Partida Rol por web

Arkaeron mira a Kurgan largo rato, pareciendo leer algo en la cara del semielfo.

Después, concentrándose en la puerta, murmura unas palabras mágicas y traza unos signos en el aire. Apenas un segundo después, asiente con su cabeza y sonríe.

Tienes toda la razón, Kurgan.

Traza un rápido gesto y una esfera de mágica energía verde golpea la puerta, comenzando a destrozarla de inmediato.

Los conjuros solo reforzaban físicamente a la puerta. No estaba protegida contra la magia.

Se encoge de hombros y señala hacia el hueco de la entrada, dejando el paso a sus compañeros combatientes.

La masiva puerta metálica solo resistió un pestañeo contra el conjuro del nigromante. Se desintegró sin dejar rastro, y dejó una entrada limpia en su lugar.

Desde fuera se ve muy poco, por la oscuridad, pero está claro que el hechizo de Arkaeron ha dejado al descubierto un largo y estrecho pasillo. Algo más adelante hay antorchas iluminando, pero este primer tramo está por completo a oscuras.

En el tramo oscuro del corto pasillo hay huecos para depositar las antorchas, pero están vacíos, de modo que parece como si hubieran dejado esa zona deliberadamente más oscura.

Con su aguda visión, aciertan a ver que el pasillo es realmente corto, y desemboca en una sala de piedra que sí está bien iluminada.

Kandalian percibe una fugaz sombra apareciendo y desapareciendo ante el marco de la puerta en la que desemboca el pasillo de irregular iluminación. Una figura que parece humana, pero muy delgada.

 Naldar deja su arco en el suelo unos segundos mientras saca una antorcha de su mochila y la enciende rápidamente llevándola con la mano izquierda, guardando el arco tranquilamente y sacando su espada, dirigiéndose primero a la entrada, aprovechándose de las habilidades de su raza para ver en la penumbra y echar un ojo alrededor.

El gnomo hace un gesto a los compañeros haciéndoles ver que no están solos. La oscuridad no parece mágica, y puede ser usada en beneficio propio. Si algo tiene el momje es capacidad para "desaparecer" en las sombras.

Dos hábiles pasos para traspasar el umbral, y luego desaparece en las sombra.

Un momento, por favor.

Kurgan se detuvo un segundo antes de entrar, y sacó un pergamino de su estuche. Recitó lo que en él ponía mientras se pasaba una mano ante los ojos. Cuando pareció que el conjuro había concluido, siguió a Naldar y Kandalian al interior de la fortaleza.

Ya estoy listo, adelante.

Orphen aprovecha y tambien se lanza un conjuro, la mayoria lo reconoceis como uno de los mas basicos, proteccion contra el mal, aunque en un lugar como este, seguro que resulta efectivo.

Unos segundos mas tarde, decide conjurar un par de conjuros mas por si acaso.

Procurando mantenerse cerca de la antorcha de Naldar y con ello de la vanguardia del grupo, Vanth caminaba espadón en mano prepardo para cualquier imprevisto.

Kandalian se escabulle entre las sombras, avanzando hacia la puerta. Aunque nadie lo ve, el gnomo está balanceandose de antorcha en antorcha, manteniéndose siempre a unos siete pies del suelo.

El resto del grupo entra en el oscuro pasillo, y poco a poco los demás comienzan a ver - con mayor o menor detalle - signos de movimiento en la sala siguiente. Todos se preparan para el combate...

El pequeño monje avanza un poco más para ver el contenido de la habitación.

Por fin el gnomo puede ver mejor al enemigo. Se trata de siete figuras esqueléticas, todas cadáveres antiguos animados por alguna siniestra magia.

Dos figuras parecen zombies humanos armados con garrotes, también hay un ogro putrefacto armado con una maza. Los cuatro enemigos restantes no llevan armas: dos son trasgos zombies de aspecto indefenso y con las piernas sorprendentemente largas para miembros de su raza, como si fueran alguna extraña mutación; un esqueleto lleva túnica parecida a la de los magos, mientras que el último enemigo desarmado, también un esqueleto, tiene una gran runa grabada en la frente.

Kandalian está mimetizado con el entorno. Una sombra más. Sin embargo, su costumbre de caminar por las alturas resulta ser un inconveniente cuando uno de los soportes de antorcha en los que se apoyaba, cede. Hay un pequeño ruido por el metal al quebrarse, y aunque el gnomo no cae al suelo ni deja caer el fragmento, puede haber sido escuchado. En todo caso, los muertos vivientes continúan tranquilamente, ocupados en caminar erráticamente por la sala como si montaran guardias entre todos en un espacio tan reducido.

Zin-Carla avanzaba frente a su sire. Él era su escudo, su defensa. El pasillo era estrecho, ideal para una emboscada, por eso, las afiladas cuchillas del no-muerto iban desenvainadas y prestas para iniciar su danza letal, en el momento que la situación se volviera hostil...

 El elfo, al ver el movimiento mira su espada y suspira "Espero que esto baste... Preferiría darles con el arco..." Continúa caminando mientras las antorchas se hacen mayores y al estar cerca de la otra sala se prepara para lo que puede ser otro combate

Kandalian ha visto lo suficiente.

Con la habilidad de una lagartija, regresa por donde vino y vuelve al suelo. En su reencuentro con el grupo, a punto está de provocar más de un sobresalto por el sigilo que despliega y la sorpresa de su aparición.

Siete enemigos: dos zombies humanos con garrotes, dos trasgos desarmados, un ogro con una maza y dos esqueletos, uno de ellos con una runa extraña en la calavera...

Kurgan fue mucho mas precavido de lo que su arrogancia le permitiría normalmente, el encontrarse dentro de la fortaleza de Bashnar le llevaba a no tomar mas riesgos de los necesarios.

Bien, los enemigos que describes no parecen unos rivales muy peligrosos a simple vista, pero intuyo que hay gato encerrado.
Sin embargo, debemos pasar por la habitación en la que se encuentran forzosamente, así que no hay lugar para el miedo... tendremos que enfrentarnos a ellos.

Kurgan se preparó para avanzar y entrar en combate con aquellos seres.

No podemos permitirnos el lujo de menospreciar al enemigo por pequeño que parezca... no en su propia guarida.

Vanth se posicionó al frente finalmente, sosteniendo con decisión su arma. A vuestra voz entraré. Indició en un susurro a sus compañeros.

Ellos sin duda eran suficientemente inteligentes y experimentados como para pensar en las opciones de emboscada, trampas, o cualquier otro problema oculto, así que el bárbaro decidió esperar una señal de confirmación antes de irrumpir en la sala soltando mandobles.