Partida Rol por web

Los jardines de Hogwarts están llenos de gente que quiere disfrutar de su hora libre y se ven a grupos de aquí para allá, charlando contentos de las cosas que han hecho en verano. Algunos juegan a tirar piedras al lago, otros simplemente están sentados a la sombra de alguno de los árboles que adornan ese sitio.

Más allá, se puede ver la cabaña del guardabosques, con el humo del fuego saliendo por chimenea. Parece que el profesor está en casa...

Se queda un poco pensativa, tratando de recordar algún título que le haya gustado mucho. Se detiene un momento mientras piensa que le puede recomendar.

-Mmm... quizá... El Hobbit? Es un libro muggle... o cualquier cuento de los hermanos Grimm que son "cuentos de hadas"... prefiero la versión light de los cuentos... la original es demasiado dura y oscura.

Le mira.

-Pues probaré ese del Hobbit.  No lo leí- se quedó unos segundos pensativo y dijo.  -Oye Gin.  ¿Puedo decirte Gin? ¿Sabes si hay algún hechizo que te permita localizar o encontrar gente?  Me serviría mucho para saber que pasó con mis amigos-

Se queda un poco pensativa con la pregunta de Alan. Una forma de encontrar a sus amigos...

-Quizá la adivinación o la aritmancia... pero tienes que dominarlo muy bien para saber si los resultados son correctos... yo hago aritmancia, pero no estoy segura de poder ayudarte con mi habilidad... se me da bastante mal...

Se lamenta un poco por que se le dan tan mal todas las artes mágicas.

-Bah, no te creo eso de que se te de mal.  Seguro que eres muy buena en eso.  Te diré que podemos hacer.  Yo intentaré con adivinación, tu con Artimancia y luego comparamos resultados.  ¿Te parece?-  Alan estaba emocionado con aquella idea pero sobre todo con compartir tiempo con Ginna

Me acerco sin prisa. El sol en la piel es agradable, la brisa hace que el calor de septiembre no queme y el aroma del verdor y los bosques hace agradable la estancia.

Cuando llego a la cabaña, toco en la puerta.

-¡Gordon! ¿Puedo pasar?

-Bueno... de todas formas... necesitaría pergamino para hacer los cálculos... y no llevo ahora.

Le mira un poco triste porque no puede ser de ayuda en ese momento y le sabe aun peor porque se le ve animado con el asunto de poder encontrar a sus amigos mediante la adivinación o la aritmancia.

-Spencer, estoy aquí!

La voz de Gordon parece venir del patio trasero. Hace tiempo, ahí había un huerto pero después se construyeron unos pequeños establos y cobertizos para uso del profesor correspondiente y que pudiese tratar a los animales enfermos si ese era el caso.

-No importa, yo tengo- rebuscó entre sus cosas el tintero, la pluma y un pergamino.  -Toma, ahora empecemos- sin perder la alegría

Camino alrededor de la casa hacia los establos. La hierba mullida se dobla ante el peso de mis pies, mientras me acerco a la voz del profesor. Nunca habíamos usado los cobertizos, puesto que las criaturas usadas durante las clases habitualmente eran encargadas o atrapadas en el mismo día.

Cuando doy el corto paseo me encuentro a Gordon esperando junto a la puerta de las cuadras, aunque no tenía mucha perdida.

- Buenas tardes ¿No he tardado mucho, verdad?

Coge el material que le presta Alan algo sorprendida. Cree que Alan tiene demasiada fe en ella en cuanto a poder adivinar mediante la aritmancia donde están sus amigos... pero a ella no se le da muy bien la magia, aunque tiene que dar gracias a que algo si que tiene porque si no le habría pasado como a muchos otros hijos de magos que no pueden realizarla.

Busca un lugar plano donde poder sentarse y escribir todos los números y cálculos que necesita hacer.

-Tienes que decime vuestros compleaños...

-Nunca es demasiado tarde.

Gordon sonríe y abre la puerta para dejarle pasar primero. En uno de los cubículos del fondo se puede ver a un potro de unicornio, tumbado en el suelo mientras bebe un poco de agua.

-Ahora parece que están tranquilos.

La estampa era hermosa, y me llenaba de esperanza e ilusión. La incredulidad se dibuja en mi rostro, mientras para contener las respuestas que la emoción me podría causar agarro inconsciente el antebrazo de Gordon. Inquieto y fascinado mi mirada va del potro al profesor, como si esperase que me confirmase que eran de verdad.

Sin pensarlo siquiera el tono de mi voz se convierte en un susurro.

-¿Cuantos son? ¿Se recuperarán pronto? ¿Hay algo que pueda hacer?

Alan leyó en el rostro de Gina la falta de fe en ella misma, se sentó junto a ella y le tomó las manos mientras la miró directo a los ojos.

-¿Qué pasa? ¿Por qué no te tienes fe?  ¿La fe es muy importante para hacer magia.  Cómo puedes pretender que las cosas salgan bien si tu misma decretas que van a fallar con tus pensamientos?- sonrió sin dejar de mirarla –Vamos, yo confío en ti- le mencionó las fechas de cumpleaños de cada uno y luego se preparó para ejercer también su arte

-Son 3 potros, con heridas en las patas por culpa de los cepos. Los centauros han accedido a que los cuide yo... se ve que tienen confianza en mí.

Le guía hasta los cubículos ocupados y ante ellos aparecen 3 potros blancos como la leche. El cuerno apenas les está creciendo y parecen estar tranquilos en aquel lugar en la semipenumbra. Llevan algunas patas vendadas.

-Te ocuparas de darles de comer y de acicalarles.

-Perfecto.-Digo mientras suelto avergonzado el brazo del profesor.- Puedo ponerme a ello ahora mismo. 

Miro alrededor buscando un cepillo, y mientras rebusco pregunto en voz alta.

-¿Cómo terminó trabajando en Hogwarts? ¡Terminaste! Lo siento, no me acostumbro a la idea de tratar a un profesor de tú.- Debería limitarme a las conversaciones formales, lo de socializar nunca se me había dado bien. Cuando en primero le dices a la gente que es aburrida, no haces amigos.- No hace falta que responda...s, si no quieres, es solo que me parece curioso que alguien atractivo y de tan gran corazón quiera vivir solo en una cabaña como guardabosques.

Al darme cuenta de lo que había dicho y como lo había dicho, deseo que me trague la tierra. Lo de que era guapo lo decía por lo que había oído a las chicas, y lo de su corazón por que si los centauros no hubieran leído eso en su carta astral no el permitirían cuidar de los potros de unicornio. Pero ya estaba dicho y mi arrepentimiento y crítica a mi forma de hablar en mi fuero interno, habían dejado pasar tiempo suficiente, para que la explicación sonara a excusa. 

Alan tomó un cuenco que tenía y buscó algo de agua en las cercanías, si no la había la crearía con un hechizo y llenaría el cuenco.  Una vez hecho esto se dedicó a realizar sus artes adivinatorias