Partida Rol por web

Las cuerdas de descenso de microacero se acoplaron magnéticamente a las vallas laterales de la autopista. Eliza las dejó caer como serpientes hasta la azotea superior de la fábrica. Entre salidas de humo, extractores de aire acondicionado, amalgamas de cables y relés eléctricos, y la mala iluminación, el lugar estaba lleno de escondrijos desde donde alcanzar la caseta de entrada al piso superior. 

Nariko enganchó su arnés desechable de rappeling con una mano, y con la otra empuñó su fiable revolver Smith & Wesson. Eliza siempre le insistía en que tenía que acoplarle un silenciador, pero Trigger pensaba que era como tener un animal salvaje y caparlo: si no eras capaz de manejarlo, pues para eso mejor tener un peluche.

Ambas se deslizaron con suavidad hacia el tejado, y cayeron sin emitir ningún sonido. Activaron los desmagnetizadores de las cuerdas y éstas se soltaron, listas para ser recogidas y empaquetadas de nuevo.

Sin hablar, sólo con gestos, rápidamente localizaron la entrada por la caseta superior.

La puerta estaba abierta, dejando ver unas escaleras metálicas de caracol que descendían.

Pero no estaba abierta por descuido o casualidad. Un punto de luz rojo flotando en el aire apareció junto a una barandilla cercana a la caseta de acceso. Era un cigarrillo al prender. Uno de los guardias había salido a fumar a la terraza, a tomarse un descanso. Había escogido un momento poco oportuno sin saberlo, la pobre criatura. No parecía tener intención de hacer ninguna ronda, sólo fumarse su cigarro mirando a la calle. Estaba de espaldas a la caseta, y no parecía tenso ni alerta. Su subfusil Uzi colgaba inerte a su costado, y parecía llevar un simple chaleco antibalas de pecho bajo la chaqueta de camuflaje urbano. 

Nariko y Alma lo observaron unos segundos: no miraba hacia el lado de la entrada principal, así que no había peligro que detectara a Kaisha o Alma. Podían neutralizarlo, claro, pero también entrar sigilosamente en la caseta aprovechando que estaba de espaldas a ellas. O incluso podían descender con las cuerdas hasta alguna de las ventanas del segundo piso y entrar en el edificio sin arriesgarse a acercarse al guardia. Y esas eran sólo las primeras opciones que les vinieron a la cabeza. Posibles distracciones, dejarlo inconsciente para coger su uniforme, atraparlo para interrogarlo,... parecía un blanco fácil para cualquier plan que se les ocurriera.

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Las luces de neón de la furgoneta Mitsubishi-Benz se apagaron a la par con el motor de inyección modificada. Aunque Kaisha se preguntaba cuánto de original debía quedar de la ingenieria germano-nipona bajó el capó. Seguramente las modificaciones baratas pero resistentes de Singapur superaban con creces a las piezas de fábrica. Como esas bandas de posers que iban sustituyendo su cuerpo natural por implantes miembro a miembro, hasta que no quedaba nada de lo que sus padres se curraron cuando los escupieron a este mundo.

Alma bajó del vehículo y localizó la puerta de entrada en la verja. No parecía difícil de forzar con las herramientas de Kaisha, y no había nadie vigilando entre la valla y la entrada al edificio. Era la vía más rápida, aunque también podía ser que, si había algún sistema de seguridad o vigilancia, fuese en ese camino donde estuviera instalado. Respecto a los postes con cámaras, había dos en la parte frontal. No era evidente si funcionaban o no, pero detectó una caja de suministro eléctrico en un lateral de la calle. Desde ahí tenía que alimentarse la electricidad de la zona exterior. Eso sí, manipular esa caja eléctrica implicaba colocarse en medio de la acera, a la vista de cualquiera que observara la calle.

Aunque el plan era no entrar hasta recibir la confirmación de "vía libre" de Trigger y Backdoor, podían intentar allanarse el camino mientras tanto para desactivar posibles alarmas. Claro que, si la cagaban, sus compañeras podían encontrarse con una seguridad en estado de alerta.

Mi brazo se movió dando un pequeño codazo a mi compañera para llamar su atención mientras hacia un gesto señalando la caja de suministro eléctrico.- Probablemente si las cámaras están encendidas reciban desde ahí la energía. Pero no sé si merece la pena, nos expondríamos demasiado a que nos vieran… por no hablar de la cobertura, sería un blanco fácil.-Durante un momento mi mente pensó en las posibilidades mientras arrugaba la nariz.

Mi ojo izquierdo se cerro dejando únicamente al implante hacer su trabajo. Enfoque mi mirada en el propio edificio intentando detectar alguna fuente de calor de alguna de las ventanas del edificio.-Por poco que me guste me parece que tendremos que esperar.- Resople finalmente mientras comprobaba que llevaba todo encima. Hacía mucho que ninguna misión me hacía salir del zulo para trabajo de campo. No le tenía especial cariño a esas misiones, sobre todo cuando tocaba esperar, pero sabía que era necesario. Había momentos en los que más valía tener confianza en tus compañeras que intentar hacerse la heroína y acabar con un colador. Durante un segundo una pequeña sonrisa asomo entre mis labios. Quien me diría que acabaría teniendo pensamientos de confianza en otras personas.

Estudio lo que nos rodea con la mirada, intentando ver algo que se nos haya pasado por alto, hasta que la voz de Alma me saca de mis pensamientos, sí, tiene razón, no hay nada que podamos hacer, solo esperar. Y eso me fastidia y me desespera a partes iguales, ya que mientras tanto Nariko y mi hermana pueden estar en peligro, y nosotras aquí, sin poder hacer nada. Mierda.

- Sí, por mucho que me pese tienes razón, toca esperar, solo espero que les vaya bien, eso sí, al menor indicio de que tienen problemas, vamos.

Era lo único que me tranquilizaba, si pasaba algo, nos tenían a nosotras, y créeme, nadie se metía con mi hermana y salía bien parado, nadie.

Nos dejamos caer sobre el tejado. Todo parece tranquilo. Los extractores de aire nos ofrecen una buena cobertura. Por ahora todo ha empezado con buen pie.

Pero Nariko y yo no tardamos mucho en darnos cuenta de que no estamos solas ahí arriba. Hay un guardia armado fumado, tomándose un descanso al fresco.

- No podemos dejar a nadie a nuestras espaldas. - sugiero entre susurros.

Todo enfrentamiento por fácil que parezca puede salir mal, pero el riesgo de dejar un enemigo a las espaldas es mayor aún desde mi punto de vista.

- Déjale noqueado con uno de tus golpes. Yo te cubriré con munición eléctrica. - digo mientras pienso que si somos rápidas y efectivas, nadie tiene porqué enterarse.

Donde otras personas miraban al guardia y veía un obstáculo, yo veía un elemento a eliminar. Disfruta de la nicotina, amigo; ese vicio será tu perdición. "Backdoor" y el resto de las chicas daban por hecho que estas maniobras me pertenecian, y ciertamente me enfadaría mucho si confiaran en otra a la hora de poner algo de músculo en acción, de modo que haciendo acopio de toda mi sangre fría y valiéndome de cada recoveco del lugar, me fui acercando lentamente, casi como un felino.

El último movimiento fue el más arriesgado, colocarme justo a sus espaldas mientras evitaba su rango de visión. Una sonrisa tímida quiso asomarse a mis labios en el momento en el que alcé mi revolver y dejé caer todo su peso contra la nuca del desprevenido soldadito, golpeándole con la culata.

Era en momentos como este que Trigger se vanagloriaba de no llevar una de esas pistolas de polímeros plásticos chinas, las DragonFlex baratas que vendían por todos lados. Que si la aceleración de la bala era lo importante, que si su potencia de fuego era la misma, que su bajo peso, bajo precio, y capacidad de saltarse los controles de metales las hacían incluso superiores a las pistolas clásicas,...

Basura comercial.

 Una Smith & Wesson no era sólo una herramienta para lanzar balas a gran velocidad: era un arma de punta a punta. Hasta su culata era un arma.

El guardia cayó al suelo en medio de una calada, y su cigarro rodó aún encendido por la azotea de microcemento. Se detuvo al tocar la bota de Trigger, y ésta vio la marca escrita en el papel. "Lucky Strike", decía, y a Nariko no se le escapó la ironía del mensaje después del golpetazo que le acababa de asestar al fumador.

El camino de entrada quedaba despejado para ella y para Backdoor, y se adentraron en la caseta de la azotea.

Una escalera de caracol bajaba, toda ella de hierro forjado con el estilo funcional de una instalación industrial. Unos pilotos de luz iluminaban escasamente los peldaños a la altura de los pies, y una línea de luz cortaba la pared formando una espiral descendente, unos centímetros por encima del pasamanos.

Ambas llegaron hasta el segundo piso sin sorpresas, y se detuvieron en el descansillo. Un pasadizo se alejaba tanto a derecha como a izquierda, con puertas cerradas cada pocos metros. Por debajo de algunas se veía la luz del interior reptar hacia un polvoriento pasillo, y había cables pasando de un lado a otro sin ninguna instalación planeada. El lugar no parecía un laboratorio de alta tecnología, sino una casa abandonada del Ensanche, ocupada por alguna banda de colgados tecnoenganchados.

Una ojeada rápida les permitió ver un par de carteles en las puertas más cercanas: "Archivos", "WC", "Servidores", "Limpieza". Más allá había más puertas, pero deberían avanzar por el pasillo para llegar a ellas.

En el replano en que se encontraban también había una escalera normal y un ascensor que bajaban ambos al primer piso como mínimo. Por ahí debía accederse a la entrada desde la calle, donde les esperaban Kaisha y Alma. 

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Nozomu y Fixer empezaban a impacientarse. Sabían mantener la cabeza fría, y tenían claro que tocaba esperar. No se habían oído disparos ni gritos, así que seguramente todo estaba yendo bien. 

Mientras Alma escudriñaba la oscuridad de la zona de entrada con su ojo mejorado de infrarrojos, detectó un movimiento que le llamó la atención: estaba lejos para distinguir los detalles, pero era pequeño, una fuente de calor del tamaño de un gato, y había pasado por el hall de entrada varias veces a una velocidad constante. Seguramente sería un robot de limpieza autónomo, muy habitual en estos lugares. Pero no podía estar segura. 

Elaiza que ya estaba lista con la pistola para cubrir a su compañera, bajó el arma y le dedicó una sonrisa de aprobación. Nariko no sólo era una pieza clave en el grupo, era alguien en quien poder confiar tu vida. Y encontrar a alguien así en Sendai era algo más valioso que todos los bityens que pudieras contar.

- Este sitio huele a mierda ¿en serio aquí hay un laboratorio de Augen? - pregunto en voz baja a Nariko, mientras descendemos por esas escaleras de caracol, con sumo cuidado de no hacer ningún ruido que pueda llamar la atención.

No quiero plantar la semilla de la duda en mi compañera. Pero estoy empezando a pensar que nos hemos equivocado de edificio cuando por fin empezamos a ver carteles: "Archivos", "WC", "Servidores", "Limpieza"...

- Nozomu, Fixer. - las llamo por su nombre en claves través del comunicador. - Ya estamos dentro. La azotea está despejada. En la segunda planta parece haber una sala de servidores, vamos a echar un vistazo. - digo mientras le hago una señal a Nariko para acceder a esa sala en primera instancia. 

Estaba empezando a ponerme de los nervios, esperaba que no les hubiese pasado nada y no hubiesen tenido ningún contratiempo, pero estaban tardando demasiado en ponerse en contacto con nosotras.

- ¿Crees...? - pero no pude seguir hablando, la voz de mi hermana me interrumpió menos mal - menos mal, ya estaba pensando en ir a buscaros, muy bien, nos vemos allí entonces.

Miro a Alma - ¿vamos? Seguro que podemos sacar información de ese sitio.

Bueno, por el momento todo estaba saliendo bien, con suerte cumpliríamos nuestra misión sin problemas y tendríamos unos cuantos bityens más en el bolsillo, genial.

Fui alcanzada por Elaiza y ya juntas, casi hombro con hombro, comenzamos a investigar el lugar. Una vez vimos que por el momento estaba todo despejado, fue ella la encargada de dar la señal de aviso a nuestras dos compañeras que, conociéndolas, seguramente se habrían quedado ya sin uñas de la impaciencia.

Cualquier cartel en el que se leyera "Servidores" sería como un enorme letrero de neón para "Nozomu" pero por desgracia ella seguía allí abajo. Confiaba en sus habilidades con los ordenadores pero por lo pronto "Backdoor" y yo tendríamos que arreglárnosas por nosotras mismas, de modo que asentí sin reparo alguno.

- Yo te cubro - fue todo cuanto le respondí mientras mantenía el revolver apuntando al techo firmemente entre mis dos manos.

La apertura del canal de comunicaciones me sorprendió levemente en un inicio, aunque la estática que había roto el silencio con las palabras de Elaiza animaron el momento. Mi mirada paso entonces hacia Kaisha, en parte extrañada.- ¿Vamos dónde? ¿Quieres subir a la azotea?.- Pregunte ligeramente confusa. No era mal plan, si subíamos a la azotea posiblemente podíamos infiltrarnos todas sin que lo notaran pero…

Mi mirada miro hacia la autopista.-Tardaríamos mucho tiempo en subir allí arriba. ¿No?.-  Agite la cabeza durante un momento dilucidando la opción de hacerlo, finalmente me encogí de hombros y abrí comunicación.- ¿Nos dirigimos a la azotea para entrar o esperamos que nos encontréis camino…?. Hice una breve pausa mientras me asomaba de nuevo a mirar la entrada principal.- Por cierto, en la entrada principal hay una fuente de calor pequeña en modo patrulla.

- Bueno, si es una sala de servidores, la que mejor podrás entrar y hacer algo con ellos eres tú ¿no? Quizás lo que deberíamos hacer es decirles que dejen eso para luego y busquen  una forma alternativa a la azotea para que entremos, ¿no? Es que no puedo seguir aquí sin hacer nada.

Estaba frustrada y por eso había propuesto ir a la sala de los servidores, pero Alma tenía razón, ir a la azotea sería un poco peligroso debido al tiempo que tardaríamos.

Elaiza abrió la puerta con el cartel de "Servidores" centímetro a centímetro, como si fuera una corriente de aire y no una persona la que estuviera empujando la madera.

Trigger de pie a su lado, con la espalda contra la pared y el revolver dispuesto, escaneaba con la mirada el pasillo de lado a lado. Podría disparar al interior de la sala con un pequeño giro de torso sólo con que Backdoor emitiera un suspiro de alerta.

La Scanner tenía una rodilla clavada en el suelo para que su cuerpo ofreciera la mínima presencia -como la Backup le había enseñado-, mientras miraba al interior a medida que la escena se descubría. 

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Muros de pantallas con luces titilantes sobre fondos negros ocupaban la mayor parte de su visión. Cables y cables y cables salían de sitios imposibles y se perdían por el techo, por paredes cuyas placas prefabricadas habían sido desmontadas, y conectaban un aparato con otro aparato y con otro aparato hasta lo que parecía el infinito. Un infierno de máquinas y conexiones para Elaiza, aunque seguro que Kaisha o Alma lo llamarían un paraíso. Ni los implantes oculares de la Sony-Zeiss habían conseguido que toda la humanidad compartiera una misma visión de las cosas. 

De espaldas a ella, recostado en un sillón acolchado con hidratación y alimentación autónomas, había un hombre con unas gafas de RV colocadas, y con un par de cables (rojo y azul) saliendo de su nuca.  Estaba evidentemente sumido en una conexión a la Red, pero no se podía decir que fuera tan tonto como para estar aquí desprotegido: sobre la mesa que había frente a él, donde descansaba una terminal Hosaka y un par de latas de Kyo-Cola vacías, también se distinguía la figura de un dron-araña Mk.07 de la Sony-Zeiss. De poco más de un palmo de altura, una bola giratoria sostenida por seis apéndices articulados hacía tanto de cuerpo como de ojo-cámara. 

Elaiza la vio mientras el punto rojo -que indicaba la dirección del visor- estaba empezando el recorrido circular desde la ventana hasta la puerta en que se encontraba ella...

Nariko sintió en sus huesos cómo Backdoor se tensaba a su lado cuando la puerta se hallaba medio abierta. Su sexto sentido le gritaba "¡peligro!".

Asentí ante la pregunta de Kaisha mientras mis dedos de mi mano derecha tamborileaban contra mi antebrazo izquierdo, era evidente que estaba nerviosa… o inquieta. Como bien había demostrado no era de las que les gustaba esperar sentada.- Podemos ir a la zona trasera rodeando los edificios quizá haya alguna forma de subir a la azotea desde el exterior.- Comente pensando en unas posibles escaleras de emergencia o derivado que hubieran quedado ocultas por la propia autopista en nuestro primer plan.

Tampoco creía que fuéramos a tener una suerte tan evidente, pero quizá si el destino nos sonreía encontráramos una posible entrada alternativa al asedio frontal. Cualquier cosa antes que esperar un minuto más.- Vamos a ver si encontramos algo. Confió en ellas para hacer limpieza pero…- No quería reconocerlo pero cuando había escuchado las palabras “Sala de servidores” mi paciencia había bajado.

Sí, aunque nos retrasase más acceder por la azotea sin duda era la opción más sensata. 

- Sí, además tengo mucho interés en ver esa "sala de servidores", estoy segura de que allí podremos encontrar valiosa información, vamos, no perdamos más el tiempo aquí esperando sin hacer nada.

Salgo tras Alma para sondear el terreno exterior en busca de alguna manera de subir a la azotea, si dábamos con ella todo será más fácil. Solo esperaba que mientras tanto mi hermana y Nariko estuviesen bien, seguramente en ese lugar habría vigilancia, pero bueno siempre habían sabido arreglárselas bien solas.

Alma y Kaisha empezaron a moverse. La espera había llegado a su fin. Sin acercarse al edificio ni perderlo de vista, se movieron como gatos callejeros por las coberturas que ofrecía la acera circundante. Había tanta basura tirada por la calle que cualquier lata de Kyo-Cola o vaso plástico de SoyaCaff podía servir como una trampa sonora muy eficaz si aparecía bajo sus pies.

Alma estuvo a punto varias veces de tropezar con el cableado suelto que serpenteaba la calle, pero por suerte Kaisha la redirigía hábilmente sin emitir sonido alguno.

Llegaron a la parte trasera del laboratorio, que se fusionaba con la columna granítica gigante que hacía de pie a la autopista elevada. Frente a ellas se extendía un patio donde deberían llegar los camiones para cargar y descargar su mercancía en la época en que este almacén estaba activo.

Ambas vieron un par de orificios cuadrados de carga para remolques, cerrados por persianas metálicas. A sus lados había puertas de personal, y eran una posible vía de entrada alternativa. El patio trasero estaba vacío excepto por montones y montones de chatarra y palés desvencijados. Una vieja escalera de incendios, oxidada por el aire salado de Sendai, zigzagueaba por la fachada hasta el techo del edificio.

Pero Kaisha tenía vista para las máquinas. Entre dos columnas de palés podridos descubrió que había una carretilla elevadora BobCat. Si funcionaba, parecía tener el alcance suficiente en sus palas para usarla de ascensor improvisado hasta la azotea.