Partida Rol por web

Lo primero que hace alguien que hace prácticas de medicina es acostumbrarse a los horarios infernales. Y los de aquí del pueblo, eran bastante menos dolorosos que los horarios que había tenido en la ciudad así que... Además, yo siempre me había visto siendo médico en un lugar pequeño, donde todo el mundo se conoce... Era menos impersonal que el hospital de una gran ciudad. 

- Ya he acabado por hoy. - Dije a April cuando me senté en la barra. 

Aquel lugar estaba hasta arriba, pero los días previos a aquella fiesta eran directamente fiesta para todo Heaven Falls. 

- No te preocupes. Yo ahora ya no tengo prisa. 

Con veintitrés años una podía pasarse varios días sin dormir y seguir estando fresca como una rosa a base de café, aunque desde luego, aquel no era el plan. 

- Ponme un sandwich con unas patatas y una coca-cola. - El café lo dejaría para después de haber llenado el estómago. 

Me volví unos instantes para echar un vistazo y ver quiénes estaban por allí. 

La sonrisa de April era prácticamente contagiosa o al menos era lo que decía todo el mundo. Al ser un pueblo donde todos se conocían nadie se cortaba en decir lo que pensaban.- Perfecto...- se giró hacia la cocina.- Jane, hazme un sandwich americano con patatas por favor.- mientras la veías manejarse en la barra con destreza, mientras preparaba unos cafés, se agachó a la nevera y sacó una coca-cola la cual te sirvió en el acto.- En 5 minutos tienes tu cena, deja que sirva esto y me tomo un descanso contigo si no te importa tener compañía mientras cenas...

April se dirigió con los cafés y las bebidas que habían pedido una mesa al lado de la ventana, los sirvió y te fijaste como el hombre sentado allí le hacía un cumplido el cual agradeció April pero a la vez se disculpó por que tenía trabajo y volvió hacia donde tu estabas. Cogió una bebida del mostrador y avisó a Jane de que se tomaba 5 minutos de descanso, aprovechaba para coger tu plato y servírtelo mientras se sentaba a tu lado.- ¿Cómo va todo por la clínica?¿Te acostumbras a las prácticas o tienes ganas de volver a donde vivías en tu época universitaria?

- Bien, vale. - La respondí copiando también su sonrisa, pues siempre era mejor comer acompañada que sola. La verdad es que estaba acostumbrada a tratar con gente y bueno, aunque en casa ya hacía mi trabajo de introspección, cuando estaba fuera era una persona bastante sociable, al menos con la gente que me resultaba agradable. 

April no tardó en regresar y se sentó al lado mío, preguntándome sobre como iban mis prácticas. 

- Van muy bien, la verdad. Me gusta la clínica y bueno, esto de las prácticas es lo único que me queda para poder ejercer ya de médico donde yo quiera. - Estaba orgullosa de haber llegado hasta ahí, para qué negarlo, pues había tenido que estar chapando como una descosida durante muchos años. No sabía cómo no me había vuelto algo loca. 

Claro que sí que había algo a lo que no estaba acostumbrada y se me ocurrió que April igual sabía de algún sitio. 

- Ya sabes que ahora estoy en casa de mis padres y me gustaría encontrar algún sitio para mí sola. ¿Sabes de alguien que alquile algo decente? - No lo podría comprar porque primero tendría que devolver el crédito estudiantil, pero... 

^{22hs Heaven falls-}

Las calles marcaron ese camino hacia el lugar en el que se iban a encontrar, llevaba tiempo escuchando aquel programa de radio y alguna que otra vez, estuvo a punto de desertar aquel instante donde se conocerían en verdad por todo lo que conlleva tener a alguien como Paris delante. No tenía demasiados estigmas en su interior, pero era muy consciente de lo que en Heaven Falls se podía hablar y no quería ensuciar a nadie con un pasado que si bien, era el único que tenía, tampoco escogió una vía más compleja o más decente para convertirlo en algo moralmente aprobado. 

Pese a ello, juntó un poco de coraje y tras un intercambio de mensajes, la cafetería sería el lugar en donde iba a surgir aquel encuentro. Ataviada de negro con un top al cuerpo bastante corto y una falda al tono, la joven prefirió ir más cómoda vestida sin sacar a relucir los bonitos aspectos de su fisionomía ya que en parte en su fuero interno anhelaba caerle bien y no seducirlo de entrada por algo tan común como su apariencia. Ya no trabajaba de ello, era una chica medianamente normal con un pasado muy complejo, sólo eso. 

Al llegar descubrió que era la primera, así que se ubicó en el lugar acordado por los dos y se quedó mirando por la ventana, quizás más pensativa de lo normal. Durante esos días de charla, despertó en Paris una cálida sensación de comodidad, algo que no era habitual en alguien como ella, considerando que la forma de relacionarse con los hombres era tan distinta a lo convencional. Estaba nerviosa, expectante, pero también se conocía lo suficiente para saber que podía salir ilesa de cualquier conversación, pese a que jamás se había comprometido emocionalmente con nadie. Esto sin dudas sería una aventura, una de esas que dan un poco de miedo. 

Aún así, ella estaba dispuesta a afrontarlo. En su naturaleza se encontraba la forma. 

April miraba a Izzy atentamente mientras hablada, su mirada cálida ya demostraba lo contenta que estaba por ella.- Guau, ya podrás ejercer y todo, es impresionante. - dijo mientras giraba su mirada hacia el café que tenía delante.- Cuando ya puedas ejercer de médico, ¿te quedarás en Heaven Falls? - preguntó la muchacha.

- Deja que piense... - se quedó durante un segundo pensando mirando a la nada.- ...lo siento ahora mismo no sabría decirte quien podría alquilar algo. Ya sabes que en el hostal de mi tía, Emily, se alquilan habitaciones pero no creo que eso sea lo que buscas y más si quieres vivir sola. De todas maneras si me entero de algo te aviso.- te guiñó un ojo.- Bueno... ya tengo que volver ya que Jane no se puede defender sola, termina de disfrutar tu cena y espero verte durante el festival.- salió de su asiento recogiendo su taza y se fue a preguntar a Jane como le iba.

En la cafetería no paraba de entrar gente al parecer aquella noche iba a ser de lo más movidita. Izzy se encontraba en la zona de la barra cenando tranquilamente y parecía que se acababa de despedir de una amiga que trabajaba allí de camarera. Mientras Paris se había sentado en una de las mesas interiores y que parecía esperar a alguien.

Se acercó Jane, una de las camareras del local para preguntar a Paris si deseaba algo.- Disculpe, señorita, ¿qué desea tomar?

Se había vestido con sencillez. Como de costumbre, los tonos oscuros habían triunfado, y de hecho todo lo que llevaba encima era negro o gris. Algunos habrían considerado esa apariencia sobria en exceso, pero al chico no le sentaba del todo mal. Llevaba la falta de color con cierto estilo.

Cuando entró por la puerta de la cafetería, Brendan llevaba colgada del hombre derecho una bolsa negra. Dentro había un ordenador, una libreta, una grabadora, unos cascos y unas cuantas cosas más que consideraba indispensables en su día a día. Normalmente habría escogido una mesa vacía y habría dispuesto todo sobre ella, pero en este caso, avanzó directamente en dirección a aquella donde se sentaba una chica que había conocido hacía mucho tiempo.

—Paris White —Utilizó su voz de locutor para saludarla. Su tono habitual era bajito, discreto, casi hasta tímido, pero aquel era prácticamente el opuesto polar, lleno de confianza y energía, pero a la vez con un tinte calmante. Un cóctel, en definitiva, preparado a medida para que sus oyentes no cambiaran de cadena—. No imaginaba que la primera en descubrirme fueras a ser tú.

Después de todo apenas se habían conocido durante toda su trayectoria por el instituto. ¿Cuántas veces habrían intercambiado palabras directamente? ¿Apenas una docena, quizá dos? Habría sido más fácil imaginar que lo habría olvidado, a aquellas alturas, a que reconocería su voz al sintonizar un programa que solo se emitía a horas intempestivas. Pero allí estaban.

—¿Cómo estás? —preguntó después, ya con su voz habitual. Su tono era tan bajito que resultaba fantasmal, pero peculiarmente su voz era tan clara que era fácil escucharle incluso cuando había ruído—. No sé mucho de ti desde que terminamos en el instituto.

—Hola, en cuanto llegue quien espero te hago el pedido—respondió a la camarera—. Gracias. 

En la locura de un destino diverso, allí donde los caminos se abren para que un encuentro surja sin más, vienen las serendipias que burlonas, le demostraron a París que al fin de cuentas nada nuevo hay bajo el sol. Pero no fue decepción lo que sintió en su oscuro y frío corazón, al contrario, ese ligero calor que abriga muy despacio fue lo que primero llegó a sentir. No había cambiado tanto en apariencia, ni siquiera ella tampoco y por esas casualidades del mismo pueblo, estaban uno frente al otro. 

Rápido se incorporó para saludarlo, habían compartido intimidades tontas siendo una oyente de aquel progama y ahora que se descubrieron, no supo ni siquiera como recibirlo. Así que decidida a romper con su propio estigma, se acercó para dejar un beso en su mejilla antes de decir nada, quizás porque la primera regla que tenía en su antigua trabajo era no besar y ahora que se sentía libre de esa atadura, podía hacerlo. Como una mujer, una chica, como alguien que no necesita venderse. 

—Brendan, tanto tiempo—dijo al mirar sus ojos, media sonrisa en su rostro—. Ni yo, pero aquí estamos. De todos modos me alegro de que seas tú. 

Aquella confesión resultó ser muy sincera y ya al tomar asiento, aprovechó para continuar con la conversación. Era curioso, incluso cuando hacía tiempo que no cruzaban palabras de esta manera y en el instituto no tenía un recuerdo suyo significativo. 

—Bien, puedo decir que mi vida ha mejorado en lo que va de este año... ¿Tú? —preguntó con cierto halo curioso y agregó—. Mejor que no sepas mucho de mi, pero te lo resumo como un pequeño desastre en todos los sentidos. He estado muy perdida y ya me he encontrado. Dime qué para ti fue mucho mejor. 

Brendan nunca había sido una persona especialmente física, lo que no quitó que también se inclinara para corresponder el beso en la mejilla de su ex-compañera. Tenía la piel ligeramente fría, y aun así resultaba agradable al tacto, dando la impresión de que debía cuidarse. Su aspecto en general transmitía esa impresión de atención, lo cual podía contrastar con lo poco social que podía resultar en ocasiones.

—Por lo menos unos cinco años —comentó, con un asentimiento—. Creo que unos cuantos más de hecho. No se me da muy bien llevar la cuenta del tiempo.

Sonrió un poco y se sentó en el lado opuesto, dejando la mochila junto a una de las patas de la mesa y después apoyando los brazos en la mesa. Sin duda alguna había crecido desde sus días de instituto, pero no había cambiado demasiado en las cosas que importaban: Seguía pareciendo una persona excepcionalmente tranquila.

—¿Tan mal? —Hizo una mueca breve, como un gesto empático—. Tenemos unas cuantas horas por delante si quieres hablar de ello, pero no voy a obligarte.

Dejó caer ligeramente los hombros y zarandeó muy suavemente la cabeza antes de responder lo que le concernía a él.

—No tengo muchos misterios para ti, ¿no? —Alzó un poco las cejas—. Un golpe de suerte me permitió crear a Helios. He estado trabajando en la radio local casi desde que terminamos el instituto. Y a decir verdad, no me deja tiempo para mucho más.

Lo curioso era que, por su horario, era poco probable que su programa tuviera demasiados oyentes. Pero, aun así, parecía que era suficiente para que el chico subsistiera. O eso, o su familia lo había mantenido a flote.

El roce de la piel con su par, fue similar, ambos en la misma sensación aunque por lo efímero del momento, pudo haberse tratado de por una situación casual más que un estado natural físico. No obstante ya sentados uno delante del otro, París se atrevió a compartir miradas que reflejen un poco más de lo que a simple vista ella era capaz de mostrar y en medio de la charla, poco a poco se estaban poniendo al día con lo que esto implicaba. 

—Eso lo compartimos, siento que vivo a destiempo—confesó con cierto aire divertido y ante la pregunta, se quedó por unos segundos mirándolo detenidamente—. Malo, nunca tuve un hogar como tal y la calle me recibió demasiado rápido. Pese a ser un pueblo, lo peor se encuentra fácil cuando no tienes nada. Así que me he apañado con lo que tenía a mi alcance, buscando salir adelante y mantenerme. 

Una vez soltado aquello, sin entrar en demasiados detalles, agregó un poco más. 

—Drogas, desfase, demasiada noche para una adolescente. 

Luego negó con la cabeza y evitó la mirada, se avergonzaba un poco de esa vida, pese a que la había dejado atrás hace un año. No quería crear una mala imagen en Brendan, quizás por los prejuicios, por lo que implica haber hecho algunas cosas que son moralmente cuestionables. 

—De alguna manera, siento que contigo puedo hablar. Esa es una parte de mi oscura historia—dijo finalmente y añadió más—. ¿Para nada más? No me digas que ni siquiera una relación... Algo. Es que tengo la impresión de haber vivido también por ti. 

Al final alzó la mirada y buscó la de su ex compañero de instituto, sonrió para reflejar que era una broma eso último mientras intentaba recuperar quizás esa confianza arrebatadora que solía tener. Solo que ahora mismo actuaba más como una chica y no como esa persona que le hacía ganar dinero. 

Mientras Izzy terminaba su cena, April no paraba de atender el resto de las mesas, por suerte poco a poco se fue despejando la cafetería y solo quedaban un par de mesas. Cuando ya se había relajado, April se acercó a Izzy con una gran sonrisa casi como si tuviera buenas noticias. Se sentó de un salto en el taburete al lado de Izzy.- Adivina con quién he hablado...- dijo intrigante.

- ¿Te acuerdas del Señor O'rally? El que tenía una vieja tienda y que la cogió la Sra. Harper para montar su supermercado, pues ha venido antes y me ha dicho que va a poner en alquiler la parte alta del edificio como un estudio...- la chica sacó una tarjeta de su bolsillo.- ...no es muy grande por lo que me ha comentado pero creo que no perderías nada en ir a verlo. Me ha dado la tarjeta del administrador para que contactes con él, ¿qué te parece?

—Nadie escoge sus circunstancias —respondió él con tranquilidad, aparentemente sin emitir ningún juicio sobre la situación por la que había tenido que pasar Paris—. Y todos hacemos lo que tenemos que hacer para salir adelante. Me alegro de que las cosas te vayan un poco mejor ahora.

Aunque no era un secreto que aquel tipo de vida era un misterio para Brendan. Al fin y al cabo, lo más probable era que Paris no pudiera recordar haberlo visto jamás en ninguna fiesta, lo cual entraba en contraste con lo nocturno que podía ser en ocasiones. De hecho, pese a la hora que era, parecía bastante despierto, pero eso no era extraño. Ya eran años con su programa de radio.

—No tienes que avergonzarte ni sentirte mal por ello. Las experiencias al fin y al cabo te han hecho la mujer que eres ahora.

Sonrió escuetamente. No sabía qué tipo de mujer era Paris en ese momento, pero su instinto le decía que eso podía interpretarse como un cumplido.

—Eso debe significar que hago bien mi trabajo —comentó divertido, agitando muy suavemente la diestra—. No me mires así. Mi trabajo consiste en hablar de las vidas de otros casi tanto como de vivir la mía —Se rió un poquito—. Y ocupa demasiado tiempo como para preocuparme demasiado sobre relaciones. Así que podríamos decir que sí, has vivido por los dos.

Suspiró bajito, mirando de refilón a la camarera.

—¿Qué vas a querer tomar? Yo tiraré por un café. Esa es mi única droga.

Le sorprendió la respuesta para bien, esa forma de pensar sin dudas abrió una puerta a las posibilidades ya que no hay prejuicio en manos de Brendan al menos entre palabras y creyó de alguna manera lo genuino que era en su forma de expresarse, al punto de sentir que no habría problemas desde ese punto. Uno crucial para Paris, pero al parecer no lo era para alguien como él. 

—Gracias, siempre se puede ver el sol una vez más. Incluso cuando sea desde la distancia—respondió enigmática—. Y yo me alegro de encontrarte, supongo que lejos estamos de ser los chiquillos de la preparatoria.

Se rio con ello, quizás inundada por un instante impregnado de añoranza al recordar esos días de aventuras en la preparatoria mientras ella intentaba llevar una vida hacia delante que le quedaba demasiado grande. Es curioso el pensar que dos personas compartieron un mismo ciclo escolar y sus caminos tan distintos, que de alguna u otra manera los terminó por devolver a ese punto de encuentro, pero ahora mirándose a los ojos por primera vez con un interés genuino. Ninguno de los dos era aquel adolescente que pululaba por esos pasillos, aún así, algo de ellos había quedado en esencia. 

Aún así, le agradó lo que dijo a continuación y le regaló una sonrisa muy bonita. Era un gesto que quizás tenía sus primeros instantes, al sentirse de alguna manera halagada de una forma muy sincera, natural. 

—No me arrepiento, es verdad. 

Luego soltó una pequeña risa suave, casi como si fuera a escondidas y respondió rápido. 

—Tendrás que comenzar a vivir, es lo que toca. Me cansé de hacerlo por los dos—dijo sincera y le guiñó un ojo—. ¿Por qué la radio? ¿Por qué ese programa?—preguntó—, sabes, he tenido malas noches y escucharte de alguna manera me permitía no sentirme sola. Es loco pensar que algo así puede genera tantas cosas siendo alguien que está entre cuatro paredes dentro de su mundo. 

Tenía que decírselo, solía sentir tantas cosas cuando escuchaba su programa que ni siquiera era capaz de transmitirlo en palabras. No obstante ante la sugerencia de beber algo, aceptó también el café. 

—Café como no—agregó y se lamentó que no ofrecían en el lugar una deliciosa copa de sangre—. Si quieres probar otras, sólo pídelo. 

April me preguntó si después me quedaría allí, pero para eso tendrían que hacerme un sitio en la clínica y bueno, aún no me habían propuesto nada para después. 

- La verdad es que no me importaría quedarme aquí. Me gusta más esta tranquilidad que la vida de la ciudad. - Le respondí a la muchacha. 

La camarera me comentó lo del hostal, pero claro, yo estaba buscando un espacio para mí, no un lugar para quedarme, que tampoco me llevaba mal con mis padres, aunque me agobiara tener que estar de nuevo con ellos. 

- Vale. Muchas gracias. - Asentí cuando April me dijo que pondría la antena en eso de los alquileres. 

Ya me estaba acabando las dos patatas que me quedaban en el plato cuando se me volvió a acercar April. 

- Sorpréndeme... - Claramente hablaba con mucha gente y no iba a decirle uno a uno todos los nombres de la gente que conocía. Además, tampoco me sonaba todo el mundo, que en los últimos años yo sólo había aparecido en vacaciones, navidad y acción de gracias y no todos los años en todas las fiestas. 

Al decirme lo del estudio sonreí. Aquello era perfecto. Total, para mí sola no necesitaba mucho espacio, sólo necesitaba mi intimidad. Además, la mitad de los días comía o cenaba en la clínica... 

- Eso es genial. - Dije cogiendo la tarjeta. - Te debo una cerveza como poco. 

No era muy dada a tener gestos de cariño, pero me había alegrado tanto aquella noticia que hasta la di un abrazo. 

- Mañana en cuanto tenga un rato llamo. 

—El sol y yo nos hemos convertido en amigos a distancia desde que empecé con el programa —habló sosegadamente él—, pero hasta cuando está más lejos te recuerda su presencia con su reflejo sobre la luna. Uno no huye tan fácilmente de la esperanza.

Una vez más había cambiado entre su registro habitual y aquel que usaba cuando estaba en su programa de radio con total naturalidad. No parecía que ninguna de esas dos personalidades fuera más real que la otra: Lo cierto es que lo más probable era que la dicotomía entre el Brendan tímido y el extrovertido se encontrara en que el real caía en un punto intermedio entre los dos.

—¿Por qué no? Es una forma de expresarse... y de dejar que otra gente se exprese, pero sin exponer al yo real. Brendan Lenore sigue siendo un desconocido —Parecía contento con que fuera así, como si la misma idea de un fama directa le pareciera terriblemente inconveniente—. Tampoco es que Helios sea exactamente famoso, pero estoy seguro de que casi todos los insomnicos de Heaven Falls lo conocen.

Sonrió discretamente. Era una sonrisa que no parecía una sonrisa, según desde que ángulo se mirara.

—Me alegro de que a ti te sirviera de algo —añadió sinceramente—. Por ese tipo de cosas al fin y al cabo sé que merece la pena.

Cabeceó ligeramente.

—Dos cafés, entonces —La miró de refilón—. Por ahora vamos a dejarlo en café. No sé si unas horas antes de emitir un programa es el mejor momento para experimentar. Te recuerdo que son directos —añadió divertido.

«Uno no huye tan fácilmente de la esperanza» repitió mentalmente aquella frase y se quedó por un breve instante analizando lo que significó para ella unas simples palabras que bonitas a los oídos, podían tener un significado más profundo. 

—En algo debemos creer.

Fue una respuesta escueta, pero con una sonrisa que auguró complicidad en toda su esencia. Después volvió a la carga con más frases que le dejaron esa bonita sensación de estar hablando con alguien lleno de inquietudes mentales. Más hubiera querido pasarse horas y horas solo escuchándolo mientras le devolvía como respuesta algún que otro gesto curioso. 

—Con o sin alter ego, sigues siendo tú desde otro lugar—dijo y se mordió el labio por un breve instante, pensativa—. Soy uno de ellos, pero ambos sabemos que hay más y suelen estar callados, eso sí muy atentos a tus palabras. Eres el gurú de la medianoche. 

Luego de soltar aquella broma, cruzó una pierna sobre la otra y se acercó un poco más a Brendan al apoyar los codos en la mesa, así esos preciosos ojos azules le hacían el escrutinio desde la cercanía. 

—Me alegro de que pienses así—comentó y no pudo evitar el soltar una melodiosa carcajada con lo que vino después—. No todo lo que experimentes te dejará maltrecho mi querido gurú de la medianoche. Además significa que me has cerrado puertas a las posibilidades o solo es a las drogas. 

Sonrió traviesa e hizo una pausa dramática. 

—¿Puedes responder a eso? ¿Cuánto puedes mojarte a través de una respuesta?

- Me alegra que te quieras quedar por aquí, me gustaría que este pueblo creciera mas y que estuviera siempre lleno como en las fechas que estamos.- sonrió April. Jane salió de la cocina ya que la había cerrado y se puso a recoger las mesas para dejar todo lo más limpio posible mientras April hablaba.

Fue entonces cuando Jane se acercó y preguntó a ambas: ¿Queréis tomar algo, señoritas?

April negó con la cabeza y esperó a tu contestación antes de irse. Se oía desde el exterior un motor de una moto o coche que se iba acercando a la ciudad, llamaba la atención ya que el ruido que hacía era casi ensordecedor. Al mirar afuera se pudo ver como aparecía por la calle el típico motero y aunque no se podía ver de cerca, era un hombre bastante bien parecido.

- Por cierto, ¿ya tienes pareja para el baile del festival? Imagino que irás, ¿no? - el baile de otoño era el evento más esperado de las próximas 2 semanas, no solo porque todo el pueblo se juntaba en el hostal si no por la leyenda de que si uno iba con su pareja y soltaban en el lago un farolillo con los nombres de ambos, su amor sería eterno. - Siendo en el mismo lugar de siempre no me quedará otra que ayudar a mi tía a manejar el hostal y me encantaría ver una cara conocida por alli.

—Alguno más hay, sí. Seguramente habrían cancelado el programa si fueras mi única oyente —respondió él, con una sonrisa divertida bailando en los labios—. En el fondo era lo que esperaba, al principio. Tuve suerte de conseguir mi espacio, pero no contaba con que fuera a durar. Y al final... mira tú. Tampoco es que haya mucha competencia a esas horas, claro.

Dejó caer un poco los hombros. De hecho, no era que su programa tuviera una audiencia demasiado elevada en comparación a lo que la emisora tenía en la parrilla a otras horas, pero en su franja había alcanzado números más altos de lo normal. En resumidas cuentas, tenía razones para sentirse orgulloso.

—Puedo responder a prácticamente todo —aseguró mientras esperaba a que los atendieran—. Ten en cuenta que estoy acostumbrado al directo.

Sonrió ligeramente.

—Pero esta vez me has pillado con la guardia baja. ¿Qué más me estabas ofreciendo, además de las drogas? —Se rió un poquito—. ¿No me ves alguien demasiado formal como para tanto desfase?

—Es un buen programa, para los solitarios nocturnos aún mejor—dijo pensativa—. Fíjate a donde te ha llevado, aquí estamos. 

Y sin más se encogió de hombros mientras lo miró a los ojos con ese aire divertido, estaba muy claro que esta charla era un reencuentro en todos los sentidos, como si fuera un volver a conocerse desde otro lugar. Muy atrás había quedado una época que sin dudas era bastante diferente y ahora por un programa de radio, podían verse las caras para ver que más hay detrás de esas llamadas nocturnas. 

Ante la afirmación de Brendan, negó con la cabeza y se rió un poco. 

—No sabes en donde te metes con ese comentario—comentó provocativa y lo miró a los ojos, buscando un poco más de él—. No siempre se puede mantener la formalidad, además estoy abriendo puertas a las posibilidades y quería saber hasta donde eras capaz de ser osado en tus respuestas e intenciones. Pero claro que hablo más allá de las drogas, eso es un mero accesorio.

Se acercó un poco más a él.

—¿Sales de la formalidad para jugar? ¿Para divertirte? 

Seguro que había gente que al contrario que yo, quería salir de este lugar para no volver, así que no sabía hasta qué punto esto podría crecer. De todas maneras, yo había dicho de verdad que me gustaría quedarme, pero claro, todo dependería de mi trabajo, porque la única manera de ser médico allí era en la clínica de este pueblo o en la de alguna de los alrededores, lo cual, no es que diera precisamente un amplio abanico de posibilidades. 

De todas formas, primero tendría que hacer mis prácticas y luego, verlas venir. 

- Veremos a ver... - Le respondí. 

Claro que momentos después se escuchó una de esas motos que hacen muchísimo ruido y tuve que negar con la cabeza. Parecía que a algunos les gustaba llamar la atención. Claro que por lo que pude comprobar desde donde estaba, ese tío no necesitaba moto para llamar la atención. De todas maneras, era de noche y me lo podía estar imaginando a mi gusto. 

Apreté los labios poniendo cara de circunstancia cuando me dijo lo de la pareja del baile y negué. 

- Ni me he acordado que había que buscarse una. Hace que no estoy en estas fechas un montón de años. Me ofreceré voluntaria para trabajar esa noche, que seguro que hay quien está deseando librar. 

Me puse en pie y puse el dinero sobre la barra. 

- Estaba todo muy rico Jane. Muchas gracias. - Miré a April y la guiñé un ojo. - Nos vemos y muchas gracias de nuevo. 

Salí de la cafetería dispuesta a tomarme una cerveza antes de irme a casa. Con un poco de suerte, llegaría ya cuando mis padres estuvieran acostados.