Partida Rol por web

Un sudor frío recorría su cuerpo. Al ver a Hakuno muerto en el suelo, Kazuo finalmente comprendió que tan ciertas eran las palabras de la voz misteriosa. No podía fallar o terminaría de la misma forma, tenía que idear algún plan para vencer a este enemigo que obviamente era mucho más peligroso que los anteriores.

Suponiendo que sus capacidades son las mismas que mi efigie, debe ser muy rápido y fuerte a diferencia de los anteriores. Tengo que tratar de obtener la mayor ventaja posible!

-Ataca sus piernas para limitar su movilidad y luego acábalo!

Espero que haber leído todas las novelas de Rugal Piernas de Acero haya servido de algo... -pensó mientras veía como se acercaban lentamente los contendientes-.

El choque entre las efigies fue inevitable. Pero, el problema fue que tu efigie era, naturalmente, descerebrada al ser una marioneta. La otra también, pero era un enemigo mas complicado que las esferas de antes que seguían un patrón estúpido. Esta usaba varios movimientos poco predecibles. En base y como era obvio, era otra muñeca con las mismas capacidades que la tuya. La efigie que te acompañaba trataba de hacer lo mejor posible, pero realmente estaba siendo apaleada por la otra. En el sonido de choque entre sus golpes, iba ganando abolladuras y sus extremidades se iban aflojando. Invariablemente, la tuya estaba perdiendo, y muy mal.

-Hmph...parece que estás carente de potencial, también.

Puedes oír una voz en la distancia, la misma que te guió hasta este punto, justo cuando tuviste la certeza de que estabas perdido. Al igual que en las luchas anteriores pero a la inversa, ahora era tu defensor el que estaba siendo arrollada sin piedad, aunque asestaba algunos golpes a la otra por suerte, pero la brecha ya era demasiado extensa. Una patada certera hizo volar su cabeza lejos, y cayó al suelo sin hacer mas movimientos. Y, con la misma velocidad que traía, cargó contra ti.

Duele. Un corte en horizontal en el torso hace manar sangre espesa y cálida conforme tus rodillas se doblan, cayendo al suelo.

-La hora ha llegado. Con tu inevitable derrota, consideraré la ronda de preliminares terminada, siendo que el tiempo de plazo está ya cumplido. -hizo una breve pausa, y escuchabas los pasos vacíos de la efigie enemiga volviendo a su postura inicial- Adiós. Rezaré para que encuentres paz en tu aniquilación.

Esas son las palabras finales de la voz para ti. Realmente no tienes poder alguno para protestar, apenas y te quedan fuerzas para estar consciente y mirar el suelo. Aquí morirías. Haciendo un esfuerzo por ver alrededor, bultos marrones se alzan desde el suelo...o más bien, los notas, ya que estaban ahí desde el principio. Los bultos son cuerpos uniformados de una cantidad incontable de estudiantes caídos de Homurahara. Hakuno no era el único que había terminado ahí. Todos ellos llegaron hasta aquí y murieron, siendo incapaces de hacer mucho para evitarlo. Y en un tiempo muy corto, también te estarías uniendo a ellos. Tratando de moverte para volver a ponerte de pie, un dolor inenarrable recorre tu cuerpo, como si esto no estuviese permitido para tu existencia. Quizá deberías cerrar los ojos ahora. Hiciste todo lo que pudiste, así que dejar que termine ahora sería lo mejor. Rendirse y descansar en la nada sonaba como un lujo no muy lejano...

Mientras se perdía en la fría oscuridad entre los cuerpos de los estudiantes muertos, vio nuevamente todo el esfuerzo y sufrimiento que vivió durante su entrenamiento pasar ante él, luego ambos "padres" aparecieron, parados frente a él entre los muertos, mirándolo como si ese dolor y tiempo invertido no hubiesen servido para nada. De pronto se vio nuevamente en aquella casa desconocida, otra vez esas dos personas que nunca había visto, porqué se le aparecían nuevamente? Aún tenía un deber que cumplir y muchas dudas que aclarar, no podía morir allí.

-Me rehúso a rendirme! -dijo mientras se ponía de rodillas- No voy a morir aquí!

El dolor era tan intenso que por momentos perdía sus sentidos. Realizando un esfuerzo que jamás pensó capaz de lograr, Kazuo se incorporó.

El dolor corriendo por tu cuerpo hacía rato había pasado tu capacidad de soportarlo. Todos tus sentidos se debilitaban a cada momento.

Pero incluso así...

...tienes que levantarte.

Habían demasiados cuerpos. Habían demasiadas preguntas. Y una necesidad primordial. Tenías que vivir, sin importar qué. La paz era tentadora, pero entonces...¿porqué ponías toda la fuerza de tu voluntad y tu cuerpo en ponerte de pie? Justo ahora que tu espíritu estaba despertando, no podías permitirte un final así...pero, en ese momento, escuchaste un nuevo sonido. *Crack*, al ver que su trabajo no estaba terminado, la efigie estaba volviendo a ponerse de pie.

Eso es correcto.

Alguien que no estaba habló, una voz de mujer. Y el sonido de cristal rompiéndose llenó tus oídos. Casi todos los vitrales se habían hecho pedazos y estos fragmentos  habían caído en la nada, levantando el peso del ambiente. El vitral que se mantenía era de una figura ambigua, sosteniendo unas riendas levantadas a lo alto, hacia el cielo. Y en el centro de la habitación, algo se alzaba. O mas bien, se materializaba. Botas largas, y tela negra que cubría unas piernas delgadas y esbeltas, que desaparecían a la altura de los muslos en una pieza de tela negra y ceñida al cuerpo, y otra similar cubriendo los brazos, sujeta con púrpura. Largo y hermoso cabello púrpura llegaba hasta casi rozar el suelo, tan bello que casi era inhumano y era fácil decir que jamás habías visto algo así antes. Era una figura alta, femenina y muy bien proporcionada, seguramente por encima del metro con setenta. El rostro se veía agraciado, pero los ojos estaban ocultos tras una especie de venda sobre la cual había un símbolo rojo en la frente. En conjunto, observarla demasiado fijo naturalmente podía causar cierto pudor.

Esa forma…

No dista nada de la de un humano, pero es algo diferente. Eso está demasiado claro. El poder que emana de esa figura trasciende el de cualquier humano o enemigo que hayas visto hasta llegar a este punto.

Y un increíble poder que parece que vaporizaría a cualquiera que lo toque, hace pequeños remolinos dentro de tu cuerpo, casi contra tu voluntad, como buscando establecer una conexión.

-Tienes unos 3 segundos para responder antes de que ese enemigo te alcance. ¿Eres mi Master? -tenía un tono de voz un tanto frío, y estaba inmóvil. Por alguna razón, incluso sin sentir su mirada sobre ti, sentías la presencia extraña...no podías quitarte de la cabeza el estar siendo acechado por una serpiente gigante.

Deslumbrado por la visión y fuerza espiritual del ser que le hablaba, Kazuo no podía desviar los ojos de ella.

Entonces la efigie era solo una prueba... Esta mujer es a lo que mis maestros se referían como Servant, puedo sentir su poder intentando alcanzarme... Mi arma!

-Si! Lo soy! -gritó Kazuo casi al mismo momento que la efigie lo alcanzaba- Yo soy tu master!

Un sonido de cadenas, seguido de uno de impacto metálico. Solo tenías vista para el brazo de esa efigie, que se levantaba nuevamente para ponerte final. Pero una gruesa aguja metálica salió desde lo que vendría a ser el codo de la muñeca. El constructo no tuvo fuerza alguna para terminar de bajar el brazo, y de hecho, un tirón de la cadena hizo que saliera volando en dirección contraria. La Servant había apoyado una mano en el suelo, mientras que en la otra sostenía un clavo idéntico, aunque la postura duró solo un instante. Recibió a la marioneta con una ágil patada en la cabeza, y el choque entre la fuerza de esta y la velocidad con la que había sido jalada resultó en que la cabeza saliera volando. El movimiento había sido grácil y sinuoso al igual que el cabello y las cadenas danzando. Se puso de pie entonces, tirando de la cadena que se desprendió con facilidad del metal como si perdiera el agarre que la había mantenido fija, y viste que sus labios se movían, pero no pudiste escuchar que dijo.

Su voz no alcanzaba del todo tus oídos, porque en los cortos momentos de pelea una sensación dolorosa nacía en tu mano y solo fue en aumento comenzando a quemar tu consciencia incluso. En eso, la voz de antes que venía desde arriba de aquel cielo vacío te llegó de forma clara, como hasta ahora.

-La marca en tu mano es un Sello de Comando. Es la prueba de que tienes dominio sobre un Servant. Puedes usarla para dar 3 órdenes que deben ser obedecidas. Piensa en ellas como hechizos de fortalecimiento dispensables. También son la prueba de tu participación en la Guerra del Santo Grial. Piérdelos por alguna razón, y perderás tu vida. - De alguna forma, ignoras el dolor escuchando lo que tiene para decir- Entiendo tu actual confusión, pero antes de que me olvide...Felicitaciones, has pasado por mucho para llegar hasta aquí. Por ahora, descansa. Has completado tu primer objetivo. Fue un esfuerzo increíblemente torpe, debe decirse, pero eso es lo que hace todo esto más entretenido. He tenido este rol por mucho tiempo, pero es la primera vez que veo a una Master tan indefenso como tú. Sin embargo, debes estar feliz por tu logro. Tu rápida respuesta a este Servant que ha decidido manifestarse te ha salvado.

Conforme escuchas mas, vas haciéndote una idea de que la voz debe pertenecer a alguien de 30 o más. Y es real e irritantemente presumida. Por alguna razón casi que puedes imaginar al propietario de la misma como un sacerdote, vestido de sotana negra. Como si pudiera comprender lo que pensabas, habló de nuevo:

-¿Oh? ¿Piensas sobre mi identidad? Me siento honrado, pero soy insignificante. Solo soy una mera parte del sistema. Solo soy un guía con una personalidad tomada de un participante anterior, y tengo la tarea de dar un mensaje estándar a todos los participantes. No soy más que palabras, una grabación del pasado. Ahora, comencemos tu bautismo. Has probado ser merecedor de tal honor. Para muchos, la monotonía del día a día continúa sin un fin. Tu decisión en ver más allá de lo establecido y progresar te ha ganado el derecho a existir. Y sin embargo, solo haz tomado tu primer paso. ¡Regocíjate, joven guerrero, porque la Guerra del Santo Grial comienza ahora!

Realmente no tienes mucha idea de que está hablando. ¿Guerra de que...? ¿Derecho a existir?

-Debería no explicarlo ya que lo recordarás luego, pero...si, un objeto de gran poder existió una vez en el mundo, y era capaz de conceder deseos. La gente lo llamaba Santo Grial, y luchó una infinidad de batallas por conseguir su posesión única. Esta guerra...El Sistema en el que te encuentras es solo una evolución más eficiente de esas tensiones. Estás a la entrada de un mortífero conflicto, donde muchos magos perecerán persiguiendo el premio. Ahora, lucha hasta la muerte. El fiero trono de los cielos solo recibirá a aquellos con los deseos mas fuertes. Parece que ambos han decidido cooperar, y tomando esto como pago, abro para ustedes las puertas de esta Guerra del Santo Grial. -Las marcas en tu mano comenzaban a doler aún mas, de forma insoportable a estas alturas. Se terminó. No podías aguantar mas. Al alcanzar el límite sobrecargado hace rato de tu resistencia, tu consciencia se apaga. Viste el suelo acercarse nuevamente, mientras te envolvía la oscuridad.

El dolor de cabeza se incrementó en una fuerte punzada que le atravesaba de lado a lado sin compasión, prácticamente sentía que sus ojos se saltarían de sus órbitas oculares y los músculos de la quijada se tensionaron con tanta fuerza que se creía incapaz de poder volver a mover la boca, hasta que de manera súbita aquel dolor desapareció. Quizá producto de la sangre derramada y que su cuerpo estaba muriendo a pesar de sus intentos desesperados de aferrarse a la vida o, mucho mas probable, por la repentina caída del bloqueo que tenía en su mente, nublando su juicio, pensamientos, conocimientos y recuerdos.

Sosteniéndose con las manos desde sus rodillas, terminó de enderezarse y de la sorpresa frente a sus ojos, casi pierde nuevamente el equilibrio. Frente a él se hallaba la mas hermosa mujer que había visto jamás y, sin embargo, había visto aquel rostro angelical cientos de veces desde que era solo un niño. Aunque su mente aún intentaba rellenar los "¿Como?", su corazón comprendía la verdad irrefutable que se alzaba frente a él en ese preciso momento. Solo una mujer, en toda la historia de la humanidad, podía vestir con semejante porte, tener la voz firme de un Emperador y el tono dulce de una madre preocupada por sus hijos. Solo una tenía la piel tan blanca y tersa, el cabello dorado como finos hilos de oro y los ojos cual piedras de jade, incluso su ropa luchaba incesantemente para someter los redondos y bien formados pechos en su lugar, probablemente ninguna tela sería suficientemente digna de probar su piel y sin embargo ella así lo había decidido. Exhibía su cuerpo como el mas fino tesoro, la mas reluciente joya y el deseo mas lascivo. A pesar de la distancia entre ellos, Aurelius creía que podía sentir el agradable aroma de su piel tapando incluso el olor a sangre, vísceras y demás fluidos que los cadáveres a su alrededor desprendían.

Solo ella era capaz de convertir en un hermoso paisaje tan tétrico escenario, tan solo ella brillaba con esa intensidad. Ella, el Emperador de Roma.

Si, lo soy, mi Emperador. Contestó con tanta firmeza que por un solo instante y, ante la bendita visión de Nero, todas sus heridas, pérdida de sangre y dolor, habían perdido por completo su importancia. Mi nombre es Aurelius Augustus y juntos alcanzaremos los deseos de nuestros corazones. Para eso... se tambaleó y escupió sangre nuevamente, tuvo que agarrarse con fuerza el estómago para no desmoronarse. Con la mano que no se sostenía señaló a la efigie. ¡Destrúyela!

-¡Así debe ser!

Una vez más, el combate fue muy desigual, pero ahora en tu favor. La velocidad y destreza del Emperador sobrepasaba y por mucho a la de la efigie. La "batalla" no duró más de dos movimientos de una roja y exótica espada que se materializó en las pequeñas manos. Se veía pesada, y por la forma de sostenerla parecía que le pesaba. El acero rojo describió el primer movimiento para ponerse el horizontal al suelo, y el segundo acompañó un giro de la figura, que hizo volar el vestido de forma sinuosa, y en conjunto la técnica recordaba a una semilla helicóptero. La guillotina dio límpiamente en el cuello, separándolo del resto del cuerpo. Naturalmente la efigie dejó de moverse. No había forma de que siguiera funcionando tras haber sido dañada de esa forma.

-Me siento entusiasta de forma proporcional al honor que debes sentir en este momento. Mientras esté a tu lado, no necesitas temer sobre perder tu rumbo.

Aparentemente, seguía hablando, pero su voz no alcanzaba del todo tus oídos. En los cortos momentos de pelea, la sensación dolorosa en la marca de tu mano solo fue en aumento, y ya comenzaba a quemar tu consciencia incluso. En eso, la voz que venía desde arriba de aquel cielo vacío te llegó de forma clara, como hasta ahora.

-La marca en tu mano es un Sello de Comando. Es la prueba de que tienes dominio sobre un Servant. Puedes usarla para dar 3 órdenes que deben ser obedecidas. Piensa en ellas como hechizos de fortalecimiento dispensables. También son la prueba de tu participación en la Guerra del Santo Grial. Piérdelos por alguna razón, y perderás tu vida. - De alguna forma, ignoras el dolor escuchando lo que tiene para decir- Entiendo tu actual confusión, pero antes de que me olvide...Felicitaciones, has pasado por mucho para llegar hasta aquí. Por ahora, descansa. Has completado tu primer objetivo. Es...extremadamente inusual que un Servant se salte los procedimientos y responda por su cuenta. Debes estar feliz por tu logro. 

Conforme escuchas mas, vas haciéndote una idea de que la voz debe pertenecer a alguien de 30 o más. Y es real e irritantemente presumida. por alguna razón casi que puedes imaginar al propietario de la misma como un sacerdote, vestido de sotana negra.

-¿Oh? ¿Piensas sobre mi identidad? Me siento honrado, pero soy insignificante. Solo soy una mera parte del sistema. Solo soy un guía con una personalidad tomada de un participante anterior, y tengo la tarea de dar un mensaje estándar a todos los participantes. No soy más que palabras, una grabación del pasado. Ahora, comencemos tu bautismo. Has probado ser merecedor de tal honor. Para muchos, la monotonía del día a día continúa sin un fin. Tu decisión en ver más allá de lo establecido y progresar te ha ganado el derecho a existir. Y sin embargo, solo haz tomado tu primer paso. ¡Regocíjate, guerrero, porque la Guerra del Santo Grial comienza ahora!

Realmente no tienes mucha idea de que está hablando. ¿Guerra de que...? ¿Derecho a existir?

-Debería no explicarlo ya que lo recordarás luego, pero...si, un objeto de gran poder existió una vez en el mundo, y era capaz de conceder deseos. La gente lo llamaba Santo Grial, y luchó una infinidad de batallas por conseguir su posesión única. Esta guerra...El Sistema en el que te encuentras es solo una evolución más eficiente de esas tensiones. Estás a la entrada de un mortífero conflicto, donde muchos magos perecerán persiguiendo el premio. Ahora, lucha hasta la muerte. El fiero trono de los cielos solo recibirá a aquellos con los deseos mas fuertes. Parece que ambos han decidido cooperar, y tomando esto como pago, abro para ustedes las rejas de esta Guerra del Santo Grial. -Las marcas en tu mano comenzaban a doler aún mas, de forma insoportable a estas alturas. Se terminó. No podías aguantar mas. Al alcanzar el límite sobrecargado hace rato de tu resistencia, tu consciencia se apaga. Viste el suelo acercarse nuevamente, y la oscuridad te envolvió.

¿Por qué?... ¿Por qué estoy tan perdida? Algunas cosas parecen reales y otras no. ¿Qué es real aquí? 

Charlotte se miró las manos, como entumecida, aturdida. ¿Qué es real? ¿Acaso yo soy real? Se mordió un dedo, como intentando comprobar que no fuera un sueño o una ilusión.

Duele... no sé qué esperaba. Sentía como si durante una eternidad el tiempo se hubiese repetido y todo se repitiera exactamente igual que el día anterior.

Pero, en estos momentos, el comportamiento de los que la rodeaban resultaban distintos. Todos estaban actuando como si ¿Acaso ese no es...Leo? Ugh, mi pobre cabeza... Necesito llegar a él... Observó a los muchachos que corrían por el pasillo alejándose y sus piernas comenzaron a moverse por sí mismas... Avanzaba mecánicamente, sin siquiera tener una idea de sí misma, no recordaba su nombre, las cosas que le gustaban ni la voz de su madre, pero sentía que si tan solo pudiera alcanzar a Leo, la respuesta estaría allí.

En su pecho, su corazón se aceleraba, respiraba agitada, corriendo con todas sus fuerzas, buscando alcanzar ese punto rojo, con un brazo extendido hacia adelante. Quería gritar pero las palabras se escapaban de su mente, el dolor pulsante le impedía pensar con claridad.

Un deseo, en esencia, quemaba en su pecho Por favor... por favor...

Seguiste a Leo y al otro estudiante hacia el final del corredor, y no te costó mucho alcanzarlos.

 -...-Leo examinaba la pared con excesivo interés- El detalle es increíble, incluso el aire a su alrededor es bastante sustancial. Este mundo es mas real que el que representa, visto de esa forma. Pero esa es mi opinión. ¿Que hay de ustedes? ¿No opinan lo mismo?

Giró la cabeza hacia ti, definitivamente. Tenía una sonrisa sin hostilidad, pero por alguna razón te parecía que había algo malicioso tras ella.

-Ir a la escuela no fue malo. Nunca tuve oportunidad de ir a una. Fue una experiencia agradable. Pero, la diversión se acabó. No vine aquí para jugar a ser un estudiante. No importa cuan disfrutable sea, eventualmente todos debemos volver a nuestros caminos señalados. Para mi, el tiempo de esto ha llegado...

Con esas palabras finales, Leo te da la espalda.

-Adiós. No, nos vemos. Tengo el presentimiento de que nos volveremos a ver. Te deseo la mejor de las suertes.

Por alguna razón no sentías sorpresa en el hecho de que él desapareciera tras poner una mano en el pomo de la puerta. El estudiante que le seguía, hizo lo propio con urgencia, desapareciendo igualmente. En este momento tu visión se distorsiona, el shock de lo inexplicable amenaza con abrumarte. ¿Que estaba sucediendo?Sin duda, este era el lugar de origen de tus inquietudes. Solo necesitabas poner la mano en el pomo igualmente. Pero...¿querías saber realmente?

Eran varias personas allí, pero Leo le habló a ella, podía sentirlo. Envidiaba la claridad y seguridad de sus actos y palabras, parecía que el dolor de cabeza no lo afectaba en absoluto. Pero antes de poder articular palabra, ya se estaba despidiendo, le dijo que se volverían a ver.

Detrás de él, otro más desapareció, parecía que solamente bastaba con tocar esa puerta... pero... daba miedo.

¿Qué hay ahí? ¿No será una trampa, verdad? ¿Y si...? ¿Y si la verdad que busco está allí? Tengo miedo.

Pero nada va a cambiar a menos que de ese paso - dijo al tiempo que estiraba su mano para rodear el pomo de la puerta.

La atmósfera cambia. Esa puerta no es algo de este mundo. No hay duda de que guía a algún lugar insondable...te despides de este mundo falso, y tomas el primer paso hacia la verdad.

Una entrada a otro mundo.

Mas allá de la puerta, esta frase describe perfectamente lo que está delante de tus ojos. Inicialmente tenía la reminiscencia de un almacén con cajas polvoriento, pero pequeñas burbujas flotaban en ciertos puntos del ambiente, como si se filtraran de un mar imaginario. El pasillo que intuía estaba vedado por una pared claramente falsa. Y detrás de ti, caminaba eso...parecía acabar de ser liberado de ataduras invisibles, y andaba dócilmente tras tus pasos.

-Bienvenida, potencial Master. Esta efigie es tu espada y escudo para lo que está por venir. Se moverá en respuesta a tus órdenes. Ahora, procede. La verdad se halla mas adelante. -Todavía no has comprendido nada, pero...está claro que la única opción es hacia adelante. Por lo menos, debería haber pistas de la bizarra experiencia de la escuela. Tu única opción era avanzar en la oscuridad con esta "muñeca" por toda protección. Y así lo haces.

Apenas cruzas el muro, que no tiene sensación alguna como si fuese mero aire, estás caminando en la nada. Negro total. No hay cielo, ni horizonte. Lo único que ves son escalones de azul eléctrico, sostenidos por nada, yendo hacia la nada y viniendo desde la nada. O eso parecieran, porque en realidad lo que pisas es liso aún poniendo el pie fuera de ellos. Se siente muy sólido, al punto de que tus pasos repican al igual que los de la efigie. No mas campus típico, paredes, aire...incluso el "aura" misma del sitio se siente apagada. No te sorprendería incluso ver algo extraño saliendo de la oscuridad, se siente...

En ese momento, percibiste que ahora había paredes, era como si viajaras por un tubo cúbico del mismo color que los escalones, y estos ahora eran solo las caras inferiores de los cubos que componían el túnel. Efectivamente y ahora si, se sentía casi como una mazmorra.

-Bienvenida, potencial Master.

Se repitió. Una voz sin cuerpo habló nuevamente. Sonaba gruesa y masculina. Parecía venir del cielo vacío sobre tu cabeza.

-Si estás buscando respuestas, sigue caminando. Deberás llegar al final. He puesto algunos pequeños obstáculos para que te familiarices con tu espada. Estos serán muy capaces de matarte si no demuestras potencial. Estos son "Programas Enemigos". Pueden tomar varias formas, pero están programados para atacar al avistar algo. Eres muy frágil para luchar contra ellas, pero la efigie que posees luchará contra estos enemigos. Si esta efigie es destruida, ya no serás protegida del daño. Morirás, en resumen. Ahora, adelante.

Del otro lado de la puerta la esperaba un mundo completamente distinto. El dolor de cabeza se había desvanecido, pero seguía preguntándose dónde estaba. Este lugar era muy distinto, más ¿real? . Detrás suyo se encontraba una especie de... estatua de forma muy extraña ¿Hola?- le habló, pero no recibió respuesta. Esa cosa, fuera lo que fuera, se movía detrás de ella, no resultaba amenazante, sino por el contrario, parecía un aliado (uno bastante bizarro, pero un aliado al fin).

La voz le dio instrucciones de avanzar y, contemplando su entorno, entendió que no había otra opción. Su muñeco aliado la seguía, mientras avanzaba en la oscuridad. Casi sin notarlo, se encontró dentro de una especie de mazmorra y la voz volvió a hablar.

¿Potencial Master? ¿De qué habla? Si deseaba llegar a la verdad, debía avanzar, aunque las palabras de esa voz no la dejaron tranquila. Básicamente, su vida estaba en peligro, eran "pruebas" y su única defensa sería la efigie... Se giró a mirarla en ese momento, esperando que hablase o algo, pero seguía tan inmutable como antes.

Por favor - le dijo a la efigie extraña - préstame tu poder. Cuida de mí y yo haré lo mismo contigo.

Su pulso continuaba acelerado, en estos momentos representaba el miedo que sentía por lo que le esperaba más adelante, pero su deseo más fuerte en ese momento era alcanzar esa verdad, ese algo que completaba el rompecabezas. Respiró hondo y dio el primer paso, continuando hacia adelante, con sólo su voluntad como combustible.

Solo necesitaste avanzar poco para tener una vista amplia del lugar que se abría ante ti, ahora la oscuridad tomaba forma ante tus ojos. Te encontrabas caminando en "suelo" de color azul mas claro ahora, con paredes apenas perceptibles como si el pasaje fuese de cristal. Y fuera de este...Huesos y espadas. Espadas en el fondo que intuías marino, y un gigantesco esqueleto de dinosaurio, con eones de antigüedad a primera vista, reposaba estático, y en perfecta posición como para cruzarse con los pasillos pero no molestarlos, y en algunas partes parecía detenido en su proceso de desintegración...un tanto antinatural. Algunos de sus huesos, quebrados en astillas, flotaban con un movimiento sereno. Por encima de los pasillos invisibles, lo único vivo que parecía haber eran caracoles marinos gigantes, ausentes de tu situación. Avanzar fue sencillo, y tus pasos eran replicados por la efigie. El suave sonido del movimiento del agua, traía consigo algunas hileras de burbujas que ascendían a un cielo inexistente.

Pero, disfrutar el paseo no duró mucho. La muñeca que llevabas contigo se puso delante, en guardia. A unos 15 metros dedistancia, algo extraño se interponía en el medio del pasillo. Era una esfera de alrededor de medio metro de diámetro, con un centro iluminado y que parecía "verte". La mitad superior era azul con marcas de celeste, y la inferior era de un blanco opaco. En eso, la misma voz grave y un tanto inexpresiva de antes habló.

-Por ahora, simplemente puedes confiar en lo que te diga y estarás bien. Este es uno de los programas de los que hablé. Te adelantaré que este solo tratarán de atacarte a ti, de frente y con embestidas. Sabiendo esto, puedes comandar a tu efigie para defenderte y derrotarlo de forma eficiente. Tu meta está bastante lejos. También, puedo decirte que los demás solo seguirán un único patrón, es decir, repetirán su movimiento una y otra vez. Ahora, adelante.

No había forma de pasar por otro camino, realmente. Debías sacar a esa cosa del medio. Y esta no esperó para cargar como se te había predicho, como liberada de la traba que se lo impedía.

A medida que avanzaba, pudo ver mejor el lugar en que se hallaba. El espectáculo parecía bastante irreal, con un esqueleto flotando, caracoles, etc. Parecía un tétrico fondo marino y no terminaba de comprender el por qué de ese lugar. ¿Y por qué la habían llamado Potencial Master?
La efigie avanzaba siguiendo sus pasos, hasta que sin previo aviso, se desplazó rápidamente delante de ella, habiendo aparecido el primer enemigo.
La voz misteriosa nuevamente habló, dándole indicaciones respecto del enemigo que se encontraba frente suyo Casi parecería que quiere que tenga éxito... Qué extraño pero no tuvo mucha oportunidad de pensar, porque al terminar de hablar la voz, la esfera comenzó a cargar hacia ella inmediatamente.
El corazón de Charlotte latía con fuerza, aún no comprendía casi nada de ese lugar y de los peligros a los que se enfrentaba, se suponía que debía comandar a su efigie para que la defienda, pero ella no conocía nada sobre ataques y defensa activos, no era una peleadora... o al menos no recordaba serlo.
La esfera avanzaba rápidamente y a menos que hiciera algo, iba a impactar contra ellos. Nerviosa, intentó pensar una buena órden, una estrategia. Podría pedirle que la deflectara, pero temo que se rompa alguna pared o algo y lleguen más enemigos o algo así... ¿Qué debería hacer? Intentó hablar pero su voz se ahogó en la garganta, cerró los ojos y respiró hondo. Los volvió a abrir, despertando una fuerza silenciosa que parecía estar oculta dentro de ella y su órden fue una sola ¡Destruye esa esfera!

Los golpes de la efigie eran sencillos, pero brutales. Sencillamente bloqueaba las cargas con un brazo, y luego contra-atacaba golpeando de forma inmisericorde. No hubo prácticamente daño para tu muñeca, y el camino volvía a estar libre. Pero, a la distancia...veías pequeños movimientos. Habían más de estas cosas. Pero, superarlas no fue un problema gracias a lo que había dicho tu guía misterioso.

Recorriste los pasillos de forma insistente, perdiéndote en ellos, volviendo sobre tus pasos, y tu efigie despejaba los programas enemigos, que en base eran las mismas esferas pero de distinto color, y con algún patrón de comportamiento diferente. Algunas lanzaban un rayo, otras embestían, y otras rodaban por el suelo cargando. Con todo esto y el desgaste, naturalmente tu muñeca tenía algunos arañazos, pero se encontraba bien. Y así…

Lo hiciste. El final del largo camino estaba adelante, claramente marcado. Una sala circular, rodeada de pequeñas particulas de luz que giraban a su alrededor, vedando su contenido. Al atravesar las mismas, te viste en una sala redonda y extensa. El aire era opresivo, aunque la sala era hermosa en sí. Mostraba siete vitrales distintos, con colores y figuras que no parecían del todo relacionadas entre sí, excepto que todas sostenían algo. Y debajo, el suelo era un gran vitral circular.

Esta era tu meta. La habitación era tan grande que no llegabas a ver bien sus límites aunque debían haberlos pues los vitrales se sostenían de algo...quizá. Y algo mas adelante, había alguien colapsado, boca arriba. Su rostro era conocido...era Hakuno, quien había ido delante siguiendo a Leo. Tenía un par de lágrimas, y una efigie colapsada a su lado, arrodillada y sin vida. Tratando de despertarlo, te das cuenta de que el tacto es como la piedra fría, y tu rostro palidece como el del cuerpo frente a ti, el cual poseía un tajo diagonal en todo el torso. Y en ese momento...*crack*

La efigie caída se pone de pie con algunos crujidos, y lentamente se da vuelta en tu dirección. Luego de las luchas anteriores, es claramente identificable que esta cosa ahora es un enemigo también. Y avanza con pasos lentos, y seguros...

La estatua reaccionó a su órden y comenzó a bloquear los ataques de la esfera y atacarla a su vez con golpes simples pero muy destructivos. Charlotte, aún asustada, observó maravillada como la efigie vencía a su enemigo.
Una vez tuvieron el camino liberado, continuaron avanzando por los pasillos de ese laberinto de tumba submarina.
En el camino, se enfrentaron a numerosos enemigos, todos con un aspecto similar, pero con distintos tipos de ataques.
La efigie continuó protegiéndola muy eficientemente, lo cual la ayudó a calmar un poco sus emociones, si bien había sufrido algo de daño, se encontraba aún en muy buen estado.
Su ansiedad, sin embargo, no se reducía ¿Qué es este lugar? ¿Cuánto más tendré que deambular hasta salir de aquí? ... Acaso... ¿Lograré salir de aquí? justo en el momento que se preguntaba eso, pudo divisar al final del pasillo una sala.

Ya una vez en la sala, apreció la belleza de la misma y su luminosidad, el vitral que obraba de suelo en esos momentos captó su interés sin esfuerzo.
En cuanto vio a Hakuno, su corazón se paralizó, no podía creerlo. Constató que estaba muerto y su efigie arrodillada junto a él, como si estuviera llorando su pérdida. La herida que tenía parecía brutal y Charlotte solamente pudo desear que el muchacho falleciera rápidamente y sin dolor.
No tuvo tiempo de apiadarse del muchacho caído, un sonido al lado suyo le llamó la atención y con horror contempló como la efigie que estaba arrodillada al lado del cuerpo se levantaba y comenzaba a avanzar amenazadoramente hacia ella. Otro enemigo... probablemente esto solamente fue una trampa, puede que Hakuo esté a salvo...
Se levantó rápidamente, con sus sentidos alerta y buscó posicionarse detrás de su efigie. La otra no tardaría en atacar y esta vez, imaginaba que el enfrentamiento sería mucho más difícil.
¡No he llegado tan lejos para perder en este momento! ¡Demuéstrale de lo que eres capaz! ¡Aniquílalo, guardián!

Peligro: Objeto no identificado está aproximándose desde el Lado Lejano de la Luna

Escuchaste un mensaje, pero sonaba distante debido a que tu atención estaba centrada en las efigies.

El choque entre las efigies fue inevitable. Pero, el problema fue que tu efigie era, naturalmente, descerebrada al ser una marioneta. La otra también, pero era un enemigo mas complicado que las esferas de antes que seguían un patrón estúpido. Esta usaba varios movimientos poco predecibles. En base y como era obvio, era otra muñeca con las mismas capacidades que la tuya. La efigie que te acompañaba trataba de hacer lo mejor posible, pero realmente estaba siendo apaleada por la otra. En el sonido de choque entre sus golpes, iba ganando abolladuras y sus extremidades se iban aflojando. Invariablemente, la tuya estaba perdiendo, y muy mal.

-Hmph...parece que estás carente de potencial, también.

Puedes oír una voz en la distancia, la misma que te guió hasta este punto, justo cuando tuviste la certeza de que estabas perdida. Al igual que en las luchas anteriores pero a la inversa, ahora era tu defensor el que estaba siendo arrollada sin piedad, aunque asestaba algunos golpes a la otra por suerte, pero la brecha ya era demasiado extensa. Una patada certera hizo volar su cabeza lejos, y cayó al suelo sin hacer mas movimientos.

Error, protocolos de defensa de Esfera de Realidad vulnerados.

-Ya cállate, basura automatizada.

-¿Oh? -esta vez era la voz neutra de antes la que había hecho ese sonido, con una sorpresa que se te antojaba, era grata cuanto menos.

Viste un destello de luz desde arriba, y una centella que cruzó la efigie enemiga, que avanzaba hacia ti de forma lenta y segura ahora sin nada mas que se interpusiera. Cayó, y quedó en el suelo tratando de levantarse, pero estaba...clavada. Un acero estaba atravesándole el pecho y enterrado en el terreno, impidiéndole moverse del todo. Una espada hermosa, e imponente, de filo brillante. No era muy difícil adivinar que se trataba de algo muy valioso, pero, fuera de lugar.

Charlotte observó con horror cómo su efigie era vapuleada por su enemigo, el terror crecía en ella ante la incertidumbre de qué es lo que le sucedería si su efigie caía. Por favor, te lo pido, por favor, no caigas, no me dejes sola con eso...

La voz guía habló nuevamente para señalar la falta de "potencial" de ella. ¿Falta de potencial? ¿Qué demonios esperaba de mí?... ¿Acaso eso significa que este es mi fin?

Cada golpe que su efigie asestaba le renovaba las esperanzas de sobrevivir, pero su oponente se imponía duramente, sin piedad. Una última patada desprendió su cabeza del cuerpo, el cual cayó inerte al suelo.

El pánico se apoderó de ella, quien no estaba dispuesta a morir en ese momento, no estando tan cerca de llegar a la verdad. Contempló la loca idea de hacerle frente, a esta altura ya no le importaba lo ridículo que fuera, pretendía pelear. Si debía caer, lo haría peleando.

De repente, se oyó un mensaje de error, parecía que algo estaba atravesando las barreras de defensa del lugar, a lo que una voz con mucha autoridad lo mandó a callar, de modo bastante despectivo. La voz guía parecía sorprendida y Charlotte solamente deseaba que significara algo bueno para ella.

De repente, un destello de luz surcó el espacio desde arriba suyo y atravesó directamente a la efigie enemiga, que ya se encontraba peligrosamente cerca. La efigie enemiga intentó luego moverse pero le resultó imposible, se encontraba clavada al suelo por una espada muy bella y brillante, que destacaba completamente en ese lugar.

¿Qué...? ¿De dónde...salió... esto? No quiso acercarse al rango de esa criatura, por miedo de que aún pudiera atacarla. ¿Estoy... a salvo? murmuró aún preocupada y se giró sobre sí misma, buscando alguna otra presencia Alguien más había hablado, ¿No? ¿Quién fue mi salvador?