Partida Rol por web

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL FUEGO, 7 DE ABADIO.

POR LA MAÑANA.

POCAS MILLAS AL SUR DE RAVENGRO.

Asiento a la información que me da Konrad, pues yo había llegado a la misma conclusión, y además hablo para añadir algo más:

- Lo que había allí encima muy posiblemente era el cementerio de la prisión. Parece que hay huesos entre las piedras. - Después continúo con tono aún más contundente. - Y yo no me metería en ese agua ni aunque fuese el camino al paraíso. ¡Tharath! - Llamo la atención del lobo. - Entra por la puerta, y no te alejes mucho de Velkan. En seguida voy yo.

Y dicho y hecho, bajo del muro por la parte interior del patio, sin quitarle ojo al agua pero evitándola en todo momento, atenta a ella y a cualquier cosa que se mueva y sin alejarme de Konrad.

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DÍA DEL FUEGO, 7 DE ABADIO.

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POCAS MILLAS AL SUR DE RAVENGRO.

El paladín se encontraba cerca de la puerta de entrada a la mansión en ruinas, y asintió a la valoración de su pupilo. Era justo lo que él pensaba, y se asomó para echar un vistazo cuando lo notó. Una repentina claustrofobia, y una sensación increíblemente dolorosa en la piel, apenas duró un suspiro, pero que casi le hizo gritar de agonía. Trastabillando, se alejó de la puerta para caer de rodillas un poco más allá, resoplando y dolorido. 

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DÍA DEL FUEGO, 7 DE ABADIO.

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Me mantengo al lado de la puerta mientras Gheorghe mira dentro y, sin nada visible o audible que nos perturbe al resto, sale huyendo despavorido. No tengo tiempo de imaginarme cosas que podrían haber causado ese efecto pues, de inmediato, me pongo frente a la puerta y le lanzo una patada.

Mi intención es abrirla y plantarle cara a lo que sea que esté allá adentro y que haya causado ese efecto en el paladín, quien es un parangón del valor y el honor, armado con entrenamiento marcial y protegido por la devoción en la justicia y la fe. Mantengo mi escudo en alto mientras empuño mi cimitarra, mirando a ver qué es lo que ha causado ese efecto en mi señor.

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Al ver que no parece haber nada ahí dentro que parezca representar una amenaza para nosotros, me devuelvo para examinar a Gheorghe. Me arrodillo junto a él y noto que no hay daño físico alguno, que debe ser una dolencia psíquica pero que parece ser transitoria pues mejora a cada instante. 

 - "Tranquilo, mi Señor, descanse un momento mientras se recupera. Respire y cálmese."

Entonces Velkan se acerca y noto sus heridas. Recuerdo lo que me dijo Gruñido y él mismo la noche anterior, por lo que no pierdo el tiempo y me acerco a su lado:

 - "Permite que te ayude un poco con eso, Velkan."

Pongo mi mano sobre su herida y esta brilla con el dorado fulgor del amanecer sin que yo diga palabra alguna. Solo mi devoción, el fervor de mi Fe, es capaz de sanar la carne del hombre y recuperar parte de su salud. Retiro mi mano y sigo al lado de Gheorghe mientras termina de recuperarse.

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- ¿Qué ha pasado, Gheorghe? ¿La niebla amarilla de nuevo?- Preguntó un visiblemente angustiado Konrad.

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Gheorghe agradeció las atenciones con un quedo asentimiento, aunque con un gesto de su mano pidió algo de espacio para poder respirar, poniéndose en pie como pudo unos segundos después. Por supuesto, las preguntas no tardaron mucho en llegar, y ante las palabras de Konrad, negó levemente.

-No... No, no es eso. Es lo que pasó en este inmundo lugar... De repente, me sentí encerrado... Encerrado y ardiendo vivo, literalmente. 

El Doctor Vandel se mantuvo al lado de Gheorghe, negándole ese espacio. Tácticamente, el hermano de Konrad era vulnerable, y Querio quería darle por lo menos algo de cobertura ocultándole de la linea de disparo cuando estaba en el suelo. Con el caballero de nuevo en pie, el parapsicólogo le dejó algo de espacio.

¿Es posible que se tratase de un conjuro? ¿De alguien desde las ventanas tratando de afectar mágicamente tu mente, Gheorghe? ¿Un intento de doblegar tu espíritu? Sé que algunos venenos pueden producir efectos parecidos al miedo a través de alucinaciones, pero no llegué a verte tocar el pomo de la puerta, que sería lo más susceptible para tender una trampa.

La opción menos viable es que Gheorghe hubiese desarrollado los poderes de un émpata, y que percibiese las energías de la mansión. Sascha... Gheorghe... Era como si todos estuviesen desarrollando poderes sobrenaturales o enloqueciendo hasta creérselo.

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Gheorghe realmente no tenía una respuesta para la pregunta de Querio, así que se encogió suavemente de hombros, aunque quedó claro que aún distaba de estar bien.

-No lo sé. Quizás es un conjuro, quizás este lugar quedó tan impregnado de maldad que esta salta a las mentes de las personas... No tengo ni idea. Solo sé que ha sido horrible.

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Konrad respiró aliviado al escuchar de boca de su hermano que las nieblas amarillas no habían hecho su aparición de nuevo. Sin embargo lo que relataba tampoco era muy agradable.

- Está claro que el ambiente aquí es bastante opresor.- Con un dedo se aflojó ligeramente el cuello de su camisa que de pronto le apretaba tanto que no dejaba que la nuez pasara cómodamente al tragar saliva.- Pobre Petrus...- No quería pensar en qué podría haber vivido el profesor allí y, sobre todo, cómo habría pasado allí solo sus últimos momentos.

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Tardó en reaccionar pues al entrar a los alrededores de la antigua prisión de Piedra Alzada prefirió mantenerse alejado y observar bien el lugar en el que estaban entrando. Advertir cada paso con mucho cuidado y no descuidarse para no caer en ningún posible error o trampa. Se mantuvo atento y vigilante hasta que escuchó al paladín Gheorge caer. Velkan se movió actuando más por instinto que por raciocinio. Cuando estuvo cerca del hombre buscó con la mirada el motivo del dolor de éste, pero fue incapaz de encontrarlo. Las palabras no tardaron en dar sentido a lo que había sucedido. Entre dientes lo primero que dijo el salvaje con rabia fue.

—Magia...

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Tras observar unos segundos el interior del edificio, retrocedo hasta la posición donde están el paladín y los demás, a tiempo para escuchar la afirmación de velkan. Niego con la cabeza.

- No. No parece haber magia ahí dentro. Al contrario que en el agua, que... - En ese momento giro la cabeza hacia la superficie líquida y veo a los esqueletos emerger. - Mierda. - Avanzo hacia la orilla con decisión. - Tharath, quédate con Gruñido. 

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Mi sanación sobre Velkan ha terminado y Gheorghe parece recuperarse bien. Lo que menciona acerca de este lugar suena muy coherente, pero no me lo explico sin la presencia de magia:

"Debe haber sido víctima de un conjuro de miedo o similar pues, por más opresivo que es el ambiente en este lugar, no debería ser capaz de causar esa reacción en un paladín veterano como él. Esto me huele a hechicería oscura."

Pero ya ha pasado y eso es lo importante. Entonces veo como el Doctor Vandel apunta hacia el agua y, al girarme, veo como unos esqueletos se ponen de pie, emergiendo de esas aguas putrefactas. La presencia de no-muertos hace que mi sangre comience a hervir y me preparo para luchar. La batalla acaba de comenzar.

El Doctor Querio Vandel añade a su señal un título ficticio en la universidad de la vida, unas canas incipientes llenas de experiencia y una exclamación.

¡Esqueletos andantes!

Avanza valientemente al lado de Sascha y, al darse cuenta de que se ha convertido en parte de la primera linea de combate, se detiene. Tampoco hay que pecar de temeridad: mejor ceder el protagonismo de la lucha a sus compañeros. ¡Es la humildad, y no otra cosa, lo que le hace parecer un cobarde!

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La advertencia de Querio le hizo volver a mirar al agua. Un grupo de esqueletos emergía de ellas confirmando que aquella prisión estaba más que maldita. A pesar de haber dormido poco y mal, quizá por eso mismo su juicio estaba nublado, Konrad se apresuró, maza en mano, a enfrentarse con las hordas del mal.

- No te preocupes, Gheorghe.- Tranquilizó a su hermanastro aún convaleciente por lo que fuera que le hubiera dejado en ese estado.

Debo tomar el control de mi vida. Puedo hacerlo...puedo hacerlo...- Tener a Sascha y a los demás a su lado le daba confianza en sí mismo. Había entrenado mucho para este momento.

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Gruñido alternaba miradas nerviosas a la torre que albergaba hambrientos roedores, a las engañosamente calmas aguas que se distinguían en las inmediaciones de Piedra Alzada, y al ahora abierto portón del recinto. Algo extraño sucedió cuando el valiente hermano del señor Konrad, que siempre era un ejemplo de gallardía para todos, retrocedió entre boqueos aparentemente afectado por algo invisible. Gruñido se preguntó si habría espíritus guardianes en aquel lugar.

Luego vio su oportunidad en el hueco que había dejado la puerta al abrirse, y se dispuso a conducir a caballos y carruaje al interior con la esperanza de que fuera un lugar más seguro que al aire libre. Poco se podía imaginar que las aguas que tan mal augurio le habían dado albergaban un horror no muerto, al que odiaba con todas sus fuerzas.

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Los esqueletos comienzan a surgir y es momento de luchar. Veo el barro que sale pegado a sus huesos, indicando que no es poco el tiempo que llevan esos cuerpos en el fondo de aquellas turbias aguas. Pienso en cuando el Profesor vino acá y no fue atacado por esos esqueletos. Aquello solo puede significar dos cosas:

"O el poder que los está levantando tiene muchas formas de actuar y decidió matar al Profesor de otra forma o este poder no estaba en ese momento."

Puede significar varias cosas acerca de quienes están detrás de los extraños sucesos que están ocurriendo, pero en este momento no tenemos suficientes datos como para elaborar una teoría.

Ahora lo importante es actuar.

Avanzo raudo hacia los enemigos, intentando ponerme en primera fila pues soy quien tiene mayores protecciones metálicas para resistir sus embates. Mi intención es ser la primera fila de defensa mientras mis compañeros son capaces de rodearlos y acabarlos de forma selectiva.

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Escuchó las palabras de Querio Vandel que les advertía del peligro que estaba a su alrededor y poco después de que Janos amablemente le sanara algunas de sus heridas fijó su atención en lo señalado por el anciano. Su buena vista hizo el resto. No llegó a abalanzarse, primero estudió a sus oponentes con la cautela propia de un avezado cazador. Se fijó en sus movimientos, en su forma de andar y la velocidad a la que lo hacían para finalmente asentir con rotundidad. No era la primera vez que se enfrentaba a enemigos de ese estilo y la vez anterior había salido muy bien parado.

—Son lentos y blandos.

Dijo a modo de información para el resto de sus compañeros mientras comenzaba a avanzar posiciones y afirmaba sus manos sobre su hacha de batalla y su duro escudo. Debían acabar rápido con los enemigos pues sin duda los mayores peligros les esperarían dentro de la prisión. Por ese mismo motivo no se hizo esperar y avanzó hacia el ataque para destruir a los esqueletos con velocidad como ya había hecho con los otros en Ravengro.

PLANTA DE LOS TERRENOS DE LA PRISIÓN DE PIEDRA ALZADA:

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El entrecejo de Gruñido se frunció mientras veía salir al compañero lupino de Sascha por el gran portón, y sus temores se confirmaron cuando llegó a sus sensibles oídos el inconfundible sonido de una lucha armada. Algo o alguien amenazaba a los que se encontraban en el interior del recinto, y Gruñido poco podía hacer por auxiliarles con el asunto del carruaje entre manos.

Chasqueó los labios para aprestar a las monturas hacia el portón, haciendo que viraran a la izquierda nada más traspasarlo para así alejarlos del grueso de la refriega. Una vez las monturas estuvieran a salvo, ya pensaría en qué ayuda necesitaba el resto.

- Tsk, Tsk, ¡Arreeee caballoooo! Grwwwllll. -

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Los enemigos emergen lentamente, pero ya no hay vuelta atrás a iniciar un combate. Vuelta atrás que no daría incluso si pudiese pues el fin de mi formación como guerrero y hombre de Fe es luchar contra la abominación de la no-muerte. Los ideales de caballería que debo aprender como escudero tampoco se alejan y no hay batalla más gloriosa y deseada para mí que aquella en la que estoy defendiendo a los vivos de los poderes nigrománticos.

 - "Soy el escudo que protege la vida. ¡Intenten derrotarme!"

Las palabras salen de mi boca mientras avanzo todo lo posible hacia ellos para llamar su atención. Mantengo mi escudo en alto, preparado para resistir sus ataques y sabiendo que mi brazo lucha con fuerza pero es la voluntad de Sarenrae la que me protege realmente. Nada puede derrotar aquel poder.

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El problema de Konrad es que no dedicaba todo su tiempo a entrenar en el combate con las armas. Su vida era demasiado rica e intensa como para pasarse todo el día entrenando. Así le iba. Decidido como pocas veces había estado en su vida se dirigió al primer esqueleto que salía trabajosamente del agua. El golpe de maza fue tan discreto que ni el saco de huesos debió percatarse de ello.

MUAHAHAHAHAHA....- Un sudor frío perló el labio superior del noble al escuchar la risotada burlona. No podía ser. Debía calmarse. Ahí estaban. Los tambores.

Los haré callar.