Partida Rol por web

Suspiré al ver cómo se desplomaban ante nosotros los esqueletos pero solté un gruñido al ver caer a Cassandra. Me agaché sobre ella y cerré sus ojos velados. -Ve en paz compañera. -no había más tiempo... no podía detenerme ahora. Con la determinación por acabar con el Mal por las nubes apreté mi lanza y seguí a la elfa, deseoso de cargarme a alguien. Quería ver sangre correr, manchando el filo de mi lanza, alimentándola.

Vuelves a despertarte dónde estabas, aunque esta vez, lo haces sin objetos. Al parecer, tus compañeros han rapiñado tu cuerpo. Justo delante de ti, una Torre de Obsidiana Negra con la puerta abierta te da a entender que todos se han metido allí. Puedes ver movimientos en el segundo nivel. Por uno de los ventanucos te parece ver a Palandras subir por unas escaleras hasta el tercer nivel.

Te levantas, te sacudes el polvo, y decides que lo mejor, ya que es completamente de noche, es estar junto a ellos que quedarte sola en el medio de la nada.

Además, tienes que recuperar tus cosas.

Cuando todos la habiáis dado por muerta, Riora "Machacacráneos" aparece jadeando en el segundo nivel de la Torre Negra de Obsidiana.

Riora se acercó a los presentes, cojeaba levemente de la pierna derecha, algo imperceptible para los menos avispados. Sus manos reposaban sobre los pomos de sus espadas, se la veía cansada, algo trastocada y tranquila.

- No pudo ni cumplir su promesa el maldito inútil, suerte que no me disteis un digno entierro.

Se puso a reir a carcajada limpia. En ese momento reparó en los desconocidos, los nuevos desconocidos. Resopló tras dejar de reir.

- ¿Que hay de nuevo? Soy consciente que habéis sufrido otra baja. ¿lo habeis resuelto, o tndré que pasar por la espada al que se me acerque?

La pelea con los esqueletos es corta pero muy intensa, después de derribar a uno de ellos, veo como este se recompone casi instantáneamente, cortando mis posibilidades de ayudar a los demás.

Veo con asombro como los 3 esqueletos restantes se abalanzan sobre la paladín de la Orden y como esta, a pesar de saber pelear en condiciones, no puede hacer nada para defenderse de tantos ataques y acaba sucumbiendo. En ese momento los esqueletos se colapsan en un montón de huesos, ella desaparece y aparece una escalera mágica.

Una nueva víctima en la cuenta del Hechicero Oscuro y de su séquito. - Digo en voz baja. 

Raenhmi y Palandras que son los que la conocían, apenas le han dedicado unos segundos, yo inclino la cabeza unos instantes para encomendarla a las planicies sin fin del más allá y me doy la vuelta para irme detrás de los demás.

De pronto unos pasos llaman mi atención, me giro a tiempo de ver llegar una orca que cojea ligeramente, por como habla parece que ya conoce a los demás, o a casi todos los demás.

Yo soy Pispantorín, el último hijo del Clan Ilquar. - Digo a modo de presentación. - Esto que se mueve dentro de mi mochila es Rufus, mi acompañante. Estamos aquí para matar al dueño de esta Torre y a todos sus acólitos, si vienes a lo mismo, se bienvenida. No se de que baja hablas, lo que si te puedo decir es que desde que llegamos a la Torre hemos perdido a 4 compañeros y que no me gustaría perder a más.

Voy a activar mi habilidad de Vidente.

Voy a tomar como objetivo de la misma a Riora.

Los aventureros suben al tercer nivel, el cual es una sala circular como la anterior, pero esta vez, no tiene ventana alguna con la que mirar al exterior. La iluminación sigue siendo pobre y el techo está a varios metros de dónde os encontráis. Cuando miráis hacía arriba para ver mejor, veis una jaula cuadrada colgada del techo, la cual se tambalea de un lado a otro.

Justo delante vuestro, podéis ver un altar con un trono de obsidiana oscura. La pared trasera esta cubierta con tapices rojos y dorados, en los cuales se pueden ver bordados de batallas que seguramente, ninguno de vosotros ha conocido.

Una voz, grave como un tenor, os habló.

- Veo que habéis pasado las pruebas y a los guardias. Bien... bien... espero que os sintáis cómodos aquí, por que será en dónde os quedaréis para siempre. -

En ese momento, la escalera desapareció, quedando todos encerrados en el piso superior de la torre.

- Almas nuevas, almas para mi Señor. No podía pedir nada más. Guerreros, bienvenidos a vuestra tumba. -

Me sobresaltó ver allí a la orca y por un momento pensé que venía desde el infierno a buscar más. -¿Tu no estabas muerta? -pregunté sin ningún tipo de pudor. No comprendía que hacía allí y lo más importante, no comprendía por que el resto no hacía ni decía nada. Esto es muy raro...

Pero al parecer las sorpresas no habían terminado, algo o alguien tenía pensado que todos muriéramos allí. Algo que no estaba dispuesto a hacer.

Miro a lo ojos a la orca, y nos quedamos así unos segundos. Después asiento levemente y con un gesto rápido, mientras subimos las escaleras, le paso la armadura de cuero, mi espada normal y la espada corta, para que esté bien equipada y preparada para la batalla final.

Riora se percató de que estaba desarma y desnuda (aunque esto no parece importarle) cuando el personaje del pato le acercó el equipo. No es usual volver del reino de los muertos, y seguía algo desorientada por ello. Cogió todo lo que le alcanzaron y se preparó para lo que tenía que venir.

- Brujerías.

Se limitó a contestar a Palandras.

Para cuando se dió cuenta, no había marcha atrás, no estaba aquí para acabar con nadie, simplemente no deseaba estar sola en un lugar como ese tras una experiancia como la que había vivido. Cuando todo acabara se retiraría a un lugar tranquilo y apartado, donde acabar sus días en calma, pero este no era el día. Quedaba un último encuentro, una última presa, la oportunidad para conseguir algo que nunca había buscado. Gloria.

Cuando estubo lista desenvainó las dos armas.

- ¿A quien hay que apalizar?

Segunda planta, ante nosotros cinco esqueletos armados y listos para sesgar nuestras vidas junto con una frase que no trae nada bueno a decir verdad. Me preparo para descargar un feroz golpe con mi espada, cuando esta vuelve a escaparse de mis manos.

Pero que cojones esta pasando con este arma, acaso esta maldita o las fortunas han decido darme la espalda y se dedican a reirse en un jodido rincón esperando que muera en esta torre.Pues lo llevan claro, no voy a caer aquí y menos desarmado.

Justo cuando estoy buscando el arma en el suelo con la siniestra y la diestra esta a escasos centímetros de desenvainar mi espada corta, Kassandra es asesinada a manos de los esqueletos, y tal como rezaba la leyenda, su muerte nos ha dado el acceso al piso superior.

Otra muerte más de la que tendrás que pagar.

Agarro la empuñadura de la espada de acero y me dedico a limpiarla concienzudamente, a ver si es que tiene impregnado algún icor que hace que la pierda en los momentos más inoportunos. Y entonces aparece de entre los muertos, la orca, justo cuando estamos llegando al tercer piso de la sala, pero antes de que pueda decirla nada, el hombre al que he venido a detener y/o matar comienza a hablar.

- Ahora mismo, nuestro enemigo es ese Riora, pero cuando nos libremos de él, tu vas a tener que explicar muchas cosas – digo a la orca tras ver como Pispas le proporciona equipo para enfrentarse a lo que nos espera en esta ultima sala.

- Sinceramente se me ocurren mejores lugares donde pasar mi tiempo, pero ya que estas tan seguro de que esta va a ser nuestra tumba y que vamos a pasar la eternidad entre estos muros y todo eso, que tal si nos dices donde podemos encontrar a tu maestro, señor o como quieras llamarlo, más que nada para saciar mi curiosidad antes de morir a tus manos – comienzo a decirle con calma esperando el momento adecuado para atacar - A no ser claro esta que en el fondo sepas que después de todo, podemos darte muerte, pero ahora que lo pienso, eso seria una muestra de debilidad, ¿verdad?

Si crees que voy a morir aquí lo llevas claro, de pasar la eternidad que sea en un lugar que merezca la pena y con buen alcohol casero, y por lo que veo no hay nada de eso aquí.

Una criatura apareció en el trono que estaba detrás de la mesa.

- Veo que habéis venido, amigos. - Dijo Orión. - Os echaba mucho de menos. Además, tengo aquí dos compañeros que querían tener unas palabras con vosotros, antes de que entre los tres os matemos cosa mala. ¿Eh? Por que aquí dónde me veis, soy bastante malo, además de ser un ricachón, claro. -

Orión sonrió.

- Seguro que alguno de vosotros sabe mi nombre, y el nombre de mis compañeros que me ayudarán a matarlos lenta y dolorosamente, para poder engrosar mi ejército. -

- Mi maestro Orión me ha dicho que si me encargo de vosotros, tendré una larga y prospera vida a su lado. - Dijo un hombre que hablaba, y se parecía a Cornelius Random.

Pero sus ojos eran rojos como el fuego.

Y venas negras recorrían su cuerpo, sobre todo su rostro.

A su lado, había un pato con gafas.

- Nos complacerá mataros a todos y a cada uno. Bueno, menos a ese pato que llevas en la mochila. A ese primero lo violaré y después, haremos Pato con Piña para que todos nos podamos alimentar. -

La mochila de Pispastorin se sacudió de repente.

Allí estaba Rufus, intentando salir.

Había escuchado la voz de Cornelius, y la voz de Sufur... supongo que tendría algo que decir también. Lastima que estaba amordazado.

Los combatientes, de ambos bandos, se preparaban para la que hasta ahora, sería la batalla más grande que habían tenido. Tal vez decidieran hablar durante unos minutos, para conocerse mejor, antes de lanzarse al ataque... o no...

- Yo no tengo que explicar nada, para empezar, otra cosa es que desee hacerlo. - Contestó a Gys - Pero primero lo primero.

Riora no daba crédito a lo que veía, un pato ... ¡Que llevaba gafas! Si, también hablaba, pero el hecho de visitar el infierno y volver para contarlo había ampliado sus horizontes, podía esperarse cualquier cosa de las brujerías.

Asió sus dos armas con fuerza, a la diestra la corta.

- Tu eliges pequeñajo, ya sabes lo que hay que hacer. Debemos mantenernos unidos, podemos leernuestros movimientos antes siquiera que sepamos lo que vamos a hacer. El resto, no os interpongais entre mis espadas y mi presa.

Riora se quedó mirando al que parecía un mago, vestía de rojo como el que increpó a Riora y a Z en las cuevas.

- ¡Tu! ¿Conoces a un tal Uriel? Tengo una cuenta pendiente con él. Te diré que vengo de los infiernos y lo que te ha contado tu jefe no son más que chorradas, ¡Pues ya estás muerto! ¡Y voy a llevarte donde te corresponde! 

Dado que Riora y yo vamos a atacar al mismo objetivo, se supone que tendré un +2 en cada tirada, ¿no?

Como estoy seguro de cuando se aplica el modificador, he hecho las tiradas normales, es decir, sin el +2.

Por lo que si se aplica, los resultados serían: 10, para la primera daga; 13 para la segunda daga y 11 para el ataque con la lanza.

Después de estar seguro de que Riora no es ni una asesina ni un agente del Enemigo, ni del Hechicero Negro. Le doy todo el equipo que puedo para que esté en las mejores condiciones posibles de cara a la batalla que nos espera, una batalla que no tiene pinta de ir a ser fácil.

Cuando aquel que nos increpa sale por fin a la luz, sonrío con frialdad ante sus palabras, por fin estoy ante uno de los responsables de la matanza de mi clan. Dejo que hable, e incluso le doy tiempo para que responda a Gys, si es posible.

Pero al ver salir a Cornelius y a Sufur me quedo muy sorprendido y tardo unos segundos en reaccionar. Mientras ellos hablan, con un movimiento rápido y fluido me agacho posando la lanza en el suelo y quitándome la mochila, para liberar a Rufus de ella y quitarle la mordaza.

Hemos encontrado a tu amigo, Rufus, pero ya es tarde. - Digo con tristeza. - El enemigo nos ha engañado, lo mató y lo ha convertido en un paria, en una burda imitación de lo que fue en vida. - Suelto al pato y lo miro directamente a los ojos. - Pero él sigue siendo tu amigo, por lo que tu decides. Yo aquí he venido a matar al Hechicero Negro que es el responsable de exterminar a mi clan, vivo por y para la venganza, ya lo sabes.

Me levanto mientras recojo la lanza y la apoyo contra el hombro. Saco las dagas de su funda y empiezo a jugar con ellas mientras miro al parlanchín que tengo delante antes de decir:

¿Eres tú el famoso Hechicero Negro? - Pregunto mientras lo miro. - Eres más bajo y feo de lo que imaginé. De todas formas, si es así he venido a presentarte los respetos del Clan Ilquar. - Digo enseñando mis dagas. - Aunque no creo que lo seas, tú eres demasiado patético para ello. Dime donde puedo encontrar a ese hijo de puta y tal vez tengas una muerte rápida y piadosa, no como la que han tenido tus acólitos de mierda.

Miro a Riora mientras señalo al parlanchín con las dagas y digo:

Ese es el elegido. - Sonío antes de continuar. - Si no colabora o si se pone aún más gilipollas, le damos pasaporte y listo.

Dos hombres y otro pato son nuestros enemigos, no conozco a ninguno de ellos pero eso nunca ha sido un impedimento para matar.

- Si os vais a limitar a amenazarnos, a decirnos que sufriremos eternamente, y todas esas mierdas que se suele decir para intentar asustar, podéis ahorraros el trabajo, tengo el culo pelado de aguantar bravatas similares. Si estamos aquí es porque sabemos que os matamos o nos matáis, no hay vuelta de hoja. Así que Orion, cuando quieras, ven a buscarnos porque te juro ante los dioses, que vas a derramar toda tu sangre y lagrimas para acabar con nosotros y ni por esas vas a salir victorioso – respondo extendiendo mi arma en posición de ataque.