Partida Rol por web

El camino de vuelta a la Viña de Sangre fue tranquilo y sin ninguna incidencia, pero al llegar se encontraron la posada cerrada a cal y canto. Cuando Ivalic se disponía a golpear la puerta su hermana tiró de su chaqueta y comenzó a contarle sus preocupaciones. Por desgracia para el niño no podía proteger a su hermana de todo lo que pasaba, pero debía admitir que ahora que no había zombis lo de que volvieran a casa no le parecía una mala idea del todo, en la posada iba y venía demasiada gente para que su madre tuviera la tranquilidad necesaria para descansar y tampoco era un ambiente propicio para Katta, no solo por lo que había pasado si no porque Arik tenía una niña encerrada en el sótano y no quería que Katta terminase allí.

-Sí, supongo que lo habrán traído aquí, pero no te preocupes, Parriwimple y los otros no dejarían que te hiciera daño de nuevo, seguro que lo castigan por todo lo que hizo. Pero tienes razón, ahora que no hay zombis por aquí creo que no sería mala idea que mamá y tu volváis a casa, ya eres una niña muy mayor y estoy seguro que cuidarás muy bien de ella Katta. Además seguro que pronto se pone bien, casi lo consigo en este último viaje y cada vez estoy más cerca de encontrar la cura, déjalo en mis manos. Y también intentaré encontrar a papá. Ivalic abrazó a su hermana cuando esta se estremeció con la caída de un simple cubo de agua, estaba claro que la niña vivía atemorizada con todo lo que había pasado y la vuelta a casa en un ambiente más familiar y seguro para ella sería positivo. No te preocupes, mientras esté yo aquí no te pasará nada malo, ni a ti ni a mamá. Vamos a entrar y no tengas miedo por el mediano.

Ivalic golpeó la puerta de la posada con todas sus fuerzas con la esperanza de que alguien le abriera la puerta.

-¡Soy Ivalic! ¡Ya hemos llegado! ¡Abrirnos!

Cruzamos la verja hace...

¡POM! ¡POM! ¡POM!

En cuanto la puerta fue golpeada, Liddo se acobardó y se escondió bajo la mesa.

¡Soy Ivalic! ¡Ya hemos llegado! ¡Abrirnos!

Parriwimple, con las manos ocupadas en la taza de infusión, no podía abrir.

¡Ya abro yo!

El hijo de Helene descorrió la traba y abrió para que los hermanos Yanoff entrasen. El fuego de la chimenea y los candelabros iluminaban una estancia por lo demás sombría. El mediano malo asomó de pronto tras una mesa, al trepar a lo alto de la silla para sentarse, y Katta se puso tensa. La niña no dijo nada, avanzó pegada a la pared, lejos de la mesa del malhechor bajito, y casi resbala en una zona húmeda del suelo en el que ya no quedaba vómito de Arik.

El propio Arik se despertó en su silla con la llegada de la siguiente arcada, y se inclinó hacia un lado para vomitar en el cubo. Ese gesto súbito, como el de un muerto que se levanta, asustó a Katta y al mediano a la vez. La niña corrió escaleras arriba, en dirección a la habitación en la que aguardaba su madre. El mediano tuvo que quedarse a recobrar la compostura.

 Como iba diciendo...

¡POM!

El mediano se volvió a esconder bajo la mesa, pero solo fue Vjelkus cerrando la puerta, y bloqueándola de nuevo.

 Como... como... ¿ah? Sí... Cruzamos la verja hace unas diez o doce horas. Antes de eso estuvimos en Arbora, Liara y Egertus.

Helene conocía esos sitios. Su esposo Jeref y ella habían hecho de aventureros honestos en aquellas aldeas, haciendo el bien sin esperar nada a cambio.

 Ah, sí... y también pasamos por aquella granja aislada en las montañas... una que tenía a un viejo y a su hijo ciego como únicos inquilinos. Este pueblo se convirtió en nuestra siguiente parada. El resto... no hace falta entrar en detalles. Esto es una posada. En las posadas hay peleas de posada-dijo, señalando a Arik, y quitándole importancia-. La niña solo iba a hacernos de criada hasta que amaneciese, nosostros estuviésemos serenos y secos, y pudiésemos valorar a las bellezas locales con más detenimiento. Aparecieron esa vampiresa y sus dos "perros guardianes", y... no puedo dar muchos detalles, yo fui el segundo en caer, después de mi buen amigo Mialeo. Me desperté donde me encontrasteis.

- "Está claro que sois un villano y un cobarde. Vuestras acciones y las de vuestro malogrado grupo son las que dan mala fama a los aventureros en toda Barovia y más allá. Es por esto que el pueblo no se une con nosotros para combatir a sus malvados opresores.

Por lo que a mí respecta vos sois culpable, y si yo fuese vuestro juez os condenaría a prisión, o incluso a la horca, por economía procesal y de recursos, que este pueblo tampoco puede permitirse el manteneros por más tiempo." -

-¡Hola Vjelkus! ¡Ya llegamos! Dijo saludando a su amigo mientras pasaba al interior de la posada que estaba escasamente iluminado. ¡Hola a todos! Dijo saludando al resto con la mano.

Vio al mediano caminar libremente por el interior y frunció el ceño, no le gustaba aquello, pero debía aceptarlo si así lo habían decidido los mayores. Katta decidió desaparecer cuando Arik se puso a vomitar en un cubo que tenía al lado.

-¡Puag! ¡Que asco!

Entre el mediano y los vómitos del posadero sería mejor no acercarse mucho, así que escuchó desde allí los relatos del mediano y la sentencia de Herr Urik.

-Deberíamos entregarlo a la nueva burgomaestre y que ella decida. Al fin y al cabo les gustara o no ahora era la máxima autoridad del pueblo, pero no iba a gastar más esfuerzos en la suerte del enano, tenía muchas cosas que hacer. Me encontré con el Señor Guissepe y el Señor Viktor ¿Visteis a su mujer? La está buscando. Se están haciendo una casa nueva, un lugar donde los vampiros no puedan entrar, pero no tienen madera suficiente. Bobby y los chicos están dispuestos a ir al bosque a por más pero solo si nosotros les escoltamos y les protegemos, tienen miedo que algo o alguien les ataque. Esa era una de las tareas, pero también tenía una noticia. Parece que el Señor Viktor se encontró un caballo esta mañana y lo llevó a los establos, creo que será el caballo del Señor Pip y nos lo podemos quedar. Habría que mirar en sus alforjas, puede que encontremos algo interesante. Y la loca Mary, la madre de Gertruda dice que su hija desapareció, deberíamos ir a mirar a su casa a ver si es cierto, Gertruda nos ayudó mucho y no querría que le pasara nada.

Y eso era todo, un par de tareas más que añadir a la lista del grupo y ahora tenía otra de caracter más personal, pero para esa solo necesitaría a su amigo Parriwimple.

-Parriwimple ¿Podrías coger a mi madre y ayudarnos a llevarla a casa? Creo que allí ella y Katta estarán mejor y ya no hay peligro de que los zombis vuelvan, pero yo no puedo con ella, sin embargo tu eres muy fuerte y no te costará mucho.

- "Bien, podemos ir contigo para escoltar a tu familia hasta vuestra casa, Ivalic. A la vuelta podemos pasarnos por las cuadras y registrar esas alforjas." -

- ¡Po los güevos de Farkas! Esti solu piensa en coyer lo que nun ye suyu... Fue el comentario que no pudo reprimir Varikov. Bastante hizo al quedarse callado e impedir que el gordo abriera la puerta cuando volvieron los mocosos. También se aguantó las ganas de darle una colleja al posadero al verlo vomitar de nuevo. Por no decir lo difícil que fue mantenerse callado cuando el falso paladín quiso impartirle "justicia" al mediano, pero un momento antes había bajado al sótano donde estaba encerrada la niña prisionera de Arik y probablemente ni se preocupó si la criatura había comido algo ese día. ¿La habrá mirado?

Una frase que dijo una vez un tío suyo, le vino a la mente. "Os profetizo muchos males a vuestra raza -dijo Zoltan Chivay con aire triste-. Todo animal racional de este mundo, cuando cae en la pobreza, la necesidad o la desgracia, acostumbra a unirse a sus hermanos porque entre ellos es más fácil soportar los tiempos malos, pues el uno ayuda al otro. Pero entre vosotros, humanos, cada uno mira solamente cómo sacar algo de la desgracia ajena. Si hay hambre, entonces no se reparte la comida sino que se devora al más débil. Tal proceder tiene sentido para los lobos, permite que sobreviva el individuo más saludable y fuerte. Pero en las razas dotadas de razón esa selección permite por lo general que pervivan y dominen los mayores hijos de puta. Las consecuencias y pronósticos de esto los habréis de sacar vosotros mismos" (Geralt de Rivia - Bautismo de fuego) Y el enano había conocido unos cuantos hijos de puta desde que vivía en esa zona y a otros los estaba empezando a conocer.

- El que quier matar al Llindu, dijo al no recordar bien el nombre del mediano, que hable primeru con la mi hacha. Luego se giró y lo miró a la cara mientras fruncía las cejas. ¿Qué sabes faer? Su pregunta era corta, pero si iban por los pueblos matando algunos seres indeseables para algo tenía que servir. Lo que era claro es que no lo podían dejar irse sin más. ¿A dónde iba a ir? Vamos faer lo que diz el mocosu y tú vienes con nós.

Poco le importaba a Varikov si iban a seguir cuidando del posadero, si iban a llevar a la madre del chico a su casa ahora o luego, esas eran cosas sin importancia. Lo que había que hacer era mover el culo ya de esa puñetera apestosa posada antes de que a alguno de esos vagos le entrara las ganas de comer o de tomarse otro vinito.

Es Liddo...-se atrevió a corrigir tembloroso al enano-Mi nombre es Liddo. Y os agradezco que me hayáis salvado, salvo que lo hicieseis para colgarme. Si cometí algún crímen en Nova Vaasa, es allí dónde deben juzgarme. ¿Y aquí? Seamos razonables... La niña está bien, y en cuanto a vuestro amigo...-miró a Arik-Como dije, solo fue una inocente pelea de taberna. La paliza que le dió después la botella fue mayor y más grave. Y... y... y casi todo lo hizo Tordek, en realidad.

Estoy demasiado herido como para acompañaros y seros de ayuda, salvo que la otra opción sea la horca. En mi grupo, yo solo era el simpático truhán. Un humilde y honesto cerrajero. Pero ahora ni siquiera tengo mis herramientas. Lo perdí todo. Hasta... hasta mis amigos...

Seguro que las herramientas de cerrajero estaban en aquel montón de cosas tiradas en el jardín...

Estaban en mi mochila. Era una mochila ligeramente más pequeña que la de los humanos, que incluso cabría en una mochila más grande.

Varikov tuvo la sensación de que el mediano le lanzaba una mirada cómplice al hablar de su mochila. Cuando Herr Urik cerró las contraventanas y la sala quedó en penumbras, los humanos no vieron cómo Varikov la escondía. ¿Pero y un mediano? ¿Los medianos tienen buena vista? Varikov no lo sabía.

En cualquier caso, Varikov "defendió" a Liddo, o por lo menos propugnó que no se le colgase. Tal vez Liddo solo se está asegurando de que el enano mantiene esa posición con suficiente vehemencia como para convencer a los humanos.

-Gracias Herr Urik, entonces usted y Parriwimple pueden ayudar a mi madre a bajar mientras el Señor Varikov vigila a Liddo el mediano malvado. Mientras tanto iré a la cocina a por algo de comer, mi hermana debe estar hambrienta y probablemente mi madre tampoco haya comido nada desde hace horas, en un rato les subiré algo mientras lo van preparando todo para irnos, si aprovechamos el tiempo bien nos dará tiempo a hacer muchas cosas antes de que anochezca.

Ivalic no quiso perder más tiempo ni molestar a nadie, se dirigió directamente a la cocina para tardar lo menos posible en encontrar lo que buscaba.

Conocía la trampilla que bajaba al sótano, aunque nunca la había utilizado pues Arik no dejaba a nadie. Se dirigió allí directamente con intención de bajar al sótano y hablar con la niña de la que tanto había oído hablar y tanta curiosidad le había despertado.

Con ayuda de Parriwimple, ayudo a trasladar a la madre de Ivalic desde su habitación hasta el salón en la planta baja de la posada.

Ivalic bajó al sótano y atravesó la bodega y el dormitorio-laboratorio de Arik, en el que macabramente el posadero guardaba las posesiones de antiguos clientes. Botas sucias... capas apolilladas... cinturones desgastados... y hasta escudos, armas y armaduras, todas ellas con manchas de sangre reseca. El olor a pólvora, esa esotérica sustancia que el posadero usaba en su trabuco, lo impregnaba todo, y una antorcha encendida en la pared iluminaba cada objeto alargando sombras amenazantes.

La alabarda de Arik colgaba en esa misma pared, apoyada en dos soportes, como una gran flecha que señalaba el muro del fondo. Un soporte de armaduras, o quizás un galán de noche reconvertido, portaba la coraza y el extraño casco en forma de campana almendrada al que alguna vez Arik se refirió con el nombre de morrión. Visto por el rabillo del ojo daba la sensación de ser otra persona en el sótano, vigilando.

Se plantó frente a la puerta metálica, entre la cama sin hacer en la que debería estar durmiendo su dueño, y un armario de mala calidad. Era imposible descorrer el cerrojo medio oxidado, renqueante, sin hacer ruido: Ivalic debería decidir si hablaba con Layla desde el otro lado de la puerta, o anunciaba a los cuatro vientos a la muchacha, con un sonido metálico, que iba a abrir.

El sótano de Arik tenía muchas cosas chulas e interesantes dignas de una mirada curiosa, cada una de ellas con su historia detrás seguramente, pero Ivalic tenía prisa y no quería tardar demasiado para que nadie sospechara o fuera a buscarlo, debía centrarse en el verdadero motivo que le había llevado hasta allí abajo. Ignoró la armadura del posadero que parecía vigilarlo y buscó una jaula o un acceso a una celda, lo único que encontró fue una puerta metálica con un cerrojo.

Tiene que estar ahí.

Ivalic se acercó rápido y puso la oreja en la puerta, no se escuchaba nada, así que se decidió a hablar.

-¿Hola? ¿Hay alguien? Soy Ivalic.

Ahora que se encontraba allí abajo no sabía muy bien que hacer o que decir, incluso estaba nervioso. ¿Y si realmente allí había encerrado un peligroso monstruo? Lo único que hizo que no saliera corriendo era pensar que podía haber una niña como su hermana encerrada.

- Pues nosotros vamos a pol caballu esi, dijo mientras se dejaba caer de la silla y tiraba de la manga al mediano. Ya os diremos si hay algo nes sos alforxes, la sonrisa malvada que Varikov le dedicó a Urik se quedó debajo de su barba y los demás solo pudieron ver un destello amarillo de sus dientes al reflejar las llamas de las velas. Lo que le pasó a Gertruda o a la mujer hinchada de vientre no era asunto del enano. Si intentes escapar, "humilde y honestu cerraxeru", te dexo sin cabeza. Y con esa advertencia salieron los dos por la puerta. 

Eran recién llegados con lo cual, cualquier información que pudiera venir de aquel camino se había cortado en seco.

-¿Humilde y honesto cerrajero? -el eufemismo acerca de las labores a las que aquel ladronzuelo se dedicaba hizo que Helene bufara. De todos modos optó por un precavido silencio ante el habitual alud de información que Ivalic proporcionaba-. Llevaremos a tu madre con la cual me gustaría hablar y estar, todo sea dicho de paso. En cuanto a la suerte de nuestro cerrajero, no voto por la horca ni muerte violenta alguna. Debería pagar con su trabajo y esfuerzo todo el mal sembrado. Quizá así logre redimirse ayudando a las gentes de Barovia. Acompañaré a Varikov a ver ese caballo y el contenido de sus alforjas por si nos proporciona alguna pista. Me fijaré si veo a la mujer de Viktor pero en cualquier caso, reunámonos en unos minutos aquí y traslademos a la madre de Ivalic juntos. De todos modos, que no se nos olvide que tenemos varios asuntos que resolver, uno de ellos en esta misma posada.

Se acercó a Vjelkus,

-Vamos, hijo, acompañemos a Varikov.

Nadie respondió.

De todas formas, Layla ya no era ninguna niña. Ya tenía dieciséis años. Si en una cosa coincidían las versiones de lo ocurrido que Layla y Arik contaron era en que ella fue encerrada en esta habitación de niña, y de eso ya habían pasado suficientes años para que creciese.

Ivalic quedó callado unos segundos intentando escuchar algún sonido o algún movimiento pero no sucedió nada. ¿Era todo un cuento para asustar a los niños y alejarlos de aquel lugar? Los adultos a veces se inventaban aquel tipo de historias. Pero si todo era un cuento, ¿Entonces que había tras aquella misteriosa puerta? Ivalic llevó la mano hacia el cerrojo pero se detuvo antes de correrlo. Sería mejor un segundo intento. Golpeó con el puño la puerta metálica como si estuviera picando.

-¿Layla? ¿Estás ahí?

Igual estaba durmiendo o quizás Arik la había matado o se le había olvidado darle de comer.