Partida Rol por web

Al examinar la habitación, parece que te encuentras en una sala de invitados. A simple vista, no parece haber nada que llame la atención:
Una mesilla junto a un cama de matrimonio, y un armario para la ropa.
Decides abrir el armario, y ves que hay ropa de todo tipo. Desde ropa moderna que se lleva ahora, hasta ropa que parece de la era Isabelina. Como noble no obstante, aprecias su buen gusto.
Por curiosidad, decides tocar una de las prendas al azar. Es una especie de traje con muchas puntillas y parece un poco ridículo. Un poco bastante vamos.
No obstante, detectas que hay algo de magia en el traje. A fin de cuentas, es un traje para magos.
Parece que ofrece algo de protección pero... es taaan feo...

Al principio parece que estas en una especie de almacén, nada te llama en especial la atención.
Te pones a rebuscar en la habitación a ver si encuentras algo, pero al de un rato, te resbalas con una madera suelta en el suelo. Con tan mala suerte, que activas una trampa que había en la habitación al caer al suelo, lo que provoca que parte de tu maná sea absorvido.
Frustrado, decides que ya has tenido suficiente en esta habitación, y sales de ella sin notar los adornos de gemas brillantes que había en ella.

Al entrar en la habitación, ves que se trata de una especie de sala de armas. Lo que más llama la atención, es una espada colgado en un marco en la pared. El acabado es exquisito.
Cuando ibas a adentrarte en la habitación no obstante, detectas un trampa, unida a una armadura en una esquina de la habitación.

Vaya, así que esta trampa daría vida a la armadura para que me ataque e? Vaya mal, tanto trabajo para que ahora yo la desactive.
Y efectivamente, Rincewind consigue desactivar la trampas, pudiendo entrar en la habitación sin peligro.

Al entrar, te acercas al arma de la pared. Es un trabajo excelente y te disponemos a cogerla, cuando ves algo que te llama la atención. Se trata de un arcón entrabierto que parece no contener nada de valor, pero a diferencia del resto de la casa, se encuentra sospechosamente bien conservado.
Al abrirlo, encuentras una espada con algún roce y no tan bonita como la colgada, pero al cogerla, sientes que al arma es mucho más poderosa. Ha sido forzada con magia, y mientras la empuñas, sientes que entiendes las propiedades del arma a la perfección. Un arma echa para magos y guerreros

La casa es horrible, pero más horrible es tener que limpiar este estercolero, piensa la señora Gume, pues ha pasado su infancia limpiando lo que los ricos ensuciaban. Menos mal que ahora tenía una carrera y un joven al que enseñar. Sin embargo, lo que más le molesta es no poder contar con su servant. Para alguien que hace las cosas bien...

Sin mediar más palabra, pues ya está todo dicho, desenfunda su bate, lo agarra fuerte y abre la puerta de la última estancia de la planta baja.

Rincewind inspeccionó cuanto pudo teniendo en cuenta que el tiempo apremiaba. Al menos no me voy con las manos vacías, menuda joyita me he agenciado... Creo que también me llevaré esto.  Dijo cogiendo el arma de la pared con cuidado de no hacer ruido. Puede que a alguien le venga bien. Cuando decidió que no había más que hacer, volvio al punto donde se separaron sus compañeros, satisfecho con el resultado de su incursión.

Al entrar en la habitación, la señora Gume se desespera aún más.
Hay un montón de frasquitos vacíos tirados por el suelo, todo desordenado, y el suelo está pegajoso.

La habitación parece una especie de baño, con una bañera con alguna cucachara, y un retrete que...

También hay un armarito que decides abrir. Está casi vacío, pero hay un frasquito como los del suelo con un líquido rojo.
Una rápida inspección te lo hace reconocer como una poción de curar heridas. Maravilloso

Guau, emana poder. Poder y... mal gusto. Creo que lo voy a coger y luego ya veremos si lo equipo o se lo dono a madame Gume. Erzo se pone el traje en el brazo y cierra el armario.

Erzo, tras avisar al resto del equipo que volvía al punto de encuentro, llega donde está un Rincewind feliz y dicharachero. Veo que ha ido bien la investigación. ¿Alguna pista de que ha pasado por aquí?

Erzo mira el traje hortera que lleva en el brazo, sabiendo que en cualquier momento Rincewind hará un chiste más bien ofensivo.

Al llegar, Rincewind vio que Erzo también había terminado con sus pesquisas, aunque no tenía del todo claro si había salido airoso, visto lo que traía bajo el brazo. De haber sabido que íbamos a disfrazarnos yo también hubiese traído algo. Puede que sea el atuendo más hortera y ridículo que haya visto en toda mi vida. Reprimió sus instintos más básicos y evitó burlarse de él, ya que podía darse el caso de que decidiese no ponerse aquel ropaje por miedo al ridículo que sin duda haría. No, todavía no, aguanta. Los demás también tienen derecho a reirse. Así que en su lugar intentó animar a Erzo a probarse su nuevo outfit.

Buenas Erzo, menuda suerte he tenido encontrando esto. Dijo mostrándole su espada mágica. ¡Caramba! Veo que tú también has conseguido un buen botín, a juzgar por la calidad de los materiales sin duda perteneció a alguien realmente distinguido. Parece realmente cómodo, ¿por qué no te lo pruebas antes de que lleguen los demás?

Que demo... este plebeyo me está queriendo tomar el pelo otra vez. En cualquier caso, en vista de que algo aporta, me lo pondré de cara a inspeccionar los pisos superiores. Nunca se sabe lo que uno va a encontrar. Además, así se queda feliz y quizás deje de hacer tanto el garrrulo.

Creo que voy a ponérmelo si. Solo digo que si por casualidad alguien en esta casa se riera, quizás alguien perdería algo a lo que tiene bastante aprecio, como unos dientes, unas piernas... Dice Erzo sonriendo para sí.

La señora Gume se guarda la poción en uno de sus convenientes bolsillos internos del kimono y sale de la habitación.

La señora Gume vuelve con los demás, con las manos mucho más vacías, al parecer, que sus compañeros. Cuando ve a su alumno con un traje tan hortera, se muerde la lengua e intenta no hacer ningún comentario afilado al respecto.

Si su madre le viera ahora, se horrorizaría, recuerda. Su madre nunca le había dejado repetir ropa y siempre hacía venir a los sastres más talentosos de la región a que le confeccionaran nuevos trajes. Estos ricos...

Por un momento, al ver a Rincewind con su nueva espada mágica, a la señora Gume se le ilumina el rostro. No en vano era ella una historiadora con cierta obsesión con las armas y reliquias antiguas.

Oye chico, ¿dónde has encontrado eso? Déjame ver..., pide mientras se acerca a él y examina su espada con el ceño fruncido, intentando averiguar algo de ella. ¿Sólo había esta?

Rincewind se mostró receloso cuando vio iluminarse el rostro surcado de arrugas de la jubilada. ¿Intenta jugarmela?

Claro, eche un ojo. La he encontrado escondida en un baúl, cerca también me he topado con esto. Dijo mostrando el arma ornamental que también encontró. Yo no la necesito para nada, pero la he traído por si alguno volvíais con las manos vacías, no todos tienen la suerte ni el sentido de la moda de Erzo.

Y le ofreció a la señora la bonita espada, que a diferencia de la suya no era mágica, pero bien podía haber pasado por un arma de la realeza, a juzgar por los acabados. Aunque la atención de la señora Gume estaba centrada en el otro arma, parecía que trataba de comprenderla. Una espada para gobernarlos a todos...

A la señora Gume le falta tiempo para desenfundar su bate y coger el arma que el extraño mago no quiere.

Con un arma en cada mano, las sopesa y finalmente se guarda en el cinto la espada, donde segundos antes había colgado el bate. Tiene que ajustar de nuevo el cinto, pues la espada pesa más y abulta menos que el trozo de madera barnizada.

Deja el bate en el suelo y da una palmada en el hombro a Rincewind. A continuación le susurra algo y finalmente dice en voz alta:

Ahí queda el bate para quien lo quiera.

La señora Gume susurra lo siguiente antes de hablar en voz alta:

Gracias chico, me hará falta para mantener a taya a ese Lancer, ya sabes.

Burdock sale también de su habitación, con un chichón y al parecer bastante cabreado.
Tras un intercambio de palabras entre alguno de vosotros, decidís que ha llegado el momento de subir al segundo piso.

El segundo piso tiene la misma estructura que el primero, hay un pasillo con 4 habitaciones cerradas, una escalera para bajar al piso de abajo (por donde habéis subido), y otra para subir al de arriba.

No se oye ningún ruido en todo el piso, y todo parece demasiado tranquilo en la mansión...

Rincewind asintió, comprendiendo al instante la gravedad de las palabras de la señora Gume. Miró de soslayo al resto para comprobar que nadie más había escuchado nada. Para desviar cuanto antes la atención comentó.

Está bien, ahora es cuando se pone interesante, sabemos que arriba no estaremos solos, así que lo mejor será que hagamos dos grupos equilibrados, aunque con la suerte que tenemos no creo que haya una combinación ganadora. ¿Lo echamos a suertes?

Echando un ojo a la espada de Rincewind, la señora Gume desenvaina la suya, aunque la acaba de guardar.

Si nos separamos el loco y yo tenemos más posibilidades de defendernos, Erzo no va a poder defenderse con un traje hortera... Y bueno, el rubio, está claro que sin su servant no es nada. Sólo espero que no entre de nuevo en combustión espontánea.

Arma en mano, la señora Gume sube a la primera planta, esperando que le sigan.

Rubio, conmigo. Chico, cuida de Erzo. Erzo, cuidado con el desequilibrado.

Todos piensan que este es solo un traje hortera. No tienen muchas miras de percibir magia parece ser... en fin. Erzo suspira y comenta:

Atentos a cualquier ruido, no sabemos que podemos encontrarnos o si algo se moverá entre plantas. No sabemos si lo que vimos intentará escapar o atacar, pero en cualquier caso mejor oirle irse o llegar.

Sea pues. Rincewind, vamos a la habitación del fondo. Nuevamente, empuña el bate tal y como hizo en la planta baja.

La señora Gume abre la segunda habitación que encuentra, pasando de largo la que acaba de abrir Erzo.