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Heaven Falls: Almas Oscuras

Blog: Tinta de sangre

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20/10/2021, 10:14
Annalisa De Santis

15 de mayo. 18:39

 

Había perdido todo y aun así se sentía plena, pletórica, mientras sus pies descalzos pisaban las cenizas de lo que una vez fue su vida.

Sentía el crujido de los cristales rotos de los marcos de fotos que decoraron las paredes de su hogar, la suavidad de las sábanas sobre las que había yacido o la humedad que producía la sangre de sus propias pisadas. Pero lo más destacable era el ardor de esas cenizas todavía vivas y el olor a gasolina del bote que llevaba en una de sus manos.

Se desnudó con certera delicadeza mientras miraba el cuerpo carbonizado de la persona que amaba. Su piel estaba completamente oscurecida y reseca, tanto que ni siquiera podía distinguirse dónde estaban sus facciones o comenzaba el cuello, además de que tenía una evidente rigidez producida por el calor mientras algunas de sus cavidades naturales habían estallado. Era casi imposible reconocer su identidad y su sola imagen podría causar pesadillas, pero ella podía ver sobre esa costra una sonrisa dulce, una mirada cariñosa y el rostro de aquél con el que juró permanecer el resto de su existencia.

Se arrodilló a su lado mientras admiraba su belleza, acariciando la piel reseca de su mejilla con el amor que todavía sentía antes de depositar un delicado beso en sus labios, sintiendo el sabor de la descomposición en su propio paladar.

Cogió el bidón de gasolina y lo roció por encima de su propio cuerpo como si aquello fuera una ducha de purificación mientras su mente sobrevolaba mucho más allá de esa casa. Siempre había pensado que el amor verdadero era como el fuego, tan ardiente, tan intenso, donde las llamas bailaban al mismo son aunque terminaran consumiéndose.

Dejó caer una cerilla mientras se tumbaba a su lado, acomodando la cabeza en su pecho muerto y cerrando los ojos, dejando que el fuego consumiera también su carcasa carnal, siendo por fin uno solo.

Las cenizas de las llamas eran eternas y, ahora, ellos también lo serían.