Partida Rol por web

Mazo se giró hacia el sibilante sonido de la roca que volaba, aunque también lo hizo por que el Dragón había hablado.

Sus ojos brillaron marrones durante un segundo, al mismo tiempo que sonreía, dejando que la roca le diera en el medio de la frente y se partiera en dos pedazos al chocar contra su piel.

El grandullón se sacudió los pedacitos de piedra de su armadura, y volvió a mirar al Dragón enarcando una ceja e inclinando un poco la cabeza.

- Supongo que no deberiais jugar con piedras, hacen tanto daño como el fuego. - Dijo finalmente, con un claro tono de broma.

El amanecer despertó con una luz lechosa que pugnaba por atravesar los jirones de niebla que se extendían desde los arrozales, dando un aire espectral al paisaje. La inmóvil figura de Emisario, sentado junto a un árbol, y la erguida de Martillo Blanco eran lo único aparentemente vivo en aquel ambiente gris.

- "Y la roca dijo, no hay un lugar donde esconderse" - la voz de Riqueza procedía de más allá de la niebla, entre la que surgió atándose el cinturón de sus pantalones -. Una frase que siempre he considerado ambigua y cuyo alcance es igualmente confuso - señaló con una amplia sonrisa -. Veo que sois madrugadores. En mi caso, mi vejiga es mejor que el mejor de los gallos. Al amanecer implora que se le dé alivio, especialmente cuando he sido generoso con el té por la noche. Y hablando de té, creo que iré a preparar un poco. ¿Queréis? - preguntó mientras se regresaba al interior de la casa.

RIQUEZA EFIMERA:

- Momentos antes del Amanecer encuentras unos instantes para estar a solas. Movido por una inspiración tal vez procedente de Jupiter, consultas tu medallón. Alcanzas a vislumbrar en su superficie metálica tres puntitos rojos muy juntos, apuntando al sudeste.

- Desenrollas por un instante el mapa del Bajo Hu y deslizas el medallón por su superficie, se ilumina tenuemente al pasarlo por encima de la localización del Pueblo de Mu, sin duda el lugar más cercano donde hay Yoma.

- Enrollas el mapa y guardas el medallón antes de salir de la casa, afuera están Mazo y Emisario del Dragón. Por un momento cierras los ojos y te llega una visión: la de tres almas mortales arrojadas al Inframundo antes de que les llegara su hora natural. Los Yoma se han alimentado recientemente.

Emisario sonrió ante el comentario, o revelación mejor dicho, de Martillo Blanco.

-Si, es posible. Fuego y Piedra, o tierra, claro está. Debí imaginarlo al ver tu armadura... y ese golpe a Bambú, magistral. Todo sea dicho.

Una voz llegó hasta ellos y Emisario buscó con su mirada hasta descubrir aparecer entre los jirones de niebla la figura de Riqueza Efímera que, igual de rápido que apareció, desapareció entre la niebla antes de que pudieran contestarle.

-Un tipo curioso este, sin duda.

Levantó la voz lo justo para que Riqueza pudiera escucharlo.

-Acepto ese té, Riqueza. Vendrá bien para entrar en calor -bajó la voz y se dirigió a Martillo Blanco- ¿Vienes?

- Lo siento Emisario del Dragón, el té no me llama mucho la atención. - Dijo Mazo con una sonrisa. - Me quedaré aquí fuera un rato más, meditando sobre lo sucedido ayer con el demonio. -

Mazo se sentó contra el tronco, colocando su arma sobre sus rodillas y le sonrió al Dragón.

- Que Pasiap guie tus pasos. -

Despierto después de pasar una noche inquieta, despierto con la sensación de que hay algo mal, algo terriblemente mal, miro mis manos, aún siento la sangre de mis padres en ellas, intenté sacarles, lo intenté, abracé a madre, mis manos... las restriego contra la sábana, pero están blancas, limpias, no hay sangre, mi hermano está muerto, lo mató Martillo Blanco, o Mazo, o como sea que se llame. Encojo las piernas y me abrazo a ellas, apoyando la cabeza en mis rodillas, cierro los ojos, querría quedarme aquí, en la cama, hasta que todo pase, pero ya ha pasado, todo, ahora... ahora sólo tengo que intentar recuperar algo de mi vida.

Té, a mi olfato llega el olor, miro a mi alrededor, claro, mi habitación está quemada, como la de Bambú, como la de padre y madre, esto es la habitación de uno de los criados, claro, al lado de la cocina, por eso me llega el olor. Me levanto, no puedo seguir lamentándome, hay cosas que hacer, demasiadas cosas. Me envuelvo en uno de los kimonos, atándolo con un sencillo cinturón, luego ya me arreglaré, el olor del té me hace salir de la habitación para entrar en la cocina.

Té...

- Se escucha ruido de guardias y gente en el exterior de la hacienda.

- Alguien golpea las puertas con dureza, tal vez con un palo.

Emisario se puso en pie lentamente, pensativo, mirando en la dirección en la que Riqueza Efímera había desaparecido.

-Lo de anoche...si. Bambú hacia tiempo que ya no vivía en ese cuerpo, lo que no sabemos es cuanto tiempo hacía que ese demonio usurpó su cuerpo, ni por qué. Tal vez Dulce Loto nos pueda aclarar eso, aunque ella piense que no lo sabe, aunque nada tenga sentido ahora para ella.

Habló en voz baja mientras sus pasos lo acercaban a Martillo Blanco, deteniéndose a pocos pasos de él.

-Ese demonio eligió a Bambú por alguna razón. Tal vez ese demonio no sea el único que camine en estas tierras...tal vez... -negó con la cabeza, pensativo, su mirada perdida entre los jirones de niebla- tal vez Bambú haya sido solo una advertencia de algo más grande que se esté moviendo en la oscuridad, o tal vez no... pero no hay que descartar nada. ¿Has tenido noticias de algo parecido últimamente por esta zona?

Al despertarme quise mirar el aspecto de mis magulladuras. Los moratones seguían en aquellos lugares en los que el monje había clavado con precisión sus dedos. Aunque había pasado ya la noche y el dolor prácticamente se había ido aún recordaba apesadumbrado la derrota sufrida. De nada servían las palabras que el Lord carroñero había pronunciado con tanta vehemencia, yo no era como él pues al parecer no solo sus riquezas eran efímeras sino también sus simpatías y antipatías, sus enojos y alegrías. No, no podía perdonar y mucho menos olvidar lo sufrido durante los últimos veinte años a manos de los que como él eran. Un día más dormía fuera de mi casa, un día más en el que no volvería al no poder cumplir la promesa que había hecho a mi maestro y todo por su culpa.

Me vestí y aseé tras lo cual, bajo los rayos del Sol, dediqué un tiempo a la oración como todas las mañanas hacía. La hija del posadero tenía razón, quizá en los dioses encontrase una guía.

Fue poco después de terminar cuando escuché los ruidos que provenían del exterior. No era más que un invitado en aquella casa pero aun así me acerqué a la puerta. No tenía intención de abrirla, no era quién, esperaría para cuando la única con derecho a hacerlo lo hiciese y en caso de que me necesitase allí estaría.

Mazo miró al Emisario con el ceño fruncido.

- No, no he tenido noticias, pero estoy seguro de que tienes razón. - Dijo tranquilo, con sus ojos cerrados. - Si hay uno, tiene que haber más en alguna parte. Y estoy seguro que Riqueza Efímera es una buena opción para averigüar dónde se esconden esos demonios. Creo que es él único que puede detectarlos con su arma. -

El hombretón continuó pensativo, recordando la lucha contra Bambú, y decidió contarle lo sucedido al Dragón.

- Cuando Bambú murió, un vaho demoníaco intentó meterse en mi cuerpo. Era algo así como su Esencia, que intentaba continuar viva de alguna manera. Sin dudarlo lo expulsé. Quería comentártelo por si en algún momento nos topamos con otra criatura de esta calaña. -

Patán Sabio había permanecido despierto toda la noche, esperando desde la barcaza el retorno de Riqueza Efímera y sus compañeros, esperando que no les hubiera pasado nada.

- Por la mañana parece haber algo de agitación en el pueblo.

- Ves milicianos marchando hacia las afueras (quizá a casa de Dulce Loto).

- "¡¿Qué pasa, qué pasa?!" -

- "¡Qué barbaridad! ¡Dicen que unos forasterios han asesinado al señor Bambú Tien!" -

- "¡Qué horror! ¡Si es que ya no hay respeto por nada ni por nadie! Ojalá que el Alguacil atrape y ahorque a esos viles asesinos." -

- "¡Si señor! ¡Se lo tendrían bien merecido! ¡Un chico tan bien parecido! ¡Y soltero! Encima que el pobrecito acababa de perder a sus padres... ¡Qué calamidad!" -

- Los comentarios de los aldeanos los he puesto para todos, pues aunque Patán sigue en el muelle lleva escuchando esos rumores toda la mañana.

- Lo siguiente es en la Mansión Tien, quitando a Patán Sabio.

- "¡Abran las puertas! ¡Abran a la Autoridad!" - ¡PLOM PLOM! (Golpes del asta de una lanza contra las puertas de madera de la finca).

- "¡Obedeced al Alguacil, forasteros! Tan sólo quiere aclarar lo sucedido anoche." -