, luego tras un breve rato vuelven a bajar la cabeza para volver a levantarla al dar un par de suculentos bocados.

La puerta de la muralla queda a unos diez minutos, allí un guardia debidamente sobornado la custodia, cuando pasas tú o uno de los tuyos suele mirar a otro lado sin hacer preguntaza príncipe no le preocupa, y si no le preocupa al príncipe mucho menos al alguacil. Ir allí y volver te llevaría unos veinte minutos.

Con mirada inexpresiva contemplé a mi ghoul mientras éste se asomaba a la escalera y luego se volvía hacia mí, la suspicacia impregnando sus ojos.

- Haces bien en no fiarte de nadie...mi buen Michel...- susurré en la lengua del Languedoc asintiendo- y desde luego tus ojos no te engañan...heredero de la gracia de Caín como yo pero diferente en cuanto a su origen es ese mendigo que tan providencialmente ha aparecido esta noche en nuestro rescate...criaturas de aspecto cambiante que moran en la noche más oscura, aislados de la sociedad y de la gente pero dueños de todos sus secretos...- musité mirando alrededor a las espesas sombras que nos rodeaban. ¿Andaría lejos el otro nosferatu que habia conocido?- más haces bien en seguir tu instinto pues raro es el cainita que tiene amigos...nuestra situación es precaria y no podemos sino confiarle parte de nuestra seguridad,  pero no bajes la guardia. El peligro puede venir de cualquier lado y en cualquier momento. Seres como él nunca son lo que parecen y se sirven de las ratas que moran estos túneles para transmitir mensajes-vacilé y le miré de frente penetrante- ¿lo que ocurrió antes es tal y como él ha relatado?

Amparado por la oscuridad, me encamino de nuevo hacia la tapa de la alcantarilla, flexionando levemente las piernas, introduzco mis largos y huesudos dedos entre las oberturas y sin emitir ruido alguno, elevo la tapa. Vuelvo a mirar alrededor y dirigiendome al interior, susurro levemente: la via esta libre, podeis subir. Espero pacientemente mientras vigilo a mi alrededor. La tapa descansa en mis manos.

Curioso te observa, escuchando atentamente cada una de tus palabras, conforme avanzas arruga su frente -cobardes- musita por lo bajo con desprecio cuando terminas de explicarle tu "particular" lección -un hombre valiente y honesto trata con sus amigos y enemigos cara a cara por igual, sin engaños- se endereza sacando pecho seguro de sus palabras.

-Sí, domina hasta donde sé todo ocurrio tal como ha relatado, una vez entre en este infesto agujero no sé que pudo o no pasar- reponde sin titubear a tu pregunta.

De nuevo volveis a escuchar un ruido sordo,Michel te hace una seña para que te ocultes pegandote a la pared. Su mano se apoya sobre el mango de su espada sin llegar a desenvainar, con cuidado se acerca.

-La via está libre, podeis subir- excuchais la voz cascada del mendigo apremiandoos a salir de la alcantarilla

Al poco vuelve aparecer -No hay peligro, es el mendigo, parece que está solo- informa con expresión neutra -extremaré la precaución, una vez lleguemmos a lugar seguro haré guardia hasta que vos desperteis-

Al asomar la cabeza por la alcantarilla ves al pelirrojo con la mano apoyada en el mango de su espada sin llegar a desenvainar mirando hacia arriba.

En respuesta a tus palabras asiente levemente, apartando la mano de la empuñadura, luego desaparece en la negrura. Posiblemente haya ido a informar a su señora.

Ante el comentario despreciativo de Michel me sonreí interiormente sin comentar nada. Guerrero de la vieja escuela guiado por un honor que a veces resultaba estúpido no iba si quiera a molestarme en contradecirle. Vivir en la noche eterna hacía que pronto los cainitas aprendiésemos esa valiosa lección, nada era lo que parecía y las palabras podían tener más de un sentido. Quien no aprendía pronto eso, terminaba irremisiblemente muerto.

Ante su gesto me oculté en un recoveco que el paso del tiempo había oradado en la pared de ladrillo y sólo cuando oí la voz de mi criado llamándome me atreví a salir.

- Y hablaremos después de qué es lo que harás durante el día...debo pensar en cómo librarme de nuestro enemigo y para eso necesito tiempo...- susurré en Languedoc antes de añadir en catalán- subid vos primero mi fiel servidor y sólo cuando os aseguréis de que no hay nadie salvo Zmeu dadme la señal...- le insté rozándole con suavidad el brazo.- Recordad....no miréis a nadie a los ojos...ni os fiéis solo de lo que ven vuestros ojos...- añadí mientras con gesto grave Michel comenzaba a subir por la roída escalerrilla de hierro.

Sin decir palabra asiente perdiendose entre las sombras, al poco escuchas el ruido del hombre subiendo por la maltrecha escalera.Los minutos pasan lentos tal vez debido a la tensión del momento.

-No hay peligro, puede subir- escuchas la voz de Michel en occitano, la lengua o el dialecto según quién , de Languedoc.

Ante el asentimiento de Michel me dispuse a iniciar el ascenso por la mal conservada escalerilla. Barcino debe tener un pasado más interesante del que me imaginaba si algo tan sofisticado fue construido pensé desapasionadamente mientras movida por la agilidad que mi sangre me había concedido comenzaba el lento ascenso hacia el aire libre. Desde luego me alegraba el poder volver al mundo de verdad aunque el peligro que ello conllevaba y el futuro incierto al que me enfrentaba hacían que mis sentidos y todo mi cuerpo estuviesen en tensión. Atenta a cualquier signo o sonido de peligro o algo extraño fui subiendo escalón a escalón.

Al poco, el pelirrojo vuelve a asomar la cabeza por el hueco para comenzar su ascenso a la superficie. Una vez en ella inhala profundamente el aire fresco de la noche de Barcino, sin duda como algunos dirían un soplo de aire fresco.

Tras un leve asentimiento de cabeza, comienza a inspeccionar la calle tal como tú hicieras minutos antes, al poco vuelve a asomar su cara por la exclusa.

-No hay peligro, puede subir-  en respuesta escuchas el ruido metálico de las escaleras.

Al poco, surge Aspasia del agujero, a la luz de la luna puedes los efectos de las pútridas aguas sobre sus elegantes ropas, su rostro salpicado por restos de heces a medio limpiar, perfectamente podría pasar bien por una mendiga o por una dama en apuros.

Su criado no presenta tan mal aspecto, tan solo sus botas de jinetes y parte de sus pantalones, están cubiertas de heces. Obediente se acerca hasta ella ayudándola a salir tendiéndole la mano.

Al llegar al final ves las maltrechas botas de jinete de Michel, luego su mano, tendida para ayudarte a subir cual caballero a una dama. Con fuerza no exenta de delicadeza te ayuda a plantar pie en la calle.

A su lado ves al "mendigo", inexpresivo, atento a todo cuanto sucede alrededor. Poco o nada se agita en la oscura calle, tan solo un perro que busca comida entre los desperdicios.

Michel se sitúa a tu lado, justo un paso por detrás dejando bien clara su posición. A la luz de la luna puedes ver con mayor detalle el destrozo de las aguas residuales sobre tus ropas, tus destrozadas ropas son más propias de una mendiga o una dama caída en desgracia.

El viento sopla frío a través de los retorcidos callejones de Barcelona, un perro rebusca entre los desperdicios en la quietud de la noche. Las casas de sólida estructura se levantan a uno y otro lado de la calle, desiguales, cada cual a gusto de su dueño.

Desde aquí podéis ver la muralla romana, bordeando la antigua ciudad de Barcelona, aún después de mil años prevalece, no muy lejos debe de haber una puerta que permita salir al exterior.

La noche está llegando a su fin, dentro de poco más de una hora amanecerá, y con el sol las desiertas calles volverán a recuperar su consabida concurrencia.

Observo como la dama sube la escalinata y pacientemente, haciendo crujir mis huesos, espero que haya salido de la alcantarilla.

- Señora, debemos darnos prisa, pronto amanecera y cualquier contratiempo nos puede causar problemas.- le solte a la dama en cuestion. - La puerta que hemos de cruzar no esta muy lejos, si quereis seguirme.

Y sin dilacion, dirijo mis pasos hacia Portaferrisa, con la esperanza de que ella me siga, no espero una emboscada a esta hora, pero no suelo ser de los que se precipitan, asi que al amparo de la noche, mis pasos son prudentes (siempre y cuando, el hospital no este muy lejos de nosotros). 

La humanidad y seguridad que se desprendían de Michel me hicieron asentir interiormente. Sin duda es toda una suerte que pueda contar con sus servicios aunque éstos sean tan limitados reflexioné mientras en gesto inconsciente arreglaba entorno mío lo que quedaba de mi maltrecho vestido. Michel deberá comprar vestimentas adeacuadas a mi posición para mañana...si es que éste llega pensé desapasionada. Con todo el cuerpo en tensión mire a mi alrededor, atenta a cualquier señal de peligro, a cualquier signo inusual entorno nuestra, pero sólo los ladridos de los perrores contestaron. Hacía mucho que los más trasnochadores de entre los juerguistas y habitantes de la noche se habían retirado a sus lechos a descansar y una calma silenciosa se había extendido  por la ciudad, apenas tiznada por el aroma del rocío y del amanecer. Hace mucho tiempo, cuando aún respiraba, ese momento del día en el que día y noche parecen confundirse desdibujándose era para mí el más preciado y sagrado, pues el mundo parecía estar aguardando algo en contenido aliento y en su silencio mi espíritu inquieto encontraba solaz y la mayor de las inspiraciones en sus estudios. Sin embargo, ahora que mi existencia se veía limitada a la noche eterna, aún siendo igualmente el más valioso de los instantes, siempre estaba teñido de una ligera amenaza y peligro que no pudo dejar de inquietarme. Asintiendo ante la sensatez de las palabras de mi salvador recogí lo que quedaba del repulgo de mi falda entorno mío.

- Acertadas son vuestras palabras y sentidos, maese Zmeu...por favor...sed mi guía- susurré haciendo un gesto aquiesciente mientras me ponía en movimiento detrás suya. Con la mano en el pomo de la espada y todo el cuerpo en tensión Michel me siguió, sus ojos clavados como los de un águila inquieta en nuestro entorno.