Partida Rol por web

Aquella mujer comenzó a escupir serpientes por la boca y el padre comenzó a sudar ante la perspectiva cada vez más clara de tener que hacer escalada. A su edad ya no estaba para aprender a descender barrancos. Y la moral le cayó por los suelos.

Son embargo, lo que se levantó fue otra cosa cuando aquella mujer, que lucía como la lujuriosa concubina de Satán se acercó a él y comenzó a toquetearle alrededor de la cadera. Graham no pudo evitar que sus más primitivos instintos evocasen en su mente lo que aquella zorra podía hacer con esas finas y delicadas manos. 

Al fin y al cabo Katherine y él hacía tiempo que no consuman el matrimonio, pues desde lo que les sucedió con su primer y único hijo, ella había quedado muy tocada y la relación que mantenían era más parecido a la de dos hermanitos, que a la fe un marido y su mujer.

- Gracias... - Le dijo mientras miraba a Samantha con una mirada extraña, como sedienta...

Fuera como fuera, Samantha acabó de colocarle la cuerda y el padre Graham se dispuso a seguir los pasos de aquella maldita zorra llamada Reed que les había conducido a aquella locura de expedición.

Se asomó al borde del precipicio... mirando de forma... despreocupada; no dudaba de lo que tenía que hacer; la cuerda era fina pero resistente...

En silencio, se equipó correctamente: se puso el casco, y buscó donde afianzar la cuerda; la cuerda, precisamente, sería un problemilla...

-No uséis todos vuestras propias cuerdas, que tenemos que dejar alguna fuera para poder luego salir. Y nada de prisas ... de uno en uno...

... que no sería la primera vez que unos pánfilos se encuentran con que luego necesitan cuerda, y la dejaron atrás...

Viendo que el Páter iba en cabeza, no le iba a quitar el gustazo... sonrió... él tendría uan ayuda extra celestial, así que no tendría problemas... se quedó asegurándose de que la cuerda estaba bien sujeta, para, cuando comprobase que la longitud daba de sí para llegar a la cueva, proceder a seguir el mismo camino. Para animar, se puso a canturrear unos Salmos en voz baja... seguro que el Buen Dios lo agradecería, y ayudaría a su vástago a llegar a su destino...

Cuando la cuerda que dase libre, sería su turno... no tenía miedo.. si la Voz le decía "salta", él,... saltaba. Y ahora tocaba bajar por la cuerda,a sí que él... bajaba. Eso sí... sabía lo que se hacía... con un trozo de cuerda, se hizo un arnés improvisado, pero con cuidado de no pillarse sus partes; le puso un mosquetón frontal, y cuando le acopló la cuerda de descenso... quien no lo supiera, lo sabría ahora... iba a bajar haciendo rappel; la mejor forma de bajar rápido y seguro.

Explicó a los demás como se hacía el arnés... y les explicó lo más importante:

-Pónganse un pañuelo atado a la mano, o guantes... la mano izquierda controla la cuerda, la derecha, a la espalda, es la que les salvará la vida; si se ven mal... la mano izquierda agarra la cuerda, y se pega a su coxis. Eso estrangula el nudo, y frenan la caida. Lo he hecho muchas veces y doy fé de que funciona.

Dicho lo cual, empezó su descenso...

Jamal caminó en silencio durante casi toda la expedición y se cuidó de dejar su corbata en el vehículo. Consideró exagerado hacer gala de la misma en un día que se intuía cargado de fuertes dosis de ejercicio físico.

El doctor J. estaba en buena forma y aguantó la caminata con estoicismo, echando sólo en falta un calzado más apropiado que sus zapatos. Vio que algunos de sus compañeros sufrían más que otros, pero, en general, siguieron el paso de Brenda y acabaron en un saliente de roca tras dejar atrás un camino que atravesaba una zona de espesa vegetación. La ruta había sido algo más que un simple paseo y el mal pálpito que tenía el psiquiatra reverberaba con renovada fuerza por momentos.

Ya atravesando el bosque, se aproximó a Lea con la intención de animarla.

-Lea, ¿se encuentra bien? La caminata puede resultar fatigosa, pero confío en que la recompensa merezca la pena. Ánimo, ya falta poco-. Caminaba mirando al frente, pero, ocasionalmente, la miraba de soslayo, evaluando si la fatiga física la podía hacer ceder. -Hablé con Baker ayer por la noche. Parecía... ansioso. Existe un halo de misterio en torno a la naturaleza de nuestra misión, sólo equiparable al que emana de esa mujer-. Sus ojos de obsidiana parecían apuñalar la espalda de Brenda Reed.

* * *

Al llegar al saliente, se acercó al borde del precipicio y no pudo evitar arquear levemente una ceja tras las palabras de su anfitriona y guía.

-Supongo que este es el único acceso, ¿verdad?-, dijo mirando sin pestañear siquiera a Brenda. -Desconozco si en este grupo hay escaladores profesionales, pero es un buen momento para que den un paso al frente-.

Para su sorpresa, Harris alzó la voz dando un par de guías para ayudarse en el descenso. Lo hizo con calma y precisión. Y, quizás lo más importante, lo hizo con mucha seguridad.

-Pónganse un pañuelo atado a la mano, o guantes... la mano izquierda controla la cuerda, la derecha, a la espalda, es la que les salvará la vida; si se ven mal... la mano izquierda agarra la cuerda, y se pega a su coxis. Eso estrangula el nudo, y frenan la caida. Lo he hecho muchas veces y doy fé de que funciona.

El doctor esbozó una cauta sonrisa y asintió un par de veces.

-Hace que parezca fácil, Harris-. Siguió sus instrucciones y, decidido como él era, se preparó para descender. Antes, dirigió una penetrante mirada a Brenda. -Después de usted, señorita Reed. Cuando guste-. Cortés, pero cauteloso.

Rowan no pudo sino sonreir mientras Sam tocaba la moral al cura a base de bien y al mismo tiempo le obligaba a darle las gracias por ello.

 Bueno para esto si que tenían equipo, pensó mientras se colocaba el arnés, los crampones y cogía los piolets. Reviso que se hubiera puesto todo correctamente dos veces.

- Voy primero - Les dijo sin esperar que nadie dijese nada en contra

Rowan pensaba ir por delante colocando los clavos con la pistola de clavos y cuerda en los lugares más escarpados para facilitar a sus compañeros el descenso y dejarlos puestos para la vuelta.

Guiados por los consejos de Mathias y la ayuda de Rowan, uno a uno, comienzan a descender por la cuerda que han colocado, firmemente atada al tronco de un gran árbol. La bajada del Padre Graham es bastante torpe y solo todo el apoyo recibido de sus compañeros evita que caiga hacia un seguro final. En poco minutos, los seis cultistas y su misteriosa compañera llegan al saliente, desde el cual, tienen vista a la pared de roca que, aunque no se veía desde arriba, se hunde hacia el interior.

La amplia caverna está salpicada de rocas enormes que parecen haberse desprendido de las paredes y el techo con el paso del tiempo; bloques ásperos y secos, de color pálido, con formas geométricas cuadrangulares y rectangulares.

Reed hace un gesto a sus acompañantes para que la sigan y los lleva hasta lo más profundo de aquella oquedad y señala una roca de gran tamaño.

- Ayúdenme a moverla, coloqué esa piedra con gran esfuerzo para evitar que alguien pudiera descubrir la entrada por “casualidad” –

Tras ayudarla a empujarla, un estrecho hueco muestra lo que parece ser la verdadera entrada a la cueva. No es muy alta, obligando a cualquiera que quiera pasar, a ir agachado, la oscuridad más absoluta parece invadir aquella entrada. Brenda sonríe orgullosa.

- Bienvenido caballeros. A partir de aquí recomiendo cautela. Uno nunca está del todo seguro cuando se trata de antiguos espíritus –

Podéis denotar algo de nerviosismo en su voz, típico de personas supersticiosas.

Tras ayudar a bajar a los demás, asegurándose de que podía estrangular el nudo del arnés tirando de la cuerda si alguien se aceleraba demasiado, Harris encendió la linterna para iluminar la cueva; al poco Miss Reed empezó a mover una gran roca... Enarcó una ceja al ver eso... una fuerza sorprendente en ese cuerpo...

... Pero quién era él, precisamente, para debatir sobre lo que cabría esperar de un cuerpo que no parecía especialmente predispuesto para la actividad física exigente... así que... no le dió mayor importancia... aunque tomó buena nota.

Se acercó a la apertura de la oquedad, e iluminó el interior de la misma..

-Señorita Reed... ¿algo en especial en cuanto a la cueva en sí? ¿Es de esperar alguna sorpresa en forma de... pozos, grietas, zonas endemoniadamente resbaladizas?

Mientras lo decía, echaba mano al piolet, y encendía la linterna del casco ..., mientras apagaba la de mano y se la metía en un bolsillo.

El padre Graham llegó al interior de la cueva con un gran sobresalto. El corazón le bombeaba a gran velocidad. El descenso había sido complicado para él y de no ser por la ayuda de sus compañeros, podría haber acabado cayendo desde lo alto del acantilado y evidentemente que no lo habría contado. Sudaba a mares y le costaba respirar. Por ello prácticamente ni se enteró de cuando la señorita Reed, esa zorra imnunda que le había metido en aquel asunto, arrastraba aquella pesada roca, para mostrar la entrada hacia la tumba.

- ¿Ya estamos? - Preguntó aún sin aliento. - ¿Están allí las... momias? - Preguntó agachado sobre si mismo y sosteniéndose sobre sus rodillas. 

Fue entonces cuando decidió ponerse un de aquellos cascos con linterna. La luz iba a ser importante para no tropezar y hacerse daño. Si se rompía algo, no sabía como regresaría a casa y no tenía ganas de quedar allí encerrado hasta el fin de sus días. Suponía que sus compañeros no le dejarían allí tirado, aunque era mucho suponer. No se fiaba demasiado de ninguno de ellos, y menos de la señorita Reed.

- ¿Porqué...? - Tragó saliva. - ¿Es una tumba? - Pronunció más bajito. Se daba cuenta en ese preciso instante, que se encontraba en un lugar de culto de una antigua civilización, donde la muerte tenía una gran relevancia. Eso no le gustaba demasiado. Más bien nada. Estaba nervioso y porqué no decirlo, también asustado.

Lea no podía dejar de sorprenderse de que Raíz hubiera elegido precisamente a este grupo para realizar esta misión. La simple caminata por el monte había dejado a más de uno rendido. No a Lea, aunque el Dr. Jamal se preocupara por ella. Lea estaba en forma. No hacía deporte por diversión, por supuesto, sino para poder mantenerse al máximo nivel de exigencia en todos los aspectos. Jamal también se preguntaba qué había detrás de toda esta misión, y no lo ocultaba. Así como sus sospechas hacia la señorita Reed. Lea contestó a las preguntas del psicólogo encogiéndose de hombros y mostrando su sonrisa más anodina. No sería hábil comenzar un juego de desconfianzas mutuas en esta situación, por ahora lo importante era mantenerse alerta.

El descenso por haciendo rappel resultó incluso divertido. Lea recordó las clases de alpinismo y la pared artificial que había instalado en la sede de su empresa, que usaba a menudo como método de concentración antes de reuniones importantes.

La entrada a la cueva le habría parecido ominosa, aunque las palabras que aparecieron en su cabeza fueron "poco práctica". Una vez hubieran entrado, estarían los unos a merced de los otros, para lo bueno y para lo malo. Ahí dentro se demostraría lo bien montado que estaba el equipo para esta misión.

Lea fotografió la entrada y subió la foto a la nube asegurándose de que quedara un registro de la hora y las cordenadas en las que estaba tomada la imagen. Encendió su linterna y ocupó un lugar en el grupo. Prefería ir hacia el final de la fila en los tramos en los que tuvieran que avanzar en fila india. Nunca le habían gustado las sorpresas.

Aunque la idea de Samanta era más salvaje que la del chófer, no se negó a seguir su consejo de seguridad. Decidió ignorar la reacción del cura, una podía disfrutar de la vida, pero tenía un listón. Tampoco uno muy alto, pero tenía uno. 

 Al llegar abajo no pudo si no sonreír al ver que nadie tomaba la iniciativa. 

-Supongo que es hora de empezar a ganarme el pan. - comentó la actriz mientras embolsaba el móvil en una de las bolsas para congelados y le sacaba el aire antes de cerrarla. -Iré por delante, no enciendan luces, no hagan ruido. Si veo que no hay nada peligroso en el camino les lanzaré piedrecitas o algo como señal para que avancen, si me oyen gritar, vengan con las armas en alto. Excepto si la palabra es "fuera", en ese caso huyan.

Comenzó a adentrarse en la oscuridad siseando palabras extrañas.

El Dr. J. descendió sin demasiados problemas hasta la abertura de la gruta, si bien, una vez más, el páter Graham casi le provoca un desorden gástrico cuando tropezó durante la bajada, sacudiendo la cuerda misma y permitiéndole visualizarlo hecho pulpa al fondo del precipicio. Desde luego, no fue una visión agradable. La mera presencia de aquel hombre allí era un misterio que rivalizaba con la existencia misma de Dios.

Fuera como fuese, Jamal prefirió no comentarle su evidente incapacidad para la escalada. Al fin y al cabo, él tampoco se tenía por un profesional.

El psiquiatra quedó sorprendido por el rocoso mecanismo de bloqueo de la entrada. Aquello le hizo sospechar que Brenda no había salido sola de su primera expedición. No hizo comentario al respecto, no obstante.

Samantha tomó la delantera y avanzó primero hacia la insondable oscuridad. Parecía una mujer con recursos, eso estaba fuera de toda duda; pero por algún motivo, le extrañó tan tremenda iniciativa cuando Brenda Reed, en teoría, conocía el camino.

Jamal se situó el penúltimo, en retaguardia, detrás de Graham. Encendió la linterna de su casco y afiló sus sentidos. Allá adentro podía pensarse que estaban solos, mas tenía la intuición de que no todo lo solos que desearían.

-Señorita Reed, usted sabe dónde está el lugar. Adelante-.

Rowan veía aquel camino, la piedra, todo y le decía qu ealgo no acababa de encajar

- Señorita Reed, tuvo que ser una aventura la primera vez que bajo aquí - Dijo cordial - Seguro que eso tiene que ser una historia digna de contar, me encantaría escucharla si en algún momento tenemos tiempo - 

Se mantuvo al margen mientras los demás apartaban la piedra. Aquello le gustaba bien poco. Aquello parecía demasiado apartado y abandonado, no parecía una ruta practicada habitualmente como había sugerido Reed(o como Rowan creía haberla entendido, mas bien)

Se estaban preparando para avanzar cuando Samantha, lejos de preparar la linterna, la apagó y cerró los ojos. Cuando volvió a abrirlos sus pupilas estaban totalmente dilatadas y su forma era más similar a la de un felino. Este evento hubiera hecho que se erizara el pelo de gente mundana pero en el caso de los cultistas, no era más que parte de ese conocimiento que ya sabían que existía en el mundo. Si bien inquietante, no les extrañó que su compañera pudiera tener ese tipo de visiones.

Tras llegar al acuerdo de ir por delante, la mujer comenzó a avanzar, tras lo cual, el resto terminaron de prepararse. Mathias pensó que sería mejor tener toda la información posible por lo que solicitó más datos sobre el lugar a Brenda. Esta se quedo algo pensativa antes de responder.

- No es un camino extremadamente empinado, pero si que hay un tramo bastante empinado y resbaladizo, Les avisaré cuando lleguemos a dicha zona para evitar que alguno caiga por ella. Hay varias galerías derrumbadas pero parece que el camino es suficientemente seguro salvo… - Se mordió el labio inferior – Las pinturas, el ambiente… no se. Estuve intranquila todo el tiempo que estuve allí. Por eso solo hice las fotos y salí corriendo de allí. No quería estar tanto tiempo en aquel lugar sola y a oscuras. Con ustedes aquí ya me siento más tranquila. –

Remarcó su frase con una agradable sonrisa, que se convirtió en una carcajada al escuchar la temblorosa voz del padre Graham

- No creo que sea exactamente una tumba profesor. No parece que los cuerpos que había allí estuvieran puestos según ningún rito funerario. Pero nunca se sabe. Ustedes son los expertos. -

Finalmente, Rowan aprovechó este momento para hablar con Brenda. Esta sonrió alegremente ante su comentario.

- No se crea que tanto. Lo cierto es que fue más un arrastrarse torpemente y ver muchas sombras alrededor. El camino no es precisamente fácil. –

Finalmente estaban preparados y listos para avanzar. Mathias iba a la cabeza, seguido de Brenda, el padre Graham, Jamal y finalmente Rowan. Uno a uno, comenzaron a agacharse y a introducirse en la boca del lobo.

Cuando finalmente se introdujo en el hueco, la oscuridad debió haberla envuelto, sin embargo, con aquellos ojos, podía ver el camino por el que se movía. No Era una visibilidad clara, lo que indicaba que la oscuridad era absoluta en aquel lugar. Si bien no podía ver con claridad, si podía ver que el camino seguía recto hacia una sala natural de forma circular. En el suelo había lo que parecían pequeños excrementos y cuando llegó al centro de aquel hueco, alzando la vista vio a los responsables de dichas defecaciones. Al menos una centena de murciélagos dormitaban boca abajo, imperturbables. Por suerte, se había movido con cuidado y las criaturas no habían notado su presencia. Frente a ella, el camino se volvía a estrechar y a reducirse.

Mientras caminaban, Rowan no pudo evitar intentar ver si por allí había pasado gente. El sitio parecía virgen, salvo por la piedra que habían movido nada indicaba que humanos hubieran pasado antes que ellos. ¿Brenda había sido muy cuidadosa? ¿O como podía explicarse esto?

Si Brenda había llegado hasta los cadáveres sin tener problema con los murciélagos no tenían mayor problema que ser animales normales y corrientes. Samantha continuo, lenta pero inexorable, atenta a lo que le rodeaba. 
La oscuridad le abrazaba y no era un problema para ella. Estaba acostumbrada, era su ambiente. Si llegaba antes que los demás, nada le impediría hacerse con su parte. Un pequeño extra por peligrosidad, por ir por delante de los demás. 

Mat observaba como ellos iban dejando rastros de su paso, pero por delante de ellos no había ningún solo indicio de que alguien hubiera pasado por aquél sitio.La piedra que movieron se había fusionado a base de sedimentos con las demas piedras con que estaba en contacto.

Cogió del brazo a Mat y lo sujeto para hablar al oído.

- _{¿Esto es raro, si ha explorado esto tantas veces como para conocerlo tan bien por que parece que no ha pasado un alma por aquí en décadas? -} Le susurro mientras Brenda y Graham hablaban.

No hacía falta decir más, él entendería. Aunque no creía que su aviso fuera realmente necesario, Mat podía ser un tarado, un sociopata, un drogadicto, pero no era un necio, no estaba relajado en esa situación y solo un necio lo estaría.

- ¿Pero siguió adelante, verdad? - Dijo en respuesta a Brenda - Siguió adelante a riesgo de perderse, a pesar del camino, la historia no empieza en este camino, sino en lo que le trajo hasta aquí. Y usted, permita me que le diga, que no parece de las que hace las cosas por que sí, no vino aquí por casualidad. - La miró un segundo mientras se ponía a la cabeza de la expedición - Es un cumplido. - Aclaró, por si las moscas, ya había visto que tenía un pronto especial. 

- ¿Que conclusiones sacó de los cuerpos? - Añadió continuando la conversación con aire indiferente - Nosotros traemos los expertos, pero usted parece alguien brillante, no nos prive de sus apreciaciones. Por favor.