Partida Rol por web

Qué extraño, con lo que parecía gustarle al barón todo esto de las plantas y lo ostentoso... Dejar que todo esto acabara descuidado... ¿Habría tenido el barón algún problema este último año? ¿Habrían suplantado su identidad? Los que parecían conocer al barón de antes, parece como si estuvieran en la casa de otra persona distinta... Excepto el señor William.

Absorto en estos pensamientos, Maynard se acercó a la caseta de materiales a ver si encontraba algo de interés.

William parece recolectar unas hierbas del invernadero con interés, guardándoselas en su mochila lateral.
El doctor gira levemente la cabeza para mirar a los demás. Si le preguntan ya responderá, de momento a recolectar.

William toma todas las hierbas que no estén encerradas menos unas pocas, que deja para que vuelvan a crecer por si cuando se marche de este sitio puede replantarlas en su hogar.
Luego mira las jaulas o donde estén las plantas cerradas, tratando de vislumbrar como abrir las celdas sin romperlas.

Gérard Mercier entra en escena y ve a aquel grupo de personas desperdigadas por aquella estancia.

En una zona apartada puedes observar distintas plantas, entre las que destacan Raíz de Nirn, Ricino, Acónito Común, Cicuta, Adelfa, Tártago y Azucena. Por otro lado pudiste observar, encerradas en pequeñas jaulas otras plantas, como Estramonio, Belladona, o Muajares; las cuales apenas se podían considerar aptas para la recolección, ya que eran muy jóvenes y se encontraban bajo el sistema de regadío, ya que por su tamaño, otro tipo de riego las mataría.

Las Jaulas de pájaros que se encuentran en el suelo, parecen que han sido soldadas a aquellas enormes macetas macizas. No hay forma de abrirlas, ni de levantarlas, ni siquiera parece que hubiera forma de doblarlas o romperlas. Perfectos muros que salvaguardan aquellas pequeñas plantas, o una prisión perfecta para ellas.

La Escalera había pertenecido a aquella pared, se podía ver como antes esta se encontraba colgando de ella, ya que aún estaba el hierro corroído en la pared, a 2 metros del nivel del suelo y luego posteriormente en la parte superior, a 5 metros del nivel del suelo. Aunque se lograra levantar la escalera y apoyarla, nunca se llegaría a la parte superior. Sin contar con lo inestable que sería.

No se sabe cómo ni porqué, pero Alice tenía en sus manos una cuerda con un gancho en la punta, de aproximadamente 3 metros de longitud. Con una habilidad pasmosa esta joven baronesa comenzó a girar aquella cuerda al lado de su cadera y con un gentil movimiento de muñeca, la lanzó a la parte superior de la estancia. Para suerte de ella, el gancho había chocado y se había enganchado a la perfección con la barandilla al lado de donde estaba el hueco para la escalera.

Por desgracia la cuerda era tan solo de 3 metros, mientras que la distancia que los separaba era de unos asombrosos 5 metros; aún había entre la cuerda y el suelo 2 metros de altura; suficientes para agarrarse a ella, pero insuficientes para poder subir de forma cómoda y escalar paralelo al muro.

O el suelo era muy bajo, la cuerda muy corta o bien la pared era muy alta.

En cuanto vi a Alice BackWell me acerqué sin dudarlo hasta quedarme a su lado. En ningún momento le enseñé las esposas que tenía ocultas a la espalda. Justo al estar a su lado y ver cómo terminaba de enganchar el gancho, con un ágil movimiento le coloqué las esposas en la muñeca y comenté.

- Lo siento baronesa, pero va a tener que acompañarme lo quiera usted o no. En marcha, así lo ha decidido la mayoría. mi tono era serio y no daba lugar a réplicas. Si no estaba dispuesta a acompañarme lo haríamos a la fuerza.

Las Jaulas de pájaros que se encuentran en el suelo, parecen que han sido soldadas a aquellas enormes macetas macizas. No hay forma de abrirlas, ni de levantarlas, ni siquiera parece que hubiera forma de doblarlas o romperlas. Perfectos muros que salvaguardan aquellas pequeñas plantas, o una prisión perfecta para ellas.

Dentro de aquella caseta había diversos materiales, aunque todos ellos parecían haber sido ordenados a la perfección; pese a que no había muchas herramientas, las pocas que ahí se encontraban eran de un tamaño pequeño. Había tijeras de podar pequeñas, un rastrillo de mano, una paleta de mano, unas cuantas bridas y un cutter. Además había diversas bocas (o cabezas) de manguera, pese a que no había ninguna manguera. Lo que más resaltaba eran los 4 barriles bien cerrados y que al parecer estaban llenos de tierra. Tranquilamente pesaría cada uno 50 kilos. Además de eso, había un pequeño cesto con un ramo de girasoles.

- ¡Eh, eh, eh! - grita William - ¿Qué hacéis? - pregunta pidiendo explicaciones cortando el paso a Gérard Mercier. - ¿Cómo que lo ha decidido la mayoría? ¿Estáis sugiriendo que Alice es culpable de algo? Permitidme discrepar, pues está haciendo mucho más que otros que no he visto desde el primer día. ¿Qué le vais a hacer? - pregunta algo valiente, tratando de proteger a Alice Backwell.

Menos la Azucena y la raíz de Nirn, las plantas que se encuentran al alcance de William tienen propiedades que las caracterizan como potenciales venenos. A la Azucena se le atribuyen tradicionalmente facultades curativas, pero no ha sido probado con certeza en el mundo científico ni médico. Y respecto a la raíz de Nirn... con un par de ingredientes más podría elaborar una sustancia que se emplea en el mundo de la psicología a veces: un suero de la verdad.

-Doctor, en el gran comedor hay encima de la mesa una urna metálica en la que todos los invitados pueden realizar sus votaciones y evidenciar sus sospechas frente al resto. Temo comunicarle que de entre todos los invitados hay una alta probabilidad de que existan asesinos y solo mediante el uso de las votaciones consensuadas entre todos, tenemos la posibilidad de encerrar en el calabozo a los culpables y defendernos. Comenté con rotundidad. Estas esposas que ve ahora mismo reaccionan a los votos emitidos. Con eso quiero hacerle entender que solo alguien que ha sido citado por la mayoría puede ser encadenado en ellas...si no me cree acompañeme a los calabozos y se lo demostraré. Aunque usted, el señor Maynard o el buzo quisieran colocarselas no les afectaría, no hay llaves ni nada parecido. Solo encierran a la persona que ha salido votada por la mayoría.

Yo no había votado por la baronesa pero si era la decisión de la mayoría de la gente. Si la mayoría de los invitados consideraba que era una potencial culpable, solo restaba hacer cumplir eso. Todos tenían la posibilidad de ir al gran comedor y hacer su votación. Quién no quería votar era libre de no hacerlo, quién quisiera votar era libre de hacerlo. Pero los resultados eran inalterables y consensuados por la mayoría. Democracia.

- Quiero hacerle saber, al igual que al resto, que el no votar solo perjudica a aquel que no quiere participar. Las votaciones no son obligatorias para nadie, pero si son absolutas. Quién sale elegido por la mayoría va al calabozo. Así son las cosas, aunque desearía que fuese de otra forma. Si van al gran comedor entenderán a que me estoy refiriendo caballeros.

Rápidamente el Sommelier atrapó ambas muñecas de Alice tras su espalda, sin que esta pudiera siquiera reaccionar ante ello. Las esposas parecían resistentes, a su vez que sorpresivamente no había cerradura alguna para meter alguna llave. Una vez que fueron puestas, ya no podrían ser sacadas por métodos convencionales. Habían atrapado eficientemente a Alice y ahora esta no podría continuar con sus aventuras por el castillo, al menos no hasta que se deshiciera de aquellas esposas.

- Monsieur Smith, ¿quiere acompañarnos a los calabozos? Comprobará por usted mismo que lo que digo es cierto. Si prefiere quedarse aquí simplemente me retiraré con la baronesa...siento haberle parecido brusco, no era mi intención. La baronesa simplemente será encerrada, no sufrirá ningún mal y se le dará comida como a todos. Le expliqué de buenas formas. Si me disculpa, trataré de venir en breves y ayudarles a resolver los enigmas y puzzles. Hasta pronto.

Después de mis palabras abandoné la estancia camino a los calabozos.