Partida Rol por web

Suspira fastidiado cuando lo ve levantarse al orco luego de recibir un rayo de tal magnitud, aunque pensandolo mejor agradece que tenga otra oportunidad de matarlo. Sin mas solo sonrie y le dispara una flecha.

Adaeric llegó al parecer, en medio de un combate, aunque ignoraba quién debía ser aquel tipo, estaba claro que era un enemigo, y que por las palabras de Abaliv, había acabado con Mano Larga

Veo que lo estais pasando muy bien dijo desenvainando su hoja y lanzándose a fondo contra el orco recién resucitado, con intención de decapitarlo limpiamente. Pero no tenemos tiempo para estos jueguecitos. Nuestro señor ha regresado, y tenemos mucho trabajo por delante.

Después de ver la resurrección del orco empiezo otra vez a lanzarle más flechas, pero esta vez con más ganas para ganar esa recompensa que ha mencionado Abaliv.

Sonrío ante las palabras de Adaeric y me giro hacia el orco -La tribu de Urag Gro-Shub debe de estar muy orgullosa de que su líder pueda revivir. O lo estaría si no hubiera traicionado a su memoria, a su sangre derramada, a sus ancestros. Cuando te reúnas con ellos seguramente te escupan en la cara por romper tu palabra y traicionarles. Y hablando de romper la palabra, ¿que se pensará el noble Arthian cuando te mate y no puedas continuar su reto? ¿cuando sea yo, con mis manos bañadas por tu sangre corrupta, el que lo cumpla? Y para terminar solo tengo que recordarte a Baesa, la que juraste proteger y dejaste morir. Su cuerpo, frío e inerte, se pudre vacío en un lugar muerto, tan muerto y vacío como tus promesas y juramentos. Careces de honor, orco, y hacemos un bien al mundo poniendo fin a tu vida.

Abro los ojos, empuñando mi arma y contemplando el infinito tras un velo de muerte. Me pongo en pie, y me preparo. Muchos son los enemigos, de elevada fuerza, lo cual significa que solo hay una cosa que hacer, y río con una sonora carcajada mientras mis dedos se cierran sobre el mango del arma que estaba atrapando justo antes de caer.

-Vanas palabras para un ser tan horripilante. Mi tribu fue arrasada, y su peso ocupa e hincha mis hombros. Años llevo con su venganza, y la cumpliré en una vida o en otra. ¿Romper mi palabra, qué sabes tú de tamañas insensateces? El guerrero Arthain pensará lo que desee, pues libre es de ello. Pero no llegarás a poder matarlo, tú no. Y si pretendes acabar con este mundo, no hay bien ni mal que puedas hacer atacándome. Si me hubieses ofrecido atrapar la cabeza del rey... pero no lo hiciste.

La carga es tan rápida como yo, y mi hacha cruza el aire ignorando al resto de combatientes como solo un cazador de campeones sabe hacer, y me he enfrentado a muchos de esos segándoles la vida. Muchos golpes vendrán detrás, sin lugar a dudas, pero si puedo hacer que mi hacha pruebe el sabor de su sangre, quién sabe lo que podría suceder...

Ragkrul es el mas rápido de todos y se lanza con furia contra Abaliv, pero este logra esquivar su ataque por poco*.

Adaeric, Vadia, y Dacen se lanzan contra el orco, que no es capaz de esquivar ninguno de los ataques, desplomándose contra el suelo al recibir semejante daño. Esta vez si que parece que el fiero orco no va a volver a levantarse...

Tras la muerte del orco, el guerrero que había observado todo sin inmutarse, se dirige hacia vosotros.

Habéis matado al único que se atrevió a desafiarme. ¿Cubriréis ahora vosotros tamaño reto?

Si me derrotáis, obtendréis recompensas tan grandes que serían capaces de hacer temblar a los mismísimos Dioses.

Eso si, una gran recompensa tiene un gran riesgo. Si alguno de mis golpes consigue impactaros, moriréis. No importa vuestra armadura ni vuestra fortaleza. Si os golpeo, moriréis en al acto.

Sino aceptáis el reto, iros de aquí, antes de que me enfade...

Mientras escucháis las palabras del bravo hombre, os dais cuenta de que Varania ya no se encuentra en el Valle.

Mis palabras surgen el efecto que esperaba y el orco se lanza contra mi, aupado por las provocaciones. Mi mente y mi hoja están preparadas para su ataque, tan rápido y letal que cualquier humano habría muerto ante él. Pero yo no soy ningún humano. Esquivo el golpe mientras el orco recibe los ataques del resto de mis compañeros, provocándole nuevamente la muerte.

Vadia, Dacen, tomad de su cuerpo las armas y enseres que lleve, ya no los va a usar más -ordeno a mis subordinados -¿Varania? Maldición, Adaeric, he sentido la presencia de nuestro señor, cuéntame sus órdenes. Por cierto, ¿tu no eras muy bueno esquivando acometidas? Si la respuesta es afirmativa te daré mi espada y podrás enfrentarte a Arthian, si no lo haré yo mismo.

Por último me giro hacia el hombre del parche -Vuestras palabras traen promesas de poder y mortalidad. Me atrae, la verdad, pero antes de daros una respuesta debo hablar con mis compañeros. Pero mis deseos de poder son ilimitados, la verdad, me enfrentaré a vos si el poder del que habláis es verdadero. Y hablo de verdadero pues el poder que da una espada o un objeto no me parece tal, pues las armas pueden ser robadas, rotas o perderse en un combate. Yo deseo poder de verdad ¿lo tenéis vos? ¿ese poder que me ofrecéis es la clase de poder que busco?

Sonrio al ver por fin muerto al orco y recibiendo el permiso de Abaliv, empiezo a revisar el cadaver. Mientras noto la falta de la hechicera y sonrio con desprecio antes de volver a lo mio.

Yo estoy dispuesto a ayudarte en el reto, mi señor. dice arrodillandose frente al demonio. Necesitamos mas poder, al menos vadia y yo que nos encontramos demasiado bajos de poder para la batalla final. Por eso yo me atrevere a enfrentar el desafio del hombre. termino de explicar y espero la respuesta del elegido.

Morgaron ha regresado, y camina entre nosotros  respondió sonriente el paladín caído Y ha tenido a bien recompensarme por mis esfuerzos, como podeis ver. Además, ahora soy uno de sus lugartenientes, igual que tú, Abaliv.

Varania de pronto se marchó del lugar, no quedaba claro porqué, si bien poco podría hacer ya para detener lo que estaba por venir. Ya no tenía importancia.

El Señor Supremo necesita tiempo para adaptarse a su nuevo avatar. continuó explicando ignorando al guerrero que hablaba ante ellos sobre retos, recompensas y muertes Me ha dado libertad para hacer cuanto quiera, aunque sospecho que lo que más nos convendría sería acabar con más de los seguidores de la luz. Intuyo una batalla inminente, y aún no hemos acabado con los elegidos, ¿me equivoco?

Sugiero acabar con ese tipo dijo refiriéndose al rey del valle y marchar en grupo para ir eliminando agentes solitarios del bien.

Dame tu espada, Abaliv  dijo por fin tras haber escrutado a su enemigo  Confío en el Señor del Mal. Se que si muero, seré traído de nuevo a la vida, de modo que adelante. ¡Quiero ese poder del que tanto hablais!

Dacen, levantaos. Ojalá tuviera el poder de alzaros a nuestra posición pero aún no soy capaz de ello. Tus armas mataron al orco y espero que los ojos de Morgaron se fijen en ti. Que tu luches contra él solo provocarán tu muerte pues temo que Arthian es un gran guerrero. Mejor esperad una situación más propicia -respondo a Dacen, levantándolo con respeto y apoyo.

Adaeric, ¿nuestro señor está a buen recaudo? Tened en cuenta que si está débil nuestros enemigos podrían tratar de acabar con él y son demasiados, más de diez -continuo mirando a mi igual y alargándole mi espada -Toma mi espada, es un arma increíble que ha probado la sangre de centenares. Vence a Arthian, hermano, obtén su poder y repártelo entre nosotros. Necesitamos más fuerza y creo que vale la pena arriesgar pues si no la guerra está perdida.

Finalmente miro a mis tres compañeros de armas, los elegidos de Morgaron -Si Varania se ha ido es posible que sea porque nuestro señor la ha llamado. Tal vez nuestros enemigos se han acercado más de la cuenta. Terminemos con esto y matemos a todos.

Todo un ejército lo protege, hermano, y no es un chiquillo indefenso. Debemos darnos prisa, pues noto que mis antiguos camaradas de armas nos ganan terreno. Hemos de desequilibrar la balanza a nuestro favor. dijo tomando la espada del demonio y lanzándose a la carga sin más miramientos contra el rey del valle.

¡Muere, escoria! ¡Sirve a tu verdadero amo! gritó lanzando un brutal mandoble que dejó una estela de fuego en el aire.

En mi mente tenía un plan, tan claro como lo había tenido con el orco cuando lo provocó para que le atacara. Primero obtendría la verdad del poder de Arthian y, si era un arma como él creía, apelaría a su honor para combatir desarmado. Luego simplemente lo descuartizaría.

Sin embargo su hermano había ganado fuerza y ansias guerreras, algo bastante normal, y había zanjado todo su plan con un grito de "Muere, escoria".

Arthian, defendeos y cumplid vuestra palabra. Adaeric, hermano, nuestros enemigos no son escoria, la diferencia entre ellos y nosotros es que, mientras ellos son ciegos a sus errores, nosotros podemos ver su potencial desaprovechado e indignarnos por ello. Arthian es un guerrero de gran nobleza que merece todo nuestro respeto. Y ahora ¡matad o morid!

Se levanta y mira al elegido con absoluta seriedad. Como desee mi señor. respondio con frialdad

Se quedo escuchando mientras una sonrisa maliciosa aparecia en su rostro. Talvez deberia ir moviendome a otro lado, necesitamos buscar a los que ayudan a los elegidos y a estos para exterminarlos. Es el deseo de nuestro señor Morgaron... comento con una mirada enloquecida.

Se veia un poco inquieto cuando noto que Adaeric se mandaba al ataque.

Arthian no logra esquivar el poderoso ataque de Adaeric, quedando gravemente herido.

Aún así, no piensa rendirse y se lanza contra el servidor del Mal, con fiereza.

Observo el combate sin poder disimular la tensión que siento. El golpe de mi hermano ha sido mortal y devastador pero Arthian parece aún con fuerzas para devolverle el golpe...