Partida Rol por web

ALA NORTE, LA PESADILLA INTERMINABLE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

QUINTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 8 DE ABADIO.

PASADO EL MEDIODÍA.

Nada más levantarse, Gheorghe recibió otro golpe, aunque de un tipo distinto a los que había recibido hasta el momento. Un golpe que casi le hizo caer, y que logró que trastabillara hasta la pared más cercana, apoyándose para no perder pie, mientras en su rostro, que había adoptado una palidez casi propia de un cadáver, sus ojos miraban más allá del asilo. Mucho más allá, más allá de las nieblas, la prisión. Viendo algo horrendo. Algo que trastocaba permanentemente todo, no solo su situación actual, si no también sus planes de futuro.

-Gabriel ha...-empezó, con un hilo de voz, obligándose a terminar aquella frase-... Muerto. 

Aquello era increíblemente doloroso de pronunciar, pero el resto de los presentes debían saberlo. Debían estar al tanto de que el detective no volvería con ellos nunca más... Y, del mismo modo, él nunca volvería a ver al resto de sus compañeros. No sin resolver antes los problemas del asilo, por supuesto.

-Janos. Ya no puedo volver. Me temo que mi juramento de proteger a Kendra y honrar al Profesor Lorrimor va a tener que verse abandonado por las circunstancias. Ahora mi lugar está aquí. Cuando vuelvas, debes comunicárselo al resto, y disculparme con Kendra y con Konrad. Además de asegurarte de que hagan lo correcto, llegado el caso. 

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INVIERNO, AÑO 4711 RA.

QUINTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 8 DE ABADIO.

PASADO EL MEDIODÍA.

¿Cómo ha muerto? - Aquello era casi inconcebible para Sebastián Moro pues había visto partir a Gabriel en unas condiciones aceptables hacía apenas unos instantes. Al otro lado debían estar enfrentandose a un peligro extraordinario que había dejado al límite a Gheorghe y Janos para a continuación fulminar a Gabriel.- ¿Y cómo puedes saberlo? Tú ya no estabas allí. - A pesar de las dudas expresadas, el sacerdote tenía la certeza de que el paladín había dicho la verdad.

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INVIERNO, AÑO 4711 RA.

QUINTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 8 DE ABADIO.

PASADO EL MEDIODÍA.

Mientras Enterrador observaba lo encontrado en el cadáver del ordenanzas se detuvo para alzar la vista y mirar al sacerdote de Sarenrae cuando este propuso echarse a dormir.

Nuestro gozo en un pozo, pensó el enterrador suspirando con cierto desaliento cuando Janos habló, y negó con la cabeza. No pudo negar que había esperado que, en algún momento, el clérigo del "otro lado" viniera a echarles una mano ante la imposibilidad de Anciano de poder sanar adecuadamente al grupo, dada la limitada capacidad de miedos del viejo sacerdote, así como su arbitrariedad a la hora de hacerlo, administrándolos y dispensándolos de una manera que Anselmo no estaba totalmente de acuerdo.

Pero son sus curaciones y él las otorga a su placer, pensó con resignación al pensar que había gastado las pocas curaciones que le quedaban para alzar a los recién llegados, algo necesario e inevitable, y estos estaban, en recursos, más secos que un cadáver momificado. Estamos apañados.

- Me parece que tu propuesta de dormir no es viable, Janos - dijo negando con la cabeza -. Las nieblas amarillas y la maldición campan a sus anchas por este lugar. El efecto pernicioso que tienen es que si te duermes y estas nieblas te alcanzan, cosa no muy difícil, es muy probable que el Andrajoso te visite en sueños. En el Mundo de los Sueños es un ser todopoderoso, pudiendo lograr que despiertes totalmente enloquecido... o transformado en un muerto viviente o una aberración - indicó haciendo un gesto con la barbilla hacia la puerta sur de la habitación, abierta, donde se encontraban y desde donde se podía ver el cadáver de un ghoul -. Hasta ahora hemos podido dormir y descansar en un refugio seguro, antigua capilla de Pharasma. Pero su poder casi ha menguado y su protección caerá en cualquier momento - explicó -. Y el responsable de esas nieblas que moran este lugar maldito es el profeta del Dios Amarillo y agente del Androjoso: Ulver Zandalus - explicó redundando en lo que ya dijera Velkan solo que indicando el pernicioso poder de la niebla y la incapacidad de pararse a dormir.

- Zandalus no estará solo, sino que protegido por sus adláteres más allegados y temibles. En cambio nosotros...tsk - dijo chasqueando la lengua y haciendo un pase con la mano, indicando las múltiples heridas de la mayor parte de los presentes y su lamentable estado de salud, aparte de sus capacidades sobrenaturales agotadas.

Mientras meditaba lo aciago de la situación y el probable escaso apoyo que obtendrían de los recién llegados, para más inri, el caballero dio una funesta noticia que a Anselmo le sentó como un mazazo. Aturdido miró a Gheorghe.

- ¿De qué diablos hablas? Acaba de marcharse hace unos segundos, en buen estado de salud. ¿Cómo diantres puede haber muerto? ¿Cómo lo sabes? - preguntó entre incrédulo y enfadado, no queriendo aceptar aquella afirmación del paladín y uniéndose a los comentarios de Anciano Sabio.

Una congoja invadió al sepulturero. Acababa de despedirse de Buscador y recibido de este, generosamente, la poción de curación que guardaba en su bandolera, antes de evaporarse en las nieblas que lo llevaban "allá" y que traían al caballero. ¿Y ahora estaba muerto? No quería creerlo.

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El bárbaro escuchó las palabras del paladín mientras aseguraba la caja ayudando a Enterrador y Tormento de Tinieblas. Se mantuvo en silencio pues las nuevas noticias no eran cosa sencilla de digerir. No fue hasta que no preguntó Anciano Sabio que él habló.

—Lo ha sentido porque está unido a él. Yo también siento cuando Alexei o Réquiem como le llamáis aquí está en peligro.

Tras eso se giró y miró a Gheorghe y habló despacio, mostrando algunos de los pensamientos que llevaban tiempo anidados en su mente y no era capaz de eliminar.

—Quizás no te quedes aquí solo Gheorghe, si matamos a Zandalus creo que las nieblas desaparecerán y es posible que no podamos volver a Ravengro salvo que lo hagamos por métodos tradicionales.

Suspiró tras decirlo porque eso era una idea que llevaba mucho tiempo barruntando y no había sido capaz de responderse con claridad. Las cosas que implicaban la magia siempre le superaban porque sus conocimientos en aquel campo eran inexistentes y cada pequeño retazo de magia que aparecía en su camino le perturbaba.

—Si estáis heridos y desarmados, no merece la pena que nos acompañéis sería exponeros a morir sin necesidad. Creo que lo mejor es que os quedéis aquí abajo y que Enterrador, Tormento de Tinieblas, Anciano Sabio y yo subamos y acabemos con ese tipo. No podemos quedarnos a dormir, cuando descubran la matanza que hemos hecho aquí abajo estarán alerta y no podremos acabar con él con facilidad. Hay que ponerse en marcha.

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QUINTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 8 DE ABADIO.

PASADO EL MEDIODÍA.

La incredulidad ante sus palabras, aunque inesperada, era en cierto modo lógica. Tenían razón, ¿cómo podía saberlo? ¿Cómo podía Gabriel haber muerto así, tan rápido y de manera tan despiadada? Y, sin embargo, lo sabía.

-Todos parecemos estar conectados a alguien del otro lado. Eso deberíais saberlo ya. Una conexión fuerte, sobrenatural... Pero no sólo. Amistad, simpatía, algo que ha ayudado a este nexo repugnante que nos hace ir y venir. Pero no sólo. A veces, al menos al otro lado, alguien os ha visto. O ha soñado con vosotros. Con aquel al que parece estar unido, al menos-explicó el paladín con paciencia, a pesar de no encontrarse en el mejor estado, ni físico ni anímico-supongo que esa unión no funciona sólo para llevarnos y traernos. De algún modo, he sentido como ese nexo se cortaba, de forma definitiva. Como una puñalada, pero sin hoja hundida en mis costillas. Como un rayo mágico, pero sin convertirme en ceniza... No sabría expresarlo mejor. Solo sé, con total seguridad, que Gabriel ha muerto. 

-Y, por fuerza, ha debido ser el Hombre Salpicadura-continuó explicando el paladín-es el fantasma de un antiguo criminal, un usuario de magia, cuyos poderes parecen haber aumentado en la muerte. Aunque otros lograron escapar, Janos y yo mismo íbamos más retrasados, tanto por nuestro pesado equipamiento como por el deber de cubrir la retirada. Supongo que, en su aparición cuando nos tomaron el puesto, quedaron demasiado expuestos... Y los conjuros y criaturas de ese malnacido hicieron el resto. 

Ante las palabras de Velkan, se encogió de hombros.

-No sé si podremos volver una vez resuelto esto. Sea como sea, debería quedarme alguna capacidad curativa, aunque no muchas. Y si consigo un arma, podría prestar algún apoyo. 

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Veo que mi maestro parece abatido y sus palabras solo vuelven realidad un terrible miedo latente que todos hemos tenido alguna vez. Ahora ha sido el Buscador de la Verdad. Miro el suelo, abatido también pues ese hombre me caía muy bien y aún guardo buenos recuerdos bebiendo con él en Ravengro la última vez que las nieblas le llevaron.

 - "¿El Señor Alarico ha..."

No es posible pero tengo absoluta confianza de que Gheorghe no diría una cosa así sin estar seguro. La realidad es esa y no hay nada que podamos hacer desde aquí ante eso.

"¡Que Sarenrae cuide de su alma!"

Suspiro pero entonces escucho algo que me parece igual de horroroso y que no puedo permitir. Me acerco a mi maestro y le espeto:

 - "¡No puedo permitir que usted se quede aquí si las nieblas deciden devolverme! ¡Usted es mi maestro y es mi deber estar con usted!"

La idea que me plantea de disculparle y seguir sin él con el asunto del Profesor Lorrimor es algo que está fuera de mi alcance. Soy solo su escudero y no puedo estar sin su guía y tutela. No estoy preparado y le quiero como a un hermano mayor que admiro con todas mis fuerzas. No quiero, no puedo volver sin él.

Enterrador explica el motivo por el que no podemos descansar y no soy quien para decirles lo contrario mas dudo realmente de la capacidad de que solo los cuatro puedan derrotar a tan poderoso enemigo si además está junto con sus seguidores. El Hombre Salpicadura mató al Señor Alarico y este tal Zandalus podría perfectamente matarlos a ellos si no aportamos.

Miro a mi maestro y le ofrezco la daga que tengo, que tiene cierta corrosión por ácido del cieno gris que nos atacó:

 - "Solo tengo mi cimitarra y esta daga. Sin mi cimitarra, Sarenrae no bendecirá mis ataques por lo que solo puedo ofrecerle esto. Sé que no querrá mantenernos al margen del combate, yo tampoco, pero no debe ir desarmado por este lugar."

Mi mirada es firme. Sé que cualquier golpe podría matarme, pero soy un hombre decidido y de Fe, por lo que no me quedaré sin ayudar en lo que pueda. Quizás la vida se me vaya en esta lucha, pero prefiero eso que vivir con la cobardía de dejar al resto de mis amigos morir. Eso no está en mí y jamás lo estará, tengo a Sarenrae de testigo.

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-Janos, tu deber es el mismo que el mío-replicó Gheorghe, con tono calmado, algo más entero-combatir al mal allá donde se encuentre. Sabes que nuestros compañeros han quedado expuestos en la Prisión, con un miembro menos para imponerse al mal, y seguramente sin ningún tipo de apoyo religioso o sanación. Cuando se presente la oportunidad, debes volver, y ser su brújula moral y su apoyo divino para acabar con ese mal.

Por supuesto, aceptó la daga corroída. Por un lado, aquel garrote parecía demasiado endeble y tosco para blandirlo como es debido, y bastante mal estaban las cosas para ponerse peor. Y por otro, la daga del viejo sacerdote era un objeto ritual. No se sentiría cómodo privando de su apoyo religioso a un buen hombre, aunque hubiera decidido dedicarse a Pharasma en vez de a Iomedae. 

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Mi maestro recibe mi daga mientras me recuerda el deber que está por encima de nosotros, de ambos. Luchar contra el mal y detenerlo donde aparezca. Nuestros compañeros en Piedra Alzada se están enfrentando con no-muertos, mis enemigos jurados y necesitan el apoyo de alguien que pueda enfrentarse a ellos como competencia. Es algo para lo que me he entrenado toda la vida, para lo que el mismo Profesor Lorrimor me ayudó a desarrollar mis habilidades. No puedo fallarle a su memoria abandonando a su hija ante los peligros que se ciernen sobre Ravengro.

Asiento a sus palabras pues sé, en el fondo, que son ciertas y si él me dice que es mi deber, pues así lo es entonces.

Aquel perro me parece extraño, por lo que invoco el poder de Sarenrae para detectar las fuentes de magia a mi alrededor. Me fijo en la caja bajo la que está la criatura pero no detecto magia alguna mas si veo magia en el cuerpo que mis compañeros registran. Ahí hay objetos mágicos pero no necesito señalarlo pues mis compañeros lo saben y ya están investigando aquellas adquisiciones.

Espero a que el resto esté listo para continuar pues no tengo ni idea de cual es la dirección en la que debemos avanzar. Este lugar es un sanatorio pero parece ser mucho más grande de lo que estoy acostumbrado a ver. Mejor será seguir a quienes conocen este sitio.

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El resto comienza a armarse para continuar con la batalla. Gheorghe es el que tiene más problemas pues su espada larga de quebró durante la batalla contra el Hombre Salpicadura y ahora solo cuenta con las armas que el resto le brindemos. Ya le pasé mi daga corroída pero es un arma pobre que no le ayudará demasiado. El clérigo de Pharasma le ofrece su daga ceremonial pero él la rechaza pues no es apropiado que le despoje algo con tanto valor espiritual.

Finalmente el extraño monje le ofrece una hachuela de plata para que utilice. Siento las heridas sobre mi cuerpo y bebo la única poción de curación que tengo entre mis ropas. Siento de inmediato como me ayuda pero no estoy listo para enfrentarme a un peligro demasiado grande.

Entonces caigo en la cuenta de que no sé quienes son esas personas y decido hablarle al anciano y al monje:

 - "Quizás ustedes no me recuerden pero yo soy Janos Dimitriev Mykerinos, escudero del Paladín Gheorghe Mykas. Nos conocimos hace años en la expedición del Profesor Lorrimor. Siento que les conozco pero no consigo acceder a los recuerdos, así mismo como siento que el poder de mi diosa está más lejos de lo que debería."

Esa última sensación es algo complejo pues siento que me cuesta acceder a sus dones pero sigo confiando en el sus poderes serán capaces de llegar a mí cuando lo necesite. Bueno, solo hay una forma de estar seguro y es poniendo a prueba mi conexión con Sarenrae. Supongo que saberlo ahora mejor que en medio del peligro.

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Tras dedicar una oración por el alma de Gabriel Alarico conocido como Buscador de la Verdad, sacó su skane y lo tendió al paladín.

Sebastián Moro nunca hubiese ofrecido su daga ceremonial de no ser por lo desesperado de la situación. Él también estaba herido y si los enemigos abatían a los guerreros, el sacerdote caería al primer golpe, así que esgrimir la daga como arma no iba a suponer una ayuda para el grupo. Aún así tenía un enorme valor simbólico y se sintió aliviado cuando Gheorghe declinó su ofrecimiento. Tenía otra cosa que ofrecer, una poción de curación. Se la tendió y añadió:

-Consumid los elixires sanadores compañeros. El tiempo apremia de esta parte. No sé las consecuencias a gran escala que tendría que el sanatorio sucumbiera ante la niebla y el influjo del Hombre Andrajoso, pero a pequeña escala no solo moriríamos nosotros sino que nuestro fracaso condenaría también a los supervivientes que se apiñan en el refugio de Winter, una sacerdotisa de Pharasma. En el refugio están al límite. Tal vez puedan aguantar una noche más, dudo que lleguen a superar una segunda noche si no acabamos con Zandalus. Nosotros somos su única esperanza y nosotros tampoco podremos descansar y recuperarnos sin la protección que nos brindan. En definitiva, no nos queda tiempo. Estas pociones nos ofrecen la oportunidad de seguir avanzando y realmente no tenemos elección. Consumidlas, recuperad fuerzas y prosigamos enfrentando los nuevos desafíos de uno en uno.

En cuanto a la pérdida de memoria,  Janos, nos pasa a todos aquí. Sabemos nuestros nombres porque los leímos en las fichas médicas. No recordamos casi nada. Pero no hemos perdido nuestras habilidades. A veces descubrimos que podemos hacer algo justo cuando necesitamos hacerlo y el instinto nos lleva a intentarlo.

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El anciano cuenta acerca del peligro de las nieblas amarillas así como la gran amenaza que significa ese tal Zandalus. Suena a un tipo temible y no me cabe en la cabeza el motivo para causar tanto daño y dolor. Un hombre así solo puede merecer la purga, por más que Gheorghe sea más amigo de intentar mediar y redimir, creo que hay actos que no merecen perdón.

Luego de eso comenta el asunto de la memoria y es algo muy extraño pero puede ser que estas mismas nieblas sean las que nublan los recuerdos de todos los presentes y quienes están relacionados a ellos. No termino de entender el efecto pero tiendo a pensar que, de alguna manera misteriosa, sacan todo lo que está en este lugar de la "realidad". No es tanto un conocimiento como una forma intuitiva de denominarlo.

Pero lo más inmediato es constatar que mi conexión con la Diosa Solar está intacta a pesar de estar acá. Veo quien de los presentes es el más herido y no me cuesta mucho entender que es mi maestro quien tiene las heridas más profundas. Me acerco a él y, recogiendo toda mi devoción por Sarenrae, pongo una mano en su pecho y un poco de energía sanadora brota hacia él, cerrando un par de heridas sangrantes. No es mucho pero no tengo más en estos momentos.

A pesar de no ser un gran aporte, la sonrisa en mi rostro es importante pues me vuelve muy feliz saber que mi diosa aún está ahí, escuchándome y apoyándome a pesar de la distancia y las barreras. Es alguien en quien puedo confiar y seguiré haciéndolo mientras haya vida en mi interior.

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El anciano sacerdote vio el gesto de alivio en Janos cuando constató que podía hacer uso de sus poderes curativos y comprendió su situación pues él mismo se había sentido perdido en el sanatorio hasta que descubrió su conexión con Pharasma y eso que el anciano no sabía al principio ni siquiera que había sido sacerdote. Sin enbargo se sintió desesperadamente vacío hasta que experimentó la conexión. Era una conexión débil, pero estaba ahí, Pharasma estaba ahí, siempre presente de algún modo.

Después se centró en seguir avanzando. El ascenso al piso superior por allí iba a resultar algo dificil, una caída complicaría más las cosas al ya de por sí debilitado grupo. ¿Es que no había otro acceso?

-¿Acaso no hay otro modo de subir? Acceder por este punto es un riesgo. - Por como estaban diseñado el sanatorio debía haber otras escaleras, probablemente en el área en el que los cultistas habían montado su campamento. Sebastián Moro trató de recordar lo que había visto pero su memoria ya no era la que había sido.

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Mientras sus compañeros conversaban Velkan se mantuvo meditabundo. No le gustaba tener que pedir o mostrar algún signo de debilidad, pero dadas las circunstancias no estaba en una situación en la que pudiera permitir a su orgullo apoderarse de sus decisiones.

—Me iría bien una de esas pociones de sanación. Estoy listo para combatir pero si el desafío que nos espera es superior al que nos hemos enfrentado ya, necesitaré contar con toda la energía que sea posible.

Sus heridas habían disminuido en cantidad y profundidad, pero seguían estando presentes en su cuerpo. Cualquiera que observara al bárbaro aunque fuera por unos cortos instantes descubriría que era un hombre terriblemente dañado. Él mismo, que no era un hombre demasiado brillante, sabía que no estaba en las mejores condiciones y que el grupo necesitaba su apoyo a la hora del combate.

—Creo que puedo trepar sin demasiados problemas, si alguno me tiende una cuerda podré ayudar a subir a los que os cueste más.

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Tras tomar una de las pociones logró sentirse algo mejor, aunque sabiendo lo que tenían por delante en aquel horripilante y, ante una palabra mejor, erróneo lugar, aquello suponía flaco consuelo. Aquel hacha, aunque no siendo a lo que estaba acostumbrado, sin duda sería útil. Igual que las pociones, y todo lo que pudieran poner de su lado. Agradeció a Janos la sanación con un leve asentimiento, quedando a la espera de que las cosas se movieran... Sin gran éxito.

-Alguien debería dar uso a ese escudo, no creo que la protección adicional sea algo que deba ser ignorado. Y deberíamos concretar un plan. 

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Enterrador, una vez comenzó a asumir que probablemente no volvería a ver a Buscador, entró en un mutismo aderezado con pequeñas muecas o farfullos de rabia fruto de la impotencia, mientras examinaba las pociones obtenidas del cadáver del ordenanzas. Cada vez que identificaba el uso de cada una las dejaba con brusquedad, haciendo sonar el culo de cada frasco contra el techo de la jaula, donde las apoyaba.

Cálmate o terminarás por romperlas, trató de pensar.

- ¡Y tú cállate! - le exigió al chucho que gemía lastimosamente, no encontrando un blanco contra quien descargar su frustración. Caminó resoplando, con enfado, hacia la botella que nadie parecía advertir, en el suelo, dejada por Nigromante antes de desaparecer y la juntó con el resto. Posteriormente extrajo de uno de los bolsillos de su bata la botella que le diera el desaparecido Buscador, brindó con ella en honor a su compañero y bebió, sintiéndose de inmediato mucho mejor.

Buena añada la tuya, amigo, admitió.

Tormento decidió beber una de las botellas, mas sus heridas seguían siendo severas. Ante las dudas y pasividades del resto, el enterrador no dudó en tomar la palabra.

- Tormento, tómate otra. Lo vas a necesitar - aseveró, casi ordenándoselo. Si nadie se decidía y estaban en su mayoría en vacilaciones, él volvería a tomar la voz cantante, como ya hiciera en el pasado.

- Velkan, toma esta - le dijo al bárbaro cogiendo y acercándole la botella que dejara Nigromante. Hasta ahora el bárbaro había sido el más resolutivo y no dudó en entregarle la mejor poción disponible. No sabía de las capacidades combativas de Janos ni de Gheorghe, por ello que apostara por lo conocido.

Con respecto al trepar por la escala, podía ser algo complicado para algunos de los presentes, especialmente los que portasen armaduras más pesadas.

¿Una cuerda? Eso sería mucho pedir, dijo mirando alrededor, como si por el mero hecho de desearla fuera a aparecer. Y de cierto modo apareció.

- No hace falta llevarse la cama y al enfermo con ella. Nos basta con sus sábanas y mantas - dijo, mirando otras camas donde, tal vez, podrían obtener los susodichos materiales.

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Con esfuerzo fue moviendo la cama y apilaba las cajas con ayuda de los recién llegados, bueno en realidad ellos hacían la mayor parte del trabajo dada la poca fuerza del anciano sacerdote.

Mientras lo hacía vio a Velkan consumir una de las pociones y restablecerse por completo, lo cual no le sorprendió del todo ya que los magos alteraban el mundo ayudados por su voluntad y el poderoso instinto del bárbaro surgido de su inquebrantable voluntad de vivir sin duda influyó en las propiedades de la poción extrayendo todo su potencial. El propio sacerdote descubrió que carecía de dicho instinto de supervivencia, a estas alturas la muerte sería un descanso y no le importaba acudir junto a su diosa. Lo que le mantenía en movimiento era la determinación de acabar con el Hombre Andrajoso y la amenaza que suponía para el propio tejido de la realidad. No desfallecería hasta completar la misión; lo que ocurriese después le daba igual porque, abrumado por una profunda sensación de melancolía, tenía la certeza de estar acabado.

Anselmo habló tratando de organizarles, lo cual estaba bien. Siempre era necesario que alguien tomase la responsabilidad del liderazgo, sin embargo en aquel momento ya estaban en movimiento y las cosas que hacer estaban claras.

- Amigo Paddock- dijo jadeante mientras ayudaba a empujar las cajas - esta cama es la única disponible y ya casi la tenemos colocada en su sitio. El objetivo es llegar a la torre oeste. Y por el momento la única vía que conocemos pasa por ascender al piso superior en primer lugar y por acabar con el vomitador de niebla en segundo lugar. Después nos tocará analizar la nueva situación que se nos presente y decidir como avanzar, pero ahora mismo no hace falta pensar, solo ponerse en movimiento.

Cayó entonces en la cuenta de que no habían acabado con todas las amenazas - Esperad, el Voonith anda suelto, le estamos dejando al herido en bandeja para que lo mate y lo devore, también podría sacar a la entidad extraplanar con apariencia de perro de la caja. No podemos irnos sin más. Tenemos que hacer algo.

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Gheorghe había estado ayudando con las cajas, apretando los dientes para sobrellevar el dolor de las heridas que aún llevaba encima, sin saber muy bien qué encontrarían arriba o qué se esperaría que hicieran. Sin embargo, las nuevas palabras del viejo sacerdote le confundieron aún más.

-¿Voonith? ¿Criatura? ¿Qué es lo que ocurre? No veo ningún enemigo por aquí, ¿acaso se os escapó alguno de ellos?

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Disculpa la falta de explicaciones, también para nosotros todo esto está siendo confuso aunque no tanto como para tí, desde luego.

Verás, lo que gime en la caja con apariencia de perro inofensivo no es tal. No sabemos lo que es, pero puedo percibir que no es de este plano y que es peligroso. No parece estar dotado de inteligencia así que no creo que su apariencia sea una astucia consciente para que nos confiemos y acabar con nosotros, pero aún así es peligroso y no creo que sea bueno sacarlo de la caja.

En cuanto al Voonith, antes entre los pasillos hemos visto un extraño depredador. Nuestro número lo ha disuadido de acercarse pero ronda cerca sin duda y si subimos al piso superior sin más, estaremos dejando al paciente herido a merced del depredador. Puede que también intente devorar a lo que crea que es un perro indefenso y se las apañe para tirar la caja. No sé qué ocurrirá entonces, o bien el Voonith acaba con el ente extraplanar o viceversa. Me inclino a apostar por lo segundo y entonces el ente estará suelto. No sé, quizá dberíamos acabar con el ente con apariencia de perro y luego tratar de abatir al Voonith, pero me preocupa que nos dilatemos en una cacería inútil cuando andamos tan escasos de tiempo... pero dejar peligros a nuestra espalda puede ser fatal si nos vemos en la necesidad de retirarnos de un combate.

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Enterrador hubiera apostado por no tener que mover todas las cajas y camas para la ascensión de la escalinata, limitándose a reunir sábanas y atarlas unas con otras para hacer una cuerda improvisada que ayudase en la escala. Mas los más afectados debido a su edad o armaduras ya se habían puesto manos a la obra. La insistencia de Anciano al respecto hizo que el enterrador se encogiera de hombros y ayudase en el transporte.

El viejo sacerdote explicó al caballero sobre diversos horrores rondando por la zona, aun activos y peligrosos, surgiendo la duda sobre donde dejar al enfermo inconsciente.

- Podemos llevarlo a la habitación de la escalada, pero no más allá - opinó -. El voonith solo se asomó por los corredores principales cuando detecto movimientos: los nuestros. Pero al ver que éramos "demasiados movimientos", desistió retirándose y volviendo a su zona de origen. Solo podemos esperar que, repentinamente, no se vuelva lo curioso que hasta ahora no había sido y decida errar por las habitaciones hasta dar con el paciente - dijo el vigilante, dejando bien claro que no había opción de cargar con él a un sitio donde, quizás, correría aun más peligro.

- Si dispusiéramos de tiempo y recursos te daría toda la razón del mundo, Anciano - admitió al clérigo sobre su opinión de no dejar posibles oponentes a sus espaldas -. Como no tenemos ni lo uno ni lo otro debemos arriesgarnos y actuar de tal manera, atajando y atacando lo prioritario - aseveró, tratando de no entrar de nuevo en la discusión que tuvieran hace una hora, exacta y concretamente por ese motivo -. Si nos liquidamos al tipo de las nubes... puede significar que estas cesen y que el dormir o descansar sea algo factible, pudiendo recuperar nuestras capacidades sobrenaturales - teorizó.

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Por lo que entiendo, parece que el objetivo está más arriba, en el piso superior. Sebastián Moro tiene la idea de apilar ciertas cosas para poder trepar a una suerte de saliente que nos llevará al objetivo. No sé realmente si sea una buena idea pero el anciano está empeñado en apilar cajas y camillas para poder acceder de manera más fácil.

Considerando el peso extra que llevo y lo incómoda de mi armadura, agradezco aquellos esfuerzos.

 - "Yo le ayudo."

Apoyo al anciano para poder mover esas pesadas cosas y así formar una escalinata improvisada. Después de unos momentos, conseguimos forjar algo medianamente decente para poder trepar. Lo veo satisfecho y sé que por ahí podría conseguirlo.

Mientras tanto, el resto hablar de un tal Voonith y no estoy seguro de saber qué es eso pero hablan de él como un depredador que está rondando por los pasillos y habitaciones del lugar. Espero, al igual que Sebastián, que no nos suponga problemas en el momento menos apropiado.