Partida Rol por web

Casi lo habían conseguido, pero los vampiros eran seres muy escurridizos y Sasha se desvaneció ante sus ojos, dejando a la vez libres de su influjo las bandadas de murciélagos. Ivalic dejó de tocar fastidiado.

-Vaya... Casi la teníamos. -Utilizó su flauta para espantar algunos murciélagos despistados.- ¡Fuera! ¡Fuera!

Al menos todos estaban bien y habían demostrado que podían vencer a un aliado poderoso del Conde, eso siempre subía la moral, aunque no acabarlo por completo había dejado un regusto amargo en la victoria.

-Profesor ¿Cuanto tiempo deberá permanecer Sasha en su ataúd antes de recuperarse?

Sabía que los vampiros tenían una gran capacidad de curación, pero desconocía hasta que punto en concreto podía ser efectivo el proceso, sin embargo alguien tan estudiado como el profesor seguramente conocía los detalles. En cualquier caso tenía claro que no debían dejar su misión actual bajo ningún concepto, tan solo pretendía saber si al terminarla quizás Sasha fuera un objetivo a tener en cuenta por su debilidad o si ya estaría totalmente recuperada.

-Estoy con Herr Urik, debemos terminar esta misión antes de comprometernos con otras, es la manera más eficaz de proceder, sigamos el camino que marca Firan.

Se apartó un poco para que los adultos pudieran seguir discutiendo o procedieran a seguir el camino y se colocó junto a Tasia, durante el combate la había estado observando.

-Vaya combate eh... Le diste un buen golpe, aunque solo usaste tu mano izquierda. ¿Estás segura de que no te pasa nada?

No puedo usar el poder de mi tatuaje del león cuando golpeo con ambos puños. Cuando luché con el gólem de telaraña ocurrió igual: mientras podía invocar al león, luché con una sola mano.

El cuerpo de un vampiro tarda una hora en volver a recomponerse en su ataúd. Ese es el momento idóneo para clavarle una estaca en el corazón. Tras esa primera fase, la curación se acelera, y en pocos minutos las heridas se cierran y vuelve a estar plenamente recuperado.

Firan entró en la nueva habitación, reafirmado en sus posiciones. Había una puerta doble a la izquierda, y dos puertas al fondo, pero el niño se paró delante de la chimenea.

Uh... Qué raro. No debería de haber una chimenea aquí.

El pequeño mago agarró un atizador junto a la pared, y los ladrillos tras el fuego se deslizaron dejando ver la entrada secreta. Firan hinchó el pecho de orgullo, esperando grandes alabanzas.

Tengo un conjuro de pirotecnia con el que puedo reducir las llamas de la chimenea a cero. Bueno, si es que queremos pasar sin quemarnos.

-Buen trabajo, hijo mío -dijo Helene revolviendo el pelo de su pequeño cachorro. Sabía que deseaba volar, desprenderse de los lazos emocionales, pero Helene tenía la sana intención de ponérselo difícil-. Estoy orgullosa de ti. Procede a pagar ese fuego. No creo que nadie quiera quemarse.

Se volvió hacia el grupo y miró a Vjelkus, a quien guiñó un ojo de forma cómplice. Era el único varón de la sangre de su marido y quien prolongaría su apellido, de igual modo que Firan tenía su propio compromiso con el apellido Uthurlan. ¿Cómo reaccionaría su marido ante la muerte de Jeff? Con esfuerzo, borró aquella idea de su mente. No la ayudaba en su actual batalla. Necesitaba estar centrada y preparada para cualquier imprevisto y sobretodo para defender la vida de sus dos hijos, por encima incluso de la suya.

Mi espada sigue iluminada y cálida al tacto debido a haber desencadenado su poder. Me preparo y me pongo el primero para pasar en cuanto Firan apague las llamas.

Ivalic sonrió a Tasia y asintió con la cabeza, las explicaciones de la chica habían sido satisfactorias.

-Es cierto y debes aprovechar el máximo potencial de tu hechizo, eso acabará antes con nuestros enemigos. Solo me preocupaba por ti, no quiero que te pase nada malo.

Las explicaciones del Doctor también saciaron su curiosidad aunque evidentemente les dejaba un margen de acción muy pequeño.

-Entonces me temo que Sasha estará totalmente recuperada cuando la volvamos a ver, pero la venceremos nuevamente. Quizás nuestra victoria sobre ella haga al Conde más prudente y a nuestros "aliados" más dispuestos a colaborar.

En aquella última habitación parecía no haber salida, al menos hasta que Firan tiró del atizador y descubrió un pasadizo.

-¡Bien hecho Firan! Es mejor que apagues el fuego sí, no quiero quemarme la ropa al pasar por ahí. ¿Hay muchos pasadizos secretos más?

Urik, y más tarde un puñado de compañeros más, cruzaron la chimenea apagada por la magia de Firan y entraron en una pequeña habitación. La mayoría de sus aliados tuvieron que esperar fuera.

En aquella cámara del tesoro, el suelo estaba salpicado por unas cincuenta piezas de oro y cien de plata. Aquellas monedas eran solo un aperitivo, pues un gran cofre ocupaba el centro de la habitación.

En la pared del fondo había dos pebeteros metálicos anclados a la piedra. Una contenía una antorcha... La otra ya no. Aquella antorcha yacía en el regazo de un esqueleto inmóvil, sentado, apoyado en la pared. Sus cuencas vacías miraban a los recién llegados, especialmente a Ivalic. Es como si el pasado le dijese al niño: "¿ves? Este es el destino de los porta-antorchas". Solo que el esqueleto vestía una armadura completa, como diciendo a Urik: "¿ves? Primero morirá tu porta-antorchas, luego tendrás que portar tú mismo la antorcha, y después morirás tú".

Helene miró las monedas del suelo, el cofre y después el esqueleto en una rápida sucesión.

-Sin duda debió activar alguna trampa, posiblemente al intentar abrir el cofre, la puerta se cerró y no tuvo opción de salir. No diré que sea un final adecuado, pero es lo que ocurre cuando la ambición por los bienes terrenales se antepone al resto de las cosas -dijo Helene, que musitó pese a sus palabras una breve plegaria por el finado-. Aconsejaría dejar esto como está, evitando males mayores y centrarnos en nuestra misión. Cuando concluyamos con la misma, siempre habrá opción a regresar. Una cosa, ¿el esqueleto porta espada? Quizá a Malik le vendría bien si la tuviera. Firan, ¿por dónde debemos seguir?

Observo con detenimiento cada cosa de la estancia sin tocar nada.

El interior de la chimenea dejó al descubierto una macabra escena. Algún aventurero había seguido aquel camino hacía mucho tiempo y por alguna razón se había quedado atrapado allí, rodeado de un tesoro que no le había servido para nada. Ivalic tragó saliva al notar la mirada del esqueleto fija en él como si fuera una advertencia de lo que podía sucederle a él en cualquier momento. Sacudió la cabeza intentando alejar aquellos funestos pensamientos y observó la estancia con suspicacia intentando encontrar algún tipo de trampa.

-Doctor, Firan. ¿Qué tipo de trampa puede haber aquí? No quiero que nos quedemos encerrados con el esqueleto… Quizás sea buena idea dejar el tesoro y la habitación hasta que terminemos nuestra misión y podamos dedicarle un mayor tiempo y cautela.

Los tesoros estarían bien siempre que no hubiera un Conde asesino dispuesto a matarlos en la primera ocasión. Desvió la vista hacia Parriwimple esperando su decisión, aunque suponía que decidiría seguir con lo que estaban haciendo, como era lógico su hijo era la mayor preocupación que tenía.
Echó un último vistazo al esqueleto sopesando si tenía algo que pudiera ser de utilidad y si formaba parte de una trampa.

-Quizás si tuviera un arma de plata...

- "El objetivo de esta estancia es amedrentarnos y desmoralizarnos. Debemos mantener la entereza, aunque sin descuidar las precauciones elementales." -

Helene miró hacia abajo. El esqueleto de la armadura no poseía ninguna espada.

Bueno... Podría echarle un vistazo al cofre pero... por el momento veo que ahí ya estáis un poco apretados. Si dos de vosotros vuelven aquí, podré revisarlo con tranquilidad.

Firan se metió por la chimenea antes de que nadie volviese al salón. Al contrario que el Doctor Van Richten, el último Uthurlan tenía el tamaño adecuado para compartir espacio con Ivalic, sin estorbar mucho.

Alto... Esta pared de aquí tampoco debería de estar-conjeturó, tocando los soportes de las antorchas.

El pequeño mago recogió la antorcha del regazo del esqueleto y lo puso en el soporte vacío. Hubo ruido de maquinaria, y un pequeño temblor. Y el muro rotó noventa grados dejando un hueco para pasar a mano izquierda (a mano derecha el espacio era el mismo, pero las dos antorchas de la pared dificultaban el movimiento).

Tras la nueva puerta secreta abierta, se llegaba a una sala alargada llena de telarañas a izquierda y derecha. El camino que se extendía entre las hebras cruzaba hasta unas grandes puertas dobles en la pared opuesta de la habitación. Las puertas eran metálicas, con una gran argolla en cada hoja.

Salgo de la estancia para dejar paso y espacio al Doctor van Richten.

Ivalic se posicionó junto a Firan, ambos eran menudos y ocupaban el mismo sitio que un adulto, además el mago parecía saber bien lo que hacía en aquellas paredes, pasadizos y mecanismos.

-¡Guau! ¡Una puerta secreta! ¡Pero espera, será mejor que no pasemos hasta que el Doctor compruebe que no hay trampas! Además mira, está lleno de telarañas...

En su recuerdo todavía seguía vivo el encuentro con el golem de telaraña y todo lo que habían sufrido para derrotarlo, si había otro por allí...

Helene se situó a espaldas de Firan y colocó una mano sobre su hombro, apretándolo con firmeza.

-Buen trabajo, Firan. Vjelkus, acércate por favor -pidió a su hijo-. Un nuevo camino, una sala y unas puertas al final. ¿Alguien piensa que será fácil? -señaló al tiempo que daba un paso al frente adelantándose a sus dos hijos-. Esperad a que avance lo suficiente antes de seguirme -ordenó a ambos, al tiempo que empezaba a caminar precavidamente hasta alcanzar la sala sin adentrarse en ella. Se detuvo en el umbral de aquella cámara, mirando a derecha e izquierda, arriba y abajo, atenta a cualquier potencial amenaza o a los detalles que pudieran presagiar la presencia de un peligro en forma de cuadro, pintura, alfombra, mural, tapiz, escultura o lo que fuera. Si algo había aprendido era a actuar como una presa temerosa del ataque de cualquier depredador.

El techo de la habitación era lo suficientemente alto como para que las antorchas no iluminasen las vigas del techo, pero la Espada Solar aún emitía su potente luz. No había allí nadie acechándoles en lo alto.

Tampoco había tapices... ni cuadros. Era una cámara secreta detrás de una chimenea, y sería un desperdicio exponer una obra de arte en un lugar tan escondido que la mayoría de los visitantes en todos estos años jamás lograron ver.

Apremiado por Ivalic para inspeccionar la nueva sala, y la nueva puerta, el Doctor Van Richten ignoró el cofre de la antesala y empezó a buscar. Una de las gemelas le acompañó, para asegurarse de que el anciano estuviese a salvo. La otra se quedó atrás, en la habitación de la chimenea, para iluminar a los rezagados.

Bien... Ya he terminado. No hay trampa alguna custodiando las puertas, pero eso no garantiza que lo que encontremos más allá de ellas no sea peligroso. Os cedo a vosotros la decisión de abrirlas y obtener lo que haya detrás de ellas... o de ignorarlas, explorar otra zona y dejarlas cerradas para siempre.

Casi parecía un concurso, si el investigador de lo oculto no hubiese hablado con tanta solemnidad.

Ivalic esperó con expectación e impaciencia durante el rato que el Doctor examinó la siguiente estancia, aparentemente parecía vacía e inofensiva y tras el escrutinio de Rudolph se confirmaba. Ivalic miró a sus compañeros.

-Creo que deberíamos abrirlas, seguro que hay algo importante, si no no estarían escondidas.

Era solo una suposición, pero si alguien se había tomado tantas molestias para ocultar aquello es que debía ser importante. Por otro lado tenían una misión que cumplir y siempre podían retomar la exploración más adelante.

-Firan. ¿Cual es el camino más corto para rescatar el alma del hijo de Parriwimple?

Es por aquí, no me cabe ninguna duda. Esas puertas de hierro tan grandes no caben por el hueco de la chimenea. Para colocarlas en ese umbral, han tenido que meterlas por una sala que todavía no hemos explorado. Y esa sala tiene que ser grande... para dejar que los albañiles trajesen las puertas. Una sala grande implica refuerzos, arbotantes... muros maestros, que reparta la presión. Y junto a los muros, se construyen escaleras. Para bajar a la cripta subterránea en la que está el hijo de Ida, necesitamos encontrar las escaleras que sin duda hay tras estas puertas.