Partida Rol por web

Las frías gotas de lluvia continuaban cayendo sobre la capucha de Ivhone. Ésta caminaba, cabizbaja, mientras sus botas desgastadas iban dibujando surcos en los charcos que se iban formando. 

Llevaba mucho tiempo sola y no se acostumbraba a ver a tanta gente... Podía decirse que prácticamente había vivido recluida de la sociedad, sin tener contacto con nadie. Así que ver a tantos hijos de Caín allí reunidos, la turbaban de cierta manera. No sabía cómo dirigirse a ellos. Los dos intentos de acercamiento que había probado parecían no dar resultados. 

Caminaba, perdida en sus propios pensamientos, recordando tiempos mejores; cuando, sin darse cuenta, empezó a prestar atención a la voz del japo. 

Caminaba cerca de él, un poco más retrasada, pero a la distancia suficiente para que su voz le llegara nítida. Hablaba de un tiempo pasado, lo llamaba leyenda, pero... ¿De qué demonios habla...? Dirigió sus ojos avellana hacia él y enarcó ligeramente una ceja. No creía ni una palabra...

- Chorradas... - Su voz sonó lejana y ronca; la lluvia amortiguó una risa suave, podría decirse que casi sibilina. ¿Cómo iban a poder unirse los tres poderes en uno solo...? La joven se arrebujó más en su empapada capa y continuó caminando...

¿Qué necesidad tenían todos de presentarse? Quizás la "rara" era ella, pues desde el principio no le importaba nada, ni nadie y por ello el saber los nombres de los demás le era casi indiferente. Pese a todo, no pudo evitar escuchar algunos de los nombres que se retuvieron en su mente , no conocía a ninguno de ellos, ni siquiera por nombramiento alguna vez, pero con solo fijarse un poco supo que reunidos en aquel lugar estaban los tres Legados y para su sorpresa de los "suyos" eran unos cuantos. Pero eso no despertó en ella ningún sentimiento, ni ningún tipo de reacción.

Mientras caminaba seguía escuchando las distintas conversaciones, cada una era muy distinta a la otra, pero hubo algo que la hizo incluso sonreír divertida. Una joven soltó un comentario casi  susurrante que llegó a los oídos de la Semi-Demonio. "Chorradas" esa había sido la palabra usada, cómo ella pensó por igual, pero no dijo nada prefirió quedarse complemente callada, mientras caminaba lentamente, sintiendo cómo sus botas hacían que el agua salpicase en todas direciones con cada pisada. Lentamente llevó la mano derecha hacia el pelo, acomodándolo perfectamente hacia atrás, retirándolo de la cara, no tenía frío, pero sí le incomodaba cómo el pelo se pegaba en su rotro por culpa de la lluvia.

Syd seguia caminando escuchando las conversaciones de los demas, pensando en los distintos grupos de gente que tenian presente no solo por el legado de cada uno, si no por la personalidad. Aunque lo extraño fue la conversacion que tuvieron dos sobre los permisos de sus padres, para Syd era muy extraño y hasta le parecia que habia escuchado aquellas palabras antes, hace unos dias cuando no estaba tan solo.

Miro a Zyllah unos segundos y se alejo de ella unos cuantos pasos, sin importarle que se notara su gesto. No queria estar metido entre lo que tenian ambos, ya sabia como podria terminar todo si dos Grovehn empezaban a tratarse de esa manera.

De los demas no podia pensar en mucho cada uno empezando a relacionarse rapidamente, talvez debia intentar parecer algo mas normal como decia su madre. Pero hace tiempo que preferia mantenerse alejado de los demas semidemonios que terminaban volviendo a querer lo mismo sin importar su actitud.

Sonrío a la joven rubia que se dirige a mí en primer lugar. - El placer es mío, señorita Vanna René. - Cuando comenta los motivos por los que está allí, mi corazón da un vuelco. - Vaya... Yo también estoy aquí por mis padres. Más bien por mi padre. No es que sepa a ciencia cierta mucho de él salvo que era un demonio y que de él tuve que heredar un par de cosas que me han ayudado a sobrevivir, pero la única pista que he tenido en años me ha traído a aquí, y ni siquiera sé por seguro que sea verdad...

En ese momento, Nil me habla, contestando a la pregunta que le hice. - Vaya, así que estamos aquí porque va a ocurrir algo. - Le dedico una sonrisa irónica, y mi tono de voz revela que pretendo sonar divertido, no cortante -Bueno, si es así, suena bien. Llevo años dedicándome a todo tipo de entretenimientos, vamos a ver si este que comentas me sorprende.

Por último, me dirijo a nadie en particular. - Entonces, ¿alguien más va a entrar en esta catedral tan rara? Si es así, yo voy, que empieza a hacer mucho frío.

Sin recibir respuesta, se llevaron a esa niña hacia el templo. Seguramente no quisieron responderle por el simple hecho de que no se había presentado pero es que desde que volvió a Oldland dudaba de que nombre usar. Si, debía ser eso. Porque a diferencia de otros que parecían brujas o sombras, los que estaban alrededor de esa niña desmayada parecían personas amables.
-Seguro que sus vidas fueron buenas.-Sin perder la sonrisa se quedo un poco atrás mirando una vez mas las ruinas de la antigua casa del dios y escuchar sin quererlo los que algunos decían sobre la ciudad.
-Eso debía de suceder antes de que yo naciera...

Eso le recordó que aquel chico del escudo le había advertido de algo y él había pasado de él. Lo había vuelta a hacer.-Parece que vuelven mis malas costumbres.-Se llevo la mano libre a la espalda y volvió la mirada a Andrew, quien parecía reunido pero... tenia que retractarse.

-HOLA otra vez... perdona que te moleste, pero no me he presentado soy... Poron de Old, gracias por tu consejo a veces olvido que los modales son diferentes fuera del circo.-Le ofreció la mano al hijo de Grovehn. Y también se presento a la mujer.-Poron de Old encantado. Le ofrecería la otra mano pero ya sabe.-Hizo un ademan con la cabeza para mostrar lo que estaba sujetando para evitar la lluvia.

Esperaba paciente a que aceptaran su mano y esperaba que ese lobo no le mordiera, recordaba el dolor de los dientes afilados de una bestia salvaje y no era agradable.

-Un placer soy Alexia- dije tendiendole la mano. -No te preocupes por Saskia, no muerde, al menos no siempre- añadí con una sonrisa.

-¿Vienes de un circo? yo nunca he visto uno, no llegan hasta Siberia... a decir verdad nunca había visto tanto herederos de Caín juntos, de hecho hasta hace poco no sabía ni que yo lo era.

Como la mujer fue la primera en presentarse Poron le apretó la mano enérgicamente.

-Hola Alexia, no sabes el peso que me quitas de encima con ella.-Hizo un ademan con la cabeza señalando a la loba.-No suelo caer bien a los animales, tal vez sea por estas marcas. Incluso es difícil que la gente se acostumbre a ellas. Finalmente le soltó la mano a la espera del tercero en discordia, pero como se suele decir mientras se espera pueden pasar muchas cosas.

-¿Circo? que... ¿O lo dije en alto? Si, si. Tuve la suerte de unirme a los gitanos. Bueno... no son exactamente gitanos, pero me gusta llamar así a los nómadas, así los llamaba mi...-Se detuvo un momento sin saber que palabra usar.-¿Dices que no conocías tu herencia?-Poron había aprendido a llamarla de manera neutra a su maldición, era mas placentero y menos molesto.

-La verdad es que yo tampoco se muy bien lo que somos... Si que conozco los que aquí rondaban, muchos como Andrew y unos pocos como yo, pero era raro ver gente de tu linaje. Aunque eran los mas agradables para hablar. De hecho tener un amigo que te acompañe y te de cariño debe ser muy agradable, por eso mismo me uní a los gitanos ellos con como... una familia. Es agradable y visitamos muchos sitios.-En ese momento sus pupilas se agradaron de sorpresa.-¿Donde esta Siberia, es una ciudad? Nosotros visitamos ciudades y pueblos, por pequeños o.-Miro por encima de la cabeza de ella.-O ruinosas que sean.

Algunos de los allí presentes no parecen semidemonios. Deben ser resultado de algún demonio con mucho amor por lo humano, porque si no, no entiendo algunos comentarios y actitudes que hacen sentirme como si estuviera en un bar cualquiera de una ciudad cualquiera plagado de personas normales y corrientes. Tienen el poder, tienen la oportunidad y tienen el lugar. ¿Sabrán aprovechar lo que se les ha ofrecido? Me gustaría creer que sí. No hace falta que hagan el mal, que digan barbaridades o que maten ratitas de campo, sencillamente sentirse orgullosos de lo que son: ni el mal, ni lo vulgar. Tienen lo mejor de cada uno de los dos seres que los engendraron. Espero que sepan estar a la altura, porque no vale con aparentar ser muy "malote", "independiente", "espavilado", "carismático" o "indefenso". Todos conocemos las pieles de cordero con las que se viste el lobo. Me conformo con que sean eficientes y una vez terminemos con la investigación, cada mochuelo a su olivo.

Manteniendo esa sonrisa para la joven que me responde al saludo, dirijo mis pasos hacia los que se encaminan hacia los pocos restos que quedan en pie del Templo.

- ¿Creeis que ha sido obra de humanos? ¿De demonios? ¿De... -aguardo unos segundos antes de formular la pregunta, mirando a quienes estén a mi misma altura caminando en la misma dirección- mestizos? ¿O alguna otra posibilidad?

Sosteniendo el escudo con la mano izquierda sobre las cabezas de los dos semidemonios e intentando disimular su nerviosismos por tener aquella hermosa loba blanca tan cerca, Andrew sonríe a Poron de Old. El joven Grovehn se siente bastante aliviado por la presencia de aquel curioso semidemonio. Más de lo que sería capaz de admitir. Es de los pocos, por no de decir el único, que ha hablado de su pasado y lo ha hecho de una forma de lo más despreocupada. Andrew no está acostumbrado a aquello. En su entorno todos miden sus palabras. Una simple mirada malinterpretada puede costarte la vida. Los suburbios de Nueva York no son un buen lugar donde vivir y mucho menos si te tienes que hacer cargo de ocho hermanos.

Da un pequeño paso adelante y le tiende la mano al rubio con una cálida sonrisa. -Andrew Ludvig.

Si la loba decide atacar es posible que decida ir a por el Melknhar, tú por si acaso acércate a él, Andrew. Parece el más enfermizo, la presa más fácil, la loba irá a por él antes que a por ti.

Andrew sacude un poco la cabeza antes de proseguir, como si quisiera apartar de su mente algunas ideas.-Espero que cuando todo acabe mi familia pueda ver ese circo del que hablas. Puede que hasta alguna de mis hermanas pueda formar parte de él... Piensa en su hermana Melknhar. Su poder le permite volverse elástica. Sería buena contorsionista y tendría una vida mejor.

Tampoco te encariñes de él, Andrew. Las posibilidades de que muera son demasiado elevadas.

Sonrio sin poder evitarlo, Poron resulta agradable y tengo curiosidad por todos los lugares que ha visitado ya que yo no había salido de la aldea hasta ahora.

-A mi también me gustaría visitar ese circo, será divertido. Vivo en una aldea muy pequeña, Siberia es una zona casi desierta de Rusia, casi todo el año esta cubierta de hielo así que no pasa mucha gente por allí- al recordar mi hogar frunzo el ceño, espero que estén todos bien

-Mi padre adoptivo me encontró en la nieve cuando tenía sólo 10 años, al menos eso creo porque no sé mi edad exacta no recuerdo nada hasta ese día. Saskia, que era sólo un cachorro, intentaba protegerme del frío. Al pasar el tiempo y ver que no envejecia al mismo ritmo que ellos supe que era diferente- no entendía porque contaba todo aquello pero, tal vez, alguno de ellos pudiera explicarme más cosas.

-En mi aldea todos son humanos, durante 209 años les he protegido y ellos han cuidado de mi. No sabía nada de Caín y su legado hasta que, hace unos meses, unos hombres atacaron la aldea y mataron a muchos... demasiados- recuerdo el sentimiento de impotencia al ver como mataban a mis familia, los ojos me escuecen y parpadeo para alejar las lágrimas.

-Conseguimos vencerles pero a un alto precio, uno de ellos me habló de lo que era, de ésta cuidad y de algo que pasará aquí y que destruirá a la humanidad. Quiero a mi aldea a salvo por eso estoy aquí- intento esbozar una sonrisa a Poron y a Andrew, no me gusta ponerme tan dramática.

Al escuchar la pregunta de la joven del paraguas, Ivhone detuvo sus pasos. Su nariz se arrugó en una expresión de disgusto mientras sus ojos hacían un rápido barrido de toda aquella desolación.

- ¿¡Humanos...!? - Sus pupilas buscaron las de la Melknhar, afilándose en ellas y sus labios se curvaron en una mueca. - Ellos son débiles, son incapaces de hacer algo así... - Le dijo, extendiendo los brazos. Mostrando los edificios derruidos, los cuerpos que, de forma grotesca, adornaban el pavimento mojado. Ivhone desconocía lo que había ocurrido en aquella ciudad. Pero de lo que sí estaba segura era, de que aquellos seres endebles no podían haber terminado con todos aquellos semidemonios.

Volvió a ponerse en movimiento. Deseaba llegar a esa catedral y descubrir qué había ocurrido.

Mientras caminaba, ocultó su rostro bajo la capucha oscura y escuchó a una hija de Eve. ¿Qué necesidad tenían de poder mostrar sus secretos ante completos desconocidos...? Ivhone chasqueó la lengua y bajó nuevamente la mirada, deslizándola por una grieta y viendo como el agua formaba pequeños riachuelos en el asfalto.

Escuchaba a unos y a otros, conversaciones de todo tipo, con personas de toda clase muy diferentes entre sí. Conforme pasaba el tiempo las diferencias eran cada vez más notorias, producto de la individualidad. Dejé que continuaran, sin interferir, ahora mismo tenía mis pensamientos en otro lado, y ya que nadie se dirigió a mí, y yo preferí mantenerme al margen, mis labios solo emitían silencio.

Por fuera aparentaba tranquilidad, pero en mi interior existía una amalgama de sentimientos enfrentados entre sí, desafiando para ver cuál se superponía al resto como si fuera líder de la manada. La ira, la frustración, la desconfianza…todos participaban en aquel conflicto como una guerra por el poder, por la capacidad de contenerse.

Vuelvo apretar el puño, y clavo una severa mirada aquel edificio medio derruido que el paso del tiempo había provocado su estado tan precario. Me faltaba mirar dentro, quizás no había nada, o quizás sí, fuera era difícil saberlo. Algunos se dirigían allí, así que hice lo mismo y me acerqué con rudeza como así desvelaban mis pasos, clavándose con fuerza en la tierra húmeda, con firmeza y determinación.

Y ahora la impaciencia me estaba dominando, no podía soportar estar quieto, y menos de brazos cruzados. Aunque dudaba de si estaba listo por lo que pueda suceder, acobardarme no era una opción. Me repetí a mí mismo, me insistía de nuevo en que tenía que hacerlo, era algo que necesitaba.

Mientras caminaba pesadamente hacia la catedral en pos de los que ya habían partido, escuché mencionar leyendas y hablar sobre la vieja reunión que aquí se celebró.

-No son leyendas. Todo es real -Si alguno hubiese estado alguna vez en Oldland, sabría tan bien como yo que los ecos de los acontecimientos que sucedieron en aquella vieja catedral hace tanto aún resonaban en el ambiente del pueblo, de forma sobrenatural. Siempre lo habían hecho, desde que yo tenía uso de razón. Es algo con lo que aprendí a convivir, pues crecí sintiéndolo. La muerte, tanto de inocentes como de los traidores que intentaron destrozar el sello, casi podía respirarse aún.

Durante el tiempo que dura la historia de Tetsuo, Eko camina mirando al frente, reprimiendo una sonrisa. - Dicen que tras toda leyenda se oculta una verdad. - sentencia con voz grave, sin dejar de andar. Las palabras del oriental le hacen sentir divertido en cierta manera, pero mantiene el semblante serio, atento al frente, sin quitar la vista de Zyllah.

Cuando Megan se une al grupo de vanguardia la evalúa durante un instante, ligeramente sorprendido al escucharla hablar en japonés. Sus armas decían mucho de ella, o eso quería pensar Eko. Aunque fiarse de las primeras impresiones no tenía por qué ser bueno, por algo había que empezar.

Continuó avanzando, controlando la distancia a la que ellos se encontraban, y también la que los separaba de los de atrás. La lluvia y el barro ahogaban el ruido de las pisadas, y eso no le gustaba en absoluto. Sin embargo, las voces de los demás le llegaban amortiguadas, pero audibles. La cantidad de semidemonios que habían llegado a Oldland por motivos relacionados con sus padres era cuanto menos curioso. Con un suspiro, Eko comenzó a toquetear de nuevo la bala que aún llevaba en la mano, sin llegar a jugar con ella. Luego apretó un poco el paso, sin llegar a plantearse si sus dos acompañantes le seguirían.

Al ver cómo Nil se hace cargo de la pequeña Cameron yo me retiro un par de pasos tratando de no llamar demasiado la atención. Avanzo con el grueso de los presentes en busca de refugiarme de la lluvia mientras escucho atenta todas las conversaciones, que van desde compararnos con un circo, historias personales, hablar de humanos, y así un sin fin.

-Mis padres fueron dos semidemonios, y ambos están muertos.

Comento a Zagam ante su asombro y su desvelado de historia. No obstante, debido al frío decido caminar cerca de él ya que se ha mostrado bastante comunicativo. Me mantengo en silencio y expectante, observando hacia el lugar donde nos dirigimos y hacia los compañeros y las armas de todos.

-Quizá allí donde parece tener tanta importancia podamos encontrar las respuestas... aquellos que las busquen.

Mis palabras no van dirigidas a nadie en particular y a responder a Zagam a la vez.

De una manera u otra los pasos de los reunidos se dirigían hacia la Catedral de Baal, sobre sus hombros la lluvia donde se diluían sus recuerdos, y ante ellos un pueblo derrotado aún por conquistar.

Algunos recordaban ciertos episodios de su vida en cada esquina, secuelas de heridas difíciles de borrar, otros pasaron de largo, haciendo caso omiso de todo aquello que entre ruinas quedaba a su paso.

Nil portaba entre sus brazos el cuerpo de la pequeña Cameron, la cual seguía respirando, sumida en sueño de derrota y fatigas, que la hacían débil e inocente. Tras el algunos de los que habían ayudado a la pequeña,.

Ya nadie quedaba atrás, el grupo de veintidós semidemonios se erguían a los pies de la escalinata de aquella Catedral,  y fue entonces cuando se percataron de una presencia que no había logrado ver en todo su camino.

Sobre las escaleras, descansaba un cuerpo, una mujer morena, de piel pálida, y marcado maquillaje, parte de su cuerpo aun permanecía seca gracias a una cornisa todavía en pie, como si aún tras la ruina, aquel edificio debiese respeto a esa mujer.

Su garganta estaba cercenada, su rostro manchado de lágrimas y sangre, y a su lado un macho cabrío que sin vida, dejaba pasó también a la muerte. Puede que alguno la reconociera por historias, por vivencias, o por leyendas tal vez, pero era Elisabeth… La mujer que fue designada al cuidado del Castillo de Baal, aquella misma mujer que ofreció su vida y su soledad a la protección de aquel antiguo sello, y la guardia de aquel legajo de historia que ahora se avocaba a desaparecer.

Allí descansaba su cuerpo, como antesala a los cascotes y cenizas de lo que debía de proteger… Sus brazos en cruz parecían querer para el paso, protegiendo aquel lugar, incluso cuando la Parca acogía su alma entre sus brazos.

Sola, con la mirada pérdida, en la ciudad donde empezó todo, en aquella sombra de recuerdo que se empeñaba en desaparecer… Y entre sus manos, un último recuerdo de aquellos que una vez conoció, con el que se despedía de ellos, sin querer. Aquella pulsera se aferraba a sus dedos ya rígidos, una pulsera, que fue cedida por su eterna amiga Nekhbet, y donde en días silenciosos marcó el nombre de cada uno de los que un día estuvieron junto ella, una cuenta para cada nombre, y nombre para cada recuerdo, que ahora ella aferraba a su muerte como epitafio de aquella sepultura sin losa.

No podía creer lo que veían mis ojos...ante nosotros el cuerpo de una mujer se desangraba... ¿Serían ciertas las leyendas que habían mencionado algunos de los presentes?.... tras toda leyenda se oculta algo de verdad... aquellas palabras se repetían en mi mente y no pude evitar mirar por una fracción de segundo a la persona que pronunció dichas palabras..

No sé que pintaba en todo esto aquella niña, solo ella podía sacarnos de dudas...la muerte....nuestra presencia en aquel lugar...

Escucho con simpatía la historia de Poron de Old acerca del circo y los gitanos, y no puedo evitar reprimir una carcajada con Andrew apunta que alguna de sus hermanas podría formar parte del circo. ¿Pero en qué jaula? Jajaja. Sin duda había aquí gente muy variopinta, pero no todos parecían malas personas

-Menospreciar a los humanos es menospreciar una parte de ti misma.-Digo respondiendo a Ivhone.-Son débiles en muchos aspectos, sí, sobre todo en combate, ¿pero alguna vez has puesto a prueba su voluntad? ¿Alguna vez has visto hasta donde son capaces de llegar por algo tan nimio como una persona amada?. 

A nosotros, muchas veces nos pierde nuestra arrogancia. Pero nuestro poder mucha veces puede convertirse también en una debilidad. Si lo que dicen es cierto, hace tiempo hubo otra reunión parecida aquí... ¿sabes que pasó? Que aquellos que se creían más fuertes, los que pensaron en obtener más poder destruyendo a sus hermanos y robando secretos prohibidos... esos fueron los que acabaron muertos. 

Continúo caminando junto a Seele, por alguna razón sentía cierta empatía con ella, todos parecían estar muy ocupados con sus batallas interiores y con búsquedas vitales acerca de sus padres, yo no había empujado por nada en concreto... sólo por mis sueños, que me decían que debía venir a este sitio. Había visto luz... y oscuridad... una sombra que reptaba por la tierra y se elevaba mucho más grande que la vieja catedral. Había visto mi propia muerte... pero también había visto esa sombra retrocediendo con la llegada del amanecer. Eran sueños confusos, inconexos... aunque debían significar algo.

-¿Me harías el honor de caminar a mi lado, Seele?-Sonrío dulcemente a la joven, y le ofrezco mi brazo con un cortés gesto para que pueda agarrarlo para caminar, después de todo el camino estaba bastante escarpado y mojado por la lluvia, cualquiera podría tropezar aquí. -¿Que ha podido asustar tanto a la pequeña? Pertenece a nuestro legado, y por lo que hemos visto tenía bastante control sobre su poder. Creo que algo malo nos espera ahí delante... y sin embargo no podemos hacer otra cosa que seguir avanzando.

--------------------------------------------

Sin darme cuenta atravesamos el umbral de la catedral mientras charlaba con Seele, tuve que dejar la última pregunta en el aire al observar la horrible escena, la mujer muerta... el macho cabría. El hedor de la muerte lo impregnaba todo... pero sobre todo, se confirmaban nuestras predicciones más pesimistas. La sombra había comenzado a avanzar.

-Tened cuidado. -Advertí simplemente, de manera concisa, a partir de ahora cualquier movimiento en falso podía desatar los acontecimientos.

Avancé hasta el cuerpo de Elisabeth y tomé la pulsera que aferraba en sus manos, buscando alguna pista, quería leer los nombres que había en las cuentas, ver si había algo raro. Debemos buscar algunas respuestas.

Andrew se acerca a la catedral que tanto había observado momentos antes. Sujeta sobre su cabeza y sobre la de Alexia su colorido escudo que de tantos apuros le había sacado. Conversa despreocupadamente con ella y con Poron. A medida que se acercan la expresión de Andrew va cambiando y la calidez de su voz se sustituye por una seriedad casi fría hasta que el joven semidemonio queda completamente en silencio.

Al llegar a la escalinata Andrew ve el cuerpo sin vida de aquella mujer y su macho cabrío. Si alguien hubiera estado atento habría podido detectar algo parecido a pena en sus ojos, pero solo dura unos segundos. Sin decir nada se adelanta y sube las escaleras hasta llegar a la altura de Elizabeth. Hace un ademán de decir algo pero de su boca no sale palabra alguna así que la vuelve a cerrar. 

Despacio, se agacha junto al cuerpo y cierra los ojos de la mujer. Se queda unos momentos mirando el rostro sin vida de Elizabeth antes de girarse para coger lo que aquella mujer sostenía en las manos. Pero no lo hace a tiempo. Gabriel se ha adelantado y se encuentra leyendo las inscripciones.

Los ojos de Andrew brillan, llenos de odio contenido. Aprieta los puños y se dirige a Gabriel.-Dámela.-Dice con un tono cargado de amenaza. Todo indica que está dispuesto a atacar a Gabriel si no le hace caso.

Sin embargo, donde un segundo antes había un gesto de amenaza aparece un rostro amable y cálido de la nada. -Por favor. Dice, sonriendo al Melknhar.

-¡O claro que si! los gitanos siempre aceptan a gente nueva y mas a la gente con alguna habilidad especial como nosotros.-Sin quererlo se emociono al contestar a Andrew, al mencionar su hermana, y parece que la mujer que los acompañaba también parecía interesada en el circo.

-Que bueno, hacia mucho que no podía conversar con otros semidemonios tan animadamente, es raro... muy raro.-Poron se quedo un segundo pensativo, imágenes oscuras de gente gritando en las paredes de alguna casa derruida o siendo asesinada por otra gente con un aura maligna invadió su mente, lo que duro el agitarla para quitar ese mal recuerdo.

-¿Así que Siberia no es una ciudad? Rusia... eso esta muy lejos. Nosotros nunca hemos cruzado el gran charco, sera por eso que no hemos visitado tu pueblo.-Contestaba apresuradamente mientras la mujer continuaba con su historia, por lo que decidió morderse la lengua y esperar su turno.

-¿209 años? de verdad podemos vivir tanto... yo pensaba que eras de mi edad parec...-Volvió a interrumpir, pero esta vez se tapo la boca para continuar escuchado la historia de Alexia.
A medida que contaba, se daba cuenta que todos los presentes de alguna u otra forma habían sufrido sus propios demonios y muchos con problemas familiares, él por su parte no supo lo que era una familia real hasta que se unió a la actual. -Es raro escuchar sobre padres, cuando uno no sabe ni quienes fueron los suyos...

-Vaya pues lo lamento. yo por mi parte mi regreso a Oldland es mucho mas simple soñé con ella o mas bien tuve una pesadilla con ella, tal vez la ciudad me reclama...-Dejo de hablar cuando se percato del cuerpo que descansaba ya muerto en las ruinosas escaleras del templo.

Observo el cuerpo y la pesadilla volvió a su mente así como un recuerdo de un día parecido a este, huyendo de asaltadores donde termino resguardándose aquí mismo junto a... esa mujer.
No dijo nada mas, simplemente como hiciera Andrew se acerco a la mujer y la observaba, hasta que le sorprendió la actitud del hijo de Grovehn.

-¿Conocías a la vieja baba?-Pregunto con tono de sorpresa. "La vieja baba" era el nombre que decidió darle tras cruzarse por primera vez con ella, cuando no eras mas que un niño.