Partida Rol por web

A pesar de la triste noticia, sin ninguna muestra de empatía, Firan sonrió satisfecho.

Sí, madre. Elijo quedarme a leer el libro. Así podré reunirme con vosotros para la batalla final, y garantizar la victoria con la fuerza de la magia en un momento en el que el poder del amor no os salvaría.

Yo me quedaré con él, Helene, y me aseguraré que no corra ningún peligro-dijo el elfo.

Amigo Merquo... ¿Tenéis los conjuros necesarios para librar a Urik de su pesar?

Solo dispongo de un conjuro de restablecimiento, ya que el restablecimiento menor no sería suficiente para reparar la pérdida de sangre ocasionada por las arañas que vi ahí atrás-dijo, en referencia a la sala en la que había tenido lugar la batalla antes de que Merquo atravesara la puerta secreta de la chimenea-, y el Caballero del Cuervo no está tan grave como para utilizarlo en él.

Debemos de actuar con inteligencia. Los componentes para lanzar un restablecimiento no son baratos. Esa magia usa polvo de diamante. Eso hace que no pueda lanzarlo todas las veces que nos convendría. Tengo polvo de diamante suficiente para ejecutar el restablecimiento una vez, y lo reservaré para un caso extremo.

Asiento en silencio, esperando a las palabras del Burgomaestre.

Ivalic trataba de entender lo que el libro quería decirle pero no estaba muy seguro. Cuando Bauer tomó la espada y esta dejó de brillar comprendió que solo se destacaban los objetos mágicos que nadie tocaba, así que hizo un experimento con el libro que le hizo confirmar sus sospechas.
Tragó saliva cuando el libro confirmó que el padre de Vjelkus ahora era un hombre disecado, aquello eran pésimas noticias y terminaba con las esperanzas de la familia de encontrarlo con vida y también con el que era el único motivo que los mantenía con el grupo hasta entonces. Ivalic cerró rápido el libro, quizás así la respuesta pasara casi desapercibida y además no pensaba dejarlo allí.

-No podemos dejar este libro aquí, es demasiado peligroso si vuelve a las manos de Strahd. Yo lo llevaré. Además contiene la historia de nuestro pueblo desde hace muchos años, debemos custodiarlo. ¿Verdad Parriwimple?

Esperaba que el grandullón le diera la razón y con ella el permiso para quedarse el libro. Por otro lado así ni Firan ni Merquo se quedarían atrás.
Esperando que aquel tema estuviera prácticamente decidido solo quedaba la cuestión de que camino seguían ahora.

-¿Por donde vamos para rescatar el alma del hijo de Parriwimple? Esta habitación no tiene otra salida...

- "Nadie mejor que tú para custodiarlo, buen Ivalic." - Sonrío al muchacho de manera comprensivo antes de darle una palmadita en el hombro: - "Lamento tan aciagas noticias. Tu padre estaría muy orgulloso de ti si viera el hombre en el que te has convertido." -

¡Ni hablar!

Firan cogió un extremo del libro cerrado, y forcejeó con Ivalic por su posesión. Los dos querían ser magos, pero libro flipante de poderes cuasicósmicos solo había uno.

¡Es mío! ¡MÍO! Tú solo eres el hijo de un estúpido leñador. ¿Acaso yo no soy descendiente del mayor arquitecto de toda Barovia? No puedes compararte a mi inteligencia.

Al final el libro se cayó sobre las monedas del suelo, abriéndose y mostrando dos páginas en las que se empezaron a escribir y dibujar contenidos multimedia. En la página izquierda ponía...

Desconozco dónde está el hijo de Parriwimple.
Las salidas más próximas a esta cámara (K41):

En la página de la derecha ponía...

No.

Como se temía Firan iba a ser un problema, cualquier mago que se preciara no dejaría escapar un libro como ese, pero Ivalic no estaba dispuesto a renunciar a el.

-¡Deja de tirar! ¡Vas a romperlo! ¡Ya has escuchado a Herr Urik!

En el forcejeo el libro cayó encima de un montón de monedas y comenzó a responder a todo lo que hablaban, por un lado les mostró un mapa con la dirección que podían tomar para salir de allí, lo que estaba muy bien, pero la respuesta más confusa fue la de la otra página, un simple no.

¿No? ¿Que quiere decir? ¿Que no soy el que mejor custodiaría el libro? ¿Que Herr Urik no lamenta la muerte del padre de Vjelkus? ¿Que su padre no estaría orgulloso de él? ¿Que no era de Firan? ¿Que no era el descendiente del mayor arquitecto de toda Barovia? ¿O que no podía compararse a su inteligencia?

Demasiadas preguntas para una sola respuesta. ¿O acaso a todas las cuestiones se respondía de la misma manera? Ivalic se abalanzó de nuevo sobre el libro intentando interponer su cuerpo para que Firan no pudiera alcanzarlo esta vez y siguiendo su curiosidad no pudo reprimir la pregunta.

-¿NO? ¿No qué?

- "¿Debemos recoger algo de este tesoro? Creo que aún tenemos una deuda con maese Ludovico. Además, tal vez podríamos comprarle equipo adicional. Por otro lado, creo que aquí hay suficiente para contratar trabajadores de Nova Vasa para que vengan a reconstruir el pueblo de Barovia." -

-¡BASTA! -gritó Helene que había puesto un pie sobre el libro caído impidiendo que uno y otro se hicieran con él-. Apartaos del libro -ordenó.

Su rostro serio, la mirada relampagueante, el brillo argénteo de su cota y lanza en medio del dorado del oro la hicieron parecer una valkiria capaz de desatar su furia sobre cualquier mortal.

-Me tenéis harta con vuestro egoísmo, con vuestras peleas de adolescentes, con vuestra masculinidad siempre en danza -dijo con un tono helado-. Y no Urik, no nos llevaremos nada. Cuanto aquí hay aquí se quedará y llegado el momento y si sobrevivimos, satisfaremos nuestras deudas y cuanto aquí hay se destinará a las gentes de Barovia en función de sus necesidades. Aquí y ahora, nuestra prioridad es salvar al hijo de Parriwimple e Ida y destruir después a Stradh y a cuanto enemigo se interponga. Si morimos en el intento, de nada nos servirá arrastrar con nosotros unas monedas de oro. ¿He hablado claro?

Se agachó y recogió el libro, que guardó en su morral.

-Yo seré la portadora del libro y tú, Firan, tendrás oportunidad de estudiarlo cuando descansemos. Y habrás de compartirlo con Ivalic. Y no quiero ni protestas, ni miradas de rabia, ni sonrisas de satisfacción -dijo mirando alternativamente a ambos adolescentes-. O destruiré el libro. Y no bromeo. ¿Os ha quedado claro? Por lo demás, será usado cuando tengamos necesidad de dar con el mejor camino o saber cómo afrontar una amenaza.

Dicho aquello, miró a todos los presentes esperando una sola respuesta de queja para dar rienda suelta a su furia maternal.

-¡Eh! ¡Es injusto! Herr Urik ha dicho que me lo puedo quedar yo... ¿A que si Parriwimple?

El burgomaestre era su última oportunidad, si él decidía que se lo quedara alguien estaba seguro que la Señora Helene tendría que entregárselo. Y quien mejor que Ivalic para mantener a salvo tan preciado bien.

-Además... No se trata de coger las riquezas, hablamos de cosas que nos puedan servir contra Strahd, como el libro o la espada. Claro que por llevarnos alguna pequeña cosa ahora... Tampoco pasará nada ¿Verdad?

De nuevo desvió la mirada hacia Parriwimple.

Me encojo de hombros.

- "Ciertamente, tampoco es importante el tesoro en estos momentos, y no merece mucho la pena ir sobrecargados de peso.

Ivalic, Frau Helene es una mujer sabia, si ella quiere llevar el libro no debemos discutírselo." -

Y tanto que no deben discutírselo. Hubo un momento, cuando la bota de Helene estaba sobre el libro, con los dos muchachos agachados para hacerse con él, en el que las páginas luchaban y se revolvían para buscar una nueva página en blanco desde la que responder a la pregunta de Ivalic. Ese aleteo constante levantó cierta brisa que balanceó los cabellos de Helene. Súmale a eso el contrapicado desde el que los dos adolescentes veían a una Helene más alta y temible, y el ceño fruncido. Y sobretodo el tono de voz, que solo una madre logra modular a tales niveles de severidad.

Firan claudicó. Tener acceso al libro por las noches era mejor que no tener acceso al libro jamás.

¡Está bien!-aceptó, irguiéndose-Seguidme...

El pequeño arquitecto les guió de nuevo a la salita de la chimenea, y tomó por una de las puertas por explorar. Un pasillo en forma de "T" les daba dos opciones:

-A la izquierda, un pasillo, con cascotes en el suelo. Entre las vigas que años atrás sujetó un techo, la luz del sol de la mañana se colaba sin tapujos. Cada cierto tramo se abrían en las paredes nichos de estatuas de piedra de aspecto regio y cinceladas ropas nobles.

-A la derecha, sumida en la oscuridad, una escalera de caracol subía y bajaba por las paredes de una gran chimenea hueca de cincuenta pies de ancho.

De pronto, una figura fantasmagórica se aproximó desde el pasillo de la izquierda a la cabecera de la comitiva que había llegado a la intersección.

¡Urik! Dichosos los ojos... ¡Cómo has crecido!

Ella, sin embargo, estaba tal y cómo Urik la recordaba (quizás un poco más translúcida que la última vez): la Última Caballero del Cuervo, su maestra, la Dama Vey Rallen.

Que Firan aceptara el nuevo estatus sin protestas salvó a Ivalic de una buena colleja ante su inmediata queja. El morral con el libro acariciaba la cadera de Helene y de algún modo, su presencia y sus respuestas potenciales, tranquilizaban a esta. Siguió a su hijo, junto al resto del grupo, hasta alcanzar aquella especie de rellano en que el camino se bifurcaba. Dispuesta a echar mano del libro de cara a conocer las potenciales amenazas de cada camino, comenzó a rebuscar en su bolsa cuando el fantasma hizo acto de presencia. Un fantasma que parecía conocer a Urik.

Intrigada, detuvo toda acción a la espera del desenlace de aquel sorprendente encuentro. 

Ivalic se resigno a no tener el libro en su poder de momento, pero no pensaba renunciar a tal tesoro así como así. Siguió mirando a Parriwimple, que como Burgomaestre del pueblo debía decidir quien custodiaba el libro, pero estaba demasiado concentrado en buscar a su hijo como para atender otras cuestiones.
Ivalic se acercó a Tasia y Pitufín y acarició a su mascota.

-Cuando tenga el libro quizás pueda hacerte más grande y fuerte ¿Te gustaría?

No pudo terminar la conversación cuando un fantasma apareció e instintivamente se levantó y se puso en guardia para una nueva batalla. Cual sería su sorpresa cuando el fantasma pareció reconocer a Herr Urik. ¿Acaso era otro de los trucos del Conde para que se confiaran?

-Herr Urik. ¿La conoce?

Hago una profunda reverencia ante mi maestra y tutora en la Orden del Cuervo.

- "Dama Vey Rallen, estos son mis amigos y compañeros en la lucha contra el Mal. Todos ellos campeones del bien y la justicia.

Amigos, os presento a mi maestra, la Dama Vey Rallen.

Mi señora, lamento ver que seguís atrapada en esta existencia de penumbras." -

Imitando a Herr Urik, Ivalic hizo una reverencia mientras se giraba y tiraba de la manga de Tasia.

-Haz tu lo mismo, es alguien importante de la orden de los Paladines... -Cuando acabó de hacer su reverencia fue el turno de presentarse.- Encantado de conocerla Dama Vey Rallen, yo soy Ivalic, el portaantorchas de Herr Urik.

En realidad su etapa de portaantorchas había quedado atrás, pero tratándose de la superior de Herr Urik pensaba que atribuirle un ayudante tan capaz como él le haría ver más grandioso aún.

-¿Podemos hacer algo por usted? Sería un placer ayudaros.

Cuanto más cercano estaba el lugar donde estaba presa el alma de su hijo, más nervioso se ponía Parriwimple. El hombre nunca había pretendido ser líder, y las peleas entre Firan e Ivalic le producían una mezcla de curiosidad y frustración. Después de todo, ¿qué importaban todas esas cosas?

- Las cosas son sólo cosas. Cosas son menos importantes personas. Helene ser inteligente y sabia- dijo en media voz, agradeciendo a Helene con un apretón en el hombro su labor para calmar a ambos adolescentes- Luego poder ir donde decir libro. Poder preguntar libro ya si marido Helene seguir allí. Tal vez enterrar ayudar Helene e hijos. Parriwimple siente. Saber qué sentir por morir hijos, y recordar como sentir cuando pensar Ida morir- mira a Ida con auténtico cariño, para luego mirar al resto- Riquezas ser necesarias si todos decir, para ayudar gente que ayudar con cosas brillantes. Parriwimple entender. Pero ella tener razón y...

En parecidos parlamentos seguía discurriendo el bueno de Parriwimple cuando lo que parecía ser el fantasma de alguien que Urik conocía: la Dama Vey Rallen. Con cierta preocupación (sus recuerdos de fantasmas no eran buenos) Parriwimple se puso entre la fantasma y sus amigos.

- ¿Morir no te ha hecho mala?- le preguntó directamente- A Parriwimple no hacer malo, pero conocer muertos que haberse vuelto malos. Parriwimple saber que paladines ser buenos, y Urik bueno, aunque a veces enfadado. ¿Tú buena aunque muerta?