Partida Rol por web

Ya más cómodos y en la intimidad, Paris trajo dos botellas de cerveza para ofrecerle una a Ethan mientras se acomodó en el sillón junto al grandulón. Estaba muy fascinada por su apariencia, pero más aún su personalidad la tenía completamente loca y al fin de cuentas, siendo que ella siempre fue al revés de lo convencional, sintió que esta vez podría ser la indicada. Algo en su interior se lo decía y no era malo, al contrario. 

—Sí, soy de aquí—respondió—. No, hace realmente poco... Un año y algo que lo soy. ¿Tú? 

Nunca había hablado con nadie de esto, más que nada por la incertidumbre de saber que era un camino en solitario y difícil de aceptar. Sólo que al encontrar a un igual, todo ha cambiado en la vida de la morena y sintió una necesidad inmensa de perderse entre aquellos brazos, a sabiendas de que no habría otro lugar mejor que ese. Así que por ello es que lo miró a los ojos cuando él también se acercaba y ya dejando atrás la cerveza, intentó besar esos labios desde una pasión sin censura donde solo existía la necesidad de sentirse. 

Y sin más buscaría sentarse sobre el regazo de Ethan mientras sus manos se dividieron en objetivos muy distintos, uno de ellas acarició la mejilla con dulzura entre besos mientras que la otra se desvió hacia su torso con tal de disfrutar entre caricias cada roce, ya sea con los labios, la lengua o la yema de los dedos sobre la piel. Ya habría tiempo para hablar sobre su condición. 

— Yo soy engendrado… Siempre fui así… — se mantuvo unos segundos en silencio esperando la reacción de Paris, que llegó en forma de pasional beso.

Ethan se sentía en una espiral de sensaciones y sentimientos que jamás había sentido. Le fascinaba la forma de ser de Paris, tan directa y con las ideas fijas, sin pensar en el qué dirán o a quién podría llegar a molestar. 

Recibió aquel beso mientras notaba como la chica se sentaba sobre su regazo. Notó una de sus manos frías acariciar su torso, notando aquel agradable cosquilleo que jamás antes había sentido.

Las lenguas jugaban y se acariciaban en un baile sin final, mientras que las manos nerviosas seguían apoyadas en el sofá. En aquel momento separó a Paris cortando el beso. La miró unos segundos a los ojos directamente, notando una energía tan fuete y bonita que sabía que nada ni nadie la podría joder jamás.

El carmín azul estaba casi borrado. Ethan, instintivamente, colocó la mano en la mejilla derecha de Paris, notando una sensación agradable del roce, mientras que con el dedo pulgar acarició los labios de la chica.

El silencio reinaba en el apartamento, pero realmente todas esas caricias y gestos hablaban por si solos.

Con la mano que tenía en la mejilla de Paris se ayudó para acercársela a su rostro y besarla apasionadamente. Del propio movimiento y la efusividad del beso, Ethan se dejó caer sobre el sofá arrastrando a la chica.

Los besos seguían tan pasionales como el primero. El roce de labios y lengua era una constante pelea para demostrar que el beso siguiente sería más pasional que el anterior. 

Con una de sus manos acarició la cintura de Paris, para, lentamente, introducirla bajo la camiseta de la chica llegando a su espalda. La acarició, notando su columna vertebral, mientras realizaba una leve presión para que sus cuerpos no se separasen, queriendo así que aquello fuera infinito.
 

Aquella verdad llegó a los oídos de París justo en un momento muy íntimo de ambos, cuando dejaron atrás sus prejuicios y en la intimidad de aquel piso, podían ser simplemente ellos con su condición, su vida en las sombras. Una que ya no sería en soledad sino compartida. Y por esa razón es que el beso llegó con ansias, anhelo y necesidad, impulsivo, voraz, intencionado. 

Durante unos segundos, esas bocas se separaron y cuando el cosquilleo en los labios estuvo presente, se perdió la morena en aquellos ojos, en la boca y al sentir como esa mano se deslizó por la mejilla, ladeó un poquito la cara para recibir la caricia mientras se endulzó con el roce de la yema de ese dedo sobre su labio. Le resultó un gesto muy erótico, sensual y todo su cuerpo se estremeció por ello. 

Ya con ese mismo roce, él la dirigió a otro beso que dulce, apasionado lo fue todo. La lengua de París buscó su par mientras se deshacían en cada movimiento, cada roce y el jadeo de esas bocas que con la respiración entrecortada, solo daban calor a la boca del otro. Y cuando inclinada quedó sobre aquel hombre mucho más grande que ella, sus manos lo recorriendo con ganas, incluso luchó contra la imperiosa necesidad de arrancarle la ropa allí mismo cuando la sensación gélida de sus manos y el de su piel, hacían un contraste muy erótico. 

Incluso así como las caricias de Ethan avanzaron por debajo de su camiseta, rozando directamente su cuerpo, también lo hizo París por debajo de la camisa, manteniéndose muy pegada mientras el roce de su sexo escondido debajo de la braguita se hizo notar con la entrepierna de su pareja mientras los besos iban a más y la necesidad de quitar la ropa del medio iba en incremento, más aún cuando París comenzó a deshacerse de la camisa de Ethan. 

—Te deseo Ethan. 

Ethan recibió esa frase entre besos y caricias. Sentía algo especial, un impulso difícil de describir que le empujaba a ir a más con aquella chica que hacia poco que conocía. Siempre había sido alguien recatado y muy cauto en cualquier relación, pero lo que le hacía sentir Paris era algo totalmente diferente a lo sentido anteriormente.

Los besos eran cada vez más pasionales, más húmedos entre la pareja. El roce de sus cuerpos era cada vez mayor, subiendo el deseo de disfrutar de nada más que sus pieles desnudas.

Al notar que París comenzaba a deshacerse de su camisa, Ethan le ayudó para dejar completamente su torso desnudo. 
Tras eso, y sin dejar de besar a la chica, agarró la fina camiseta de París, se la quería arrancar, disfrutar de su cuerpo desnudo todo el tiempo posible. Poco a poco y con mucha delicadeza comenzó a subir la camiseta de París, para lanzarla al suelo.

Ethan abrazó fuertemente a París con uno de sus brazos, haciendo que sus cuerpos se pegaran por completo, mientras que con la otra mano agarraba su cintura para apretar sus sexos. 

Dejó de besar su boca para centrarse en su cuello. Lo besó, lamió e incluso sintió la tentación de morderlo. Mientras, sus cinturas no paraban con de moverse con un bamboleo constante e hipnótico.

— Yo también te deseo, París — le susurró al oído, para acto seguido mordisquear jugueteando el lóbulo de su oreja.
 

Sólo bastaron aquellas palabras que entre susurros fueron la luz verde para desatar el deseo sobre aquella cama, uno que diferente a todos los que ha tenido Paris, ahora marcarían un precedente en su corazón mientras se dejó llevar por la atracción y esa mirada que la derritió por completo. Fueron horas de caricias, roces y movimiento, que endulzado con la melodía acompasada del placer, sólo transformó el instante en placer, en agarres que dejarán esa huella imborrable en la memoria y en la piel. 

Lo dio absolutamente todo durante esos instantes de sudor compartidos, allí donde las almas se unen y los cuerpos también danzando bajo esa noche que ahora les guardó el secreto de a dos. Ya cuando la necesidad fue apaciguada por el fuego que ambos habían creado entre tanta lujuria, abrazada quedó completamente desnuda y debajo las sábanas cobijada entre los brazos de aquel hombre que desde este momento, jamás lo vería de la misma manera. 

No sólo porque pudieron descubrir su condición, sino que la compartían y esto era para la morena lo mejor que podía pasarle. No era necesario ocultar nada, simplemente podían estar juntos, ser ellos mismos y disfrutar todo esto que sin dudas era una dosis de dulzura al corazón cuando las almas como Paris, solitarias, encuentra un lugar en la vida de otra persona. 

Ya feliz por todo lo vivido, miró a los ojos a Ethan y tras dejar un beso sobre sus labios, rompió el silencio. 

—Me encantas, mucho—confesó al dejar un puñado de besos en todo el rostro—. Que esto no quede aquí, por favor. 

Ethan estaba en una nube, en una de la que no querría bajar jamás. Aquella chica le había llevado a lugares insospechados y repletos de lujuria y placer. Pero entre todo eso, el lazo entre ambos se hacía cada vez más fuerte.

Sentía el cuerpo desnudo de Paris a su lado, mientras Ethan jugueteaba con el pelo de la chica. Le encantaba sentir la piel fría de la chica, su aroma, sus ojos que ahora se fijaban en los suyos.

— Si yo te encanto, tú me encantas más — besó los labios de Paris. — Por mí, eternamente… — y aquello lo dijo con toda la intención del mundo. Sentía algo especial, como si el destino hubiera reservado a Paris, para que ese preciso día unieran sus cuerpos.

Miró la ventana desde el calor de la cama, comprobando que aun era de noche.

— ¿Te apetece salir a la feria? Quiero pasear con la chica más maravillosa del mundo e invitarle a subir a la noria — y aun sintiendo el peso de Paris sobre su pecho, besó la frente con dulzura. — A ver que tal está el ambiente después del discurso y aquel video… — dijo recordando lo sucedido horas antes.
 

Despeinada como se encontraba después de haber estado juntos, se dejó llevar por aquel beso compartido y las palabras que dichas con tanta dulzura marcarían un precedente en la relación. Ella estaba muy dispuesta a tener una relación con Ethan, no sólo por el hecho de compartir condición sino por una cuestión de afinidad, atracción y porque esa personalidad la tenía muy loca por él. Era al fin de cuentas el hombre indicado para Paris y así lo sintió. 

—Eternamente... Tuya. 

Volvió a besar esos labios y tras tironear con sus dientes el de su compañero, sonrió divertida mientras se cobijaba más aún entre esos enormes brazos que la protegían de todo y le daban un calor, que en el corazón se traduce a dulzura, amor y compañía. Algo que jamás había tenido en su vida. Ya cuando surgió la propuesta, le regaló otro beso más y aceptó. 

—Perfecto, pero vuelves aquí después. Quiero amanecer contigo—confesó y atinó a levantarse, totalmente desnuda como estaba—. ¿Ducha y salimos?

Claramente lo invitaría a ello, a darse un placentero baño que no dudaría demasiado considerando todo lo que habían vivido minutos atrás y tras deshacerse entre mimos, más todo lo que hubiera podido surgir, se vistió y preparó para salir a recorrer las calles de Heaven Falls, más ahora que la noche aún seguía en su esplendor. El atuendo escogido sería una camisa blanca que resaltaría un poco sus pechos por ser ajustada, una falda bastante corta con tirantes y medias a mitad de muslo. 

—¿Te gusta?—preguntó al girar divertida—. Hm, tu siempre estás sexy. 

No pudo evitar el halagarlo y tras unos besos más de parte de Paris que estaba siendo un terrón de azúcar con él, abandonaron cuando Ethan lo considere su piso. 

—  Eres lo mejor que me pasó.... — dijo tras la frase de Paris, con un dulce susurro.

Y así era, era lo mejor que le había pasado, lo más excitante, pero sobre todo, lo que más le llenaba su frio cuerpo. 

Quiero amanecer contigo

— Y yo contigo… Muero por sentir lo de antes una y mil veces más… — asintió ante la proposición de ducharse juntos. Aquel desparpajo que la chica radiaba tenía prendido por completo a Ethan. Eso, y la extrema belleza y dulzura de la chica, junto a aquel carácter, le hacían una bomba a la que Ethan se quería agarrar.

— Estás preciosa… — dijo embobado al ver a la chica con aquel atuendo, mientras el se ponía los pantalones.
Sin decir palabra se aproximó a la chica para, agarrándola de la cintura, plantarle un dulce beso en los labios. Sentía su fragancia, su piel fría… Tras ese beso, vino otro y otro más, cada vez más húmedos y apasaionados. — Vamos a parar… — se intentó autoconvencer mientras sonreía a Paris. — Vamos a ver que tal está la feria y a pasarlo bien juntos — y tras esas a palabras, le dio un fugaz beso para terminar de vestirse y salir del apartamento.