Partida Rol por web

Kurgan escuchaba a Arkaeron mientras este sopesaba las diferentes opciones para dar un final al esqueleto de la runa. Aunque en realidad, el semielfo estaba mas pendiente de las puertas que les quedaban por investigar y del camino a seguir.

Decídelo tú mismo, nigromante, eres el experto en cadáveres y en grandes explosiones.

- Todo depende de si pretendéis seguir ocultos o no... 

Aunque al gnomo se le hace difícil asumir la posibilidad de perderse tamaña explosión, la prudencia vuelve a abrirse paso en la mente del monje.

Debemos seguir ocultos a toda costa. El factor sorpresa es de las pocas cosas que tenemos a nuestro favor. Inmovilízalo como sea, pero que no de aviso de ningún tipo. No sabemos a qué nos enfrentamos...

Definitivamente, el monje ha cambiado...

Arkaerón sonrió al ver la respuesta del gnomo, y dibujando unos símbolos arcanos ante el esqueleto al tiempo qeu formulaba unas palabras en aquel extraño idioma de los magos.

- Soltadlo, a ver qué hace.

Vanth se había cansado de forcejear con el esqueleto y había optado por derribarlo e inmovilizarlo contra el suelo. Al bárbaro le costó poco esfuerzo abatir al muerto viviente, y menos aún le cuesta mantenerlo en el suelo. Con una pie sobre los huesos, Vanth escucha al nigromante y tras dudar un segundo le hace caso.

El esqueleto se levanta y se propone atacar de nuevo, pero el conjuro de Arkaeron le hace detenerse en seco, girar la cabeza hacia el mago como si le mirara, y quedarse congelado así.

La sala, aunque ahora pueda ser mirada con más calma, no tiene mucho que enseñar. Al fondo de la estrecha habitación hay una gran mesa con cuchillos y otra más pequeña vacía y desprovista de adornos. Hay algunos cascotes en una esquina y la fortaleza en su conjunto, ahora que lo piensan, transmite una sensación de ruina. Aún así, la luz no faltan; los pasillos y salas están bien provistos de antorchas cuidadas y bien situadas. La puerta a la derecha está cerrada, aunque no parece disponer de cerradura y desde luego no aguantaría más de un empujón de Vanth. La puerta al fondo, por otro lado, está abierta, y el pasillo al que da está tan bien iluminado que se llega a ver otra habitación no muy lejos. En apariencia ese cuarto siguiente está vacío de vida - o no-vida -, aunque bastante más surtido de muebles que la escueta sala actual.

El escenario ofrece diferentes alternativas al siguiente movimiento. Una vez controlado el problema del esqueleto "explosivo", hay que decidir hacia donde ir. El grupo de compañeros es lo suficientemente numeroso como para afrontar una separación en grupos... O no. Es algo que hay que decidir inminentemente, en opinión de Kandalian. El gnomo habla dirigiéndose a Orphen y Naldar, principalmente.

- ¿Qué hacemos ahora?

A la pregunta de Kandalian, Naldar no está seguro de qué responder.  Las dos salidas parecen igual de seguras, o igual de peligrosas, así que la decisión es difícil.  

Propongo que sigamos de frente por la puerta del fondo y avancemos un poco. ¿Qué opinais?

Vamos hacia adelante sin perder tiempo, al fin y al cabo estamos hablando de un maldito avatar.
Dice tranquilamente, Juntos y mal avenidos siempre es mucho mejor que separados y encaramelados.

Amnyin asiente y recupera sus dagas lanzadas.

Estoy de acuerdo. Vayamos hacia el corazón de la fortaleza.

Mira hacia los otros compañeros y después avanza el primero, acostumbrado a hacer de batidor para descubrir posibles sorpresas.

Kandalian no responde. Está de acuerdo. Hacia el corazón de la fortaleza pues...

Mira el pasillo con curiosidad. Siempre hay sitio donde un hábil monje puede esconderse...

Dejando la habitación con los muertos vivientes destrozados atrás, el grupo se interna en el pasillo. Apenas tienen que dar una docena de pasos antes de alcanzar un umbral y, aunque son cautos, pronto comprueban que ciertamente la sala está vacía.

La habitación, de forma cuadrada, tiene una puerta además de aquella por la que acaban de entrar los aventureros, justo enfrente. Esta otra puerta también está abierta, y da a un pasillo gemelo a aquél por el que acaban de pasar. Pocos cambios por ese lado; el camino sigue hacia el corazón de la fortaleza, como dijo Amnyin.

Mientras tanto, sin embargo, las miradas se detienen en el mobiliario de la actual estancia. No hacen falta conocimientos arcanos para saber que esto es un laboratorio de mago. Hay muchos estantes con frascos repletos de componentes de conjuros: la mayoría son tan desagradables y malignos como dedos humanos o corazones de demonio. A pesar de su vileza, muchos de estos ingredientes tendrán gran poder, sin duda.

Hay dos mesas, una repleta de viales vacíos y otra cuya superficie forma cierto ángulo con el suelo, como si estuviera hecha para exponer más que para trabajar sobre ella. En esta mesa hay cadenas y grilletes; un tubo que parece hecho de alguna asquerosa materia orgánica cuelga de alguna extraña máquina, justo junto a ella.

Por baúles abiertos y cajas sin tapar hay pergaminos de toda clase manchados con una letra de trazo nervioso, diminuta y casi ilegible.

Por último, aunque en realidad su presencia llama poderosamente la atención, en las paredes izquierda y derecha - a los laterales de los héroes - hay dos objetos que parecen contraponerse a la vez que guardar una estrecha relación: un altar, a la izquierda, y una gran estatua humana de rasgos borrosos, a la derecha. Tal como está colocada, la representación vagamente humanoide parece mirar al altar.

¡Todo con lo que un gnomo puede soñar!

A Kurgan le molestó el dejar la puerta cerrada de la anterior habitación sin abrir, y no haber explorado lo que había tras ella. El espíritu saqueador del semielfo le instaba a recoger el mayor botín posible, pero por esta vez prefirió acompañar al grupo en silencio, por que como bien se había dicho, estaban allí por algo mas importante que buscar tesoros.

Aún así, una vez que se encontraban en la habitación del altar y la estatua, el filo del ocaso, viendo que el grupo se detenía unos segundos, decidió hacer una de las cosas que se le daban mejor, husmear.

Investigó el altar y la estatua por separado, con mucho cuidado de no tocar nada peligroso, y a su vez intentó hojear por encima los pergaminos que allí se encontraban.

Arkaerón no se molestó en explicar lo que veía.

- Aquí trabaja un maestro en mi propio arte. Es una lástima que por casualidades del destino sea mi enemigo, podríamos haber sacado cosas positivas el uno del otro. 

Sin pudor alguno comenzó a examinar pergaminos, tratando de ver si alguno era mágico para añadir a su propio arsenal. De vez en cuando se paraba con alguno de los escritos técnicos y murmuraba un "interesante" y un "muy inteligente" en una voz apenas audible. Si algo le hubiese atacado en ese momento, habría regañado al agresor con un "no me molestes ahora". En un momento dado levantó la vista, y vio que varios de sus compañeros le observaban.

- No me entendáis mal, el nigromante que tiene este taller es indudablemente un ser maligno, pero eso impide que sus investigaciones sean interesantes. 

Después, continuó hablando en voz alta, aunque ya no hablaba a nadie en particular.

- No, no todos los nigromantes somos malignos, yo no he hecho mal a nadie por el placer de hacerlo. Pero a todos nos fascina la muerte. Pensadlo un momento, lo que nosotros llamamos "vida" es un prólogo de muy escasa duración que sólo sirve para decidir en qué plano exterior pasaremos el resto de la eternidad. En apenas un suspiro y nuestra existencia se traslada a un lugar donde seremos eternamente esclavos del dios al que rendimos culto, pero esclavos contentos de haber ido a donde queríamos. Una eternidad donde perdemos nuestra libertad pues nuestras acciones estarán coartadas por la voluntad de un dios que vivirá en el mismo plano que nosotros y cuya voluntad dominará todo nuestro universo. Salvo, por supuesto, que nos dé una orden directa y vayamos a realizar una misión en algún otro lugar como uno de sus avatares. ¿No es extraña la conversión de hombres libres en marionetas de los dioses? Y esa conversión se da en el momento mismo de la muerte. Un instante fascinante.... Pero ¿Y si nosotros no deseamos convertirnos en esclavos? ¿Qué hay de malo en querer dominar la muerte misma y permanecer en este plano en el que hemos nacido y ser libres para decidir nuestro propio futuro? ¿Dónde está escrito que hemos de renunciar a lo que somos para convertirnos en marionetas? ¿Por qué seres despreciables que siempre han hecho daño a sus semejantes han de ir a un plano de un dios del mal para engrosar sus ejércitos y eso es peor que permanecer en este mundo como siervos de un nigromante y cumplir sus deseos? ¿A quién favorecería que mi ayudante, un paladín caído, siga su camino para convertirse en un siervo, por ejemplo, del señor de la muerte? ¿Quizás para ser dotado de nuevos poderes y armas poderosas y enfrentarse luego a los héroes antiguos que van camino de enfrentarse al Dios de la muerte? ¿Es menos maligno permitirle eso que retener su alma negra en este plano como sirviente? ¿Es maligna mi búsqueda del secreto de la muerte y mi intención de burlar esa esclavitud impuesta por los dioses para que mi voluntad siga siendo mía por toda la eternidad? No amigos, si he de colaborar con un Dios, ha de ser una colaboración libre por mi parte y si deseo terminar en un plano exterior, yo decidiré el como, el cuando, y en qué condiciones realizo ese viaje. 

Kurgan escuchaba la perorata de Arkaeron mientras trataba de mantener su concentración en lo que estaba haciendo, que en ese momento era investigar lo que contenía aquella habitación. Sin embargo, llegado a un punto en el que el nigromante hizo una pequeña pausa, lo mas seguro que para recuperar el aliento, el filo del ocaso le interrumpió lanzando una carcajada evidente y algo pérfida.

Jajajaja.

Vaya Arkaeron, nunca hubiera imaginado que tuvieras ese tipo de ambición. Yo te imaginaba pasando la "otra vida" en este mismo plano, en la mismísima corte inmortal del "Susurrado", tejiendo y deshaciendo secretos por toda la eternidad....pero bueno, nunca es tarde para cambiar el destino, aunque creo que hay mucho cambio en ti, demasiado diría yo, tanto como para que a estas alturas pretendas justificar la presencia de tu sirviente.

O te falla mucho la memoria o has dejado de ser tu mismo, nigromante. El paladín que te sirve, de buen seguro habría acabado dedicando su vida inmortal al buen dios Pelor de no ser por nuestra intervención y la del "Dios Manco"....

....Y es algo de lo que estoy seguro Arkaeron, por que lo maté yo mismo y tú estabas presente.

El semielfo continuó con sus pesquisas cuando terminó de hablar, pero ya no borró la sonrisa de su cara.

yo no quiero meter donde no me llaman, bueno da igual. Dice de ser libre, creo que tu buen leal y cadavérico allegado, esta igual de esclavizado aquí que en el plano de otro dios. Digo yo, bueno es mi opinión.

Pero que tal si revisamos todo esto y lo saqueamos como buen humanoides que somos?

Oprhen empieza a echar vistazos a estantarias.

- Ahhhh, él sí, pero yo no ¿Y vosotros?

Naldar no da crédito a lo que acaba de oir. Sabía que los humanos eran dados a los problemas,pero aún así hubiera preferido no haberse enterado de esto. Éste, con una mirada agresiva pero una voz calmada y muy seria, responde a la pregunta de Arkaeron:

Las ansias de los humanos de dominarlo todo acaban esclavizandolos

Acto seguido, mira a Arkaeron, Kurgan y a Orphen por última vez, y continúa: pero ahora no es momento ni lugar para discutir esto. El tiempo corre.

Camina hacia el altar al que pensaba dirigirse antes de que toda esta conversación comenzara, y se para a revisarlo detenidamente, por si algo puede encontrar que les sea útil.

- Mi cadavérico amigo es un instrumento, como lo puede ser tu espada. Estamos en una guerra y haré todo lo necesario para ganarla. Si por alguna remota casualidad vencemos, luego rendiré cuenta de mis acciones. Por si no lo recordáis -y la voz del nigromante se endureció- solo un dios ha accedido a ayudarnos un poco en esta guerra contra el Múltiple, todos los demás dioses cuyos paladines proclaman en sus templos que son los defensores de los hombres han decidido darnos la espalda y permitir que el Múltiple convierta nuestro mundo en un páramo. Claro, sus propios intereses están por encima de la vida de cientos de millones de sus seguidores. Pero espero que si conseguimos sobrevivir, si los héroes antiguos tienen suerte en su misión imposible, no vuelva nadie a hablarme de la piedad de Pelor o la justicia de San Cuthbert. Si sobrevivimos, mis rezos serán para Roerkas, Daern, Melibert, y los demás locos que los acompañan en esa locura de misión que es matar a un Dios en su propio plano. ¿Ambición de controlarlo todo? Ambición de vivir siendo libre, y cuando todos los dioses nos han abandonado al Señor de la Matanza.

A la vez que la discusión tiene lugar, la mayoría de los presentes aprovechan para examinar la sala y buscar señales de peligro, magia útil o señales del anterior propietario del laboratorio. Amnyin permanece al margen de la conversación, quizá porque el tema le afecte demasiado directamente: la sangre de criaturas inmortales, en su caso demonios, corre por sus venas, y llegará el tiempo en el que tenga que rendir cuenta por ello. Aún si sus acciones en vida le pudieran hacer merecedor de algo distinto, parece razonable dudar que un semiinfernal pueda ser acogido nunca en el seno de una deidad buena.

Vanth también permanece en silencio, aunque en su rostro puede verse el mismo reproche que en el de Naldar. El trato con magia oscura nunca había sido una de las cosas que más le agradaba de Arkaeron, pero el bárbaro era poco dado a juzgar cosas que no entendía... y había un buen montón de ellas. Más práctico, el joven combatiente se dedica a vigilar al otro muerto viviente esclavizado por Arkaeron, el de la runa en la frente, que le ha seguido estupidamente hasta esta sala. Por más que parezca inofensivo, Vanth no se fia.

Naldar examina el altar, y al momento nota algo que Kurgan - algo más interesado en los pergaminos - había pasado por alto: hay una pequeña rendija que se adentra en el suelo, justo junto al borde inferior del altar.

Mientras tanto, Orphen, Arkaeron y Kurgan examinan los componentes y pergaminos de la sala. Hay tanto material como para ocuparles durante horas, pero sus primeras pesquisas dan resultados.