Partida Rol por web

Quizá sea importante el tema del calzado y os fijáis en el del chico. Resulta un dato interesante, y es que ha perdido el que corresponde con el pie derecho. En el izquierdo llevaba (pues ahora descansa con ropa limpia y cómoda) una especie de bota de caña baja, fijándoos en más detalle se ven restos de barro. Por lo demás os fijáis en forma y tamaño*

Con las primeras pesquisas realizadas, habiendo recogido a los Undas y expulsando vaho de forma visible debido al frío, os dirigís hacia la parte del río más cercana, siguiendo el canal que cruza la ciudad. Pasáis por delante de la casa y casi mansión de Idrazor que alguno de vosotros ha tenido ocasión de visitar hace unos pocos días. Tras ella, el caudaloso Anduin. 

Os acercáis para comprobar que en el borde del río, en las zonas más remansas, se ha formado una fina capa de hielo, de las que se rompen con facilidad simplemente arrojando una piedra. Los Uncas corretean y no paran de moverse, quizá acuciando la diferencia de temperatura a la que están acostumbrados.

La corriente va de izquierda a derecha. Hacia la izquierda, río arriba, se encuentran los pequeños muelles. A la derecha el canal, los barracones y mucho más allá la desembocadura de un afluente menos caudaloso.

El Anduín corría como si nada pudiese impedirlo, mientras nosotros examinábamos la orilla. La posibilidad de encontrar algo quizás no fuese sencilla, pero no por ello íbamos a dejar de buscarlo. Al mirar hacia río arriba, pensé que quizás viniese de los muelles, porque escapar río abajo se me antojaba más lógico que hacerlo río arriba. La corriente lo habría arrastrado sin esfuerzo hasta que finalmente, logró salir del agua y caminar lo que pudo hasta caer rendido a causa de la herida.

Sí, seguramente vendría de la parte alta del río y no de la parte baja.

Por ese motivo, me desvié siguiendo el curso hacia su origen, esperando encontrar algo, una huella o un rastro que no tuviese sentido o que me recordase al muchacho. Después de todo, si solo tenía una bota, quizás encontrara la otra o a lo mejor, el lugar en el cual hubiese reanudado el camino y abandonado las aguas.

Antes de abandonar la posada, Musgoverde había dado a Huesos a oler las ropas con las que había llegado el muchacho para que pudiera captar su olor y le resultara más sencillo rastrear. También le dio uno de los trapos manchados de la sangre del joven durante la curación que le hizo la sanadora. Aquel muchacho había llegado sangrando, por lo que sería probable que hubiera un rastro de sangre que les condujera, al menos, hasta el lugar donde había sido herido. Y la sangre podía tener un olor más perdurable y fácil de captar para el can que cualquier otra pista que pudiera darle. Huesos era un buen rastreador, y ya había servido con anterioridad a Musgoverde en tales menesteres. Así que una vez fuera, le dio las instrucciones habituales y le ordenó que se pusiera a buscar. El perro, moviendo el rabo y olisqueando con la cabeza pegada al suelo, comenzó a caminar haciendo eses por la calle hasta que dio con un rastro que empezó a seguir.

Cuando llegaron a la orilla, Musgoverde dejó que Huesos olisqueara libremente en busca del rastro mientras él ojeaba los alrededores. Cuatro ojos veían mejor que dos, por mucho que esos dos tuvieran un olfato extraordinario y unos sentidos increíblemente agudizados y útiles para el rastreo.

Llegamos a la zona donde Nienna encontró al muchacho y empezamos a rastrear la zona en busca de alguna huella que nos indicara al menos la dirección de la que procedía. Además reviso si veo juncos o cañas rotos ya que eso podría indicarnos por donde ha pasado gente, si veo que son recientes y la planta todavía está verde puede que sean incluso de la pasada noche.

También me dedico a observar la horilla donde el barro está más húmedo a ver si hay alguna pisada, sobre todo si son profundas pero solo en la punta de los pies eso indicaría gente que vino corriendo.

Samman, Viento y yo nos unimos al grupo en retaguardia. Sin duda a Huesos se le daba mejor el rastreo que a los uncas, que no fueron entrenados específicamente para ello, pero su instinto de cazadores podría sernos útil también en esto.

No interrumpen a Huesos, pero le siguen y olisquean el rastro que él va siguiendo.

Por mi parte, miro en los alrededores del camino, buscando cualquier cosa que nos pueda servir de pista para nuestros propósitos.

Por lo de pronto, buscaba el calzado parejo al que traía el chico en el pie. Nunca se sabe qué podríamos encontrar mientras intentábamos hallarlo.

Nienna razonó que probablemente el chico llegó de río arriba, pues es difícil nadar contracorriente y si había sido alcanzado por la flecha antes des salir de él, pues con más motivos aún.

Parecía que podía ser como buscar una aguja en un pajar, pero huesos no tardó en contradecir esta suposición, olisqueó y se puso a ladrar como un loco, avanzaba, miraba a Musgoverde y volvía a avanzar, parecía haber detectado algo.

Sus pequeñas patas os llevaron hasta justo al lado norte del embarcadero, allí hubo que fijarse bastante para poder distinguir unas pequeñas manchas de gotas oscuras y secas. Podían proceder de cualquier pescador que se había cortado con los aparejos, pero la prueba definitiva la encontrasteis justo donde se junta el agua con la tierra. Algo asomaba entre la fina escarcha, rompiéndola un poco, apareció medio hundida en el barro, la otra bota del chico.

Mirando al otro lado o río arriba no se veía nada de particular. Habría que decidir que hacer a continuación.

-¡Mirad! ¡Huesos ha encontrado algo! - Alertó al resto del grupo, mientras echaba a correr detrás de su perro. -¡Vamos, muchacho, vamos! - Le animó a que siguiera buscando.

Sabía que podía contar con el olfato del cánido, tan delicado y minucioso que no dejaba lugar al error. Huesos les llevó hasta el embarcadero, donde al parecer había un rastro de la sangre del joven. La sangre podía ser del cualquiera, pero a Musgoverde algo le decía que el olfato de Huesos estaba en la pista. La bota perdida del muchacho les esperaba un poco más adelante, semienterrada en la arena.

Musgoverde, muy satisfecho, acarició la cabeza de Huesos y sacó de su bolsa uno de los premios que tenía reservados para Huesos. Y no uno cualquiera, sino uno de los buenos, un buen trozo de carne del desayuno. El can se lo había ganado sin lugar a dudas.

-Creo que es momento de ir a por esa barca. Ya sabemos el punto al que el joven llegó, pero nos queda saber de dónde partió. - Musgoverde creía al igual que Nienna que, estando herido, era poco probable que el muchacho hubiera remontado la corriente a nado, sino que más bien se hubiera dejado llevar por ella hasta dar con la otra orilla. Lo que significaba que tendrían que ir río arriba. Aunque no podían descartar nada. -Crucemos hasta allí enfrente y remontemos el río. - Dijo señalando justo al punto que tenían en la orilla contraria. - Desde allí podremos ir río arriba dejando que Huesos olisquee el rastro. ¿Qué me dices, muchacho? ¿Quieres otro premio? - El perro ladró y Musgoverde lanzó un premio al aire que las fauces de Huesos no dejaron escapar.

Acaricio la cabecita de Huesos tras realizar el hallazgo, ya teníamos un punto de partida y eso era buena señal.

- Tienes razón Musgoverde, es hora de que vayamos a la otra orilla y busquemos allí el rastro...seguramente en la otra orilla encontremos el rastro de quiénes lo perseguían porque no creo que se aventuraran a cruzar el río de noche como lo hizo el muchacho...

Huesos pareció captar el rastro. Desde luego, allá donde cualquiera de nosotros no era capaz de hallar nada, aquel sabueso sin duda había conseguido llevarnos en la dirección correcta.

Lo seguimos sin dudarlo un instante hasta llegar a la zona norte, en donde había rastros de sangre y más adelante... la otra bota del muchacho.

-Bueno, parece que no íbamos muy desencaminados. Buen chico -le dije a Huesos, acariciándole la cabeza.

Musgoverde dio justo en el clavo. Había que probar en la orilla opuesta, dado que en aquella ya habíamos hallado todo lo que era posible.

-Sí, será mejor ir a por esa barca y cruzar. Por el momento, vamos bien con nuestras suposiciones. Confío en que sigamos así.

Me uní a las felicitaciones por el hallazgo. Huesos era sin duda un buen compañero, pero su instinto de cazador y rastreador, admirable.

Samman y Viento rondaban cerca, y para que no se sintiesen celosos los acaricié también a ellos. Se llevaban bien, y también con Huesos, pero no era cuestión de despertar recelos infundados.

-¡Vayamos, pues! ¡No hay tiempo que perder!

Todos se alegraron por la participación del pequeño can, que disfrutó del premio que le dio Musgoverde. Trazar el recorrido del joven malherido no iba a ser cosa fácil, pero ya habíais logrado bastante.

El siguiente paso que decidisteis fue ir a por la barca e inspeccionar el otro lado del río. El suele salir con la barca por las tardes y no os puso más problema con la condición de traerla de vuelta al medio día.

Cruzar el río no fue complejo, pero buscar algo a la otra parte si lo fue. Ni huesos ni ningún otro pareció encontrar nada y la zona era extensa. Pero antes que abandonar del todo quedaba la otra opción ¿Y si había venido de más arriba?

Nadar a contracorriente no fue fácil, más cerca de uno de los laterales por donde hay menos corriente y turnándoos comenzasteis a remontar el río. Con un ojo puesto en el astro rey, pues el tiempo iba pasando.

Ya estáis pensando en dar media vuelta, y más sin saber especialmente que buscar. Pero a veces hay suerte y es suficiente con intentarlo. Lo primero es que percibís un olor a madera quemada y a algo más que desagradable.

Tras un suave recodo del río, y encallado en la orilla, aparecen los restos de lo que parece ser un pequeño mercante de unos doce metros de eslora.  Ennegrecido por un incendio, el fuego se ha cebado con él y está medio derruido, aún humean algunos rescoldos.

-Bueno, no os preocupéis, estoy seguro de que encontraremos algo si seguimos remontando el río. - Animó Musgoverde cuando parecía que no encontrarían rastro alguno del paso del joven. Ni siquiera Huesos parecía captar su rastro, lo cual se le hacía raro al animista, porque esperaba que tarde o temprano el olfato del perro terminara dando con el olor de la sangre de la herida. A menos claro está, que hubiera sido herido mientras nada, como se había temido en un principio cuando conjeturaba con las diferentes posibilidades que habrían traído al muchacho de esa guisa a la posada.

Y finalmente ocurrió que dieron con algo. ¡Y menudo algo! Nada menos que una barcaza mercante chamuscada que incluso todavía humeaba.

-¡Por los Valar! Esto sí que no me lo esperaba. - Inmediatamente se giró hacia Nienna. -¿Anoche no viste ningún incendio o sentiste el olor del humo? - Le preguntó con curiosidad.

Era probable que algo le hubiera impedido la visión y que el viento soplara en otra dirección y no hubiera llegado a la orilla por la que iba la medioelfa, pero si por algún causal había sentido algo, podrían calcular aproximadamente la hora en la que ocurrió el suceso. El animista se acercó con cuidado a la barcaza bordeándola y comenzó a ojear a su alrededor, intentando descubrir huellas o el origen del incendio.

No tardamos demasiado en llegar hasta la barca y cruzar el río, pero una vez en el otro lado, tuvimos que rastrear durante más tiempo del esperado, obligándonos a remar contracorriente para remontar el río en busca de lo que no habíamos hallado más abajo.

Fue una tarea ardua y tediosa, que sin embargo, tuvo sus frutos, al hallar en un punto invisible desde más abajo, un pequeño navío quemado.

-Bueno, parece que por fin hallamos el origen de todo -dije, conduciendo la barca hacia la orilla para desembarcar.

Sin duda alguna, el fuego que habría quemado aquel barco, debía haber sido considerable y de haber sucedido de noche, se habría visto desde una considerable distancia.

-No creo que ocurriese por la noche. Quizás a media tarde, antes del anochecer. Después el muchacho debió dejarse arrastrar por la corriente, y logró alcanzar la orilla y llegar hasta el poblado, en el punto en cual yo me lo encontré ya medio muerto. Alguien debió atacarles y quizás él fuese el único superviviente -comenté, mientras continuaba con el rastreo y la búsqueda de cualquier pista u objeto que nos pudiera dar más información.

Observo si la madera del barco está embreada o no para hacerla impermeable, si es así el humo de una barca debió verse a cientos de metros ya que la brea produce un humo de color negro y olor fuerte.

- Me parece raro que nadie viera el humo de un barco de este tamaño ardiendo, a no ser que fuera durante la noche, aunque puede que no fuera la noche pasada. El joven pudo permanecer más de un día en la orilla. - comento  mientras reviso lo que queda del barco a una distancia de seguridad. - Lo que me preocupa es que un barco de este tamaño no se gobierna solo con un hombre. Ese olor desagradable no presagia nada bueno, pero es probable que alguno más saltase por la borda y llegase a la orilla. Deberíamos revisar y andarnos con ojo.

Ese olor seguramente sea de carne quemada, y no de carne de un rico lechón. Si no de carne humana. Han muerto varios aquí, pero han prendido fuego al barco para matarlos o para ocultar lo que había en el barco o sacaron del mismo.

- ¿Creéis que habría algo de valor en un mercante como este? El uso del fuego solo se me ocurre para borrar rastro o para hacer creer que se ha perdido lo que transportaba...

El asombro dejó sitio a la curiosidad. Cierto es que un incendio así tendría que haberse visto de lejos, y sobre todo de noche. El resplandor de tamaña hoguera es imposible que pasase desapercibido.

-Creo que alguien intentó ocultar algo, como dice Mut. Me parece demasiado barco para un incendio fortuito. Y ese olor nauseabundo... 

Miro a ver si encuentro alguna pista en lo que podemos ver a simple vista. a veces la madera tiene símbolos, o quizás algún estandarte que no se haya quemado y nos de pistas de su procedencia o destino.

Habíais recorrido un buen trecho río arriba, por lo que cerca de la ciudad no estaba. Quizá hubo algo de niebla o nadie quiso meter sus narices en fuegos lejanos y ajenos. En cualquier caso, vosotros si decidisteis husmear un poco más.

Por algún motivo huesos se quedó más pegado que de costumbre a las piernas de su amo. Cosa que no parecía ir con los Uncas que parecían ser más ajenos a todo.

Al acercaros más, no tardasteis en ver los primeros cadáveres. Algunos estaban chamuscados, pero no parecía claro que el motivo de la muerte fuera esa. Hasta un total de cuatro. Algunos presentaban heridas de arma blanca y otros de flecha. Teniendo ahora con que comparar… si, esas flechas parecían idénticas a la que pudisteis extraer del chico.

Otra cosa llamó la atención de Nienna, no había pertenencias de valor y las pocas armas que había, tampoco parecían buenas.

Por lo demás no había nadie vivo y poco más se podía hacer aquí. Quizá avisar a las autoridades de la ciudad para que les dieran un entierro digno. Salvo que alguien se quisiera fijar en algo más en particular, ya era hora de regresar para poder devolver la barca a tiempo.

-Me atrevería a decir que el chico iba en la embarcación y fueron asaltados. - Aventuró a decir el animista. -Ha tenido suerte de sobrevivir.

A Musgoverde no se le pasó por alto que Huesos se acercara a sus piernas y no quisiera separarse. Seguramente el fuego y el olor a muerte le tendrían alterado. Él tampoco se sentía cómodo en aquel lugar, por lo que no podía culpar al perro. Miró a sus compañeros esperando cuál era el próximo paso que querrían dar.

-Eso parece, amigo Musgoverde. Las flechas indican que estos desdichados y nuestro misterioso herido posiblemente viajasen juntos aquí, fueron asaltados, quizás saqueados, y quien lo hizo plantó también el fuego. ¡Tengamos cuidado, pues pueden estar cerca, y está claro que no son amistosos!

Llamé a los uncas para que no se alejasen demasiado, cuanto más cerca, mejor defensa serían en caso de ataque.

-Quizás fuesen solo comerciantes o transportistas de algún material -digo fijándome en las armas no muy buenas.

La paciencia era la virtud de cualquier rastreador. Era el arte de ver más allá de lo evidente, además de conocer cómo separar lo habitual de lo extraño, y de localizar el extremo de una madeja.

Río arriba, descubrimos cuerpos ligeramente quemados, pero todos con heridas de cuerpo a cuerpo y a distancia. Parecía haberse producido alguna clase combate a varios niveles y quizás se hubiera debido a un asalto.

-Supongo que transportarían algo de interés, porque me cuesta pensar que alguien preparara un ataque tan duro contra una embarcación. Debía ser por algo muy valioso. Además, eso implicaría que serían conocedores de esa ruta y de lo que llevaban. Me parece que esto no es solo un simple robo sino algo mucho más importante -comenté, examinando de cerca algunos de los cuerpos.

Coincidía con Axe en que no tenían aspecto de guerreros. Seguramente sí que fuesen comerciantes, aunque también me costaba pensar que no estuviesen preparados de llevar material valioso.

Había algo que terminaba de comprender del todo.

-Debemos volver y hablar con el muchacho. Solo él podrá despejar nuestras dudas.

- Lo que me gustaría saber es si atacaron el barco es que tenían una lancha o barca para ello. Si es así, alguien tuvo que ver dicha barca subiendo o bajando el río. - comento a mis compañeros - Deberíamos preguntar a los pescadores o la gente que trabaje en la ribera del río porque es posible que lo vieran aunque no sospechasen del mismo...

Un barco puede atracar en algún puerto fluvial, pero si usaron una barca o barcas será más difícil de localizar.

- De todas formas lo mejor es que regresemos, poco más podemos hacer aquí salvo notificar a los guardias que hemos encontrado esto. El joven podrá darnos más información y así se les podrá dar un entierro digno...o avisar a los suyos.