Partida Rol por web

Historias de Horror I.

CC: 1 - Regreso a Ravengro.

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18/05/2017, 23:31
Ustalav.

USTALAV:

CC: 1- REGRESO A RAVENGRO:

 

Notas de juego

- Escena narrativa.

// Entran en escena: Doctor Querio Vandel (reputado parapsicólogo), Gheorghe Mykas (respetado maestro paladín noble), Gruñido (simple cochero semiorco), Janos Dimitriev Mykerinos (joven noble y Escudero de Gheorghe Mykas), Konrad Mykephoros (noble disoluto y señor feudal venido a menos), Sascha Danzante de las Nieves (bruja y ama de llaves del noble Konrad), Velkan Matacambiantes (conocido cazador de bestias a sueldo y loco del banjo).

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18/05/2017, 23:39
EL TIEMPO TODO LO CONDENA.

SEIS AÑOS YA...

¿Pero seis años? ¿Cómo pueden haber pasado ya seis años? Seis años desde vuestro momento de mayor gloria y misterio.

Seis años desde que estuvisteis por última vez todos juntos, aunque entonces erais más, y os lideraba el valeroso y sabio Profesor. El Profesor Petros Lorrimor, vuestro querido amigo.

Y ahora habéis sido convocados al perdido pueblecito de Ravengro, que muchos no pisáis desde hace muchos años, para su funeral... Y para la lectura de su testamento y últimas voluntades.

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18/05/2017, 23:44
Ustalav.

Os detenéis en la última colina al Oeste de Ravengro, el pueblo al que hace unos años se retirada vuestro antiguo maestro a vivir plácidamente con su hija, Kendra creéis recordar que se llamaba.

Os miráis unos a otros, cansados por el viaje, pero contentos de veros tras tanto tiempo, al menos la mayoría.

Un carruaje negro noble se ha detenido, hermosamente decorado y con el escudo de la vieja casa noble Mykephoros, antaño cruzados contra los no muertos durante la ya legendaria Cruzada Brillante. El conductor es un tosco semiorco, que sin embargo, tiene mucho de humano. La portezuela en un lateral del carro se abre y de ella baja una fuerte mujer armada con una gran hacha. Es contradictorio que diga ser un ama de llaves, cuando parece una bárbara salvaje de ojos alocados. Ellos llegan desde el sureste.

Por el Oeste, desde la peligrosa frontera con el Bastión de Belkzen, han llegado dos jinetes. El más joven es el que lleva el caballo y la armadura más pesadas, aunque claramente es sólo un escudero quizá es porque procede de la familia más rica. Obviamente no parece de aquí, aunque tras una segunda mirada sí tiene un cierto aire ustalavo. Su tutor y maestro es un renombrado paladín. Su pelo ondea al viento mientras mira algo reprobadoramente a su hermano mayor, quien ahora se baja del negro carruaje noble. El hermano es un hombre ya algo entrado en años, ataviado con elegantes ropas nobles, pues es el señor feudal de algún lugar, aunque esté arruinado y prácticamente en la miseria.

Del oeste llega andando un hombre misterioso, también entrado en años, y se baja la capucha para ver mejor al resto. Es el Doctor Vandel, un conocido estudioso de lo paranormal que otrora fue el inseparable compañero de fatigas de uno de los mejores detectives privados de Ustalav.

Desde el centro se levanta de una roca un hombre con salvaje melena y barba rubias, sin duda un bárbaro salvaje kéllido, aunque en sus manos no es un arma lo que se ve, sino un ornamentado banjo, que sin duda debe haber estado tocando en las horas que lleva esperando al resto en este lugar a las afueras del pueblo de Ravengro.

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19/05/2017, 08:59
(CC) Doctor Querio Vandel.

Seis años... Los hombres han acumulado sabiduría, y los jóvenes han ganado experiencia... pero yo solo he atesorado quilates de cansancio.

Les dedicó una sonrisa a modo de saludo. Se fue inclinando muy despacio, como un viejo árbol talado que amenaza con desplomarse sobre el sotobosque, en lo que al final fue solo una reverencia. No era un reencuentro feliz para él. No había dicha. Al pesar por la muerte del Profesor se le sumaba la bofetada de realidad: Querio estaba en una edad en la que cada funeral era un recordatorio de que su tiempo se acababa.

Avanzó arrastrando los pies del agotamiento hasta el noble que bajó del carro y su peculiar ama de llaves.

¿Serías tan amable de permitirle a este débil viejo recorrer la última milla en tu carruaje?

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19/05/2017, 10:26
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

Ni siquiera mientras viajaba en el carro permitía que Rhakan estuviera lejos de mí, y al bajar de la estructura, reposaba tranquila pero atenta sobre mi hombro mientras la agarraba con una mano y jugaba a equilibrarla al mismo tiempo que analizaba al hombre que se dirigía con peticiones a mi señor.

Tras unos segundos, decido que es quien me había parecido, aunque como con acierto el propio hombre dice, con más carga sobre sus espaldas, y un leve cambio en el peso de mis piernas demuestra que me relajo ante su cercanía. Pero Rhakan sigue en su sitio.

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20/05/2017, 02:32
(CC) Gruñido.

Gruñido le había estado dando vueltas durante todo el viaje.

- Grwwww... El Profe Lorrimor no ser tan viejuno, cómo poder haberse ido a criar malvas tan pronto... Ser buena persona, hablar despacio a Gruñido y contar muchas historias, muchas cosas, de gente, de sitios, de los que había alrededor... del mundo... Grawllll... ¿Por qué a él?, ¿POR QUÉ?... -

Gruñido se había sentido tratado como un ser humano por el Profesor en su trato con él. Nunca lo había menospreciado, ni escupido, y le hablaba como a una persona, no como a escoria.

A la vista de la familiar concurrencia, Gruñido detiene las monturas con unos económicos chasquidos de la lengua, apenas usando las riendas. Los caballos le obedecen como si hubiera tensado los arreos y hubiera gritado "Soooooooo" a voz en grito.

El cochero se ajusta el sombrero de ala ancha que debe llevar ya profundamente calado, ya que el rebufo del aire no se lo ha arrancado de la cabeza. Bajo su sombra un par de ojillos con un tenue brillo rojizo según incida la luz en ellos, observan a la concurrencia pero sin dejar la vista quieta en nada más que unos momentos, para tras constatar que las siluetas le son familiares, devolver su atención a las monturas. Aunque una oreja, curiosamente móvil, está orientada a la parte de la puerta del carruaje, como la de un perro que espera órdenes.

- Rhakan estar alerta... Grwrrlll... -

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20/05/2017, 09:05
(CC) Konrad Mykephoros.

El majestuoso carro se detuvo sin que Konrad supiera bien el porqué. Es lo que tenía tener un cochero silencioso como un fantasma. Tampoco Sascha le daba mucha conversación, al menos una de la que un noble pudiera decir que era interesante, a pesar de acomapañarle en su interior. Ya se había acostumbrado a su olor, una mezcla de exótica mujer salvaje y bestia de pelaje abundante y espeso, pero le seguía preocupando que se le quedara impregnado en sus ropas o en su pelo. A pesar de todo profería un sincero cariño a sus sirvientes y le divertía el peculiar grupo que formaban y que tanto solía sorprender a la gente. Cuando Sascha descendió del carro aprovechó para correr la cortina, respirar aire puro, y ver a través de la ventana a qué distancia habían parado de Ravergro.

- ¡Aisn!- Tras un sonoro suspiro supuso con resignación que debía bajar a ver. Dejó la puerta abierta para ventilar el interior del carruaje. Tardó unos instantes en reconocer al viejo que hacía tanto tiempo que no veía. -  Doctor Querio Vandel. ¡Cuánto tiempo!- Los años tampoco habían pasado en balde para Konrad Mykephoros. Su pelo otrora claro, casi rubio, se había tornado oscuro, como su alma, con vetas blancas por las sienes que dejaban abierta la esperanza a una redención.- Por supuesto, faltaría más. Así podemos ponernos al día, si le apetece charlar.- Tendió la mano al viejo para ayudarle a subir al lujoso carromato. Después hizo un gesto con la cabeza a Sascha para que acompañara a Gruñido en el pescante del carro. Le bastó una mirada, mientras el Doctor se acomodaba en el interior del carromato, para reconocer un par de imponentes figuras en el horizonte. Eran el santurrón de su hermano y su escudero. La familia. Siempre que pensaba en sus hermanastros le abordaban sentimientos enfrentados. ¿Con qué actitud lo recibiría? No las tenía todas consigo. Cerró la portezuela y y se limitó a enfrentar cada cosa a su momento.

- Bueno, Doctor, una pena volver a vernos en estas circunstancias tan aciagas. ¿Quiere algo de beber? No llevo una gran variedad conmigo pero no viajo sin alguno de los mejores licores de mi tierra natal. Le sentará bien tomar algo, para aliviar el cansado cuerpo de los rigores del viaje.

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20/05/2017, 13:21
(CC) Gruñido.

INVIERNO DE 4711 RA:

DÍA DE LA LUNA, 3 DE ABADAR.

AFUERAS DE RAVENGRO, POR LA MAÑANA.

Un chirrido de metal y madera rompe el ambiente cuando el cochero pone el freno al carruaje, y acto seguido salta del pescante con un ruido sordo. Con un movimiento que tiene la sencillez del que lo ha hecho cientos de veces, despliega el peldaño que facilita el acceso al carruaje, y mantiene la puerta abierta para facilitar el tránsito de los que suben y bajan.

- Grrrwlll... Amo Konrad, señor Doctorrr... - Una deferente inclinación de cabeza mientras se toca el ala del sombrero, acompaña el reconocimiento a la figura que se ha dirigido al señorito.

La mirada del cochero se mantiene en las dos figuras que se acercan a caballo. Solo interrumpe su observación para dirigir una mirada cómplice a Sascha, a la que llama la atención sobre su hermano, cercano a la roca que hace de piedra de hito del camino.

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20/05/2017, 16:17
EL TIEMPO TODO LO CONDENA.

INVIERNO DE 4711 RA:

DÍA DE LA LUNA, 3 DE ABADAR.

AFUERAS DE RAVENGRO, POR LA MAÑANA.

El carruaje se detiene junto a la colina desde la que se divisa perfectamente todo el pueblo de Ravengro.

Ahí delante, la familia mantiene un tenso silencio. El respetado Paladín Gheorghe Mykas (anteriormente Mykephoros de apellido, hasta que se lo cambió para agraviar a su hermano mayor Konrad), su Escudero, y el conocido cazador Velkan todavía no han abierto la boca. Ni siquiera se les escucha respirar en esta silenciosa mañana invernal.

Notas de juego

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20/05/2017, 21:06
(SA) Gheorghe Mykas.

INVIERNO DE 4711 RA:

DÍA DE LA LUNA, 3 DE ABADAR.

AFUERAS DE RAVENGRO, POR LA MAÑANA.

Gheorghe observó a la concurrencia desde su montura, con gesto serio y firme, aunque sin abrir la boca para nada. No hubo asomo de sonrisa en sus labios, mucho menos en sus ojos. Si era por el hecho de venir a dar el último adiós a un amigo y las condolencias a su hija, por parte de los asistentes (entendiendo como parte a su hermano y sus peculiares siervos) o por una combinación de ambas, era difícil de decir. 

Un viento frío sopló, agitando su pelo, y haciendo que un leve escalofrío le recorriera la espalda. Nada en ese día iba a ser bueno, lo preveía de algún modo. Quizás la única nota positiva era volver a ver al Doctor Querio, que tanto se esforzó junto con... Alguien en dar con su hermana. Los años no parecían haber sido amables con él, y pidió a Konrad que le llevara en el carruaje, algo que no podía reprocharle a un hombre de su edad, además de que ya habría tiempo para hablar más adelante. 

Finalmente algo salió de su boca, aunque no fueron palabras, si no un ligero suspiro. Podría quedarse allí todo el tiempo del mundo, observando al resto sin decir ni pío, pero eventualmente tendría que tratar con su hermano, y enfrentar definitivamente la muerte del Profesor Lorrimor. Y era mejor hacerlo cuanto antes. Con un simple gesto de cabeza indicó a su escudero que avanzara, poniéndose él mismo en marcha.

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20/05/2017, 21:39
(CC) Doctor Querio Vandel.

En el constante traquetear del carro, el Doctor Vandel dejó su mochila a un lado para sentarse con más comodidad.

Con la edad, mi vieja garganta se ha oxidado, y raspa y la hace carraspear cualquier líquido que la bañe...

El Doctor, en realidad, solo llevaba cuarenta años entre los vivos. Pero sus palabras eran las de un anciano. Había supuesto un duro golpe para él cumplir cuatro décadas, y estaba pasando por una crisis de la edad en la que se sentía plenamente crepuscular y acabado.

Además, sería un crímen desperdiciar un buen licor con el movimiento del carro: mi mal pulso no podría evitar derramarlo, Konrad. Me parecería bien que con tu muñeca y tus reflejos bebieses sin mí, y a mi salud. Y a la salud del Profesor...

Tsk-se quejó, tirando de debajo de sus ropas hasta hacer asomar un sobre.

No hacía falta explicar más: era la carta en la que se les avisaba de lo sucedido. Querio la volvió a esconder. Asomó la cara al exterior del carro para ver el caballo de Gheorghe... y como si fuese un sobre, también se replegó.

¿Qué tal la relación con tu hermano?

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20/05/2017, 23:57
CC: Ravengro: Padre Grimfurrow.

INVIERNO DE 4711 RA:

DÍA DE LA LUNA, 3 DE ABADAR.

AFUERAS DE RAVENGRO, POR LA MAÑANA.

Abajo en el pueblo, es evidente que los lugareños ya han visto el carruaje noble de la Casa Mykephoros y al caballero y su escudero, ambos a caballo, por lo que hay movimiento.

Desde la Iglesia se ha adelantado ya camino del cementerio el párroco con los dos enterradores. Aguardarán a la comitiva fúnebre en el lugar de enterramiento, como marca la tradición.

Ante la iglesia en la calle, aguarda un sencillo carro con un ataúd encima. Incluso desde esta distancia se ven claramente una mujer joven vestida con ropas de luto y tres o cuatro lugareños más, amigos del difunto que están esperando sin duda la llegada de los últimos viajeros para llevar al finado hasta el cementerio.

Notas de juego

E: Templo de Farasma. Donde aguarda el carro con el ataúd, y la hija y amigos de la víctima.

La posición de los aventureros sería la esquina Noroeste del Mapa.

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21/05/2017, 04:29
(CC) Janos Dimitriev Mykerinos.

INVIERNO DE 4711 RA:

DÍA DE LA LUNA, 3 DE ABADAR.

AFUERAS DE RAVENGRO, POR LA MAÑANA.

Los pasos de nuestros corceles marcan el camino que recorremos al avanzar, de barro y tierra negra, con olor a humedad y a musgo. Un oscuro camino nos ve pasar, pero mi luz y la luz que nos acompaña desde los ojos de los dioses, nos mantienen en el correcto camino, en el correcto devenir y con el norte apropiado. La luz no nos abandonará, ni siquiera en la vieja Ustalav.

Lamentablemente nuestro viaje a Ravengro no tiene un motivo feliz pues el buen Profesor Lorrimor ha fallecido y es su funeral el que nos convoca.

El buen Profesor me ayudó mucho cuando una Banshee me atacó. Me ayudó mucho a superar el trauma y me enseñó a combatir mejor a aquellas espantosas criaturas que no son más que un flagelo para toda vida inteligente. Aprendí mucho de sus estudios y él me hizo mejor persona de lo que era entonces. Ahora sé mi deber y sé que jamás abandonaré a los seres vivos ante el terror de los no muertos. Sarenrae me guía, así como el Doctor lo hizo en su momento.

Acompaño a mi tutor, el Paladín Gheorghe Mykas, un guerrero divino que sigue los pasos del orden y la justicia sin flaquear, como un adalid de la luz, digno de admiración y merecedor de todo apoyo que se le pueda dar. Es aquel el principal motivo por el cual siempre le sigo, a pesar de no estar interesado realmente en la formación que puede brindarme, pues nuestro fin es el mismo y es una guerra en la que soy su aliado por elección propia.

Veo a un hombre sentado en una roca, un bárbaro de cabello rubio. Cerca de él, un carro manejado por un semiorco se detiene y sube a un anciano a su interior, después de que salga de su interior una mujer de fiero aspecto. Reconozco a todos y cada uno de ellos pues por más que los años hayan pasado, siguen siendo las mismas personas que viajaron junto con el Profesor Lorrimor en la expedición a Osirion. Me inunda una cálida sensación al verlos, pero ya llegará el momento de nuestro reencuentro, en este momento solo debemos acudir y lamentarnos por la partida del buen Profesor.

El camino lo recorrimos al lado del carro del señor Mykephoros, desde el punto que lo alcanzamos con nuestros caballos. Velkan nos sigue también, por lo que formamos una comitiva, aunque parece que nadie está demasiado comunicativo en este momento, quizás por el pesar del fallecimiento del Profesor, quizás por el hielo de los años sin vernos. Aun así, hago un gesto para saludar a Velkan y también al semiorco y a la mujer. Saludaría también al noble y al Doctor Vandel, pero están dentro de su carruaje.

Avanzamos hasta llegar a Ravengro, un pueblo que no ofrece demasiado pues parece estar también sumido en la desolación. Miro a mi señor y espero sus órdenes para seguir avanzando, directamente hacia donde una mujer de luto, que imagino es la hija del fallecido Profesor, camina en dirección de lo que ha de ser el lugar de descanso final de nuestro viejo amigo.

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21/05/2017, 09:41
(CC) Konrad Mykephoros.

INVIERNO DE 4711 RA:

DÍA DE LA LUNA, 3 DE ABADAR.

AFUERAS DE RAVENGRO, POR LA MAÑANA.

Con el pelo oscuro y las sienes ya plateadas no es que Konrad pareciera un adolescente pero desde luego no se sentía tan abatido como el Doctor decía. Dudaba de que sus nacimientos distaran mucho en años pero tampoco iba a preguntar directamente. Hacía mucho que no se veían y no era cortés.

- Me ofende, Doctor.- Dijo en tono suave, dejando claro que era una simple fórmula de cortesía. - Puede creerme cuando le digo que este vino. - El noble rebuscaba en un arcón situado a su espalda la botella de tinto seleccionada. - Es tan suave como la caricia de una doncella. No puede hacerle mal sino todo lo contrario, lubrificar su dañada garganta como cuando mi fiel Gruñido aplica grasa a los engranajes de este modesto carruaje. - Konrad insistía para que el Doctor se relajase un poco y, por si acaso, se atrevió a coger dos copas. Descorchó la botella con el característico sonido, tan familiar para él.

¡POP!

Vertió en una de ellas el líquido néctar y se dejó golpear por las sensaciones que le provocaban el sonido del vino golpeando el cristal de la copa, oxigenándose, y los vapores que llegaban a sus fosas nasales, que despertaban sus adormecidas papilas gustativas. Tendió al Doctor, por cortesía, la copa llena.

- No se preocupe si lo derrama.- Tenía más, mucho más.- Si se mancha el carro Sascha se ocupará de dejarlo como una patena.- No insistió más para no acabar ofendiendo a su invitado. Desde luego que de la copa de Konrad no caían gotas de vino en otro lugar que no fuera en el interior de su boca, tal era su destreza. No le pasó desapercibido el gesto del Doctor. La carta no podía ser otra que la que le anunciaba la muerte del Profesor Petros Lorrimor. Él tenía una igual. Con el puño cerrado trazó en su pecho el símbolo de la espiral de Farasma. El vino le ayudaría a soportar la misa del funeral, sus cánticos sombríos y los largos sermones.

- Mi hermano...- La pregunta del Doctor era realmente oportuna pues Gheorghe y su Escudero se ponían a cabalgar a la vera del carromato. Konrad no hizo ademán de descorrer las cortinas para saludarlos.- ...el guerrero divino Gheorghe Mykas. Pues la verdad, nuestra relación se ha ido enfriando con los años. Oxidándose como su garganta, Doctor. Ya sabe cómo es mi hermano.- Después de todo el Doctor había trabajado para su hermano hacía tiempo. La rectitud de su hermanastro chocaba frontalmente con el carácter de Konrad. - Y luego está el tema de su cambio de apellido. Precisamente un asunto peliagudo teniendo en cuanta a Farasma. No creo que vea con buenos ojos eso. Pero todos hemos cambiado con los años, yo tampoco soy el mismo de entonces. Puede que aún haya esperanza para que los lazos familiares vuelvan a tensarse y a acercarnos. Lástima que tenga que ser en estas circunstancias.- Aprovechando aquel comentario Konrad descorrió las cortinas del carruaje y sacó la cabeza por el ventanuco.

- ¿Hermano? ¿Eres tú?- Dijo como si acabara de darse cuenta. Golpeó un par de veces con fuerza el techo del carromato para indicar a Gruñido que fuera deteniéndose.- ¡Oh sí, sin duda! Acompañado de Janos Dimitriev no puede ser otro. ¿Cómo vas, Janos?

¿No te has muerto aún de aburrimiento junto a Gheorghe?- Le saludó elevando su copa de vino al aire como si brindara junto a ellos. Después se la bebió de un trago oculto a sus ojos en los claroscuros del interior del carruaje. Iba a necesitarlo. Esperó a que Gruñido le abriera la puerta para descender. Mejor saludarse allí antes no fuera a ser que se montara una escena poco agradable en medio del funeral.

- Nos hemos encontrado con un viejo conocido por el camino.- Hizo una seña hacia el interior del carruaje para que vieran que estaba acompañado del Doctor Querio Vandel.- Me alegro de veros aunque me hubiera gustado que fuera por otro motivo menos doloroso para todos.

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21/05/2017, 13:45
(CC) Gruñido.

INVIERNO DE 4711 RA:

DÍA DE LA LUNA, 3 DE ABADAR.

AFUERAS DE RAVENGRO, POR LA MAÑANA.

Un cúmulo se sentimientos opuestos se debaten en Gruñido. El pueblo es sinónimo de todo lo malo que le ha hecho la gente, es ese sitio donde le miran raro porque le gusta rebuscar en los desperdicios. Si supieran lo que tira la gente se sentirían realmente tontos.

Pero no puede dejar al Profesor iniciar su viaje sin ser despedido, y por otra parte el señorito iba a venir de todas, todas. El abanico de opciones del cochero era una mera línea recta. Echa un vistazo de refilón a Sascha y Rhakan. A pesar del aire que se agita a su alrededor debido a la velocidad de marcha, su agradable olor le envuelve. En estos momentos siente envida de su hermano Velkan, él al menos...

Unos golpes de los ocupantes del carruaje sacan a Gruñido de su fantasía, y mientras saluda con una mano a los jinetes, emite un serie de chasquidos y un remedo de piafares que con una ligero tirón de las riendas van frenando el impulso del carruaje progresivamente. A la vez se sirve de susurrar a la mujer a su lado.

- Grrrwwlll... el hermano, todo ser difícil, ¿Eh Sascha? - Gruñido observa la posición de Rhakan, que suele ser indicativa de la existencia o no de problemas.

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21/05/2017, 14:33
(CC) Velkan Matacambiantes.

INVIERNO DE 4711 RA:

DÍA DE LA LUNA, 3 DE ABADAR.

AFUERAS DE RAVENGRO, POR LA MAÑANA.

Rasguñaba las cuerdas del banjo con sus dedos, sin buscar ninguna melodía concreta, más bien para tener las manos listas y ocupadas en algo. Sus callosas y ásperas manos no eran las mejores para tocar un instrumento, había conocido a músicos itinerantes con suaves y cuidadas manos que hacían magia con sus instrumentos, eran rápidos y melodiosos. Él no era de esos, sin embargo conocía a muy poca gente que tuviera más pasión por su instrumento que él. Cualquiera que le conociera un poco sabía que el cazador iba siempre acompañado de su instrumento. La música calmaba a las fieras y le ayudaba a pasar el rato.

No dejó de sostener el banjo cuando se puso en pie tan alto como era y miró fijamente al carruaje y las personas que en él iban. Los conocía aunque había pasado bastante tiempo desde la última vez. Suspiró antes de continuar con el camino. Con la misma delicadeza con la que un padre hubiera acunado a un niño colgó el banjo a su espalda y se cercioró de que el correaje con el que lo sostenía, estuviera en correcto estado para evitar que se descolgara. El tiempo pasaba y algunos viejos conocidos morían en cierto modo por eso estaban allí, por la muerte y los viejos conocidos.

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21/05/2017, 17:11
CC: Ravengro: Kendra Lorrimor.

INVIERNO DE 4711 RA:

DÍA DE LA LUNA, 3 DE ABADAR.

JUNTO AL TEMPLO DE FARASMA, POR LA MAÑANA.

El grupo al completo avanza hasta situar el carruaje y los caballos justo detrás del Templo de Farasma en el pueblo. Normalmente, en otras circunstancias, Gruñido se quedaría al cuidado de los animales y del negro carruaje noble de la Casa Mykephoros, tanto por no ser muy bienvenido por su raza en el pueblo, como por soler preferir la compañía de los animales, además de desear vigilar a éstos y las pertenencias de su señor Konrad. Sin embargo, hoy no es un día cualquiera, y también Gruñido tiene razones para asistir al funeral. Conocía bien al Profesor, había hablado con él en incontables ocasiones, y lo consideraba su amigo.

Velkan ha seguido al grupo, banjo en mano, aunque sin tocar, lleno de respeto. Se queda el último del grupo.

A pie en la calle frente a la Iglesia, los dos hermanos, señor feudal y paladín, apenas tienen tiempo de saludarse con un gesto, pero no llegan a estrecharse las manos. El Escudero sigue a su señor, mientras bruja y semiorco flanquean al señor feudal de Alabustriel. El Doctor Vandel camina con cierta dificultad, apoyado en su fiel bastón, al lado del noble de más edad.

Ante el templo les espera el sencillo carro tirado por un mulo. Encima está el ataúd del Profesor Lorrimor, cerrado, en contra de la costumbre local de presentar un féretro abierto.

Pocas personas han venido a despedir al célebre erudito e investigador de los misterios ocultos: su afligida hija Kendra Lorrimor*, el Concejal Heartmount, el Concejal Muricar, el tabernero Zokar Elkarid, y Pevrin (el hijo de trece años del tabernero).

Kendra Lorrimor, que ahora es una hoven de veincinco años (que ha vivido en Ravengro desde hace cerca de quince años desde que su padre se retirara de dar clases en la Universidad de Lepidstadt), va vestida con conservadoras ropas oscuras de luto. Tiene los ojos rojos e hinchados.

Bajita y atractiva, Kendra os da la bienvenida con una mezcla de curiosidad, tristeza y alivio, parece que nadie más ha venido a presentar sus respetos a su padre. Pocas personas de Ravengro han venido al funeral, aunque el Padre Grimfurrow y dos enterradores se han adelantado ya a las Tierras del Reposo en la colina al norte del pueblo.

No se ven a penas viandantes por las calles del pueblo, tal vez debido a la fría llovizna que está empezando a caer.

- "Buenos días, caballeros y señora. Espero que hayan tenido buen viaje. ¿Esperamos a alguien más? Envié trece cartas, aunque las seis enviadas a Versex no pudieron ser entregadas a sus destinatarios..." -

Notas de juego

* Todos habéis conocido de pequeña a Kendra, o cuanto menos habéis oído hablar de ella, pues el Profesor no ocultaba el orgullo que sentía hacia su inteligente hija. Sin embargo, es bastante probable que no la hayáis visto desde hace unos cuantos años.

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21/05/2017, 20:27
(SA) Gheorghe Mykas.

INVIERNO DE 4711 RA:

DÍA DE LA LUNA, 3 DE ABADAR.

JUNTO AL TEMPLO DE FARASMA, POR LA MAÑANA.

Llegó el primer contacto con su hermano, aunque breve por las circunstancias. Gheorghe saludó, asintiendo levemente con la cabeza, con un rostro que parecía más esculpido en piedra que vivo. Alzó levemente una ceja cuando vio la copa de vino, y como Konrad daba buena cuenta de ella. Aquello le decía lo que necesitaba saber, la vida de Konrad seguía siendo disoluta y vacía. No es que condenara una copa de vez en cuando, pero llevar bebida a bordo del carruaje, y tomar una copa cuando casi se ha detenido y se acude al funeral de un amigo parecía, como poco, falta de respeto y de autocontrol. 

Pero no sería él el que enturbiara el funeral del buen profesor, ni montara ninguna escena. Una vez desmontado, caminó junto al resto, recto como una vara y con un aspecto solemne, quizás algo melancólico por la pérdida de alguien tan valioso. Dedicó una breve mirada de extrañeza al ataúd, al encontrarlo cerrado, aunque se recompuso rápidamente. No sería educado preguntar en aquel momento. Finalmente llegaron ante el resto de la comitiva que esperaba, y la propia Kendra les dio la bienvenida. 

Hacía ya varios años que no la veía, y su corazón se agitó al verla tan abatida, algo normal dadas las circunstancias. Perder a un padre siempre era duro, y más en el caso de alguien tan notable y admirable como el profesor. A él mismo le dolió la pérdida de su progenitor años ha, a pesar de sus desvarios sobre la maldición familiar y sus conductas poco adecuadas... Si su padre hubiera sido verdaderamente un ejemplo al que admirar, no podía imaginar como se habría sentido. 

-Un día en el que digamos adiós a alguien tan notable, que además era un buen amigo, no puede ser bueno señorita Lorrimor-dijo Gheorghe, hablando por fin, con una voz profunda y dura, en la que se adivinaba cierto tono acostumbrado al mando, aunque en este caso era la pena lo que se hacía notar verdaderamente-le acompaño verdaderamente en el sentimiento, creo que hablo en nombre de todos cuando digo que el profesor era un gran hombre. Por nuestra parte no viene nadie más, que yo sepa. 

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21/05/2017, 22:39
CC: Ravengro: Kendra Lorrimor.

INVIERNO DE 4711 RA:

DÍA DE LA LUNA, 3 DE ABADAR.

JUNTO AL TEMPLO DE FARASMA, POR LA MAÑANA.

La señorita Lorrimor musita un quedo: - "Gracias." - En dirección al valeroso Paladín de Iomedae, la diosa de la justicia. Después, reprime un sollozo y se pasa un pañuelo bordado por la cara, antes de guardarlo y recomponerse. Lista para proceder con el funeral.

Todos veis que el mulo enganchado al carro sencillo encima del cual reposa el ataúd, tiene unas riendas por las que se le podría sujetar para conducirlo directamente por el camino que lleva hacia el norte, hacia la colina de las Tierras del Reposo, el cementerio de la localidad. Nadie hace, sin embargo, el gesto de tomar las riendas del mulo y hacer así que la comitiva fúnebre avance hacia el cementerio.

El Doctor Vandel mira por el camino, recordando el cementerio. Ese recuerdo le trae otro recuerdo a la memoria. Él tuvo un amigo, el enterrador jefe de Karkau, que era un verdadero experto en toda clase de ritos y tradiciones funerarias. Él habría sabido perfectamente cómo actuar en estas circunstancias en cada momento. Fue un buen amigo y colega de investigaciones detectivescas, hasta cierto punto, pues él y su socio le consultaron innumerables veces a lo largo de los años. Tenía un gran aprecio por el Profesor Lorrimor y es extraño que no haya venido a su funeral. Sin embargo, Vandel recuerda, el Enterrador... Paddock, se llamaba si no le traiciona la memoria, se había metido en líos en años recientes tras el regreso de la expedición a Osirion, por juntarse con malas compañías. Llegó incluso a perder su puesto de trabajo, que para él era su vida.

Notas de juego

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21/05/2017, 23:01
(CC) Doctor Querio Vandel.

La garganta le ardía. Al final había tenido que tomar en el carruaje, más o menos por compromiso, la copa de vino que le habían ofrecido. Había que reconocerle a Konrad que tenía buen gusto para los licores. Y aunque no se sentía ebrio, cuando Kendra mencionó las trece cartas, Querio sintió un pinchazo en el cerebro... y las seis siluetas que no habían venido se pasaron fugazmente por la mente.

Ngh...

No le dió importancia. ¿Para qué? En el fondo no sería nada. Ahora lo importante era dar apoyo a la familia...

No somos nadie, Kendra... No somos nadie. Pero el Profesor era un buen hombre, esperemos un poco más a ver si llega más gente... No perdamos la esperanza.

No iba a venir nadie. Y no hacía falta tener dotes adivinatorias para saberlo. Es lo que pasa cuando a un pueblucho de catetos supersticiosos le otorgas la oportunidad de tener un vecino académicamente culto y preparado. Son dos mundos distintos.

¿Puedo preguntar cómo murió?

Al Doctor no le había pasado desapercibido el ataúd cerrado. Su primer pensamiento fue el de una horrible desfiguración por obra de una bestia salvaje. Si querían ocultar el cadáver a la vista de los demás, significaba que no estaba muy presentable.