Partida Rol por web

Sir Gustave Cavanough llega al embarcadero, recordando el episodio del rescate del cuerpo de Frederick y comprobando que el mar ya no parece tan picado como durante el día. Allí percibe la silueta ilusionante de Penny Barrow, en el mismo lugar de ayer.

Avanzo con calma hacia Penny y le saludo para que me oiga llegar.

Querida Penny. Lamento profundamente todo lo ocurrido y también haber tenido que dar detalles sobre nuestros encuentros y mis intenciones.

Me intento acerca a ella. Ha sido un día muy duro y un doble baño de agua fría para el escritor. Uno físico y otro moral. Su rostro apenas refleja lo agotado qué está. Solo es claro para el ojo perspicaz.

Cuanto más te acercas, más dudas que se traten de Sean y Owen. Pisas el embarcadero, haciendo sin querer evidente tu presencia y entonces ves claro que se trata de un hombre y una mujer. No tardas en identificarlos en cuanto se vuelven hacia ti. Son Penny Barrow y Sir Gustave Cavanough.

Unos pasos en el embarcadero atraen la atención de Penny y Gustave. El susto inicial duró poco al reconocer pronto quién era quien llegaba hasta ese punto, interrumpiendo la conversación. La señora Margaret Begginfeld.

La incomodidad que sintió Margaret al encontrar al escritor y a la señorita Barrow en el embarcadero fue evidente. Había salido a dar un paseo y la presencia de dos figuras vistas a lo lejos le habían llamado la atención, por lo que se había acercado a ver.

Carraspeó un poco nerviosa, antes de saludar a la pareja.

-Estimados... veo que no soy la única que ha visto la posibilidad de dar un paseo en esta noche serena para aclarar los pensamientos. Espero... espero no estar interrumpiendo nada... íntimo -lo último le costó pronunciarlo. Era evidente que la situación no le agradaba demasiado.

Penny se acercó también al señor Cavanough cuando él llegó hasta ella y empezó a negar suavemente con la cabeza.

- No importa, Gustave...

Parecía a punto de añadir algo más cuando se giró sorprendida al escuchar otros pasos cerca del lugar donde Gustave y ella se habían encontrado. 

- Oh, no se preocupe, señora Beddingfeld. - Respondió a la mujer mientras hacía un leve gesto con la mano, quitándole importancia a la interrupción. - Podemos charlar los tres un rato, si lo desea.

No habia tenido tiempo de hablar con la señorita Barrow cuando apareció la señorita Beddingfield. Por un momento, se sintió sorprendido, pero no permitió que la mujer se sintiese incómoda.

Penny tiene razón, no debe preocuparse... El aire marino y el rumor de las olas son dos de los mejores aliados para aclarar las ideas. Apaciguan el espíritu y devuelven tranquilidad.

Dijo amistosamente. Después respiró hondo llenando sus pulmones de medicina para el alma.

"Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y estos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos…"

La calidez con la que la recibió la Barrow la sorprendió. Horas antes Margaret había puesto en entredicho su inocencia, pero la mujer parecía no guardarle rencor. De igual manera, Cavanough también aceptaba su presencia allí por lo que la inglesa se relajó un poco a pesar de que aún se sentía como una especie de celestina.

-Gracias... aunque sólo les robaré unos instantes. En la situación en la que estamos, merecen disponer de todo el tiempo que sea posible ya que no sabemos si la espada de Damocles pende sobre nuestras cabezas. Por cierto, sir Gustave, bonitas palabras... ¿Son de su autoría? -la Beddingfeld también inspiró hondo, llenando sus pulmones de aire marino. En otras circunstancias, ¡qué va!, tres días antes hubiera disfrutado enormemente del paseo, la casa, la proximidad del mar. Pero el destino le había jugado una broma macabra y en aquel entonces, solo podía pensar en sus posibilidades de sobrevivir y poder escapar del sitio que amenazaba con convertirse en su última morada

Los ojos de Penny volvieron hacia el señor Cavanough al escuchar sus palabras y una sonrisa suave se deslizó hasta sus labios. 

- Eso ha sido precioso, Gustave. - Alabó. - Lo cierto es que estando en la situación en la que estamos, pendiendo de un hilo, es agradable poder escuchar algo tan hermoso. 

Miró entonces a la otra mujer. Había notado su extrañeza al ser bien recibida. 

- Cuando uno no está seguro de si morirá esta misma noche, cada minuto cuenta de una forma diferente, ¿no cree? Una palabra o una mirada se convierten en algo mucho más grande y lleno de emoción. En el interior de la mansión todos estamos tensos y desconfiados. - Se encogió de hombros y miró brevemente hacia la casa. - Y es normal que así sea teniendo en cuenta el juego morboso en el que nos han metido a la fuerza. Pero me resulta difícil sentir rencor aquí fuera, junto al mar. Siento deseos de aprovechar cada segundo al máximo, pues no sé si podría ser el último.

Suspiró quedamente. 

- Con lo tranquilo que está el mar ahora, si encontrásemos un bote podríamos escapar. Pero no me cabe duda de que nuestro anfitrión se habrá encargado de que no exista esa posibilidad.

Gustave miró con inmensa dulzura a Penny. Las palabras de Gustave eran "robadas", los pensamientos de ella originales. Casi sintió vergüenza de ser escritor y usar los versos de otros, pero no le importo demasiado tiempo, pues pudo atribuirle el mérito a su propietario respondiendo a la pregunta de la señorita Beddingfield.

Si tuviera ese don para la poesía, desde luego que no me dedicaría al teatro. - dice con una suave risa - Son de un escritor norteamericano que tuve el placer de conocer hace no demasiado en su recorrido por Europa. Es una obra inacabada, contrastamos historias e ideas. He de confesar que las suyas lucían más prometedoras que las mías. Quizás cuando salgamos de aquí pueda usar el horror que estamos viviendo para inspirarme en mi próxima obra. Esa era mi intención al venir aquí, aunque nunca imaginé que me convirtiese en protagonista de una historia así. - Otra vez... - si no es indiscreción, ¿Qué les trajo a ustedes aquí?

Preguntó iniciando una conversación

- ¿Desean dar un paseo mientras charlamos? - Propuso Penny, dispuesta a tomar el brazo del señor Cavanough para caminar por el embarcadero. 

- Wesley y yo recibimos esas invitaciones... No teníamos ni idea de quién las había enviado, no recordábamos su nombre, pero sonaba interesante, como toda una aventura. Unas vacaciones pagadas en una isla maravillosa. Supusimos que al llegar recordaríamos al anfitrión o él mismo podría aclararnos por qué nos había invitado. Me pareció que era una oportunidad perfecta para dejar el pasado atrás y tomar aire antes de continuar con nuestras vidas. Pasaríamos unos días haciendo el vago, conoceríamos gente interesante... Sonaba bien. - La joven se encogió de hombros.

- Nunca imaginé que podría tratarse de una trampa y mucho menos de algo tan macabro como esto que estamos viviendo. - Suspiró y miró a Margaret, pasándole la pelota con una sonrisa. 

- ¿Y usted, señora Beddingfeld?

Gustave se mostró muy complacido con el paseo, especialmente con la oportunidad de llevar a Penny del brazo, aunque solamente afirmó con la cabeza.

La historia de Penny ya la conocía en realidad, pero esa era una charla amena que haría que Margaret se sintiera más cómoda.

No dijo nada y esperó que ésta contase su historia.

Margaret acompasó sus pasos a los de la pareja. La noche invitaba a caminar y la mujer no vio objeción en acompañarlos. La desgracia que los unía era más fuerte que las convenciones sociales y ella se sintió reconfortada de poder aparentar normalidad en medio del caos que estaban viviendo.

-Mi historia es muy parecida a la de la señorita Barrow. Confieso que me extrañó mucho la invitación. Soy una persona que suelo tener buena memoria para las amistades, pero por más que me esforzaba, no lograba ubicar a la amable mujer que me había hecho partícipe de su hospitalidad. Tarde comprendí que había sido una celada bien armada... Y pensar que Peter, mi esposo, creyó que sería bueno que me tomara unos días para mí, sin los niños -suspiró quedamente. El deseo de poder estar con los suyos, lejos de la angustia de no saber si vería la luz del sol un día más quedó patente en aquella exhalación-. Esa mujer... -pronunció con amargura-... esa mujer hizo de mi vida un infierno mientras estaba viva y ahora... ahora estando muerta se las arregla para salirse con la suya. Temo no volver a ver a mis pequeños, a mi esposo... -los miró con desesperación-. Tenemos que hallar a los asesinos, por favor...

Gustave no entendía la relación de aquella mujer con la situación actual. Había creído entender que por aquella mujer se refería a su suegra, pero no iba a ser él el que le impidiese desahogarse.

Respecto a eso... Sigo pensando que debemos intentar adelantarnos a sus movimientos y para eso, la clave siguen siendo las malditas estatuillas. Quedan 3 en cada grupo. Han sido partidas 4: 3 de un grupo (Crowden, Predatore y Champlain) y 1 en el otro grupo (Von Bach). Esto me tiene algo confuso... ¿Qué tienen en común los 3 que les diferencie del uno? ¿Sus crímenes? ¿Su nacionalidad? ¿El reconocimiento de su culpa?... ¿Qué sabemos de ellos?

Predatore podría ser italiano, pero también italo-americano. Sabemos que es el responsable de más de un millar de muertos desde su posición en la mafia. Sabemos que lo negó todo y que salió impune de un juicio debido a estas acusaciones.

Crowden por su acento parecía inglés (incluso diría que londinense). Sabemos que es el responsable de una única muerte y, si nos fiamos de su palabra, reconoció su crimen pero alegó haber asesinado por salvar su propia vida presionado por la mafia.

Champalin era claramente francés. Sabemos que es el responsable de la muerte de 134 soldados de su propia compañía militar mientras era sanitario en el ejército. También sabemos que lo negó todo. Según él las muertes se debieron a la falta de un camión de suministros, pero teniendo en cuenta las acusaciones, sencillamente no creo que nos dijese la verdad, igual que su amigo Predatore. Es más, estoy seguro de que no dice la verdad, puesto que el primer día me acusó a mi por ser mi acusación (según sus propias palabras) "un delito venial" y que por tanto no encajaba con el resto. De alguna forma eso significa que su delito era real.

Ahora que lo pienso, sabemos algo más, que la nieta de Champlain se casaba con el hijo de Predatore (según el propio doctor) y que decidieron ocultarlo por los amigos de "dudosa" reputación de Predatore ¿podría ser que eso es lo que tuviesen en común? Me refiero a la Mafia. - Levanto tres dedos - Crowden mató presionado por la mafia, Predatore parecía ser parte de la mafia y la nieta de Champlain tenía relación directa con un hijo de la mafia... Sabiendo que las familias de la mafia suelen ser algo "endogámicas"... ¿Podría ser que Champlain también tuviera relación con la mafia? ¿Qué opinan?... Si fuera así, habría otras tres personas relacionadas con la mafia en peligro. Uno de ellos seguramente fuera el señor Cray... Sé que no es un razonamiento muy sólido, pero quizás deberíamos proteger al señor Cray incluso por encima de nosotros mismos... - Hasta ese momento estava divagando en voz alta (como de costumbre), pero en ese momento se gira hacia Penny, su brújula, para saber su opinión y si estaba dando palos de ciego o había dicho algo con sentido - ¿Qué opinas Penny? ¿Deberíamos proteger a Cray como clave para sobrevivir incluso si eso significa dejar de proteger a otros si fuese necesario elegir entre varias personas?

Si no es la mafia, la única otra posibilidad que se me ocurre hasta el momento es la que dije en origen: Si Predatore fuese nacido en Italia, otro punto en común de los tres sería el antiguo continente, ya que sabemos que Von Bach era canadiense. Él mismo lo dijo. Además de eso, sabemos que Von Bach reconoció sus crimenes (las tres chicas), como Crowden, pero a diferencia de él, no lo intentó justificar porque era un auténtico monstruo. ¿Sería esa la distinción entre estatuillas como dijo la señorita Miles?, el justificar o no justificar los propios crímenes me refiero. Y si fuera así... ¿Cómo podían estar las estatuillas ya divididas en dos grupos antes de saber cómo reaccionaríamos a las acusaciones?...

Al final, su mente había vuelto al problema. A pesar de que Gustave intentaba dejar todo el asunto dentro de la casa cada vez que salía con Penny al exterior, la conversación había vuelto al mismo tema. En parte por el comentario de Beddingfield, en parte porque era natural. Su cabeza intentaba continuamente resolver el rompecabezas y salvar así sus vidas.

Si supusieramos que lo que distingue las estatuas es la nacionalidad, habría 3 personas del nuevo continente en peligro. Podríamos intentar centrarnos en esos ya que, igual que hay menos personas de la mafia que de fuera (y por tanto es más fácil anticipar los movimientos de los asesinos protegiendo a estos), también hay menos personas aquí del nuevo continente que del viejo. Que se me ocurran por el momento Sally Miles y... creo que se juntó con alguien más americano, pero no recuerdo quién. La señorita Dupont si no me equivoco no era, puesto que era nacida en Francia. ¿Alguien recuerda quién era el otro americano?

Sin dejar de caminar Penny había escuchado las palabras de la otra mujer y cuando sus miradas se cruzaron, estiró la mano para apretar suavemente el brazo de Margaret en un gesto de ánimo. 

- Lo lograremos, querida. - Afirmó, con un brillo determinado en los ojos. - No podemos dejarnos llevar por la frustración, tenemos que seguir fuertes y mantener la esperanza... la seguridad -matizó- de que vamos a salir de aquí. Estoy segura de que si lo creemos con fuerza y trabajamos por ello manteniendo la calma y la entereza, al final esos asesinos pisarán en falso, o conseguiremos cercarlos, y podremos encargarnos de ellos.

Suspiró y sus ojos azules se perdieron en el mar durante algunos instantes, aunque lo abandonaron para escuchar al señor Cavanough cuando empezó a hablar. 

- Yo también creo que la división en dos grupos significa algo, aunque no sé qué. La única del grupo más pequeño que se ha roto fue la del señor von Baach, ¿no es así? ¿Qué tiene él diferente a los otros? ¿Y qué une a los otros entre sí? Si supiéramos eso, tal vez podríamos anticipar quiénes serán las siguientes víctimas. - reflexionó, repitiendo en parte lo que había dicho Gustave. 

- El tema de la mafia suena posible, sí, pero, ¿seis personas relacionadas con ella no son muchas en un grupo tan pequeño? Quizá mañana podríamos explicar esa teoría y preguntar a todos. Los que tuvieran alguna relación podrían decirlo y así veríamos con claridad si es posible o no. También tendríamos entonces que encontrar algo que justificase el segundo grupo. Por ahora sólo sabemos que el señor von Baach era un violador. - Meditó un instante. - Sobre el señor Cray, está haciendo mucho por encontrar pistas y a los asesinos, a mí ciertamente no me parece que sea uno de ellos. Pero no tomes ninguna decisión precipitada, Gustave. Antes de hacer nada, confirmemos que la teoría de la mafia es sólida. Precipitarnos no ha funcionado demasiado bien hasta ahora. 

Se quedó en silencio un momento antes de seguir hablando.

- El tema de las nacionalidades no me parece tan descabellado como para descartarlo directamente. Esta mañana pensé que no tenía solidez porque creí que el señor von Baach era alemán, pero si era canadiense, podría volver a tener sentido. Tal vez podríamos también proponer que cada uno hable de su nacionalidad y hacer dos listas. Wesley podría preguntar a todos los muertos. No creo que el confesar o no los crímenes tenga relación, la verdad. Tú lo has dicho, las estatuas estaban divididas desde antes de que llegásemos. Todo estaba preparado desde antes. Desde luego la teoría que ha quedado descartada por completo es la que la división fuese por sexos. Pensé que tal vez podría tener algo que ver con quién se aloja en cada planta, pero tampoco encaja. - Sacudió la cabeza. - Lo cierto es que no se me ocurren más opciones, pero no debemos descartar que quizá se nos haya pasado algo por alto.

Asintió con la cabeza.

A pesar de ser un hombre dado a reflexionar y a lanzar una conjetura tran otra, había quedado más que claro que era mucho más impulsivo de lo que aparentaba. Aplicar un poco de sentido común femenino no le venía nada mal.

Más adelante se van a reunir los invitados en la planta baja. Si les parece podríamos ir allí y plantear esta teoría. Tengo la sensación de que no nos conviene demasiado exponer teorías sobre la distinción entre estatuillas delante de los criminales, así que cuantos menos lo sepan mejor. Un instinto interior no deja de repetirme ¿Y si ellos están aquí tan ciegos como nosotros? ¿Sería posible que estén matando gente al azar buscando a los negritos sin saber quiénes son?... Aunque claro, esto significaría que el anfitrión no estuviese aquí y la verdad es que sigo pensando que el anfitrión debe estar cerca.

Penny asintió levemente tras valorar las palabras de Gustave. 

- Tienes razón, podría ser darles demasiada información a los asesinos. Aunque cada noche hayan acertado con una estatua, podría haber sido casualidad. Tal vez podríamos ir preguntando a la gente en pequeños grupos. Así los asesinos presentes no podrían sacar conclusiones pero quizás podríamos averiguar si debemos proteger a alguien. - La joven hizo una pequeña pausa antes de lanzar otra hipótesis.

- ¿Y si el anfitrión está aquí, pero ellos no lo saben? Quizá está jugando también con ellos. Quiero decir... Todo esto es francamente retorcido y todavía no sabemos qué les mueve a matarnos. Ni por qué nos han invitado a nosotros en concreto, o qué significan esas horribles estatuas de negritos.

Tiene bastante sentido. Me refiero a que el anfitrión este oculto y encubriendo su vendetta a través de unos peones asesinos que no sepan que estan siendo manipulados.

Eso me reafirma en que no es bueno hablar claramente de esta teoría de la mafia relacionada con los grupos de negritos mientras haya riesgo de que los asesinos la oigan. Quizás podamos intentar recabar información sobre la mafia en grupos numerosos mientras que en grupos pequeños expliquemos el por qué de estas cuestiones. De momento, planteemos con discreción la pregunta por la noche y veamos hasta donde nos lleva

¿Qué opina usted señorita Beddingfield?