Partida Rol por web

Tan rápido como veis a las criaturas, atacáis con velocidad. La combinación de vuestros ataques acaba con una criatura sin tener oportunidad de que se mueva.

La otra esquiva el resto de ataques y se mueve con velocidad hacia vosotros, pero al ver las dos manos, se abalanza sobre una de ellas y empieza a golpearla con fiereza

Sin dudarlo ni un momento, Etelimas volvió a repetir los gestos de antes y un nuevo rayo surgió de sus dedos hacia la criatura.

La primera criatura había sido abatida por el conjunto de ataques pero aún quedaba la segunda. Los esqueletos ya sabían que hacer, disparar hasta que no se moviesen más. Mientras ellos cargaban una nueva ráfaga de flechas Kalehid cogió la maza de armas del cinto y empezó a andar hacia la criatura muerta.

Nuevamente desde las alturas, Elnora se rodeó de una oscura energía que se concentro en sus manos, para aslir disparada hacia la feroz criatura, sin embargo la bruja no apuntó debidamente, y la energía impactó en el suelo cerca de la bestia, haciendo saltar unas pocas hojas en llamas y dejando una mancha ennegrecida en la tierra que había debajo.

La giganta se colocó a cuatro patas y su piel comenzó a volverse dura y gris, de su cara brotó un cuerno y rápidamente se había transformado en una fuerte y ruda rinoceronta. Después miró hacia dónde escuchaba los pasos y agudizó su oído para escuchar que era lo que sonaba.

Sarita, desde su posición elevada, captó unos pasos acercándose. Rápidamente encajó unas flechas en el arco y buscó el origen de las mismas.

Bien, ante sus ojos la niña se habia transformado en rinoceronte. Pero que cojones! -pensó Adélaïde mientras miraba en la espesura. Muestrate, - dijo mirando a donde venia el sonido. - si eres aliado te acogeremos con los brazos abiertos y si eres enemigo te daremos una muerte digna y te ayudaremos a reunirte con tu dios.

Kalalo se dirigia a revisar los cuerpos caidos cuando algo llamó la atencion del grupo. En ese momento se giró y lo que vio lo dejo de piedra. 

Vio como la giganta se colocó a cuatro patas, un especta-culo digno del mas aventurado de los hombres. 

Morgana se quedo en guardia, esperando otro enemigo cerca.

De todos vuestros ataques, sólo una de las flechas se clava en el animal que, a pesar de su aullido de dolor, sigue golpeando a la mano como si fuera su único rival.

La mano, como si tuviera conciencia, le consigue apresar, apretándolo con fuerza, por lo que la criatura no puede seguir atacando

De entre los árboles, se empiezan a materializar varias figuras femeninas. Se acercan lo suficiente para que podáis verlas a la perfección.

Altas, rubias y delgadas, con orejas picudas. No os hace falta mucho para daros cuenta que son elfas del bosque.

No van armadas, sus rostros son serenos y os hablan con calma

No venimos a pelear. Venimos a saber. ¿Quién sois? ¿Por qué os habéis internado en este bosque? Corréis mucho peligro. Esos pequeños osos lechuza no son nada comparado con lo que os podéis encontrar aquí

Al ver que ésta costaba mas de abatir giró el rumbo de sus pasos para dirigirse a la bestia. Mientras hacia el proceso, los esqueletos cargaron y dispararon otra ráfaga de flechas. Kalehid llego a dónde estaba presa la criatura y utilizando su fe en forma de energía negativa para herir al enemigo...

Elnora nuevamente convocó con palabras arcanas aquella energía oscura con la que tan bien se desenvolvía, y otra vez atacó al oso con un rayo de la misma energía, que parecía surgida del rincón más oscuro del Abismo, el impacto dejó una fea herida en la criatura la cual comenzó a aullar de dolor al sentir la punzada del rayo junto a la fuerza de su mano de tierra.

- Venimos a enfrentarnos al señor del castillo apra que cese sus ataques -dice Morgana- Y no temo a ninguna bestia por grande que sea.

Permitidme que me presente, mi nombre es Adélaïde. - dijo con aire altanero. - Ellas son Morgana y Enya. - dijo señalando a la guerrera y al rinoceronte. - Y el es Kalalo. Hemos venido a defender Aldea de Loto, el peligro no nos hara retroceder pues cuando lo venzamos se harán cantares sobre nosotros. De cualquier manera, ¿Quienes sois? y ¿Que deberiamos temer? - preguntó Adélaïde tras su discurso.

Kalalo parecio despertar de un hechizo y mirò por primera vez a quienes las damas saludaban.