Partida Rol por web

El rostro de Faruk se torna serio ante la respuesta de Steff. Es algo sólo perceptible para Hunter, merced a sus ojos bestiales cuyo fulgor rojizo permanece clavado en su presa. Sin embargo, pronto aparece un brillo siniestro en sus ojos abiertos y sus dientes mostrando una sonrisa.

Bien... Si esa es su capacidad negociadora... -El hombre sujeta su bastón por dos puntos, hace resonar algún tipo de resorte, y la parte más cercana al mango se desprende, desenvainando una fina hoja de metal afilado- Nos sobran tres.

¿Nos...?

Un golpe seco hace sonar las piedras a la derecha de Steff. El mismo sonido se repite a la izquierda de Hunter, a apenas un par de pasos. La asesina oye perfectamente un siseo agudo procedente de ambos puntos, muy similar al sonido que hace una serpiente de cascabel. Le resulta familiar, le transporta a otro tiempo en que ese sonido representaba la cercanía de una hermana con la que compartía vitae y misión. Un tiempo que se perdió para siempre, escurriéndose como la arena entre los dedos.

Hunter se gira, sorprendido, irritado, justo a tiempo de ver aterrizar a sus presas, convertidas en depredadores. ¿Donde estaban? El cazador no puede evitar elevar la vista hacia el techo del túnel, donde unas vigas de metal recorren la estructura. ¿Estaban ahí arriba? Esperando, claro, acechando. El cazador siente el amargo sentimiento de impotencia al haberse convertido en presa, al caer en una trampa ajena.

Apenas tiene tiempo de verlas bien. Son dos mujeres, o eso parece por sus curvilíneas formas y sus vaporosos vestidos, por sus largos y sedosos cabellos. Pero su piel no es humana, está cubierta de gruesas escamas que se adaptan a cada movimiento, mientras que sus rostros reptilianos se encuentran deformados en una mueca feroz, con pómulos marcados, bocas exageradamente abiertas con grandes fauces y una inmensa y antinatural lengua bífida de casi un metro de largo brotando de su boca y agitándose descontrolada.

Al otro lado, pasos apresurados resuenan sobre la grava, indicando que el viejo se encamina al combate, espada en mano...

El descampado termina en un desnivel, lo alto de un muro de no mucha altura, bajo el cual descansan las vías férreas de transporte de mercancías, sobre un suelo de gruesa grava. Te dejas caer por el muro hasta pisar esas sonoras piedras.

A un lado, las vías se extienden por kilómetros, aunque a unos quinientos metros descansa un tren de cercanías de pasajeros abandonado y cubierto de graffitis. Allí ves dos figuras, a lo lejos, crees que son Luigi y el nuevo. Algo sucede, uno de ellos cae al suelo, rodeado súbitamente por una sombra informe que surge de debajo del tren. Al otro le cae alguien encima, y ambos ruedan por el suelo. Joder, la fiesta ha comenzado...

Al otro lado, las vías se internan en la oscuridad de un túnel que atraviesa la montaña, por lo que puedes calcular en dirección al puerto comercial. Dentro del túnel resuenan pisadas sobre la grava. Y sonidos de pelea. La manada está dividida...

La sombra que surge del interior de la unidad coge a Luigi desprevenido. Su súbita aparición, el siseo que surge de su boca deforme horadando el silencio, el verse sólo por sorpresa ante la caída de Jules... Todo ello hace que el italiano no alcance siquiera a intentar esquivar el ataque, o cubrirse. En lugar de ello, simplemente da un paso atrás mientras la figura inhumana se le echa encima, derribándole con su peso y cayendo ambos al suelo por el impulso. Antes de tocar la grava, un intenso dolor le lacera el pecho, muy cerca del hombro. Es un dolor intenso, como si algo le atravesara de pecho a espalda. Y cuando rueda por el suelo y lucha por ponerse en pie, se da cuenta de que mover el brazo le duele horrores. Tiene una fea herida en el lecho, que sangra abundantemente, y que la vitae se niega a cerrar. Pero no es algo que le impida el movimiento. La mujer serpiente rueda también sobre la grava, poniéndose en pie tan rápido como puede, mostrando ante ella una descomunal lengua que se extiende desde su boca casi un metro, terminando en una punta bífida empapada de sangre.

Mientras tanto, la enorme serpiente se enrisca del todo alrededor de Jules, al que también le ha cogido todo por sorpresa. No le da tiempo a usar su arma, cuando los anillos constrictores del bicho le rodean y aprietan con fuerza. El motero cae al suelo, con el cuerpo de la serpiente alrededor suyo, apretando con fuerza. Si fuera un mero mortal, se quedaría sin aire en cuestión de segundos. Sin embargo, él no es un mortal, es mucho más, y respirar es una necesidad a la que no está subyugado. Aún así, no le pasa desapercibido que, si el animal logra mantenerle presi, encontrará otra forma de causarle daño. A fin de cuentas, una serpiente tiene cabeza, y esa cabeza tendrá dientes...

Es necesario liberarse cuanto antes...

Hunter pisó con fuerza, impulsandose hacia adelante, lanzando el hombro para añadir peso a su golpe. A los enrojecidos ojos del anti-tribu Gangrel, aquel ser se movia con demasiada agilidad y velocidad para ser sencillamente un vástago. Los detalles del pelo, de su escamasa piel, de su curvilinea figura o de su vestuario pasaron fugazmente ante el rostro de Hunter, para ser desdeñado con la misma velocidad por carecer de interes en aquel preciso instante.

El cazador, convertido en presa, lanzó un rápido golpe de reves con la mano izquierda, extendiendo las cinco garras que eran sus uñas en una especie de rastrillo. Aprovechando el movimiento, Hunter golpeó con su diestra en dirección al vientre de la criatura, tratando de atravesarlo como un cuchillo caliente corta la mantequilla.

La Bestia que rugía en su interior, espoleada por la vitae, la furia y el miedo, era consciente de que debia liquidar o interponer a aquella mujer antes de que el enigmático Faruk pudiese blandir aquel fino estilete contra él.
 

Me detengo por un momento junto al muro. Mi mirada se vuelve rápidamente hacia el túnel, para pasar de inmediato a los vagones dónde las sombras parecen cebarse con Luigi y con el nuevo, y después volver definitivamente hacia la oscuridad reinante bajo la construcción de hormigón y cemento.

Con una rápida negación de cabeza tomo rápidamente la decisión. Algo me dice que Jules y Luigi son más que capaces de acabar con la distracción que se nos ha colocado junto al vagón.

Además... es una distracción. Quién quiera que sea que estemos persiguiendo, la ha dejado atrás a propósito para ralentizarnos. El objetivo es lo primero.

Salgo a la carrera sin demora hacia la boca del túnel...

Me revuelvo por el suelo, pateando sin parar, tratando de buscar un punto de apoyo que me sirva para liberarme de esta presa.

No temo el dolor, casi ansío conocer lo que puede ofrecerme esta mascota, pero tenemos una misión y no es momento de entretenerse.

Estar atado es divertido, no voy a negarlo a estas alturas, pero no me gusta el bondage en la primera cita.

Fucking snake... - gruño por lo bajo mientras me doy cuenta que mis esfuerzos son en vano.

Asi que compañia, no esperaba otra cosa de alguien tan rastrero como una serpiente, lengua bifida, piel escamosa y veneno hasta en sus palabras.
Cualquiera estaria en una situacion de desventaja, pero mucho me temo que no es tanto como ellos piensan, solo sonrio. Mi acompañante esta en su combate, esta noche nuestra sangre sera derramada a la vez como los hermanos que somos, esta noche nuestras novidas danzan al unisono.

Una detonacion llena el aire hacia la figura que pudo ser femennina en otro momento y que se que tendre que esquivar sus embites para poder sobrevivir una noche mas y tener a ese tal Faruk entre mis manos, para ver como Koldolav le tortura lentamente, sacandole todos y cada uno de sus secretos

... ¿de donde mierd....?

muy tarde, horrorizado me doy cuenta del tremendo error que he cometido. Por eso no me gusta salir solo, por eso tampoco voy con extraños. Miro al pistolero caer pesadamente, mientras a mi me apresa aquella siseante figura.

Y pensar que seríamos casi familia... ¿primos lejanos?

¡pezzo di...! el dolor es significativo, la condenada puta me ha dado...

Siento el sabor de la sangre en mi boca, mientras el subidón vital plaga mi cuerpo y empiezo a sentir el poder de la vitae llenar con mayor precisión el movimiento de mi cuerpo, necesito atacar para sacarme de encima a esta fligia di puttana.

Te voy a beber toda...

En el interior de mi boca, el músculo se parte en dos y entonces extiendo mi lengua disparada como una espada desenvainada contra mi atacante, pero algo sucede, estoy seguro de que he dado pero algo se siente terriblemente mal. 

¡stronza!

La oscuridad lo anega todo, pero en medio de ella se desarrolla la vida de las criaturas de la noche. Rodeado, el cazador decide con la sencillez de un animal. Si hay dos rivales, céntrate en uno y resta cifras a la ecuación. Así lo hace, se lanza con todos sus recursos, que no son pocos, enarbolado por la vertiginosa velocidad que le proporciona su vitae. Sus manos, convertidas en poderosas zarpas bestiales, sesgan la piel escamosa de la vampiresa, desgarrando piel y carne, tiñéndose por la sangre de su enemiga. Aún hay no vida en ella, sin duda, pero está un paso más allá de la muerte definitiva que debe llegarle.

La mujer, si es que es eso lo que es, se revuelve de dolor, chilla, agita su lengua viperina, y con un sonoro siseo lanza ese endemoniado apéndice hacia el pecho de su agresor. Éste, viéndolo venir a tiempo, se inclina hacia atrás. La lengua lame su pecho, pero su agresiva y puntiaguda punta doble no llega a horadar su piel. En esa complicada postura, el Gangrel antitribu ve por el rabillo del ojo el brillo del acero cerniéndose sobre él. Gira sobre sí mismo, agachándose a tiempo para que la hoja del florete que enarbola el viejo pase a centímetros de su cabeza, sin siquiera acariciarle el cabello, pero advirtiendo de lo cerca que ha podido estar de probar su sangre. Cuando el cazador se alza, el viejo espadachín y la serpiente ensangrentada están hombro con hombro, enfrentando a su presa... o depredador.

Mientras tanto, la artista del asesinato apunta su arma suavemente, con la gracia de quien ha convertido la muerte en una nueva fuente de belleza. La detonación ilumina el túnel como el flash de una cámara, acompañado de la detonación que resuena en todo el lugar dejando un eco prolongado. La bala impacta en el abdomen de la vampiresa serpentina, cerca del costado, sin que parezca que le frene en absoluto. En lugar de ello, la criatura avanza sin inmutarse y su lengua se arroja con un siseo agudo, golpeando a Steffanie en el cuello. La Toreador antitribu retrocede un par de pasos por el impacto, sujetándose el cuello dolorido, que sangra abundantemente. No es muy grave, pero la muy cabrona ha probado la primera sangre...

En medio de una encrucijada, tomas con celeridad la opción que crees más conveniente, sin tiempo para meditar pros ni contras. Esta noche toca ser pasional, esto es una partida de caza, no una sala de debate y política.

Te internas en la oscuridad del túnel, una tenebrosa negrura que te da la bienvenida como su hijo. Tu clan tiene una larga trayectoria escudriñando lo que ocultan las tinieblas del mundo. Te dejas llevar por los sonidos, por el tacto del suelo de grava bajo tus pies, y no tardas en descubrir frente a ti la pelea que se está desarrollando. Incluso, en un determinado instante, el fogonazo de un disparo ilumina breve y escasamente la escena, que se queda grabada en tu retina.

Steff enfrentándose, pistola en mano, a lo que parece una mujer de piel escamosa y con un grueso y largo apéndice afilado surgiendo de sus fauces. Hunter, rodeado, enfrentado a una mujer muy similar y a un viejo armado con lo que parece un florete...

Jules se desgañita tratando de romper la enrevesada presa de la serpiente. O, al menos, liberar los brazos lo suficiente como para usar el arma que aún reposa en su mano derecha. Un disparo a tiempo hace milagros, eso lo sabe bien. Pero en la posición en que se encuentra es ciertamente imposible disparar a esta bestia serpentina. Sus anillos constrictores aprietan cada vez más, afianzando su agarre, y por el rabillo del ojo ve moverse junto a su cabeza una enorme boca que supura un corrosivo líquido de grandes colmillos afilados.

La gran pregunta, por desgracia, parece ser... ¿Va a morder, e insuflar su veneno en el organismo del Torador antitribu, o por el contrario abrirá su boca como una puta anaconda para devorarle con vida...?

El motero aprieta los dientes, furioso por su desgraciada fortuna. Ni siquiera es una muerte demasiado digna ni agradable. Sin embargo, al ver que se demora en exceso, lucha por girar su cabeza para ver qué sucede. Y entonces lo ve, una mano deforme, huesuda pese a su robustez, y de un color indeterminado con la escasa luz, pero muy oscura. La mano aferra con fuerza el cuello de la serpiente, quien mantiene la boca abierta y amenazante, aunque sin posibilidad de atacar como quisiera. Otra mano de similares características se sitúa en el anillo constrictor que presiona el pecho de Jules, quien eleva la mirada para vislumbrar al demonio con quien acaba de contraer un oscuro pacto de gratitud. Koldolak, en la horrenda forma de batalla de su clan, se inclina sobre él sujetando a la serpiente como un dios tenebroso mueve montañas a su antojo. El motero siente cómo la serpiente lo libera de su agarre, desplazando su cuerpo hasta los brazos del demonio, tratando de enroscarse al Tzimisce en un intento de liberarse de la fuerza bruta de éste.

Al mismo tiempo, a pocos pasos de distancia, se desarrolla un duelo entre serpientes. Luigi sorprende a su agresora extrayendo de su propia boca un apéndice grueso y de un metro de extensión, con la punta bífida y afilada, el arma de una serpiente... La lengua salta con violencia, golpeando a la vampiresa en su pecho escamoso. Sin embargo, resbala en las escamas sin dañarlas, y la setita da un paso atrás, desconcertada. Su mirada se desvía un instante hacia la contienda cercana. Su compañera parece estar perdiendo la ventaja con que contaba, y ahora están en clara desventaja numérica...

Luigi detecta la duda en ella, el miedo. Pero incluso viéndolo le pilla por sorpresa la reacción de la mujer, que le da la espalda y comienza a correr.

La situación cambia completamente cuando la enorme serpiente es agarrada y levantada como si fuese una pequeña culebrilla de campo por nuestro Sacerdote, el cual se alza imponente frente a mí.

Al comenzar a incorporarme, no puedo evitar mantener unos segundos la posición de rodilla en el suelo frete a Koldolak, mostrando una momentánea aunque completa sumisión hacia él.

Jules no olvida. No lo olvidaré.

Giro mi cabeza y veo a la mujer correr y, sin llegar a levantarme, alzo mi arma y descargo un tiro contra ella.

El antitribu Gangrel desafió a sus rivales mostrandoles los colmillos y rugiendo como una bestia.

- ¡¡Venid!! ¡¡Venid!!

Hunter alzó las garras, cubiertas de la sangre y la piel de la criatura que habia tratado de atravesarle con su lengua. Un sonrisa lenta, depredadora, se distendió en el rostro del cazador en un rictus enloquecido.

En ese preciso momento, una detonación atronó por todo el túnel y un destello cegador iluminó el lugar, como si fuese una aurora. El brevisimo flash ciega por un instante al cazador que tiene que ladear la cabeza para recuperar la visión. Decimas de segundo que, aquella situación, podían haber cambiado el resultado de la situación, si no acaba con todo aquello rápido.

Hunter volvió a recurrir a su vitae para lanzar una serie de ataques demoledores, sangrientos, brutales y viscerales, combinados con la asombrosa y sobrenatural de evitar los ataques de sus enemigos.

"Hay que acabar... Ya."

- Sin prisioneros...

Cuándo veo, o mejor dicho, percibo vagamente la escena que se presenta ante mí nada más adentrarme en la más completa oscuridad del túnel, bajo el ritmo.

El resto de la manada está enzarzada en una pelea, y ya que al parecer soy el único que aún no ha sido descubierto no quiero perder esa circustancial ventaja.

Invocando las sombras dentro de las sombras para que incluso mis pisadas se vuelvan aún más sigilosas en la oscuridad reinante, intento acercarme por la espalda a la mujer, o lo que sea que sea esa cosa, que se enfrenta a Steff, para que, cuándo esté a la distancia adecuada, saltarle al cuello como un animal rabioso.

Maldita sea, no podia creer que no hubiera echo nada y que encima me hiciera daño. Creo que eso es lo que mas me ha molestado, creo que gruño, pero no estoy segura, soy una dama y soy una toreador.

Reacciono como solo yo se hacerlo y para eso creo que pierdo la compostura que deberia tener una dama. Ahora esta mucho mas cerca, y ahora se va a llevar un golpe. 

Lo que me queda simplemente es para poder esquivarla, aguantar hasta llegar al final y matar lo que se me ponga por delante.

Vamos hay que terminar esto lo mas pronto posible

Noto un lado opaco sobre su piel y entonces comprendo porqué es que he fallado, siento movimiento a mi alrededor pero poco me importa teniendo a una prima sobre mí con intenciones de arrebatarme mi no-vida. Lo siento, cara mia, me gusta la vida decadente y llena de lujos que tengo, pero es el sonido gutural que reconozco el que me abstrae por unos momentos; reconozco a Koldolak sin que este tenga que anunciarse. 

Bendita suerte, estaba por salir a buscarle si a mi me importa una mierda Steff y sus órdenes. Lo importante es asegurarme que...

pero no hay tiempo a que siga pensando, cuando veo que mi atacante me suelta, sorprendida por mi ataque y por la llegada del sacerdote. Mi lengua ondula, preparada para volver asestar su piel; pero mi distracción es suficiente como para permitirle que se incorpore y empiece a huir.

Stronza, stronza, stronza...

Siseo enojado, cuando escucho el estallido de un arma, es el cowboy, jugando al lejano oeste en territorio de alfombras rabiosas. Lo miro por el rabillo del ojo, cuestionando su acción ¿no cree que la puedo detener? Muevo mi cuerpo como un rayo y me abalanzo sobre ella. No voy a dejar que escapes y sobretodo, quiero darte la vuelta y que me mires a los ojos... 

Sobretodo ahora que mis ojos han regresado a la primitiva forma de mi naturaleza*, totalmente dorados y con unos grandes iris negros, que de pronto todo lo que desean es subyugarla ante mi.

No quiero hacer como dice Hunter, quiero respuestas y las quiero ya.

El Sacerdote, con la inmensa serpiente enroscada entre sus alargados brazos, se aparta tambaleante del cuerpo del motero, a quien deja espacio para manejarse a sus anchas. Sus pasos le llevan hasta el lateral de la unidad ferroviaria, sobre cuya pared apoya el cuerpo de la gran serpiente que, sin embargo, no parece tan gigantesca junto al titánico cuerpo demoníaco del Tzimisce.

Pero sí escurridiza.

El cuerpo alargado y lleno de anillos y escamas se agita violentamente, las manos del sacerdote tiemblan, sin saber hacia donde exactamente ejercer su brutal fuerza y, en un momento de descuido, la cabeza de la serpiente se escurre, agitando el resto del cuerpo en una vertiginosa sacudida. En lugar de contraatacar, sabedora de estar en inferioridad, la serpiente lucha por liberarse del todo, lo que logra para el desconcierto del Tzimisce, que sólo puede ver cómo su presa se le escapa entre las manos, cayendo al suelo y reptando debajo del tren. Koldolak gruñe, como si pretendiera expresar algo en algún tipo de idioma salvaje, y clava una rodilla en el suelo, buscando con la mirada entre las sombras bajo el tren.