Partida Rol por web

Adam Strong escuchó la acusación directa y clara de Lila Rocarroja y la valoró durante algunos instantes. No quería dar un paso en falso en una situación en la que cualquier cosa podía suponer la vida o la muerte para alguien. Para Prescott, en este caso.

- El miedo a ser señalado es un buen motivo para retractarse. - Comentó. - Prescott habrá dicho que los negros no tienen alma, pero mucha gente piensa eso por aquí: simplemente él no es tan listo como para tener la boca cerrada.

- Pensaré sobre lo que dice. Es cierto que él es un candidato ideal para la señorita de Pinkerton, pero eso es justamente lo que me temo: que sea demasiado ideal, como también lo era usted antes de que se diera la vuelta a la tortilla.

- De todas formas, no es el único que ha actuado de manera sospechosa. ¿Qué me dice de Riley? ¿O de Giesie? Suceda lo que suceda este atardecer, tenemos que ir pensando también en qué pasará después.

El reverendo tomó aire y observó al muchacho antes de responder. Cada palabra que salió de su boca después lo hizo de manera sosegada, reflexiva.

- No creo que nadie de aquí pudiera hacer algo así. - Asintió, dándole la razón. - Pero tampoco creo que nadie de fuera tenga motivos para hacerlo.

- Supongo que pronto saldremos de dudas con Prescott. Es sólo cuestión de tiempo. Sólo espero que estemos vivos para verlo.

El reverendo volvió a abrocharse la chaqueta despacio, con cuidado, mientras escuchaba la respuesta de Thorton.

- Entiendo. - Dijo entonces. - Pero ese es un juego muy arriesgado, y su vida correrá peligro. - Comentó. - Aunque siendo sinceros supongo que lo hace ya sólo por lo que ellos deben pensar que usted hace.

- La persona que me dijo que usted se parecía a un gato también me dijo algo más. Algo relacionado con la locura, o que quería que la gente se volviera loca... Algo así, pero ella misma no parecía entenderlo muy bien, y yo menos todavía. ¿No sabrá de qué hablaba, verdad? - Preguntó con confianza.

No soy ningún loco ni quiero volver loco a nadie. Tan sólo a veces mis técnicas de seducción son un poco extrañas

El reverendo no pudo evitar reír ante la explicación del hombre. Una risa seguramente no intencionada, pero que servía para aligerar el que estaba siendo el peor día en muchísimo tiempo.

- ¿Ah, sí? - Preguntó, ligeramente divertido, antes de hacerle un gesto para animarle a hablar. Las técnicas de seducción de Joey Thorton... Esto prometía. - Explíquese.

Ah no, jefe, en esta no me.me pillas. Que tengo entendido qie los pastores protestantes podéis casaros - le digo con un guiño de complicidad

Susie escuchó estupefacta las palabras del reverendo. ¿Giesie? ¿Aquel niño charlatán y revoltoso?

¿No crees que quizás se ven a solas porque tienen un lío? Ya sabes, al niño le gusta bastante la india. Cada vez que la ve se pone como un tomate maduro al sol. Me resulta tan raro que... bueno, ya sabes a lo que me refiero. La camarera se frotó los ojos con cansancio. ¿Y cómo sabes que Canary es inocente? ¿Qué pruebas ha aportado para ello?

Ella debe ser la otra persona que ha estado viniendo a ver al reverendo.

Adam, ¿y si nos estamos equivocando con Lila y Giesie? Por esta vez, me pensaré si hacerte caso y votar como dices. Sin embargo, me parece algo tan peligroso... La vida de los acusados también está en juego, si nos equivocamos...

Durante algunos instantes Adam Strong dudó sobre qué decir y qué no decir. Al fin y al cabo no eran sus propios secretos lo que iba a revelar. Sin embargo no había sido una confesión como tal, y por tanto si había afrenta sería entre los hombres, no con el Altísimo.

- Podría decirse que Canary es quien me ha salvado de ese ataque. - Reconoció, dejando unos segundos para que Susie entendiera lo que estaba diciendo.

- Y sí, estoy seguro de que la pielrroja y Giesie tienen un lío. Por eso encaja que acuse a alguien inocente, siendo Lila culpable como creo que es. Lo que no sé es si esta noche fue quien me atacó a mí, a El Ravenger o a ti.

La madera de la caseta del Sheriff crujió bajo unos pasos que no tenían dueño reconocible para el reverendo, y justamente por ello, los adjudicó de inmediato al patán recién llegado.

Rocky y su incesante baile de bigotes se plantaron frente a ti sin una palabra, únicamente demostrando su actividad cerebran con una mirada achatada y analizante que te propinó un repaso de cabeza a pies y de pies a tu nueva placa.

- ¿Qué? - preguntó asintiendo ligeramente con la cabeza - ¿mucho trabajo? ¿muchas quejas? - arqueó una ceja sin dejar de asentir ni mascar, ofreciéndote la palabra aunque lejos de esperar tu respuesta giró la cabeza en busca de una silla.

-Tienes mal aspecto, chaval. - aseguró de camino al asiento - Muy mal aspecto. - insistió dejando caer su peso sobre la madera de la silla elegida.

Sacudió los brazos con brusquedad, estirándolos hacia delante, se pinzó el extremo de la manga de la camisa descolorida que se asomaba bajo la de su chaqueta y tiró de ella, luego hizo lo propio con la otra manga mientras recostaba la silla hacia atrás hasta dar con la pared del calabozo.

-Aquí estaré.- enunció deslizando su sombrero para taparse el rostro.

- Pues conserve bien a mano esos recursos, Reverendo. Se acercan días duros, me temo, y noches aún peores- suspiró- Tengo que pensar en qué nombre debería darle al sheriff. Por ahora tanto Francis como Riley y Giese me parecen sospechosos. 

En seguida captó lo de Canary, asintiendo. Todo esto es muy complicado. No es quien yo pensaba que era. 

Está bien, comprendo. Supongo que las habilidades de Maybelle son, en parte, parecidas a las mías. Si vuelves a hablar con ella, dile que quizás nos convendría tener una charla también entre nosotras, ya que parece ser inocente. Susie se levantó. Creo que debería volver al Saloon, no me gusta dejarlo solo durante tanto tiempo. A saber qué me encuentro cuando vuelva.

Le dio una palmada al reverendo en el hombro. Infórmame de lo que te enteres. Yo voy a ver qué puedo sacar de todo esto también. Hasta luego, padre.

Se compuso rápidamente el moño de nuevo y se alisó la ropa con gesto apresurado, tras lo cual salió de la caseta del sheriff con muchos pensamientos rondándole la cabeza.

Al hombre de canas y bombin se le ilumino el rostro ante las palabras de aquel Reverendo.
-O es usted muy amable, me hubiera gustado que esa silla descansara mejor en mi casa, entre mis paredes protectoras, pero el saloon no es mala idea después de todo algo me dice vamos a pasar mucho tiempo allí.-Y en aquel momento, recordó que le había enseñado una herida o al menos sangre en su cuerpo.[/B]

-O.. ya veo ¿Así que también a sido atacado esta noche y a sobrevivió por su propio pie? ¿Es eso lo que me dice? Después de todo la protección de dios es real ¿eh?-Sonrió de medio lado volviendo a rascarse la barba.-Es bueno saber de un aliado tan pronto.-Y toco un par de veces su nariz.

Al escuchar la respuesta de Joey una sonrisa más tranquila apareció en el rostro del reverendo.

- Se nota que no viene mucho por la iglesia. - Le dijo. - No soy protestante.

El rostro de Adam Strong se relajó un poco al escuchar la respuesta de la cantante. Ver que habían pensado más o menos en los mismos nombres era un síntoma del buen camino.

- Me alegra que diga eso. - Le dijo. - He hablado con ellos tres. Y aunque todos siguen resultándome sospechosos, el que se lleva la palma es Giesie. Ha tratado aquí en privado de acusar a personas que sé que son inocentes, hablando como si estuviera seguro de su culpabilidad. - Comentó antes de quedarse callado. - Mi voto irá para él.

Adam Strong asintió a las palabras de la camarera y respondió de inmediato al ver que ella tenía prisa. Normal: no podía dejar demasiado tiempo sin desatender el Saloon. No era como si regentase, por poner un ejemplo, una iglesia a la que nadie iba.

- En realidad lo que ella hace sí es bastante diferente. - Le aclaró. - Pero ha servido para salvarme la vida, y eso es lo que importa.

- Por ahora ya hay un par de personas que me han dicho que votarán a Giesie. - Apuntó después. - No estamos solos, Susie, y eso es lo que nos queda. - Dijo antes de hacer un gesto de despedida.

- Si necesitas cualquier cosa, aquí estaré.

- ¿A quién ha tratado de acusar, a parte de a Maybelle Canary?- preguntó, con curiosidad- Aún no sé a quien darle de beber esta noche. Y me convendría ir haciendo algunos descartes.

El reverendo recibió con gesto amable la respuesta del anciano y se encogió levemente de hombros. Le parecía curiosa la manera de hablar de McFinnigan, entrañable en cierta manera.

- En realidad contaba con que alguno de los jóvenes le llevase después la silla a su casa. - Se explicó. - Desde el momento en que abandone las paredes protectoras de la sacristía - Comentó con un deje de diversión. - esa silla será suya: Saloon o no, usted decide.

Luego escuchó la pregunta retórica que el hombre le hacía, pero no llegó a asentir del todo. Tampoco quería entrar en explicaciones de cómo o por qué había sobrevivido. Eso no importaba ahora, lo que importaba era la tarde que se acercaba y la noche posterior.

- Ojalá Dios pudiera velar por mí cada noche. - Le dijo. - Pero han sido tres los ataques hoy, no sólo el mío y el de El Ravenger, así que me parece que tiene trabajo de sobra.

- Dígame, ¿qué le parece todo el asunto de Francis y la india? ¿Hay alguien que haya llamado especialmente su atención para bien o para mal?

- Parece que fue una noche movidita en todos los sentidos. - Respondió Maybelle a las revelaciones del reverendo. - Tal vez podría ser interesante hacerlo saber en el Saloon. - Comentó dubitativa. 

Guardó silencio un par de segundos mientras llevaba el cigarro a los labios y aspiraba el humo despacio. Sus ojos escrutaban al hombre, como si estuviese planteándose si poner todas las cartas sobre la mesa de una vez. Finalmente pareció decidirse y dejó que el humo saliese entre sus labios al hablar. 

- La indígena se encontró con el chaval en el arroyo y con la corista en una mesa del Saloon. El coronel y el vaquero... ¿Hardigan? Sí, Hardigan. Ellos se vieron en una carreta que hay en el camino. - Hizo una pausa para dar una nueva calada antes de seguir. - El ganadero y el fotógrafo en la trastienda. Bueno, y usted y la señorita Watson en su camerino, pero lo suyo es diferente a lo de los demás. - Añadió, esbozando una leve sonrisa. Soltó el humo mientras miraba por la ventana. - Esta noche podría... Propiciar nuevos encuentros. - La sonrisa se volvió amarga cuando añadió lo siguiente. - Si es que llego viva hasta entonces, claro.

Apuró el cigarro con fruición hasta que la brasa rozó sus dedos y entonces dejó caer la colilla para pisarla con el talón de su bota. No habló de nuevo hasta pasados un par de segundos, cuando soltó el humo una vez más. Su expresión tenía un aire pensativo y su ceño se fruncía muy levemente marcando una preocupación que si bien no le quitaba el sueño, seguía permaneciendo ahí. - Usted habla con mucha gente, padre. Debe saber si quieren entregarme a la señorita de Pinkerton. ¿Cree que debería... arreglar mis asuntos ya? - Su mirada se había ensombrecido, pero una sonrisa irónica surgió en sus labios. - ¿Debería confesarle mis pecados?

- Al Coronel, a Francis, al Sheriff y su ayudante, a Stolesouls... - Empezó a enumerar el reverendo. - La pregunta más bien es a quién no ha acusado. Para mí el chico intenta que miremos en todas partes menos en lo que está cerca de él. - Comentó, antes de hacer una pausa.

- ¿Necesita tomar esa decisión antes del atardecer? Algo me dice que después de las votaciones será más sencillo escoger a la persona adecuada.

Adam Strong escuchó todo lo que la mujer tenía que decir, y se quedó pensativo después, valorando la idea de hablar de esas cosas de manera pública.

- Cuanta menos utilidad piensen los asesinos que tiene esta caseta, más a salvo estaré. - Aseguró. - Así que por ahora yo no diría nada. Al menos hasta tener algún tipo de seguro de vida para esta noche.

Luego siguió oyendo sus palabras, y le dedicó una mirada de medio lado cuando volvió a hablar sobre él y Ella. Lo cierto era que ese asunto no dejaba de incomodarle, pero tampoco podía hacer nada porque Canary lo olvidase. Tendría que contentarse con que se mantuviera entre ellos tres.

- Sólo una persona me ha hablado de usted como sospechosa, y es ese cabeza chorlito de Giesie. - Respondió. - De ser de otra manera, se lo habría avisado. Susie, por ejemplo, me ha preguntado directamente, y le he dicho que ha sido gracias a usted que sigo vivo ahora. Además no tengo muy claro por qué, pero piensa que sólo hablo con usted y con ella. De modo que no, no creo que deba arreglar sus asuntos. Aunque si quiere confesarse, será divertido escucharla. - Dijo con una media sonrisa. Estaba claro que ella no le veía como un reverendo, no tenía sentido hacer como si fuera a actuar como tal.

- Estoy... - chantajeando - forzando un poco las cosas con algunas personas. Creo que algunos darán el nombre de Giesie esta tarde.