Partida Rol por web

Cuando Ethan sintió que los labios de Paris se juntaban con los suyos, un respingo recorrió todo su cuerpo. Se encontraba tan bien junto a aquella chica que se dejó llevar. 

Tras el dulce beso que le acababa de ofrecer Paris, Ethan respondió con otro igual de dulce sin tiempo de separarse. Su mano recorrió la nuca de la chica como queriendo que no se separara de él. Tras unos segundos obviando todo lo que sucedía en su alrededor, se separó queriendo volver a cruzar su mirada con la de Paris.

— Pues parece que te lo fastidié un poco — dijo divertido intentando romper esa vergüenza que sentía en aquel momento.
Mentiría si no quisiera agarrar de la mano a Paris y llevársela a un lugar en la que estuvieran solos para disfrutar el uno del otro. No conocía ese sentimiento, es más, era la primera vez que sentía algo tan extrañamente fuerte por otra persona, pero conocía su condición y como eso influía en su día a día.

— Bueno, a ver si traen la comida y podemos disfrutar de la noche. Tengo muchas ganas de hacer cosas contigo… — dijo bajando la mirada a la mesa, para volver a mirar a Paris. — Comemos rápido y nos marchamos, quiero disfrutar de todo lo que este festival nos ofrece, junto a la chica más especial de Heaven Falls — sonrió dulcemente tras las palabras.
 

Aquel beso resultó ser delicioso, no solo porque fue correspondido sino porque vino otro más y esto le fascinó tanto que no se pudo contener ante el deseo de disfrutar de estas pequeñas cosas. Más aún cuando Ethan era tan dulce, tan buena persona. 

Finalmente cuando esas bocas se separaron, ella se quedó mirando aquellos ojos fascinada, aún con el sabor de esos dulces labios en la boca, sonrió ante las palabras de su cita. 

—Puedes fastidiarlo todo lo que quieras. 

Era una invitación a que fueran muchísimos besos más, no solo uno ya que le había encantado no solo su forma de besar, sino todo lo que había sentido por ello. Luego al saber que quería hacer cosas con ella, acercó su rostro hasta casi rozar nuevamente esos labios y lo miró desde esa corta distancia. 

—Muchas cosas contigo—susurró y después agregó—. Es un perfecto plan, así puedo llenarte de besos. Ahora que los he probado, quiero más. 

Y así era, no veía la hora de que le trajeran la comida, tenían tanto por hacer. 

—Sabes, es mi primera cita con un hombre. Ya puedes sentirte privilegiado. 

Jane se acercó lo más rápido que pudo a su mesa dejando la comida sobre ella.- Disculpad por el retraso, estamos hasta arriba.- la chica se disculpó y dejó un trozo de tarta de manzana que no habíais pedido.- por parte de la casa...- olvidando por completo que Ethan era un chico atractivo que le había llamado la atención anteriormente siguió con su trabajo.

Durante el beso ya ese camuflaje poco a poco se fue obviando, más aún cuando la piel fría de París demostró su condición, aunque no fue solo eso, fue el roce ligero de sus colmillos que en pleno beso se sintieron un poco. No era una molestia, ella estaba acostumbrada a besar, aunque lo notaría sin dudar su compañero. 

¿Y si realmente era cierto lo que acababa de sentir?

Ethan miraba curioso a Paris, justo cuando la camarera traía la comida, sonriendo el bonito detalle de la chica al traer esa tarta.

— No te preocupes, Jane, es normal con todo esto del festival.

Rápidamente volvió a mirar a Paris y a sus labios pintados con aquel bonito carmín. Se moría de ganas de volver a probarlos y comprobar lo que había sentido con aquel primer beso.

La besaré ahora mismo, se convenció mentalmente intentando romper su vergüenza. Pero conocía su condición, su verdadero ser. Y si realmente era una igual como él, no era ni sitio ni lugar para descubrirlo. 

Sin decir ni una palabra metió su mano en la billetera que guardaba en la chaqueta poniendo un billete sobre la mesa. Sus movimientos eran gráciles y rápidos, sin dejar de clavar su mirada en los ojos de Paris. — Jane — seguía con la mirada clavada en su cita. — Te dejo esto pagado, ahora volvemos, me olvidé una cosa en casa — y agarrando de la mano a Paris la levantó de su asiento.

No sabía bien como actuar, nunca había tenido relación con otro vampiro, sin contar a sus familiares. Así que nada más salir del establecimiento la guio al pequeño callejón al lado de la cafetería.

Colocó a Paris contra la pared con un movimiento rápido y suave. Él se colocó a escasos centímetros de ella, siempre mirando directamente a sus ojos. La agarró dulcemente de su cuello y la volvió a besar. 

Aquel beso fue incluso mejor que el primero y más lleno de pasión. Un beso húmedo, que, gracias al juego de sus lenguas, volvió a sentir aquello.
— Tenía ganas de fastidiarlo, sí — bromeó intentado controlar aquel arrebato que le había dado. — Pero… Tú… ¿eres como yo? — preguntó ambiguamente, para sin dejarla hablar, volverla a besar apasionadamente. 

La vergüenza y el miedo a ser descubierto había desaparecido con aquel beso.
 

Durante el beso le pareció sentir algo más, justamente como si los dos compartieran condición y eso le sorprendió en demasía para bien. Pero antes de decir nada, apareció Jane con la comida y la tarta, lo cual le agradeció con un gesto de los más amables que pueda tener Paris, aunque su atención y todo lo demás estaba enfocado en Ethan, que al parecer él también en ella por esas miradas que intercambiaron tras aquel beso. 

Sin más se dejó arrastrar por el impulso de aquel grandulón que la tenía loca y tras abandonar la cafetería, ya en un pequeño callejón más oscuro, los besos surgieron desde una impulsividad que le pareció deliciosa, excitante. No sólo porque la morena lo estaba dando todo entre roces y un movimiento muy lujurioso con su lengua, que enredada con su par, alimentaron ese beso de una forma ya irrefrenable. Toda la timidez, la espera, incluso la contención ahora mismo se estaba deshaciendo gracias a ese instante. 

Cuando lo escuchó hablar, lo miró a los ojos totalmente fascinada y susurró apenas:

—Tenía miedo de serlo solo yo, pero sí... Somos lo mismo. 

Y sin más volvió a enredarse en otro apasionado beso mientras el frío de la pared le devolvió una sensación también interesante mientras volvían a lo mismo, dejándolo todo desde la lujuria, la pasión y el desenfreno. No le importaba en absoluto la cena, el haber salido rápido de allí. Nada, sólo quería a él. Ya cuando se separaron en algún momento para siquiera tomar algo de aire, lo miró a los ojos muy embobada. 

—Dejemos la comida, vayamos a mi piso o al tuyo y hablemos. Después la noria... 

Dejó la invitación en el aire, no quería hablar de ello en la calle y tras tironear con suavidad el labio de Ethan con sus dientes, se quedó allí esperando una respuesta. 

Sintió aquella afirmación como una balsa de aceite, destruyendo todo aquello que había temido siempre al iniciar una relación. 
Aquello facilitaba mucho las cosas, no tendría que esconder sus hábitos ni inquietudes, haciendo todo más fácil.

— Podemos ir al tuyo… — dijo tras sentir aquel pequeño tirón de labio por parte de Paris. Y de como si una invitación se tratase, volvió a besar a la chica. 

Con sus manos, recorrió la cintura de Paris haciendo algo de presión para que sus cuerpos se pegasen por completo el uno al otro. Aun con ropa, podía sentir las curvas de su frio cuerpo pegadas al suyo haciendo aquel beso, si cabía, más lujurioso que el anterior.

Tras unos instantes se separó para juntar frente con frente y así cruzar miradas. — Siendo ambos iguales, tendremos mucho de qué hablar — sonrió para lanzar un dulce pico, esperando a que Paris iniciase el camino.
 

Ya ante la aceptación a esa invitación que surgió entre besos, Paris volvió a entregarse al placer de compartir esos roces y la voracidad de esas bocas que no cesaron en su afán de explorarse, reconociéndose como un igual. Fascinada como estaba por aquel hombre, ganas no le faltaron de dar un salto y quedar abrazada con sus piernas a la cintura de Ethan, pero se contuvo por el hecho de que ya tendrían tiempo de eso y más. 

—Vamos... Si. 

Puestos de acuerdo con los planes, surgieron más mimos, roces y arrinconamientos debido a la atracción que se tenían los dos. Y cuando finalmente juntaron sus frentes para hablar, ella agitada lo miró a los ojos estando muy agradecida porque no debía simular más, estaba ante un igual. Sin dudas la vida de esta morena estaba cambiando a partir de este minuto en donde un solo beso marcó un antes y un después en los dos. 

—Mucho, aunque te confieso que estoy feliz de encontrarte. No tengo que ocultarme, ni fingir contigo—dijo Paris—. Puedo ser yo. 

Sin más emprendieron el camino, no quedaba muy lejos la casa de la joven del lugar en donde estaban ahora. Así que en tan solo unos minutos, donde ella continuó con los mimos desde la cercanía, llegaron su piso. Tras recorrer un pequeño pasillo que daba al fondo, finalmente dieron con la puerta de la casa de Paris y ya cuando la abrió, se reveló un lugar sencillo, pequeño, pero muy femenino, cálido. 

Sólo era un monoambiente bien dividido, con su cama más arriba y un living comedor bastante cómodo. Una vez dentro, Paris se quitó el calzado y el pulover que llevaba, quedando solo con su camiseta al cuerpo de color blanca y su falda corta negra. 

—Ponte cómodo, haz como si fuera tu casa—dijo amable—. ¿Una cerveza?

El camino a casa de Paris fue con continuos mimos y caricias. Aun así, Ethan sentía algo más de vergüenza al mostrar esos momentos de pasión, vigilando cada momento no ser el centro de atención del resto de vecinos del pueblo.

Por suerte, el camino no llevó más de unos minutos y una vez entrados en su piso, Ethan, se sintió más aliviado. Era cierto que la atracción que sentía por Paris era brutal, pero sentirse observado era algo que en un primer momento podía llegar a superar a Ethan.

Con un fugaz vistazo observó el lugar, era un piso pequeño, pero con una calidez y adornado al detalle que diferenciándose mucho del suyo. Rápidamente fijó su mirada en Paris, que en aquel momento se quitaba su calzado y la pieza de ropa superior. Sin quitar la vista en a la chica y a sus gráciles movimientos, se quitó los zapatos copiando a Paris. No sabía si era una norma, tal y como hacen en otras culturas.

Su mirada seguía fija en la chica, le parecía lo más hermoso que había visto en tiempo, y solo con saber que no hacía falta ocultar su condición, le hacía aun más feliz.

— Gracias — contestó al ofrecimiento de ponerse cómodo. — Bueno… Una cerveza está bien — en su tono de voz se podía observar que era más por ser amable, que porque le apeteciera. — Paris, tú eres de aquí, ¿cierto? — se sentó en el sofá algo nervioso, sin saber como abordar aquella situación. — ¿Siempre fuiste vampira? Quiero decir… — carraspeó un poco — ¿Sabes si hay muchos más?

Y nervioso miró a la chica con ganas de volver a besarla y por lo que podía pasar entre ambos, ahora que tenían total intimidad.