Partida Rol por web

¡Perderás mucho mas que el encanto, niña arrogante! - rugió con furia la voz y, acto seguido, tres sombras se lanzaron contra vosotras.

Segun las sombras se abalanzan sobre mi y fluye a mi alrededor, me muevo como una bailarina, pasando entre sus estelas, frías como la muerte. Sin mirar atrás, con un chasquido de dedos las llamas inflaman el aire, pero sus cuerpos, se apartan con facilidad. Necesitaba concentrarme más.

Y todo mi plan se fue al garete cuando ese tonto adinerado empezó a gritar y culparme, pero rápido como un mosquito, intente arreglar las cosas.

-No sea tonto señor. Es solo fachada, aparentar que es lo único que tiene, sera mas fácil, nadie morirá y no nos mancharemos la ropa de sangre de tonto. Deme esa bolsa y se marchara con el pago-Mi lírica era soberbia pero aquel hombre no quería escucharme y por si fuera poco ese gigante estaba cada vez mas nervioso, por lo que como es natural, me contagio el nerviosismo.

-Tranquilícese matón de caminos. Estamos llegando a un acuerdo, ¿No queremos cruzar espadas inútilmente, ¿Verdad?-Le pregunte asomando unicamente la cabeza enseñando los dientes en una sonrisa cuasi perfecta.

Adaeric escuchó con calma las explicaciones del líder del poblado, poniéndose en pie para quedar a la par del otro, y ver desde por encima de su hombro el lugar que indicaba.

Chalados...

Entiendo asintió el joven paladín, sumiéndose por un instante en el silencio. ¿éste dijo señalando con el dedo el trayecto que en teoría debería recorrer para llegar hasta allí es el mejor camino?

No importaba en realidad.

Cuando el hombrecillo se acercó de nuevo al mapa para comprobar la ruta escogida por el paladín, Adaeric le dejó paso, situándose tras él. La daga de oscura hoja pasó por la no muy limpia piel del aldeano, abriendo su garganta de lado a lado, como si una segunda sonrisa sangrienta hubiera surgido sin aviso previo. 

Adaeric sujetó con una mano el cuerpo del hombrecillo, que se esforazaba por respirar y gritar mientras la vida se le escapaba a chorros por lo que antes era su tráquea, y tapó su boca con la otra, evitando que se desplomara y que el ruido atrajera a ojos no deseados.

Te dije que estabas rebasando el límite de mi paciencia. sentenció con una oscura sonrisa, justo en el instante en que la vida se escapaba del líder de la aldea.

Adaeric se apresuró en ocultar el cuerpo en el armario más cercano, y acto seguido se apoderó del mapa que le llevaría a su siguiente destino.

Fuera, el pordiosero seguía sentado, a la espera de alguna compasión. Adaeric le dedicó una estremecedora sonrisa, y acto seguido reemprendió camino...

Esquivaste el golpe con gracilidad, al igual que Thenidiel. Sin embargo, la espada de tu compañera no parecía hacerles daño ninguno y tu no eras capaz de concentrarte para generar llamas.

¿Que pasa? ¿Estás nerviosa, niña llama? - resonó de nuevo la voz y ambas sombras arremetieron contra Fariel, que lanzó un grito desgarrador.

Tu cliente no quiso escucharte y echó a correr gritando, presa del pánico. Casi en el acto, una flecha salió de entre unos matorrales y le dio una muerte rápida. El "matón" hizo lo propio con el cochero y después se dirigió a ti:

¿Algún motivo para que no te mate, hombrecillo repugnante?

Tras librarte de aquel miserable hombrecillo, seguiste las indicaciones del mapa, esperando que no mintiera.

Recorriste un tétrico camino, en el que no encontraste a ninguna persona o animal, y llegaste a un templo en ruinas, que probablemente era al que se refería tu victima.

Antes de que pudieras acercarte mas, te quedaste inmovilizado de repente.

¿Quien va? - dijo una ronca voz.

-¡NO LA TOQUÉIS!- En un estallido de ira el aire se inflama con una fuerza de cien soles. Noto mi pelo convertido en látigos de fuego y poder. Luz y calor que exorcizan a las sombras eliminando toda oscuridad en la que puedan refugiarse. 

El fuego lo envuelve todo. Tu furia es palpable y consigues concentrarla en esas malditas sombras, que en cuestión de segundos son consumidas por las llamas, quedando el cuerpo de Thenidiel tirado en el suelo. La ciudad no tarda en sumirse en un tétrico silencio.

Consigues liberarte, a duras penas, de la inmovilización, y la voz vuelve a sonar.

¿Como es posible? ¿Quien eres tu?

Soy quién te va a sacar las entrañas para que den un paseo si vuelves a intentar algo parecido espetó sin ningún respeto el paladín, echando mano a su hoja, aún envainada.

Ahora, haz el favor de salir a la luz para que vea con quién tengo el gusto de hablar. Llevo mucho tiempo caminando en pos de una misión sagrada, y no estoy de humor para tonterías.  ordenó, sabedor de que por lo general, aquellos que realizaban tareas de vigilancia no eran sino simples secuaces que obedecían con premura ante una órden decidida.

- Perdona, a veces me descontrolo.- Comento con una avergonzada sonrisa mientras me recojo el pelo detrás de la oreja. Me aproximo a la guerrera y le tiendo la mano para que se levante con más comodidad- ¿Estás bien? Deberías soltar la espada, y hacer una antorcha con las ropas del anciano y los materiales de por aquí, el acero no las daña a diferencia del fuego, son seres hechos de oscuridad.

Una vez la guerrera se levanta, miro alrededor con los brazos en jarras.

-Buscaremos señales del origen de esas sombras y acumularemos los cadáveres que encontremos aquí, para hacer una pira. No queremos que se conviertan en un foco de plagas y se merecen una ceremonia digna. ¿Te parece un buen plan?

Atontado por el golpe, Rendam alzó una de sus espadas con intención de molestar a su agresor y quizás salvar la vida, pero su cabeza sabía que sin capacidad para defenderse, estaba perdido. Aquella flecha le había marcado para su final...

...hasta que la sangre salpicó el suelo junto a la cabeza del bandido. Tras él, una figura femenina que parecía ser su salvadora. Con una sonrisa, el enviado del Rey Cail se levantó con su ayuda y se limpió un poco el polvo de los ropajes.

- Vaya, y que lo digas... - dijo observando el cadáver. Dirigió una mirada a su montura y suspiró, cerrando los ojos - Pobre Imperioso... no se merecía esto. -

Negó con la cabeza y sonrió un poco a Cassandra. - Muchísimas gracias, sí, estoy vivo, que es más de lo que podría decir si no hubieras aparecido. - el hombre le ofreció la mano a la guerrera, amablemente - Me llamo Rendam y me dirigía a la Ciudad del Agua, ya ves que sin mucho éxito. Encantado de conocerte. -

Ante ti apareció lo que daba la sensación de ser un sacerdote, aunque su ropa era de color negro y no blanca como la de los sacerdotes que solían pulular por la Ciudad del Agua.

¿Que te trae por esta tierra maldita, joven? No pareces un simple aventurero...

Tras asentir con la cabeza retiré mis armas del cuello del siervo del brujo. No eran necesarias más palabras y no estaba habituado a ellas, mis espadas hablaban por mi -Trato.

Thenidiel estaba dolorida y visiblemente avergonzada.

Se supone que yo debía protegerte a ti... Gracias, Talashia - acto seguido guardó su espada y preparó una antorcha, tal como le dijiste - Veamos si aún quedan mas de esas sombras por aquí y después haremos esa pira.

No parecía haber mas sombras por allí, hasta que lo visteis: El origen de aquel mal.

Se trataba de una sombra diferente al resto, con mas forma y mucho mas humanizada. Algún tipo de invocación mayor, digna del mejor, y mas oscuro, de los hechiceros.

Vaya, vaya - dijo la sombra y en lo que se supone era su rostro apareció una boca llena de dientes afilados - Si es la niña fuego y su perrito guardián. El amo estaba muy preocupado por ti, temía que desbarataras sus planes pero, mira por donde, vas y apareces aquí, dispuesta para que te despedace. ¡Menuda cara le va a quedar al Rey cuando vea que han roto su juguete favorito!

Acto seguido, y a una increíble velocidad, se lanzó sobre vosotras.

Para eso estamos - dijo estrechándote la mano - Soy Cassandra Evert, encantada - ¿Evert? Ese apellido te sonaba, algo le habías oído decir al Rey. Dos muchachos excepcionales llevaban ese apellido y ambos formaban parte de la Orden de la Luz. Eso sumado a sus movimientos, no dejaba duda. Aquella muchacha era digna de admiración y muy a tener en cuenta - ¿Y que te trae por aquí, Rendam?

El hombre te enseñó por donde debías dirigirte y después se fue, sin una simple frase de despedida*

Seguiste varios caminos escarpados, donde no había ni un solo ser vivo, hasta llegar a una cueva. A su entrada se encontraba un anciano, sentado, y fumando tranquilamente en pipa. Te miró como si aquello fuese lo mas normal del mundo:

Hola, jovencito ¿Que te trae por aquí?