Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 0: Resonancia (Ruth)

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20/01/2016, 09:37
Ruth Williams

¿Lo pasaremos juntos? ¿Por qué no puede ser todo tan fácil como que me enamore perdidamente de Dan?
Pero ahora que he conocido a Wamai... Su comprensión no es comparable. Oh, joder, Daniel...

Los brazos de mi amigo y confidente se me antojan el mayor consuelo que puedo tener ahora, no quería pasar la noche sola. No dormiría nada y por ello necesitaba estar con alguien, no estar de sexo, o bueno... No sé si puedo pensar en eso ahora. La verdad es que la sola compañía de Daniel es suficiente, poder hablar con fluidez de lo que había pasado sin que llamen al puto loquero.

O a mi hermana que es mucho peor.

Me quedaba aquí esta noche, no es que mis padres me fueran a echar en falta. Claro que mis padres no lo harían, tenía más de treinta años, no es que me tuvieran bajo su ala como su niñita. A veces pienso que si no es porque trabajo en casa y la mayor parte del dinero se la quedan ellos, me hubieran echado sin piedad y obligado a vivir en Sydney como hacía Heather. Que fuera una persona adulta y civilizada. Algo que nunca sería.

-Vale, mañana vamos a esa cosa- le doy la razón, probar una locura para combatir otra locura no me parecía mala idea. Sé que él ahora está tomándose todo como si fuera un problema personal suyo, pero no quiero que se preocupe demasiado. -No, no quiero volver a la mierda de clínica, me pagaré una consulta privada- añado a lo del médico, casi siento otro escalofrío recordando aquella pelusa enorme. -Ni te imaginas lo sucios que tenían los pasillos, normal que no sepan ni diagnosticar una gripe.

Me esfuerzo a creerle en su letanía, todo estará bien. Respiro más tranquila, tratando de pensar en otras cosas. -¿Pizza y peli mala? Pero antes dúchate- me aparto levemente de él, que olía a sudor, no un olor fuerte puesto que acaba de salir del gimnasio. -Hueles a macho y puede que le guste a las ancianas de tu curso de gimnasia para la tercera edad, pero a mí me da repelús.

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22/01/2016, 22:16
Daniel Thomas

Dan asiente con el ceño fruncido cuando dices que irás a una clínica privada, todavía imbuido de la gravedad que todo aquel asunto parece conferir a la situación. Sin embargo, con tus últimas palabras suelta una sonora carcajada y su rostro se relaja al pisar terreno conocido. Estira una mano para ponerla sobre tu cabeza y te despeina con aire divertido. 

—Tengo a todas esas viejas loquitas por mis huesos. Pagarían dinero por poder llevarse embotellado mi olor a macho. —Te suelta la cabeza y te dedica una mirada larga con media sonrisa bailando en sus labios, aunque todavía puedes ver la preocupación en su mirada.

—¿Subes y vas preparando la peli y las pizzas? Pide barbacoa para mí. Yo me ducho y subo con las birras. —Entonces hace un gesto con la cabeza hacia las escaleras del final del pasillo antes de encaminarse hacia el cuarto de baño. 

Sabes que el piso superior es territorio de tu amigo. En la planta baja están el salón, la cocina, el baño, el dormitorio de sus padres y un pequeño cuarto de invitados que era el antiguo dormitorio de Dan cuando era pequeño. El piso de arriba era un desván hasta que el Dan adolescente decidió que necesitaba más espacio y privacidad y se pasó semanas adecentando ese espacio hasta convertirlo en un sitio cojonudo. Tanto, que ni siquiera tenía ganas de largarse de casa de sus padres. Ellos no se metían con lo que pasaba en el piso superior y él tenía toda la libertad que necesitaba. 

Mientras subes puedes escuchar cómo el agua de la ducha empieza a correr. 

El cuarto de Dan es amplio, decorado con muebles viejos pero remodelados para que el resultado final no resulte anticuado. La cama es amplia y también hay un pequeño sofá frente a un televisor plano. Más de una vez y más de dos has dormido en ambos y en ocasiones has hecho más que dormir. Encima de la cama está el portátil de Dan y sabes que detrás del televisor hay un cable al que puedes conectar el ordenador o un disco duro lleno de pelis.

Todo está decorado en blanco, azul y rojo y si no fuera por el desorden reinante sería un lugar muy acogedor. 

Sin embargo, la ropa y las zapatillas deportivas están repartidas por todo el lugar sin ningún tipo de orden. Puedes ver también revistas de surf y de deporte sobre la cama y la mesa y lo que no puedes menos que calificar como basura: cajas de pizza vacías que perfectamente podrían llevar ahí una semana. O más. Botellas vacías de cerveza. Papeles arrugados. ¿Y eso que asoma debajo del sofá es una patata frita recubierta de pelusas?

Notas de juego

Imaginemos que el cuarto es como el de la foto, y entonces pongámosle ropa, revistas, tablas de surf y restos de basura por todas partes.

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23/01/2016, 09:29
Ruth Williams

Sonrío cuando él se anima de nuevo. –No lo dudo…- respondo a lo de que las viejas están loquitas, para no estarlo. Seguro que no solo tenía viejas en sus cursos, habría decenas de jóvenes deseando calzarse al monitor. Eso debía estar como en el top 10 de sueños eróticos de toda mujer o de tópicos de películas porno: tirarte al monitor de gimnasia. No las culpaba, Dan era atractivo y buen tío, aunque una cabeza loca imposible de atar. Como yo me consideraba a veces, el “hasta que la muerte nos separe” me parecía demasiado tiempo.

-Perfecto- asiento y comienzo a subir las escaleras, mientras aprovecho para llamar por el móvil a la pizzería pidiendo un par de pizzas, barbacoa y una carbonara para mí, con extra de bacon. Apenas he colgado el teléfono cuando descubro el horror al otro lado de la puerta.

Mi mueca de incredulidad debe decirlo todo, si es que hubiera alguien para verla. De inmediato un escalofrío me recorre toda la espalda y me sacudo para que desaparezca. –Joder, Dan… Ni que vivieras en una puta cueva…- murmuro entre dientes, mirando con horror la ropa por ahí, los restos de comida.

En esa cama no pienso dormir, así no…

Obviamente para mí era IMPOSIBLE dormir en esa cama ahora mismo, o en esa habitación. La entropía del lugar me impedía sentirme tranquila o en paz. Me pongo de inmediato a recoger toda la ropa, apartándola de mí al sentir el olor a macho de Dan de varios días, mucho peor que el de sudor reciente. Voy metiendo todo a su cesto de ropa sucia, apretando con las manos para comprimir aquel bordel de suciedad. Una vez puesta con la ropa, me pongo a limpiar la basura, bajo hasta la cocina a buscar la aspiradora y una bolsa de basura. Conocer la casa de Dan me daba ciertas ventajas a la hora de situar todo lo que necesito. Hago todo tan rápido como puedo, no porque esté listo antes de que mi amigo acabe su ducha, sino porque estar más tiempo rodeada de toda aquella mierda era… indescriptible.

Mejor así... Eh, espera.

He acabado de limpiar, pero no era del todo suficiente. Es por ello que cambio las sábanas de la cama, que a saber cuánto tiempo llevaban puestas y con quién las había usado y para qué. No podía dormir envuelta en unas sábanas llenas de sudor, ácaros y suciedad indefinida, de Dan o ajena.

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26/01/2016, 21:45
Daniel Thomas

Para cuando terminas el lugar parece otro, al menos aceptable para pasar la noche en él sin morirte del asco. Y así lo expresa también la cara de Dan cuando aparece por la puerta, envuelto en un albornoz rojo, con el pelo húmedo y con un pack de cervezas en una mano y un bol de palomitas de microondas en la otra.

—He hecho palom...— Se interrumpe, mira a su alrededor enarcando las cejas y emite un silbido bajo. —Joder, rubia —dice, al terminar de recorrer la habitación con la mirada—. Voy a tener que invitarte más a menudo —anuncia con una risita mientras camina hasta la mesa para dejar la bebida allí.

—He tenido una semana liada —explica entonces—. Y mi madre no entra aquí arriba desde que se encontró a la pelirroja del Eastern en bolas. —Se encoge de hombros y sus labios se curvan en una sonrisa entre pícara y divertida. Dan no te había hablado de la chica más que en un par de ocasiones: una por haber quedado con ella y otra por estar chateando por Facebook mientras hablaba contigo por teléfono. —Se llevó un buen susto.

Se acerca al armario según va hablando y una vez allí y estando de espaldas se pone unos calzoncillos antes de quitarse el albornoz, termina de secarse con él y se viste con una camiseta ancha y unos pantalones cortos. Empieza a girar para reunirse contigo cuando suena el timbre en el piso de abajo y tu amigo desciende para abrir y volver con las pizzas. 

—Bueno, ¿qué quieres ver? —pregunta, dejándose caer en el sofá. Da un par de palmaditas en el cojín para que sientes tú también—. Tengo El ayudante de Satanás, Sharknado 3, Zombeavers, Pirañaconda... Ah, y una de bichos zombies del espacio exterior.

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28/01/2016, 20:20
Ruth Williams

Acabado todo bajo la bolsa con basura a la cocina, tampoco me gustaba dormir al lado de ello. Me veía pasando toda la noche despierta, con aquella basura allí e imaginándome como de ella salían bichos, cosas y enfermedades. Ya viendo los fraggle de pequeña sufría escalofríos cuando iban a visitar a la señora Basura, ¿cómo era posible que fueran amigos de un montón de deshechos y cosas podridas que olían mal? ¿O es que esperaban que los niños fuéramos al cubo de basura a hacernos su amigos? Que nos pusiéramos todos enfermos por jugar con las sobras de hacía dos días, con el pescado podrido, con la cera de los oídos de nuestros padres... Ug.

Apenas está todo recogido oigo a Dan detrás de mí y me giro, él ya me conocía y sabía que para mí aquel desorden era intolerable, así que no se sorprende. Al contrario, bromea con que debería venir más. -Si me dejaras colocar todo de una forma mucho más... eficiente, lo haría.

Porque no quiero ni pensar en cómo están las cosas al otro lado de las puertas de su armario...

Un escalofrío me recorre y me fuerzo a no pensar en ello ahora mismo, solo tocaré su armario si veo que la obsesión con el desorden no me deja dormir. Voy a preguntarle por su semana cuando nombra a la pelirroja, ahí le sonrío con complicidad. -Ah, joder, no me habías dicho nada. ¿Te la has tirado entonces? ¿Y bien?- no era para nada celosa, ni cotilla, pero el contarnos todo era parte de nuestra relación. Daniel no era de mi propiedad ni mucho menos, pero me resultaba curiosos saber de sus ires y venires. Tanto como a él saber de mis fracasos por ser realmente sociable fuera de mi círculo de confianza. -Ya no me cuentas nada- le reprocho, bromeando en realidad. 

No mires, no mires, no mires, no mires.

Me auto regaño, mientras me distraigo comiendo palomitas. Y no era que no debería ver a Dan desnudo, eso era secundario, no sería la primera vez. Lo que no quiero ver es cómo tiene de no-organizado su armario. Tenía que relajarme, comer palomitas, tomar unas cervezas y olvidarme del vacío que aún pesaba en mi pecho. Espero que él vuelva con las pizzas, mientras abro una cerveza. Si me emborrachaba podía pasar que me diera igual todo o que mi obsesión se acentuara. 

Que empiece la lotería.

Doy un trago largo a la cerveza y cojo la caja de pizza, abriéndola y oliendo ese queso fundido que me daba la vida. -Bichos zombies del espacio exterior, promete y lo tiene todo. Aliens, zombies y espero que muchas chicas semi desnudas muriendo absurdamente- doy otro trago a la cerveza, igual de largo. No pensaba ser prudente esta noche, si es que lo era alguna vez.

Notas de juego

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30/01/2016, 18:03
Daniel Thomas

El primer trago te resulta normal, pero con el segundo... El líquido espumoso recorre tu garganta dejando tras él un sabor suave y... dulce. Como el del vino rosado de ese que siempre ofrecen en los restaurantes italianos, muy distinto del intenso gusto a cerveza del trago anterior. Sin embargo, si te fijas en tu botella, el contenido que queda en el fondo tiene un color ambarino y normal.

Tu amigo suelta una carcajada y asiente con la cabeza, estirando la mano para coger un puñado de palomitas. —Pues sí, me la tiré el otro día. Pero tampoco había mucho que contar... Es decir, está buena y todo eso, pero para ser pelirroja al final resultó ser un poco sosa. —Bromea mientras se encoge de hombros y busca tu mirada achicando los ojos con cierta complicidad. —Con decirte que lo más divertido fue que mi madre nos pillase... Te puedes imaginar. Vale. Bichos zombies pues, seguro que salen tetas.

Coge el mando y empieza a trastear por el menú hasta llegar a la película que busca y la cual en un alarde de imaginación por parte de alguien se llama Zombies del Espacio Exterior.

Dan deja el mando sobre la mesa baja y aprovecha para abrir las cajas de las pizzas y coger una porción. Los primeros títulos de crédito aparecen en la pantalla en una escena oscura con una música forzosamente tensa y tu amigo continúa hablando. —Si hubieras visto la cara de Ginger cuando se abrió la puerta... ¿Te puedes creer que se llame así? Pensaba que era coña, como un apodo o algo, pero no, me enseñó el carnet y es de verdad. La pobre no sabía dónde meterse. —Sacude la cabeza. —Algo me dice que no me volverá a llamar.

Con ese pronóstico se echa hacia atrás, se acomoda en el sofá y da el primer bocado a la pizza.

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31/01/2016, 21:45
Ruth Williams

Parpadeo varias veces y me quedo embobada mirando mi cerveza. Entrecierro los ojos y trato de averiguar porqué había cambiado de color, de sabor, de todo. Muevo el culo de la botella, haciendo que el líquido comience a hacer un remolino por la fuerza centrífuga. Veo subir las burbujas a la superficie y paladeo lo que tengo en la boca, tiene carencia del amargor de la cerveza sino algo ¿dulce?

No me estará drogando Dan sin que me entere.
Porque si quiere drogarme solo tiene que decir que nos drogamos los dos...

Miro con sospecha su cerveza, que parece normal. Comenzaba a sufrir de paranoia si no podía fiarme de mi mejor amigo. Vuelvo al tema cuando comienza a hablar de la pelirroja, los cotilleos de Dan siempre eran interesantes, porque él se relacionaba más con el entorno. -Vaya, las pelirrojas dicen que tienen lo suyo... Aunque qué te voy a decir yo- me río de buen humor y cojo unas cuantas palomitas. -¿Te aseguraste de que era pelirroja natural?- bromeo.

-Claro, pon esa de los zombies lo que sea con rubias corriendo en ropa mínimo, podré soportarlo- me acomodo, me sentía más relajada, volver a lo de antes con Dan era lo mejor. No más preocupaciones de qué pasará mañana, solo pasar un buen rato juntos. El carpe diem del que gozaba desde que tenía uso de razón.

Baja por las pizzas y es cuando me asomo a mirar todas las cervezas, para comprobar si era solo la mía o algunas eran así. No entendía por qué sabían dulces las cervezas, pero normal no era.

Como si hubiera pasado por algo normal estos días, hay que joderse.

Cuando Dan sube, me recoloco y acabo la cerveza de un trago antes de que pose las pizzas sobre la mesa. Abro la caja y huelo el queso y el bacon de la carbonara, aquello me daba la vida y hacía que salivara profusamente. Cojo un pedazo, lidiando con el queso fundido para que no acabe por todas partes y le doy un buen bocado. -Mmmmm...- gimo de placer mientras mastico. -Hoy con la tontería no comí nada al final, me fui al médico para nada y se me pasó- comento de pasada.

Luego sigue hablando de la pelirroja, que le había decepcionado claramente. Era complicado decepcionar a Dan en asuntos de cama. Bueno, con que te movieras un poco valía, no es que fuera él tampoco demasiado agresivo, pero eso, con no abrirte de piernas y ya. -Joder, ¿Ginger? ¿En serio? Si la hiciste enseñarte su carnet entonces hace bien en no llamarte, ahora sabes hasta su fecha de nacimiento... Es como preguntarle el peso a una mujer, esas cosas no se hacen. No tienes ni puñetera idea de tratar mujeres- engullo el trozo de pizza con hambre y cojo otro más.

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03/02/2016, 01:25
Daniel Thomas

Cuando compruebas las cervezas puedes comprobar que todas parecen normales, tienen el mismo color que la tuya, aunque para poder comprobar su sabor tendrías que abrirlas y probarlas una a una. 

Sin embargo, el último trago que das de la botella te sabe perfectamente normal, con el amargor propio de la cerveza, sin ningún rastro de ese sabor dulce que habías notado antes. 

Dan se ríe con tu último comentario y tras tragar un trozo de pizza se encoge de hombros con una expresión de fingida inocencia totalmente desacreditada por la picardía de su sonrisa. 

—El peso es lo primero que les pregunto al noventa por ciento de las mujeres que conozco. Antes de empezar con la rutina tienen que pasar por la báscula —añade, refiriéndose a su trabajo y cogiendo su cerveza para darle un buen trago largo—. Bah, si no me llama más... Ella se lo pierde. —Se encoge de hombros, sin darle mucha importancia al asunto. Desde luego no te da la impresión de que la chica le haya calado demasiado.

—Si no era pelirroja natural se había tomado muchas molestias para parecerlo —explica entonces enarcando las cejas para terminar soltando una carcajada—. ¿Quieres barbacoa? —ofrece entonces señalando su pizza y estirándose para coger la segunda porción.

Mientras tanto, en la pantalla un grupo de jóvenes se internan en un bosque solos y de noche. Entre ellos hay una rubia con los pechos más grandes que su cabeza y que tiene toda la pinta de ser la primera en morir después de que por algún motivo se le rompa la camiseta en pedazos.

Notas de juego

Entrecierro los ojos y trato de averiguar porqué había cambiado de color, de sabor, de todo.

Tal vez nos explicamos mal. El color no cambia, es el normal de la cerveza de toda la vida. Lo único raro es el sabor del segundo trago, en el primero sabía a cerveza, en el segundo sabía a vino. En el tercero sabe a cerveza de nuevo. Misterios de la vida xD.

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03/02/2016, 10:16
Ruth Williams

Mi extraña comprobación de las cervezas había quedado en nada, por suerte lo había hecho sin que Dan estuviera presente. No podía soportar que se preocupara más, las cosas ya se habían puesto demasiado serias para lo normal entre nosotros. Éramos amigos en lo bueno y en lo malo, pero nuestra amistad era sobre todo pasarlo bien y cachondeo. Acabo la primera cerveza y no tardo en abrir otra, hoy quería emborracharme hasta perder el sentido y dormirme así. Sin pensar. Sin preocupaciones. Pillar una gorda y quedarme en coma.

-Y el noventa por ciento de las mujeres que conoces te doblan la edad... Algunas hasta te la triplican- me río de buen humor, porque no es que pensara tampoco que Dan era un torpe, al contrario. Pero le pasaba un poco como a mí, que no era lo principal. O al menos como me había sentido hasta hoy, que había conocido a Wamai. Ahora sentía que me faltaba algo, algo mío... Un hueco vacío y desolado en mi interior.

Mejor no vuelvo a ahí, estaba mejor con Dan... Nada de pensar en esta tarde... O en él.

Brindo con mi segunda cerveza con la suya y bebo. -En eso tienes razón, quien no llama de nuevo, se lo pierde. Además, tienes mucha más dignidad que salir con una pelirroja llamada Ginger. ¿Te imaginas tus hijos pelirrojos y llamando a su madre Ginger? Que locura- vuelvo a reírme y a dar otro largo trago a mi cerveza. Casi escupo el trago con el comentario del pelirrojo natural. Trago a prisa y estallo en una carcajada sonora. -Oh, joder, sabes que nunca tienes que darme los detalles... Ahora si me la cruzo no podré pensar en otra cosa- miro a Dan con complicidad y con humor.

El pelo púbico pelirrojo de Ginger. Gracias Dan por el recuerdo, yo también te quiero.

-Barbacoa está bien- cojo un trozo de su caja y le paso la mía, por si quiere coger otro. Doy un bocado y saboreo la deliciosa pizza. Luego centro mi atención en la película, o algo, estas mierdas siempre mejoraban estando borracho. ¿Por qué no lo estaba más? Acabo centrando mi atención en la cerveza, más importante.

Notas de juego

Mea culpa, al leer como el vino rosado pensé que veía también un cambio en el color de la cerveza durante ese trago. Cosas de mi cabeza que a veces lo imaginado no concuerda con lo escrito del todo xD

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06/02/2016, 00:32
Narrador

Tu amigo responde con varias carcajadas a tus bromas, para terminar apurando su cerveza y cogiendo otra. En la pantalla la película continúa cogiendo más ritmo. La rubia no tarda en ser fulminada por un rayo láser que curiosamente parece afectar primero a su camiseta antes que a ella. 

La cerveza y la pizza van desapareciendo poco a poco y no tardas en escuchar la respiración de Dan cada vez más pesada y densa, hasta que un suave ronquido te revela que se ha quedado totalmente frito, probablemente de puro agotamiento. Mientras tanto, tu mente se ha evadido un poco y el mundo a tu alrededor ha perdido parte de su intensidad gracias a la cerveza.

Es entonces cuando lo sientes, justo a tu lado. Es un hombre y está sentado junto a ti. No es necesario llevar tu vista en su dirección para saber que está ahí, sentado a tu lado, mirando a su alrededor con una sorpresa que puedes percibir tú también en tu pecho. Y como sucedió cuando viste a Wamai, sientes una extraña familiaridad también con él. La certera sensación de que este es su lugar. A tu lado.

Rondará los treinta años, sus cabellos son finos y oscuros y sus rasgos orientales. Va vestido con un traje elegante y sus ojos rasgados poseen un bonito color avellana. Incluso en la penumbra de la habitación, sólo iluminada por la pantalla del televisor, puedes percibir sus dedos finos. Delicados y firmes al mismo tiempo. 

Sientes de nuevo cómo una mirada atraviesa la tuya, entrando en tu interior al mismo tiempo que la tuya entra en el suyo. Tu cerebro y tu pecho conectan con él a través de la conexión de vuestras pupilas y te sientes como si lo conocieses desde siempre, a pesar de no haberlo visto nunca.

Te invade una certeza, la de que puedes confiar en él tu vida, incluso tu propia alma. Ese hilo invisible que ya conoces parece atarse también a él, uniéndoos de una forma tan difícil de explicar como de negar. 

 

Notas de juego

Sin problemas, esos despistes nos pasan a todos XD.

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06/02/2016, 16:39
Ruth Williams

Como era de esperar Dan se duerme antes, duraba lo justo en la peli para verle las tetas a la chica de turno. Cosa por la que no le culpaba, estas pelis eran para emborracharte y reírte o quedarte durmiendo, no tenían término medio. Yo prefería optar por la primera opción, aunque intento no reírme alto sabiendo que Dan descansa. Después del gimnasio estaría reventado, y yo venía con mis cosas de loca y paranoias que no hacían sino preocuparle. Miro su rostro relajado y despreocupado y acomodo la cabeza en su hombro.

Acabo la peli y lo despierto para ir a la cama...

A mi otro lado siento una presencia, que hace que mi espalda se tense y me siente recta. Miro en esa dirección y de inmediato lo veo. Lo siento. Como un soplo de aire fresco que llena mi corazón. El hueco que había dejado Wamai se llena, dejo de sentir la sensación de vacío, que había sido mitigada con la distracción de la película. No me sobresalto ante la visión de aquel hombre, para mí era de nuevo un remanso de comprensión y tranquilidad el que estuviera ahí.

¡Tú!... Pero tú... ¿Quién eres tú?

Mi cabeza empezaba a entender a la lunática oruga de Alicia en el país de las maravillas, solo que yo no estaba allí. Estaba en casa de mi mejor amigo con él durmiendo a mi lado. ¿Podría verlo si le desertaba? Y más importante, ¿quería despertarlo? Seguramente no, aquel momento era tan pletórico para mí que no quería compartirlo con nadie más. Mis dedos se acercan a tocar los suyos, largos y delicados. Mis manos estaban llenas de cayos ásperos de trabajar la madera, pero él no parecía tener tal problema.

Bueno, mis manos hechas al trabajo no me parecen un problema...
Pero las suyas, parecen hechas para tocar cosas delicadas.

-Soy Ruth...- comienzo presentándome, sintiéndome bien y familiarizada con toda aquella locura sin explicación. Pero al mismo tiempo era todo tan razonables y tan natural, que no podía comportarme de otra forma.

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09/02/2016, 03:58
Park Hyun-jin

Mi cabeza da vueltas. Da vueltas y no las da al mismo tiempo mientras el restaurante, el mesero, mi hermano, todo se desvanece para darle lugar a una escena por completo diferente. Estoy en casa. O eso siento mientras poco a poco cada uno de mis pensamientos trata de desgarrar la maraña de locuras que parecen estarse hilando a medida que las alucinaciones se hacen más y más detalladas, se entrelazan poco a poco, rodeándome y dejándome con la extraña impresión de que todo aquello que veía, olía, escuchaba, saboreaba y palpaba era absolutamente natural. Estoy petrificado y no estoy seguro de si se trata de mi cabeza tratando de gritar y pedir ayuda, o de mi cuerpo dejándose caer lentamente sobre el aletargamiento que este nuevo paisaje me produce.

Allí está ella. Siempre ha estado allí y siempre lo he sabido. No necesito detallarla para saber que la conozco, que aquello no es una primera vez, no en el sentido en el que mi mente parece interpretar aquella palabra, para encajarla dentro de la racionalidad que es la extraña realidad que ahora me rodea. Sus ojos azules, su cabello rubio, su cuerpo con musculatura bien formada. Me recuerda a las modelos con aire exótico que, con un disfraz adecuado, posan para las portadas de las revistas de moda y actualidad en las casetas del tube. Hay algo de artificial en ella, como en todo aquel sueño, y a pesar de la irrealidad, me siento demasiado tranquilo.

Siento sus pensamientos y algunos encajan con los míos. No estoy seguro de si los ha pensado ella o los he pensado yo, o simplemente estaban allí y nuestras mentes solo los recogieron para gritarlos en medio del silencio imperfecto de la habitación, del extraño calor y de la película en televisión.

Me dice que es Ruth, pero su nombre me llega a tiempo y a destiempo. -¿Quién eres?- le pregunto cuando ya me ha respondido y sólo atino a abrir un poco la boca, como si saberlo me generara gran impacto. Como si de alguna manera no lo hubiese sabido ya.

-Hyun- respondo con suavidad, lentamente, observando alrededor, caminando como si estuviese flotando entre sueños.

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15/02/2016, 09:29
Ruth Williams

No puedo evitar reír cuando pregunta mi nombre nada más decírselo, es como si pasara eso que a veces pasar por internet, el retraso por el que unos mensajes llegan más tardíos. ¿Lag era? Tenía sentido llamar retraso al retraso*. Y si consigo reír es porque vuelvo a sentirme bien de nuevo, nada que ver con el profundo vacío y desolación que me asolaban apenas unas horas atrás.

Asiento a su nombre, asimilándolo. Era como nombrar a algo que siempre había estado ahí, como cuando un niño pequeño aprende palabras nuevas y descubre que ese sor todopoderoso que le sostiene en brazos se llama mamá. El encuentro con Hyun es tan maravilloso como pudo ser el anterior que tuvo, ya no siento miedo, solo incertidumbre y un calor en mi interior.

-Tampoco eres de aquí, ¿verdad?- asumo, observando su traje de corte exquisito y seguramente más caro que la mayoría de mi vestidor junto. No me gustaba tirar el dinero en ropa, todo me iba bien, pero sabía reconocer cuándo a alguien le sentaba bien algo y ese traje quedaba muy bien sobre aquel hombre.

Estiro mi mano para intentar tocarlo de nuevo, quiero sentir la plenitud que ya he conocido y hacer real aquel momento. Seguía sin saber cómo ocurría aquello, pero no me importaba mientras siguiera pasando. -¿De dónde vienes?- imagino un país asiático, mientras mi mirada se maravilla con sus rasgos y vuelven a posarse sobre aquellas manos tan delicadas y de aspecto suave y cuidado.

Notas de juego

*Puesto que Ruth habla inglés.

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16/02/2016, 16:29
Park Hyun-jin

"¿Tampoco?" mis pensamientos resuenan como si vibraran en el aire. Las preguntas que me son tan importantes, las preguntas que debo tener todo el tiempo en mi cabeza parecen en aquel instante tan lejanas, tan incompletas, tan triviales. ¿dónde? ¿por qué? ¿cómo? todo está en orden y por lo tanto no hay lugar en mi mente para la duda. La contemplo como si ella misma no fuese digna también de esas preguntas, como si la incógnita de su aparición no tuviese ningún problema de consistencia con la armonía que tanto necesitaba. ¿Quién era ella? ¿Qué hacía allí? nada de eso importa, nada de eso tiene significado alguno para mí.

Me muevo observando aquel lugar. Trato de no distraerme, pero no puedo evitarlo, no puedo dejarme llevar por la solidez de la visión. Ella sigue allí, ella, con su mirada curiosa, con su curiosidad infantil, ella, la misma desconocida que me hacía desear quedarme en aquel sitio, quedarme con ella, a su lado. En su compañía. 

Pero no puedo evitar detallar aquel nuevo paraje que tenía lugar en mi cabeza. Escucho su pregunta, lejana, apagada y me toma unos instantes girar para responder algo. -Estaba... con Ji-hoon. Con mi hermano- atino a decir. Mi hermano. ¿En dónde han quedado los murmullos del restaurante? ¿los escasos modales del camarero? ¿El olor de los calzonni, humeantes y frescos? ¿El frío circundante de la ciudad? ¿En dónde estaba Ji-hoon?. Es allí cuando la pregunta toma forma en mi cabeza. La pregunta que debo hacerle a ella, la que nadie más puede responderme.

-¿En dónde estamos?- quiero decir hogar. Quiero decir en casa, pero aún el término reverbera confusamente, mientras doy unos pasos unos pasos, contemplando cada rincón, cada esquina, cada muro, cada detalle, como si estuviese de vuelta en mi hogar de infancia, reconociendo e inspeccionando cada pequeño fragmento de mi memoria y armando el rompecabezas de aquel recuerdo de cuya existencia no estoy del todo seguro.

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18/02/2016, 13:21
Ruth Williams

Le miro pasearse por la habitación, inquieto, sin saber bien qué decirle. Este encuentro era tan extraño como el anterior, pero me causaba una paz y un bienestar que me hacía no querer acabarlo. Como si el buscar un porqué rompiera la magia que rodeaba a aquel contacto que estábamos viviendo. O bueno, a mí me gustaría que fuera un contacto, pero él mantiene una distancia que no quiero recortar. 

¿Se siente incómodo conmigo? No, sé que no, es la situación...

Inclino la cabeza hacia un lado cuando nombra a su hermano, yo solo le veía a él. Un momento, ¿veía él a Dan que dormía a mi lado en el sofá? Miro a mi amigo, que solo le faltaba roncar para hacer más evidente su estado. Aunque por suerte no roncaba, sino me sería imposible dormir toda la noche al lado de una mole que ronca, no se ducha, no limpia su habitación... Demasiados contras para él. No, Daniel no era nada de eso, solo era como era y por suerte no me estaba tratando de loca. Le señalo a mi lado cuando Hyun pregunta sobre nuestro paradero.

-Estamos en casa de Dan... Estábamos viendo una película y se durmió- me encojo levemente de hombros, era algo normal. Luego estaba la tranquila y no esperada anormalidad de la visita del asiático. Una visita que dejaba de lado toda la desolación que me había embargado gran parte de la tarde. Voy a decir algo más, cuando caigo que Wamai me preguntó también que de dónde era, es por ello que resoplo y casi tengo que reírme de mí misma. -Estamos en Tamarama, Australia- añado con mayor precisión, seguramente es lo que él buscaba. -¿De dónde vienes?- reafirmo mi pregunta.

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21/02/2016, 05:23
Park Hyun-jin

-En casa de Dan- repito, mientras analizo la información y trato de encontrarle un sentido, otro sentido diferente a la familiaridad que ella siente con respecto al lugar, con respecto a él. Lo observo y asiento mientras mi mente confirma que él es Dan -Dan- repito en voz baja, sin intenciones de querer despertarlo. Le dedico una sonrisa, una sonrisa sincera, sintiéndome cómodo por lo que puedo percibir que los une a ambos. Si ella se sentía bien, yo me sentía bien, de alguna manera análoga, aunque no del mismo modo. Éramos invitados allí, pero no había razón alguna para sentirme mal al respecto. Busco una silla o algún sofá en donde yo mismo pueda sentarme. Mi cerebro, y por extensión, yo, nos hemos rendido a tratar de hilar coherencia durante estos instantes, esperando a que la ilusión se desvanezca y pueda despertar del sueño actual.

"¿Ha dicho Australia?" pienso mientras la observo intensamente. "Nunca he estado en Australia" pienso mientras miro a mi alrededor. No era como se la imaginaba, pero tampoco estaba seguro de que nada de aquello fuese real. Sólo sentía que estaba bien, sólo sentía que ella le hacía sentirse tranquilo y que no valía la pena perder la cabeza por los pequeños detalles. En ese momento, no optaba por la coherencia. Ya tendría tiempo de buscarla.

-Estaba en el Royal Festival Hall- respondo a su pregunta. Mi rostro debe parecer confundido, aunque mientras le explico las cosas, trato de parecer tranquilo. -Es noche de concierto. Había quedado con mi hermano y ahora estoy aquí. No recuerdo como...- respondo lentamente. "Cuando sueñas, nunca sabes como estás en donde estás" me digo a mí mismo, buscando algo de satisfacción para la extraña sensación del pecho que intenta empujarme lenta y persistentemente fuera de aquella burbuja. -¿Has visto cómo llegué?- le pregunto y de nuevo mis gestos deben estar transmitiendo una mezcla de seriedad y diversión, no como si todo esto me causara gracia, sino como si fuese una pregunta inútil. -¿De dónde vienes tú?- le devuelvo finalmente el cuestionamiento, dejándome caer sobre la silla más cercana, con un aire taciturno, pero dedicándole toda mi atención a ella.

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24/02/2016, 16:04
Ruth Williams

La habitación tiene la cama de Dan donde podría acomodarse Hyun, aunque yo me pego a Daniel y doy un par de palmaditas al hueco que le dejo en el sofá. Quiero que se siente a mi lado y tocarle, tocarle hará que sea real. O quizás no, últimamente la realidad de las visiones era algo que se me escapaba de las manos y no sabía cómo sobrellevar. Pero me gustaba, me agradaba esta sensación, como si quien viniera del otro lado pudiera aplacar todos mis malos sentimientos y temores y convertirlo en calidez. Era una sensación de bienestar complicada de explicar.

-Él es Dan- confirmo señalando de nuevo a mi compañero. Su expresión es de incredulidad, o más bien de no saber qué estaba pasando. 

¿La habrá visto? Wamai dijo que sí, no puede ser coincidencia...

-No sé dónde está ese lugar- frunzo levemente el ceño cuando nombra el Royal no sé qué más, eso seguro que no estaba en Australia, sonaba a europeo por lo menos. ¿Sería Hyun de ahí? -Concierto...- le escucho cavilar y yo no es que esté muy centrada en todo esto tampoco, más bien perdida por completo. -No te vi llegar, no sé cómo... Aparecéis sin más- gesticulo con las manos, como fingiendo un flash o una explosión, abriéndolas y estirando los dedos delante de sus ojos. 

Me río cuando dice de dónde vengo yo, porque eso era aquí al lado. -La verdad que vivo al otro lado de la calle, vivo aquí, en Tamarama. Yo no he venido, estaba aquí...- me muerdo el labio inferior, con la duda de preguntar lo que ronda mi mente o no. -Tú también... ¿Tú también la viste a ella?

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27/02/2016, 18:07
Park Hyun-jin

-Él es Dan- repito sus palabras y miro al hombre dormido junto a ella. Insiste tanto en su nombre, que no es necesario concentrarme en la conexión entre ambos. Es extraño como un completo desconocido, una persona que debería serme indiferente, empieza a cobrar cierta importancia a través de las palabras de Ruth. Me acerco lentamente y me siento a su lado, con la espalda erecta, la cabeza en alto y las manos entrecruzadas, sin tocar el espaldar, manteniendo la misma postura a la que estoy acostumbrado día tras día, y que simplemente me cuesta perder, aún en las circunstancias más tranquilas. Giro el rostro, volteando parte de mi cuerpo y esbozo una pequeña y modesta sonrisa.

-¿No? Queda a una orilla del Támesis, en Southbank Centre, Belvedere Road... cerca a Waterloo East...-comienzo a explicar casi mecánicamente, de la misma manera que doy las indicaciones del lugar. Pero me atraviesa el pensamiento, el recuerdo vivo de que ha dicho Australia claramente. -En Londres. En Inglaterra- explico deteniendo mi explicación y bajando la mirada avergonzado. Los colores suben a mi rostro a medida que entiendo mi torpeza, sin detenerme a pensar en la imposibilidad de que haya podido atravesar medio mundo en un parpadeo. Quizás todo esto era un sueño, una apacible fantasía de la que quisiera no tener que despertar.

-Como en un sueño- digo en voz alta, dejándome llevar por el impulso de mi propia mente. Luego niego suavemente. -Lo siento. No conozco Tamarama. A decir verdad, no conozco nada de Australia- confieso mientras dejo que mi mirada pasee a su alrededor. Hay cierta fascinación, cierta tranquilidad que quisiera no tener que abandonar nunca. -¿A ella?- pregunto volviendo a mirarla. -Yo... no estoy seguro- trato de responder, alejando la angustia que intenta colarse a través de los recuerdos de la normalidad del otro lado.

-¿Me acompañarías afuera?- pregunto con una emoción infantil. No quiero separarme de ella, no quiero dejar de estar a su lado, pero la idea de estar allí, tan lejos, aún en un sueño, tiene un encanto sobre mí. Desearía poder venir a un sitio tan lejano como éste en... la vida real. -Quiero ver como es Tamarama- añado.

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02/03/2016, 09:38
Ruth Williams

Miro su postura recta, que me resulta tan rígida y extraña para mí. Era como si se forzara a no estar cómodo, no sabía por qué. Mi mente comienza a divagar con mis consabidas locuras imaginativas, por la cual aquella postura me parecía algo de otro planeta. Era en eso en lo que me fijaba cuando oigo Londres y vuelvo a mirarle directamente, centrando en su persona toda mi atención.

-Espera… ¿Has dicho Londres?- me siento adoptando casi su postura sin saberlo, pero más por la tensión que sentía en mis músculos que por imitarle. Era imposible que me sentara tan recto como él hacía, los músculos de mi espalda no estaba acostumbrada a eso. Wamai venía también de lejos, ¿por qué no iba a ser posible que viniera de Londres? Poco a poco una sonrisa se dibuja en mi cara. -¡Eso es la hostia!- exclamo, pero me doy cuenta que Dan duerme y bajo de inmediato la voz, agachando la cabeza. –Vaya, Londres… ¿Y cómo es?

Él piensa que es un sueño, pero esto era muy real. Claro que lo era. Estaba segura de ello, aunque no pudiera explicarlo. Puede que fuera cierto que no tenía un tumor en la cabeza, ni nada jodido en la azotea, pero lo que veía, tocaba y olía era real.

Además que dudo que tenga tanta imaginación para imaginarme a un asiático de Londres a mi lado, mientras Dan duerme, viendo una peli mala… Ni mi imaginación es tan bizarra aún.

Asiento cuando pregunta por ella. –A ella, a la chica del hotel… La que… Ya sabes- y si no lo sabía no pensaba decirle lo que había ocurrido con ella, aún me pesaba el recuerdo de su muerte y la impotencia de no haber podido hacer nada. Desconocía si lo que había visto era pasado, presente o futuro, pero el recuerdo era como cortarte en un pie y tener que coger olas toda la mañana por un campeonato, cosa que me había pasado un par de veces. Era un escozor constante y palpitante, junto con una sensación de malestar.

-Por supuesto- respondo a su proposición y me levanto, tomando su mano y tirando de él. Dan no se despertaría y podía volver cuando fuera, o ir a casa. En realidad mi ánimo estaba mucho mejor, nada que ver con lo que había sufrido hace un par de horas. –Tamarama de noche no es gran cosa, pero vamos a verlo- me llevo a Hyun escaleras abajo, o esa es mi intención. Caminando a pequeños pasos silenciosos para no despertar a los padres de Dan.

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09/03/2016, 03:09
Narrador

Hyun te sigue cuando te pones en pie y te sigue en tu descenso silencioso hacia la planta inferior. Te sigue cuando abres la puerta e incluso acepta pasar delante de ti, con sus ojos de avellana cargados de curiosidad al contemplar el exterior.

Es entonces cuando sucede. Él sale de la vivienda, pero justo cuando te dispones a seguirlo sientes todo tu mundo alejarse, como si verdaderamente hubiera sido un sueño, y algo estirase del hilo invisible que te une a ese hombre hasta desprenderlo por la tensión, dejándote una curiosa sensación de soledad.

Ya no estás en Tamarama. Apenas has vislumbrado el espacio abierto que conoces bien durante un breve instante antes de que tu primer paso te trajera a un lugar cerrado, lo que parece una especie de sala de oración subterránea. Aromas suaves y al mismo tiempo intensos, como a incienso, llenan tus fosas nasales.

La figura en relieve en la pared de lo que parece ser un dios con varios brazos se te antoja presente y al mismo tiempo etérea. Su mirada está sobre tus ojos y sobre tus hombros, y sólo algunas velas que los visitantes habituales han ido dejando iluminan el recinto.

Es entonces cuando te das cuenta de que tus pasos te han llevado hasta el centro de la sala y hay alguien a tu lado, de rodillas frente a la estatua.

Se trata de un chico de unos treinta años, moreno y atractivo. Su piel es olivácea y sus ojos tan oscuros que parecen completamente negros. Incluso con la tenue luz de las velas del templo puedes percibir que sus músculos están bien definidos y los rasgos de su expresión hablan de alguien que suele reír a menudo. Sin embargo, en este momento puedes sentir su congoja en tu pecho y recibes una punzada de dolor en la mano que él tiene vendada. Y como sucedió con Wamai primero y con Hyun después, sientes una extraña familiaridad también con él. La certera sensación de estar en casa, de que este es tu lugar. A su lado.

El hombre mueve un poco la cabeza y cuando vuestras miradas se encuentran algo en tu cerebro y en tu pecho parece conectar con él, como si lo conocieses de siempre, a pesar de no haberlo visto nunca, como si pudieras confiar en él tu vida, incluso tu propia alma. Ese hilo invisible que ya empiezas a conocer bien parece atarse entonces, uniéndoos de una forma que tu mente no puede racionalizar ni explicar, pero que sientes de una forma tan innegable como inexorable.