Partida Rol por web

Todo era muy confuso la recompensa , la marca , el tigre la desorbitante cifra. Nos entrego unos pergaminos que examine con detenimiento. Un mayordomo nos esperaba para la cena , mostrándonos antes  nuestros dormitorios y seguro que cenaríamos con su hija.

Así que una vez en el cuarto mire por la ventana para saber donde daba, también las paredes , camas y cajones de los muebles , armarios para hacerme una idea del estado del dormitorio, y si alguien había dejado algún mensaje o señal en él. 

Me aseé todo lo que pude, y me dispuse a bajar no sin antes esperar a mis compañeros para entrar en el salón , que por cierto advertí si nuestros dormitorios estaban juntos o separados. 

Deje casi todo en mi mochila excepto una preciosa daga que traía al cinto y mi bastón .

Sinceramente, no se muy bien como tomarme las indicaciones que tenemos. Desde luego, si permito que un furry hostil esté lo bastante cerca de mi para ver la marca que aparece en el pergamino, algo estará yendo mal. Por otra parte, tampoco debería preocuparme demasiado por eso. Si se están dedicando a hacer lo que el noble dice que están haciendo, lo más probable es que en algún momento acaben llamando la atención. Haciéndose ver. Sintiéndose más osados.

Entonces será cuando podamos verlos, antes que ellos a nosotros. Eso será todo lo que necesitemos.

Acabadas las presentaciones, salgo de la habitación sin dirigir una palabra a nadie. Todo lo que es relevante ya se ha dicho. Hablar más solo podría venir del deseo de aliviar el tedio o alimentar el ocio, y ambos son herramientas de hombres de menos catadura moral de la que debería tenerse.

Quien cambia la oracion y la loa por conversacion intutil, quien teniendo en sus manos la azada la deja reposar sobre la tierra sin producir fruto fértil, sabed que lo que deis a los dioses de acto o de propósito, os será dado tres veces. Y lo que de ellos toméis igualmente, os será exigido otro tanto.

Unas horas después, bajo de nuevo al salón. El alquimista ya parece encontrarse ahí, armado solo con una daga. Casi por instinto, compruebo que la mia sigue en su lugar. No me gusta estar separada de mis armas. No tanto por amor a ellas, como por el hecho de que nunca me parece buena idea no estar con la guardia alta. Aun así, no creo que tenga elección. Como cualquier casa noble, los Dracul son conscientes del riesgo de los asesinos, y dudo que la hija de Vlad vea con buenos ojos que porte el arco durante la cena.

Verme lejos de la mirada de Vlad me tranquiliza; ese hombre tiene algo raro. Me pregunto si causare un efecto parecido sobre la gente más humilde. Semejante pensamiento resulta divertido pero totalmente improductivo.

Sigo al soldado hasta el aposento asignado. Los pasillos son tan parecidos que resulta aburrido. Todo es demasiado formal y estricto. Y mis compañeros, me pregunto, ¿Qué habilidades tendrán? De seguro deben poseer cualidades fuera de lo común para este encargo. Espero estar a la altura. El soldado se detiene en una puerta de madera.

La habitación resulta igual de austera que el resto de la fortaleza. Aquí no hay nada que no tenga un propósito. A pesar de toda la cama es confortable y he pasado la noche en estancias mucho peores. Sin ninguna ceremonia, abandono la mochila con la mayor parte del equipaje sobre el lecho; me desproveo de mi capa arrojándola sobre el resto de mis pertenecías. Y estudio un momento el cinturón; las dagas se mantienen en sus fundas listas para ser usadas; el poco dinero que me queda permanece en una de las bolsas y la faltriquera que contiene los frascos bien protegidos. Finalmente decido dejarlo sobre una mesa junto a la pared, y ocultar uno de los cuchillos en el interior del chaleco.

Antes de abandonar la habitación vierto un poco de agua en la jofaina para limpiarme un poco las manos, la cara y el cuello. Me observo un momento en el pequeño espejo del mueble. No hay mucho que hacer con las cicatrices, recorro con los dedos las señales que me marcan. Cada una es un recuerdo de que estoy vivo. Sonrió un momento recordando las palabras del viejo Elias. Tendría que hacerme con un antídoto, solo por si acaso.

Decido bajar a esperar a la sala. Al llegar observo que ambos de mis camaradas están allí, con menos equipaje e igualmente armados que yo. No me sorprende pero me divierte constatar el hecho de cuan parecidos somos a pesar de nuestras evidentes diferencias.

La sala os transmite una sensación de sosiego gracias al agradable calor que se desprende de una chimenea próxima ayudado con los suculentos olores del banquete. Por muy austero que sean en otros aspectos, parece que los Dracul gustan de la buena comida.

Fácilmente se abre el apetito al contemplar las fuentes con carne asada, diversos pescados aderezados con salsa de nueces, manzanas caramelizadas y un guiso de setas con patatas entre otros platos, algunos incluso que os resultan desconocidos.

La vajilla también es ostentosa, toda de plata con filigranas de oro que destellean levemente a la luz del fuego. Varias jarras repartidas por la mesa contienen sin lugar a dudas vino, aunque vuestras jarras ya están servidas. Como toque más hogareño al lado de vuestros platos hay  una hogaza de pan moreno.

Con tanto lujo, es fácil obviar por unos instantes la figura que se sienta en la silla más cercana al fuego. Ante vuestra llegada se levanta y os dirige una cálida sonrisa, una sonrisa verdadera que no tiene nada que ver con la expresada por Vlad durante esta tarde.

Se trata de una mujer bastante joven, rondando la veintena. Sus atavíos son sencillos, una camisa blanca y un sayo de color rojo que se ajustan a su cuerpo y dejan ver las sensuales curvas femeninas. No podéis apreciar del todo bien su rostro a esta distancia, pero no cabe duda de que es increíblemente hermosa.

-Por favor, sentaros y gocemos del banquete. Me imagino que ya sabéis quien soy y yo estoy bien informada, de modo que obviemos las dichosas formalidades-realmente parece contenta de vuestra presencia, si ella es la hija de Vlad desde luego no ha salido precisamente a su padre-Espero que todo sea de vuestro gusto, no conocía vuestras preferencias de modo que encargue a los criados una variedad de platos comunes en nuestra tierra.

Después de la tensión producida por nuestro disciplinado patrón la relajante atmosfera mitiga la intranquilidad que sentía. La calidez del fuego en el hogar, el olor de las viandas y el vino; se extienden y consiguen arrullar todo el cuerpo. Sin embargo estoy más pendiente de la hermosa dama que nos acompaña.

Su sonrisa y actitud nada tienen que ver con las de su progenitor. Además su figura atrae mi atención. Aceptando la invitación que nos hace me acerco a una de las sillas próximas. Esbozo una sonrisa poco tirante pero sincera. De nuevo lamento las heridas de mi rostro. Al llegar a su altura inclino la cabeza en señal de respeto a su posición; por supuesto aprovecho para echar un vistazo a sus generosas caderas. Y si me lo permite tomo su mano para besar el dorso, como he visto hacer a otros caballeros.

Tras "presentarme" me sentare a su diestra esperando al resto de comensalesy observando su reacciones así como la de nuestra anfitriona.

Mi señora es un placer compartir la mesa con vos - la hago una reverencia - aunque nos conocemos de oídas ahora veo como los rumores que corren sobre vuestra belleza y sensualidad son verdaderamente  ciertas.  Incluso añadiría que los hechos preceden a las palabras, quedando éstas últimas vagas y sin sentido.  

No me di cuenta si la dama había captado mi galantería cortes o si había sido demasiado científico en mis palabras expresando más los vocablos que utilizaba en mis estudios a los vocablos que hay que utilizar con las personas, de todas formas lo dicho - dicho está -  y vi si la expresión del rostro de la hija de Vlad correspondía a mi galantería o había sido descortés . O había actuado con falta de tacto dejando al descubierto la sensualidad que propiciaba el presentarse en ese camisón blanco transparente, ceñido por su cinturón que dejaba flotar la imaginación con la sensualidad de sus curvas.

De ver la mesa completamente llena de jugosos manjares y suculentas viandas , los utensilios utilizados para dichos fines eran completamente de plata con filigranas de oro los examiné por si correspondía con lo visto o era un engaño de mis sentidos. Claro que todo esto lo hice después de mi cortesía y habiéndome sentado en una de las sillas.

Esperé a que ella iniciase el acto , esperando ver como se las arreglaba en la mesa , y si era igual de sensual comiendo como vistiendo. Para acto seguido secundarla , llamando al criado si veía algún alimento que me debería de cortar y servir en pequeñas raciones mezcladas con verduras y acompañadas del buen vino.

La efusividad de Bathory me resulta inesperada. Ciertamente, no ha heredado el carácter reservado y serio de su padre, o es muy habil ocultándolo. Aunque precisamente esas sean las cualidades que admiro en lord Vlad- el hombre recto no tiene necesidad del amor de sus semejantes, sino solo del conocimiento de su propio corazón y de su lugar en la vida y a los ojos de dios- su ausencia no me molesta de por si. 

Al fin y al cabo, incluso los dioses tienen festividades, y el regocijo y la amabilidad no son malas, salvo que oculten otras intenciones. Cierto es que ese suele ser el caso- la gente simplemente es así, pero en este caso concreto no parece haber motivo. Bathory no tiene nada que conseguir de nosotros siendo falsamente amable, al menos nada que no pudiese conseguir fácilmente llamando a sus soldados o invocando la autoridad de su padre, de modo que su falta de afectación parece sincera. Es amable, pero no da indicios de lascivia u obsequiosidad.

Si pudiese decir lo mismo de mis compañeros, esta sería una velada incluso agradable. Si los ojos del mercenario pudiesen actuar como manos, ahora mismo la chica no llevaría nada de ropa. Y hay algo demasiado empalagoso en la opulencia de las palabras que le dirige el alquimista. Si uno pasa por alto el tono y se detiene en el contenido, la cosa no mejor demasiado.

Decididamente, este tipo cada vez me cae peor. Y eso que sus aires de grandeza en la balsa ya han puesto el listón muy alto. El mercenario, aún no sabría decirlo. Parece serio y callado, lo cual no me molesta. Pero si alguna vez me mira en el mismo tono que está mirando a Bathory ahora mismo, le pondré una flecha en el ojo para que sí que tenga algo que mirar.

Como deseéis- contesto a su invitacion, sin hostilidad. Simplemente, admitiendo un hecho. Os agradezco, en cualquier caso, que os hayáis tomado la molestia. Lo cierto es que mi estilo de vida me ha habituado a comer de forma menos... elaborada, de modo que estoy segura de que cualquier cosa que pruebe será algo, cuanto menos, interesante.

Bueno, no es una gran frase de agradecimiento... pero al fin y al cabo, estas cosas nunca se me han dado bien. No es que tenga a menudo algo que agradecer.

Mientras extiende la mano para que Ashren la bese, se gira para contestar a Gerber-El placer es mío, no solemos tener visitas y las que tenemos son demasiado formales como para permitir una charla distendida-bebe un trago de su copa, omitiendo la referencia a su belleza. Por último sus ojos se fijan en Elke-Como ya he dicho, no es molestia alguna, realmente llevaba tiempo preparando este momento, desde que mi padre solicito vuestros servicios. Se que a él le habría gustado presidir esta cena, pero los monstruos han causado demasiados destrozos y quería asegurarse personalmente de que todos eran exterminados.

Tras estas palabras comenzáis a comer. Se trata de una experiencia muy grata, todo esta preparado a la perfección y cada bocado resulta una explosión de sabor en vuestra boca, en vuestra vida pocas veces habéis podido comer algo que este a la altura. Bathory parece darse cuenta, pues os deja saborear durante un buen tiempo hasta que empieza a hablar de nuevo.

-Disculpa mi descortesía Ashren, siento curiosidad por tu situación. ¿Como te comunicas con aquellos que no saben leer siendo mudo?

Mis compañeros se acercan, cada uno a su manera. El hombre de las ostentosas ropas con una expresividad un tanto pomposa. Dudo el haber podido expresarme de esa manera de haber tenido la oportunidad. Le observo un momento al tiempo que evalúa los cubiertos, la mesa y a la propia Bathory. Parece un comerciante, pero ¿Qué esconden ese manto bien bordado y esas maneras refinadas? Nuestra otra acompañante parece juzgarme; su mirada arisca y su respuesta cortes y seca; parece perpetuamente enfadada ¿Seré yo o será el mundo lo que la molestan? Le dirijo una sonrisa; el agua pule hasta la piedra más áspera.

Comenzamos la comida sin más ceremonias. Cada bocado sabe a gloria, no creo haber probado nada igual y desde luego no en esta cantidad. Mientras me sirvo de los distintos platos, me percato de que mi presencia resulta extraña en esta escena. Dos hermosas mujeres con vestidos que realzan su figura, un hombre de ropas exquisitas, buenos modales y una cara no marcada. Sin embargo ellos están en la misma situación que yo. Somos iguales. Aunque nuestras circunstancias sean diferentes. Desecho el pensamiento, las viandas son demasiado sabrosas como para preocuparme por tan trivial asunto.

La pregunta me toma un poco por sorpresa. Y nuevamente lamento haber dejado mi tabla en la habitación ¡¿En que estaría pensando?! Un rápido vistazo a mi interlocutora me recuerda el motivo de mi distracción y que los sueños se cumplen. En un momento de genialidad infantil tomo el cuchillo, despejo una zona del plato; unto mi improvisada pluma en salsa y realizo un burdo dibujo de la silueta de una mujer. Inclino el plato para mostrar el cuestionable resultado y me encojo de hombros.

Estoy comiendo y la comida me sabe a mil cielos , siento un placer incomensurable al comer estos platos , nunca había notado tanto placer por la comida. El aroma putrefacto del exterior se mezcla con un placer que recorre todo mi cuerpo , añadida la sinuosa figura que se sienta frente a mi , hace que me recorra una especie de orgasmo, mis sentimientos dejan de ser normales mis gestos se vuelven más sensuales.  De repente me veo mordiendo un plátano no lo estoy mordiendo sino chupando con cara de placer y provocando a la propia Bathory, cojo un higo y empiezo a chuparlo a lamerlo más que comerlo estoy fuera de sí solo me invade el placer , el erotismo, la lujuria . 

El hechizo parece que se disipa en cuanto la Dama habla a uno de mis compañeros, dejando conocer su nombre se llama Ashren y ¡¡ es mudo !!. No me había dado cuenta, quizás fue por mi otra acompañante que prescindía de las palabras a no ser que no hubiera más remedio. Todo ello me había llevado a una especie de silencio que lo achacaba a que no nos conocíamos lo suficiente para entablar una conversación.

Más ahora conociendo el secreto de mi compañero , mis inquietudes se centraban en esa mujer que nos acompañaba cuyo silencio provocaba más curiosidad que indiferencia. No se si la joven se había dado cuenta de ello , más no ose mirarlos pues todavía no sabía con quién compartía mi viaje.

Me centre en Bathory ¿cómo una Dama como ella podía vivir en un castillo que estaba rodeado por la barbarie de su padre?, ¿es que no respiraba ésta mujer?, cuyo rostro y presencia parecía vivir aislada de la realidad que en verdad enturbiaba el exterior y si no fuese por que todavía eran recientes los acontecimientos vistos , pensaría que todo era una ilusión mía y que estábamos en un castillo normal con una bella Dama.

Mientras trato de explicar, a nuestra hermosa anfitriona, los métodos con los que me comunico; el hombre del refinado atuendo disfrutaba de la comida. Resultaba algo chocante, como lamia las frutas. Casi con lujuria. En comparación las jóvenes usaban sus cubiertos de manera pulcra y grácil.

Esperando que aquel guiño fuese una invitación tomo su mano entre las mías. Coloco la palma hacia arriba y utilizo los pulgares simultáneamente para frotar el envés; continúo de esta forma apretando suavemente cada vez un poco más sin llegar a hacerlo con demasiada fuerza. A continuación uno a uno masajeo los dedos desde arriba hacia abajo, con delicadeza. Durante el proceso esbozo una sonrisa pícara, pongo atención a la expresión de su rostro; buscando conocer si produce el efecto deseado.

Esta también es una de las formas que tengo de comunicarme. Una bastante efectiva cuando no se pueden decir palabras bonitas; aunque he comprobado que esto es del agrado de muchas mujeres. ¿Qué importancia tiene no poder hablar si puedo conseguir que griten por mí?

Veo como Ashren empieza a frotar las manos de Bathory, con suavidad al principio desplazando sus finos dedos hasta un sitio que parece provocar un estado de excitación a la anfitriona. Una leve sonrisa sale de mi rostro viendo como este tipo parecía sentir lo mismo que yo , y su estado de excitación lo llevan a acariciar de una forma un tanto erótica a la misma Dama. En cambio nuestra compañera de viaje se mantiene al margen de todo, parece como si no tuviera esos sentimientos que tenemos, ¿quizás sea por un tipo de fruta que habíamos comido?, o ¿solamente afectaba a los hombres?.

¡¡ ohh ya lo sé !! eran las setas , muchas veces en mis experimentos llevados a cabo con diferentes tipos de plantas , pude discernir como las setas podían tener diferentes categorías, las había venenosas, comestibles, pero también algunas poseían el don de transportarte con la mente a sitios y lugares , o experimentar sabores y olores desconocidos hasta entonces, ¿eran de verdad? o ¿sólo era la alucinación que sometía a la mente en un estado de embriaguez que le llevaba a experimentar todo aquello?.

Sea como fuese todo se volvió un tanto más picaresco , no obstante mi sentimiento de excitación había pasado en cuanto me sacó de mi estado la conversación de la Dama, era raro, quizás las propias palabras me desconcentraron , más no quise dar más pies al gato, pues todo aquello que reinaba en mi cabeza a pesar de que era un puzzle desordenado, era mejor no tocarlo.

Desde luego, nuestra anfitriona no ha escatimado en la cena. La comida es espectacular. Sin duda alguna, lo más sabroso que he comido en mi vida. No es que sea especialmente difícil. La vida en el templo del Señor de la Llama no era para nada opulenta ni excesiva. Las labores de cuidado del templo, y algunas de las tareas más... peculiares, debido a la naturaleza del culto, exigían jóvenes sanas y fuertes. Como tal, la comida no era espartana, pero si práctica y nutritiva. 

Es cierto que hace años ya que no cumplo con los ritos, pero he seguido manteniendo el mismo régimen. Es una cuestión de orgullo y de principios. Ni se me pasa por la cabeza rechazar la comida, empero. Quiero hacerme creer que por cortesía hacia Bathory, pero se demasiado bien, siendo honesta conmigo misma, que parte de ello, quizás buena parte, es porque está demasiado buena.

Esto me avergüenza, y por dentro noto el reproche. Quien de sí mismo goza, goza del fuego y la ceniza, y tal será su premio, tal su goce y su unica alegría, por siempre, reza el Sermón de las Moradas. Por eso mismo, me esfuerzo en mantener mi goce para mi misma bajo una máscara de impasibilidad. Como si el no expresarlo lo hiciese menos válido. Menos pecaminoso.

No parece que mis compañeros sientan lo mismo que yo acerca de los goces del fuego. Están comiendo con abierta satisfacción. El alquimista en particular parece que más que comer, está teniendo alguna especie de relación sexual con la fruta. Suelto un bufido por lo bajo y me concentro, más hoscamente aún, en mi propio plato.

Mi sorpresa al descubrir la condición del mercenario tampoco se muestra. Sinceramente, ahora me pregunto más que nunca qué puede haber impulsado a Lord Vlad a buscar a este individuo. ¿Cómo espera que nos comuniquemos con él, o él con nosotros, en el fragor de la batalla? ¿Haciendo dibujitos en una pizarra? La idea es tan idiota que vuelvo a preguntarme como un general del ejército puede no ver que esto es una mala idea.

En fin.

En el fondo, casi lo agradezco. Al menos sé que no podrá darme la brasa con una cháchara interminable, como hacen otros. Respecto a su incapacidad en combate, supongo que eso quiere decir que tendré que disparar mis flechas desde más lejos.

Lo que sigue me hace bufar de nuevo. Cualquier afecto que su circunspección pudiese haberme ganado se desvanece. No es que sea lo bastante sabio para callarse palabras o actos necios, no. Es que simplemente no puede decirlas de la forma habitual.

Un método de comunicación interesante- comento. Espero que los furrys lo disfruten tanto en sus interrogatorios como tú pareces disfrutarlo, aunque no se si será de la forma que estimamos conveniente para la misión- comento en tono seco.

Escucho las breves palabras de nuestra acompañante.

Mi reacción es algo irregular en la mesa tras el comentario, primero se escucha  un ligero murmullo que va subiendo el sonido inherente a la respiración , ¿parecido a un gato? ¿un pitido? es difícil de asimilar a que se parece el sonido pues es un sonido esforzado , contenido.  Mi cara se pone roja y de mis ojos empiezan a caer unas ligeras lágrimas.

Me levanto de la mesa sin mediar palabra y salgo por la puerta , después de salir la cierro. Se escucha una risa estridente de repente , que ha estado contenida por gran tiempo y sale como una cascada haciendo un ruido estrambótico, mientras que la risa va disminuyendo pudiendo ahora articular palabras, se escucha: ¡¡ INTERROGATORIO CON PIZARRA !! JAJAJAJA -- UMMMM -- JAJJJAJAJAJA .

No sé si fueron imaginaciones mías pero creí escuchar los sonidos de pisadas corriendo hacia mi dirección, de repente domino mis sentimientos y me meto otra vez en la sala , sentándome en mi asiento y mirando hacia la comida de la mesa como si no hubiera pasado nada. Mis gestos son otra vez corrientes y en mi rostro no se percibe ningún sentimiento descontrolado ni murmullo, es como si la catarata de sonidos y sentimientos  hubiese pasado y ahora estuviera todo en calma.

Mientras masajeo la mano de Bathory intentando que disfrute de la sensación y que aprecie la destreza de mis dedos, la fría mujer realiza un comentario que supongo pretende ser hiriente. Pero que realmente me resulta divertido por lo próximo a la realidad. Sin perder la sonrisa y sin dejar las manos de la hermosa muchacha, giro la cabeza en dirección a la impávida hembra. Hago un gesto de besar en su dirección y le giño un ojo, aunque supongo que no le hara gracia la chanza.

La reacción de nuestro otro acompañante resulta casi tan chocante como su peculiar forma de comer la fruta. Con extraños sonidos y la cara roja se levanta de la mesa y sale de la habitación. Se escucha una risa ahogada. No esperaba una reacción como esa en su persona. Supongo que no se puede juzgar a todo el mundo por su aspecto. Regresa de nuevo a la mesa como si nada hubiera ocurrido. 

Lo cierto es que debo hacer un esfuerzo por no reír ante la absurda situación en que me encuentro. Galanteando a una dama de alta alcurnia en la casa de su Padre, con una mujer intentado sabotearme y con un elegante hombre cuyo humor le llevan a jugar con la comida y reírse lejos de la mesa. Tal vez en realidad estoy durmiendo y nada de esto es real. Pero puedo sentir las manos de la doncella entre las mías, prefiero continuar con el sueño.