Partida Rol por web

Un detalle que te parece curioso es que esta habitación tiene una segunda puerta que da acceso directo a la biblioteca, que linda con tu pared. Así puedes acceder a ella sin tener que salir primero al pasillo.

Tras el día agotador, lleno de emociones y misterios, cuando llegas a la habitación y cierras la puerta a tus espaldas, una imagen ronda tu mente, la de el mayordomo, Alfred Dyle, y su subordinada, Eleanor Morstan, cuchicheando tras hacerse los encontradizos, contra toda norma de etiqueta y moral.

Había sido un día movidito. Y, de no ser por lo ocurrido estas últimas horas, sin duda habría aprovechando mi estancia en una habitación tan lujosa como la que me habían asignado. Lástima, pero otros asuntos eran más urgentes como por ejemplo... salvar mi pellejo. Bloqueé la puerta con llave, y la aseguré con uno de los sillones. También bloqueé aquella que daba a la biblioteca. Claro que las amplias ventanas no me inspiraban demasiada seguridad, pero carecía de muebles y fuerza suficiente como para tapiar de manera casera todo hueco disponible.

Me senté sobre la cama, pensando, mientras le echaba un ojo a la libreta de notas cuando recordé aquel no tan casual encuentro entre el jefe de mayordomos y una de sus subordinadas. Curioso. ¿Dónde podrían encontrarse? Lo más lógico sería la cocina, aunque demasiado obvio tienen buena excusa, es decir, son parte del servicio. No sería tan raro que algún huésped quisiera picotear algo de noche...

Esta noche, saldré a dar una vuelta hasta las cocinas. Me aseguraré de hacerlo con  máximo cuidado, llevando conmigo algo que me permita protegerme* dado el caso.

Agotada por las tensiones del día, cuando llegas a la habitación y cierras la puerta a tus espaldas, una imagen ronda tu mente, la Penny Barrow y su hermano, Wesley Barrow, haciéndose crípticos gestos mutuamente, contra toda norma de etiqueta y moral.

Bajo al salón, para la supuesta reunión en común de todos.

Cuando vuelva a la habitación, antes de acostarme, pondré la oreja en la puerta que da a la biblioteca, sin abrirla.

Por la mañana al despertar, algo te llama la atención. Algo que antes no estaba ahí. Sobre una repisa, un cuadro de medio metro de lado descansa con intención de ser bien visible. El cuadro no contiene ningún dibujo o paisaje, contiene el texto de una canción infantil popular.

Agotada por las tensiones del día, cuando llegas a la habitación y cierras la puerta a tus espaldas, una imagen ronda tu mente, la Penny Barrow y Prudence Bennett, haciéndose crípticos gestos mutuamente, contra toda norma de etiqueta y moral.

Bajo nuevamente al salón, para la reunión pública.

Bajo nuevamente al salón, para la reunión pública.

Te ruego me disculpes, pero se me pasó el mensaje.  O.O¡

Enseguida te abro escena.

Cuando llegas a tu habitación, presa de las emociones vividas, recuerdas haber visto a Wesley haciéndole gesticulaciones a Leonard. Es más, recuerdas perfectamente que, durante el desayuno improvisado de esta mañana, Wesley Barrow buscó la atención del párroco en sus largos silencios. Señaló, cuando éste lo víó, a Everett con la cabeza, y después señaló discretamente con su dedo índice el conjunto donde están las figuras de los negritos. Negó con el dedo lentamente y su mirada era seria y grave.

Voy a la terraza, para la reunión con la señorita Margaret Beddingfeld, y después iré al salón para la reunión pública.

Finalmente abro la puerta y dejo pasar al señor Cavanough, cerrando nuevamente la puerta después de que él pase.

Le agradezco con un gesto de cabeza que me haya permitido entrar.

Buenas noches, señorita Cavendish. No quisiera robarle mucho tiempo. Debo empezar por pedirle disculpas por incluirle en el paripé de esta noche sin haberla advertido primero, sin embargo, su reacción natural era indispensable si queria tener alguna posibilidad de conseguir algo en claro de todo esto.

Permítame que le explique por qué hice esto y que pretendía obtener. En realidad se trataba de un doble objetivo. Desde el momento en que hoy Yvette desveló el nombre de su salvadora me di cuenta que la historia solo podía ser real y que usted era tan importante para salir de aquí con vida como la propia Yvette. El problema era que usted ha visto a los asesinos y encima demostrado ser capaz de proteger de la muerte a Yvette. Eso la convertía a usted en indispensable para encontrar a los asesinos, pero también en el objetivo más claro.

Cómo decía, había pues un doble objetivo. Por un lado, si conseguía convencer a los asesinos de que tenían la oportunidad de atacarle a usted durante las votaciones, quizás de esta forma no intentaran matarla hoy. Por eso era necesario introducir la idea del montaje y esperar a que hubiera la mayor audiencia posible, para que el mensaje llegara a los asesinos. Además, Yvette está ciega en cuanto a los culpables y yo falto de sospechosos reales. Necesitaba ver si alguien se sumaba al carro de mi acusación sobre usted cuando era obvio que es inocente. Eso hubiera sido una gran pista en la búsqueda de los tres asesinos que quedan.

Siento haberla pillado de por medio en este intento y entiendo su suspicacia sobre mi, pero créame, mañana se convencerá de que lo que le estoy contando es la pura verdad.

Gustave hablaba apresuradamente, como acostumbraba a hacer cuando quería decir muchas cosas en poco tiempo.

En cuanto a su riesgo de que por mi culpa le señalen en las votaciones, en realidad es nulo. El que realmente se estaba exponiendo era yo mismo. Sobre todo después del patinazo con Dumont. También ha podido comprobar que en público me enfrento continuamente a Mercier. El motivo es no solo la falta de conexion inicial con ella que me he asegurado de alimentar, sino las características de mi habilidad, ya que si los asesinos supieran que confío en ustedes dos a ciencia cierta y sospechasen la condición de mi habilidad para mantenerlas con vida, habrían acabado conmigo sin darme oportunidad de utilizar mi habilidad en beneficio de ustedes y por tanto de todos los inocentes. O al menos me habrían atacado durante las votaciones obligandome a mostrar mis cartas antes de tiempo.

Ya le digo que no tiene por qué creerme, pero lo verá con sus propios ojos cuando gracias a mi habilidad consiga proteger a una de ustedes. El caso es que yo confío en ustedes dos tanto como en los dos hermanos o, un poco menos por no conocer su condición, en Cray. Y aunque mis métodos sean extraños, lo único que busco es encontrar a aquellos que me sigan la corriente en lo que yo mismo sé que es absurdo. Entienda que no tengo otro medio para hacer salir a los asesinos a la luz. Sé que son medios rebuscados, pero soy escritor de misterio, mi cabeza crea historias continuamente e intenta preparar trampas a los asesinos. Esa es la verdad y es todo lo que he venido a decirle.

Habitación de Elisabeth Cavendish: