Partida Rol por web

El vagabundo empezó a responder ante la amenaza de Miguel con una expresión de sorna en el semblante. Por muy fuerte que se viera el pelirrojo no era rival para él, pensaba…

– Solo vengo a daros es… – dijo, con una voz gutural más parecida al rugido de una bestia que a una persona. Y su respuesta quedó suspendida en el aire, pues mientras Miguel hablaba Gabriela ya se había levantado, y esgrimiendo la taza como arma había arrojado el café a la cara del extraño. Con tan mala fortuna que acabó en el suelo, justo entre sus amigos y el “ogro”.

Al levantar la mirada vio como este se limpiaba el líquido caliente con el dorso de su mano izquierda; el ataque no había tenido otro efecto que cabrearlo y ensuciarlo más de lo que estaba.

Se lamió la mano de forma lasciva mientras observaba a la chica, indefensa bajo su mirada.

­– ¡Te acordarás de esto zorra! ­– amenaza. Entonces vuelve a fijar su atención en la mesa, arroja sobre esta lo que ha sacado del bolsillo y, sin añadir una sola palabra, se da la vuelta y se marcha por dónde ha venido.

Tras recuperarse del shock y ayudar a Gabi, los amigos observan lo que les ha dejado el vagabundo. Es una bolsita zip de plástico, y en su interior hay un sobre de papel arrugado; contiene una carta escrita a máquina, con la misma tipografía de aspecto antiguo que la nota que les había reunido a los cuatro. Dice así:

Los Arcontes juramos estar siempre juntos y defendernos los unos a los otros. Yo siempre estaba allí para vosotros cuando me necesitabais. Os protegí de los abusones, os ayudé con los deberes, y dibujé las mejores escenas de nuestras partidas de Dungeons & Dragons. Pero ¿y vosotros? ¿Me ayudasteis? ¿Os preocupasteis por mí? No, me dejabais acompañaros, pero nunca estabais allí para mí, nadie lo estaba. Me dejasteis para lidiar con todos los horrores yo solo. Bueno, ya no puedo seguir solo. Ahora es el momento en el que necesito vuestra ayuda. Así que os invoco, mis amigos, mis Arcontes. Id a buscarme al Nido de Cuervo. Me he convertido en el alma triste que necesita un valiente grupo de aventureros para salvarme. Así que por favor… ¡Salvadme!

Os estaré esperando.

Tomás.

En el sobre, a parte de la carta, hay una foto de los cuatro junto con Tomás, de cuando eran niños.

El recuerdo de aquél día golpeó su mente de la misma manera que el viento huracanado azotaba el Café Underground cada vez que se abría la puerta. Pocas veces en su vida se había sentido paralizado, incapaz de controlar lo que estaba sucediendo ante sus ojos: una de ellas fue aquél día al descubrir los cadáveres y la otra se trataba de este momento, ambas veces vinculadas con la reminiscencia en el papel arrugado.

—Joder, ahora lo recuerdo... Tomás, es verdad, lo  había olvidado —dijo lentamente con palabras que costaban pronunciar.

Miguel observó a sus compañeros sin saber si ellos acababan de recordar lo que él había olvidado o si era el único que prefirió bloquear su memoria. Una expresión dura ya estaba dibujada en su rostro e inconscientemente apretaba los puños. ¿Por qué lo había olvidado todo? En realidad tenía recuerdos vagos sobre toda su adolescencia, tan solo recordaba vívidamente algunos puntos, como los días de bicicleta y lago, sumados ahora con pocos recuerdos que todos compartían de Tomás.

—Aquél día todo cambió. Perdimos a Tomás, nunca más volvimos a verlo. Todo se fue a la mierda. —Miguel tomó la carta que recibió en su apartamento que estaba escrita como lo haría Tomás en su época y quiso arrugarla—. ¿Entonces, esto qué coño significa? ¿Sigue vivo después de todo?

Miguel también recordaba a Carlos y su zorra, esperando que no se tratara de una broma. Miró a sus compañeros, Rafa, Gabi y Úrsula, intentando comprender lo que estaba ocurriendo. Por un momento se sintió solo en una pelea a tres. No gestionaba bien recuperar recuerdos asociados a sentimientos, algunos se contradecían o evolucionaban al cambiar de etapa vital.

Gabriela asintió con nerviosismo. 

-Tomás...aquella casa-dijo de forma entrecortada, abrumada por aquellos recuerdos perdidos y que de pronto, habían regresado a su cabeza luego de leer el nombre de su antiguo amigo. Pero...¿por qué dice...? Nosotros fuimos a ayudarle.

No, no se refiere a esa noche. Si Tomás estaba vivo sería porque escapó de aquella casa antes de correr el mismo destino que sus padres. Así que no sabe que fuimos a buscarle. 

-Quizá tenga razón. Sabíamos que lo estaba pasando mal en esa casa. Pero ¿qué podríamos haber hecho?

Se sintió culpable, no solo por no haber hecho nada por ayudarle entonces, sino por haberlo olvidado de esa manera. 

-Chicos, no sé qué nos encontraremos en el Nido del Cuervo. No sé siquiera si estará aún allí, pero creo que tenemos que ir. Se lo debemos. 

Rafa comenzó a negar con la cabeza mientras aquellos recuerdos, antes bloqueados y guardados en lo más profundo de su memoria, comenzaban a aflorar. Sentía su cuerpo entumecido al recordar aquel sótano, aquella puerta chirriante y que albergaba los mayores horrores que Rafa podía recordar… Él llorando, Gabi completamente paralizada…

— No… Yo también lo olvidé por completo… —decidió romper su silencio mientras posaba sus ojos en cada uno de sus compañeros. — Pero… ¿Qué podíamos hacer...? Éramos unos niños… como dice Gabriela…

Necesitaba borrar aquella imagen de aquel pequeño cuarto de los horrores que se escondía en aquel sótano, así que rápido agarró la nota que descansaba sobre la bolsita zip con la que aquel vagabundo la entregó, releyéndola de nuevo.

— Alma triste que necesita un valiente grupo de aventureros… para salvarme… — levantó la mirada a sus compañeros tras las preguntas de Miguel. — ¿Salvarle de qué…? ¿Ahora…? La policía ni siquiera le encontró… — se preguntó más para sí mismo que para el resto mientras miraba la foto. No tenía respuestas, no al menos coherentes — No sé si será buena idea… Pero nos envió aquellas cartas a nuestras casas… Yo ni sabía dónde vivíais… — negó con la cabeza obviando las locuras que se le pasaban por su mente, pero lleno de curiosidad y miedo a partes iguales, asintiendo a la última frase de Gabriela.

La mujer se mantuvo un tanto nerviosa, el revivir aquellos recuerdos no fueron para nada bonitos y sintió como toda su niñez, lo sucedido con Tomás y su vida ahora mismo como si se tratase de una maldita montaña rusa que jamás se detenía. Esto no le hacía bien, en absoluto cuando se sentía perdida en un mundo donde no encajaba y el hecho de enfrentarse a los recuerdos de un pasado inconcluso tampoco ayudaron en nada. 

Pero Úrsula sí que tenía determinación, quizás porque era la única virtud que la mantenía en pie o porque le volvió a picar el bicho de la curiosidad que estaba ahí en su mente. No lo tenía claro, pero sí el hecho de ir por la verdad y tal vez a modo crear una estúpida esperanza sobre su futuro, tendría paz. Algo que venía buscando hacía tiempo ya. 

—Vayamos, es momento de saberlo todo. Nada es casualidad, no entiendo de que va todo pero sí debemos seguir, lo haremos juntos como siempre. 

Y no dijo más, prefirió beber un poco y relajar. Ya estaba todo dicho. ¿No?

Seguimos en 04 - De camino al Nido de Cuervo