Partida Rol por web

Alaina silenciosa mira a todos lados.

jo que lastima aqui nadie tiene un real.

Al final todos terminaremos tarde o temprano en el hostal ¿pues regresemos al hostal no?

Gog bufó sonoramente, mientras meneaba la cabeza divertido con las manos en el cinto.

- Solo por ese comentario, me apetece pasar unos días más en este lugar. Nadie echa a Gog Barbasangre si no es con los pies por delante. Bramó de forma brabucona el guerrero.

- ¿Y a todo esto? ¿No me ofreceríais un trago de esa botella? Dijo al fin el enano, señalando el licor con la mirada.

 Jej-rio el hombre mientras alargaba el brazo y le acercaba la botella-por supuesto maese enano, disculpa mi descortesia.  Pero no seais tontos y no busqueis pelea, es lo último que necesitamos. Os recomiendo marchar y tratar de llegar a algun otro pueblo donde encontreis una cama caliente y quizas algo de trabajo.

-Está bien. ¿Se pasó ya la hora de comer?

-¿Ya tienes hambre Mircea? La verdad es que yo me centro tanto en ayudar a la gente que no me fijo ni en si se pasa la hora de comer... Se nota que os encontrais mejor-bromeo con mi acostumbrada sonrisa en la cara.

Luego me pongo a dar pataditas a las piedras del camino.

-Bien, pues partamos hacia la posada, me aprece buena opción la de nuestra compañera pícara... Además allí estarán Gog, Artin y... y... Victoria-comento sintiendo que algunos colores se suben a mis mejillas-, o lo estarán tarde o temprano como comentó Alaina.

Artin había permanecido a la escucha mientras sus dos compañeros metían baza en el asunto, atando los distintos cabos de información dispersos que aquel hombre les estaba proporcionando entre trago y trago de licor. Mientras la conversación con sus compañeros discurría, la hechicera acabó por sentarse en uno de los numerosos cajones de madera cercanos, pensativa.

Distraídamente se había puesto a acariciar a Chizu, que permanecía oculto y dormido dentro del zurrón, un gesto que le daba un aire abstraído mientras pensaba, hilando pensamientos. Finalmente se lanzó a intervenir una vez más.

- A ver si lo he entendido bien, Maese Edlum. - Dijo, atrayendo su atención. - Ese tal Delthis es el amo de la torre, con el cual convive la famosa y bella Liandra de la cual hablan todas las canciones. Por lo que contáis, hace sólo unas pocas semanas que las cosas se torcieron y el talante de Delthis se torció tanto como vuestra suerte en el mar, hechos que afectaron a la economía y bienestar de Costa Tempestuosa reduciendo su prosperidad rápidamente... - Artin había enumerado estos hechos de corrillo, hablando más para sí misma que para los demás. Centró su mirada en el carpintero.- Siendo así las cosas... ¿Dónde exactamente empieza la culpa de los extranjeros, maese? No veo como un puñado de pretendientes que siempre han desfilado por aquí puedan ser responsables de una desgracia que parece tener raíces más hondas y sobretodo más... autóctonas. Quizá podáis aclararnoslo.

 No soy yo quien debe juzgar eso. Solo se que segun empezarón a venir los pretendientes de la joven Liriandra las cosas han ido de mal en peor. Y yo no estoy en contra vuestra, pero el resto de gentes de Costa Tempestuosa no opina lo mismo de los extrangeros. Igual que ese cerdo... la gente solo quiere vivir su vida normal y tranquilamente sin que nadie intente robarles el dinero que ganan con su sudor-dijo seriamente Edlum, explicando brevemente la situación moral de la aldea.

Artin asintió a la explicación, aunque aquello seguía sin aclararle demasiado las cosas. Realmente, en su opinión, casi sonaba como que el tal Delthis había empezado a ponerse celoso entorno a su hija, pero, obviamente, eso no explicaba el porqué se desquitaba con la aldea... ni a cuento de qué la pesca había empezado a mermar. Pero claro... ella tampoco sabía nada del supuesto amo de la torre...

- Entonces... ¿Delthis es algún tipo de señor para esta villa? - Preguntó, casi con inocencia. - Disculpad que lo pregunte, pero lo cierto es que no se nada del tal Delthis salvo lo que ahora he aprendido, y como comentábais algo de unos impuestos... bueno, hasta donde yo sé sólo los señores tienen ese tipo de privilegio...

 No lo es. Como decía Delthis trató bien a esta aldea. Nunca se metio en nuestras cosas ni nosotros en las suyas pero nos ayudaba siempre que podía y cuando bajaba soliamos festejarlo con alegría. Pero desde la primavera todo a cambiado...-dijo ensombrecido.

Os dirigíais a la taberna cuando, al pasar por la barbería, el edificio mas grande de la aldea, pudisteis ver por uan de las ventanas a Artín y a Victoria.

Estaba sorprendida, y Artin no hizo nada por disimularlo.

- Entonces, ¿Porqué no hacen algo al respecto? ¿Porqué consienten su abuso, maese, si tan sólo se trata de un habitante más de la región?

Jo seguro que Gog ya esta bebiendo y yo aquí perdiendo el tiempo

Chicos!!!!!! ¿tenéis monedas estoy pelada otra vez ?

 ¿Tan absorta estas con tus libros y pergaminos que no me has escuchado? Delthis es un mago y uno muy poderoso y no solo eso si no que tiene a Ladantus y a sus hombres con él. Si alguien se opusiese probablemente aparecería tirado en la playa con una paliza en el cuerpo o quizas con un cuchillo entre las costillas.

-¿Libros y pergaminos? Oh, no, yo no soy de esa... calaña. - Respondió Artin, mientras hacía memoria apresuradamente. Ahora que Eldum lo decía, recordaba que el acompañante de Victoria, antes de encargarles aquel trabajo, había comentado algo acerca de un mago. Se apresuró a continuar ante el sentimiento de impotencia y frustración que el carpintero emanaba, sin poder evitar un breve pensamiento sobre cómo aquel hombre había podido suponer que ella era maga o algo parecido. Descartó la incertidumbre, tenía cosas más importantes de las que ocuparse que la suspicacia de un pueblerino, ni tenía necesidad de profundizar sobre las diferencias entre su hechicería y la magia pre-fabricada que en su opinión ejecutaban los magos. - Pero ahora que lo mencionáis, sí es cierto que algo había escuchado respecto a que Delthis era un mago. En cualquier caso, ¿quién es exactamente ese tal Landatus? Antes dijisteís que se encargaba de recaudar ese impuesto que no tiene derecho a reclamaros... ¿Qué podéis contarnos de él?

El enano parecía abstraído de la conversación de su compañera con el herrero, al parecer el enano ya poseía lo que mayor interés le había despertado. Con parsimonia y con una sonrisa en los labios, Gog degustaba el baso de fuerte licor que había conseguido que le sirvieran.

Todas las palabras parecían flotar en el aire sin mayor sentido ni significado para él. De vez en cuando, una mirada furtiva del enano buscaba los ojos de Artin, por si esta necesitaba que interviniera de alguna manera.

-¿Para qué quieres monedas? Tenemos una misión entre manos, no es tiempo de ponerse a gastar dinero-digo sonriente.

"Con las ganas que tengo de ayudar a la gente no es tiempo de ponerse a gastar monedas... aunque si todos deciden hacerlo, pues yo los seguiré como siempre" pienso para mi mientras observo la reacción de Mircea.

-Deberíamos entrar y comentarles a ambas lo que hemos visto... además tenemos que coger confianza con nuestra nueva compañera-comento sin apartar los ojos de la bella Victoria.

 Pues claro que si. Todo el mundo de la región sabe quien es Delthis, daba por sentado que vosotros también. Ademas, ¿quien si no viviria en una torre como esa?-dijo con un deje de orgullo en la voz- Poco se conoce de ese cerdo. Ladantus llego aqui hace un tiempo, y desde que llegó las cosas empezaron a ir mal. Al principio simplemente era una especie de guardaespaldas de Delthis, no caia especialmente bien pero no suponía mas problemas. Pero desde la primavera es el que se dedica a recaudar el dinero o la especie para Delthis y claro, con ese poder campa a sus anchas y abusa de quien quiere.

Artin reflexionó sobre lo que acababa de escuchar, sacando en limpio una posible hipótesis sobre lo que estaba ocurriendo REALMENTE en la aldea, por lo menos en cuanto a síntomas se refería. A ojos objetivos, parecía más plausible que fuera aquel bribón de Ladantus el responsable del cambio de conducta en Delthis que no los los pretendientes de Liandra, pero todavía era pronto para asegurarlo. Y más pronto aún para esclarecer las causas.

Varias preguntas asaltaban ahora a la hechicera, pero tenía la certeza de que aquel pueblerino no tendría las respuestas, por lo que parecía absurdo (y burdamente sospechoso) que se las planteara. Además, Artin no era ajena (aunque así lo pretendiese) a las miraditas que de vez en cuando Gog le dedicaba. En momentos como aquel el enano se le asemejaba a un gran mastín guardián, un perro grande y fiel pero letal, al que le bastaba una sola señal para lanzarse a morder. Obviamente nunca se lo había dicho... pero por supuesto se iba a guardar muy mucho de darle una excusa al belicoso enano para que se emocionara.... de momento.

Con todo ese pensamiento procesado en unos pocos segundos de incierto silencio, Artin se decidió a hacer un poco de teatro y centrarse en lo que realmente los había llevado allí. A fin de cuentas, por mucho que la situación de la aldea le resultara sospechosa y secretamente tentadora de intentar solucionar, no era eso a lo que debían dedicarse. Y mal que le pesara (y de nuevo secretamente hiciera lo posible por resolver aquel misterio), tenían una misión que cumplir.

Así pues, Artin adoptó una expresión francamente apesadumbrada (no tan alejada de la que sentía en realidad) y balanceó lentamente la cabeza a un lado y otro, negando quedamente.

- Ciertamente, maese, que los problemas que aquejan a esta pacífica población son terribles. Y nada alentadores para nuestros propósitos, debo añadir.... - La joven volvió a balancear la cabeza, exalando un profundo y sentido suspiro. - Veréis, lo que nos ha traído hasta Costa Tempestuosa no es otra cuestión que encontrar a uno de esos pretendientes. No creemos que él sea responsable, ni mucho menos, de los males que os aquejan, pues siempre ha sido un hombre honesto y justo, de buen corazón y mejor talante... El caso es que es un buen amigo nuestro, y lo que debería haberse convertido en un breve viaje se ha tornado en su desaparición, situación que, como comprenderéis, nos preocupa. Así que hemos seguido sus pasos para intentar hallarle y llevarlo de vuelta a casa, donde, de hecho, no debería haber salido. - Artin se detuvo un instante y miró a Victoria, sonriendole con pesar. Esperaba que la Sacerdotisa supiera disculparla por las licencias creativas que se estaba tomando. - Quizá vos le hayáis visto, o sepáis de alguien que pudiera decirnos algo de él. Es un joven alto y de gran porte, con el cabello dorado.

 ¿Cabello dorado dices? Mmm puede ser, pero han venido muchos caballeros por aqui, asi que con esa descripcion no podría aseguraros nada. Segunramente se marchase con el rabo entre las piernas habiendo sido rechazado por Liriandra-dijo Edlum.

Bien lo sabe Pelor que no me agradan las barberías. No es ya que, puesto que soy barbilampiño, no tenga mucha necesidad de afeitados, sino que me exaspera el tópico en que incurren los barberos de amenazarme con cortarme las greñas. No me hallaría sin mi ondulado cabello.

Asiento al complaciente arquero y entro con desconfianza, reponiendo:

-Alaina, tengo por virtud la de no prestar dinero. Pero te convidaré a almorzar, descuida.