Partida Rol por web

A Natalija, sin embargo, no le sentó nada bien.

Maldita bruja... ¡Se burla! ¡Se está burlando! Me da igual la venganza, me da igual la justicia... Yo solo quiero seguridad. ¿Por qué a las personas buenas les pasan siempre cosas malas? Yo...

La madre de Ivalic fue embargada por una terrible tristeza. Su alegato no era solo por el secuestro de Katta, sino por la desaparición de su marido, por su enfermedad que resultó ser una maldición, por la pobreza extrema en la que había tenido que criar a sus hijos...

Est... estoy bien-dijo conteniéndose las lágrimas-Olvidadlo.

Natalija se dió media vuelta y se llevó a su hija tras el montón de aldeanos que estaban haciendo de público.

Parrriwimple miró unos instantes como Natalija se marchaba y trató de pensar en lo que la acusada había dicho. Era mucho esfuerzo para é, pero lo intentó de verdad. Finalmente asintió, como tomando una decisión.

- Helene, ¿crees que se estaba burlando? Parriwimple piensa que sí. Parriwimple fue atacado por esa chica, que trató de secuestrarte y que secuestró a la hija de Natalija. No es como Ida. Idaelecia no quiere ayudar, ni se arrepiente de nada. O eso piensa Parriwimple. ¿Crees que se estaba burlando?- tras las palabras mira a Ivalic y señala con un gesto de cabeza a Natalija- Ivalic creo que tienes que ir con ella. Dile que Parriwimple y todos le queremos. Y que estamos intentando hacer lo mejor para que todo sea seguro- tras las palabras guarda un instante de silencio. Es evidente que en algún momento ha perdido la línea de sus argumentos. Parriwimple sabe que es tonto. Mira, entonces, a Ida- Idaelecia, creo, se burla de mi. Se burla también de Natalija, lo que es peor, porque está enfadada porque han secuestrado a su hija. Creo que Idaelecia es mala. Más mala que buena, al menos. Más mala que buena ahora, al menos- se corrige así mismo- Hay gente que piensa que debemos matarla, pero no la mataremos, porque nadie le ha visto matar a nadie. Se ha portado mal, y hay que castigarla. Tú la conoces. ¿La has visto hacer cosas buenas? ¿qué crees que podemos hacer?

Tras las palabras espera que Helene e Ida se pronuncien antes de dictar su veredicto.

Guardo silencio puesto que no se me ha dado la palabra. Además, las palabras de la acusada han hecho más por condenarla que cualquier cosa que yo hubiera podido haber añadido.

A Ivalic se le rompía el corazón al ver a su madre así. Tras todo lo que habían pasado y cuando por fin habían conseguido superar la enfermedad y tenía un trabajo que le permitía alimentar a sus hijos, ahora no había ni trabajo, ni pueblo, casi se había quedado sin su hija y su marido seguía sin aparecer. Su madre tenía razón, a la gente buena no terminaban de ocurrirle cosas malas. Hizo un asentimiento con la cabeza y corrió detrás de su madre y su hermana.

-Mamá, no estés triste. Yo te quiero, Katta te quiere y ahora estamos bien. Parriwimple es un buen Burgomaestre y está haciendo todo lo que puede por mejorar las cosas, pero son tantos los males que nos rodean... Además todavía sigo buscando a papá, todavía no he tenido suerte, pero cada vez me quedan menos sitios en el bosque donde buscarlo, hemos recorrido ya muchas zonas así que cada vez estoy más cerca. Cuando papá venga todo será diferente, él sabrá lo que hacer y nos construirá una nueva casa. Y ahora el pueblo está más unido que nunca, todos nos ayudamos unos a otros, como una gran familia. Debemos seguir haciéndolo si queremos sacar esto adelante. No te preocupes, no permitiré que las cosas empeoren, haremos del pueblo un lugar mejor, cada vez estamos más cerca de poder enfrentarnos al Conde y cuando este no esté sus aliados seguro que se marchan muertos de miedo. ¿Verdad que si mamá?

Esperaba que su madre se animara un poco, no le gustaba verla en ese estado, aunque ciertamente había pocas cosas que pudieran animar a nadie a ver un futuro mejor. De momento no eran más que buenos deseos y sueños.

Miró con tristeza cómo Natalija se alejaba hasta situarse en la parte de atrás del populacho reunido. Entonces se volvió hacia Parriwimple.

-No, no creo que se esté burlando. Simplemente creo que está asustada y que las formas de herr Teudeldorf no ayudan mucho. Si alguien se enfrentara a una eventual condena de muerte y viera a su alrededor rostros gritando e insultándola, ¿cómo se sentiría? En mi caso, mal y asustada. ¿Y cómo reaccionaría? No lo sé, pero quizá como ella. No falta verdad en su acusación. Fuimos en su busca y la secuestramos y trajimos aquí en base a un fin mayor y que considerábamos bueno. Impedir la invocación de un demonio. Y para ello, la dejamos inconsciente pues habíamos prometido no hacerle un daño irreparable -dijo eufemísticamente, pues de lo que hablaba era de una promesa de no matarla-. Al final, la verdad depende mucho desde el prisma con el que se evalúa y a qué lado de la línea estamos. Tal vez, si alguno de nosotros hubiera quedado atrás se enfrentaría a cargos similares a los que ella se enfrenta ahora y quizá debería hacer frente a una pena de muerte. ¿Entendéis lo que quiero decir? Pensadlo.

En aquel punto se acercó a Parriwimple y puso sus manos sobre los poderosos brazos de este. Cerró los ojos y dejó que la magia curativa fluyera desde ella al gigante. Cuando acabó, le sonrió y siguió hablando.

-La muerte no tiene vuelta atrás. Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida ¿Podemos devolver la vida? Entonces no nos apresuremos a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos -dijo Helene hablando a todos los presentes-. Permíteme hablar con ella. Idalecia, ¿cómo acabaste siendo miembro de tu orden? ¿Sabías que algunas de las cosas que haciais no eran correctas? Y siendo así, ¿por qué las hiciste? Habla sin miedo. Yo te escucharé. 

Parriwimple escuchó a Helene y se rascó la barbilla.

- Ella atacar Parriwimple, y Parriwimple no hacerle daño tanto como el que ella querer hacer a Parriwimple. Parriwimple intentar ella bien- dio un largo suspiro- Tras hablar Idaelecia a lo que pregunta Helene, Parriwimple querer hable Ida. Ella conoce a Idaelecia, y Parriwimple se fía de Ida. Luego dejaré que quien quiera pueda decir lo que piensa, por orden que yo diré entre quienes levanten la mano. Y decidiré.

Los padres de toda Barovia, cuando una hija cecea... o es tartamuda... o tiene la piel demasiado oscura... o demasiado clara... o tiene un ojo de cada color... o dice demasiadas palabrotas... o tiene algún tipo de malformación... Cada vez que unos padres irresponsables tienen miedo, y se dejan llevar por la superchería, y piensan que tienen una niña maldita, la abandonan en las ruinas del monasterio de Santa Ecaterina. Yo fui dada a Baba Zelenna con unos meses de vida. Vi a Ida llegar con unos pocos años, cuando empezaba a hablar y su tartamudeo puso a sus padres nerviosos.

Los Frutos Rojos son mi familia. Nos hemos criado juntas. Llevamos toda la vida juntas. Y Baba Zelenna es una madre para nosotras. Y a una madre hay que respetarla, y hacerle caso cuando ordena algo. A vosotros se os llena la boca con lo que es bueno, y con lo que es malo... Yo solo veo a un puñado de santurrones hipócritas. Yo no hago cosas buenas o malas, yo solo hago cosas por la familia. Por mi familia. ¿Vosotros habéis perdido un pueblo? ¡Bien! ¡Me alegro! Yo ni siquiera tuve nunca uno.

La verdad... ¿Qué esperáis exactamente de mí? ¿Que confiese mis pecados? ¿Que me arrepienta? ¿Pero de qué me tengo que arrepentir? Me estáis juzgando con una moralidad que no es la mía imputándome delitos sin conocerme de nada, sin haberme visto nunca hacer nada... ¿Pero vosotros de qué vais? ¿Quiénes diablos os creéis que sois?

Snif, snif... Papaparriwimple... Lililibérala. Por fafavor. Déjala lililibre. Snif... snif... Cacada vez que pienso en Aida...-dijo, en referencia a la frutilla roja matada por Vjelkus-No somos mejojores que ellas.

Idalecia se quedó mirando a Ida, preguntándose qué había pasado exactamente con Aida.

Un poco más alejado, Ivalic encuentra a las chicas de su familia. Natalija está abrazando a Katta, de modo que la cara de la madre sobresalga por encima del hombro de la hija, de modo que Katta no pueda verla llorar. Al llegar Ivalic, Natalija se seca los ojos con la mano e interrumpe el abrazo.

No estoy enfadada con Parriwimple, cielo. Es un buen amigo y un buen Burgomaestre. Es solo que a veces las mamás queremos abarcar mucho, y cuando nos vemos desbordadas se nos cae todo el peso del mundo sobre los hombros.

La mano de Natalija se coloca en el lateral del cuello de su hijo, y sus dedos juegan con el pelo de Ivalic. Con los ojos temblorosos, sonríe.

Cómo te ha crecido el pelo. Dentro de nada voy a tener que volver a cortártelo.

Alzo la mano para pedir el turno de palabra.

Parriwimple se queda mirando a Idaelecia. Ha dicho muchas cosas, y le cuesta seguir su razonamiento. Dice que no hay cosas buenas ni malas, y que la abandonaron de niña. Parriwimple entiende eso, lo segundo. Porque lo primero no es verdad: matar está mal, secuestrar está mal. El mismo Parriwimple sólo se llevó a Idaelecia porque esta le atacó. Por un instante el gigantón piensa decir algo pero luego recuerda sus propias normas y asiente a Urik.

- Di, Urik.

​- "No se ha podido demostrar que Idalecia haya cometido asesinatos, pero sí que lo ha intentado, a vos mismo Herr Parriwimple. También ha participado en secuestros de personas inocentes, como la madre y la hermana de Ivalic.

Hay víctimas de las acciones de Idalecia, y algunas están presentes.

Ella puede justificarse como que esa es su moral, pero su moral atenta contra la libertad y el bienestar de otros, se basa en hacer daño a otros. Hacer daño a los demás si no es por autodefensa es malo.

Ha participado además en la convocación de demonios, que son el mal puro personificado. Sirve a una secta que adora a un temible demonio que traería más desgracias todavía a estas atribuladas tierras ya de por sí malditas.

Puede que no tengamos fundamentos suficientes para condenarla a morir en la horca, pero si queda libre retornará con su señora Baba Yelenna, y antes o después volverán a causar problemas a las gentes de Barovia. Seguirán siendo una amenaza." -

Escuchó cuanto decía Idalecia y la súplica de Ida. En ambos casos había una dramática historia detrás que explicaba muchas cosas aunque también era cierto que no las justificara totalmente. Sacudió con tristeza la cabeza. No habían tenido una vida fácil y habían sufrido un primera abandono por parte de aquellos que más deberían haberlos cuidado y amado, fruto de la superstición y el miedo. Sus padres. No podía imaginar algo así. O quizá sí. Una lágrima resbaló por su mejilla, pero tras las palabras de Urik, alzó la mano a su vez.
 

Parriwimple escuchó las palabras de Urik. Era curioso ver al gigantón realmente haciendo todo lo posible por escuchar y entender los sesudos argumentos de cabezas mucho mejores que la suya (aunque, seamos sinceros, para eso no era demasiado mucho). Él no solía hablar tanto, ni pensar tanto. Miró a Helene, tras las palabras de Urik, y asintió, dándole con ese sencillo gesto la palabra.

Las voces del juicio llegaban a Ivalic amortiguadas por la distancia y con la atención centrada en su madre y su hermana, lo que hacía que no se estuviera enterando de los últimos sucesos. Había oído la voz de Idalecia y por el tono parecía que la chica seguía con una pésima actitud, también le había llegado de refilón la voz de Ida, más como una súplica de alguien que trata de evitar que pase algo malo. Pero lo importante estaba delante de él, su familia triste y compungida, intentando consolarse ante las últimas adversidades.

Ahora que parecía que iba todo mejor...

Al menos su madre no había vuelto a ponerse mala, la casa al fin y al cabo era menos importante, aunque ni siquiera había podido disfrutarla.

-No te preocupes mamá, todo va a ir mejor -Intentó decirlo convencido, pero la verdad es que tampoco estaba demasiado seguro.- Parriwimple hará cosas muy buenas por el pueblo, volveremos a reconstruirlo y tendremos de nuevo una casa, yo encontraré a papá y volveremos a estar todos juntos, también nos desharemos del Conde y de todos los monstruos que podamos para hacer de estas tierras un sitio mejor.

Las promesas seguían siendo las mismas que cuando había empezado, salvo lo de la enfermedad de su madre, en eso si que había triunfado. Ivalic se abrazó a su madre y a Katta intentando compartir ese momento difícil para todos, ahora debían estar más unidos que nunca. Asintió cuando su madre hizo el comentario sobre su pelo, como si ahora su mayor preocupación fuera esa.

-Sí mamá, no quiero que me crezca tanto como a Firan y que la gente crea que soy una chica. Además Firan es un poco creído, aunque es cierto que sabe hacer buena magia. Ha dicho que me enseñará algunos trucos pero debo demostrarle que yo también soy un buen mago. Todavía no he podido, pero en cuanto la Señora Helene y Ludovico me enseñen algunos hechizos se va a enterar. Mamá, ¿Podrías cortarle el pelo a Firan? Y habría que lavarlo también, está muy sucio, claro que ahora es hijo de al Señora Helene, aunque creo que a Vjelkus no le hace mucha gracia, sobre todo a la hora de tener que compartir la comida. ¿Quieres que volvamos al juicio? Me gustaría escuchar lo que Parriwimple decide, debemos apoyarlo, esto no debe ser fácil para él y es nuestro amigo.

Cuando Parriwimple asintió, Helene hizo lo propio. Dio un paso al frente y observó a todos los presentes. Sabía que debía ser clara, decir lo que había que decir, hablar como una madre.

-Todos hemos escuchado a Idalecia. Y lo que ha dicho no es baladí. Viejas creencias, supersticiones, cuentos de viejas, temor, miedo a lo diferente llevó a que esta muchacha, al igual que otros muchos por razones injustificables, fuera abandonada a las puertas del viejo monasterio. Sufrió el rechazo de su propia sangre y su crianza y educación delegadas en otros, posiblemente sin importar si sobrevivía o no, si tendría una buena vida o no, si sería educada de la forma adecuada o no. Y años después, las consecuencias de aquellos actos se hacen palpables. Si Idalecia no hubiera sido abandonada, si hubiera crecido en el seno de su familia, ¿sería la mujer que ahora tenemos ante nosotros? Seguramente no -dijo con alta y clara-. Apelo a las madres aquí presentes, a aquellas que han batallado para sacar a sus hijos adelante, aquellas que saben lo que es verdadero amor, de los sacrificios que puede implicar, a aquellas que lo han hecho solas porque su esposo falleció o enfermó o simplemente, se marchó. ¿Imagináis posible abandonar a vuestros hijos a su suerte? ¿Dejarlos sobre el lecho de piedra de unas ruinas solo porque son distintos? No, el amor debe superarlo todo. Toda madre debería saber que parir es dejar que tu corazón viva fuera de tu cuerpo -guardó silencio un instante, un instante que aprovechó para mirar a su hijo con infinito amor. Sus ojos brillaron, humedecidos, pero no por la tristeza, sino por la dicha de su existencia. Y después miró a Firan, con la promesa de un hueco en su familia, en su corazón-. Las desgracias vienen sin buscarlas. Provocarlas es inmoral y atenta contra todo lo que es bueno y sagrado. Idalecia creció dentro de una familia que le dio lo que necesitaba. Y creó lazos de lealtad para con esa familia. E hizo lo que se le pidió sin juzgar. Porque le habían dado todo aquello que su sangre le había negado.

Caminaba atrás y adelante, despacio, buscando cada cara, como si los hablara a cada uno de ellos.

-Pero además de la familia, está la sociedad, esa otra gran familia que ha consentido que tales actos existieran, que no prohibió que un niño nacido con cualquier rasgo que lo hiciera especial fuera abandonado, haciéndose así eco de, y por lo tanto reforzando, supersticiones e ignorancia. Barovia es tan responsable de estos abandonos como las familias que los llevaron a cabo. Ya se abandonó una vez a Idalecia. Y a Ida. Y a otros muchos. ¿Vais a abandonarlos de nuevo, condenándolos por actuar según las reglas de sus casas, algo que solo ha ocurrido porque permitisteis que se los abandonara? ¿Vais a negarles una vez más su derecho no solo a vivir sino a vivir entre vosotros?

Se detuvo y esta vez miró a Idalecia.

-Idalecia, aprecio tu valentía por hablar y decir una verdad oculta y, sin embargo, por todos sabida. No pondré en tela de juicio tu amor por tu familia del monasterio. Pero sí negaré un hecho. Hay algo que todos sabemos de forma natural. Al menos en sus formas más básicas. Distinguir lo que es justo y lo que no para el común de los mortales. Podremos escudarnos en razones diversas que justifiquen nuestros actos pero esas razones no las hacen permisibles. Actuaste por obediencia y amor a los tuyos. Ello no implica que lo que hiciste bajo esas premisas fuera bueno. Pero no eres la única responsable de tus actos. También lo son quienes te pidieron que obraras así. Y quienes te abandonaron en su momento. Tus progenitores. Barovia.

Sentía la boca seca y el caudal de palabras menguaba.

-Solo nos quedan dos posibilidades. Como pide Ida, liberarla y dejar que vaya al monasterio, donde seguirá creciendo al margen de una sociedad que la repudió, asumiendo las consecuencias de ello, tanto vosotros como ella misma o darle una oportunidad, invitarla a formar parte de esta familia, de esta comunidad, abrirle vuestros brazos y corazones, perdonando un pasado del que todos somos responsables y permitirle que ayude a su nueva familia, creciendo y madurando en ella. Vivimos tiempos de necesidad y toda ayuda, sea cual sea su origen, debería ser bienvenida. No somos inocentes. Que no se nos llene la boca con el repudio. Idalecia, ¿estarías dispuesta a pertenecer al pueblo de Barovia, a ser uno más de nosotros? Por favor, piénsalo antes de responder precipitadamente.

Calló y miró a Parriwimple, a quien dirigió una mirada de disculpa por lo largo de su intervención.

-Era cuanto tenía que decir, Parriwimple.

Vamos, hijo...

Natalija cogió de la mano a sus dos hijos y volvió al juicio con ellos.

Oye, Ivalic... eso que dijiste de que le cortara el pelo a tu amigo Firan... ¿no será una de esas pillerías de las tuyas, verdad? Tú no quieres que Firan se moleste porque le obliguemos a cortarse el pelo contra su voluntad, ¿o sí?

Creo que ya que Helene me da la oportunidad de decidir mi destino en caso de ser declarada culpable, esperaré a que salga la sentencia antes de pronunciarme-dijo, no mostrándose demasiado colaboradora.

¡Protesto! ¡Alegación circular! Parriwimple ya ha dictado que la gente mala puede ser buena luego. No es válido declararla culpable en virtud de sus posibles futuras acciones... Insisto en un receso para hablar con la defendida.

¡Basta! ¡Bababasta! ¿Estáis todos locos o qué? Idalelecia no secucucu... no raptó a la niña. Idadalecia tiene las piernas nononormales. Fueron Adele y Ada, que son las que tienen las piernas especiales de cococorrer, las que se llevaron a la niña del pueblo. Idalecia solo vivivigilalalaba las ruinas. Solo hacía guaguguardia.

Ida se giró para encararse con Idalecia. La acusada le giró la cara.

Y tú, Idalecia... ¿Qué haces? Quédate con nononosotros en el pueblo. Acepta la ofeferta. Popopodemos vivir las dos jujujuntas...