Partida Rol por web

 Claru que voy encuntrar huellas. ¿Tas tonto? En un campament vive yente; la yente deja huellas; miras p'al suelo y encuntras huellas. Yo y cualquiera con dus dedos de frente. No es tan difísil, oh.

Señora...-dijo el carpintero a Helene-¿Es usted una mujer santa? Se me ofrece para sanar mis maltrechas manos, y ahora habla con Irina como si tuviese el poder de ver los fantasmas. ¿Irina está aquí? ¿Puede verla? Oh, es maravilloso. Barovia necesita a más personas como usted. Déjeme hacer memoria...

Giussepe trató de recordar...

¿Jeref Maurgen, dices? Uhmmm... Por el nombre no me dice nada; aunque mi memoria no sea la de antaño, juraría que no me lo presentaron formalmente. Por la descripción, todos los años llegan unos dos o tres aventureros con espada que encajarían con tus palabras. El último fue hace unos dos o tres meses, no estoy seguro. Mi carpintería da a la calle principal, y suelo ver la llegada de todos los héroes que llegan desde Nova Vaasa.

En cuanto a Dhavit Uthurlan... ¿No tenemos un dicho que es "debiendo un cobre empiezan, para acabar como los Uthurlan"? Por lo demás, no me suena ninguna familia con ese apellido. Y eso que en este pueblo, casi todo el mundo ha tenido en algún que otro momento que recurrir a mí para arreglar una mesa o una silla, pero nada, que no me suenan. Lo siento.

En fin...

Gracias por aclarar el tema de la puerta, Ivalic. Ese follonero de Bobby da los recados como el culo. Perdón. Si quieres saber más sobre mis manos, te diré que antes me permitían hacer mejores acabados en menor tiempo. Ese era el milagro. Bueno, va a ser mejor que me vaya. Que pasen ustedes un buen día.

Cuando Giussepe se marcha, surge de nuevo Irina desde el interior de una pared. Precipitadamente, se lanza contra Elenya y la envuelve en una neblina de ectoplasma. Aprieta, fluctúa y se junta como si tuviese poder para tocar el cuerpo físico de la sirvienta hasta estrangularla. Sin embargo, el resultado final es que Irina Kolyana se comprime tanto que pasa a superponerse con el de Elenya, poseyéndola.

Cof, cof, cof, cof... ¿nhhhh? ¿Qué me has hecho? ¡Sal de mí! ¡Te digo que salgas de mí! Snif, snif...

En el interior del cuerpo de Elenya, Irina se siente atrapada en una prisión. Es una sensación realmente agobiante. Puede ver lo que Elenya ve, pero no puede hablar por ella ni mover ni un solo músculo.

Cuando la sirvienta logra aceptar su nuevo estatus de contenedor, acompaña al grupo a la mansión de los Indirovich. Nótese que a pesar de pertenecer a la familia Indirovich, su apellido es Kolyana. Es tradición en barovia que a las hijas solteras se les acompañe el nombre con el de su padre terminado en sufijo -a hasta que lo puedan cambiar por el apellido de su marido. Por ejemplo, las hijas de Herr Urik, si es que algún día llega a tener hijos, que al paso que va se le va a pasar el arroz, las de sexo femenino se apellidarían Urika hasta la boda (o hasta el fin de sus días, si salía solterona).

Tras salir de la plaza y dar el rodeo al que obliga la barricada de madera, llegan a las inmediaciones de una mansión con una todavía puerta rota. Por el camino se han cruzado con bastante gente comenzando su jornada diaria de actividad, gente que va a trabajar y esas cosas. El cadáver de Kolyan Indirovich está en una cuneta. La gente pasa de largo, desvía la mirada... Nadie se preocupa del cadáver. Parriwimple agarra el cuerpo, tras espantar a manotazos a un par de moscas. Carga con él hasta el jardín trasero de la casa.

Casi una hora después, Elenya aún está removiendo la tierra del jardín. No da encontrado el vial que enterró.

No-no-no-no... esto no puede ser. Lo enterré aquí mismo.

Un nuevo movimiento de tierra asciende, de mano de la sirvienta cavadora, y emerge del abono el vial perdido. Le ha entrado algo de tierra, haciendo muy difícil saber si su anterior contenido era veneno o somnífero.

Ismark identificó la causa de la muerte de su padre. Seguramente liberando al actual Burgomaestre, podrá intentar identificar algún resto en el laboratorio en el que Arik prepara su pólvora.

Irina logra disipar la ira, y se centra en la calma. Ya no se siente tan prisionera como antes. Si lo quisiese, podría salir del interior de Elenya para responder a la duda de Helene, dando la versión de Irina de lo ocurrido la noche de la muerte de Kolyan Indirovich.

Irina va sentiéndose cada vez más en control. Cada vez la presión sufrida disminuye y puede notar cómo su mente se impone lentamente a la de la traidora. Tiene ganas de obligarla a arrancarse la piel a tiras con sus propias uñas por lo que ha hecho. Es consciente de que debería repetir su punto de vista pero sus amigos ya lo saben y le ha costado mucho llegar a este punto en la posesión. La imagen del cuerpo de su padre, en el suelo, tirado como si fuera una ardilla atropellada la había vuelto a llenar de ira y el espíritu decidió concentrarse en su venganza.

El posadero contempla el vial en manos de una Elenya ahora cubierta por tierra y barro, las manos ásperas, las uñas rotas.

-Que digo yo -murmura- que si hacemos correr la voz de que Elenya ha robado (y ocultado) ese talismán, que a su vez ella ha sido apresada por aquí, el respetable, que todavía no hemos conseguido que confiese y semejante información llega a oídos del Conde... Primero, no necesitaremos crear uno falso, y segundo, estoy seguro de que enviará a alguien a por ella. 

Arik ladea la cabeza.

-Para matarla, claro está. 

Helene se había sentido levemente frustrada ante la falta de información acerca de su marido, pero nada que no pudiera sobrellevar y que no esperara. Hubiera sido demasiada suerte aquello de llegar y besar la piedra sagrada. En cambio, tenían en su mano el vial aunque nada pudieran hacer con él y tontamente, otro asunto había sido solucionado. 

-Podria hacerse como dices Arik, pero veo un valor mayor en mantener alejada a Elenya del conde ahora mismo. Buscábamos una oportunidad para mantener a Irina oculta y la tenemos. Su cuerpo. Hagamos correr ese bulo si quieres, pero digamos que ha huido y que vamos en su búsqueda. Quizá incluso alguien esté interesado en proporcionar una recompensa por su captura. Nos proporcionará una tapadera que justifique nuestro viaje y un deambular de un lado a otro sin levantar sospechas en una tierra donde veo que todo siempre es oscuro. Elenya, así tendrás una ocasión para redimirte y alcanzar el perdón de dioses y hombres; Irina, estarás oculta y a salvo; nosotros podremos movernos libremente. ¿Cómo lo veis?

-De nada Señor Giussepe, seguramente Bobby se lió al contarlo.

Al menos habían aclarado del todo el asunto de sus manos. Ivalic no disimuló cierta desilusión, aunque sabía que Giussepe no era ningún dios le habría gustado alguna historia sobre manos que hacían maravillas como tallar la madera sin herramientas o doblar palos sin que se rompieran... Pero sería mejor así, con eso seguramente Parriwimple dejaría de estar tan obsesionado con el tema.

-¿Ves lo que te dije? Unas manos normales, solo que ahora con la edad se le han gastado.

El carpintero se retiró y los dejó allí solos mientras decidían lo que harían a continuación. Fue tan solo un momento de tranquilidad porque de repente Irina salió volando desde una pared directamente hacia Elenya. Estaba claro que el fantasma no estaba feliz después de haber escuchado a la sirvienta y se enzarzaron en una especie de lucha extraña que acabó con Irina desapareciendo dentro de Elenya.

-¡ALA! ¡¿Lo visteis?! Ivalic se acercó con precaución y miró a los ojos a la poseída. ¿Irina? ¿Estás ahí? ¿Elenya? ¿Estáis bien?

Aquello era alucinante, había visto una posesión fantasmal o lo que fuera aquello. No se podía creer la suerte que había tenido, claro que estaba algo preocupado por si a alguna de las dos les había pasado algo. Irina había permanecido callada y solo Elenya hablaba mientras buscaba el frasco.

Me pregunto para que quieren un frasco vacío... Si al menos hubiera estado lleno o con algo de veneno quizás nos servía para luchar contra el Conde.

-Creo que la Señora Helene tiene razón, si Irina está dentro de Elenya no creo que el Conde la busque ahí, por eso lo mejor es no decir nada a nadie. Y ahora si que debería venir con nosotros...

Sabía que los adultos no tendrían en cuenta la opinión de un niño pero quería expresar lo que pensaba.

- "Sí, está claro que ahora deberá venir con nosotros." - Miro a la chica fíjamente.

- "Sólo así hallará la redención." - Sentencio.

- "Bien, creo que lo mejor sería que nos preparásemos para salir del pueblo. Tal vez en la tienda de maese Bildrath podamos comprar enseres de acampada. Con suerte puede que tenga pociones de curación." -

¡No! ¡No, por favor! ¡No podéis dejar que Irina siga dentro de mí! Si Strahd Von Zarovich se enterase, tan solo tendría que abrirme en canal para dejarla salir. ¡Ivalic! Anota una nueva tarea: sacar el espíritu maligno del cuerpo de Elenya Gulserv. Pre... prefiero el plan de Arik. Mucho menos arriesgado para mí. Pero por fav... ¡TE OBLIGARÉ A ARRANCARTE LA PIEL A TIRAS, ZORRA!

Elenya se llevó la mano que no estaba tocando el frasco de veneno a la boca, para tapársela. Sus globos oculares hicieron una panorámica de los presentes, como si pudiesen lanzar unos rayos por los ojos que hiciesen saltar sus temores a los demás. Pero no podía, y el miedo le agarrotaba por dentro.

Yo... yo no he dicho eso...

En el interior de Elenya, Irina acababa de aprender a pulsar las teclas del habla. No sabía aún cómo funcionaba, pero parecía que, concentrándose fuertemente en unas palabras, Elenya las reproduciría. El espíritu estaba seguro de poder repetirlo.

Esto no tiene gracia. A partir de ahora, no toméis como mis deseos nada de lo que diga. Ni nuevas confesiones... Ni peticiones para que me matéis... ¡Nada!

La sirvienta poseída, que dicho así parece el título de un relato de bardo sobre amoríos romanticoides facilones, se guardó el vial de veneno lleno de tierra al interior del bolsillo de su mandil.

Está bien, nos llevaremos a la chacha con nosotros... ¿pero podemos ahorrarnos el viaje al centro del pueblo y partir ya? La esperanza de vida de un cuervo es de solo cuarenta años, y ya noto cómo mis plumas se vuelven canas de tanto marear la perdiz.

Lo siento, pupilo-dijo a Herr Urik-, Pero uno de los motivos por los que estoy aquí es para enseñarte que no se puede tratar de controlar pulgada a pulgada todo siempre. ¡Desmelénate un poco, lechuzo! Parriwimple lleva a las espaldas una mochila abultada con un montón de cosas, no necesitamos pociones teniendo a Helene y la cocina de la mansión seguro que tiene comida para hartar. Podemos rodear el pueblo desde aquí, y tomar el camino viejo de Svalich.

Por cierto... Ya sé que soy un guía espiritual que ha adaptado la forma de cuervo, y que se supone que lo debo de saber todo-en realidad, un guía espiritual te muestra las respuestas que guardas en tu interior, pero al pajarraco le gustaba fardar de conocimientos extensos-, pero... ¿alguien podría refrescar mi memoria y decirme qué significa eso?

Con un movimiento de pico, Hurrn señaló a la tumba que había en el jardín, con una lápida en piedra que contenía la siguiente inscripción: 

Kolyan Indirovich

696 - 750

Amado padre, gran burgomaestre y buen hombre.

D.E.P.

Si el cadáver está fuera de su tumba, ¿por qué la tierra no está removida?

La tumba del falso funeral del burgomaestre podría ser una solución para zanjar el tema del cadáver. Con una pala, como la que lleva Parriwimple colgada de la mochila, podrían desenterrar el ataúd, quitar todos los escombros que pusieron para simular el peso del cadáver y poner al verdadero protagonista en su tumba. También podrían dejarlo en una habitación y pasar el recado para que Bobby se ocupe de llevarlo al cementerio de la iglesia. Hurrn podría ser una buena paloma mensajera a tal efecto, y reunirse con ellos más tarde en el camino.

El cuerpo de Elenya se sacudió en convulsiones y se contorsionó. Sus uñas arrancaron jirones de tela de su blusa mientras volvía a producirse la lucha de voluntades. Al final, una voz cavernosa, de ultratumba,  sustituyó a la de la doncella.

-PORQUE BAJO TIERRA SOLO HAY UN ATAUD LLENO DE PIEDRAS!! ENTERRAD A MI PADRE!! DESPUÉS BUSCAREMOS A LOS VISANTI!!

- "Sí, enterremos pues al difunto Burgomaestre. Será lo mejor. Parriwimple, por favor, ¿puedes cavar aquí?" -

Mientras el gigantón cava, ayudo a envolver al difunto en un sudario y a trasladarlo al que debía ser su ataúd.

Una risita baja brotó de los labios de Helene ante el comentario del cuervo acerca de la necesidad de Urik de desmelenarse. No pudo evitar imaginarlo bajo los efectos del alcohol y bailando desmadejado en la feria de algún pueblo y aquella imagen hizo que la risita se convirtiera en carcajada. Se secó los ojos, alegre de saberse capaz de reír pese a las miserias de aquel mundo.

-Yo debo volver para recoger a mi hijo. No partiré sin él. Podéis esperarme aquí si lo preferís y si no tenéis que regresar por vuestras cosas. Y debo despedirme de la pareja que me trajo hasta aquí -comentó Helene que permaneció quieta a la espera de una respuesta por parte de los demás, no fuera a ser que alguien tuviera que ir a la posada.

Ivalic no había terminado apenas de anotar la nueva tarea que le había dicho Herr Urik cuando Elenya añadió una nueva.

-Vamos a tener que comprar otro cuaderno, este se me está acabando y ya no me quedan, en los otros tengo las tareas del colegio pero no se pueden borrar. Entre sus notas y la creciente lista de tareas las hojas vacías del cuaderno comenzaban a escasear, aún así anotó la nueva comanda al final de la lista. Sacar espíritu maligno del cuerpo de Elenya Guiserv. Repitió mientras escribía. Pero Elenya, la Señorita Irina no es mala, solo está enfadada, supongo que tiene motivos ¿No te parece? Deberías pedirle perdón y portarte bien a partir de ahora si quieres que no siga enfadada. Quizás así salga de tu cuerpo. Además necesita un sitio donde esconderse del Conde y es justo que la ayudes.

La sirvienta estaba un poco nerviosa e Ivalic suponía que eso era normal cuando se le metía un fantasma dentro a alguien, aunque para él era algo totalmente nuevo y por lo que sentía una gran curiosidad.
Mientras todos ayudaban a enterrar el cuerpo del padre de Irina, Helene anunció que iría a buscar a su hijo y que este los acompañaría. Ivalic no pudo reprimir un salto de alegría.

-¡Bien! ¡Esa es una gran idea! Así tendría alguien de su edad para hablar y para poder jugar en los ratos libres, los adultos a veces eran un poco aburridos. ¡Les esperaré aquí Señora Helene!

- "No estoy seguro de que los lugares peligrosos a los que sin duda acudiremos sean adecuados para un niño. Ya bastante culpable me siento por arrastrar a Ivalic a nuestra funesta misión como portantorchas, pese a que ha demostrado sobradamente su coraje y valía." -

Elenya se llevó las manos a la cara de desesperación, manchándose la cara sin querer de tierra.

Aaaah... Voy a morir. Estoy rodeada de idiotas y voy a morir.

No lo dijo con ánimo de ofender, sino como lo haría una persona atada a la quilla de un barco conducido por una tripulación de temerarios y chalados que dirigen el timón hacia unos escollos. Mientras Helene hacía caso omiso a las palabras de Herr Urik, y se marchaba a buscar a Vjelkus, Elenya se sentó sobre la hierba, lloró un poco con la cara en las rodillas y cuando al fin se resarció, se excusó ante todos.

Aprovecharé las cocinas de la mansión para preparar un desayuno caliente-dijo en tono de desánimo.

Mientras entraba por la puerta trasera que daba a la cocina, el Trampero Varikov cazaba a una preciosa ardillita que se había aventurado a bajar de una encina del jardín para enterrar una bellota. Lo bueno de las ardillas es que se despellejan igual que los conejos: cortas alrededor del cuello y las patas, y de un tirón, zas, ya está listo.

El ataúd de Kolyan Indirovich fue exhumado con éxito. Toda la vajilla rota, patas y respaldos de sillas, segmentos de marcos de cuadros y trozos de espejo, tuvieron que ser apartados al jardín para hacer sitio al cadáver amortajado. Siendo detallistas, se podría cavar un agujero para enterrar los escombros, o se podría dejar así, en plan sucio. Y es que, ¿quién sabe cuánto pasará hasta que la mansión vuelva a ser ocupada de nuevo por un burgomaestre?

Mientras, de vuelta a la posada, Helene se encontró a Viktor Litmunova desmontando una de las barricadas para aprovechar la madera, la que estaba tan rota que dejaba pasar un carro con dos tontos enamorados y una mujer curtida. Stara Litmunova estaba en el interior de la posada, barriendo y canturreando. Después de buscar un poco, también encontró a Vjelkus cuando al grito de su madre respondió con un ¡ESTOY AQUÍ!. El grito provenía de la cocina de la Viña de Sangre. Helene se encontró una trampilla abierta, con unas escaleras que bajaban al sótano.

Una de las paredes contenía dos gigantescas barricas de vino que ocupaban todo el ancho. Las paredes contiguas eran de ladrillo. Opuesto a las barricas, un gran telón como los que hay en los teatros ocupaba el último lado de la habitación. Arik ya comentó que dormía en el sótano, pues había pedido al fantasma de Irina que respetase su intimidad, con lo que tras el telón se ocultaba quizás una cama y poco más.

En lo que era esta mitad del sótano, lo que había eran barriles de salazón, botellas, cajas de fruta... Y de toda aquella despensa, Vjelkus había elegido un tarro de miel. Estaba sentado en el suelo, y comía como un dulce osezno, metiendo su gruesa manita en el tarro y chupándosela entera para limpiarla de miel.

¡Mamá! ¡Mira lo que he encontrado!-dijo alzando triunfal el tarro de cristal.

Parriwimple escuchaba y veía todo con gran fascinación. Eran, sin duda, muchas palabras, y complejas. Y no terminaba de entender lo que unos y otros decían. Afortunadamente había cosas que entendía: Guiseppe había explicado a todos que sí era un dios y que hacía milagros con esas manos, tal como Parriwimple sabía perfectamente. Y le habían pedido que cavara. 

Eso estaba bien. Parriwimple sabía cavar, y a eso se dedicó, agradecido en el fondo de poder mantener la mente ocupada en cosas sencillas sin tener que interpretar tantas cosas confusas.

Cuando terminamos de enterrar debidamente al anterior Burgomaestre, le pido ayuda a Parriwimple para que me ayude a transportar los sacos de trastos al sótano o trastero de la mansión. Tampoco es cuestión de dejarlos en mitad del jardín, y la idea de enterrar esas cosas no me resulta agradable. Ya demasiado caos hay en Barovia sin que nosotros contribuyamos a crear todavía más.

Helene echó una somera mirada alrededor, inventariando todo el contenido a la vista de aquel sótano antes de centrar su vista en el benjamín de su familia. Se acercó a él y le dio un soberano capón en la coronilla con los nudillos, de esos que pican y mucho.

-¿Con el permiso de quién has entrado aquí? ¿Acaso esa miel que comes es tuya? ¿Tienes acaso dinero para pagarla? ¿Acaso Arik, el posadero, te la dio gratuitamente? ¿Acaso, acaso, acaso...? -dijo severamente, para a continuación suspirar con una mezcla de frustración, amor maternal y resignación. Su hijo, aquel ternero que ahora estaba sentado y rascándose la cabeza por el pescozón, medía su vida en función de lo que podía tragar por el pozo sin fondo que era su boca. Aquel viaje le vendría bien para establecer prioridades y con algo de suerte, hasta adelgazaría-. Vjelkus, si no quieres que te llamen zampabollos, no te comportes como un zampabollos. Y no dejes en mal lugar a tu familia llevado por tu ansia de comer. Nos vamos de aquí. Va a ser un viaje largo, así que recoge tus cosas de la habitación y espérame arriba. Y diles a los Litmunova que quiero hablar con ellos. Arreando que ya estás tardando -ordenó señalando con un dedo la salida del sótano.

Cuando Vjelkus salió de allí con un trote cochiquero, Helene volvió a mirar alrededor. Dio unos cuantos pasos por la estancia y golpeó con los nudillos las dos gigantescas barricas de madera, para comprobar si estaban llenas o no. Se giró y vio la cortina que presumiblemente contenía el dormitorio de Arik. No iba a regresar a la posada y quizá necesitara alguna cosa que su experto ojo de mujer, esposa y madre detectaría con rapidez. Alargó el palo de la lanza y apartó a un lado la tela.

Sí, mamá...

Vjelkus dejó el tarro en su lugar del estante, sin cerrarlo, pero se olvidó la tapa en el suelo. Subió las escaleras cabizbajo. Tantos años de vida en la montaña, sin vecinos, le ha dejado sin una noción básica del sentido de la propiedad privada, y entre hermanos, Jeff y Nadija siempre transigieron con él por ser el pequeño. Por lo menos le vendrá bien ver mundo para espabilar.

Las barricas estaban llenas. Se acercaba el invierno, y no habría mercader que las repusiera hasta la primavera, así que había que hacer acopio de vino.

Más allá del telón, unas antorchas iluminaban el siguiente tramo de habitación. La cama solo ocupaba un rincón minúsculo, la mayor parte de la estancia estaba ocupado por trastos. La mayoría de las cosas tenían aspecto de equipo de aventurero viejo, con más armas y escudos de los que cabría esperar que perteneciesen a un solo hombre, y algunas de ellas de aspecto exótico, que Helene jamás había tenido ocasión de ver antes. También había cosas menos belicosas: diademas, guantes, botas, cinturones...

Helene pasó por delante de una mesa de laboratorio sobre el que, además de probetas y matraces, había un pañuelo blanco con unos granos negros, quizás pimienta, aunque no olía a pimienta. Al coger una antorcha de la pared y aproximarla a la mesa para ver mejor, una ascua se desprendió y cayó sobre los granos negros, que con una sonora y diminuta explosión se volatilizaron dejando un manchón negro en el pañuelo.

Como reacción al sonido de la explosión, algo golpeó el muro del fondo, con un ruido sordo que sonaba más a madera, que a la mampostería que parecía formar las pared.

¡POM!

Se repitió, con la cadencia rítmica que da la inteligencia y la voluntad de golpear a posta.

¡POM! ¡POM! ¡POM! ¡POM!

...quiero salir...

La voz lastimosa tras el muro sonaba a chica joven. Ahora se entendían mejor los recelos de Arik a que el fantasma de Irina bajase hasta aquí. Tras examinar el muro con detenimiento, Helene encontró una puerta secreta que se podía abrir empujando tras soltar un tope.