Partida Rol por web

La magia de ilusión hacía parecer a aquel lugar del Taur Iaur como una ciénaga estéril y sin vida; todo lo contrario a la verdad, era el lugar más hermoso del mundo conocido, un paraje de verdor y de foresta sin igual, rodeado de árboles tan altos que se perdía la vista al mirar sus copas entrelazadas; parecía como si se abrazaran. Las hiedras y trepadoras formaban una cortina natural y el rocío depositado en sus hojas creaba una humedad constante y refrescante cuya esencia de vida llenaba los corazones de quienes allí moraban. Aquel lugar era conocido entre los elfos como: El Trono del mundo. Era sin duda el lugar más protegido y respetado, no sólo entre los elfos de Pook , sino por todas las tribus élficas. Allí, en ese paraje, moraba el señor de todos, su símbolo, su alma. Cada uno de los elfos buscaba en sí mismo un reflejo de él. Inmortal. Eterno. El protector de todos.
Es conocido como “El Árbol Viejo” o Galadh Iaur como se le conoce cariñosamente entre los elfos. El más venerable de todos; unos dicen que es un dios en la tierra; otros dicen que es un dragón con apariencia élfica; lo que está claro es que Galadh lleva en esta tierra desde el comienzo de los tiempos.
Y allí estaba él, sentado en la Piedra del Tiempo, serio, con la barbilla alzada, escuchando cada una de las palabras que allí se decían en aquella acalorada reunión.
Uno de los líderes de una de las tribus de Taur Iaur agitaba un pergamino de manera nerviosa mientras increpaba a otro de los presentes que negaba con la cabeza. Los modales previos habían ya desaparecido para cuando llegaron nuestros aventureros: Jaskier y Niniel junto a sus respectivos acompañantes. Llegaron al Trono del Mundo casi al mismo tiempo. Qué será la magia del silencio, que sus miradas se cruzaron en un largo instante nada más poner los pies en el lugar. Qué mágico fue el momento pues ese cruce de miradas fue inmediatamente captado por el Alma de Galadh Iaur que allí se encontraba. Una electrizante sensación recorrió el cuerpo de ambos, pues sabían que El Viejo Árbol examinaba sus espíritus. Y al instante supo que eran Ellos…que eran Ellos.
Justo antes de entrar en el lugar sagrado, les habían informado vagamente sobre lo que allí se discutía; parece ser que el pergamino que agita el acalorado elfo, es un comunicado de la Serpiente Plateada, grupo humano revolucionario y contrario al Rey y a su Iglesia. Su líder es un tal Fawoce Movali, o conocido entre sus seguidores como “El Capitán”. Parece ser que piden la presencia de los elfos para un concilio. Algo muy grave ha ocurrido y según dice la carta, afecta a todas las razas libres de Matubias.

El elfo que agita el pergamino es un rudo guerrero de rasgos fuertes y cicatrices por todo su cuerpo. Su voz suena fuerte y exasperada. Ha perdido los nervios e intenta imponer su criterio a voz en grito. –¡…ESTA CARTA ES UNA SÚPLICA, EL CAPITÁN ES UN HOMBRE RESPETADO POR NOSOTROS…YO MISMO LUCHE JUNTO A ÉL EN LA GUERRA CONTRA EL SEÑOR DEL DRAGÓN. DEBEMOS ACUDIR DE INMEDIATO!

Otro Elfo niega con la cabeza pausadamente y con la voz más fría le contesta –Nada se nos ha perdido con esos humanos…son todos iguales, se venden por cuatro piezas de cobre y seguro que es una trampa para cortarnos la cabeza y venderla como botín a los nobles. Nada de concilios.

Otro elfo más veterano alza las manos –Calma señores, calma…recordad en dónde nos encontramos, no podemos perder las formas. Debemos tomar una decisión de la manera más serena posible.

-Ciertamente debemos tomar una decisión. Urgente es que enviemos a nuestros hijos al Continente Norte, pues el tiempo es nuestro enemigo…pero quizás ese concilio nos de alguna información ciertamente importante…puede que realmente nos afecte ese peligro del que nos quieren hablar. El problema es si ese peligro es veraz e inminente

-¡ESO QUIERO DECIR! Sólo sería un poco más de tiempo el que deberíamos demorar. ¡SOLO PIDO UNA OPORTUNIDAD PARA ESCUCHAR LO QUE NOS TENGA QUE DECIR EL CAPITÁN!

Repito que nada para con los humanos. NADA ES NADA. Así se acordó.

-Calma, calma…han llegado (os señala con el dedo) seguro es que su opinión debe ser escuchada.

Una vez transcurridos los primeros instantes, las primeras impresiones, Níniel se encontró a sí misma escuchando lo que decían, interiorizándolo, pero con su alma perdida en un Árbol tan Viejo como el devenir del tiempo, como la brisa que acariciaba las ramas de los altos mallorns en su bosque, como la belleza subyacente en una mera gota de lluvia, que lo entrega todo a cambio de la muerte. Sintió que avanzaba hacia el centro del círculo ancestral y más allá, hacia él, movida por un impulso irremediable, sintió como el anciano hechicero de su tribu trataba en vano de asir su mano para intentar frenarla, demasiado tarde, observó de reojo como su padre se sentaba en uno de los huecos del círculo y sonreía al verla avanzar, cuando estés ante él lo sentirás… sentirás por qué cada partícula de tu ser está unida al bosque… y a él…

Sin poder evitar seguir a sus pies con una firmeza impropia de alguien tan joven, se plantó a escasa distancia de él, ladeó la cabeza primero hacia un lado, luego hacia otro y fijando sus ojos en los de Galadh Iaur, se sintió mucho más que una simple Hija de los bosques, sintió como si una esencia ancestral, la esencia misma de la magia que encierra el don de la vida invadiera cada pulgada de su ser. La emoción fue un golpe tan intenso, que la abatió, como un ave herida, y una lágrima solitaria resbaló por su mejilla. Hubiera deseado que aquel sentimiento no acabará nunca, giró la vista hacia su padre y sonrió, ahora lo sé… sí, lo sé…

De repente se dio cuenta de donde estaba y percibió las miradas y los susurros en su entorno, pero aquello no la amilanó, ni la avergonzó, ni la empequeñeció. Su voz se alzó con suavidad, mientras sus ojos recorrían con detenimiento a los participantes en aquella disputa verbal, nada para con ellos… mi corazón anda muy cercano en estos momentos a esa afirmación… clavó sus ojos en Nisimoho Laggto y adelantó unas noticias que eran novedosas para muchos de los allí presentes, primero fue Taur Duin Lumbren… ahora será Taur-nu-Crebain… Níniel cerró los ojos, durante unos segundos pensó que no podría continuar hablando, pero no fue así, el ejército del rey se ha instalado en su proximidad para vigilar las fronteras… cuatro enclaves de soldados nos limitan en uno de los márgenes… mientras que la capital, Ragnarion, nos limita en el otro… estamos rodeados… y como bien sabéis, las fricciones no tardarán en comenzar… no sé cuanto aguantaremos… pero lo protegeremos con nuestras propias vidas… como hicieron otros antes que nosotros… los murmullos se repitieron y el dolor se vio reflejado sin excepción en todos los rostros de los allí presentes, pero por otra parte… desvió su mirada hacia Hanohide Mosoma, por otra parte mi cabeza me dice que debemos ir a ese concilio… y debemos escuchar las nuevas que allí se expongan… que seguro no han de depararnos ningún bien…

Su figura se giró, encarando al que iba a ser su compañero en la empresa que les iban a encargar, se aproximó a él despacio con su mirada prendida de él, como lo había estado justo al entrar en el Trono del mundo, cuando sus miradas se habían cruzado generando un vínculo entre ambos, preguntándose de que madera estaría hecho aquel elfo de ojos hermosos, al que la unía el destino, sabiendo de antemano que proviniendo del lugar que lo hacía, seguro iban a ser muy diferentes, preguntándose por último si habría tanto valor en él, como calor en la mirada que ponía sobre ella. Se colocó frente a él y murmuró, no nos han presentado… yo soy Níniel… Sonrió y, al hacerlo, su rostro se iluminó como si de pronto hubiera amanecido en él.

El sol del atardecer arrancaba destellos dorados y rojizos de las hojas de los majestuosos mallorn cuando llegarón, el espectáculo resultaba arrebatador, en aquel conjunto único sin llegar nunca a saber como su mirada quedo prendida de uno ojos grisaceos, profundos y firmes. Jaskier se había quedado plantado en las próximidades del circulo donde discutían los senescales mientras Níniel, rompiendo el contacto, avanzó segura hacia el interior, como impelida por la imponente presencia de Galadh Iaur, junto al que se detuvo, ajena a los susurros y miradas que la dedicaban, semejante a un diamante atrapando la luz, ella había captado la atención.

En un instante el centro del círculo pareció detener el tiempo, los árboles susurraban y parecían inclinarse hacia la figura sentada en el Piedra del tiempo, como si fuera el mismo alma del bosque. Buscó su reflejo en sus ojos, úna fuerza irresistible le obligó a zambullirse en aquella mirada, en aquel oceano donde el apenas era una gota de agua, tan abrumadora era la sensación que apenas dio cuenta de las palabras que Níniel le dirigía.

Emergió de aquellas aguas descubriendo que había dado algunos pasos, entrando en el círculo, aunque manteniendose a cierta distancia del Trono, incluso en aquellos momentos sus enseñanzas le hacían mostrarse precavido.

Con una leve y gracil reverencia saludó a todos los presentes.- Jaskier And Annún, de Taur Galad.- tras lo que puso una rodilla en el suelo y bajando la cabeza saludó a Galadh Iaur.- Gil sila na lû govaded.

El joven permaneció en esa postura, esperando respuesta, algunos sin saber bien por parte de quién, si de Níniel o del Señor, pues juntos como estaban y separados la reverencia podía resultar ambigüa.

El estrepitoso murmullo de la discusión se fue apagando progresivamente según las miradas se depositaban en aquel joven elfo.

-Veis a lo que me refiero: modales, mis hermanos, mo da les...serenidad. Gracias joven Jaskier alzate y ocupa tu lugar por favor.
Amuhilec mostraba con sus palmas de las manos el gesto de educación por parte de Jaskier. Al levantarse no pudo evitar volver a mirar al rostro de Galath. Se vió reflejado en las pupílas de sus ojos portando una extraña arma...(pestañeo-la imagen desaparece y vuelve su color verde grisáceo), junto con el pestañeo una ligera inclinación de su cabeza indicaba que Galadh apreciaba el gesto de respeto del recién llegado. ¿Qué había visto en aquella mirada? Fue sólo un instante, una décima de segundo, pero sabía que lo había visto.

Hanohide se acercó a Niniel y colocó una mano en su hombro. Era contradictorio notar cómo aquel rudo elfo depositaba su mano de forma tan delicada y a la vez tan firme.

-Gracias Niniel, hija de Cúthalion (lanzó una mirada de soslayo a su padre), te escuchamos y entendemos vuestra preocupación. Taur Nu Crebain es hace mucho tiempo objetivo de los hombres del rey. Sus ejercitos apostados en las fronteras necesitan de esos árboles para su combustible y sus empalizadas. Por eso vuestra presencia en este consejo es vital. Debemos tomar una decisión acertada. No podemos cerrar todas las puertas...debemos dejar alguna abierta para con el resto del mundo. Una cosa es no dejar entrar a los hombres en los bosques y otra cosa muy distinta no dejar entrar la información del exterior...ese humano, El Capitán...yo pongo la mano en el fuego por él.
Hace unas semanas, los hermanos que se encontraban vigilando la linde del bosque, vieron llegar a un arquero humano a caballo. Desde una distancia, sumamente prudente pues nuestros arcos se tensaron apuntando a su cabeza, se detuvo y lanzo su flecha contra un tronco. El proyectil llevaba un mensaje sellado con el símbolo de la Serpiente Plateada. Como dije es una carta de auxilio o de advertencia según se mire...nos piden la presencia de los elfos en un concilio donde se comunicarán acontecimientos de extrema gravedad en Matubias. Acontecimientos que nos afectarán a todos, A TODOS sin excepción. No podemos obviarlo sin más.

¿A caballo? Sólo los hombres del rey montan caballos en estos tiempos...Es una trampa.

¿Qué quería decir aquella imagen?, entre algunos consejeros se decía que los ojos de Galadh Iaur mostraban el camino de cada uno, el más probable, aunque nunca inevitable, ¿sería aquello lo que se esperaba de él?.

Desconcertado por la visión, pero tratando de mantener la compostura Jaskier buscó con la mirada su lugar, que sorprendido ocupó al lado del Sarn Anand, dejando la piedra entre Níniel y él. Mientras la conversación, o podría decirse discusión parecía ir a comenzar de nuevo, ya había escuchado suficiente para conocer las distintas posiciones, en todas las tribus el tema era el mismo, sin embargo el joven no sabía que Serpiente Plateada hubiera mandado un mensaje de auxilio, una ligera sonrisa apareció a sus labios, fruto de la esperanza y de la comprensión, cuando parecía que el mundo ceraba sus puertas a los elfos, alguien había tendido una mano. Su hermana Elian sin duda sabría de ello.

Un tanto amedrentado por los senescales y consejeros del Trono del Mundo, pero alentado por aquella noticia se dispuso a hablar, no sin antes perdir permiso. - Grandes señores, sabios senescales aunque sé que aun soy joven, apenas un retoño en el bosque, me gustaría poder hablar.

En el tiempo pasado entre humanos algunos le acusaron de haberse vuelto más impulsivo, defecto que trataba de compensar y cubrir siempre con una educación en ocasiones extremada, pero que a los ancianos de su raza solía agradar.

¿Modales? Buff… ya estamos… sí, eso precisamente va a salvar mi bosque de un rey loco y egocéntrico y su séquito de serpientes clericales… El protocolo no era algo que se estilase mucho en Formor, aunque eso no significaba que fueran unos salvajes, entendían de “modales”, por supuesto, aunque para ellos el respeto tuviera que ver menos con las formas o los gestos.

De pronto se vio portando un arma extraña en los ojos de Galadh, durante algo tan sutil como un pestañeo, tan rápido le resultó que por unos segundos dudó de sí misma, pero no, había visto bien. Estaba segura. ¿Qué significaría? ¿Qué le estaba diciendo aquel ser ancestral a través de sus ojos? ¿Qué le susurraba aquel verde tintado de gris?

Entonces sintió la mano de Hanohide en su hombro, librándola temporalmente de su incertidumbre o más bien de su certeza. Era extraño descubrir que alguien dedicado a la guerra, que alguien en apariencia rudo y exento de delicadeza, fuera el que más cerca estuviera de entenderla. No podemos permitir que destrocen otro bosque… no sólo destruyen lo que más amamos… sino que aniquilan la esencia y el sentido de nuestras vidas… Aún así, a pesar del dolor que sentía en sus entrañas, se esforzó por escuchar las palabras de aquel elfo con detenimiento y entender su preocupación y su deseo de no aislar al pueblo élfico de las noticias del exterior. Lleváis razón, señor… aislarnos de las noticias tan sólo nos perjudica… el desconocimiento nos hace débiles… y debemos estar alerta… su mirada se desvió brevemente a Nisimoho Lagtto, quizás llevéis razón y sea una trampa, pero no podemos renunciar a una información que podría ser importante para nuestro pueblo… Níniel no tenía un buen presentimiento sobre esa información, no sentía que fuera algo bueno aquello de lo que trataban de informar con tanto ahínco a todas las razas, sin excepción. Seguro que eran malas noticias, pero había que saberlas o se hallarían desprotegidos.

Buscó la mirada de Jaskier intentando adivinar si él también había experimentado algo extraño en los ojos de Galadh, pero estaba demasiado ocupado pidiendo permiso para hablar, por todos los dioses… ¡qué alguien le dé permiso de una vez!... el Señor Don Modales atacaba de nuevo y Níniel no pudo evitar sonreír.

-Ciertamente hablas con sabiduría Níniel. El conocimiento nos es un arma muy valiosa en estos tiempos y darle la espalda es un acto un tanto temeroso, pero temeroso es también perder más vidas...muchos hemos dejado ya en el camino y la sangre joven es escasa, debemos protegerla con todas nuestras fuerzas...(mirando a Nisimoho) más muertes pudieran desatar un odio sin límite entre algunos de nosotros...odio que conllevaría venganzas y más muerte. Debemos ser precavidos ante esta carta.

Adelante joven Jaskier al que apodan el Ratón. Habla y cuenta tus inquietudes a todos los presentes.