Partida Rol por web

Hunter abre el camino. Como una especie de Indiana Jones salvaje, guiado por el instinto y unos sentidos hiper desarrollados en lugar de en pistas y conocimiento histórico, el Gangrel va pisando cada uno de los grandes adoquines del suelo, afianzando sus pies en cada uno con sumo cuidado, evitando que un desequilibrio mal calculado le lleve a pisar donde no corresponde. Los demás le seguís, a cierta distancia, calculando que, si se pisa donde y ha pisado el Gangrel, espera el mismo destino que a él.

Y así, como una hilera de hormigas gigantes, recorréis el sendero amenazante bajo la atenta mirada de las serpientes de roca. Alcanzáis el final sin que ninguna trampa se active, sin que ningún surtidos escupa el mortal combustible inflamado. Y alcanzáis el final, justo ante el altar dedicado al dios caníbal de esas serpientes.

No es hasta que alcanzáis ese lugar, que descubrís una puerta a un costado. La cruzáis y encontráis un pequeño despacho, una estancia decorada con motivos religiosos egipcios, con varios cofres cerrados bastante antiguos. Hay también armarios abiertos con ropas ceremoniales, y un sin fin de joyas y artículos caros de oro.

Y otra puerta, una abierta y que da a un corredor estrecho, que sólo permite avanzar de uno en uno, que comienza con paredes de piedra y poco a poco se va transformando en un simple túnel excavado en la tierra con puntales estratégicamente situados.

Y al fondo, unas oscuras figuras tratan de alcanzar el exterior a través de una trampilla en el techo por la que se filtra la luz del exterior.

Entorno los ojos, al salvaje le esta funcionando - Vamos pues Indi - y voy detrás de Jules, saltando en cada lugar en el que ha pisado peludo, la ductus y Sundance Kid. Si pasa cualquier cosa mala siempre puedo empujar a alguien para cubrirme, a ver si la cuento.

Al final resulta que el altar tiene dos caminos, el despacho con el oro y la puerta a la salida, sigo el camino del otro lado, que lleva a un lugar estrecho. No me voy a quedar por un par de joyitas brillantes.

Veo que Hunter se asoma por el pasaje angosto, se mete y se queda mirando algo, luego nos detenemos unos segundos ¿pero por que? Me quedó parado detrás de la fila india, el móvil sin señal y no puedo ver nada más que al resto delante de mí.

Por unos segundos se me cruza empujar al resto para que avancen, pero me espero...

si... unos segundos más....

¿Estás esperando a que te den la señal de salida? - susurro provocadoramente a Peludo cuando se detiene más de lo debido en el pasillo, impidiéndonos al resto avanzar.

Agarro la pistola mientras miro la salida.

Porque yo tengo claro que no quieron que se vayan...

La sonrisa de Hunter parecia esculpida en un trozo de granito, mientras cruzaba aquel extraño y cavernoso pasadizo, flanqueado por esculturas escupe-fuego. Sin tiempo para establecer la lógica de la secuencia de baldosas correctas, Hunter se deslizó en silencio, sin mirar a las mudas vigilantes. Solo al llegar al final del pasaje, frente al altar del Dios-Serpiente se permitió el cazador un breve respiro, que utilizó para devolver el encendedor que llevaba entre los dientes a su bolsillo, cerciorandose de que estaba profundamente guardado.

Consciente de su labor como fuerza de avanzada, se dirigió sin dudar a la puerta que sus ojos llameantes habian vislumbrado a un lado de la camara. No estaba excesivamente disimulada y Hunter, prudente, examinó dos veces el marco, el suelo, el pomo y todo lo que pudiera ser o servir para una trampa. Consciente de la prisa que tenian y de cierta sensación de ansia anticipada, abrió el despacho de un empujón, entrecerrando los ojos para protegerlos...

"¿Un despacho? Más bien un vestidor o una especie de cuarto para guardar la ropa de los sacerdotes..." Hunter sacudió la cabeza... "Estos tipos han visto demasiadas peliculas, amigo..."

El antitribu Gangrel bufó, molesto. Aquella sala podia contener información o pistas de los movimientos de sus enemigos y de los enemigos de Sabbat -Hunter sabia que no tenian que ser necesariamente lo mismo- pero iban muy mal de tiempo... Lanzó una amplia mirada, tratando de quedarse con algún detalle que recuperar más tarde... Nunca se sabia.

De nuevo, otra puerta. Y, de nuevo, aquella sensación de impaciencia a sus espaldas. Hunter percibia la prisa de sus camaradas, intuyendo incluso los pensamientos de estos, aun sin verles la cara. No hacia falta...

Luigi y Jules verbalizarón lo que todos parecian opinar, mientras que Hunter seguía con su exploración del nuevo punto de acceso -o de fuga- del despacho.

"Cachorros impacientes..."

Sin embargo, todos los sentidos del Cazador se concentraron en lo que tenia delante, ignorando a los vastagos que se agolpaban tras él. Ante el, un nuevo pasadizo, poco más que una madriguera excavada en la tierra a pesar de los esfuerzos puestos en adecentar el dintel donde se encontraban.

Y, unas decenas de metros más alla, los ojos carmesí de la Bestia permitierón a Hunter ver a su presas, tratando de abandonar el barco como las ratas que eran...

"Es poco probable que halla trampas... y esa trampilla tiene pinta de llevar al parking de la discoteca o algo asi... Esperemos que el señor Koldolak y Cagalli esten en posición..."

Hunter repasó mentalmente sus opciones y tomó una decisión ejecutiva. Dió unos pasos hacia atras para coger carrerilla, apartando a Jules, a Luigi y a Steff. Recurrió a la maldición de Cain y a su sangre para convertir sus manos en garras mortales. Con un último reniego echó a correr, listo para saltar a traves del hueco de la puerta, evitar la zona manufacturada y atravesar el tunel a cuatro patas si era preciso para destrozar a las figuras antes de que huyesen.

Simple, directo y brutal.

Como debia ser.

Iniciativa de Hunter: 1 exito.

Iniciativa de Hunter: 8,

3+6= 9 iniciativa

Tras cortar el cuello de aquella mujer Cagalli corre mientras piensa:

- Bien si es humana problema solucionado, si es un vástago podremos recogerla después y hablar con ella.

Parecía que sus compañeros estaban huyendo de allí, tal vez los demás les estaban siguiendo, sin embargo, no podía hacer otra cosa, ella era especialista en acechar y golpear para después desaparecer como las serpientes, al llegar a la zona del muro destruido ve a Koldolack y dice:

- Creo que si me acompañas podrás disfrutar de una buena pelea con unos tipos que han salido de una salida escondida, será divertido

Tras esto comienza a dirigirse hacia el lugar de nuevo, no era que no supiese pelear, solo no era su especialidad y el Tzismice en esos momentos era poco más que un tanque y justamente eso era lo que venía bien 

Despacho, joyas, ropas y a saber que en esta habitacion.
De lejos un grupo de personas que intenta escapar

Dejo que Jules y Hunter se adelanten mientras amartillo el arma y apunto para disparar.

La manada se pone en marcha inmediatamente, con la precisión de un grupo bien conformado. No lo es, no lo sois. Las desavenencias entre los miembros han sido palpables en todo momento. Jules es nuevo entre vosotros, ni siquiera ha pasado por una Vaulderie como Caín manda. Hunter y Albret tienen sus cuentas pendientes. Steff, pese a ser la Ductus, parece ausente de sus funciones de liderazgo. Sin embargo, todos actuáis porque hay una presa a la que dar caza. Y en eso todos actuáis al unísono.

Porque sois depredadores.

De modo que el cazador abre la rápida marcha, adelantándose como el perro de caza al cazador armado. Y es que Jules toma el segundo lugar, arma en mano, con Luigi tras él. Steff prepara su arma y apunta, pero sus compañeros se interponen en la línea de tiro, por lo que sólo puede seguirlos, con el Lasombra cerrando la marcha.

Las sombras del fondo se desvanecen, desapareciendo por el hueco del techo por el que se filtra la luz exterior. A medida que os acercáis, temiendo que el camino esté plagado de trampas, comprobáis el estado de unas sencillas escaleras de metal que dan a la trampilla exterior. Hunter se lanza hacia ellas, salvando los primeros escalones de un salto y surgiendo al exterior como un tigre en la selva que es su hogar y coto de caza. Justo tras él, Jules surge apuntando su arma. Pero allí no hay nadie. Al menos, a la vista. Los demás van saliendo al exterior uno tras otro. Os encontráis en un descampado lleno de matorrales y zarzales, vegetación descuidada y alta que podría ocultar a cualquiera, además de obstaculizar su avance. La luz procede de farolas algo apartadas, de los focos de las instalaciones del puerto, que se encuentran más abajo, y de la gran pira que se encuentra a vuestras espaldas.

El local del que habéis salido, el edificio de varias plantas por el que habéis llegado al nido de las serpientes... está envuelto en llamas.

Y el muro que lo rodea está reventado por el lado que da a vuestra posición. De allí se acerca una figura que reconocéis. Cagalli corre con dificultad entre los matorrales, navaja en mano. La hoja está manchada de sangre. Tras ella, Koldolak avanza sin problemas gracias a las largas piernas de su forma de batalla de clan.

Pero ¿dónde están esas malditas víboras?

El Tzimisce te mira sin expresión alguna. Ni tan siquiera estás seguro de que ese rostro demoníaco sea capaz de gesticular. No parece diseñado para eso. Sus ojos negros como la oscuridad que anida en todo cainita, te observan un instante, levantando tu mirada hacia el muro y el exterior, y mirándote de nuevo para limitarse a asentir. Antes de girarte, la gran mole que es ahora tu Sacerdote ya ha comenzado a caminar, a grandes zancadas, tras de ti.

Sales de nuevo al exterior, regresando por el camino que ya habías tomado. Es un sendero difícil, debido a la vegetación, los matorrales, los zarzales que se enganchan en tu ropa, pero puedes avanzar. Más sencillo es para Koldolak y sus largas extremidades inferiores, a pesar de que sus movimientos son más lentos que los tuyos.

Pero cuando alcanzas la zona por la que surgieron esos desconocidos, ellos no están a la vista. En su lugar, ves a Hunter agazapado, Jules apuntando en todas direcciones con su pistola, hasta apuntarte a ti por ser la primera figura que detecta. Tras él parece el resto de la manada.

Y ni rastro de esos tipos...

Hunter atravesó el tunel como una exhalación, olvidandose de su propia seguridad cuando se dió cuenta de que los fugitivos se le escapaban de entre los dedos. Trepó la escala de metal y abrió la escotilla de un empellón, surguiendo a la oscuridad de la noche rugiendo con furia y frustración.

El cazador se hizó a un lado, buscando y olfateando a sus presas, con los ojos rojizos de Proteo refulgiendo en su rostro. Solo al darse cuenta de la presencia de la joven asesina y del señor Koldolak, sus reacciones se atemperaron ligeramente. Medio agazapado, con las garras engarfiadas, la musculatura tensa y los pies firmemente aposentados en el suelo, convertido en la esencia de la ferocidad instintiva, recortado contra el bar en llamas.

- ¿Donde?- Hunter paseó la mirada desde la navaja ensangrentada entre los finos dedos de Cagalli hasta el severo "rostro" del sacerdote de la manada.- ¿Donde estan?

El antitribu Gangrel abrió y cerró las garras compulsivamente, presa de la ira y el nerviosismo... El humo del local consumiendose hasta los cimientos picaba los ojos y cosquilleaba en su nariz, mientras trataba de localizar su rastro...

La vampiresa avanza ahora con más dificultad pese a que antes no noto tanta dificultad, cuando llega el grupo de desconocidos no está, en su lugar está el resto de la manada, ante las preguntas mira a Hunter y dice:

- Le corte el cuello a uno de ellos, así que si el resto se la ha llevado tienen que dejar un rastro de sangre si es humano, es una buena forma de señalar el camino ya que supongo que podrás seguirlo

Sonríe mientras piensa:

- Si no es un humano y es un vástago supongo que ha podido cerrarse la herida, pero el olor a sangre se habrá quedado impregnado en su ropa y si lo que dicen de los Gangrel es cierto Hunter podrá encontrarle fácilmente, además no deben de haberse marchado hace mucho, por lo que no deben estar lejos

Para finalmente decir mientras muestra la navaja

- Esta es la sangre, si la hueles puedes seguir el rastro? porque el cadáver no lo veo por aquí y bueno, si es un cadáver seguro que a nuestro sacerdote se le ocurre algo que hacer con el

Hacer su trabajo bien, perfecto, que no espere que la de una palmadita en la espalda. Por que era lo que tenia que hacer desde un principio y decidio hacerlo cuando la salio del papo.

Piensa en que es un perrito, tratas a tus Hermanos de Manada como no son....
Miro a Koldolav, vamos a hablar largo y tendido, miro a lo lejos el horizonte para ver cuanto queda para amanecer, por que nos queda poco tiempo y debemos irnos del territorio lupino 

La manada se congrega de nuevo, en torno a una Ductus que se mantiene abstraída en un mutismo aterrador. El Sacerdote, convertido en un titán sangriento e informe, parece incapaz de comunicarse, lo que tampoco ayuda. Ante esto, es la asesina silenciosa quien habla, dando al cazador pautas que seguir para rastrear a vuestras presas.

Y así lo hace. Agachado, con nervios crispados por la perspectiva de perder a quienes se han ganado su odio y su necesidad de caza, inspecciona el suelo en busca de algo, algún detalle, alguna pista. Y sí, sobre la hierba hay manchas, un pequeño reguero de sangre, algo capaz de ser perseguido. No es mucha, si es de un cuello rajado no era un cuello mortal.

Pero sigue una dirección clara. Hunter la señala, siguiendo la inclinación del descampado cuesta abajo, en dirección a las vías de tren de mercancías que se ven a lo lejos, las que conectan el puerto comercial con las vías de comunicación ferroviarias. Vías, en algunos casos, muertas. Como aquellos a los que perseguís.