Partida Rol por web

- ¿Y sabríais decirnos quiénes han sido los afortunados que han podido reunirse con él? Lo cierto es que si es tan dificil conseguirlo, no nos vendria nada mal algún que otro consejo por su parte... - Comentó Artin, con una humildad nada fingida. Lo cierto es que, si comprendía a sus amigos y compañeros como realmente creía comprenderlos, necesitaban saber qué estaba pasando exactamente allí, y eso incluía a quién y porqué precisamente esas personas se habían reunido con un mago que por otra parte parecía negarse a ver a nadie... - Y, perdonad que os lo pregunte... ¿Pero a qué trato os referís?

Me refiero a sus modales muchacha. Te aseguro que no son los de una princesa. Mas bien los de un perro hambriento... Antes se reunían los pretendientes de la joven, pero desde hace unos meses ya no reciben a nadie. Pero vosotros sois extranjeros y vuestra presencia en Costa Tempestuosa no habrá pasado desapercibida al mago así que quizás os consienta una vista. Pero no esperéis gran cosa de él...

Mis ojos de semielfo se abren de par en par.

"¿Cómo osa referirse a los modales de la chica como a los de un perro?" pienso mientras me mantengo en silencio, pues parece que Artin lleva una espléndida tarea con éste pobre hombre.

Busco con los ojos a Wolf, pero deduzco que andará fuera consiguiendo algo para calmar su hambre, si bien es un buen amigo, nunca tuve que preocuparme por alimentarlo.

Mis ojos se vuelven a centrar en la conversación y trato de controlar mis ansias de salvar a esa pobre muchacha y de encontrar al joven. Luego echo un vistazo a nuestra nueva compañera, sigo pensando que es guapa, muy guapa, pero parece mantenerse silenciosa también.

El ebrio enano ya no mostraba el más mínimo interés en la conversación que mantenía Artin con el viejo posadero. La verdad es que hubiera sido mejor para él atender al asunto, pues seguramente, mucha de la información que de la charla se destilaba sería importante en un futuro próximo.

Pero Gog había sucumbido, al fin, al jolgorio que estaban empezando a montando Alaina y él mismo. Jarra en mano, y sonrisa tonta en el rostro, alzó la copa que aun le quedaba de vino, y entonó la melodía que había empezado a tararear, con mayor ímpetu. 

Aunque nunca lo reconociera públicamente, a Gog le encandilaba la dulce voz de su compañera Alaina siempre que esta empezaba a cantar.

Victoria miro con desagrado al enano y la mediana. No podia comprender como podian tomarse tan a la ligera un asunto tan serio. Aun asi, matuvo los modales y volvio de nuevo la mirada hacia Jacomb. Al fin y al cabo ellos se habian prestado voluntarios para ayudarla y no podia exigirles mas de lo que estuviesen dispuestos ha hacer.

La mirada de Victoria atravesó al guerrero enano como un rayo. Por un momento había olvidado para que estaban en aquel cochambroso pueblo y se había dejado llevar por el embriagador sentimiento de felicidad que le proporcionaba el alcohol.

Gog intentó moderarse un poco, y bajando la voz, continuó canturreando aquella melodía que ahora no podía sacarse de la cabeza.

-¡Parar ya! Por el amor de los dioses, esto es serio... Intentamos rescatar a una muchacha y encontrar al hijo de aquel amable hombre, ¿ni siquiera esto podéis tomarlo en serio?-digo de bastante mal humor al enano y a la pícara que sólo se entretienen en cantar y beber.

-Perdonenme-me refeiro a Artin y al buen hombre, además de Mircea-,prosigan.

"Tengo la sensación de que esta aventura acabará con mi acostumbrado carácter alegre y positivo" pienso antes de suspirary centrar mi atención en la conversación de nuevo.

- Haya paz... - Regozna la hechicera, mirando un instante a sus compañeros, sorprendida de hecho ante el segundo arrebato de la noche del semi-elfo. Si algo tenía claro Artin es que aquella conversación debía acabar cuanto antes, o alguna de las partes acabaría por montarla. Pero había tantas incógnitas... - Jacomb, perdone que insista, pero hay dos cosas que necesitamos corroborar y una persona honrada como vos seguro que puede ayudarnos. Afirma que hace meses que nadie se reúne con Delthis, a excepción, quizá, de los forasteros...  Afirmáis que hace meses que Delthis no recibe a nadie, ni siquiera a ellos, pero hace escasas jornadas que que unos conocidos lograron reunirse con el mago y por ello realmente creemos que el forastero en concreto que buscamos también lo logró. Conociéndole, estamos seguros de que se detuvo en esta misma posada para deleitarle a usted y a los parroquianos con su arte antes de intentar cortejar a Liandra. Apuesto, alto, rubio, y cantarín. ¿Cree que puede intentar recordarle y decirnos cuando fue eso?

Pensándolo fríamente, se dijo Artin, el posadero no tenía porqué haberles mentido aquella mañana. No es que les hubiera dicho "No he visto a un hombre así", sino que se había limitado a echar la pelota fuera, sin responder a la pregunta... y ellos se lo habían permitido.

- Y por otra parte, aunque haga meses que ninguno de los lugareños se reúne con el mago, ¿sabría decirnos quienes fueron los últimos y qué los llevó hasta la torre? Como ya habrá advertido pretendemos visitar a Delthis, pero preferiríamos hacerlo habiendo podido hablar previamente con alguien que realmente le haya visto en los últimos tiempos...

Perdonenme si me voy mucho por las ramas, tengo ya la cabeza llena de pajaros. Pero dejeme pensar... cantarín...mmm.. había un bardo... ¡Si, tienes razón muchacha! hace un tiempo vino aqui un joven, de pelo dorado y buena voz que estuvo cantando sin pedir oro a cambio. A la gente le cayó muy bien, y se ve que quería pedir la mano de Liriandra pues casi todos sus versos se referían a ella. Pero no le hemos vuelto a ver, supongo que, como todos, se tuvo que marchar al verse rechazado.
Respecto a nosotros, la gente del pueblo, tratamos de hablar con Delthis pero es imposible. Sus matones se ocupan de todo lo que necesita, es decir quitarnos la comida y dejar que nos muramos de asco y si alguien se queja o se opone recibe una paliza por lo que hace tiempo nadie protesta...-dijo con tristeza.

Gog murmuró en su lengua materna, y las palabras que surgieron de su boca no fueron para nada agradables. Pero se limitó a hundirse en su ya menguado baso con el entrecejo fruncido.

El enano había empezado a escribir la afrenta recibida por su compañero elfo, en su libro mental, cuando las palabras de Jacomb le sacaron de su malhumorado ensimismamiento.

- ¿Matones has dicho? Un ligero brillo de furia guerrera y alcohol, brilló en sus ojos. - ¿Y son muchos?

Alaina sonrio y susurro a su amigo enano unas palabras que nadie mas pudo escuchar , tras eso saco su picara sonrisa y comento.
Igual es una gran idea   hablar con esos hombres , podríamos solicitarles que trataran mejor a la gente de estos  lares.

Te apuesto mis ganancias de esta aventura en contra de mis deudas con tu persona que esta vez tumbo mas  matones que tu .

Tras las palabras al oído de Alaina, el enano soltó una carcajada sonora y divertida, se giró hacia la pícara y susurró algunas palabras más al oído de esta. Después, observó a su alrededor, e intentó poner un semblante serio de circunstancias.

- Es una gran idea, podemos hablar con esos tipos, tal vez puedan darnos alguna información más. Dicho esto, el enano acarició su hacha en un gesto automático, y una media sonrisa apareció bajo su espeso bigote rojizo.

- Acepto tu apuesta, pero no creas que podrás superarme. La sonrisa se mantuvo en el rostro de Gog mientras pronunciaba en voz baja las palabras. Acto seguido intentó recomponer su expresión seria y adusta para dirigirse al resto de compañeros.

"Palizas, saqueo... pobre gente" pienso con mi acostumbrada mente pasiva y compasiva.

-Lamento mucho su situación y podremos ayudarles en la medida de lo posible, mi amable amigo-le digo con mi acostumbrado tono esperanzado.

Alaina y Gog parecen compartir alguna broma y su actitud comienza a parecerme bastante fuera de lugar pues esa gente parece pasarlo mal de verdad, sólo parecen reaccionar cuando se comenta lo de los matones.

-Podemos intentarlo, pero, y sabiéndo como soy, creo que no estarán dispuestos a escucharnos... no dejan de ser matones, gente mandada a la que no le pagan por hablar-digo bastante afligido pues nunca me gustó la violencia

Artin esbozó una sonrisa ladeada. Pese a que habían hablado hacía rato de los matones, era ahora cuando Gog había reaccionado a esa palabra, lo cual había tenido, por lo menos, el efecto de hacerle pasar el mal humor. Y obviamente el semi-elfo seguía pensando demasiado bien, incluso de sus propios compañeros.

- No te preocupes por eso, Reithar. Estoy totalmente segura de que el idioma que pretende emplear Gog es exactamente el mismo que tienen por costumbre de utilizar esos matones, así que seguro que llegaran a algún tipo de.... acuerdo. - Comento, no sin cinismo en la voz.

Con el codo izquierdo sobre la mesa, la hechicera reposó el mentón sobre su mano, mientras acariciaba pensativamente a Chizu con la otra. Cedric había pasado por allí, pero "se había marchado" según el tabernero, pese a que nadie lo había visto salir del pueblo (ni a él ni a ningún otro pretendiente de Liandra). Landatus y sus matones bajaban regularmente a la aldea en nombre del mago Delthis, a recabar un impuesto al que no tenían derecho y que nunca antes había sido reclamado, desde lo cual todo había ido de mal en peor no sólo economicamente, sino en la misma suerte de la aldea... casi como si los hubieran maldito. Y antes de la llegada de Landatus, no sólo Delthis ayudaba a los aldeanos, sino que Liandra visitaba frecuentemente la población para regocijo de sus habitantes.

Todos aquellos misterios tenían su centro en el mismo lugar: la torre del Mago. Y estaba claro que fuera lo que fuera lo que estaba ocurriendo en realidad, era allí a dónde tendrían que acabar acudiendo para enfrentarse cara a cara con Delthis y descurir qué había pasado en realidad con Liandra y con sus pretendientes.

Pensó en las ansias de Gog de entregarse a una buena pelea, y valoró que quizá no fuera tan mala idea quitar de en medio a Landatus y sus hombres antes de abordar al mago. No sabía nada de él, pero en el peor de los casos, por si mismo sería un rival temible sin ayuda de perros guardianes que le protegieran. Así que cuanto antes le despojaran de ellos... mejor.

La sonrisa cínica y peligrosa regresó a los labios de la hechicera. Tenía todo el aspecto de un niño pequeño que intenta disimilar cuando acaba de ocurrirsele una trastada.

- De todas maneras, - continuó, mirando de nuevo al posadero. - ¿hay alguna forma de hacerle saber a Landatus que querríamos parlamental con él, Jacomb? Como enviado de Delthis no se me ocurre una forma mejor de hacerle saber al Mago que queremos visitarle que a través de su pe... de su emisario personal.

-No creo que vuestra visita haya pasado desapercibida, aun así, si lo que quereis es una audiencia con el mago os recomiendo ir mañana a su torre. Eso si no quereis esperar a que Ladanthus y sus esbirros bajen a la aldea...-dijo con un tono entre asustado y colerico.

Gog volvió a adoptar un semblante serio, tan serio como el dulce licor pudo permitirle. Estaba claro que se había perdido información importante de la conversación, y no era el más indicado para trazar un plan, ni proponer el camino a seguir.

Murmuró entre dientes palabras enanas, y se limitó a sentarse y escuchar la decisión que tomaban sus compañeros. Estaba claro que la próxima vez debería prestar más atención, puesto que ahora mismo se sentía fuera de lugar.

-Bueno, me conocéis, y mis ansias de ayudar a esta pobre gente me haría subir a esa maldita to rre y aclarar este asunto cuanto antes-comento con mi acostumbrada voz compasiva-. Por otra parte, si no descansamos no poremos enfrentar lo que allí encontremos y, además, si Landathus viene mientras estemos fuera...-no termino la frase pues ese lugar esta consiguiendo sacar de mi el poco carácter agresivo que tengo.

Vuelvo a mirar por la vetana.

"REeithar, deberías callarte, sabes de sobra que tu no eres ducho en tratar este tipo de cosas" pienso mientras espero que nuestra compañera vuelva a opinar sobre el tema, pues siempre me pareció bastante sensata. Victoria se mantiene callada y nuestro querido bardo parece no saber que entonar al respecto de la conversación.

-Se me… -comienzo. Siento el ojo izquierdo abrumado, y si me oprimo la sien del mismo lado, me duele;  tales hechos me han abstraído de toda esta parte de la conversación. Tanteo de vuelta a la circunstancia: –Se me ocurre una excusa para presentarnos ante Delthis mañana, ni mejor o peor que cualquier otra: que Reithar se haga pasar por uno de los pretendientes de Liriandra, y nosotros por su séquito. Con vuestro permiso, improvisaré una alabanza a nuestra llegada.

“Por supuesto, llevaremos un carromato –esta vez, no cederé en este punto-, porque si es una torre, capaz de tener saeteras, desde las que dejarnos como alfileteros.