Partida Rol por web

¿Qué es este lugar? ¿Dónde estás? ¿Qué ha pasado?

Sinódaso parpadea y mira a su alrededor, desconcertado. ¿Dónde están sus compañeros? ¿Dónde está ese maldito túnel?

Se lleva la mano al costado, donde le alcanzó la flecha envenenada, pero ya no siente dolor. Aprieta los dientes y trata de levantarse, apoyando sus brazos en el suelo y tratando de estabilizarse con sus patas.

A tu alrededor sólo hay oscuridad. Tinieblas. Te sientes bien. No sientes dolor. No sientes hambre, ni sed.

Me acerco, silenciosamente, caminando sobre las aguas. Si, allí están, las aguas de la laguna Estigia, entrada al Hades, dónde el barquero de los muertos ha traído a este desdichado mortal. Soy Poseidón, el señor de los mares, y miro al fallecido con cierta condescendencia. Ir a por el Minotauro... 

Llego a la orilla, y saludo al recién llegado, mostrando de pronto la majestad de los mares, hablando con voz profunda e inquisidora: 

- Bienvenido mortal. Dice el barquero que no traías un óbolo para pagar el viaje. ¿Qué haces aquí?

Sinódaso, que empieza a trotar sin rumbo, se para ante la visión de la figura de aquél que se hace llamar Poseidón. Su aversión por el mar le hace detestar cada segundo de este momento. No sólo parece haber muerto como un perro, envenenado en un maldito túnel nada más haber llegado a ese laberinto, si es que podía llamársele de esa forma, sino que además se le aparece ¡el dios de las mareas! ¡Qué desdicha la suya!

Unos malditos gnomos... -, hace una pausa y rápidamente se corrige, recordando las palabras de Nedras- Unos malditos derros me envenenaron. No merezco esta muerte, Poseidón, vaya que no.

Con cada palabra, su sangre se torna más caliente y el pataleo de sus patas traseras es cada vez más nervioso.

¿Me vas a decir tú, oh, dios del mar -pronuncia con cierta sorna- qué tienes que decidir sobre mí? Que le den al barquero, que le den a la barca y que le den a la muerte. No pienso subirme a otra barca jamás -sentencia escupiendo al suelo, desafiante.

Ohh Sinódaso, ¿De tan lejos has venido para morir así? ¿Qué pensará Kynortas de ti? ¿O tus viejos compañeros de guerra como Meggalippos? Se todos de ti, y mi hermano manda aquí, así que estás delante de quien puede salvarte de este abismo en el que te has metido... Así que no sería lo mejor que me hablaras así. -Me reí con grandes y sonoras carcajadas. Aquel mortal me había mirado mal, pero ya aprenderia. El poder de los dioses no se tomaba a la ligera. -No hablaba de tomar una barca. Hablaba... Bueno, ya lo verás.

¿Qué quieres que vea, Poseidón?, espeta el centauro, molesto por la actitud del dios.

Él no sabe lo que es morir, no ha sentido el dolor en su cuerpo. No ha sentido su mente nublarse. No ha visto su vida apagarse. ¿Cómo voy a convertirme en el héroe de Zetos si no puedo ni salvarme a mí mismo? Lo siento, Kynortas, esto no tenía que decidirse así.

No importa lo que diga si ya lo sabes todo sobre mí. ¡Adelante, haz lo que tengas que hacer! ¿Qué tengo que ver, inmortal?, repite con la actitud desafiante de quién ya no tiene nada que perder.

Aquel centauro era del todo impertinente. ¡Estaba siendo desafiante conmigo! ¡Él dios Poseidón, que dominaba las aguas y ...!

-Tienes mucho que aprender, Sinódaso, y lo primero es que ante un olímpico debes mostrar humildad. -En ese momento miré con ojos furiosos y casi vengativos, y golpeé con mi tridente el suelo, comenzando un terremoto. ¡Sálvate de eso,orgulloso centauro! 

-La ira de Poseidón puede mostrar muchas caras, ¡mortal! - Mi hermano Hades nos había dado ciertas potestades durante esos días, ya que sabía que el problemilla del Minotauro era cosa personal...

Aquel centauro era del todo impertinente. ¡Estaba siendo desafiante conmigo! ¡Él dios Poseidón, que dominaba las aguas y ...!

-Tienes mucho que aprender, Sinódaso, y lo primero es que ante un olímpico debes mostrar humildad. -En ese momento miré con ojos furiosos y casi vengativos, y golpeé con mi tridente el suelo, comenzando un terremoto. ¡Sálvate de eso,orgulloso centauro! 

-La ira de Poseidón puede mostrar muchas caras, ¡mortal! - Mi hermano Hades nos había dado ciertas potestades durante esos días, ya que sabía que el problemilla del Minotauro era cosa personal...

Sinódaso, harto de la arrogancia de Poseidón, tensa los músculos de sus patas y aprieta los dientes, corriendo en dirección contraria tan rápido como sus patas le permiten, esperando que el terremoto no le alcance.

Unas carcajadas suenan desde algún lugar detrás del centauro. Es difícil distinguirla, pero una sombra con armadura, lanza y casco de cresta les observa. Ares. 

—¡Tio! No pierdas el tiempo, el minotauro se está acercando al hoplita. Sospecho que nos va a dar un buen espectáculo, ya te digo yo que por sus venas corre sangre de guerrero: lo puedo sentir. Por primera vez veo a alguien capaz de derrotar al minotauro. O puede que sea mi aburrimiento tras tanto granjero siendo pasto de los derros...

En ningún momento reconoce la presencia del centauro. Después de todo, ¿qué es él comparado a un Dios?

Sinódaso, al ver la furia del dios de los mares, sabe que se ha metido en un buen lío. No deja de galopar a toda velocidad por el terreno, tratando de despistar a Poseidón. Se descruza el arco de madera de cedro del pecho, saca una flecha de su carcaj y echa la mano a sus alforjas para coger la cuerda que ya utilizó para salir del pozo una vez. Esta vez sí que me he metido en un buen pozo.

Ata la cuerda a la flecha y, con la estabilidad de la que hacen gala los centauros a pleno galope, tensa el arco y dispara la saeta, no dirigida al pecho del dios sino a su flamante tridente.

Unas carcajadas suenan desde algún lugar detrás del centauro. Es difícil distinguirla, pero una sombra con armadura, lanza y casco de cresta les observa. Ares. 

—¡Tio! No pierdas el tiempo, el minotauro se está acercando al hoplita. Sospecho que nos va a dar un buen espectáculo, ya te digo yo que por sus venas corre sangre de guerrero: lo puedo sentir. Por primera vez veo a alguien capaz de derrotar al minotauro. O puede que sea mi aburrimiento tras tanto granjero siendo pasto de los derros...

En ningún momento reconoce la presencia del centauro. Después de todo, ¿qué es él comparado a un Dios?

¿El minotauro? ¿El hoplita? La mente de Sinódaso galopa, al igual que él está haciendo ahora, entre miles de pensamientos. ¿Será posible que ese idiota haya dado con el minotauro? Había otro hoplita antes de separarnos, y ese joven de Hispania que nunca había visto un centauro. 

Para su sorpresa, Sinódaso se sorprende deseando que sea Kynortas el que le de caza. Si no puedo ser yo, por lo menos consíguelo tú, compañero. Dejo Zetos en buenas manos.

¿Qué demonios tengo que hacer para salir de aquí, dioses del Olimpo? ¡Hablad de una vez o dejad a mi alma descansar!