Partida Rol por web

Et in Barcino Ego Origins

Offtopic

Cargando editor
29/05/2010, 15:33
Narel

Lo del punto de sangre no pasa de detalle que puede afectar al plan que tengas montado para ghoulizar o vincular a otro; aunque no sé si he entendido del todo bien tu puntualización al respecto.

Arnau, el ser vegetariano es una opción de imponer el razocinio humano a nuestro instinto; somos omnivoros aunque principalmente carnívoros. La imposición de la razón al instinto, para un Vampiro, es una batalla mucho más dura por la Bestia. Nada más.

Elaine, en el caso del Ventrue yo no veo contradicción alguna entre reglas. El defecto de clan te dice que tan sólo te alimentara un determinado tipo de sangre; hasta ahora nadie ha puesto en duda que la sangre animal alimente al vampiro. En el caso de un Ventrue que sólo se pueda alimentar de sangre animal, lo tendría muy jodio, ya que la sangre humana aunque no le alimente le puede seguir levantando el instinto de querer beberla. Según yo entiendo su defecto de clan, es que la demás sangre no la alimente, en contraposición por ejemplo al defecto "exclusión de presa" por el cual un determinado tipo de sangre te da asco y por eso la evitas (de hecho, como ejemplo en el defecto te explica que se pueden dar casos extremos en que te de asco ver a otros alimentarse de ese tipo concreto de sangre).

Como siempre, son sólo interpretaciones personales. Nadie poseé la verdad absoluta, y mucho menos al debatir sobre MdT XD

Yo creo que mientras ninguno perdamos de vista que es un debate coordial y que nos limitamos a exponer diferentes puntos de vista (porque el único que de verdad importará es el del máster - regla de oro XD), no tiene porque haber malos rollos :)

Cargando editor
29/05/2010, 16:26
Director

Ummm, vaya vaya lo que tenemos por aqui me doy una vueltecita y mira como se pone el patio :).

Nada hombre nada todo lo que sea para fastidiaros más la no vida me vale ...xd.

El tema que comentas no lo veo, si es cierto que tiene cierta lógica. Pero mientras no estes hambriento no te voy a hacer tirar por autocontrol.

No os preocupeis, eminentemente la partida será en su mayor parte narrativa.Ello dará más agilidad, porque como nos pongamos a tirar dados por todo esto se eterniza, no considero que sea el fin del juego ni el mio.

Todo lo que sirva para interpretar mejor el personaje y el ambiente que os rodea, mejor. Eso le da mayor riqueza y realidad a la crónica.

Bueno, ya falta menos, espero estar a la altura de las expectativas y que todos lo pasemos bien.

Cita:

Jefe, ¿se puede preguntar de que curras? (yo, siempre cotilla XD)

Creo que una vez te comenté que curraba de teleco, estoy en una oficina monitorizando las telecomunicaciones de Endesa, y el puñetero Backbone Internacional que nos trae de cabeza.

Cargando editor
29/05/2010, 17:02
Narel

Cita:

Ello dará más agilidad, porque como nos pongamos a tirar dados por todo esto se eterniza, no considero que sea el fin del juego ni el mio.

+1

Cita:

Creo que una vez te comenté que curraba de teleco, estoy en una oficina monitorizando las telecomunicaciones de Endesa, y el puñetero Backbone Internacional que nos trae de cabeza.

Si no te lo comenté ya, aprovecho, mi memoria, salvo para trivialidades, curiosidades y cosas poco útiles, suele dejar bastante que desear XD

Ahora, con lo del Backbone me has dejado O_o XD Realmente ni idea de que es, aunque me imagino que será "algún cable gordo, gordo, gordo, de conexión", ¿no? :)

Chungo tiene que ser el bicho si necesita monitoreo humano 24/7 :S

 

Cargando editor
29/05/2010, 17:48
Director

Cita:

hora, con lo del Backbone me has dejado O_o XD Realmente ni idea de que es, aunque me imagino que será "algún cable gordo, gordo, gordo, de conexión", ¿no? :)

Chungo tiene que ser el bicho si necesita monitoreo humano 24/7 :S

No solo monitorizamos el Backbone (columna vertebral) sino todas las telecomunicaciones. Tambien equipos de oficinas, adsl de directivos, en fin mucha tela, porque tienen bastantes circuitos, unos los usan para mandar los datos del mercado electrico, otro para registro y lectura de contadores, dar servicio a subestaciones , etc ... .

El tema del Backbone ,no es solo el cable, que sí este se corta pues bye bye. Sino los equipos principales de cada pais, por ejemplo si el router troncal de Brasil se cae (tiene un backup por supuesto pero imaginemos que no) adios a todo, datos, voz (tiene voz sobre ip) etc ... .

De ahi la importancia de manterner eso bien controlado, ahi mucha pasta de por medio.

Bueno bueno bueno, ya queda menos para empezar.

Cargando editor
30/05/2010, 16:52

¡Domingo! Y... ¡tachán! ¡Ya falta menos! ;)))

 

Cargando editor
30/05/2010, 17:48
Director

Sip en menos de 24 horas estará cerrado el plazo. Imladriss si me vas a mandar una modificación de tu historia aprovecha. y Lúa no es por meter prisa pero ¡date prisa! ....xd.

Bueno, veo que algunos teneis tantas ganas de empezar como yo :).

Cargando editor
30/05/2010, 17:50
Imladriss321
Sólo para el director

Buenas, te dejo mi historia tal y como ha quedado al final, espero que sea de tu agrado. COmo el sistema no me dejara ver como ha quedado el post si hay algo que este mal o no lees bien la historia avisame y te la vuelvo a pasar,  ;).

 

 

Ciudad de Gla, S.X de nuestra era.

 

La plateada piedra de la acrópolis de Gla jamás volverá a reflejarse, orgullosa e imponente, sobre el lago Copaide.  Los dorios, descendientes del pérfido Heracles, se han hecho finalmente con el control de la ciudad y solo unos pocos valientes leales a los micénicos nos hemos enfrentado a ellos ante las puertas de nuestro hogar. Soy un anciano, mis ensortijados rizos hace tiempo que se han teñido con las nieves del tiempo y mi antaño poderío físico me ha abandonado. He fallado a mi polis, la muerte me espera. Mi linaje proviene del afamado Hipias de Leucades, un importante noble que sirvió en la guerra contra los hititas antes de que nuestros tratos comerciales nos hermanaran y enriquecieran. Mi perfil atestigua aquellos tiempos arcaicos y mi voz, aun poderosa, ha dirigido un floreciente imperio marítimo que ha recorrido los lejanos mares que bañan Alejandría y la costa norte de África. Hoy todo aquello se ha perdido bajo las afiladas espadas de bronce y las largas jabalinas, victoriosas ante nuestros hermosos carros de guerra, asesinas del sueño de prosperidad que una vez encumbró a nuestra civilización.

 

Fuimos arrojados a una de las celdas de palacio, la sala rezumaba humedad proveniente de la superficie y el aire era prácticamente irrespirable. Las paredes se encontraban cubiertas de un grueso musgo y el suelo estaba ennegrecido por la gran cantidad de hongos y desperdicios que se acumulaban en el mismo. En apenas un día, la enfermedad se propagó entre todos nosotros y condujo hacia Estigia a los más heridos de nuestro reducido grupo. Los dorios eran como las bestias, ninguno se dignó a pagar el precio acordado a Caronte, condenaron nuestras almas al olvido por el mero hecho de habernos enfrentado a su tiranía. Los días y las noches se sucedieron mientras establecían el nuevo orden en la polis, pronto seríamos juzgados y ajusticiados para dar ejemplo a todos aquellos que se oponían a su dominio ¿Acaso pensaban que desde el Pireo no habían partido los trirremes para desembarcar en las proximidades?

 

El asedio a la polis no tardó en producirse. Tan solo consumieron cuatro días para que los estrategos provenientes de nuestras ciudades aliadas alcanzaran los gruesos muros de Gla. Pronto negociarán, espero haber cumplido con mis compromisos y ser liberado junto con varios de mis compañeros. Zeus, entréganos tu favor una vez más.

 

[fragmento ilegible]

 

Las puertas de la celda nos despertó con sus chirridos, estábamos agotados por el hambre y la sed, la lucha continuaba en el exterior, su resistencia fue memorable pese a la superioridad de los míos, se asemejaban a los héroes de tiempos remotos -Levántate, es hora de que salgas de este agujero – El tono de voz, extranjero en su timbre, hizo que me levantara rápidamente de mi oscura esquina. Mis compañeros continuaban en su sopor, muertos o demasiado agotados como para moverse -Toda esta locura ha de finalizar, no pueden pensar que las polis se rendirán con tanta facilidad- Mis pasos, vacilantes, se arrastraron por el pasillo tras el noble personaje y su criado a la luz de una pequeña lucernaria - Tu familia siempre me ha servido bien desde los tiempos de Hipias, eres el último de sus descendientes directos- dijo mientras nos aproximábamos a la entrada del edificio -¿El último? ¿Mis hijas han muerto?- murmure entre dientes. El hombre apenas se molestaba en apartar a la gente de su camino, los bravos soldados se postraban a sus pies, las criadas huían aterrorizadas ante su mirada -Vamos, apresúrate viejo, ya solucionaremos tu debilidad, ya hablaremos de tu descendencia. Eres el último descendiente varón-.

 

El patio bullía con la actividad de decenas de dorios acarreando haces de jabalinas y carcajes repletos de astas emplumadas. En el centro se levantaba una hermosa tienda de manufactura Asiria, rematada en borlas doradas y repleta de suaves sedas que ocultaban a su ocupante. Mi benefactor se apresuró a atravesar el umbral de aquel sancta sanctorum haciéndome un gesto con la mano, nadie se interpuso en su camino - Salve noble descendiente de Troile- Ante mi se encontraba un hombre robusto enfundado en una arcaica armadura oriental confeccionada en fibra vegetal y cobre. Sus fuertes manos se apoyaban sobre una mesa de superficie pulida donde se encontraban desplegados numerosos mapas y planos de la ciudad. Mi mirada recorrió su figura tratando de recordar cada uno de los detalles de aquel ser, atrapada en el magnetismo y el poder que emanaba del mismo (en asirio)- Eres bienvenido patricio ¿Ese es el despojo que solicitas por la vieja deuda?- La voz del hombre se asemejaba al sonido que emitían las largas trompetas orientales, melosa y arrogante a un mismo tiempo, incomprensible para mi (en hitita)- Este es. No olvides que has de retirarte, los míos no verían con buenos ojos que continuarais con vuestras pretensiones expansionistas, este es nuestro rebaño, este es nuestro hogar, vuelve a Esparta y dejad de agitar a los dorios, jamás alcanzarán el desarrollo de los aqueos y lo sabéis. Son meras bestias- El joven que me había liberado se inclinó levemente tras sus palabras y salió apresuradamente de la tienda arrastrándome tras de si (en minoico) -Salgamos de la polis, tengo mucho que explicarte. Ahora me servirás-

 

Las noches se sucedieron sin descanso desde aquel momento. El mundo cambió a mis ojos y un enorme y complejo juego se desplegó ante mí. Fui convertido en goul de Felipe y obligado a engendrar nuevos hijos para aumentar su rebaño, mi familia. En nuestras manos, el imperio comercial que iniciaran mis ancestros creció sin parangón por todos los confines del mundo conocido, extendiendo mi sangre por cada uno de los puertos en los que arribaban nuestras naves ¿Quién sabe cuantos de los marineros que recorren el Mediterráneo son en realidad mis parientes? Él lo sabía, su sangre era lo único que calmaba la anciana bestia que lo corroía por dentro.

 

 

Fragmentos del diario de Esquilo de Leucades encontrados en Barcino (escrito en francés del Languedoc, occitano)

 

Sus ojos seguían clavados profundamente en mi alma

 

¿Cuanto puede llegar a cambiar el mundo en un par de siglos? Esa es una pregunta que pocos individuos se plantean cuando el tiempo se reduce a unas pocas décadas. Los estudiosos y los filósofos se afanan en responder preguntas que probablemente nunca alcanzaran a comprender debido a su propia mortalidad ¿Qué nos hace distintos entonces? Provenimos de ellos, son la arcilla que utilizamos para moldear a los de nuestra especie pero, como todo producto manufacturado, el resultado es algo diferente a su origen, algo imposible de predecir sin la acción de un individuo dotado de voluntad ¿Acaso él sabía lo que había de acontecer? Sus palabras siempre me han marcado “Tempus fugit”.

 

En la oscuridad de la cámara el hedor a muerte, sangre y podredumbre era la única percepción que lo anclaba al mundo. Eso y los clavos de madera que le perforaban las muñecas y el pecho para mantenerle sujeto a la pared ¿O acaso era el suelo? Una luz atravesó el ocaso de su sueño inducido, alguien se aproximaba, alguien que no había levantado las precavidas protecciones que sus maestros siempre traían consigo

 

-Acércate... No tengas miedo, pronto tendrás lo que buscabas...-

 

El principio puede entenderse de varias maneras; cada uno determina el suyo, común o no al de los demás. El mío se remonta en el tiempo si lo comparo con mis antiguos congéneres, pero es un mero suspiro al lado de los ancianos que conforman mi mundo. Mis inicios se remontan al suave sonido de las olas en el Pireo, a la caricia del mar en el rostro, bañado por el sol del verano y curtido por el salitre de sus anhelos. Pero aquello murió hace mucho, se fundió en el ser que soy ahora, una criatura que se baña en la luz cambiante de Selene y que yace con la vida como si de un amante caprichoso se tratara. El porque de mi sire será algo que nunca lograré comprender y que jamás me atreveré a preguntar, pues en ocasiones las respuestas son mas terribles que las propias preguntas. En tiempos fui conocido como Esquilo de Leucades, un rico, anciano y próspero comerciante griego orgulloso de su pasado en la mar y de haber logrado aumentar la riqueza de su familia. Pero aquello son solo los rumores de lo que ocurrió en un breve tiempo, la matriz de la que me nutrí durante mi vida entre los humanos.

 

-Anhelas mi sangre ¿Verdad? Ten cuidado, es vieja y espesa...-

 

El novicio parecía levemente asustado. Su túnica se encontraba manchada en diversos puntos de algún líquido fresco que asemejaba vitae ¿Qué demonios estaría ocurriendo? Poco importaba a Esquilo mientras aquella estaca estuviera clavada en su pecho

 

Los pasos resonaron, huecos, sobre la superficie del mármol. Nunca había visto la estancia pero las décadas allí atrapado le habían dado tiempo para reflexionar, tal vez demasiado, acerca del tiempo en el que recorría la superficie y su maestro le enseñaba los poderes de doblegar las voluntades a su capricho”

 

Él, Felipe de Mohács, siempre decía que su tiempo había pasado. Siempre había sido su perspectiva temporal lo que me lleva a recordar que una vez yo también pensé en lo finito. Sus palabras severas,  paternalistas al mismo tiempo, fueron como un faro que me guiaba en la oscuridad de las primeras décadas. La sociedad tal y como la entendía se complicó hasta abarcar naciones y eventos que ya casi nadie recordaba. Siempre he seguido su consejo respecto al pasado, este solo existe en los corazones de los de nuestra especie, rancia y ajada pero incapaz de olvidar. Mi camino se había encomendado al aprendizaje del mundo financiero y de las esferas de influencia, el arte de los grandes valores. Durante los años que pase a su servicio recorrimos el continente visitando las cortes y los refugios de amigos y enemigos. Su conocimiento de nuestra especie era profundo, probablemente más de lo que nunca jamás llegaré a alcanzar. Recuerdo su respeto por aquellos más viejos y poderosos, el valor de la palabra, la necesidad de gobernar sobre aquellos que te sirven, el orden de las cosas y la posibilidad de alterarlo para restituirlo en una nueva estructura que apuntalara las necesidades de aquellos a los que servíamos. El futuro es inescrutable, solo sabemos que algún día nos alcanzará y continuará su andadura con aquello que los demás han dispuesto, era la rebeldía a este pensamiento lo que le mantenía en activo, lo se. Su dominio de las mentes débiles y de las masas eran algunas de sus mayores virtudes, pero el anciano siempre tenía reservado algún truco que mostrar, una nueva máscara que vestir para la ocasión, un recurso insospechado que aprovechar para lo que se traía entre manos.

 

Las manos del acólito temblaban levemente y una gota de sudor sanguinolento le caía lentamente desde la sien. En su interior, la bestia, reclamaba a Esquilo recolectar lo que otros perdían. En un titánico esfuerzo el griego murmuró entre labios una única palabra mientras mantenía fija su mirada en las pupilas del joven -Libérame- dijo con un susurro entrecortado. La madera se retiró lentamente de la ajada víscera

 

En ocasiones rememoro lo que perdí aquella noche. Felipe se había desplazado al sur de Francia a raíz de la petición de un antiguo Ventrue para llevar a cabo uno de los trabajos que le habían hecho famoso. El encargo era extraño, pero durante aquel tiempo había desarrollado una gran capacidad para no cuestionarme las cosas. Mi sire necesitaba asegurar su influencia en París y aquella era la oportunidad perfecta para reclamar a su príncipe parte del botín como pago del favor. Las instrucciones eran claras, acercarnos hasta la frontera de la corona de Aragón y encontrarnos con el enlace Nosferatu que estaría allí esperándonos con los detalles pertinentes. Pero algo no salió como esperábamos y aun me reprocho no haberlo previsto. Todo lo que conocía hasta el momento desapareció en aquel encuentro.

 

La noche, oscura, parecía haber sido especialmente convocada para nuestro cometido. Los leprosos son criaturas taimadas y nunca gustan de dar su información en un lugar público, pero son herramientas útiles. Nos habíamos aproximado a caballo y desde la distancia podíamos observar las afueras de la ciudad amurallada, caracterizada por el arrabal que se arracimaba contra sus imponentes muros. Allí, entre la arcilla de la más baja categoría es donde aquella rata urdió sus mentiras. La confrontación fue rápida incluso para Felipe. De la nada, tres nuevos leprosos aparecieron frente a mi sire y le golpearon con rudeza. La primera de las estacas se astilló al tratar de atravesar la piel de mi maestro y este desapareció al instante de mi vista, pero aquello no detuvo al monstruo. Mis ojos se posaron con celeridad sobre uno de aquellos infelices, doblegando su voluntad a la mía y obligándole a huir. Sin embargo, casi sin advertirlo, pude notar cómo el aroma a abedul que desprendía la madera me hundía en un creciente sopor mientras observaba con asombro cómo esta sobresalía de mi pecho. Fue entonces cuando lo vi, a lo lejos, agazapado en una esquina, uno de aquellos malditos usurpadores sonreía mientras entregaba un objeto al asesino de ensangrentadas fauces. En mi interior percibí cómo la esencia de mi sire se deslizaba hasta desaparecer, tal vez recluida en su cuerpo por otra de aquellas malditas estacas.

 

-Oí hablar de vosotros hace un siglo aproximadamente, los usurpadores, curioso titulo... Tu no llegaras a averiguar el verdadero sentido del mismo-

 

Esquilo se sacudió el polvo acumulado durante tanto tiempo en sus ropajes mientras se limpiaba con el dorso de la mano sus labios. A sus pies yacía el cadáver desmadejado de aquel maldito tremere, un despojo durante toda su existencia. Sus pasos, débiles y dubitativos, se encaminaron hacia la salida de la habitación. Su mente no se encontraba del todo clara, aquella sangre no era adecuada para él y su cuerpo empezaba a rechazarla."

 

Desconozco el número exacto de noches que pasé en su poder. Solo se que fueron innumerables y que los horrores vividos en aquellas malditas criptas aun reaparecen en mis sueños con cierta frecuencia. El ambiente solía estar cargado de aullidos de dolor, de gritos desesperados y sonidos viscerales ¿Qué demonios buscaban aquellos malditos en nuestra sangre? Me preguntaron durante toda una eternidad sobre el poder de la sangre,  sobre el entrenamiento que la mente debía seguir para doblegar a los demás ante los propios deseos. Nunca lo entenderéis demonios, la voluntad se doblega tan solo ante la verdadera naturaleza del que esta llamado a ordenar.

 

Durante meses, tal vez años, me he torturado a mi mismo sintiendo la presencia de mi sire ¿Era solo el anhelo de encontrarle de nuevo o realmente me encontraba en sus proximidades? Mi huída, fortuita y accidentada a través de la capilla en llamas, apenas me permitió vislumbrar los horrores que se habían desarrollado allí abajo. Traté de aventurarme en un par de ocasiones entre las llamas en un intento de encontrarle, pero la bestia es cobarde, y se amilana ante el mero contacto con el fuego ¿Que otra cosa podía hacer? Huí de allí.

 

 

-...me parecéis mas bien ratas pues para usurpar hay que saber lo que se desea. Pero ya es tarde para ti cachorro- dijo mientras se alejaba sin volver el rostro atrás.

 

El pasillo se encontraba completamente desierto. A ambos lados se abrían como enormes bocas hambrientas numerosas puertas y oquedades a otras estancias. Esquilo nunca había salido de su celda, al menos no de una forma consciente, por lo que dejó que su instinto le guiara hacia su destino. El fuego, arrebatador de la eternidad, en ocasiones se afanaba para cerrarle el paso lamiéndole la piel hasta agrietarla en horribles quemaduras, pero él sabía que tan solo la negrura de la noche supondría la libertad.

 

 

La novena nao se alzaba frente a Esquilo acaparando completamente el horizonte. Habían pasado ya dos años desde que lograra huir de mi cautiverio en el sur de Francia y esta ciudad ha pasado a llamarse mi hogar. Los inicios no han sido fáciles pero el lugar ha resultado ser agradable a mis gustos y poco a poco me he introducido en sus entrañas. Los barrios de adinerados comerciantes con sus pertenencias de cara al mar me recuerdan mis inicios ¿Acaso empieza a empañar mi mente ese vano sentimiento que es la añoranza? ¿Es posible una segunda oportunidad cuando hace tiempo que uno debería ser parte del polvo que me rodea? No importa, de momento el manto de su opulencia cubre mis oscuros gustos y me permiten acrecentar mi influencia para tratar de averiguar que ocurrió aquella noche. El mar me trae ecos desde todos los rincones del Mare Nostrum y mi riqueza se nutre de las pesadas barrigas de las galeras que sirven bajo mis órdenes. Algún día lograré reunir el poder y el dinero suficiente como para comenzar a encontrarme con mi pasado, pero de momento me afano por mantenerme de una pieza en la compleja estructura de poder de Barcino.

 

A veces, en contadas ocasiones, creo sentir a Felipe llamándome desde un recóndito lugar, pero temo que este sea la mera memoria, pues su esencia se ha diluido en mi débil espíritu. Es la maldición del chiquillo, siempre se asemeja los rescoldos al lado de la llama del maestro. Mi único objetivo es averiguar quien destruyó mi mundo y por qué, la venganza puede ser eterna entre los míos ¿Dónde te encuentras Felipe?

 

El sonido de unas ruedas aproximándose por el empedrado del camino hizo que Esquilo levantara la mirada desde su lugar de descanso. Frente a él se detuvo el enorme carromato de pésimo gusto de un buhonero y su familia. Refugio alimento y un destino -¿Cual dice que es el nombre de la ciudad a la que se dirige?-

 

Barcino, esa es mi morada. Te estaré esperando.

 

  Barcino. Año 1311 de nuestro señor

 

Han transcurrido ya dos años desde que logré alcanzar de nuevo la libertad. El mundo ha cambiado durante mi ausencia, pero el orden social es algo que aun se mantiene y eso me ha facilitado una relativamente rápida adaptación. Tras mi lenta recuperación decidí asentarme en una de las zonas más prósperas de la corona de Aragón, la ciudad de Barcino. Mi llegada a la urbe fue como cabía esperar, fría, poco receptiva. Sin un mecenas que me recomendara apenas logré hacerme con un hueco entre las filas de los cainitas y todo tiene un precio. El primero en encontrarme fue el primogénito de mi clan, un poderoso ser que se mantiene tras las sombras de cualquier casa noble que se aproxime a sus dominios. Tal y como correspondía a mi condición presenté mis respetos y pretendí entrar a formar parte de su séquito, tal y como me correspondía por edad y conocimientos, pero él tenía otros planes. La falta de reflejo, la marca de los Magistri, siempre me había perseguido y eso era algo de lo que quiso sacar provecho. Tras arrebatarme mi palabra de no delatar mi condición, me ordenó presentarme ante el poderoso Lasombra que mora en Barcino y ponerme a su servicio como uno de sus iniciados para hacer de espía en la casa de su enemigo. Por fortuna fui aceptado y con su ayuda he logrado establecerme en la ciudad.

 

Hoy en día, mi primogénito se asegura de recabar toda la información que yo pueda darle y mi nuevo maestro se afana en tratar de controlar la ciudad enfrentándose en un mudo combate al resto de las facciones que la moran. La posición en la que me encuentro es incómoda, pero aun no he jugado todas mis cartas y algunos de mis mayores ya han errado a la hora de subestimarme. Tan solo necesito tiempo para lograr un buen equilibrio de poderes y poder deshacerme del maldito cainita que ahora pretende manipularme. Mis redes han sido tendidas entre los mercaderes de tejidos y los orfebres, influyendo decisivamente en el desarrollo comercial marítimo. Dispongo de un par de naos a mi servicio y pretendo hacer crecer esa pequeña flota para cubrir todo el mediterráneo con mis productos y lograr importar materias del lejano oriente y del suntuoso norte de África. En ocasiones me dejo ver entre las tabernas de los arrabales, pero es en la magnífica casa de un orfebre donde moro y me oculto. Su familia, poderosa y antigua en la región, posee una sangre deliciosa, no he podido evitar encapricharme con ellos. Algunos ya conocen mi secreto y me sirven devotamente, otros tan solo tienen el placer de acompañar alguna de mis noches antes de regresar al bandito olvido. Han soy un recién llegado en esta ciudad, pero poco a poco ha de lograr hacerme con un importante hueco en la sociedad de la estirpe.

 

Barcino eres una hermosa ciudad para iniciar de nuevo mi camino ¿Me recibirás entre tus brazos?

Cargando editor
30/05/2010, 17:55
Imladriss321

Te la he dajado aqui posteada ;)

Cargando editor
30/05/2010, 17:49
Lúa
Sólo para el director

A continuación te pego la historia ^^ Es un poco larga pero al final he terminado por enamorarme de Aspasia ibn Abir, pertenciente al clan Brujah (de los verdaderos) y chiquilla de Thanos Vryzas.

Muchas gracias por tu paciencia y de veras siento el retraso. Estas semanas han sido una auténtica locura de trabajo y he ido escribiendo en los escasos momentos libres.

****

Aspasia…

 

La brisa nocturna agitó el velo entorno a mi rostro e hizo que mis fosas nasales se dilatasen ante el olor picante del mar. Con los ojos abiertos a la noche plateada giré el rostro hacia el mar esperando quizás encontrar allí abajo a áquel que había pronunciado mi nombre. La espuma blanca formaba caprichosos dibujos sobre las rocas y se arremolinaba saltando en una nube de spray cuando el fuerte oleaje rompía contra la escarpada costa. Sombras densas, grises, negras y blancas fueron todo lo que mis dilatadas pupilas pudieron ver. Esos dos colores, tan cambiantes y llenos de matices que desde hacía más tiempo del que podía recordar formaban el lienzo sobre el que mi no vida se pintaba en tonos de roja y oscura sangre.

 

….Aspasia….esta vez hubo una pausa, como si quién me llamase tuviese dificultades para respirar. Intraquila alcé la mirada a la luna llena y cerré los ojos abriéndome a la llamada que sentía en mi interior. Un tirón leve, suave, pero insistente había empezado a latir en mi interior, punzante y sordo como el escozor que te deja la hoja de ortiga al rozar tu piel. Podías cerrar tu mente a él pero seguía ahí, molestando en el borde de la conciencia, volviendo a ti una y otra vez cuando menos te lo esperabas.

 

Aspasia.. esta vez hubo un tinte familiar, evocador, en la voz que me llamaba. El tirón se hizo más fuerte, como si el saber que me había encontrado le hubiese hecho recobrar fuerzas. Ese timbre de barítono y ese tono firme y potente solo podía tener un dueño. Sintiendo como un escalofrío me recorría cerré los ojos a la noche y busqué en mi interior el origen de lo que era.

 

¿Maestro? susurré con mi voz interior al tiempo que la lanzaba lejos. Sentí como mi respuesta saltaba del acantilado movida por mi voluntad, caía en picado hacia el mar embravecido de allí abajo y rozando las crestas de las olas con su cuerpo insustancial viajaba lejos a toda velocidad, hacia el norte, en busca de su destino. Una nueva costa, un nuevo acantilado, y mi voz seguía viajando, esta vez a través de densos y umbrosos árboles cuyas copas la luna apenas lograba iluminar. Rauda como el viento, navegó por lagos, subió por los picos de escarpadas y viejas montañas y por fin, cuando pensaba que mi voluntad no podría estirarse más, se detuvo.

 

Ven…la respuesta fue lacónica pero el poder de convocatoria hizo que mis músculos se tensasen de impaciencia. El vínculo, anciano como el principio de los tiempos, había sido pulsado. Sólo había una forma de actuar ante una Llamada como aquella. Haciendo ondear la capa di la espalda al mar y descendí la pendiente herbosa en dirección a la torre que se erguía a escasos metros. No había tiempo, debía partir y debía hacerlo de inmediato.

 

 

 

 

-Aspasia, hija mía, acércate- la voz cascada por la vejez de mi padre me llamó desde el interior de la estancia que hacía las funciones de biblioteca. Mis sandalias chasquearon bajos mis pies cuando, con pasos medidos y elegantes avancé hasta su figura encorvada y me arrodillé a sus pies besándole las manos. Su risa, rota pero alegre fue como un bálsamo para mi corazón.-Levántate, Aspasia, mi humilde persona no merece tal trato de honor-protestó entre jadeos al tiempo que me palmeaba cariñosamente mi cabello cubierto por el velo.-Vamos, toma asiento.

 

El sol del mediodía atravesaba las decoradas persianas que comunicaban con el patio y dividiéndose iluminaba la estancia con rayos definidos y perlados de polvo. Sentándome en el escabel que había escogido miré a Abir ibn Acab con respeto y ternura mientras esperaba a que hablase. Sus ojos verdes como las aceitunas me miraban con cariño por debajo de sus espesas y pobladas cejas y su rostro surcado por profundas arrugas estaba curvado en una sonrisa. Su amor por mi era como una manta de suave lana que cubriese mi alma protegiéndome de todo mal y quizás por eso aquel momento quedó gravado en mi memoria hasta tal punto que cuando me sobrevino la no muerte fue uno de los pocos recuerdos que conservé. Sonriéndole en respuesta cogí sus manos manchadas por el tiempo y aguardé.

 

-El magíster Jahub ha venido a verme…-comenzó mi padre poniéndose súbitamente serio. Interiormente me tensé pues sólo había una razón por la cual el patriarca de la ciudad habría venido en persona a esas horas del día. Abir continuó al ver que permanecía en silencio. No se lo iba a poner fácil, ambos sabíamos lo poco que me gustaba lo que me iba a decir.- Ha pedido tu mano para su hijo Magal. La ceremonia tendrá lugar al atardecer del primer sabbat de aquí en dos lunas. No le he dicho el verdadero motivo- mi padre estaba nervioso, sólo por ello se esforzaría en darme tantos detalles.

- Los augurios…-dije con la mirada perdida en el caprichoso dibujo que el rayo de sol formaba sobre las baldosas de barro cocido del suelo. Abir me palmeó la mano satisfecho y permaneció en silencio largo rato, como doliéndose conmigo. No había palabras para explicar cómo me sentía, porque no sentía nada. Siempre había sabido que aquello ocurriría, pensaba que gritaría, protestaría…pero llegado el momento, no sabía que decir. Sólo había silencio.

 

-Aspasia…querida ¿recuerdas de dónde viene tu nombre?-preguntó finalmente quizás preocupado por mi ausencia de respuesta. No pude evitar sonreír ante tal intento de distracción.

 

-Claro, Aspasia de Mileto, hetaria griega del siglo XXXII de la era judía, compañera de Pericles, acerba enemiga de Cicerón y musa. Versada en las artes del entretenimiento y la conversación, en retórica e historia, tan bella que cuentan que solo ver su cabello a través del velo quitaba el aliento- Abir hizo un sonido de asentimiento.

 

-Una mujer independiente, cuyos escritos y su conocimiento ha llegado hasta nuestros días..

 

-Ella jamás se casó- puntualicé con cierto reproche. Otro sonido de asentimiento me hizo volverme hacia él y mirarle a los ojos. Sus ojos, tan iguales a los míos, destilaban súplica y culpabilidad.           

 

-No…era otra época, existían otras…opciones, otras formas de vivir. Pero el mundo ha cambiado- había pesar en su voz- Puede que me equivocase al educarte así, debí quizás inculcarte amor por la familia, por lo hijos, por un hogar estable y ordenado, en vez de llenarte la cabeza con trigonometría, dialéctica, geografía, astronomía y cientos de conocimiento inútiles…

 

-Shhhh..- no pude evitar incorporarme ligeramente para ponerle con suavidad un dedo en los labios.- Sé que es lo mejor que puedes ofrecerme, padre, y jamás podré agradecerte lo suficiente el que me dieras el más preciado de los regalos…me has enseñado a pensar- al ver que me miraba interrogante, continué mientras sentía que cierta esperanza renacía en mi interior- Magal es un arrogante y orgulloso sin un ápice de pensamiento razonado en su adornada cabecita. Será mi marido y será el patriarca, pero eso no significa que sea él que mandará en mi casa.

 

 

 

 

-¡Ése…ése mal nacido hijo de una burra tuerta no sabe con quién está tratando! Yo soy Magal ibn Jahub, miembro influyente del consejo de esta ciudad y…y.. ¡pretende oponerse a mis deseos de esa forma!- Magal, con la túnica a medio poner y su barba aceitada crispada hacia los lados paseaba inquieto por la estancia mientras su esclavo, Pasio, le miraba dudando qué hacer.

 

Recostada entre almohadones le dejé desahogarse jugando interiormente con la idea de que si seguía así aquella noche volvería a tener mal del estómago. No era especialmente cruel, pero tras siete años de matrimonio aquellas ideas eran lo más parecido al placer que sentía. Eso, y saber que gritase lo que gritase era tan estúpido que al final siempre hacía lo mismo: lo que yo quería. Mi padre se hubiera sentido orgulloso de saber que gracias a mi, Magal había logrado ocupar un puesto en el consejo de la ciudad, cuando ni si quiera él lo habría soñado.

 

-…¡Ahora mismo voy a decirle lo que opino! Vamos, hablar así de mí…- mientras yo divagaba Magal había seguido hablando y en aquel momento se dirigía a largas zancadas hacia la puerta, aparentemente sin haberse dado cuenta de que estaba a medio vestir. Poniéndome en movimiento me incorporé y fui a su encuentro componiendo la típica máscara de esposa preocupada y modesta.

 

-Esposo mío…paraos un momento…si ni siquiera el pobre Pasio ha tenido tiempo de arreglarte como es debido…-dije en tono de apaciguamiento y con ligereza mientras le cogía la mano. El contacto de mi piel le hizo volverse y al mirarme sus ojos chispearon de lujuria. Interiormente sonreí. Era tan fácil distraerle…mi juventud y belleza le tenían tan hechizado que era como una marioneta en mis manos y cuando ya no lo fuese sabía que siempre podría encontrar una esclava que le mantuviese ocupado. Mi mano se deslizó por su brazo con deliberada lentitud al tiempo que sonreía lentamente y le miraba desde debajo de mis pestañas. Mentalmente bendije el kohl egipcio que Slathia me había recomendado.- Dentro de unas horas él mismo vendrá de invitado a esta casa y podrá ver lo equivocadas que están esas palabras…tendrá que arrodillarse a tus pies y besároslos, incapaz de no reconocer vuestra inteligencia y sabiduría…- tentado, Magal se volvió hacia mí y se acercó, sus manos cerrándose sobre mis brazos.

 

-Dejad que las ovejas valen hasta quedarse afónicas…-comentó ladeando la cabeza al contemplar la idea. Sonreí ampliamente al tiempo que asentía y le atraía hacia mí. Interiormente me sentía triunfante. Era tan fácil manejarle…Ay, padre, cómo te hecho de menos…

 

 

Doce comensales, todos hombres, lujosamente vestidos y enjoyados para la ocasión se hallaban recostados alrededor de la mesa. El rumor de sus voces mientras comían era como el arrullo del mar en calma y distraída mis ojos vagaban de un rostro a otro mientras desde mi posición en la cabecera de la mesa controlaba que no faltase de nada. Normalmente habría hablado con alguno de ellos, disfrutando de la oportunidad de poder conversar de algo que no fuese el menú de la cena o las flores a cultivar en el jardín, pero aquella noche estaba inquieta, intentando controlar el impulso de mirarle a él. Una y otra vez me descubría desviando los ojos hacia la cabecera de la mesa donde se sentaba junto a mi marido y mi cuerpo entero parecía vibrar por el deseo de acercarme a su lado. Interiormente solté un bufido, impaciente conmigo misma y lo que sentía. Al fin y al cabo no era más que otro hombre, uno más del aburrido decorado de mi vida con el que tenía que lidiar pero, por otro lado, su mera presencia me hacía sentir más viva que ninguna otra situación desde que tenía memoria.

 

Thanos Vryzas, comerciante recién llegado a la ciudad había entrado en el atrio sin ningún tipo de escolta ni aspavientos y, sin embargo, su sola aparición había hecho morir las conversaciones durante unos segundos y había atraído las miradas de todos los invitados. Desde el primer momento que le vi supe que era especial. Y solo con el tiempo pude averiguar cuánto lo era. De ojos oscuros de mirada acerada, espeso y rizado cabello negro y piel atezada, no parecía pertenecer ni a los seguidores de Jehová, ni a los amantes de Mahoma ni a los recién llegados cristianos. Thanos Vryzas era Thanos Vryzas y su mera presencia lo confirmaba. Vestido a la moda pero sin ostentosidad, sus palabras dichas en tono suave eran escuchadas con respeto a pesar de que era un extranjero y se movía con tal naturalidad que parecía el anfitrión de la velada. Como todos, no pude resistirme a su hechizo.

 

-Ha llegado hasta mis oídos que posee una gran biblioteca…- las palabras, pronunciadas en tono comedido llegaron hasta mis oídos desgranadas entre el resto de las conversaciones. Instintivamente recorrí la mesa en busca del que las había pronunciado, aunque de sobra sabía a quién pertenecía. Thanos Vryzas se hallaba inclinado hacia mi marido, a cuya derecha se sentaba y un brillo de interés anidaba en sus pupilas. Magal negó con la cabeza con grandes aspavientos y prorrumpió en una sonora carcajada. Debido a ello y a que un esclavo se había acercado a mi no pude oir su respuesta pero nuestro invitado giró la cabeza y a través de la mesa clavó sus ojos en mí. De repente sentí que me faltaba el aliento. Solo aquellos cuyas almas han sido contempladas por los ojo de Dios podrían entender cómo me sentí. Fue como si su mirada fuese algo físico que tiraba de mí, escavando a través de mi piel hasta el interior de mi cuerpo, más allá de los huesos. Súbitamente me sentí pequeña, insignificante, juzgada por algo que era tan superior a mí que ni viviendo cien vidas podría si quiera llegar empezar a comprender. Aún atravesándome vi que sus labios se movían y tan repentino como había sido su contacto, éste cesó.

 

 

-Aspasia, querida, nuestro noble invitado quiere ver tu biblioteca- Magal había bebido más de la cuenta y al dirigirse a mi noté como arrastraba más de la cuenta las erres. Sin embargo, lo ignoré pues Thanos se hallaba junto a él y sus labios estaban curvados en una sonrisa amable.

 

-En efecto, mi señora, desde que he llegado a esta ciudad me han hablado de ella tantas personas que debo confesar que ha suscitado mi curiosidad. Si es tan digna como se dice, sin duda no me quedará más remedio que inclinarme ante vos- su voz era amable, sin acento perceptible y acompañó sus palabras con un amplia reverencia.

 

Un ligero e inesperado rubor acudió a mis mejillas y sentí como mi corazón se aceleraba. Nunca me había sentido así por lo que tuve que hacer acopio de toda mi buena educación para fingiendo humildad devolverle la reverencia.

 

-Será un auténtico honor, mi señor. No todos los días puedo mostrársela a alguien que sabe de verdad apreciarla- musité mirando brevemente a mi marido antes de sonreír a nuestro invitado.

 

 

 

-Cien volúmenes, en excelente estado de conversación fue todo lo que pudo reunir mi querido padre, Abir ibn Acab, antes de fallecer- comenté entrando en la estancia que desde que me había instalado en aquella casa consideraba como mi único refugio. Solo yo y la esclava encargada de su limpieza, elegida y adiestrada por mí personalmente, tenían permiso para entrar. Con cuidado fui encendiendo una por una las llamas de las velas del candelabro situado en el escritorio.

 

-¿Vuestro padre era el maestro Abir?- noté un toque de incredulidad en su voz y no sin cierto orgullo me volví hacia Thanos asintiendo. No sin cierto esfuerzo había logrado controlar la constante sensación de desvanecimiento que me asaltaba con su cercanía y mis manos apenas temblaban.

 

-Esta biblioteca era su mayor orgullo y tesoro. Se la habría llevado con él en la barca si Caronte le hubiera dejado.- sonrió ante mi comentario y dando amplias zancadas se paseó ante los estantes ojeándolos con cuidado.

 

-¿Los habéis leido todos?- asentí no sin cierto orgullo pues sabía que aquello no era muy común.

 

-Yo era el hijo que mi padre nunca llegó a tener así que dedicó su vida a traspasarme todo su conocimiento…-me encontré explicando siento la súbita necesidad de sincerarme.- A menudo luego se arrepintió de ello…nadie quiere como esposa a una mujer con los dedos manchados con tinta que habla sobre el movimiento de los astros..-¿por qué estaba diciendo todo aquello? Thanos dejó de andar y se volvió para mirarme, sus ojos no revelaban nada. Hice una mueca de disculpa.

 

-Hasta que encontró a alguien tan profundamente estúpido que es tan incapaz de entenderlo que ni puede despreciarlo o condenarlo- murmuró finalmente y sus labios lentamente se curvaron en una sonrisa cargada de ironía. No pude evitar sonreír y una oleada de calor me recorrió.

 

 

Aquella noche fue el comienzo de una extraña amistad que se alargó por cinco años. Cinco años y una guerra necesitó Thanos para tomar la decisión que cambiaría mi vida. Y digo extraña pues en un mundo dominado por los hombres como era el mío, donde hasta mi aliento estaba sometido a la voluntad del patriarca de la casa, el que a una mujer se le permitiese recibir visitas ajenas a la familia era algo inusitado e inconcebible. Sin embargo, de alguna manera Thanos Vryzas había logrado conquistar a mi marido y con la escusa de hablar con él entraba en casa y sin saber cómo los dos terminábamos en la biblioteca enterrados entre libros o tumbados en el jardín inmersos en profundas conversaciones mientras mi marido, aburrido, finalmente se dedicaba a otros menesteres. Cómo Magal nunca llegó a protestar o escandalizarse por aquellas visitas inesperadas en mitad de la noche o por el manifiesto interés que Thanos sentía por mí sólo años después logré entenderlo. La respuesta era simple, nos tenía hechizados a todos, incluida a mí, pues nunca, en ninguna circunstancia, llegué a sospechar de su verdadera naturaleza. Si Thanos hacía algo extraño o inconcebible pronto quedaba olvidado, enterrado en el interior de mi mente hasta tal punto que ni soñaba con ello. Para mí él era como un Dios, el ideal de hombre con el que soñaba de jovencita. Era mi padre hecho amigo y confidente, por el que, movida por mi corazón humano y maleable, llegué a sentir auténtico amor y respeto. Y sin embargo, a pesar del hechizo, aquellos sentimientos perduraron incluso una vez que aquella fatídica noche la realidad me golpeó.

 

 

La casa era un auténtico caos y la serenidad que solía reinar en ella había sido rota ante la amenaza del ataque inminente. Los esclavos chillaban aterrorizados corriendo de un lado para otro ocupados en hacer el equipaje pero sin hacerlo realmente pues el miedo les impedía pensar. Magal, vestido con elegancia y erguido como un sabueso de cría, gritaba el que más, vociferando órdenes contradictorias que no hacían más que confundirlos más. Yo misma debería de haber estado fuera junto a él intentando poner un poco de orden, pero sólo había en mi mente espacio para un único pensamiento: salvar los libros. Protegida del frío de la noche por una gruesa capa me movía entre los baúles colocando con cuidado los libros y papiros. Estaba completamente sóla y mi concentración lograba mantener a raya la espiral de miedo que amenazaba con adueñarse de mi.

 

-Aspasia- la voz sonó cerca, como si hubiera alguien a mi lado y me sobresaltó hasta tal punto que dejé caer al suelo el tomo que sostenía. Con el corazón latiéndome acelerado giré sobre mí intentando ubicarla. Las contraventanas que daban al patio estaban abiertas y una silueta negra se recortaba contra la parpadeante luz de los candiles. Más extrañada que asustada la observé en silencio.

 

-¿Thanos? ¿Sois vos?- pregunté incrédula ya que el patio estaba en la zona más protegida de la casa y para llegar allí habría tenido que pasar por delante de Magal…Thanos se movió y la luz de las velas que me rodeaban iluminó sus serias facciones. Como siempre su rostro dejaba traslucir pocas emociones pero pude distinguir un brillo de preocupación en sus ojos.

 

-Aspasia…no hay tiempo. Tenéis que iros. El ataque es inminente- su tono era acuciante. Al fijarme noté que vestía ropas de viaje y la realidad de su marcha me golpeó como un mazo.

 

-Os…os vais…-todo el mundo lo hacía ¿cómo había sido tan estúpida para no darme cuenta? Impaciente hizo un gesto con la mano

 

-Aspasia, dejad eso- abrí la boca para hablar pero un grito detrás de mí me hizo volverme. Al hacerlo, mi capa golpeó contra una pila de libros que al caer arrastró consigo uno de los candiles que había. Fue como si aquella pequeña acción hubiera sido la última gota de lluvia que hace que un río se desborde. A cámara lenta e incapaz de hacer nada contemplé como el aceite de la lámpara se extendía por el suelo mientras las llamas, vigorizadas comenzaban a extenderse. Un papiro, luego otro y otro prendieron y en cuestión de segundos un tercio de los volúmenes esparcidos por el suelo comenzaron a arder como una hoguera. A mis espaldas escuché un siseo aterrorizado al tiempo que por fin recobraba la movilidad.

 

-¡Estúpida! ¡Vamos id a buscar agua  y mantas para apagar esto!- sin esperar contestación giré sobre mi misma en busca de algo que me ayudase a detener el fuego que empezaba a adueñarse de la estancia. Un humo negro y denso me golpeó las fosas nasales y me hizo toser y lagrimear.

 

-¡ASPASIA! ¡SALID DE AHÍ!- el grito de miedo de Thanos me hizo volverme de nuevo hacia la ventana aunque las llamas que se interponían entre ambos me impidieron verle bien. El comerciante se había alejado de la ventana pero aún así pude percibir sus facciones contraídas por el pánico. Una máscara macabra parecía haberse adueñado de su rostro, los ojos inyectados en sangre y desencajados, las manos crispadas sobre las ropas…El terror que dejaba traslucir por fin me hizo darme cuenta de la situación en la que me hallaba. Eso y el calor que comencé a sentir en mis pies. Respirando con esfuerzo bajé la vista y grité al descubrir que mi propia capa se había prendido y las llamas habían empezado a ascender hacia mí. Al mirar a mi alrededor descubrí que en el breve instante en que me había distraído el fuego se había extendido en todas direcciones, prendiendo como la resina de pino en una noche de verano. Todos, absolutamente todos mis preciados libros estaban siendo devorados por el fuego y mi propia vida estaba amenazada. Un círculo de amarillas y hambrientas llamas me rodeaba imposibilitándome la salida. Un crujido y el antigua escritorio de mi padre se resquebrajó al combarse por el calor. Hipnotizada lo observé caer incapaz de moverme ni de tomar ninguna decisión. Una sensación de desamparo y decepción me invadió. Interiormente mi mente había comprendido que mi final se acercaba y él único pensamiento que ocupaba mi mente es que finalmente todo iba a acabar así, consumido por el calor purificador del fuego. Y entonces el dolor ahogó cualquier otro pensamiento o idea. Miles de agujas se clavaron en mi piel y me traspasaron hasta los huesos extendiéndose por mis extremidades hasta mi cerebro. Debí de gritar pero no recuerdo haberlo hecho. Solo recuerdo su voz, obligándome a actuar.

 

-Aspasia…por aquí…

 

No sé de dónde saqué el valor y las fuerzas para atravesar el círculo de fuego que me rodeaba. Llamas rojas y ansiosas lamieron mis piernas, mi torso, mis manos y espalda mientras completamente a ciegas, guiada por una voz que sólo oía en mi interior me dirigía hacia la ventana. Y de repente, el frescor de la noche sobre el rostro. Presa de un incontrolable temblor caí al suelo mientras tosía y vomitaba a partes iguales. El lagrimeo de mis ojos era tal que me impedía ver, éso y el daño que el calor había hecho en mis retinas. Ciega, atontada por el dolor me convulsioné en el suelo de loza cuyo tacto frío ya ni notaba. De repente unas manos de hierro me agarraron y sin que pudiera resistirme me levantaron. Un mar de oscuridad se levantó en mi interior y me hundí en la inconsciencia.

 

Todo estaba oscuro, en silencio. Pero aún así sabía que no estaba sola. El dolor había cesado pero una alarma en mi interior me decía que aquello era peor que el no haberlo sentido. Un cambio de presión en el aire y una voz susurró junto a mi oído.

 

-Aspasia, despierta. Tienes que beber esto- algo sólido frío se posó sobre mis labios cuarteados. La perspectiva de calmar la sed que asediaba mi garganta hizo que abriera la boca ansiosa. Pero no fue agua lo que se derramó sobre mi lengua. Dulce y salado a la vez, el líquido tenía un fuerte sabor a hierro me hizo atragantarme. Agitándome, intenté apartar la copa pero no tenía fuerzas ni para levantar las manos.

 

-Shhh…bébelo te he dicho…sino terminarás por morir…-no fue aquella amenaza lo que me hizo rendirme sino la voz. La habría reconocido en cualquier parte. Era Thanos Vryzas el que estaba a mi lado y hubiera hecho cualquier cosa que me pidiera. Lentamente abrí los labios de nuevo y la sangre se derramó sobre ella. Solo aquellos que hayan bebido alguna vez la sangre de un cainita podrán comprender el gozo supremo que me embargó en aquellos momentos. Quemándome como si fuera el mismo elixir de la vida, bajó por mi garganta y se expandió por mis huesos, músculos y órganos al compás del bombeo de mi débil corazón. Un fuego abrasador, más bello que cualquier obra musical y con luz propia me recorrió entera haciéndome arquear la espalda y gemir de placer. Ansiosa alcé las manos para sujetar la copa a mi boca y extendí mi lengua en un intento de lamer hasta la última gota. El poder de la sangre tocó una por una todas las células de mi cuerpo, trasformándolas en algo que no era humano ni cainita, transformándome en un ghoul.

 

Hubiera sido incapaz de medir el tiempo que permanecí sumida en una duermevela mientras la sangre de Thanos obraba su milagro en mí. Mis heridas era muy graves y sino hubiera sido por su intervención habría terminado por morir. Nunca podré explicarme qué es lo que llevó a aquel anciano cainita a fijarse en mí, nunca podré entender qué era lo que había en mí que llamó su atención hasta tal punto para tomarse tantas molestias. Cualquier otro vampiro habría salido de la ciudad sin mirar atrás, ocupado en ponerse a salvo. Pero Thanos Vryzas se quedó, fue a buscarme y durante los días que tardé en recobrarme veló junto a mí, como si de un padre atento se tratara.

 

Lentamente fui saliendo del mar de inconsciencia en el que había estado sumida. Aún atontada abrí los ojos y tuve que parpadear varias veces para acostumbrarme a la penumbra que me rodeaba. Todavía estaba confusa y tarde un buen rato en recordar todo lo que había pasado. Algunas partes, como el momento en que había bebido estaban borrosas pero otras como la escena de la biblioteca eran tan vívidas que me hicieron jadear sobresaltada. Despacio, reticente, comencé a hacer inventario mental de mi estado. Pero no note nada, ni dolor, ni ninguna quemazón, ni siquiera un tirón en la piel cuando alcé las manos para mirármelas. La piel estaba lisa, sin rastro de las cicatrices que sabía debían de haberla adornado. Intentando comprender las contemplé largo rato, moviendo los dedos como hipnotizada. ¿Dónde estaba, qué era lo que había pasado? Movida por la necesidad de respuestas me incorporé y descubrí que había estado tumbada en un jergón de paja. La manta que me cubría protegiéndome del frío del lugar resbaló descubriendo mi desnudez. Asombrada observé el resto de mi cuerpo en busca de cicatrices. Nada. Mi vientre, muslos y torso estaban intactos. Como si nunca ningún fuego les hubiera rozado. De hecho me sentía mejor que nunca. Como si hubiera dormido durante horas un sueño reparador y profundo que me había dejado una leve sensación de ingravidez….

 

Aún más confundida miré alrededor. Ahogué una exclamación de sorpresa. El sitio en que me hallaba, una estancia de piedra de forma cuadrada me era totalmente desconocida. A excepción de una mesa donde había algo una jarra y varias copas no había muebles ni decoración en las húmedas paredes, pero, sin embargo, aunque el aire tenía un ligero aroma a polvo y vejez se veía limpia y ordenada. A la luz de las parpadeantes antorchas descubrí a pocos metros de mí un pesado arcón, cerrado, y lo que parecía un montón de ropa dispuesto sobre él. Vacilante, me levanté y descalza fui hasta el arcón con la manta enrollada entorno al cuerpo. A la escasa luz distinguí una túnica de suave algodón decorada con ribetes dorados. Alargué una mano para cogerla…

 

-Me alegra ver que estás despierta…

 

Con el corazón saliéndome del pecho me giré y ahogué una exclamación al ver a Thanos de pie al otro lado de la estancia, parado junto a un arco que no había visto. El pasillo que salía de él estaba a oscuras. Miles de preguntas se agolparon en mi mente aturdiéndome hasta que finalmente permanecí en silencio.

 

-No tienes cicatrices…eso está bien. Significa que mi sangre te ha hecho efecto. No podría ser de otro modo- su tono fue frío y desapasionado. La mención de la sangre me hizo recordar a través de las brumas del sueño e indecisa me llevé los dedos a los labios, rememorando el sabor a hierro y el gozo que había sentido. Horrorizada, sin entender, di un paso atrás chocando con el arcón- No me mires así. Si lo recuerdas, sabrás que si te ofreciese más la beberías. Es para ti como una droga, el licor más sabroso que hayas probado nunca…está en tu cuerpo, ahora mismo baña tus músculos transformándolos y te gusta- jadeé cuando comprendí que era verdad. Mientras hablaba su voz había ido despertando el deseo en mi de beber, ansiaba volver a probar aquel líquido maravilloso más que cualquier cosa en el mundo. Temblando le miré en silencio, sintiendo que las lágrimas acudían a mi. Lágrimas de frustración, por no saber qué estaba ocurriendo, por no entender por qué me hablaba de aquella forma. Tan frío y distante. Aquello me hizo recordar quién era y el orgullo vino en mi rescate. Haciendo de tripas corazón me recompuse y di un paso adelante para mostrar mi autocontrol, pues todo mi cuerpo clamaba por correr en la otra dirección.

 

-¿Qué eres?- pregunté en un tono de voz débil que me hizo tensar la mandíbula.

 

Thanos rió amargamente y avanzó un poco agitando la cabeza a los lados.

 

-Siempre me has sorprendido por tu perspicacia. Te despiertas en un sitio desconocido, después de medio morir convertida en una antorcha y lo primero que preguntas es eso…- su rostro se puso serio mientras clavaba en mi sus ojos grises. Su mirada, peligrosa, salvaje me hizo estremecerme pero, aún así, no sentí miedo. Me había salvado, ¿para qué iba a hacerme después daño? Continuó en el tono en que son pronunciadas las profecías- A lo largo de los siglos y de los pueblos los de mi especie hemos recibido diversos nombres. Se ha dicho de nosotros que acechamos en la noche sedientos de sangre, que comemos niños que robamos de sus cunas, que hacemos tratos con el demonio, que nosotros mismos somos sus servidores…verdad mezclada con mito, mito que se convierte en leyenda…tenemos muchos nombres, somos de naturaleza muy diversa, crueles, inhumanos, caminantes de la noche eterna, condenados a vivir una no vida, a través de los siglos hasta que el fin nos llegue…- a medida que iba hablando una sensación de revelación se fue apoderando de mi. Los humanos siempre han andado buscando la verdad, el por qué de las cosas, y sus palabras fueron como si hubiera abierto una puerta detrás de la cual estuvieran todas las respuestas que mi alma albergaba. Me sentí transportada, iluminada y tocada por la comprensión más absoluta.- Somos los hijos de Caín, los bebedores de sangre, los que reinan sobre los hombres, los testigos del destino de la humanidad, siempre en la sombra pero siempre actuando…

 

Un silencio largo, cargado de palabras flotó entre los dos. Una antorcha chisporroteó hasta apagarse pero ninguno de los dos se movió. Mi mente era una mezcla de pensamientos inconexos pero por encima de todo primaba uno. Quería saber más. Pero no me atrevía a preguntar. Finalmente Thanos se puso en movimiento con su característica gracia felina y se dirigió hacia la mesa.

 

-Te he traído algo de comida. Seguramente tendrás hambre. Has tardado una semana en sanar del todo- comentó dejando un paquete sobre la mesa. Habló de forma casual, como si acabáramos de encontrarnos por la calle y comentásemos el estado del tiempo.

 

-Gracias…- no sabía qué más decir. Su naturalidad me hizo volver a la realidad, bajándome del estado de revelación al que sus palabras me habían encumbrado. Abochornada descubrí que estaba apenas cubierta por la manta y que sin duda mi aspecto debía ser deplorable.

 

-Te preguntarás dónde estamos. Te basta con saber que éste es mi refugio y que estamos a salvo. Pensé que disponía de más tiempo pero dentro de poco habré de marchar de aquí, así que debes tomar una decisión. El cambio en el equilibrio de poder en la región ha traído nuevos clanes, y los Brujah ya no somos bien recibidos. Sólo mi posición y los favores que me deben hacen que me respeten- haciendo ondear su capa Thanos se volvió y a largas zancadas avanzó hacia mi. Permanecí quieta, aceptando en silencio lo que el destino me deparase. Pero se detuvo y con gesto delicado se limitó a alzar la mano posándola en mi mejilla con suavidad. Sus movimientos eran contenidos como si estuviera evitando hacerme daño. Me miró inexpresivo pero entendí la seriedad con la que hablaba- Los humanos sois tan frágiles…sólo unos pocos de entre vosotros tenéis la fortaleza suficiente para sobrevivir al cambio y soportar lo que la noche eterna conlleva. Quería tener más tiempo para prepararte…pero sólo dispondrás de este día. Has sido escogida, Aspasia ibn Abir, para algo que a pocos les ha sido concedido. Te ofrezco convertirte en mi chiquilla y protegida. Si aceptas una eternidad de noches se abrirán ante ti que podrás dedicar a la búsqueda de conocimiento y la respuesta a las preguntas que anidan en ti. No más marido, no más deberes de esposa. Sólo me deberás lealtad y obediencia a mi, impuesta por la unión de la sangre. Pero te advierto, esta vida no está exenta de peligro. Los Cainitas somos criaturas condenadas, perseguidas, incomprendidas y temidas desde el final de Cartago. Entrarás en un mundo complejo, surcado por corrientes antiguas que solo a lo largo de los siglos lograrás comprender y si el final último te llega no habrá esperanza para tu alma- un estremecimiento me recorrió. A penas lograba entender todo lo que decía. Un nuevo mundo se estaba abriendo ante mí y la inmensidad del mismo me hacía marearme. Thanos dejó caer la mano.- Sobre esa mesa, encontrarás un libro. Te costará leerlo pues está en griego antiguo pero su lectura te hará comprender mejor a qué me estoy refiriendo…Queda poco para el amanecer y debo retirarme. No intentes seguirme ni salir de aquí, este lugar está lleno de trampas y podría ser peligroso. Al anochecer volveré y me darás tu respuesta- se apartó y echó a andar hacia la salida. No pude contener una pregunta.

 

- ¿Qué, qué pasará si digo que no?

 

Se volvió y me apresó con sus ojos inexpresivos.

 

-Que podrás volver a tu antigua vida. Sé a dónde se ha ido vuestro esposo, pero mucho te ha sido revelado y eso podría ser peligroso. Antes de dejarte marchar me aseguraré de que no recuerdes nada. Mi presencia en tu vida se esfumará de tu mente como si nunca hubiera existido- dicho esto se giró y se internó por el pasillo.

 

 

No perderé el tiempo en narrar el intenso debate interior en el que me surgí durante las largas horas de aquel día. Realmente, aunque el contenido del libro fue muy revelador y me abrió los ojos a lo que podría esperar en el futuro, la decisión la había tomado casi de forma instantánea con su última respuesta. Nada me ataba a mi vida mortal. Volver al yugo de un marido que despreciaba, a la ausencia de una biblioteca que había costado generaciones atesorar y sobretodo no volver a Thanos era algo por lo que no estaba dispuesta a pasar. Cuando mi sire apareció por la arcada horas después me encontró vestida y esperando dignamente el Abrazo. Tampoco perderé el tiempo narrando mis comienzos. Mis torpes intentos de adaptarme a ni nueva naturaleza, el intenso entrenamiento tanto mental como físico al que desde el principio me sometió Thanos, las dificultades de aprender y comprender las complejidades del mundo Cainita, nuestros viajes por Extremo Oriente en busca de bibliotecas con nuevos conocimientos por descubrir, la maravilla y el reto que supuso conocerle y el profundo respeto que fue creciendo en mi hacia su figura sabia y austera, antigua como el tiempo, anclada en los comienzos. Nada de ello tiene sentido aquí, pues es algo que solo nos pertenece a los dos.

 

 

La luz de las hogueras encendidas en el patio iluminaba la gastada piedra de la muralla en la que me hallaba. La plateada luz de la luna, mi sol y constante amiga desde hacía poco más de un siglo bañaba como una madre amante el precipicio que se abría ante mí y creaba oscuras sombras allí donde los riscos daban paso al valle por donde discurría el río Lasset. La noche estaba en calma y un silencio expectante invadía la fortaleza de Montségur. Un movimiento a mis espaldas me hizo girarme aunque dentro de mi sentía quién se acercaba.

 

-Temístocles se acaba de ir…no he tenido que insistir mucho para que se llevase los libros. Al menos en su biblioteca estarán seguros- comentó Thanos deteniéndose a mi lado. Enfundado en una gruesa capa posó sus manos enguantadas en el borde resquebrajado del muro. Asentí conforme aunque en mi interior lamentaba profundamente el tener que separarme de ellos.

 

-Los Perfaits han tomado una decisión. Mañana se inmolarán en nombre del Amor de Cristo. Ahora mismo aquellas personas que han elegido el camino del martirio están velando en la capilla- a pesar de que hacía esfuerzos por controlarme había amargura en mi voz. La tregua de quince días que el senescal Hugues des Arcis había concedido a los que autodenominaba las “Buenas gentes” finalizaba al día siguiente y aproximadamente doscientas personas habían elegido no abjurar de su fe. Para mi, que durante cerca de treinta años había trabajado arduamente para lograr el triunfo del catarismo y la consecución del sueño que albergaba, la convivencia pacífica entre vampiros y humanos y la creación de una sociedad abierta y culta, era un amargo fracaso duro de tragar. El movimiento albingiense había sido mi propia Cartago y ahora que todo llegaba a su fin empezaba a comprender el dolor que había experimentado mi sire. Thanos permaneció en silencio, quizás respetando el dolor que sabía que sentía.

 

-Tenemos que irnos, Aspasia. Ya nada nos retiene aquí- el cansancio que traslucía su voz me distrajo del contenido de sus palabras. Le miré de reojo valorando su estado y observé cómo su mirada se perdía en las sombras del precipicio.

 

-¿A dónde?- mi tono de voz revelaba claramente la desesperación que sentía. Moribundo mi sueño no tenía realmente dónde ir. Nada me llamaba ya la atención, salvo quizás la perspectiva de hacer caer uno por uno a esos despreciables tejedores de sombras que habían orquestado todo aquello. Su mano se posó en mi hombro reconfortante.

 

-Tenemos cientos de noches por delante, Aspasia. Nunca se sabrá de todo, nunca se es lo suficientemente perfecto en cuerpo y alma. Aún eres joven y estás viviendo la caída de tu propia Cartago pero no todo está perdido. Otras Cartago vendrán, otras oportunidades de lograrlo y mientras, un guerrero Brujah tiene la obligación de prepararse para ello. Noche tras noche en busca de la Perfección-alcé la mirada y observé su rostro atezado y desprovisto de emoción salvo por un ligero brillo en sus ojos. A lo largo de los años había ido conociendo poco a poco al vampiro que era mi sire y una oleada de respeto y admiración me invadió acabando con el estanque calmo que solía embargarme. Sentí la verdad de sus palabras y aunque el dolor seguía ahí hallé cierto consuelo en ellas. Claudicando, asentí y me aparté.

 

-Daré instrucciones a Michelle para que lo prepare todo. Supongo que tendremos que salir por los pasadizos, no va a ser fácil- recuperada la compostura me alejé en busca de nuestro ghoul. Vivir solo de noche tenía numerosos inconvenientes en aquellos días y con el tiempo había aprendido la inestimable ayuda que un sirviente humano podía dar.

 

 

Ha transcurrido poco menos de un siglo desde el fin de la cruzada cátara. El paso del tiempo no ha disminuido el dolor que su recuerdo me causa, pero sí lo ha atenuado lo suficiente como para que empiece a comprender a qué se refería mi sire cuando me dijo que habría otras Cartagos. Nuevos aires corren en el mundo conocido, aires de cambio que tímidos intentan triunfar sobre el oscurantismo que la Iglesia ha sembrado en occidente. Una nueva clase social comienza a despuntar en las ciudades y la perspectiva de participar de ello me llama como la luz de un candil a una polilla. Hace poco menos de cincuenta años que estoy sola. Hastiado de la larga noche, Thano Vryzas finalmente optó por rendirse al Sueño dejándome a mi suerte en este mundo cruel y oscuro. No mentiré diciendo que no le añoro, pues nuestro vínculo siempre ha sido muy fuerte. Pero mi soledad me ha dado una nueva libertad de la que nunca había gozado y cada nuevo despertar me pregunto qué me deparará esa noche. En la sociedad cainita corren rumores de que el Príncipe de Barcino en el reino de Aragón ha abierto las puertas de la ciudad a nuevos miembros. Y mientras me dirijo hacia allí mi mente hace planes para establecerme. Quizás cuando Thanos se levante pueda poner ante él mi propio triunfo

 

 

Cargando editor
30/05/2010, 18:06
Lúa

historia mandada en un post solo para el director ^^ Confirmame que la puedes leer bien please xD

Cargando editor
30/05/2010, 19:31

Pues si, si, hay ganas ;)

Alea iacta est.

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30/05/2010, 19:37
Director

Sí, es legible :). Me lio a ello. Gracias Lúa.

Ya te comento algo por MP. Imladriss, comentame algo cuando tengas tiempo , te he mandado algunos MP, referente a tu historia, me gustaría aclararlo antes de mañana.

Un saludete :).

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30/05/2010, 21:11
Imladriss321
Sólo para el director

Buenas, ya he hecho las primeras modificaciones al fragmento inicial. He utilizado el mismo texto pero modificando la fecha de inicio y los pueblos enfrentados. Como podrás observar Constantinopla pasa por un mal momento en esa época, especialmente acosado por pueblos eslavos que se estan haciendo con los balcanes y con las regiones del norte de grecia. Macedonia baila de manos varias veces y hay un par de enfrentamientos relativamente importantes contra Tsalónica. Finalmente, en cuestión de un siglo, Caonstantinopla retoma su poder y vuelve a hacerse con la región, pero me ha parecido interesante aprovechar ese lapso de tiempo en el qu el sacro imperio romano parecía resquebrajarse. Espero que te guste, ya me dirás. Me he tomado la licencia poética de una ciudad de Gla utilizada como asentamiento casi dos milenios despues de su destrucción. La zona es fértil, el lago es deseacado históricamente para utilizarlo como zona de cultivo y demás, me parecía bien seguir aprovechandolo.

 

 

 

Ciudad de Gla, año 867 después de Cristo

 

La plateada piedra de la ciudad de Gla jamás volverá a reflejarse, orgullosa e imponente, sobre el lago Copaide. Los eslavos de origen macedonio se han hecho finalmente con el control de la ciudad y solo unos pocos valientes leales al orden e influencia de Constantinopla nos hemos enfrentado a ellos ante las puertas de nuestro hogar. Soy un anciano, mis ensortijados rizos hace tiempo que se han teñido con las nieves del tiempo y mi antaño poderío físico me ha abandonado. He fallado a mi ciudad, la muerte me espera. Mi linaje proviene del afamado Hipias de Leucades, un importante noble que sirvió en la guerra contra Tsalónica antes de que nuestros tratos comerciales nos hermanaran y enriquecieran. Mi perfil atestigua aquellos tiempos arcaicos y mi voz, aun poderosa, ha dirigido un floreciente imperio marítimo que ha recorrido los lejanos mares que bañan El Cairo y la costa norte de África. Hoy todo aquello se ha perdido bajo las afiladas espadas y las largas jabalinas, victoriosas ante nuestros hermosos corceles, asesinas del sueño de prosperidad que una vez encumbró a nuestra civilización.

 

Fuimos arrojados a una de las celdas de palacio, la sala rezumaba humedad proveniente de la superficie y el aire era prácticamente irrespirable. Las paredes se encontraban cubiertas de un grueso musgo y el suelo estaba ennegrecido por la gran cantidad de hongos y desperdicios que se acumulaban en el mismo. En apenas un día, la enfermedad se propagó entre todos nosotros y condujo al averno a los más heridos de nuestro reducido grupo. Los macedonios eran como las bestias, ninguno se dignó a enterrar a nuestros hermanos, condenando nuestras almas al olvido por el mero hecho de habernos enfrentado a su tiranía. Los días y las noches se sucedieron mientras establecían el nuevo orden en la ciudad, pronto seríamos juzgados y ajusticiados para dar ejemplo a todos aquellos que se oponían a su dominio ¿Acaso pensaban que desde Constantinopla no habían partido las naves de guerra para desembarcar en las proximidades?

 

El asedio a la ciudad no tardó en producirse. Tan solo consumieron cuatro días para que los estrategos provenientes de nuestras ciudades aliadas alcanzaran los gruesos muros de Gla. Pronto negociarán, espero haber cumplido con mis compromisos y ser liberado junto con varios de mis compañeros. Dios, entréganos tu favor una vez más.

 

[fragmento ilegible]

 

Las puertas de la celda nos despertó con sus chirridos, estábamos agotados por el hambre y la sed, la lucha continuaba en el exterior, su resistencia fue memorable pese a la superioridad de los míos, se asemejaban a los héroes de tiempos remotos - Levántate, es hora de que salgas de este agujero – El tono de voz, extranjero en su timbre, hizo que me levantara rápidamente de mi oscura esquina. Mis compañeros continuaban en su sopor, muertos o demasiado agotados como para moverse - Toda esta locura ha de finalizar, no pueden pensar que el Imperio se rendirán con tanta facilidad- Mis pasos, vacilantes, se arrastraron por el pasillo tras el noble personaje y su criado a la luz de una pequeña lucernaria - Tu familia siempre me ha servido bien desde los tiempos de Hipias, eres el último de sus descendientes directos – dijo mientras nos aproximábamos a la entrada del edificio -¿El último? ¿Mis hijas han muerto?- murmure entre dientes. El hombre apenas se molestaba en apartar a la gente de su camino, los bravos soldados se postraban a sus pies, las criadas huían aterrorizadas ante su mirada - Vamos, apresúrate viejo, ya solucionaremos tu debilidad, ya hablaremos de tu descendencia. Eres el último descendiente varón-.

 

El patio bullía con la actividad de decenas de macedonios acarreando haces de jabalinas y carcajes repletos de astas emplumadas. En el centro se levantaba una hermosa tienda de manufactura oriental, rematada en borlas doradas y repleta de suaves sedas que ocultaban a su ocupante. Mi benefactor se apresuró a atravesar el umbral de aquel sancta sanctorum haciéndome un gesto con la mano, nadie se interpuso en su camino     -Salve noble descendiente de Troile- Ante mi se encontraba un hombre robusto enfundado en una arcaica armadura oriental confeccionada en fibra vegetal y cobre. Sus fuertes manos se apoyaban sobre una mesa de superficie pulida donde se encontraban desplegados numerosos mapas y planos de la ciudad. Mi mirada recorrió su figura tratando de recordar cada uno de los detalles de aquel ser, atrapada en el magnetismo y el poder que emanaba del mismo (en asirio) - Eres bienvenido patricio ¿Ese es el despojo que solicitas por la vieja deuda?- La voz del hombre se asemejaba al sonido que emitían las largas trompetas orientales, melosa y arrogante a un mismo tiempo, incomprensible para mi (en hitita) - Este es. No olvides que has de retirarte, los míos no verían con buenos ojos que continuarais con vuestras pretensiones expansionistas, este es nuestro rebaño, este es nuestro hogar, vuelve al norte y dejad de agitar a los macedonios, jamás alcanzarán el desarrollo de  sacro imperio romano y lo sabéis. Son meras bestias- El joven que me había liberado se inclinó levemente tras sus palabras y salió apresuradamente de la tienda arrastrándome tras de si (en griego) -Salgamos de la polis, tengo mucho que explicarte. Ahora me servirás-

 

Las noches se sucedieron sin descanso desde aquel momento. El mundo cambió a mis ojos y un enorme y complejo juego se desplegó ante mí. Fui convertido en goul de Felipe y obligado a engendrar nuevos hijos para aumentar su rebaño, mi familia. En nuestras manos, el imperio comercial que iniciaran mis ancestros creció sin parangón por todos los confines del mundo conocido, extendiendo mi sangre por cada uno de los puertos en los que arribaban nuestras naves ¿Quién sabe cuantos de los marineros que recorren el Mediterráneo son en realidad mis parientes? Él lo sabía, su sangre era lo único que calmaba la anciana bestia que lo corroía por dentro.

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30/05/2010, 21:11
Imladriss321
Sólo para el director

Buenas, ya he hecho las primeras modificaciones al fragmento inicial. He utilizado el mismo texto pero modificando la fecha de inicio y los pueblos enfrentados. Como podrás observar Constantinopla pasa por un mal momento en esa época, especialmente acosado por pueblos eslavos que se estan haciendo con los balcanes y con las regiones del norte de grecia. Macedonia baila de manos varias veces y hay un par de enfrentamientos relativamente importantes contra Tsalónica. Finalmente, en cuestión de un siglo, Caonstantinopla retoma su poder y vuelve a hacerse con la región, pero me ha parecido interesante aprovechar ese lapso de tiempo en el qu el sacro imperio romano parecía resquebrajarse. Espero que te guste, ya me dirás. Me he tomado la licencia poética de una ciudad de Gla utilizada como asentamiento casi dos milenios despues de su destrucción. La zona es fértil, el lago es deseacado históricamente para utilizarlo como zona de cultivo y demás, me parecía bien seguir aprovechandolo.

 

 

 

Ciudad de Gla, año 867 después de Cristo

 

La plateada piedra de la ciudad de Gla jamás volverá a reflejarse, orgullosa e imponente, sobre el lago Copaide. Los eslavos de origen macedonio se han hecho finalmente con el control de la ciudad y solo unos pocos valientes leales al orden e influencia de Constantinopla nos hemos enfrentado a ellos ante las puertas de nuestro hogar. Soy un anciano, mis ensortijados rizos hace tiempo que se han teñido con las nieves del tiempo y mi antaño poderío físico me ha abandonado. He fallado a mi ciudad, la muerte me espera. Mi linaje proviene del afamado Hipias de Leucades, un importante noble que sirvió en la guerra contra Tsalónica antes de que nuestros tratos comerciales nos hermanaran y enriquecieran. Mi perfil atestigua aquellos tiempos arcaicos y mi voz, aun poderosa, ha dirigido un floreciente imperio marítimo que ha recorrido los lejanos mares que bañan El Cairo y la costa norte de África. Hoy todo aquello se ha perdido bajo las afiladas espadas y las largas jabalinas, victoriosas ante nuestros hermosos corceles, asesinas del sueño de prosperidad que una vez encumbró a nuestra civilización.

 

Fuimos arrojados a una de las celdas de palacio, la sala rezumaba humedad proveniente de la superficie y el aire era prácticamente irrespirable. Las paredes se encontraban cubiertas de un grueso musgo y el suelo estaba ennegrecido por la gran cantidad de hongos y desperdicios que se acumulaban en el mismo. En apenas un día, la enfermedad se propagó entre todos nosotros y condujo al averno a los más heridos de nuestro reducido grupo. Los macedonios eran como las bestias, ninguno se dignó a enterrar a nuestros hermanos, condenando nuestras almas al olvido por el mero hecho de habernos enfrentado a su tiranía. Los días y las noches se sucedieron mientras establecían el nuevo orden en la ciudad, pronto seríamos juzgados y ajusticiados para dar ejemplo a todos aquellos que se oponían a su dominio ¿Acaso pensaban que desde Constantinopla no habían partido las naves de guerra para desembarcar en las proximidades?

 

El asedio a la ciudad no tardó en producirse. Tan solo consumieron cuatro días para que los estrategos provenientes de nuestras ciudades aliadas alcanzaran los gruesos muros de Gla. Pronto negociarán, espero haber cumplido con mis compromisos y ser liberado junto con varios de mis compañeros. Dios, entréganos tu favor una vez más.

 

[fragmento ilegible]

 

Las puertas de la celda nos despertó con sus chirridos, estábamos agotados por el hambre y la sed, la lucha continuaba en el exterior, su resistencia fue memorable pese a la superioridad de los míos, se asemejaban a los héroes de tiempos remotos - Levántate, es hora de que salgas de este agujero – El tono de voz, extranjero en su timbre, hizo que me levantara rápidamente de mi oscura esquina. Mis compañeros continuaban en su sopor, muertos o demasiado agotados como para moverse - Toda esta locura ha de finalizar, no pueden pensar que el Imperio se rendirán con tanta facilidad- Mis pasos, vacilantes, se arrastraron por el pasillo tras el noble personaje y su criado a la luz de una pequeña lucernaria - Tu familia siempre me ha servido bien desde los tiempos de Hipias, eres el último de sus descendientes directos – dijo mientras nos aproximábamos a la entrada del edificio -¿El último? ¿Mis hijas han muerto?- murmure entre dientes. El hombre apenas se molestaba en apartar a la gente de su camino, los bravos soldados se postraban a sus pies, las criadas huían aterrorizadas ante su mirada - Vamos, apresúrate viejo, ya solucionaremos tu debilidad, ya hablaremos de tu descendencia. Eres el último descendiente varón-.

 

El patio bullía con la actividad de decenas de macedonios acarreando haces de jabalinas y carcajes repletos de astas emplumadas. En el centro se levantaba una hermosa tienda de manufactura oriental, rematada en borlas doradas y repleta de suaves sedas que ocultaban a su ocupante. Mi benefactor se apresuró a atravesar el umbral de aquel sancta sanctorum haciéndome un gesto con la mano, nadie se interpuso en su camino     -Salve noble descendiente de Troile- Ante mi se encontraba un hombre robusto enfundado en una arcaica armadura oriental confeccionada en fibra vegetal y cobre. Sus fuertes manos se apoyaban sobre una mesa de superficie pulida donde se encontraban desplegados numerosos mapas y planos de la ciudad. Mi mirada recorrió su figura tratando de recordar cada uno de los detalles de aquel ser, atrapada en el magnetismo y el poder que emanaba del mismo (en asirio) - Eres bienvenido patricio ¿Ese es el despojo que solicitas por la vieja deuda?- La voz del hombre se asemejaba al sonido que emitían las largas trompetas orientales, melosa y arrogante a un mismo tiempo, incomprensible para mi (en hitita) - Este es. No olvides que has de retirarte, los míos no verían con buenos ojos que continuarais con vuestras pretensiones expansionistas, este es nuestro rebaño, este es nuestro hogar, vuelve al norte y dejad de agitar a los macedonios, jamás alcanzarán el desarrollo de  sacro imperio romano y lo sabéis. Son meras bestias- El joven que me había liberado se inclinó levemente tras sus palabras y salió apresuradamente de la tienda arrastrándome tras de si (en griego) -Salgamos de la polis, tengo mucho que explicarte. Ahora me servirás-

 

Las noches se sucedieron sin descanso desde aquel momento. El mundo cambió a mis ojos y un enorme y complejo juego se desplegó ante mí. Fui convertido en goul de Felipe y obligado a engendrar nuevos hijos para aumentar su rebaño, mi familia. En nuestras manos, el imperio comercial que iniciaran mis ancestros creció sin parangón por todos los confines del mundo conocido, extendiendo mi sangre por cada uno de los puertos en los que arribaban nuestras naves ¿Quién sabe cuantos de los marineros que recorren el Mediterráneo son en realidad mis parientes? Él lo sabía, su sangre era lo único que calmaba la anciana bestia que lo corroía por dentro.

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31/05/2010, 09:26
Lúa

xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD tic tac tic tac

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31/05/2010, 14:04

Pobrecito máster, lo vais a agobiar... :(((

¿A que hora dijo que daría los nombres de los elegidos? ;)))

Me voy a comer, que hace gana ;)))

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31/05/2010, 14:45
Director

A las 20h nombraré los elegidos, daré un pelin de tiempo a aquellos que quieran modificar su historia.

The last Chance :).

 Gracias Narel, muy oportuna la canción :).

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31/05/2010, 15:07
Narel

:D 

Estamos a -5 horas ;)

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31/05/2010, 17:54

Estamos a un poco más de -2 horas ;)))