Partida Rol por web

Jelou! Teniendo en cuenta el punteo que me diste (!) creo que podríamos empezar con alguna de las siguientes escenas:

-Charla con David que te quedó pendiente.

-Ir a recuperar los objetos del Baali.

-Escena con Elizabeth.

Residencia de Franco Noble, barrio de Recoleta, dominio Giovanni en la Ciudad de Buenos Aires

La lujosa sala estaba plagada de detalles que mantenían el estilo de la época de esplendor de Buenos Aires, allá por los años 1930. La fachada de la casa contigua a la clínica del Dr. Franco Noble era elegante y prolija, pero no daba señales de la alta seguridad que había dentro del edificio. Pocos personas habían tenido el privilegio de entrar en los dominios del Giovanni, y solo un puñado de vástagos que él consideraba sus aliados habían conocido más que la recámara que hacía las veces de recepción. En cuanto a lo que había mas allá de las escaleras, sólo Fernando Luzuriaga y Gerónimo García, sus ghoul y futuros chiquillos, habían entrado alguna vez, ni siquiera otro Giovanni conocía sus secretos.

Había pasado una semana desde que había sido nombrado Administrador del Principado de Buenos Aires, un título que lo hacía responsable del funcionamiento de todos los Eliseos de la ciudad, y le daba la oportunidad de extender aún más sus contactos dentro del mundo cainita. Además, el nombramiento lo convertía en asesor directo de la Príncipe y de la Senescal, lo que dejaba claro para todos la confianza que ambas le tenían, como un espejo de la estrecha amistad que su sire tenía con Alexandria durante más de un siglo. El Giovanni había sabido ganarse un lugar en el Consejo, aún por encima de muchos miembros de la Camarilla.

Franco conversaba con Nicolás acerca de unos caitiff que Facundo le había mencionado, quería saber la opinión del joven Nosferatu acerca de ese grupo de neonatos que el Ventrue había seleccionado. Compartían una jarra de vitae mientras se concentraban en los informes que tenían frente a ellos y en cada uno Franco hizo varias notas con su pluma, con referencias que luego aprovecharía en el momento oportuno. Minutos después recibieron una visita que el Giovanni esperaba que se concretase desde hacía un par de días.

- David, mi querido amigo, eres bienvenido a mis dominios - dijo mientras se ponía de pie y se acercaba para estrechar la mano del erudito - Ponte cómodo por favor -. Señaló un asiento libre y comenzó a juntar los papeles sobre la meza, tras agruparlos se los entregó al Nosferatu - Lee los detalles y  mas tarde continuaremos con la conversación. Ahora por favor danos un poco de privacidad, que tengo mucho que hablar con el Asesor Erudito del Principado- dijo con amabilidad a su compañero, pero sin dejar lugar a una negativa de su parte.

Una vez solos, sirvió una copa limpia con vitae y la dejó a un lado del La Sombra, sin insistir en que bebiese de ella si prefería no hacerlo - Hemos sabido conseguir los aliados adecuados, David, y míranos ahora! Somos miembros del Consejo y asesores personales de la Príncipe, que no es ni más ni menos que nuestra querida aliada María Malena. Claro que eso nos traerá la envidia de muchos dentro de la Camarilla, pero ya lidiaremos con eso, por ahora disfrutemos del privilegio que nos hemos sabido ganar. Salud! - dijo levantando la copa sin esperar que su gesto sea correspondido, y animado bebió un sobro saboreando su victoria. Ambos ahora tenían una gran influencia en la ciudad, su voz era escuchada en el Consejo, y si bien no tenían voto, su opinión era tenida en cuenta en la mesa chica que definía el destino de la joya del plata.

- Porque no nos ponemos al tanto? Tengo toda la noche para compartir contigo- sugirió el Giovanni, dando inicio a un encuentro que sin duda dejaría huella en ambos vástagos.

   Había transcurrido casi una hora desde que salí de mi residencia pues, aunque el trayecto sólo tomaba la mitad de ese tiempo, esa noche el tráfico era inusualmente pesado. De todas formas me entretuve leyendo el viejo libro que había tomado del refugio del Oráculo por lo que apenas noté la lentitud de la marcha. Asombroso..

   Al llegar guardé el manuscrito mientras indicaba al chofer que debía esperar mi retorno. Para muchos resultaría una espera larga pero considerando el elevado salario que tenía el conductor, sabía que él aguardaría sin quejas. Luego bajé del auto y avancé los pocos pasos que me separaban del edificio y aproveché para observar sus ventanas. Como ocurría cada vez que me encontraba allí, nuevamente me sentí vigilado por ojos sin párpados. Una sensación habitual para aquellos que establecemos puentes entre mundos..

   Dentro se encontraba mi anfitrión y el recientemente encontrado nosferatu. Sólo debí aguardar de pie un instante antes de que Franco me diese la bienvenida, no era una simple formalidad pues estaba seguro que sus palabras resonaban en los oídos etéreos de los seres que resguardaban el lugar. Correspondí su apretón de manos. -Es un placer estar aquí, cobber. El uso inconsciente de mi idioma materno era una prueba de la confianza que sentía con el Giovanni.

   Saludé a Nicolás y tomé asiento para dar tiempo a Franco de despecharlo. No pude evitar notar que partía cargado de papeles. Cuando estuvimos solos el doctor no perdió ni un momento antes de regocijarse en nuestros triunfos. -Si duda hemos logrado mucho, Administrador. Sonreí con sinceridad ante su entusiasmo y levanté la copa. -Cheers! Luego de dar un trago deposité la copa en la mesa.

   -Antes de comenzar quiero obsequiarte algo. Al decirlo le entregué un elegante estuche para bolígrafos que contenía una falange engarzada en obsidiana. -Según sé, perteneció a un Cazador llamado Gordon Walker que cometió el error de intentar exterminar a mi Sire. Al mencionar a mi creador podía percibirse algo de respeto en mi voz pues, aunque le odiaba, en cierta forma le admiraba. -No estoy seguro de la razón por la cual he conservado tanto tiempo este artículo, pero seguramente tú puedes aprovecharlo mejor.

   Cumplidas las normas de etiqueta, era momento para conversar y lo comenzaría con un tema que me intrigaba. -¿Quién es Nicolás? ¿Realmente le encontraste o es un chiquillo del Oráculo? Todos los nosferatu eran monstruosos pero esos dos tenían cierto parecido.

El doctor se encontraba a gusto con la visita, su disposición hacia le joven La Sombra era inmejorable. No le pasó desapercibido el detalle de que David bebiese de la copa, era sin duda un gesto de confianza de su parte. Pero su actitud se tornó en gratitud al recibir el obsequio, no se trataba solo de un hueso, como tantos otros había visto el Giovanni, sino de uno muy particular - Gracias David, es muy generoso de tu parte - Su comentario era genuino, el dinero para ellos era algo completamente secundario, ambos podían vivir toda la eternidad llenos de lujo con la fortuna que habían acumulado, y el verdadero valor de las cosas se basaba en su significado y en las sensaciones que le brindaban.

Le sorprendió la inquietud que sentía por Nicolás, pero no ocultó lo que sabía - No creo que sea su chiquillo, es demasiado joven y no tiene la fuerza de un antiguo. Nicolás es casi un caitiff, me temo que la sangre Nosferatu es débil en él y no tuvo el privilegio de ser guiado por su sire. Durante años estuvo escondido hasta que Facundo lo rescató y me lo entregó para que lo protegiese. Fui yo el que lo presentó al Oráculo, de algún modo me he convertido en el tutor del chico, y no me quejo, pues su visión me permite comprender a los caitiff y a los Nosferatu en simultáneo - era un vástago insignificante, cuya valía parecía que solo Franco y Facundo habían sabido ver, pero que no pasaba desapercibida para el Oráculo, como era de esperar.

Tenía aún la caja con la falange del cazador que había atacado al sire de David, su mirada se perdió por un segundo en el hueso y luego miró al La Sombra - Así que este hombre intentó dar muerte al chiquillo del famoso Arzobispo del Sabbat, Moncada-* dijo con calma, sabía que David reservaba para sí esa información y no quería incomodarlo, pero también quería que supiese cuan lejos llegaba su conocimiento acerca de él y de muchos otros vástagos en la ciudad.

- Me resulta llamativo la facilidad con la que Mercedes te nombró su Mirmidón, no llevas tanto en la ciudad y no eres Toreador tampoco. Además, el tema de Moncada podía complicar tu posición en el consejo, era un riesgo grande para tí y para ella. No es que para mi eso sea un problema, yo soy tan cuestionado como tu, pero mi sire era íntimo amigo de Alexandria y eso no era ningún secreto para la Camarilla. No me mal interpretes, tu valía para mi es incuestionable,  creo que te has ganado el lugar de Asesor Erudito tras desenmascarar al Nictuku, solo que lo hiciste después del nombramiento y no antes- dijo cerrando la caja y poniéndola a un lado.

 - Eres bueno guardando secretos, también lo soy yo. Estas dispuesto a compartirlos conmigo? No estás obligado, claro, solo ten por seguro que yo estoy dispuesto a hacer lo mismo contigo si es que aceptas - dijo, dejando ver que devolvería el gesto de confianza si es que se atrevían a ir tan lejos.

   Asentí luego de oír la explicación sobre el nosferatu y decidí no involucrarme más en el asunto. Era algo que Franco y Facundo estaban manejando y como tal, no era de mi incumbencia. Me limité a realizar una observación puntual basada en mi experiencia con ese clan. -Los leprosos son generalmente ignorados aunque se finja lo contrario, y ese es uno de los mayores errores de los Grandes Clanes. Nuevamente salía a flote mi tendencia a usar expresiones antiguas. -Dicen temerles por sus secretos mientras en realidad les desprecian, pero si realmente imaginasen la profundidad del conocimiento de los hijos de la Matriarca, el propio Círculo Interno se doblegaría ante ellos.

   Los Nosferatu y su origen eran un tema sobre el que podría hablar toda la noche, más aún considerando que mi anfitrión también era versado en temas prohibidos pero cualquier intención de seguir ese hilo de conversación se cortó al escuchar la mención al Sire de mi Sire. Aunque logré mantener la calma pues no me sentí amenazado, inevitablemente las sombras de la habitación se agitaron, a la espera de una orden.

   Permanecí en silencio mientras Franco exponía su idea y me recliné en el asiento, una clara señal de confianza. En él y en mí mismo..

   Cuando finalmente hablé lo hice en un tono medido y mi voz se deslizó por la habitación como una sombra más, llenándola. -No te negaré ser chiquillo de Antonio Vallejo, líder de los Legionarios Sombríos y causante de la caída de los Principados de Atlanta y Washington D.C. Mientras hablaba el lugar se oscurecía, dejando sólo un círculo iluminado a nuestro alrededor. -Tampoco negaré que él fue chiquillo de Ambrosio Luis Monçada, Cardenal de Europa y uno de los mayores baluartes del Sabbat hasta su Muerte Definitiva. Las sombras se volvían cada vez más opresivas, como si el simple hecho de mencionar a los poderosos miembros de mi Clan les diese fuerza, pero antes de que nos arrastrasen al Abismo mi voz recuperó su habitual tranquilidad y la luz regresó. -Pero lo más importante es soy David Burton-Miller, y no deseo ser una amenaza a ti, ni para La Torre. Al terminar de no pude evitar reír satisfecho por haber logrado una correcta puesta en escena y di un nuevo sorbo a la copa.

   -La verdad es que me siento aliviado de poder decirlo frente a ti, Franco. Mis ojos casi parecían humanos. -Aunque mi origen es mi secreto oscuro, también me enorgullece. Algo comprensible pues pocos vástagos podían jactarse de ser un eslabón en una cadena tan fuerte y antigua como mi linaje.

   -En cuanto a Mercedes... Encogí los hombros restando importancia. -...ella no sabe nada al respecto. Mi nombramiento se debió a las buenas relaciones que tengo con el Clan de la Rosa y a las capacidades únicas que otorga mi disciplina. Como siempre que hablaba de la obtenebración mi voz destilaba veneración.

   -Benjamín Franklin decía que “tres personas pueden guardar un secreto, si dos de ellas están muertas”, y dado que no estamos vivos, las palabras del Mago me parecen muy adecuadas. Concluí sonriendo.

Franco quedó asombrado por la reacción de David, no solo le reveló en detalle la identidad de su sire y el vínculo de su linaje con el Sabbat, sino que lo hizo de un modo sublime, deformando la realidad circundante a medida que revelaba su oscuro secreto. El Giovanni disfrutó de la escena aún mas que si se tratase de un buen habano, y estuvo a poco de aplaudir cuando terminó.

La explicación sobre el porqué lo Mercedes le había confiado su propia custodia a él y no a un Gangrel, un Bruja o incluso un Assamita seguía sin parecerle suficiente, pero podía hablar con ella directamente para conocer sus motivaciones. De todos modos eso había quedado en el pasado.

Franco rió ante el comentario - Un mago sabio, sin duda - luego se puso cómodo en el sillón -David, gracias por confiarme este secreto, ten por seguro que será sepultado y no saldrá de mis labios jamás. Te corresponderé el gesto, amigo mío, aunque te pido que también lo ocultes en las sombras por siempre - dijo, a modo de confirmación de que su secreto no saldría a la luz. En realidad no era desconfianza hacia David, sino que no se sentía cómodo revelando lo que guardaba celosamente, y era un modo de asegurarse a sí mismo de que hacía lo correcto.

- Como recordarás, cuando estuvimos juntos la noche en que nos enfrentamos a los Reyes Magos, la actual Príncipe y yo dimos un paso que tu no diste y cometimos uno de los sacrilegios tan temidos por la Camarilla. Los Giovanni surgimos de ese modo, no tiene sentido ocultarlo a un versado en el tema como tú, pero no es una práctica que usemos con frecuencia, como sí sucede en el Sabbat. Sin embargo tu fuiste testigo de este hecho y ya lo has visto por ti mismo, no es algo nuevo para tí. La naturaleza de la víctima, sin embargo, fue un tanto inesperada.- hizo un silencio, no sabía cómo iba a tomar lo que estaba por decirle.

- Bebí de la sangre de un Baali, y con él sobrevino conocimiento y poder que estaban más allá de mi imaginación. Si antes yo podía pararme en las puertas del abismo de la muerte, como tú lo hacías al borde del abismo de las sombras, lo que ahora puedo hacer va aún más allá, he cruzado una línea prohibida para los hijos de Caín. No es que disfrute de la presencia de demonios, por ahora puedo controlar su influencia, pero el poder que ofrecen es grande.- miró inexpresivo a David por unos segundos - Fueron sus voces los que me hablaron del Arzobispo Moncada en tu linaje, y también me revelaron que ocultas algo más... - luego sonrió al recordar algo - Usé lo sabía sobre Yamsky para lograr que saliese furioso del Consejo, lo manejé como me dio la gana y nadie pudo siquiera darse cuenta de porqué se fue. Confieso que es una habilidad muy interesante. - 

- No tienes de que preocuparte, no es fácil doblegar mi voluntad, por ahora yo los utilizo a esos demonios y no al revés,  y mientras así sea podemos explorar mejor los límites del abismo y del conocimiento... porque no dejaré a mi amigo y aliado fuera de los hallazgos que haga en la materia - dijo, consciente de que David valoraría el conocimiento que pudiese obtener.

- Ahora bien, si quieres compartir ese otro secreto, estoy dispuesto a revelarte uno que tal vez encuentres aún más interesante - dijo, como si de un juego de desafíos se tratase. Ambos habían cruzado el límite de la confianza, conocían sus secretos mas prohibitivos, y eso sellaba una alianza voluntaria hasta ese momento y a la vez obligada de ahí en adelante. 

   Abrí los ojos sorprendido por la revelación de Franco. -¡Un Baali! A diferencia de muchos cainitas yo no me alarmaba por el riesgo que representaban los demonios, yo les aceptaba como un camino, peligroso eso sí.

   Escuché ansioso cuanto decía y cuando culminó de hablar respondí. -¿Otro secreto? En realidad tengo muchos conocimientos que entran en esa categoría pero no creo que te refieras a eso. Mi herencia es mi único... ¡Claro! La sorprendente consecuencia del “crimen” me hizo obviar por un momento que yo mismo era culpable de eso. -Ahora que lo pienso, hay algo que pareces ignorar y que no quería que fuese conocido por el resto: yo realicé el Amaranto en el anti-tribu, aunque lo hice la noche siguiente a nuestro enfrentamiento. Sin duda alguna era el acto más vil de acuerdo a los esquemas de La Camarilla, hasta el punto de ser prohibido por dos de las Tradiciones, y temía que mi posición en la ciudad se viese afectada negativamente. A fin de cuentas los otros “criminales” tenían muchos años en la ciudad y eran estimados y respetados por muchos, mientras que yo sólo era un advenedizo bienintencionado al que sería más fácil usar de ejemplo.  -Creí que María, Elizabeth y tú lo sabían, no imaginé que fuese secreto para ustedes pero por tu forma de expresarte concluyo que lo era. Le miré directamente. -Incluso temía la ventaja que eso dada a la tremere sobre nosotros. Aunque ella era nuestra aliada eso le confería poder.*

   Luego, incapaz de contenerme durante más tiempo me levanté para sentarme más cerca del Giovanni, buscando más privacidad. -Ahora dime... ¿Qué sientes cuando escuchas sus voces? ¿Puedes hablarles o sólo escuchar? ¿Manifiestas la maldición de los diablos? ¿Ha afectado tu capacidad de ejecutar rituales? ¿Tus disciplinas? ¿Sed? ¿Frenesí? ¿Adversión a la luz?** ¿Impulsos recurrentes? ¿Por eso perdiste el control frente a Gorgo? ¿Por la tentación demoniaca? De nuevo mi boca tenía dificultad para seguir mis pensamientos.

David sacó de entre las sombras otro secreto, esta vez se trataba de uno mas previsible pero no por ello menos importante. Ahora Franco tenía claro que los tres compartían un pecado imperdonable para la Camarilla, pero mientras María Malena estuviese al mando de la ciudad, no habría problemas con ello, a menos que Elizabeth los traicionara. Los Tremere resultaban despreciables, pero Elizabeth parecía ser la excepción, aunque mientras estuviese vinculada con el Pontifice sería una amenaza aún cuando no quiesera serlo. - Me temo que no podemos subestimar a Elizabeth, y menos aún a la sombra de Yamsky que está detrás de ella. Ya tendremos que pensar algo juntos para resguardar nuestro secreto - dijo sin profundizar en el tema, pero dejando abierta la posibilidad de trabajar juntos para neutralizar la influencia de ese clan.

Luego David se vio preso del entusiasmo como otras veces lo había visto, las revelaciones del conocimiento oculto eran un manjar irresistible para el joven La Sombra. - Me temo que solo dialogo con los muertos, mi interacción con los demonios es muy reciente y soy casi un infante en la materia. No puedo mantener con ellos una conversación, no aún al menos, sino que escucho en mi mente sus voces revelándome los secretos más oscuros y los pecados mas terribles de quien tengo delante. - no tenía intensiones de explayarse en las nuevas debilidades que había dejado esa sangre en su interior, así que omitió ese detalle - En cuanto al comportamiento frente a Gorgo... lamento haber actuado así, creo que fue consecuencia del éxtasis que me provocó haber bebido del alma de Baltazar, era una sed intensa pero no de sangre, sino de poder. Afortunadamente eso quedó atrás - dijo, evitando revivir el recuerdo de unos de los pocos instantes en que perdió el control desde el abrazo.

Franco se acercó más a David y puso su mano en el hombro del joven - Pues bien, creo que todo esta dado para que me conozcas más que los Giovanni, más que Alexandria, incluso mas que mi sire - sus miradas se cruzaron por un segundo que a Franco le pareció una eternidad, y el insondable vacío que había tras los ojos del doctor se abrió ante el erudito, como si el nigromante estuviese desnudo frente al ocultista. - Ven, sígueme- le dijo y se incorporó. Caminó hacia la escalera que había al fondo de la sala, presionó un código en un tablero a un lado de la pared y luego comenzó a descender - No habrá vuelta atrás, David. Nuestros secretos nos comprometen demasiado, poco nos queda ya sin compartir, estas dispuesto a ir aún más lejos conmigo?- preguntó, mientras bajaba otro escalón.

   Durante el eterno instante que Franco mostró su esencia pude ver en él a alguien dispuesto a buscar los límites, no para explorarlos sino para superarlos. Tiene un alma afín a la mía.. A pesar de la tendencia de los vástagos a no mirar a los ojos por temor a ser dominados, yo sostuve la mirada del doctor, deleitándome en la promesa que guardaba el vacío.

   Luego se encaminó hacia el fondo de la sala y mientras él caminaba pude observar algo interesante: debido a la ubicación de las luces los objetos proyectaban su sombra hacia ese lado del salón, como si quisiesen entrar pero no pudiesen. ¿Él era consciente de eso? Posible pero poco probable, pocos prestan tanta atención a esos detalles como yo..

   A pesar de la verdad en sus palabras el Giovanni estaba en un error. -Al contrario, Franco. En cuanto avancemos, podremos compartir más de lo que cualquiera podría imaginar. Me levanté y caminé a su encuentro. -Escribamos el siguiente capítulo, uno lleno de saberes prohibidos. El conocimiento era para mí casi tan nutritivo como la vitae.

   Al contemplar la oscuridad de la escalera descendente no pude evitar sonreír, pero no fue un gesto humano sino uno que reflejó mi sed y mis ojos adquirieron un brillo rojo. -Sin duda conoces cada tramo de memoria y yo no necesito luces, retrásalas lo más posible. Sin decir más me dispuse a seguirle.

 En cuanto avancemos, podremos compartir más de lo que cualquiera podría imaginar, esa frase quedó retumbando en la mente del Giovanni, ese joven erudito estaba dispuesto a ir más allá de todos los límites, algo que a Franco le agradaba y lo animaba a vencer el tradicionalismo que a veces se interponía. Sólo un vampiresa había logrado algo semejante con él, y no dejaba de sentirse sorprendido por lo que le sucedía ahora junto al muchacho. Desde su abrazo la nostalgia por la humanidad que se le escapaba, hacían que se aferrara a un mundo de sensaciones, detalles y placeres que lo hicieran sentir vivo. Mientras bajaban la oscura escalera hacia el reino de la muerte, Franco se sentía más vivo que de costumbre junto al amo de las sombras.

Saberes prohibidos, esa era una meta en común muy cierta, el conocimiento era una unión entre ambos que era evidente a los ojos de cualquier vástago, pero lo prohibido era aún más fuerte, y era su secreto. El Giovanni respetó el pedido de su amigo y descendió lentamente sin encender ninguna luz, se sintió en desventaja, allí todos los que estaban a su lado lo veían y él estaba completamente ciego. Su mano se guiaba con la pared mientras bajaba lentamente las escaleras, luego buscó a tientas el escritorio en el que planeaba sus movimientos políticos, pero se detuvo, no era hacia allí a dónde quería dirigirse. Giró sobre sí y dio un paso atrás para ir hacia una de las puertas, chocando al hacerlo con David.

El golpe contra el frío cuerpo del joven cainita le produjo sensaciones inesperadas. Las sombras, Franco culpó a la oscuridad por la sed de lo prohibido que lo invadía en ese momento. Deseaba cruzar el umbral de los muertos y caminar entre espíritus, deseaba conocer las tinieblas que el La Sombra manejaba, deseaba descender al infierno y reclamar el poder que los demonios le ofrecían,... y deseaba también hundir sus colmillos en el cuello de David que estaba frente a él y ofrecerle el suyo, yendo más lejos que cualquier otro vástago que había conocido,... deseaba incluso dejarse llevar por sus instintos y experimentar placeres que solo había sentido con una mujer. Franco se quedó quieto, paralizado, y se sintió vulnerable en su propio dominio por primera vez. - David... discúlpame- pronunció en voz baja, tras el inesperado choque, pero quedándose en el lugar, sintiéndose a merced de un joven que llevaba la ventaja en esa oscuridad prohibida y plagada de muertos que se aferraban a la vida a como de lugar.

   Tiempo atrás había disipado cualquier duda que pudiese tener sobre la existencia o no de mi alma. Y a pesar de mis constantes intentos por aferrarme a mi humanidad, mi luz, cada noche podía sentir como mi bestia se alimentaba de ella y se fortalecía. ¡Dulce ironía!

   Mi certeza se reafirmaba en noches como esa, pues debo confesar que ver a Franco desorientado en su propio terreno me llenó de una satisfacción casi espiritual. Estábamos en su refugio personal, en su oficina privada, en su santuario, pero gracias a la falta de luz nos encontrábamos también en mi hogar. El hecho de que su desventaja fuese voluntaria reforzaba mi oscuro placer pues aunque sólo debía pulsar un interruptor y estaríamos en iguales condiciones el elegía no hacerlo.

   Observé como tanteaba buscando algo que escapaba a su percepción, y sutilmente me moví para interponerme en su camino. En ese reino de oscuridad yo era lo único real que él podía sentir, lo demás sólo era producto de su imaginación y sus temores. Mi mente contempló su boca un instante. La maldición de Lamia.. Y mi bestia su cuello.

   Su disculpa rompió el silencio del lugar, pero como sabía que el misterio daba fuerza a mi presencia respondí retrocediendo para dejarlo solo en la oscuridad, o al menos tanto  como podría estar en un lugar lleno de ojos que miraban sin descanso, envidiando a quienes aún caminábamos de este lado del velo.

   Caminé a su alrededor para desorientarlo un poco antes de hablar. -A veces necesitamos la oscuridad para ver mejor las cosas. ¿No lo crees así, Franco? Mi voz era un susurro que parecía provenir de todos lados. -El instinto te impulsa a detenerte, pero tú sabes que la vieja sabiduría rehúye la luz. Me deslicé hasta estar frente a él. -¿Quieres acaso probar el sabor de una sombra?

Envuelto en sombras y paralizado por la presencia tan cercana del frío cuerpo de su invitado, Franco escuchó desorientado la voz de David, que por momentos parecía provenir de todos lados a la vez. Quedó a merced del joven vástago, inmerso en un juego que mezclaba el placer por lo prohibido con su inevitable contrapartida, la seducción. Un deseo embriagante trataba de adueñarse del Giovanni, aunque aún no lograba doblegar su fuerte voluntad. Aunque toda esa batalla interna terminaría en cuanto tomase la decisión de cruzar la barrera. Ya no veo el límite, tal vez ya la he cruzado, pensó.

La seductora voz del La Sombra lo invitaba a saborear lo intangible, pero Franco sabía que si accedía, se desataría algo más que el mero placer por el conocimiento. Ciego pero sin temor alguno, contestó - Claro que quiero... pero el sabor que puedo ofrecerte tiene gusto a muerte, tal vez no te atrevas-

El Giovanni quería seguir el juego, así que decidió revertir el momentáneo dominio de David y mostrarle que estaba aún más ciego que él. - Nicanor, guíame- susurró, mientras daba un paso para pegar su cuerpo al del La Sombra - Guillermo, dime que siente- volvió a susurrar, y sonrió al escuchar que ambos vástagos deseaban lo mismo en ese momento - Beatriz, tu que piensas?- preguntó en voz baja y su rostro se ensombreció, algo que David tal vez podría haber notado, lo que menos quería Franco en ese momento era ver a su amigo retorcido de dolor -Alessandro, como afectará esto nuestra labor en el consejo?- preguntó, y esta vez tuvo que escuchar varios segundos, tras lo cual terminó asistiendo. Luego sonrió - Deja de bromear, Jeremías, y tápate los ojos por favor-.

Estaba delante del La Sombra, sin verlo lo conocía aún mas que antes, no solo sabía dónde estaba, sino lo que sentía, lo que anhelaba, y tomó la iniciativa. Sus cuerpos ya estaban en contacto, el de Franco comenzó a sentirse cálido* y sus labios besaron el cuello del La Sombra. Solo sus labios, sus colmillos aún estaban atados a su voluntad, no porque no desease hundirlos en su compañero, sino porque sabía que podía herirlo si lo hacía. Su brazo buscó su espalda mientras envolvía su cintura, reteniendo al erudito, yendo mucho mas allá de lo que hubiesen imaginado.

La declaración de Franco fue clara y quise responder su tentadora invitación en ese mismo instante, pero intuí que él disfrutaba del juego tanto como yo y guardé silencio. Luego le escuché conversar con aquellos que no podía ver.

De alguna forma ajena a mi comprensión sus susurros se mezclaban con la oscuridad reinante, nutriéndola y fortaleciéndose a su vez. Yo veía lo oculto, él escuchaba lo secreto, juntos descubríamos lo prohibido, explorando un lugar en cual nuestros dominios se sobreponían. Entre muertos y sombras..

Al sentir que su cuerpo adquiría el calor de los vivos mi interior se agitó pues sabía que eso era posible sólo mediante el uso de vitae, el bien más preciado de nuestra estirpe, lo único que conseguía excitarme más que el conocimiento.

Sabía que pronto tendría que aflojar las ataduras de mi bestia o me arriesgaría a perder el control sobre ella. Era como caminar con una pantera hambrienta encadenada a mi mano, si no le daba suficiente holgura para cazar terminaría saltando contra mi cuello. Hay que perder para ganar..

En el Sabbat esa acción era tan habitual que incluso tenía nombre: cabalgar la ola. Por mi parte, jamás había intentado dominar esa técnica y me arrepentí en ese momento pues comprendí su potencial utilidad. Ordo ab Chao..

Cada segundo se extendía en el tiempo y cuando sentí los labios de mi compañero posarse en mi cuello y su brazo rodear mi cuerpo supe que era el momento de responder su oferta. -Si lo viejo se resiste a morir, lo nuevo no podrá nac....... Los versos quedaron inconclusos en cuanto mis colmillos perforaron la piel.

Franco abrazó a David cuando éste hundió sus colmillos en su piel, un éxtasis recorrió su cálido cuerpo al sentir el beso del La Sombra, todo su ser se estremecía, incluso su virilidad despertó, chocando con la del joven vástago. No pudo evitar dar el paso que dudaba dar unos segundos atrás, y hundió sus colmillos en el cuello del erudito, probando el sabor de su sangre.

Una sensación indescriptible se apoderó del Giovanni, por un lado sentía el sabor de la vitae de otro vástago, algo que ya había probado con Baltazar y que apenas había podido controlar con Gorgo, y ahora volvía a saborear dejándose llevar por completo. Por otro lado sentía el placer de ser besado, como lo había sentido casi un siglo atrás cuando su sire lo abrazó por primera vez, un recuerdo que lo había marcado para siempre. Y ahora ambos vástagos bebían de su sangre mutuamente, compartiendo en ella algo de su esencia, algo del abismo que cada uno comprendía, algo del insondable conocimiento al que tenían acceso, algo de la atracción que venían sintiendo y que ahora los fusionaba de un modo perpetuo.

Sombras, eso sentía Franco, pero no solo las que lo rodeaban, sino la densa oscuridad que había en el interior de David, visiones fugaces del pasado del joven se le presentaban, pero se iban demasiado rápido como para retenerlas. Lo vio de niño, lo vio aún vivo, lo vio desnudo, lo vio al ser abrazado por su sire, lo vio en sus estudios, lo vio en la Biblioteca Nacional, lo vio allí mismo con ojos rojos aún sin poder verlo. Y todo eso en imágenes fugaces que se desvanecían y volvían a armarse. 

Tuvo que hacer un esfuerzo para dejar de beber, no deseaba hacerlo, anhelaba perpetuar ese momento de éxtasis, pero su voluntad era fuerte y logró separar sus colmillos de su compañero. Continuó abrazado a él, sintiendo su cuerpo y permitiendo a David que bebiese de él hasta que se saciase. La pasión seguía encendida, pero a medida que el pico de placer iba cediendo, una sensación de amor y fidelidad incuestionable creció en su corazón, algo que solo había sentido alguna vez por Roberto Noble y por nadie más.- David...- susurró en voz baja, mientras permanecía inmóvil, abrazado al muchacho.

El acto sexual era la mayor unión que los mortales podían experimentar entre sí, entregando sus cuerpos lograban crear un efímero vínculo temporal entre ellos. Durante mi juventud había conocido ese placer y busqué cualquier oportunidad para compartir momentos de intimidad. No es que fuese un casanova, simplemente tenía la ventaja de educado, convincente, algo atractivo y, por qué negarlo, perteneciente a una familia poderosa. La promesa de poder es un buen afrodisiaco..

Desde mi conversión, el sexo había sido principalmente una herramienta durante la caza, una que facilitaba ocultar el éxtasis del Beso al confundirse con el orgásmico. Los locales nocturnos poseían la dosis de imprudencia y sombras necesarias para que las jóvenes cayesen cautivadas ante el desconocido caballero con una atractiva aura de misterio. Un reservado VIP, un rincón del local inusualmente oscuro y hasta el callejón lateral eran lugares perfectos para ser recibido por las incautas mujeres. Incluso en los encuentros más apasionados, mi actitud controlada evitaban que el frenesí se apoderase de mí y gracias a eso nunca hubo consecuencias fatales para mis compañeras, pero tampoco había podido disfrutar totalmente pues el miedo a drenar totalmente a quien compartiese conmigo el momento mantenía una parte de mí despierta y atenta.

Tampoco las veces que compartí el lecho con vástagos pude abandonarme a la emoción, ya no por miedo a beber de más sino al de ser bebido. Sólo en una ocasión había experimentado el abandono completo y sin temor, consciente de la común necesidad de compañía, impulsado por la mutua veneración a Ella, y protegido por un manto oscuro. Un fundido a negro..

Pero esa noche era diferente, no había compasión, sosiego o paz en ese encuentro. La mordida de Franco era dolorosa aunque no por eso menos placentera, al contrario, puede decirse que el suplicio que causaba despertaba más pasiones de las normales, pasiones bajas y febriles. Recordé la primera vez que sufrí por un corazón roto, el día en que murió mi mascota, la última vez que hablé con mamá, la noche de mi Abrazo, la muerte de mi hermano. Todos los momentos de mi vida que estuvieron cargados de impotencia se presentaron como frases de un libro abierto y al leerlos nuevamente, algo estalló dentro de mí. Ni siquiera cuando Franco me liberó de sus colmillos pude hacer retroceder la bestia. Esto no ha terminado..

La vitae del nigromante que circulaba en mí me hacía sentir vinculado, pero como pronto descubriríamos no todas las uniones son dulces, algunas están cargadas de desenfreno. Dejé de beber para liberarlo del éxtasis del Beso pero no retraje mis colmillos, manteniéndolo de esa forma prisionero. Sin soltarle impulsé nuestros cuerpos hasta chocar contra la pared, el golpe no le lastimaría pero no era eso lo que buscaba, buscaba tenerle inmóvil y sin ruta de escape, atrapado... Entre la espada y la pared..

Allí me aseguré de desgarrar su camisa antes de librarlo de la presa de mi boca, dejando su torso desnudo. Luego lamí la herida residual en su cuello, no con la intención de sanarle sino saboreando una vez más su esencia. Gracias a la vitae su cuerpo reaccionó como el de cualquier hombre y me regocijé por ello. -El beso conduce al éxtasis, pero no es el único camino. Después acerqué mi boca a su pecho y le mordí sin beber, el delgado hilo carmesí que resbaló por su tórax dibujó el camino que pronto seguirían mis labios.

Había podido controlar sus colmillos, pero no podía contener el ardor que lo consumía en ese momento. Sus brazos, su piel y todo su cuerpo se mantuvieron abrazados al La Sombra hasta que éste lo empujó contra la pared. Ciego, indefenso, sintió el regocijo inexplicable de sentirse dominado por el apuesto joven, él que tenía a la mitad de los vástagos porteños atados con hilos invisibles a sus manos, ahora era preso de los impulsos de impredecibles de su compañero. Éxtasis. David había dicho las palabras adecuadas para describir sus sensaciones.

Permaneció inmóvil con la camisa abierta y su pecho descubierto. El fogoso erudito besaba su cuello y tras morder su torso, comenzó a seguir el rastro que su propia sangre delineaba, uno que conducía a un lugar al que Franco no pensaba que podían llegar. No lo veía, solo el tacto estaba presente ahora y eso aumentaba la vulnerabilidad y el placer que sentía. Cuando David comenzó a descender, con su propia uña hizo mas profunda la pequeña herida que tenía en el pecho, más sangre caía entre sus pectorales, atravesando el centro de su abdomen y continuaba bajando.

Sintió cierto grado de pudor, pero ya no importaba, en ese momento nada importaba en realidad. Franco y David habían fusionado su mente, sus emociones y su sangre, dominados por una divina pasión. Sus cuerpos, ahora , parecían reclamar la misma participación, y al Giovanni le pareció justo.

Los vástagos usamos la vitae para despertar y repara el daño de nuestras cuerpos,  gracias a ella podemos invocar los poderes de la estirpe o aumentar la capacidad física poseída, la necesitamos para fingir estar vivos; tenemos control absoluto sobre ella y circula por nuestros cuerpos gracias a nuestra voluntad pues carecemos de latidos. Sólo sangramos si así lo deseamos..

Cuando sentí aumentar el caudal de sangre las sombras se agitaron a nuestro alrededor, pues la rendición consciente de Franco aflojaba el férreo control que yo poseía sobre ellas. Quise conjurar un brazo sombrío para inmovilizarlo pero decidí que era mejor así.

Para muchos mortales los vampiros eran sólo figuras mitológicas que buscaban sembrar el miedo a la noche y la pérdida de la virginidad, previniendo a las doncellas de aceptar la visita de hombres que clavasen sus colmillos, meras representaciones fálicas, en su carne virginal. La joven alma sólo conseguiría salvarse si rechazaba el encuentro, pues en la mayoría de las representaciones folclóricas el vampiro era incapaz de tomar por la fuerza la sangre. Aunque nosotros éramos prueba de la falacia tras esa idea, sí había algo de verdad en el mito, y era el hecho de que al ser aceptados por la victima no sólo bebíamos su sangre, también tomábamos parte de su esencia.

Por eso me contuve de usar mi legado para someter a Franco, porque disfrutaba más de saberle entregado y sumiso. No deseaba simplemente tomar su cuerpo, quería que él aceptase rendirlo. En una lucha donde todos ganan.. En la oscuridad sonreí.

Pronto llegué al borde de su pantalón y ante mis ojos se dibujó claramente el objetivo de mi descenso. Con mis manos arranqué su cinturón y solté su botón, la sensación de la fina lana en mis dedos era agradable pero entorpecía mi tarea por lo que bajé la prenda. Pude sentir como su cuerpo se estremeció cuando el pantalón se deslizó por sus piernas. Sabía lo él esperaba, lo que ambos deseábamos, pero antes debía extender la tortura. Jamás me había interesado en aprender sobre anatomía y sólo sabía lo básico, pero por fortuna su cuerpo era similar al mío y eso lo conocía bien.

Rodeé su cuerpo con mis manos hasta llegar al lugar donde la piel se encontraba consigo misma, y allí quise explorar con mis dedos el límite de su intimidad pero noté una desafiante resistencia a mi intento. Con un suave gruñido en mi garganta acerqué mi rostro a la prueba de su masculinidad, disfrutando el calor que de allí emanaba, y mordí la parte interna de su muslo. El dolor fue leve pero bastó para hacerle doblar un poco las rodillas, momento que aproveché para saborear su virilidad y enterrar mis dedos en su intimidad. ¿Cómo te defenderás, querido Franco, de un ataque por dos flancos?

La sangre de Franco descendía en una linea continua hasta debajo de su abdomen, hasta perderse en los bellos de su pubis. David seguía su recorrido de cerca, el nigromante no lo veía pero sentía su rostro cerca de su cálida piel. El Giovanni estaba dando un salto hacia lo desconocido, tal vez el La Sombra también, pero la gracia de los movimientos del joven erudito lo sorprendieron y complacieron por igual. 

Placer. Una palabra con tantas facetas como un diamante tallado, siempre cargada de brillo y del deseo de quedarse allí para siempre. La oscuridad ya no era un límite para él, sino una protección, no había testigos de lo que allí sucedía, a excepción de la huella que el disfrute dejaría en sus cuerpos. No había sentido algo similar en toda su existencia, lo que hacían no era una práctica allá por los años '30 en Buenos Aires, ni había seguido ese camino tan polémico con anterioridad, pero no podía negar que el chico sabía lo que hacía. El beneficio de tener cuerpos similares permitía conocer las sensaciones que el otro sentía, un privilegio a la hora de llevarlas hasta el extremo.

El roce de sus dedos lo incomodaba, no negaba que le producía un cosquilleo agradable, pero había detrás de eso una tradición fuerte entre los compadritos de antaño, ningún hombre gustoso del tango y las tradiciones aceptaría esas atrevidas caricias por más placer que pudieran generar. Bajó sus manos y tomó ambas muñecas del La Sombra, y las subió, de modo que las manos del joven se posaban sobre sus pectorales. El Giovanni dejaba escapar un gemido cuando la sensación de éxtasis aumentaba mientras guiaba las manos de David por su torso, en un juego de mutuo dominio que resultaba placentero.

De repente sintió que el placer aumentaba de un modo incontrolable para él, algo que pondría fin al agradable momento, así que levantó sus brazos en alto, aún tomando de las muñecas del La Sombra, logrando que sus cuerpos se enfrentasen nuevamente. El del Franco estaba desnudo, tibio, y rebosante de virilidad. El de David estaba vestido, frío, e invisible para él. Buscó a ciegas sus labios mientras seguía sosteniendo sus brazos, algo que parecía imposible pues el joven se divertía esquivándolo. Cuando logró alcanzarlos, bajó sus brazos y lo abrazó con fuerza, para luego girar su cuerpo lentamente mientras besaba su cuello, buscando que la espalda del erudito se apoyase en su torso desnudo - David...- susurró, mientras lo tomaba entre sus brazos. 

Puritano.. El adjetivo vino a mi mente en cuanto las manos de Franco detuvieron a las mías, y a modo de venganza clavé uno de mis colmillos en su delicada piel. El daño no sería permanente pero el dolor se grabaría en su mente.

Dejé que guiase los movimientos en la parte superior de su cuerpo pues la inferior me pertenecía a mí. Tú confórmate con servir al firmamento que  yo reinaré en el abismo.. Muchos se negarían a realizar mis acciones por temor a perder su posición dominante pero yo sabía donde residía el verdadero control. Y como perderlo..

El placer que experimentaba provocó una contradicción, pues mientras sus piernas se debilitaban su entrepierna se fortalecía. Gracias a mi propia experiencia pude reconocer el significado del hecho y prepararme al desenlace, pero antes de alcanzar su punto sin retorno, Franco me detuvo.

Buscando frustrarlo para aumentar el placer de la recompensa, evadí su boca durante unos instantes antes de dejarle encontrar la mía, y al hacerlo correspondí su beso con pasión oscura, incluso llegando a morder sus labios. Él sutilmente me hizo girar hasta dejar mi espalda pegada a su cuerpo; a pesar de encontrarme aún completamente vestido no fue difícil entender su intención, menos considerando la parte de su cuerpo que podía sentir intentando abrirse camino sin importar la tela que nos separaba. Incluso susurró mi nombre como pidiendo permiso.

En ese instante mi Bestia y yo estuvimos de acuerdo en algo: no se lo pondríamos fácil. Cerré los ojos y me concentré en mi negrura interior, permitiéndole imbuirse en mi cuerpo y convertirlo en algo diferente a carne.

Por fortuna Franco no era capaz de ver como mi piel se manchaba, pero sin duda sentía los anillos de oscuridad que surgían de ella. Seguramente era la primera vez que él sentía lo que es ser abrazado por una infinidad de fríos y sutiles apéndices, que ansiosos de vida exploraban su piel y robaban su fuerza. No dejaría que le lastimasen, no mucho al menos, pero quería que comprendiese el verdadero alcance de mi poder y hasta donde podíamos llegar. -Abandónate... Entra al abismo... Déjale estar en ti... El susurro provenía de todos lados.

Aunque él no lo supiese en ese instante, su ceguera era una bendición, pues entre sus brazos se encontraba un ser de materia y oscuridad. Uno que por momentos incluso se desvanecía en sombras.