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Historias del Dominio

Carellyn, el reencuentro

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09/08/2019, 23:56
Director

Aquella noche Carellyn estaba agotada. Notaba que no sólo su cuerpo, sino su mente necesitaban descansar. Había sido un día intenso en todos los sentidos. Resultaba curioso como en la vida podían transcurrir los días sin acontecimientos relevantes, y en un sólo día no cesar hasta el punto de tener que replantearse todo lo que había dado por sentado.

Se retiró pronto de la cena, pues sus ojos ya casi ni aguantaban abiertos y la noche la embriagaba con la posibilidad de abrazarla en su descanso. Ni siquiera fue consciente de haberse quedado dormida. Sólo de tumbarse en el lecho, hasta que unos ruidos la desvelaron un momento. Parecían que provenían de la puerta de Meredith, pero el cansancio pudo con ella sin darle más importancia. Mientras trataba de conciliar el sueño de nuevo, una voz llegó a ser audible desde el ventanal, abierto de par en par, que provenía del patio de armas. La voz le resultó familiar, aunque más grave y adulta. Tuvo que asomarse por curiosidad, pues en su interior sabía de quien podría tratarse. 

Meredith se encontraba hablando con un joven, al parecer caballero, por las armas que portaba su caballo. A ella que siempre hablaba bajo, era casi imposible escucharla, pero a él, que sin intención de elevar la voz, su tono natural lo hacían audible si se prestaba atención. No tardó en reconocerlo, a pesar de que el leve reflejo de la luz en su rostro y la distancia no daban para una total confirmación. Pero aquella figura alta y estilizada de anchos hombros, los gestos y poses, incluso la sonrisa, no le eran desconocidos. Incluso la forma de ese mentón. Eran como los de su padre, en un joven que aparentaba veinte días del nombre o puede que algo más con aquella barba de viaje que lucía. No necesitó más para saber que era Arlo. El niño que recordaba se había convertido en un hombre que levantaba una cabeza sobre la dama de confianza de la casa Stronghorse. Su voz era más grave, su pelo había oscurecido, legado de su madre, al igual que algún rasgo más. Pero salvo pequeños detalles, nadie dudaría que Lorth Mathis era su padre.

...lamento las horas. Sé que son del todo inadecuadas. Pero siendo totalmente sincero....me muero por dormir en un lecho de verdad. — Sonrió a Meredith con un expresión afable que habría cautivado a los salvajes de más allá del Muro.—

Meredith, pareció por los gestos que hacía quitarle importancia al asunto. Y hablar algo más con él.

No, no es necesario. Me enteré que mi tía acaba de ser madre y supongo que necesita descansar. No os preocupéis. Mañana la veré. Y no os preocupéis tampoco por mis caballeros. Ellos descansaran en el campamento de la escolta de mi tía. No hay ningún problema. — Continuó manteniendo ese talante agradable y cortés.

Meredith le hizo un gesto para que esperase, de un modo muy respetuoso y se ausentó unos segundos en los que volvió con otro candil, momento que Arlo aprovechó para retirarse hacia la entrada del castillo y decir algo a dos de los hombres que lo habían acompañado y que estaban esperando. 

Otras dos sirvientas aparecieron unos segundos más tardes para acompañar a Meredith ante la atenta mirada de la guardia nocturna. Una vez que estuvo con Arlo, se dispuso a acompañarlo junto a las criadas, probablemente hacia la torre de los invitados, pero Arlo la interrumpió.

Bueno, a decir verdad, sí que quisiera pediros un pequeño favor. — Anunció con el mismo encanto natural que mostraba la tía Rhonda. Debía ser algo de familia.

Hace ya casi seis años que no veo a mi hermana Carellyn. ¿Sería mucho inconveniente pediros que la avisáseis de que estoy aquí. Aunque esté dormida...?— Sonrió con complicidad. —Mi tía viene de un viaje largo, y casi de dar a luz. Pero mi hermana...¡espero que no!.—  Bromeó de nuevo, arrancando la risa de Meredith. Algo contestó ella al instante.

Sí, incluso aquí. Mucho mejor, y aprovechamos un poco la brisa de la noche. Hoy ha sido un día infernal y se agradece este aire.—

Meredith se dirigió a las sirvientas que continuaron sin ella, sin duda en dirección a la torre, mientras Meredith hacía una reverencia y volvía sobre sus pasos en busca de Carellyn.

Arlo dejó entonces el candil en el suelo y comenzó a quitarse los guantes mientras echaba un vistazo a su alrededor con curiosidad, a la construcción, al castillo en sí, con un rostro que pasó de sonriente a serio en cuanto Meredith se hubo alejado unos metros.

 

Notas de juego

Lo dejo ahí porque no sé si esperaría a que llegue Meredith o ya Carellyn se habría puesto en marcha.

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10/08/2019, 14:46
Carellyn Flores

La mente de Carellyn estaba tan llena de cosas después de aquel día, había tantas cosas en las que quería pensar y que quería todavía hacer, que cuando llegó por fin a su cuarto no hizo ninguna. Apenas alcanzó a ponerse el camisón y tumbarse en la cama antes de que los ojos se le cerrasen por sí solos y el sueño la arrastrase. 

Durmió profundamente, al menos hasta que un ruido la sacó de la nebulosa de los sueños y la hizo consciente a medias de su entorno. Con un suspiro giró sobre sí misma y estaba volviendo a adormecerse cuando escuchó una voz que vibró en su pecho, acelerando su corazón. Ahí sus ojos se abrieron de golpe y se puso en pie como activada por un resorte para correr hacia la ventana. ¿Podía ser...? Sus ojos recorrieron con ansia esa figura con la que hablaba Meredith y sintió cómo sus latidos resonaban con fuerza en sus sienes y en su garganta. Por los Siete, qué cambiado estaba... ¡Pero era! ¡Era él! 

Al ver que Meredith se disponía a llevarlo a la torre de invitados Carellyn se mordió el labio, debatiéndose entre gritar para saludarle, algo que estaría completamente fuera de lugar en mitad de la noche, o dejarlo descansar. Pero en cuanto le escuchó pronunciar su nombre todas las dudas que pudiera tener se disolvieron en el aire. Ni siquiera esperó a ver qué le respondía Meredith, abandonó la ventana y revoloteó por su cuarto a toda prisa. Se puso unos escarpines y cogió al vuelo una capa fina de color azul celeste para cubrir su camisón blanco. Estaba tan emocionada que salió a la carrera y no se preocupó por sus cabellos despeinados y al aire. 

Ni siquiera dedicó más que un leve gesto con la mano a los guardias con los que se cruzó, sin detenerse a dar las explicaciones que habría dado cualquier otra noche. Cualquiera que la conociese se habría extrañado de verla correr de esa manera, pues ella siempre se mostraba como una muchacha tranquila y comedida, que se movía con discreción. Pero sus ojos brillaban de tal manera y tenía una sonrisa tan grande en los labios, que nadie con quien se cruzase podría pensar que le sucedía algo malo. 

—¡Está aquí! —exclamó, riendo feliz al cruzarse con Meredith, sin detenerse. 

Así que cuando por fin salió del castillo lo hizo con la respiración agitada y las mejillas sonrosadas por la carrera. Apenas se detuvo un instante a coger algo de aire, buscándolo con la mirada, y al localizarlo corrió de nuevo hacia él. Poco le importaba que alguien pudiese pensar que aquel era un saludo de lo más inapropiado, se lanzó a sus brazos para abrazarlo muy fuerte.

—Arlo, Arlo, has venido —empezó a decir, aún sin soltarlo—. Por los Siete, cuánto te he echado de menos. Y qué alto estás, por favor, casi no te llego. 

Se apartó un poco, lo justo para poder mirarlo de cerca, y puso una mano en su mejilla, recorriendo su rostro con la mirada, tratando de amoldar su recuerdo a esos rasgos más maduros que ahora tenía ante sí. Su corazón retumbaba tan fuerte que pensó que él tenía que oírlo y se sentía tan feliz de verlo que no podía evitar reír, como si tuviese un cascabel atrapado en la garganta. 

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10/08/2019, 17:55
Ser Arlo Rowan

Arlo desvió la mirada cuando escuchó su nombre. La escasa luz, no le permitió distinguir bien a su hermana y para cuando ésta ya entró en el área que el candil iluminaba, ella ya se había abalanzado sobre él. Al igual que ella no le importó la posible mirada de los centinelas, ni de Meredith, ni del castillo entero si hubiese estado mirando. Simplemente respondió al abrazo envolviendo a Carellyn con sus brazos sin mediar palabra. 

Cuando ésta se apartó para verle, él también la observó con una clara sonrisa de felicidad y los ojos brillantes. Hizo entonces un gesto señalándose a sí mismo, a su figura de un modo exagerado y divertido.

Aquí estoy, Lyn. Algo más alto, con la voz cambiada y con un poco de barba.— Dijo frotándose la mejilla. —Pero el mismo de siempre.— Volvió entonces a abrazarla un instante.

Pero tú no has cambiado casi nada. Más mayor...pero el mismo pelo, la misma sonrisa, los mismos ojos.— Se sorprendió con emoción al verla. No pudo evitar volver a abrazarls de nuevo.

Yo también te he echado mucho de menos, Lyn. Pero no ha habido un sólo día que no te tuviese presente.— Se retiró entonces un poco para poder mirarla mientras la hablaba. —Y ahora por fin volvemos a encontrarnos, a estar juntos. ¿Qué te parece?. Pero nada de pincharme ¿eh?— Bromeó.

En ese instante, Meredith carraspeó para llamar su atención.

Meredith Crowthorn

Disculpe Ser Arlo. Si le parece bien, me he tomado la libertad de abrirles el jardín. Allí hay algo más de luz y disponen de bancos para que estén más cómodos. — Comenzó hablando con claras intenciones de terminar pronto lo que consideraba importante y marcharse de allí cuanto antes para dejarles privacidad.

Su habitación estará preparada en breve. En la segunda planta de la torre de invitados. Según se entra al pasillo, la del fondo.— Explicó desviando la mirada hacia la torre. —Cuando desee retirarse, si tiene dudas de cómo llegar, hable con cualquier centinela para que me avise y lo acompaño.— Dijo  primeramente. —O si prefiere que lady Carellyn le indique...lo que el señor disponga.— Terminó por decir.

Le hemos dejado, agua, vino y fruta. Pero si necesita cualquier otra cosa, hágalo saber sin importar el momento.— Añadió.

Bienvenido a Riverside Ser Arlo.— Dijo haciendo una pequeña reverencia, dispuesta a marcharse, no sin antes dedicar una sonrisa a Carellyn, brillante y feliz. Sin duda feliz por Carellyn.

Gracias Meredith.— Respondió Arlo.

Carellyn pudo comprobar cierta sorpresa en su hermano. Ya el hecho de que Meredith se hubiese dirigido a ella como "lady", probablemente no entraba en lo que esperaba, habiéndose puesto en lo peor como seguramente había hecho. Pero aquella sonrisa sincera y feliz por la dicha de su hermana lo descolocó. 

Ya completamente a solas, Arlo alzó las cejas y miró al jardín. 

Bueno, lady Carellyn, el jardín es nuestro. ¿Me acompañaría sólo un rato aunque sea?— Preguntó ofreciendo su brazo. 

Aunque tienes cara de estar agotada, ¿verdad?. Has descansado poco... Pero mira, yo tampoco he podido casi dormir. Estaba muy nervioso, muy ansioso pensando que iba a volver a verte. No sabía cómo ibas a reaccionar, cómo estarías. O si los años nos iban a alejar más que las distancias...— Confesó sin pudor alguno su temor.

Sólo un rato y te prometo que luego te arropo como hacías tú con Daniel.— Bromeó de nuevo. —Pero necesito estar un rato contigo, hablar contigo, saber de ti. Un ratito sólo...—

 

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10/08/2019, 20:29
Carellyn Flores

A Carellyn le costó apartar sus ojos de Arlo cuando Meredith carraspeó y aún cuando él llevó los ojos hacia la dama ella siguió contemplando su perfil, con mirada encandilada y una sonrisa imborrable. Aunque al escuchar cómo se refería a él sí que la miró y su ceño se frunció un poquito. 

Gracias, Meredith —dijo ella también, devolviéndole la sonrisa a la pelirroja—. Ve a descansar y no te preocupes por nada, yo puedo acompañar después a mi hermano a sus aposentos. 

Trató de contener la impaciencia por quedarse a solas con él, pero se notaba en toda su expresión corporal y es que sólo le faltaba dar saltitos en el sitio de alegría. Al verla marchar se giró hacia él y rió feliz, tomando su brazo. Le dio la sensación de que nada había cambiado entre ellos a pesar del tiempo pasado, como si fuesen los mismos críos que jugaban a ser damas y caballeros. Salvo que ahora eso había dejado de ser un juego. 

—¿Un rato? Vas a tener que separarme de ti con una palanca para que te deje ir a dormir —rió, absurdamente feliz—. Vamos, te enseñaré el estanque —ofreció, guiándolo hacia el lugar donde sabía que el sonido del agua ocultaría sus voces dándoles intimidad. 

A pesar de que tenía que mirar hacia delante para ver por dónde iba, se le iban los ojos todo el rato hacia él. Estaba raro, diferente, pero tan guapo que le daban ganas de suspirar sólo de mirarlo. 

Ha sido un día largo, sí. La noticia de la muerte de Lady Minadriell llegó la pasada madrugada y desde entonces no pude parar hasta después de cenar. —Se encogió de hombros. Estaba agotada, pero en ese momento eso le daba totalmente igual—. Pero no importa, ahora mismo no podría dormirme ni en cien años. 

Caminaba sin prisa, disfrutando de su compañía en cada paso que los acercaba al lugar que había escogido. Y por el camino lo miró y frunció el ceño. 

¿Y qué ha sido eso de Ser Arlo? ¿No te habrás atrevido a dejar que te nombrasen caballero sin invitarme, verdad? —protestó, y de haberse enterado de algo así en otro momento sin duda se habría entristecido y enfadado a partes iguales, pero allí, con su hermano al lado, era incapaz de sentir nada que no fuese la alegría por verlo—. Llevo como un año entero esperando que llegue ese día para verte. Hasta tengo guardado algo para ti para celebrarlo. —Se detuvo junto al estanque y señaló uno de los bancos que había allí dispuestos—. Es aquí. 

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13/08/2019, 21:04
Ser Arlo Rowan

Intenta decirle que no a Ser Jorah...— Respondió como si fuese imposible cuando tomaba una decisión.

¿Ah, sí?— Preguntó con curiosidad cuando su hermana le dijo que tenía algo para él. —Pues yo también tengo algo para ti. Aunque bueno...reconozco que no es mío. Es de Daniel.— Dijo alzando las cejas con ilusión, como si aquello fuese algo que a él al menos le pareciese un bonito presente. —Padre me pidió que te dijese también que te echa de menos y que se acuerda mucho de ti. Hablé con él otros temas y bueno...yo también te he traído un regalo. No es algo que se pueda tocar ni poseer.— Explicó.

¿Aquí?— Preguntó en referencia al banco. —Venga, pero yo bien aprovecharía esa hierba y esos árboles para sentarnos o tumbarnos. Pero veo que eres todo una dama ¿eh?. —Bromeó mientras se sentaba.

Luego su gesto se tornó serio. Carellyn había visto ese gesto en su hermano. Era un gesto adulto, algo que no eran la última vez que se vieron antes de que éste marchase con Ser Jorah como su escudero.

Lyn, no sé si habrás hablado ya con tía Rhonda, pero da igual. Quiero oírlo yo mismo de tus labios. Cómo te han tratado en Riverside...— Dijo envolviendo sus manos con las suyas con firmeza. —No temas nada. Estoy aquí por ti, hermanita. Háblame con toda sinceridad. Si no estás bien aquí, si no te han tratado como deben, te vienes ahora mismo conmigo. Salimos por esa puerta y luego del castillo. Yo me ocuparé de ti y de que no te falte nada. ¿Lo entiendes?— Preguntó posando una mano en el hombro de Carellyn y frotándolo con afecto, queriendo que se sincerase con él. 

Antes era un crío, Lyn, y poco pude hacer por ti. Ahora ya no lo soy. Y todo lo que no pude hacer como niño, lo voy a hacer como hombre.— Fue entonces cuando con la mano que había apoyado en ella la acercó para abrazarla brevemente. 

Cuéntame, Lyn...no omitas nada, por favor.— Pidió con cierta preocupación y mucho afecto.

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13/08/2019, 22:49
Carellyn Flores

Carellyn frunció la nariz como toda respuesta, aunque ese gesto parecía ir dirigido hacia ese Ser Jorah que había precipitado el evento que ella llevaba esperando tanto tiempo. Sin embargo, ni con ese hombretón era capaz de enfadarse en ese momento. Sus ojos se llenaron de ternura cuando Arlo mencionó a Daniel y cuando habló de su padre volvió a sentir la ausencia de su regalo en el cuello. Fue sólo un instante, con su hermano al lado no necesitaba un colgante que le recordase de dónde venía. 

—Pues claro que soy una dama, ¿qué te creías? —bromeó, fingiendo enojo, mientras tiraba de él para llevarlo hacia la hierba junto al agua. Estaba tan contenta de que estuviese allí que quería cumplir todos sus deseos, por banales que fuesen—. Pero las damas también podemos sentarnos en el suelo. 

Ya acomodados asistió a su seriedad y no hizo falta que comenzase a hablar para que supiese de qué iba a hablar. De inmediato la conversación que había mantenido con su tía volviese a rondar su mente. En las últimas horas había logrado apartarla a duras penas de su cabeza y aún seguía sopesando muchos detalles. Las consecuencias la inquietaban, no sólo por ella, sino también por Aldern. 

Suspiró entre dientes y apoyó la frente en su hombro. Cerró los ojos durante el breve tiempo que duró su abrazo. Tan cerca podía percibir su aroma, que era el mismo pero distinto al mismo tiempo. El cariño que destilaba su voz y su cercanía se conjugaron para hacer que cientos de mariposas cosquilleasen en su estómago y cuando se separó para mirarlo sus mejillas habían adquirido algo de color. 

—He hablado con ella, sí. Me ha contado sobre la carta que lord Dayne le envió a Padre y sobre el sufrimiento que os causó a todos. Y no te imaginas cuánto lo lamento, pues es culpa solamente mía.

Bajó la mirada. Tuvo que hacer un esfuerzo consciente para no dejarse llevar por la vergüenza y el disgusto de horas atrás. Pero era Arlo, su Arlo, quien estaba a su lado y volvió a mirarlo enseguida. Al retirarse a su cuarto había planeado pensar en cómo iba a abordar esa conversación, pero había caído dormida antes siquiera de empezar y ahora que estaba con él sabía que habría dado igual cuánto se hubiese preparado, habría olvidado todo lo planeado al mirarlo a los ojos. 

Ha sido todo un funesto cúmulo de malentendidos, Arlo, y ni siquiera sé por dónde empezar a desenredarlo —confesó antes de intentar ponerlo en antecedentes—. No me han tratado mal, he tenido siempre todo lo que he podido necesitar, como en la mesa con la familia del Lord y me han educado junto a sus hijas. Es cierto que la Lady no me ha dedicado nunca mucho más que una mirada, y es cierto también que sus hijas me han hecho comentarios desafortunados, diciéndome que podría casarme con un soldado o ser su doncella para siempre. Y es cierto también que ante la tardanza del Lord por comenzar a planear mis esponsales temí que no entrase en sus planes. Pero nunca nadie me ha insultado ni ofendido mi honor —No quiso decir explícitamente que con ese comentario lo comparaba con el trato que solía recibir de su madrastra, pero sin duda para él resultaría evidente. 

Una vez ya estaba lanzada no podía detenerse ahí, no si no quería que Arlo acudiese al frente con ganas de cortarle la cabeza al necio dorniense.

Lord Dayne es un buen amigo para mí, el mejor que he encontrado en este lugar —siguió explicando—. Él se preocupa por mí, pero temo que quizás demasiado. Yo cometí el error de tomarlo como confidente y sin darme cuenta debí inquietarlo sobre mi futuro. Le conté cada comentario desafortunado y compartí con él mis dudas por lo que me esperaba. No puedo hablar por él, a decir verdad, pues nunca le pedí que enviase esa carta, ni tampoco conozco su contenido, pero sí sé que al enviarla él sólo trataba de ayudarme.

Buscó su mano sobre el césped para entrelazar sus dedos y tragó saliva antes de continuar hablando

—Cuando llegué aquí me sentí muy sola, Arlo, pero sólo era una niña fuera de su casa. Os echaba tanto de menos... os añoraba tanto que me dolía. Y como me dolía, no hablaba apenas de vosotros, de dónde venía o de quiénes sabía que me querían. Ahora me doy cuenta de que tal vez aquí, en Riverside, llegaron a pensar que me habíais echado o que nadie me quería en Sotodeoro, pero en ese momento simplemente no hablaba de ello porque os añoraba demasiado.

En los años que había pasado sin verlo se había repetido tantas veces que aquello no estaba bien, que confundía cariño con amor, que casi había logrado creérselo ella misma. Y ahora que lo tenía delante su pecho volvía a galopar como antes y su estómago cosquilleaba de nuevo. Apretó sus dedos y llevó la mirada al agua oscura del estanque, no se sentía capaz de mirarlo a los ojos al decir lo siguiente, no estaba preparada en realidad para hablar de sus pretendientes con el joven al que siempre había amado en su interior. 

—Lord Dayne me ama y sé, también, que pretende pedirle mi mano a Padre. Quizá equivocó las palabras o exageró para allanarse el camino, ya que no tiene el respaldo de su familia. Sin duda cometió un error al escribir esa carta, pero no lo hizo con maldad, sino sencillamente porque me ama y es idiota. Pero la culpa es solamente mía pues tuvieron que ser mis dudas y quejas las que provocaron su preocupación y asumiré el castigo que Padre deba imponerme. 

Suspiró al terminar. Sin darse cuenta había enredado un dedo en una brizna de hierba y lo miró un instante antes de alzar la vista hacia su hermano, preocupada por cómo reaccionaría él. 

—Arlo... Lo siento muchísimo. No quería causarte ningún dolor, ni provocar que desviases tu camino por mi culpa. Aunque me alegro tanto de verte que no podría soportarlo si te enfadas de verdad conmigo. ¿Crees que podrás perdonarme?

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14/08/2019, 17:59
Ser Arlo Rowan

Arlo comenzó a escuchar a Carellyn con atención. Los primeros comentarios sobre cómo la trataban en Riverside relajaron su rostro. Los comentarios que atribuyó a las hijas del lord, no parecieron hacer mella en él, incluso dejó escapar una sonrisa casi como si aquellos, fuesen más frutos de la inocencia o ignorancia que de la maldad. Si alguien probablemente había escuchado barbaridades sobre Carellyn y había sido presionado para volverse en su contra ese había sido él.

Pero su rostro comenzó a tensarse cuando habló sobre Aldern y desveló que la amaba. Al final, el gesto de Arlo era una mezcla de rabia y pena, un debate entre ambas.

Lo defiendes, Lyn...— Aquello fue lo que salió de su boca con pena. Carellyn no necesitó más para saber que su hermano acababa de dar por hecho que ella le correspondía.

Pero si amas a alguien, no la manipulas hasta el punto de hacerla creer que la culpa de esto es suya.— Y esa parte fue la que salió desde la rabia.

La miró entonces fijamente manteniendo ese choque enfrentado de emociones que calmó con un suspiro.

 —No pretendo poner en duda mi lealtad hacia la familia Stronghorse, pero hay algo que llevo tres años observando y creo que es mi deber informarle.Comenzó recitando, haciendo énfasis en "observando".

Ella, milord, está en una situación complicada. Sé que se siente agradecida por la oportunidad de ser doncella de Lady Aquilegia y Lady Helaena, pero también sé que echa de menos su vida anterior. Estoy bastante convencido de que teme por su futuro, y hay miembros de la familia que la tratan como si fuera del servicio*. He oído que incluso han llegado a decirle que le buscarían un criado para que fuese su marido.— De igual forma enfatizó las palabras "He oído", "servicio" y "criado".—

Yo desconozco cuáles fueron los términos de su llegada aquí, o qué compromiso adquirió Lord Everan de cara a la muchacha. Pero la realidad es que no le está buscando un marido, ni a su altura ni a ninguna. Es por esto que creo que ella teme por su futuro.—

Cuando hubo terminado tuvo que pasar la palma de la mano por uno de los ojos que estaba a punto de desbordarse a causa de tener que decir en voz alta aquello. Había memorizado palabra por palabra todo lo que hacía mención a su hermana, seguramente de las miles de veces que había leído la carta durante el poco tiempo transcurrido al conocer su existencia.

Lyn...— Dejó un instante aquello flotando en el aire. —No.— Zanjó tajantemente. —Deja bien claro que es él el que ha observado todo eso. Y además durante tres años, desde que llegaste. No hay ni una sola mención a que sea un temor infundado por lo que tú hayas podido trasmitirle.— Aseguró.

... pero hay algo que llevo tres años observando.— Volvió a recordar. —Él Lyn, él. Tres...TRES...desde que estás aquí. Tratada así desde que estás aquí.— Dejó bien claro con cierta rabia contenida.

Has comido en la mesa con ellos, has sido educada junto a las hijas del lord. No te han hecho fregar, ni retirar orinales ni ir al mercado a recoger las mercancías de cocina, ni hacer camas o limpiar establos**— Dijo apretando los dientes. —Algo que ÉL ha observado durante TRES años.— Casi escupió.

ÉL, ha oído que han llegado a decirte que te casarían con un criado, ni siquiera un soldado como tú dices***.—

Tuvo que tomarse un instante, pues parecía que todo aquello le estaba afectando, le dolía.

Lyn...él no sabe los términos del acuerdo al que llegaron padre y Lord Everan, pero yo sí. Ahora sí lo sé. — Continuó. —Buscarte un marido, no es sólo ir puerta por puerta ofreciéndote como si fueses una ramera de alto postín. Se trata de valorar qué hombre, que heredero o lord es adecuado para ti. Padre insistió en que fuese un buen hombre, por encima de todo, pero que fuese un lord o su heredero para que tuvieses un futuro como el que mereces.— Explicó.

Y estoy seguro que Lord Everan ha estado valorando qué candidatos pueden ser válidos cumpliendo esas condiciones, aunque sea estando en su despacho. Pero totalmente seguro que estoy de ello. Y niego completamente la afirmación que hace este fantoche en la carta, diciendo que Lord Everan no está buscándote un marido. Lo niego completamente.—

Envolvió las manos de Carellyn con las suyas y las acercó para darlas un beso tierno. Las bajó luego pero no las soltó.

Lyn, padre tenía y tiene un acuerdo con Lord Everan. Si él logra encontrarte un esposo como lo que le pedía, a cambio, su primogénito, yo, se casará con Lady Aquilegia. Dime tú si crees que Lord Everan no se lo toma en serio****.—

Suspiró entonces y negó con aceptación, conforme.

Y la verdad que cuando me enteré ni me importó. No me importa si ella es hermosa o poco agraciada. Tampoco si es alta o baja, gruesa o delgada, simpática o antipática, inteligente o estúpida...me da  igual. Me daría igual que fuese una anciana de ochenta días del nombre, sin dientes y con nietos. Me casaría gustoso con quien fuese si eso sirve para que tú puedas ser feliz y estés en el lugar que te corresponde estar; con nosotros, con los Rowan, casada con un lord.— Dijo dedicándola una sonrisa.

Haría lo que fuese necesario por ti Lyn. Casarme con quien fuese o convocar un ejército a las puertas del castillo del mejor comandante y estratega del Dominio para sacarte de aquí. — Asintió como si aún lo fuese.

Porque eres mi hermana y yo sí te quiero de verdad. Ese fantoche no sabe, no tiene ni idea de lo que es amar. Lo que él hace no es amar, Lyn. ¿Eso?...eso no es amar.—

Soltó entonces sus manos y su gesto se volvió más decidido, recordando incluso a Lorth Mathis en ese gesto.

Y te aseguro, aunque llegues a odiarme por ello, que voy a asegurarme de que esa escoria con veneno en la lengua, no vuelva a acercarse a ti nunca.— Dijo con una determinación que la heló la sangre. Recordó, entonces las palabras que su tía pronunció sobre Arlo. Tenía la determinación de su padre, pero más, mucho más.

 

Notas de juego

*Recuerda que una cosa es estar al servicio de la casa (ocupando un puesto), y otra ser del servicio (un criado). Entiéndase ser del servicio, por ejemplo, un mozo de cuadras, alguien en cocina que limpia los calderos, las mujeres que preparan las habitaciones y vacían orinales o preparan los baños, etc, etc.

**Todas ellas tareas de criados, del servicio.

*** Criado, pues todo lo mencionado anteriormente. Como si te fuesen a casar con el pocero o con el mozo de cuadras. Un soldado es cierto que tampoco es que sea mucho más, pero hay soldados como el Capitán Ilvar, capitán de una compañía de élite, de las mejores de Poniente que tienen bastante prestigio. No llegan tampoco a estar a la altura de Carellyn, pero no son criados y la diferencia de estatus (por ser Carellyn bastarda), no es tan pronunciada.

****Estando la casa Rowan a la altura de la Hightower, por ejemplo. Vamos que Arlo es el heredero más deseado del Dominio (pues Ser Baelor está ya casado con la tía de Carellyn)

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14/08/2019, 20:10
Carellyn Flores

Escuchar la pena en ese instante preciso en que su hermano creía comprender por qué defendía a Aldern, hizo que el corazón de Carellyn se quebrase en pedazos. Sus ojos se empañaron y desvió la mirada hacia el agua para que él no lo notase. Con un nudo atenazando su garganta escuchó por fin el contenido de esa carta maldita mil veces. 

Y maldito mil veces también el idiota de Aldern. Qué necio había sido, qué estúpido por no confiar en ella para enseñarle esa carta antes de enviarla o contarle su contenido al detalle después. Habría deseado dejar que se pudriese con las consecuencias él solo, ya que él solo la había ideado y escrito y él solo le había puesto su firma y enviado. Pero, al mismo tiempo, seguía sintiendo lealtad hacia el que había sido su mejor amigo. Conociéndole como le conocía, podía comprender mejor aquellas letras, la buena intención tras ellas. Pero, claro está, su familia no le conocía como ella. 

Una parte en su interior quiso protestar cuando Arlo terminó de recitar la carta, intentar explicarle su modo de verlo, hacer que la comprendiese como siempre lo había hecho... pero sabía que de hablar tan pronto las palabras se le ahogarían y acabaría llorando como un rato atrás con su tía. Y no quería. Quería ser fuerte como Ser Dwain le había enseñado que podía ser. 

Y lo estaba consiguiendo. A base de morderse el interior de la mejilla y esquivar la mirada de su hermano, se estaba manteniendo estoica. Pero cuando escuchó el acuerdo entre su padre y Lord Everam, cuando escuchó cómo ese acuerdo tocaba el matrimonio de su hermano, y con quién, ¡con quién!, alzó los ojos como un resorte, para mirarlo. Sus mejillas palidecieron a toda velocidad y sintió que no era capaz de respirar. Oh, por supuesto que siempre había sabido que ese momento debía llegar, el momento en que todos sus sueños absurdos se esfumarían en el aire. Ese momento en que habría una mujer junto a Arlo y no sería ella. Pero esa mujer anónima de pronto tenía nombre y rostro. Ni siquiera fue capaz de prestar atención a las últimas palabras de su hermano, pues sentía tal debilidad que le parecía que iba a desmayarse en cualquier momento. 

A duras penas se concentró en volver a respirar, despacio. En ordenar sus pensamientos, en tratar de recuperar la voz que sentía que había perdido. Se puso de pie. Dio tres pasos hacia un lado y luego los retrocedió. Desde arriba miró a Arlo y sintió que el nudo de su garganta bajaba hasta su corazón, que se derramaba a borbotones por una herida repentina e inesperada. Se acercó al agua y se inclinó para tomar un poco entre sus dos manos y refrescarse las sienes y la nuca. Hundió las muñecas en ella y respiró profundamente. Una, dos, tres veces. Entonces se giró y volvió a sentarse junto a él. Le temblaban las manos y aún estaba pálida como la luna, con los ojos brillantes por las lágrimas que contenía. Pero al menos se sentía capaz de hablar. 

Escúchame, Arlo, por favor —pidió, con una voz frágil que contrastaba con la determinación de él—. Deja a un lado por un momento todo lo que crees saber y escúchame a mí. —Lo miró un instante antes de seguir hablando—. ¿No has pensado siquiera que tal vez lord Dayne hablaba en esa carta de que él lo había observado justamente para protegerme? Porque yo lo conozco y sé que sin duda ese es el motivo —declaró, convencida—. Claro que lo defiendo, pero no por lo que crees. Lo defiendo porque siempre ha sido un buen amigo para mí. Y como lo conozco sé también que es un idiota, pero un idiota que nunca me haría daño. Escribió una carta desafortunada, sin duda, pero eso no puede ser suficiente para borrar tres años en los que ha estado a mi lado apoyándome a cada paso, recordándome que valgo más que mi condición de bastarda. Porque sí, la hija menor de Lord Everam incluso me sugirió en alguna ocasión criados del servicio como futuros esposos y él lo sabe. Y sé que no tiene razón, pero él considera que no debería trabajar para los Stronhorse, que peinar a sus hijas no es propio de mi categoría. —Rodó los ojos y negó con la cabeza—. Te lo he dicho: es un necio. Pero no me cabe duda de que creía estar ayudándome. Y ya no quiero hablar más de él y su estúpida carta —agregó, con una determinación que parecía venirle de familia.

Estaba agotada, cansada de defender a alguien que ni siquiera había sido capaz de ponerla en antecedentes antes de marcharse y dejarla felizmente en aquel aprieto. Y aunque trataba de centrarse en la conversación se le iba la mente a cada instante, imaginaba nítidamente a Aquilegia con una capa dorada y plateada acudiendo al encuentro de Arlo y le hervía la sangre.

Empezó a hablar y le falló la garganta. Tuvo que carraspear y volver a empezar.

Padre... Padre no debería haber hecho eso —sentenció pestañeando rápido—. Casarte... con Aquilegia... No puedes, Arlo —dijo, suplicante, negando con la cabeza—. No puedes. No por mí, no será por mí —deliraba, no sabía bien ni lo que estaba diciendo. A esas alturas ya ni siquiera era consciente de que una lágrima había empezado a deslizarse por su mejilla—. Porque yo... porque... —Apretó los puños—. Porque antes de eso te juro que bajo al pueblo y mañana mismo me caso con el primer campesino que me cruce para liberarte de tal promesa. 

Lo miró fijamente, a los ojos, desafiante. Le temblaba el labio inferior y a la primera lágrima la habían seguido una segunda y una tercera, pero no apartaba la mirada. 

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14/08/2019, 21:39
Ser Arlo Rowan

Arlo escuchó a su hermana tenso, apretando los dientes, negando en silencio, pero no la interrumpió ni una sola vez. Cuando Carellyn hubo acabado, su respiración era agitada, como la de un toro a punto de embestir. Parecía que de un momento a otro iba a escucharse el crujir de alguna de sus muelas. Su tía le había advertido que era también más templado que su padre, pero o bien se equivocaba o ella era su debilidad, su punto débil. Lo que podría llegar a sacarle de sus casillas.

¡Maldita sea, Carellyn!, ¡MALDITA SEA!— La segunda vez golpeó el suelo con fuerza. —¡Deja de una vez de defender a ese perro...DÉJALO DE UNA VEZ.!. ¡¡BASTA!!.— Gritó mientras se le escapaban lágrimas de rabia. —¡¡ÉL NO ES TU AMIGO. ÉL NO TE QUIERE!!. ¡¡SOLO QUIERE LO QUE HAY BAJO TUS FALDAS!!.— Gritó encolerizado. —¡¡DIME QUE ME EQUIVOCO. MÍRAME A LOS OJOS Y DIME QUE ME EQUIVOCO. DIME QUE NO LE HAS DADO TUS BESOS Y CARICIAS A ESE DORNIENSE DE MIERDA!!— No dejó que su hermana contestase, y arrancó un trozo de hierba, incluso tierra y lo arrojó lejos, con ira y frustración mientra se ponía en pie y andaba nervioso de un lado a otro, como si ningún sitio fuese el adecuado, sólo parando cuando se dirigía a ella.

—¡¡QUÉ TE HA METIDO ESE MONO AMAESTRADO EN LA CABEZA!!..¡¡¿QUÉ?!!. Preguntó sin esperar tampoco esta vez respuesta... El torrente de ira y frustración llamado Arlo ya se había desbordado. ¡¡YO...!!. —Comenzó a decir golpeándose el pecho con fuerza, con orgullo. —¡...NO CUMPLO UNA PROMESA, CUMPLO CON MI DEBER. MI DEBER DE ROWAN Y HEREDERO. PADRE DECIDE CON QUIEN ME CASO Y YO OBEDEZCO PORQUE ES MI DEBER Y PORQUE ÉL ES MI PADRE!. ¡¡Y FELIZ LO HAGO SABIENDO QUE ESO PODRÍA AYUDARTE, QUE ERES LA PERSONA A LA QUE MÁS QUIERO!. — Bufó entonces un par de veces,con frustración, como si el idioma, las palabras, no pudieran expresar todo lo que quisiera decir de golpe, en un sólo instante.

¡¡ERES UNA ROWAN!!— Dijo señalándola con el dedo. ¡¡Y HONRARÁS LA VOLUNTAD DE PADRE IGUAL QUE YO!!— Ordenó completamente enfurecido.

¡¡COMPÓRTATE COMO TAL!!. ¡¡YO ME CASARÉ CON QUIEN DECIDA PADRE Y TÚ TAMBIÉN!!—  

Aquellas últimas palabras que pronunció parecieron dolerle de una forma brutal, tanto que sus ojos se enrojecieron más aún y sus pupilas desaparecieron aún en la penumbra de la noche. Tanto que sólo fue capaz de liberarse momentaneamente de él propinando un brutal puñetazo al árbol que les daba cobijo. El golpe arrancó trozos de corteza y provocó que la mano de Arlo comenzase a sangrar, sin que éste si quiera se percatase de ello. Tomó entonces a Carellyn por la nuca y enfrentó su mirada con la de ella, jadeante, y con los ojos llorosos, rabiosos y desesperados.

— Él no te quiere, Lyn. Él... no te quiere.— Dijo tragando saliva. —Yo...yo...— No pudo terminar la frase, pues su respiración se aceleró como la de un caballo desbocado, impregnado de dolor. Entonces juntó sus labios a los de ella con fuerza, con tremenda pasión. Era como si toda la represión a lo que sentía, todo su dolor, toda su pena, toda su rabia, hubiesen hecho erupción como un volcán. Fue un beso brutal, pero jamás nada hubo más sincero y más rendido que aquello. Tras unos segundos, Carellyn pudo notar la humedad en las mejilla que provenías de las lágrimas de Arlo. Tras ello se retiró con los ojos cerrados y agachando la vista como si no quisiera que le mirasen a la cara y apoyó la frente en la de Carellyn, mientras las lágrimas aún corrían por su rostro y caían al suelo junto al goteo de sangre.

Te amo, Lyn.— Aquellas palabras salieron con un hilo débil de voz. Un tono derrotado, claudicado. Una derrota por todo contra lo que había luchado e intentado reprimir. Una derrota por traicionar así a su padre y a su familia. Una derrota por insultar a su hermana con algo tan detestable como el incesto. Estaba completamente abatido, con un sentimiento de culpabilidad abrumador ante lo que acababa de decir y hacer...

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15/08/2019, 01:08
Carellyn Flores

Había hablado sin pensar al hacer esa amenaza, sin medir ni considerar las posibles respuestas que podía obtener con ella o siquiera valorar si podía ser tomada en serio. Habían sido sus entrañas las que habían hablado y no su cabeza. Pero cuando Arlo empezó a gritar la respiración de Carellyn se agitó. La virulencia en sus palabras y acusaciones era tal que tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para mantenerle la mirada. No recordaba haberlo visto jamás así, al menos con ella. Lo había visto enfadarse, como cualquier otro crío, alzar la voz incluso, pero no a ella, no con una rabia como la que exhibía en ese momento. 

Se puso en pie tras él, a tiempo para recibir sus órdenes sobre lo que debía hacer. Apretó los labios y frunció el ceño, sin dejar de mirarlo. Con cada grito, con cada golpe que sufrían el suelo o el árbol, ella daba un respingo y apretaba los puños. Pero no apartó los ojos de él. Lo miraba, con las pupilas llenas de determinación y las lágrimas deslizándose por sus mejillas. 

Se quedó quieta, mirándolo, cuando él regresó a su lado y la tomó por la nuca. Ni siquiera se le pasó por la cabeza que él pudiese hacerle daño alguno. No a ella. Sabía que antes destrozaría el jardín de los Stronghorse como un huracán que dañarla. 

Y entonces... entonces sucedió. Y aunque no se parecía en absoluto a cómo lo había imaginado cuando se permitía fantasear al filo de la duermevela, aquel beso hizo temblar todos los pilares que la sostenían. El mundo desapareció a su alrededor en el mismo instante en que sus labios se tocaron, como si de repente se hubieran encerrado en una burbuja que los hacía flotar, suspendidos en un lugar ajeno que era sólo de ellos dos. Todo su cuerpo reaccionó sin pedirle permiso. Sus manos buscaron su cuello para atraerlo y sus venas se encendieron con fiereza por el deseo que había reprimido desde... desde siempre. Se entregó a él con una devoción llena de pasión, rendida ante unos sentimientos que ya no podía ocultar ni negar. Podrían haber ardido en llamas en aquel momento y Carellyn no se habría inmutado. 

Sintió la ausencia de sus labios de un modo casi doloroso cuando él se separó. Tenía la respiración agitada y sentía las rodillas flojas. Lo que acababan de hacer... una parte de ella sentía que estaba mal, prohibido, antinatural. Pero otra, ah, otra sentía un alivio enorme. Tenía ganas de llorar y de reír al mismo tiempo, de esconderse debajo de la cama y de salir a reír a carcajadas al puente. Sabía que estaban traicionando su honor, el de los dos y el de su padre, pero entre toda la culpabilidad Arlo pronunció esas tres palabras que la estremecieron por completo. 

Abrió los ojos y lo tomó por las mejillas, haciendo que la mirase. Besó sus pómulos, sus ojos, su frente, la punta de su nariz, sus labios, con dulzura, con una ternura infinita. 

—Y yo te amo a ti, Arlo —murmuró muy cerca de él, confesando por fin en voz alta su secreto más oculto.

Un suspiro muy leve escapó de entre sus labios y una de sus manos se deslizó hacia su nuca, enredándose en sus cabellos. Se encogió de hombros con un gesto de inevitabilidad.

 —Siempre. Siempre te he amado. 

Acarició su mejilla con cuidado. No sabía qué venía después, ni siquiera era capaz de razonar demasiado. Pero necesitaba volver a sentir sus labios. Sus ojos estaban llenos de culpabilidad y de felicidad al mismo tiempo. Tiró un poco de él alzando la barbilla, con una petición en ese gesto que no se atrevía a pronunciar en voz alta.

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15/08/2019, 02:09
Ser Arlo Rowan

Arlo alzó la vista cuando Carellyn le tomó las mejillas y elevó su rostro. Parecía ido, ausente. No reaccionó cuando recibió los besos de su hermana, o al menos ni se movió. Pero cuando ella le respondió, cerró un instante los ojos como si aquello fuese una tragedia, volviéndolos a abrir cuando sintió los dedos de ella en su nuca.

Entendió lo que ella pedía sin palabras, pero no fue lo que encontró primeramente. Carellyn notó como las manos de Arlo la tomaban por la cintura y comenzaba a elevarla despacio. El tiempo lo había convertido en un hombre, pero los duros años junto a Ser Jorah lo habían forjado hasta transformarlo en un joven fuerte capaz de elevarla sin apenas esfuerzo. Se detuvo cuando sus rostros estuvieron a la misma altura y abrazó sus muslos para dejar reposar el peso de la joven en sus brazos. 

Fue entonces cuando volvió a acercar su rostro buscando sus labios. Esta vez más pausado, como un paseo a caballo en el que no pierdes detalle del paisaje. Carellyn casi podía escuchar el pulso de su hermano como tambores. La dulzura y pasión con la que su lengua buscó la de ella, decía muchas cosas sin necesidad de decirlas. Decía que lo deseaba, que siempre la había amado, que no aguantaba un sólo día más sin ella. Quizás más tarde la culpa los embargaría, pero en aquel momento Arlo había sucumbido a lo que sentía por su hermana y sólo le importaba ella, el momento contra el que había luchado toda su vida y que ahora se hacía realidad.

Sus besos buscaron el cuello de la joven. La sensación que la provocaron fue excitante sobre todo cuando los dientes jugaron con su piel de una forma que nunca había experimentado. La joven pudo notar entonces que no era la primera vez que su hermano estaba con una mujer. Probablemente él notase lo mismo de ella. Pero en aquel momento no existían reproches. Se detuvo un momento para ver su rostro como si desease memorizarlo y la dejó el el suelo. La tomó de la mano para dirigirse hacia la hierba que momentos antes había arrancado, sin decir nada, sin soltarla, pidiendo con ese gesto que no le dejase sólo bajo el árbol que había recibido su ira. Se tumbó aún negándose a soltarla, como si de hacerlo fuese a perderla. Su mano la conducía a él, sobre él pero de una forma que pedía consentimiento, un paso por parte de ella, sin brusquedad alguna.

 

Notas de juego

Lo dejo aquí no sea que Carellyn haga algo como soltarse o tratar de decir algo.

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15/08/2019, 03:35
Carellyn Flores

Al ver el gesto de su hermano Carellyn sintió que sus palabras los habían sentenciado a ambos, que había desencadenado algo mucho más grande que ellos dos, algo que ninguno de ellos podía parar, ni aunque quisiera hacerlo. Fue una sensación ominosa, como si en ese instante hubiese atado los hilos sueltos de su destino y comenzasen a trenzarse1

Sus pupilas la habían atrapado y no podía dejar de contemplarlas mientras él la elevaba como si no pesara nada. Sus labios volvieron a encontrarse y sintió que iba a derretirse entre sus brazos. Tras la explosión del beso anterior, en este se deleitó con su sabor, con la calidez de su aliento. Tomaba y recibía en la misma medida, saciando con cada roce de su lengua el ansia que la añoranza había ido depositando en ella día a día, amándolo con cada ápice de su ser. Y la culpabilidad fue disolviéndose con cada caricia de su lengua. Entre sus labios se sentía en casa, a salvo, en el lugar exacto en el que debía estar. 

Contuvo la respiración cuando buscó su cuello y lo estiró, ofreciéndoselo sin ambages ni titubeo alguno. Sin preocuparse porque ese gesto delatase una experiencia que no debería tener.

Carellyn había planeado una y mil veces en los últimos años cómo fingiría inocencia cuando tras su boda se encontrase a solas con su esposo. Cómo temblaría como una chiquilla amedrentada y cómo se sorprendería de cada paso y cada roce al mismo tiempo que aprovechaba todo lo que había aprendido de Aldern. Pero nada de eso tenía sentido con Arlo pues con él no quería fingir. Ni siquiera sentía esa necesidad. Sabía que él la querría tal cual era, como ella le amaba a él por encima de todo. 

Jadeó, ahogando un gemido en su garganta antes de que llegase a nacer. Notó que la miraba y ella lo miró a él. Tenía las pupilas tan dilatadas que apenas quedaba un fino aro verde alrededor de ellas, su pecho se movía agitado y sus labios entreabiertos parecían gritar pidiendo que nunca dejase de besarlos. Se los humedeció en silencio y vació sus pulmones cuando volvió a pisar el suelo. 

Lo siguió hacia el césped, ni siquiera se le pasó por la cabeza hacer cualquier otra cosa. Se tumbó sobre él y sus manos acariciaron sus cabellos, su cuello, su pecho. Fue ella la que se inclinó esa vez para unir sus labios. Una vez los había probado no se sentía capaz de separarse de ellos demasiado rato. Su mente se había apagado por completo y su cuerpo se había convertido en un latido pulsátil que se movía al ritmo de su corazón. 

En un rinconcito de su mente algunas alarmas trataban de encenderse, pero estaban totalmente silenciadas por el torrente de emociones que había resquebrajado la presa tras la que había encarcelado sus sentimientos. Si en algún momento Carellyn había estado tan enardecida como para entregarse sin pensar ese era aquel, entre los brazos del hombre al que amaba con todos sus sentidos desde que tenía memoria.

Notas de juego

1Rayadas suyas de adolescente todo. 

Care no va a frenar nada, que pase lo que los Siete y Arlo quieran que pase :P. Pero si llega a pasar, en el último momento le dará un poco de susto y dirá algo, por si quieres parar ahí si no se detiene él antes.

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15/08/2019, 04:23
Ser Arlo Rowan

Arlo la recibió entre sus brazos despejando el temor que había albergado durante un instante a que ella se negase , a que recobrase la razón que él mismo había mantenido durante años y que había perdido sólo en un instante. Dejó que Carellyn acariciase su cuerpo mientras su respiración comenzaba a agitarse. Pero esta vez no era la ira lo que provocaba la agitación. Recorrió de igual forma la espalda, la cintura, las piernas y nalgas de su hermana. Sus manos querían memorizarla, no olvidarla nuca, despacio, sin prisa alguna. No quería que aquello fuese fugaz y rápido. Deslizó la mano por el muslo de la joven en toda su longitud, y volvió a buscar sus labios. Al subirla, prendió con los dedos el camisón que lo acompañó en su regreso. Carellyn pudo sentir entonces la brisa fresca de la noche sobre su piel, sobre sus muslos hasta más allá de ellos. Fue entonces cuando sus manos volvieron a posarse en ella, esta vez sin la barrera que suponía la fina tela. Ahora pudo sentirla realmente en su totalidad y su respiración ya era casi un jadeo de deseo hacia ella. Algo más allá de lo físico, pero no exento de él. Tomó un instante aire y miró hacia el cinturón de su pantalón. Luego a Carellyn. Su petición era expresa, incapaz de apartar las manos de ella, como si nunca más fuese a tenerla entre sus brazos y sentir el tacto de su piel en la manos. No mostró pudor alguno, ni vergüenza, sólo deseo. Deseo por ella, con ella y para ella.

Los dedos de Carellyn habían ya comprobado que el cuerpo del niño que conoció se había convertido en el de un hombre fuerte, con un pecho formado e inmaculado* . Era un hombre alto, fuerte y grande y al sentir su miembro, pronto se percató que estaba proporcionado al resto del cuerpo. La mano de Arlo ya había alcanzado el sexo de Carellyn desde la parte posterior de sus muslos y lo acariciaba sin prisa, dejando que este le fuese mostrando su placer poco a poco. Tomó entonces la iniciativa y volteó despacio a Carellyn colocándose el arriba. Sus besos fueron deslizándose desde sus labios hacia abajo, pasando por su cuello, por su pecho, vientre y muslos hasta acabar en la fuente de toda mujer. La sensación que notó Carellyn era agradable, pero lo que la disparó a un placer que no conocía fueron los movimientos de los dedos de Arlo. No pudo evitar pensar un solo instante, lo que dura un parpadeo, en qué clase de lugares le había hecho frecuentar Ser Jorah, pues aquello no podía haberlo aprendido de él.

Carellyn perdió por momentos el control de su cuerpo, con convulsiones de placer violentas, involuntarias. No podía recordar nada semejante, ni imaginar que existiese semejante sensación. Tuvo que recuperar el aire un instante entre jadeos, aún desconcertada sin saber bien que le habían hecho esos dedos de diablo. Volvió hacia arriba para hasta que sus ojos de nuevo se miraron y la besó. Carellyn pudo notar el miembro de Arlo muy cerca, sobre su sexo. Pero no hizo amago siquiera de arrebatar una virtud que de seguro creía ya perdida. Simplemente se detuvo sin dejar de acariciarla y se colocó de lado sin perder sus ojos, sonriente, feliz y sin duda totalmente enamorado de ella.

Entonces lo entendió como si se lo hubiese dicho con palabras. El había bebido de ella, besado, acariciado y se ofrecía para que ella decidiese lo que quería de él, para dejarla tomar aquello que desease dejar lo que no. Estaba segura que él deseaba entrar en ella, pero nunca daría ese paso sin que se lo pidiese o tuviese algún gesto que diese pie a ello como muestra de conformidad, de complicidad, de que aquello era un deseo y una decisión mutua. Habían saltado juntos desde un barranco muy escarpado y estaban cayendo a gran velocidad...pero juntos.

Notas de juego

*Me refiero a no como el de Ser Dwain por ejemplo, que aunque es un yunque, está totalmente destrozado por cicatrices de guerra quemaduras y latigazos. Es un cuerpo limpio de marcas y cicatrices.

Pues hale...usted decide en realidad. De él ya sabe hasta dónde está dispuesto a llegar...hasta el final y más allá. 

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15/08/2019, 12:55
Carellyn Flores

Cuando la fina tela de su camisón dejó de interponerse entre ambos el tacto lento de sus manos directamente sobre ella le cortó la respiración. Podía sentir la estela de sus caricias manteniéndose algunos segundos en su piel y deseó internamente poder grabárselas a fuego para no olvidar jamás esa sensación. Las manos de ella le correspondían, delineando sus volúmenes, aprendiéndose su cuerpo milímetro a milímetro. 

Entendió su petición muda y deshizo las ataduras de sus pantalones, liberando en el mismo proceso su camisa. Coló sus dedos bajo la tela, buscando también ella su piel. Había cambiado. Había crecido. Ambos lo habían hecho y las miradas enamoradas que había contenido durante años explotaban ahora con una necesidad abrumadora. Lo acarició por debajo de los pantalones sin vergüenza, entregada al placer de los dos. En ese instante era incapaz de encontrar nada malo o inapropiado en lo que hacían. Era amor, era hermoso y puro. 

Se dejó voltear y suspiró con deleite, mirando hacia el cielo. Pero su suspiro se cortó con un gemido cuando sus dedos empezaron a jugar con ella. Pillada por sorpresa tuvo que taparse la boca con la mano. Su cuerpo reaccionaba por ella,  moviéndose al ritmo que marcaban los dedos y la lengua de su hermano. La alzaba hasta las estrellas con las oleadas de placer que se extendían desde su vientre y llegaban hasta su nuca. Se deshizo entre sus labios como mantequilla puesta al sol. 

Lo miró algo aturdida cuando él regresó a su rostro. Aún sentía su cuerpo vibrando con él y le costaba respirar. Notó su propio sabor en sus besos, mezclándose con su saliva, y jadeó excitada. 

Sintió frío cuando él se apartó para tenderse de lado y lo siguió con una mirada teñida de incomprensión en el primer momento. Rodó ella también sobre su costado, acortando esa distancia como si no soportase separarse de él ni siquiera unos centímetros. 

No —murmuró, pegando el cuerpo al suyo—. No me sueltes, Arlo. No me sueltes nunca. 

Sus manos lo buscaron primero, sus labios después. Sus entrañas ardían de tal modo que le pareció que podría morir de deseo allí mismo. Entrelazó sus piernas con las de su hermano, acercándose aún más. Lo miró, febril, con las mejillas encendidas y la respiración agitada. Sabía lo que quería, lo que ambos querían, lo que su cuerpo le pedía a gritos, lo que a esas alturas ya era una necesidad. Pero también sintió un punto de miedo al asomarse por el borde del precipicio y tuvo la necesidad de de decirle la verdad.

Yo... Quiero, de verdad —dijo, escrutando en su mirada—. Deseo darte todo lo que soy, Arlo. P-pero yo... Yo no... —Apretó los labios un instante—. Nunca. —Lo miraba tan profundamente que pensó que podría deslizarse por sus pupilas hasta perderse a sí misma—. Pero quiero. Te quiero. Te deseo con toda mi alma.

Sabía que él comprendería lo que quería decirle a pesar de su torpeza y sólo esperaba que su confesión no hubiese sido inoportuna o le alejase de ella. Se abrazó a él, con una mirada suplicante y enamorada, ofreciéndole su cuerpo, su mente, su amor, todo su ser. 

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15/08/2019, 19:25
Ser Arlo Rowan

Arlo la recibió sin oposición alguna. Devolvió los besos con la misma pasión que los recibía. La confesión de Carellyn, tornó por un momento la pasión en afecto. Una rápida secuencia de besos por todo su rostro que terminaron en los labios de nuevo apasionado. La abrazó contra él como si no supiese qué más hacer y no pudiese quererla más. Luego acarició su mejilla y la miró tan entregado que podría deshacerse en ese mismo momento. 

No te preocupes...— Susurró únicamente. —Te amo Lyn...más que a nada, desde siempre y para siempre.—

Pudo notar entonces como colocaba con la mano su miembro esta vez igual de cerca de sus sexo pero buscando tomar su virtud. Acompañó a Carellyn en un movimiento para que dejara entrar su pasión, para que comenzase a hacerlo, pero luego la soltó en su inicio, dejando que ella marcara el tiempo, la forma. Que fuese descubriendo las sensaciones placenteras o posibles molestias derivadas de la primera vez y que las enfrentase como su cuerpo pidiese.

Carelly realizó el primer recorrido a su antojo, según sus emociones y sensaciones le dictaban. Noto el miembro firme de Arlo entrando en su cuerpo, en su ser, bajo su voluntad. Tal vez por ser la primera vez, creyó que la llenaba por completo. Notó una pequeña molestia, cierto dolor al principio, que pronto fue apagado por el deseo y la pasión entre ambos como una fogata que es sofocada por el desbordamiento de un río.

Y en aquel instante se sintió una con Arlo. Sus movimientos nacieron del instinto y llenaban tanto la necesidad de su cuerpo como de su alma. Arlo respondió a los movimientos cuando tuvo certeza de la comodidad y entrega de Carellyn. Ambos mantenían una sincronía perfecta en sus besos, abrazos y caderas. Parecía que hubiesen nacido para ese momento, para estar juntos.

Finalmente dejó que ella llevase la iniciativa, que dejase que su instinto, su naturaleza, explorara y descubriese. La acompañaba en sus deseos no de forma pasiva, pero si secundaria. Durante un tiempo al menos... hasta que él también se dejó llevar una vez que ambos ya no tenían nada que temer. Cuando esa "primera vez" existía sólo ya en el pasado. Cambió de postura a Carelly y la tomó desde atrás elevando su cuerpo para poder alcanzar su cuello con los labios y sus senos con las manos. Éstas, inquietas, buscaron de nuevo el sexo de ella para participar del acto junto a su virilidad. 

La pasión era pura, pero muy intensa, cada vez más. Arlo perdió toda precaución inicial, sabedor de que Carellyn ya había pasado lo peor de su primera vez, y entregado a mostrarle lo mejor.  Con cada nueva postura y movimientos dejaba que Carellyn también diese su versión su forma y expresión. Iba abriendo puertas pero no las cruzaba solo.

Varias veces volvió a encenderse el cuerpo de Carellyn durante el largo tiempo que compartieron su pasión y amor. La humedad de sus muslos bañaba el cuerpo de Arlo. Estaba ya exhausta pero aún le quedaba alma que entregar. El suficiente para que Arlo estallase y convulsionase dentro de ella. La apretó fuerte contra su cuerpo totalmente unido a ella. Jadeante tras aquello, no salió de ella y la besó más despacio, menos fogoso, pero lleno de afecto. Volvió a mirarla y sonrió feliz, ajeno a todo, como si el mundo fuesen sólo ella y él, mientras la acariciaba como si no pudiese despegarse de ella.

 

 

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15/08/2019, 21:13
Carellyn Flores

Escuchar de nuevo de sus labios que la amaba volvió a acelerar el corazón de Carellyn que sentía que nada importaba, nada en el mundo entero, tras esas palabras. Tomó aire cuando notó lo que él hacía entre sus piernas y apretó los dedos en los brazos de su hermano, con una inevitable aprensión por lo que iba a suceder. Sabía que iba a doler, eso había oído al menos, incluso a sangrar, pero trató de respirar y relajarse. 

Cerró los ojos, apretó las mandíbulas y se dejó llevar por el cuidado con que Arlo la trataba. Obedeció a los instintos de su propio cuerpo y, cuando creyó que ya no quedaba ni un ápice de su ser que no le perteneciese a su hermano, le pasó por la cabeza el pensamiento de que el escozor no había sido para tanto. Tal vez porque él había sido pausado y amable o quizás porque lo deseaba tanto que toda su percepción estaba intoxicada de amor. 

Suspiró hondamente y abrió los ojos, buscando su mirada con devoción en aquel instante que se le antojaba simplemente perfecto. Con la respiración errática dejó que su cuerpo se moviese al ritmo que la pasión entre ambos marcaba y cuando fue él quien tomó la iniciativa se dejó guiar, aprendiendo rápido, amoldándose a él como si simplemente hubieran debido estar así siempre, como si fuesen dos piezas de un puzzle encajando a la perfección. 

Perdió la noción del tiempo y el espacio. Sólo estaban ellos, sus cuerpos, la conexión íntima que compartían. En más de una ocasión tuvo que ahogar sus gemidos contra su piel o sus labios y cuando creía que no le quedaba ya mucho más aliento que entregarle lo sintió derramándose en su interior. Apretó los muslos y se abrazó a él, disfrutando de esa sensación cálida que era completamente nueva para ella. 

Sus mejillas estaban arreboladas cuando volvió a mirarlo tras el estallido, sus ojos lo contemplaron con adoración. Sus cabellos despeinados le daban un aire salvaje muy poco habitual en ella y su camisón era un revoltijo de tela empapada por el sudor de ambos y manchada de césped. Lo acarició despacio, con la punta de los dedos, sin dejar de mirarlo como si sus ojos necesitasen embeberse de cada uno de sus rasgos. 

—Desde siempre y para siempre —musitó, repitiendo las palabras que él había pronunciado un rato atrás, como si así sellase algún tipo de pacto entre ellos, una promesa de amor que no necesitaba ser pronunciada en voz alta pero que se sentía bien al escucharse—. Te amo —Después de toda la vida silenciando su corazón ahora le parecía que no iba a poder dejar de repetirlo—, te amo tanto.

La culpa, la preocupación o el arrepentimiento tal vez vendrían después, pero en ese momento en que la respiración aún estaba agitada y todavía compartían piel, sudor y calor, Carellyn sólo podía sentir la felicidad de saber que su amor era correspondido. Su mente aún estaba obnubilada cuando volvió a besarlo con una pasión que iba tornándose en dulzura. Nada más importaba. 

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15/08/2019, 22:39
Ser Arlo Rowan

Ambos permanecieron tumbados un rato, ella aún sobre él. Inconscientemente Carellyn descansó el rostro sobre el pecho de Arlo, cerca de su cuello. E inconscientemente, de igual forma, sus ojos se cerraron. 

Volvió a ser consciente de sí misma cuando notó unos labios, que ya siempre podría reconocer como los de Arlo, rozaron los suyos. Arlo sonrió y miró al cielo. Carellyn lo siguió con la mirada y aún siendo de noche, el cielo comenzaba a clarear. Ambos sabían que había llegado el momento de dejar aquel momento mágico para ambos. Pero no vio pena o pesar en el rostro de su hermano, sino felicidad, tranquilidad, como si ahora se sintiese completo. Tanto que con mimo y cuidado la limpió con un pañuelo que debía llevar en el pantalón. Quitó con cuidado la hierba y colocó su pelo. Poro no había premura en sus gestos, tampoco miedo. Solo afecto y entrega a ella. Intercalaba aquello con miradas devotas. En su caso era más sencillo, más rápido. Volver a ponerse los pantalones , la camisa y el jubón. Pero dejó que fuese Carellyn quien le ayudase, como si supiese por dentro que ella lo haría por deseo porque eran uno.

Hoy es el día más feliz de mi vida...—Reconoció con una sinceridad aplastante.

Al ponerse en pie, Arlo volvió a dar un beso tierno y afectuoso a su hermana. Un beso de amante y enamorado. Tomó sus manos, ahora sí, consciente de que en breve debían separarse. Algo inevitable pero que sin duda no deseaba. Pero en ese momento, ambos fueron conscientes de un hecho insólito, extraño, casi mágico.

Al rededor de la forma que habían moldeado sus cuerpos, habían brotado decenas de flores. Variadas, de distintos colores, algunas que incluso ambos jamás habían visto ni conociesen su existencia. En gesto de Arlo se tornó sorprendido, extrañado, aunque no perdió la sonrisa por ello. La miró entre divertido y confundido.

Pero qué...— Se preguntó mientras pasaba el brazo por la cintura de ella y volvía a mirarlas, como si aquello, de alguna forma fuese algún tipo de buen augurio para ambos.

Notas de juego

Bueno, si quieres añadir algo y narrar cómo cada mochuelo debe irse a su olivo, adelante.

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15/08/2019, 23:35
Carellyn Flores

Una sonrisa curvó la boca de Carellyn al sentir la tierna caricia de los labios de Arlo. Lo miró con los ojos brillantes, rebosantes de ilusión, y después alzó la vista hacia el cielo. Suspiró, consciente de que la vida debía seguir su curso fuera de aquel jardín y en algún momento tendrían que incorporarse a ella. No deseaba separarse de él ni un instante, pero tampoco sentía angustia por hacerlo. Se sentía en paz en su interior, como si por fin algo hubiese encajado en su lugar. 

Se dejó cuidar por él sin que esa sonrisa fuese capaz de abandonar su rostro y luego fue ella la que le ayudó a él a colocarse la ropa. Su mente viajó por un momento a la época en que jugaban juntos en el patio de Sotodeoro. Cuando uno de los dos se caía y se hacía daño siempre era el otro el que se encargaba de curarlo. Le recordaba, apretando los dientes para no llorar mientras ella le lavaba las rodillas raspadas, y se le enternecía el corazón. 

Saber que él era tan feliz como ella afianzó su sonrisa, una que parecía haberse instalado en sus labios para quedarse de forma permanente. Lo besó con calidez, saboreando despacio el que sabía sería el último de los besos de esa noche, y al separarse de él notó algo extraño. 

Sus labios se abrieron con sorpresa al descubrir el jardín que había florecido alrededor de ellos. Durante algunos segundos sólo lo miró, con los ojos muy abiertos. Su corazón latió con fuerza y no pudo evitar preguntarse si eso tenía algo que ver con el pajarito que había vuelto a volar. Si lo había hecho ella sin saber siquiera cómo. Hubo una punzada muy breve de temor entre el asombro cuando buscó la mirada de Arlo sin saber si él le pediría explicaciones por ello. Pero al ver su expresión el miedo se esfumó de un plumazo y se encogió de hombros. 

El jardín también sabe que te amo —dijo sencillamente, con un tono divertido.  

Después lo acompañó hasta la torre donde estaba el aposento que le habían preparado y lamentó que la presencia de los guardias por los pasillos le impidiese despedirse de él como le habría gustado. Sin embargo, sus ojos en esa última mirada decían todo lo que sus labios se guardaban. Y tras una rápida despedida caminó con prisa de regreso a su cuarto. Se sentía liviana, casi como si sus pies flotasen en lugar de pisar el suelo. Cuando se tumbó en la cama suspiró, mirando hacia el cielo por la ventana. Apenas acababa de separarse de él y ya añoraba su presencia, pero estaba tan agotada que sus ojos no tardaron en cerrarse y ella en caer rendida.

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19/08/2019, 23:13
Carellyn Flores

Habitación de Arlo. Tercer día de la Madre. Mes del Padre. Año 289 A.C.

Estaba nerviosa, tenía que reconocerlo. Mientras el día había ido avanzando lleno de actividad, las dudas habían estado lejos de ella, que de tanto en cuando se deleitaba con los recuerdos de la noche anterior y tenía que contenerse para no emitir un suspiro enamorado cada vez que atisbaba a su hermano en algún lugar del castillo.

Pero había sido empezar a prepararse para ir a verlo a solas y había empezado a ponerse nerviosa. 

Había estado dudando largo rato sobre qué debía ponerse, si debía acudir con la misma ropa que había llevado durante los funerales, o si debía ponerse algo especial para él. Tenía un vestido de color claro que sentía que le favorecía especialmente. Pero si se excedía y se cruzaba con alguien por el camino iba a dar una impresión muy extraña, así que al final había optado por un punto medio y se había cambiado, pero por un vestido verde que hacía juego con sus ojos, con una sobrevesta de un verde más oscuro. Suficientemente formal y discreto para no llamar la atención, pero más bonito y favorecedor que el vestido pardo que había llevado durante el día. 

Luego había venido el tema del pelo, pero ese lo había resuelto con más facilidad. Simplemente lo había cepillado hasta que brilló y se había puesto una cinta dorada en la frente para sujetarlo. En el interior del escote había colgado una de esas bolsitas aromáticas cuyo olor adoraba. Y antes de salir de su dormitorio se había asegurado de coger de su cómoda la daga con su funda que tenía guardada para Arlo, envuelta en una tela fina, de color plateado y ribeteada con un lazo dorado. 

Pero al final, una vez decididos todos aquellos preparativos, habían empezado las dudas. ¿Se arrepentía él de lo que habían hecho, de haberle confesado su amor? ¿Se avergonzaría de ella por haberse expuesto como lo había hecho ante él? ¿Qué esperaría de ella a partir de ese momento? ¿Qué podía esperar ella de él? ¿Aún querría que ambos cumpliesen los deseos de su padre o habría entrado en razón? El estómago empezó a dolerle cuando apenas había dado un puñado de pasos en dirección a la torre de invitados y para cuando subió las escaleras y llegó a su pasillo la muchacha era un revoltijo de nervios. 

Y así había caminado hasta llegar a la puerta de sus aposentos, llena de dudas, pero también de esperanzas. Ni siquiera sabía cómo debía sentirse. Apretó la mano con que sostenía el regalo y con la otra golpeó la madera. 

—¿Arlo? Soy Carellyn —informó desde fuera, esperando alguna señal de que él estaba dentro antes de abrir la puerta y entrar.

Notas de juego

Bolsita aromática Persuasión Superior. -- 1vp x3 x3 = 9vp -> Superior Versátil [Persuasión]. +1 al resultado de las tiradas de Persuadir

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20/08/2019, 15:08
Ser Arlo Rowan

Habitación de Arlo. Tercer día de la Madre. Mes del Padre. Año 289 A.C

—Lyn, y yo Arlo. Pasa— Pudo escucharse al otro lado de la puerta mezclado con una risa. Al entrar, Carellyn encontró que su hermano estaba terminando de ajustase un cinturón alrededor de una chaqueta oscura de faldón largo con ribetes dorados acorde a la más alta moda de Poniente y la corte. En la parte derecha del pecho lucía un broche de oro con motivo del árbol representado en el escudo de su casa. Sus pantalones eran igualmente oscuros  ocultos y en su parte inferior quedaban ocultos por unas botas de caña alta de piel de ciervo oscurecidas. Todo ello le confería un aspecto señorial, de gran noble, y muy acorde a un acto funerario y los días y presentaciones que lo acompañaban. Arlo aún mantenía la risa cuando la vio entrar.

Ya casi he terminado.— Aseguró mientras volvía a colocar el cinturón de piel. Se acercó entonces a ella y le dio un beso a caballo entre la mejilla y los labios, justo en la comisura.—Estás guapísima...— Susurró antes de apartar el rostro.

¿Qué tal has dormido?— Preguntó mientras se dirigía a cerrar un arcón con sus pertenencias, no sin sacar antes un porta documentos en forma de tubo que apoyó en la pared al volver junto a ella. La tomó ambas manos. Cada una con la opuesta de él.

¿Todo bien?...Quiero decir...¿tú estás bien?— En aquel momento su rostro le recordó más al Arlo de la infancia, ahora que carecía de vello en él tras el aseo. La verdad es que le pareció que su hermano lucía imponente y elegante. Tampoco tuvo dudas de que aquella pregunta hacía referencia a lo sucedido la noche anterior en todos los sentidos. Tanto en un plano anímico como físico.