Partida Rol por web

Después de comprobar que no podía romper la cadena, empecé a recogerla mientras volvía al lugar donde había despertado. No quería dejarla por el medio y que alguien se tropezase con ella. Cuando llegué allí me dejé caer junto al lugar donde comenzaba la cadena que me apresaba el tobillo y me senté en el suelo.

- Si sacrificamos a un inocente, le estaremos haciendo el trabajo a los que han atacado a Alice esta noche. Eso es lo que pasará. - Respondí sencillamente a la joven de la araña antes de dejar vagar mi mirada por el lugar. - Y no sé cómo podríamos elegir. Supongo que nos tendremos que fiar de nuestro instinto.

Después de esto guardé silencio y me quedé simplemente observando al resto, analizando sus reacciones y expresiones. Eko había dado en el clavo el día anterior, había estado demasiado pendiente de mí misma y no me había fijado apenas en los que me rodeaban. Y ahora mi vida podía depender de ellos... 

Me desperté repentinamente tirada en suelo y, de inmediato, recordé lo sucedido como una pesadilla. A mi alrededor se oían discusiones y gemidos de dolor, reaccioné pegándome contra la pared, alerta, antes de revisar el entornó.

Saskia estaba a mi lado con las patas delanteras sobre mis piernas, a mi lado Poron aún yacía inconsciente pero a salvo. Vi a Andrew que estaba arrodillado junto a Eko quien... ¿vomitaba arena? Miré a mi loba que me explicó lo sucedido a toda velocidad.- Un momento... ¿quién está herido?

Giré la cabeza para buscar a Alice que estaba tumbada en el suelo con Megan sosteniéndola, estaba bastante herida y ya la habían vendado, poco podía hacer por ella.

Me levanté con rapidez entonces noté las cadenas que me sujetaban a la pared mediante grilletes en los tobillos. Revisé las cadenas y también la pared, tal vez si no podía romperlas pudiera separar la argolla de la pared.- Mierda- me quejé con un gruñido, que provocó que algunos giraran la cabeza para mirarme.

-¿Qué demonios está pasando y por qué discutís sobre matar a alguien?- pregunté enfadada mientras me acerqué al centro de la sala dónde las discusiones continuaban.

Saskia me seguía mirando a todos preparada para protegerme. -¿En serio os planteáis sacrificar a alguien, seguirles el juego a esos monstruos?- no me podía creer que estuvieran pensándolo siquiera.

Me quedo con la boca abierta ante las palabras de algunos de los presentes. - No lo entiendo. ¿Ahora resulta que nos tenemos que matar entre nosotros? No sé, me parece desproporcionado, sobre todo porque parece que es justo lo que esas crías tienen. Perdonad que me muestre reacio, pero no conozco a nadie aquí. No sé si podéis ser traidores, como decís algunos, o no. Ni siquiera sé si quien le ha hecho esto a esta chica está en esta sala o si están jugando como si fuéramos sus marionetas... Honestamente, prefiero dedicar mis esfuerzos a intentar buscar la forma de salir de aquí, como han propuesto algunos, al menos hasta que pueda sospechar de alguien con fundamento.

Una vez que he intentado tapar las heridas de Alice, me acerco a Vanna. - Déjame ver tu grillete, a ver si veo alguna hendidura o algo que pueda ayudarnos. - Me agacho junto a su pierna buscando algo que indique si se puede abrir, probablemente en balde. 

Estiro la pata, y muevo el grillete hacia arriba con fuerza. Como era de esperar la cadena se tensa, pero también las de los demás. 

-Es una red, como una telaraña, para que no nos podamos alejar los unos de los otros. A medida que muera gente y esos engendros se coman los cadáveres, la movilidad de los supervivientes aumentara. ¿No habéis visto ninguna peli de Saw? La escena de los tipos enganchados por el pie...Me esperaba que fuésemos a morir, incluso intuía lo de los traidores...pero este juego es humillante. 

Gruño al tipo que se acerca a Vanna, pero al ver sus intenciones le dejo hacer, dudaba que sirviera de algo o que pudiera perjudicar a la ya afectada Melkhnar. 

-¿Entonces, en 14 horas, nos volverán a dormir y sus...lacayos asesinarán a uno del grupo? Pero nos dan la oportunidad de elegir entre todos, incluidos sus lacayos, alguien a quien sacrificar antes de que caiga la noche. Si les dejamos actuar libremente, se saldrán con la suya, si nos matamos entre nosotros, solo les haremos el trabajo sucio. Es repugnante que no nos quede opción que seguirles el juego. 

No puedo evitar sentirme avergonzado, mi alma felina e independiente se negaba a doblegarse con tanta facilidad a la voluntad y poder que nos había puesto en esta situación... pero no había otra salida. Agacho la cabeza.

-Ellos se conocen entre sí, habrán apaleado a Alice entre todos. Pero si ha salido con vida...o la ha protegido alguien o es uno de ellos...

Su cuerpo temblaba levemente por el miedo, por más que intentaba controlar su pánico interno era incapaz. Nuevamente esas visiones aparecieron en su mente y se vio obligada a llevarse las manos a la cabeza, sentía que enloquecería, que no lo soportaría. Bajó la vista, mirando el grillete, otra vez sus manos intentaron soltarlo, pero era incapaz. Lo arañó, lo golpeó, incluso tiró por él para soltarse, pero nada servía y eso hizo brotar nuevamente las lágrimas, las cuales no cayeron, si no que se quedaron inundando los hermosos ojos de la semi-demonio. Usando ambas manos tiró del grillete hacia abajo y su pierna subió, cómo si intetase sacarlo a la fuerza, pero cualquier pelea con esa atadura era totalmente en vano...

Una voz llamó su atención, lentamente la miró mientras se limpiaba las mejillas con ambas manos, intentando esconder el miedo marcado en su rostro. Se quedó en silencio, mientras recogía las piernas hacia ella, volviendo a envolverlas con los brazos.-Gritos... Olor de sangre... Miedo... Hace años, en el psiquiátrico. No tenía nada que ver con esto... Pero se parece tanto.-La miró unos instantes, los ojos de la joven estaban asustados y por mucho que intentaba esconder eso, no podía.- Yo estaba atada cuando desperté... Un hombre me hizo de todo... Durante mucho tiempo, cada día a la misma hora, cada día atada a una camilla... Cada día aguantando una nueva crueldad...-Se sentía tan pequeña ahora que estaba atada.-No quiero estar atada... No quiero volver a pasar por esto... No otra vez, no quiero... Necesito soltarme..-Otra vez volvió a llevar sus forcejeos con el grillete.- Por favor... Por favor...-Muchas conversaciones se habían creado alrededor de ellas, pero a ninguna atendió, ella solo quería salir de allí fuese cómo fuese.

Poco a poco me acerqué, apoyé mis manos sobre las suyas que temblorosas  intentaban deshacerse de los grilletes:

- Cálmate, tranquila- dije mirándola con calidez- ese hombre no volverá, no te prometo que estés a salvo, porque ninguno de los aqui presente lo estamos- dije tras lo acontecido y mirando los grilletes que nos ataban a todos-,velaré por ti...todos velaremos por todos, o en aquellos en los que confiamos...por ahora- dije alzando mi mirada al resto de la sala- 

No sé que es peor estar bajo la mirada de dos niñas "mutantes" o estar entre psicópatas que creemos compañeros...

Mientras el resto de vosotros seguía hablando y discutiendo de nuevo, aquella forma enredada de sangre y venas, se entrelazaba otra vez. Y tras ella, de nuevo el rostro hiriente de Juliette.

Su vestido aparecia como mojado, y sus manos llenas de sangre esta vez. Esta vez la piraña, descansaba en su cintura enclavada en un anzuelo, que pendía de una argolla atada al cinto de su vestido.

Espero un momento mientras os escuchaba y luego empezo a hablar, respondiendo a varias preguntas salidas de entre vosotros, mientras retocaba su nuevo brazo ahora cubierto de nuevo de carne otra vez.

Manchas borrosas aparecían ante mí. Unas voces lejanas, como amortiguadas por las robustas piedras de cientos de muros que se interpusieran en su camino, llegaban a mis oídos, pero no podía distinguirlas. Alguien me tendió una chaqueta negra, cuyo tacto apenas podía soportar sobre mi dolorida piel. El dolor me cegaba, sentía pinchados por todo el cuerpo. Poco a poco pude volver a moverme, despacio, muy despacio. Me incoroporé como pude y quedé sentada sobre mis rodillas, mientras mis heridas aún sangraban y muchos jirones me colgaban de la ropa.

Las voces empezaron a llegarme cada vez más cerca y vi cómo muchos se preocupaban por mí. Quise agradecer sus palabras, pero las palabras se atoraban en mi garganta y volvían a mi estómago antes de poder salir.

Estuve así un rato, no sé ni cuánto. Escuché a algunos contando viejas historias, algo sobre un sello, y también sobre las votaciones.

Interrumpí la conversación cuando tuve fuerzas, tras la intervención de Lennish.

-Es... inútil intentar romper los grilletes. Lo he intentado. Lo he intentado mientras luchaba desesperadamente por escapar de mis agresores. Eran... eran más de uno. No pude ver quiénes, en la oscuridad... De lo que no me cabe ninguna duda, es de que esos traidores se encuentran aquí presentes aún -la tos me interrumpió, y más sangre manó de mi garganta.

Cuando me recuperé, recorrí a todos con mi mirada.

-Gracias... Seas quien seas el que interfirió por mí. Te debo la vida.

Sus manos dejaron de temblar durante unos segundos al roce de la cálida piel de Lennish, la miró y mordió el labio inferior, quería hacerle caso, claro que quería Pero.. ¿Y si él aparecía? ¡Eso era imposible! Él había muerto.. Había muerto hacía años. Lentamente giró sus manos hasta que sus largos dedos rodearon las manos de ella en un gesto de desesperación y auxilio. Cómo hermana de Legado no temía el mostrarle cómo se sentía.-No.. No me dejes sola.. Por favor.-Pasó pesadamente saliva a través de su garganta, no quería quedarse sola, no quería revivir fantasmas del pasado.

-Solo intentan enloquecernos... Si nos matamos entre nosotros.. Ellas tendrán un festín... Somos títeres...-Apreté con nerviosismo las manos de Lennish, mientras volvía la mirada hacia la joven que había caído en manos de esos que llamaban traidores.-Acabaremos todos como ella... Acabaremos como ella...-Susurraba una y otra vez, mientras sus ojos no se despegaban de ella, viéndola así se recordaba a si misma. Y eso la aterraba.

Sabeis... No pensaba volver hasta llegada lo noche.

Pero Mêredy insistio e insistio... Resopla y dice: Estaba ilusionada con vuestro regalo, y no veía la hora de daros las gracias...

Supongo que ella misma vendra a darlas, pero ya conoceís a los niños pequeños, son impredecibles... Hace una sonrisa y mira a Alice. Estas hecha un asco...

Sacude la cabeza y vuelve a hablar: Bueno por donde iba, Mêredy, quiere que os sintais como en casa, así que no hay motivo para seguir atando vuestros pies.... Mientras sus palabras se iban escuchando aquellas duras cadenas que ninguno de vosotros había conseguido romper, se desvencijaban, y retorcían en el suelo, como si de un cuerpo viviente fuera, sufriendo la más letal agonía... Los grilletes se resquebrajaban y dejaban libres vuestros pies, mientras desaprecían como derretidos por un curtido ácido sin más.

Y en ese mismo instante todos sentisteis al unisono, un crepitante dolor en vuestros tobillos, tatuando como a fuego en vuestra carne, una veintena de simbolos, que circuncidaban vuestro pie.

Segundos duró el marcado de vuestra piel, los mismo que no pudo resistir, romper a reir aquella niña.

No me deis las gracias... es de parte de Mêredy.

Todo aquel semblante jugueton se borró y se torno serío y concentrado como si estuviese a punto de describir algo que requiriese, rigor y solemnidad.

Bienvenidos al averno... esto es tan solo la puerta... esa maldita puerta que aún sigue sellada, pese a que conseguimos destruir el sello que hace tiempo fue debilitado... pero como siempre falta algo... Dice apretando los dientes, con rabia.

Parece que aún queda algo en vuestras almas que detiene nuestro avance, y deja cerrada la puerta. Pega un golpe en la pared y grita con una voz infernal que parece provenir de todos lados, mientras a la vez que manchada de numerosos tonos en la voz, como doliente de miles de formas y demonios a la vez.

¡¡¡ HASTA CUANDO LUCHAREÍS POR ALGO QUE NO VALE LA PENA VOLVER A CREAR !!!

Pasas su mano sobre su pelo, y parece relajarse un poco, incluso se toma su tiempo para tomar aire... cuando parece que toda su ira se ha desvanecido os vuelve a decir con dulce voz y volviendo a sonreir.

Entre vosotros se esconde las almas, capaces de detener todo un infierno, pero tambien aquellas que os hagan caer, 22 son los peldaños que obstaculizan vuestra libertad. Por suerte, entre vosotros, tambien se esconden almas que nos ayudaran a llegar a vuestro lado, una vez más...

Solo es cuestión de tiempo... el reloj ha empezado, y no se detendrá... Suerte a aquellos que estan de nuestra parte, para el resto... os espero dentro de poco, como almas a tormentar....

Y como respondiendo a una duda que varias veces habías repetido dijo para terminar:

Que empiece el juego, el juego en el que se da caza al traidor, el precio de no encontrarlo... la propia muerte, y nuestra llegada a vuestro mundo. Algo que espero con ilusión....

Una risa sellaba su ida de nuevo, mientras varios de vosotros corristeis hasta la zona donde se encontraba dispuestos a luchar... a tan solo un paso de la puerta... y entonces... y una fuerza mayor a todos os lanzó de nuevo hacia el centro de la sala, mientras el grabado de vuestro pie se iluminaba, haciendoos presas de aquel juego, obligados esta vez.

Todos miramos en silencio a la maldita niña que disfruta con su juego. Ahora ya tenemos las respuestas, es un juego de poder. Igual que paso años atrás, los que queden tomarán la decisión de abrir o reforzar el sello. Por más que queramos trabajar en equipo es imposible, porque quien te sostiene la mano puede ser el que te mate.

Cuando desaparece hay miradas de desconfianza en todos nosotros y algunos fingen. Alice ha dicho que la atacaron en grupo, por tanto algunos están unidos y trabajan en grupo pero... ¿quienes son? Luego está la persona que la ayudó, ¿quién fue, por qué lo hizo?, ¿pudo ver algo? y si es así, ¿por qué no lo dice?

Me siento en el suelo para poder quitarme la bota y mirarme el tobillo, marcados en la piel como una tobillera tatuada hay simbolos que no reconozco. Me levanto sin volver a ponerme la bota y me acerco a Eko, Nil, Zyllah y Andrew, los que más información tienen sobre lo que eata ocurriendo.

-¿Reconoceis estos símbolos, sabéis lo que significan?- pregunto nerviosa. Quise asegurar el futuro de mi aldea, pero morir aquí no me parece la mejor forma. Por primera vez pienso que no debí venir, la mejor manera de protegerles era quedandome allí y luchar contra los que llegaran. Marcharme ha sido un error, pero necesitaba salir de allí y saber más sobre mi especie. Ahora me va a costar la vida.

-Sigo pensando que deberíamos intentar salir de aquí y darles a esas una patada en el culo. Pero si lo que ha dicho es cierto y hay traidores entre nosotros... bueno, no sé... - añado encogiendome de hombros, el pesimismo me invade por momentos. - ¿Fue así la otra vez?- pregunto de nuevo. Algunos no me han caído bien desde le principio eso no quiere decir que le desee la muerta. En cuanto a los que sí me han caído bien, no estoy acostumbrada a tener que juzgar a la gente, odiaría haberme equivocado.

Durante los siguientes minutos Eko permaneció en silencio, asintiendo a todo aquel que preguntaba por su estado. Dentro de sí mismo trataba de analizar la habitación, pensando en cómo tender una trampa entre varios para cuando los engendros volvieran.

El tiempo pasaba, y él permanecía ahí, sentando, dejando que cada minuto se desgranara como arena cayendo sobre sus hombros. Arena. Pasaría un tiempo hasta que dejase de odiarla con toda su alma. Cada rato Eko escupía de nuevo restos de lo que la niña le había hecho. Pagaría por ello. Aún no sabía cómo, pero lo haría.

A su alrededor, la gente comenzaba a hablar de tomarse la justicia por su mano. Visto lo visto, podía ser en cierta manera lo mejor. Nadie más iba a luchar por ellos, eso estaba claro.

Cuando la niña llegó, Eko apretó sus puños y su mandíbula, inspirando profundamente. Sus palabras llegaban a su cerebro como atravesando un líquido denso, pero comprendió el significado de lo que decía.

En cuanto su tobillo comenzó a escocer se llevó la mano a él, pero no llegó a descalzarse. Se tragó su dolor, digiriéndolo despacio. El engendro parecía completamente demente, pero él no haría más mientras ellas ostentasen el poder.

Cuando al final ella se marchó utilizó los dedos índice y corazón para separar la parte alta de su calcetín y de su bota, observando la marca que se le había quedado grabada, pero las palabras de Alexia le sacaron de sus pensamientos.

- La otra vez ajusticiaban a alguien al atardecer, si a eso te refieres. - Respondió. - Pero nada más es igual. - Dijo, mientras se ponía al fin en pie, tanteando el apoyo con el tobillo marcado. - Hay cosas que son una versión macabra de lo que eran entonces, pero espero que otras se mantengan. Como que sea posible traer a alguien de la muerte. - Añadió luego, echando una mirada a Nil. - Por si nos equivocamos.

Megan mira cómo Alice va reaccionando pero aún no habla, luego Liam le dice que se quede con ella, pero le parece que suena algo pesado. Enarca una ceja pero cuando le va a responder, Alice habla, así que guarda silencio y la escucha. Ella misma confirma que el grupo de traidores se encuentra entre los presentes y son varios. Al parecer se han aliado y vienen a por nosotros.

La aparición de las terroríficas niñas hacen que Megan cubra a Alice de forma protectora pero cuando destruye las cadenas, Megan trata de tocar sus tobillos pero no podía soltar a Alice, así que emite un fuerte grito de dolor y sostiene fuertemente a la joven herida. Luego, mira a la niña con ira en su mirada por el dolor que le había causado. No había podido defenderse y eso la enojaba bastante. Sudaba un poco de resistir el dolor y no poder moverse, pues no quería lastimar más a la joven herida.

Todos siguen hablando, debatiendo algo que es inevitable que suceda. Cuando caiga la noche el instinto de supervivencia podrá con nosotros y alguien acabará muerto. Eso es así, nos guste o no. El gesto de Andrew se va relajando poco a poco y su apatía pasa a una ligera preocupación que se acentúa cuando aparece la sádica niña para liberarnos de las cadenas y hacernos un regalo.

La marca en las piernas duele, pero es la sorpresa más que el dolor lo que hace gritar a Andrew. Cuando el dolor se ha pasado mira su pierna para ver la marca antes de girarse a la niña con cara de odio.-Qué es esto!? Qué nos has hecho?

Hace cien años fueron las esferas blancas... Esta vez son estas marcas. Esto no acabará hasta que uno de los bandos salga vencedor. Ten cuidado, Andrew.

Pero la niña, lejos de responder, sigue hablando, confirmando lo que el Grovehn ya sabía. Intenta detenerla cuando ve que se dispone a irse otra vez, aunque en el fondo de su ser sabe que es inútil. Están atrapados y que solo hay una forma de salir de aquí, volver a jugar a aquel macabro juego. Andrew sale despedido de vuelta al centro de la sala, cayendo en el proceso. Se levanta e intenta recuperar la compostura. Aquella niña consigue sacarle de as casillas.

Se acerca a Alexia.-No hay otra manera, Alexia. No podremos salir de aquí hasta que todos los traidores hayan muerto... O solo queden ellos con vida. Esos símbolos... Azhariel cree que son símbolos de poder. Cuando él estuvo aquí cada uno de los semidemonios tenían una esfera blanca que cuando morían iluminaban, o lo que sea, a otro semidemonio, confiriéndole un poder especial. Yo... no sé hasta que punto creerme esto, pero todo lo que me ha dicho ha resultado ser cierto.

Se gira hacia Eko dudoso.-Azhariel quiere que te diga que es exactamente igual que la otra vez. Diferente lugar, diferentes anfitriones... Pero mismo objetivo, mismos enemigos y mismas armas... Se calla unos segundos y sonríe, algo avergonzado.-No creo que te lo diga con mala intención. Es solo que... ya sabes como es. Ya sabes como le volvió este lugar.

Por último se acerca a Alexia y Poron.-Pero yo no pienso morir aquí.-Su voz va ganando convicción y el ánimo habitual del semidemonio se puede volver a intuir.-Acabaremos con ellos, dejaremos a las niñas pudrirse tras estas puertas y nunca jamás volveremos a pisar este lugar.

Tetsuo se encontraba inmerso en sus pensamientos, tratando de averiguar en quien confiar y en quien no. Era demasiado que observar, demasiado que tomar en cuenta, muchas palabras, muchos gestos. Se giró para observar a todos, habiendo nuevamente enfundado su katana en la cintura. Miró a un lado, y solo podía llegar a una conclusión peligrosa.

Las revelaciones de la niña confirmaban una ligera sospecha no pensada, pero si intuida de que se encontraban en el infierno, aunque no precisamente en él, sino mas bien a un paso de él. Los veintidós escalones le recordaban a la leyenda de los veintiún sellos. Y entonces el escozor en su píe, para el cual solo se permitió una pequeña mueca de molestia. Dirigió su voz a quienes se sentía como los más cercanos desde su llegada a aquel lugar, aunque no pudiese confiar totalmente en ellos. - Si ra historia se repite, ros traidores van a morir nuevamente.- Sostuvo la empuñadura de su katana con la mano izquierda, teniéndola sujeta por su cinturón en aquel costado de su cuerpo. 

Miró a la niña demonio de forma fría y desafiante. Ya no temía, ahora que sabía a lo que se enfrentaba no había espacio para el miedo en su corazón, ni en su mente. - Nunca van a sarir de este rugar, akuma.- 

Iba abrir mi boca para preguntar, pero fue innecesario, entre las palabras de unos y las teorías de otros me estaba empezando hacer una idea de lo que estaba sucediendo, pero eso no fue de gran alivio si no todo lo contrario.

Tener de nuevo la compañía de esas espeluznantes crías no era nada agradable, al menos las cadenas desaparecieron, aunque más bien diría que se hicieron invisibles porque una marca de fuego que aparecía en nuestros tobillos de forma dolorosa nos indicaba que seguíamos en la misma posición desventajosa frente a esos demonios.

 Era muy frustrante y por un momento apreté con ira mis dientes como si eso me ayudara  a mantener la cordura. -A ver si me he enterado, ¿estamos atrapados en este jodido juego y solamente podemos salir si los traidores caen?  Genial. – Dije con evidente tono de fastidio. Me llevo una mano a mi revuelto pelo y un suspiro de resignación escapa de mis labios. - Entonces, ¿qué podemos hacer? ¿Acabar con ellos mediante las votaciones? Pero si es algún inocente es facilitarles el trabajo.

Alice se despertó, confirmó que eran varios y alguien le protegió pero no pudo identificar a ninguno de ellos. Eso sería un auténtico problema.

Parece una guerra entre dos bandos, uno quiere fortalecer el sello y el otro romperlo– Por lo visto yo era de los pocos que no tenía conocimientos sobre la primera parte de esta historia condenada a repetirse. Y yo sin saber que coño pintaba yo aquí. Cuando vine aquí no tenía ni idea de donde me estaba metiendo, pero una cosa entendí, que ya no podía salir así como así, pero eso no significaba que fuera a caer fácilmente sin luchar.

-Gracias.

Respondo sinceramente ante el abrazo y preocupación de Yormund, sin poder evitar mirar a Gabriel por su corrección hosca. Luego escucho las historias sobre el pasado y siento cómo se me acerca Zagam con la intención de ayudarme y le muestro mi grillete. Mientras lo hago acaricio la mejilla de Yormund, agradecida por ese gruñido protector. Sigo atenta a cuanto dicen, pero siento cómo un nudo se hace más grande a cada momento en la boca de mi estómago. La aparición de Juliette me tensa y contengo la respiración mientras observo con aire desafiante.

Un discurso emotivo y entonces, como por arte de magia, libres... libres donde nadie había podido hacer nada por liberarnos. Unos símbolos de poder. Y más gente confusa.

-Yo... tampoco termino de comprenderlo. Sólo vine para buscar al hombre de la espada de fuego, no este... infierno. Soy una mestiza del legado de Melknhar y del legado de Eve. La sangre de demonio es débil y la parte de mi madre predomina sobre la de mi padre. Mi habilidad es... el Yin y el Yang. Vine aquí por que él dijo que debía volver donde todo comenzó. Y que me parezco a mi madre. Entonces mi abuela me contó algo que me hizo pensar que quizá este era el sitio. Es todo lo que sé... siento no ser más útil.

Digo con la cabeza algo gacha, aunque a su vez me siento más ligera, como si parte del nudo se hubiese desvanecido y aquellos que más parecían saber pudiesen hacer algo con la escasa información de la que dispongo.

Al fin libre, como un animal salvaje, comienzo a andar a pasos ligeros y grandes para recuperar la movilidad pasando por el lado de Zagam y poniendo una mano en su hombro para agradecer su preocupación, y colocándome al lado de Yormund.

-¿Y si... recuperamos la consciencia de la pequeña? Quizá ella sepa algo más. O quizá sólo fue un señuelo.

Pero hablar comienza a aburrirme, me estiro los brazos preparándome para hacer algo de ejercicio, también un poco más las piernas, alejándome un par de pasos de todos ellos, con una ligera sonrisa, definitivamente el estar libre me devuelve un poco de mi propia vitalidad, aunque me fijo bien en mi símbolo.

Marceline se despertó desorientada. Recordaba que Fionna había ido a ver si era capaz de localizar quien había hecho todo esto, y de pronto esas niñas macabras le habían hecho perder el sentido. Notaba que algo no andaba bien, pero entonces Fionna le hizo una señal y Marceline vio que estaba bien y que estaba con ella.

Esa fue la única noticia buena. Marceline se dio cuenta que era lo que notaba que no andaba bien, al estar Fionna sana. Grilletes. Estaba atrapada - bueno, todos los presentes allí estaban encadenados -, algo que la puso muy nerviosa. Llevaba más tiempo del que apenas podía recordar huyendo, intentando encontrarle, y no sólo no había encontrado rastro allí de él, sino además esto.

Y si su nerviosismo no fuera suficiente, vio como habían dejado a la pobre Alice. Intentó quitarse los grilletes, pero lo que en un principio era un acto motivado por el asco y la frustración, cuando vio una de las niñas esas asfixiar de esa forma a Eko, fue presa por el frenetismo mientras sudores fríos recorrían su frente y su cuerpo. Necesitaba ser libre, escapar de allí y poder volver a poder respirar, eso era una pesadilla...

Marceline no tenía claro cuando tiempo le había invadido esa sensación, pues la niña mayor reapareció, e hizo que los grilletes dejaran de apresar a todo el mundo. Esa sensación de liberación hizo que Marceline empezara a calmarse, aunque respiraba como si hubiera estado corriendo por una empinada cuesta eterna.

Con su mente algo más calmada, prestó más atención en las conversaciones. - Quizás si nos equivocamos y votamos a un inocente, estemos ayudando a estos traidores. Acertar o fallar, son dos posibilidades reales. También se puede no hacer nada hasta que uno de nosotros esté muerto, por a ver si entonces alguien es capaz de encontrar una pista. Lo primero será un hecho real, lo segundo una posibilidad ficticia.  - expuso Marceline.

Ivhone se sentía tan perdida... Miró a Zyllah y asintió con un ligero movimiento de cabeza. Tenía mucho frío, intentó hacerse una bola para poder entrar en calor. Cuánto se arrepentía de haberse dejado la capa en la entrada de aquel lugar. Fue un gesto inconsciente. Le molestaba porque todavía estaba húmeda y la dejó caer, sin preocuparse, ya iría a por ella cuando la necesitara. Pero ahora... Encadenada como estaba, el frío se agarraba a sus huesos... 

Buscó a Shia con la mirada. Desde que había despertado no la había visto... La encontró en el cristal, parecía estar haciendo una enorme telaraña. Al menos ella tenía un sitio donde protegerse y poder resistir. Alargó una mano, llamándola... Necesitaba sentirla cerca, ella podía quitar aquellos sentimientos de soledad y terror que atenazaban su corazón. La araña la miró y empezó a correr por el cristal hasta llegar al suelo y acercarse a la joven. Ivhone estiró la mano y la cogió, de forma protectora, para llevarla a su pecho y dejar que corriera por su cuerpo. Sentir sus pequeñas patitas sobre su piel la tranquilizaba...

Poco a poco dejó de temblar. Seguía sintiendo mucho frío pero ya no estaba sola. Con el dorso de la mano secó una solitaria lágrima que se había enredado en sus pestañas y amenazaba con salir rodando por su mejilla. 

La voz lastimera de Ira resonaba por todo aquel lugar, cuando Alice pareció despertar. La joven la miró. Quería decirle muchas cosas. En su rostro se vio reflejada la decisión de vengar lo que le habían hecho, pero no llegó a pronunciarse ni a mostrarle su apoyo, no... En aquel momento volvió a aparecer uno de aquellos engendros...

Ivhone dirigió su mirada hacia el monstruo y tragó saliva. Empezó a hablarles con aquella siniestra voz. La joven buscó algo con la mirada para poder tirárselo a la cara. Pero como no se quitara una bota y lo hiciera... Era una tontería, ¿Qué daño le iba a hacer aquello...? De repente sintió un dolor muy fuerte en el tobillo. Gritó mientras echaba la cabeza hacia atrás y cerraba con fuerza los ojos. 

Un sudor frío recubrió su cuerpo. Se incorporó y miró con odio a la criatura que acababa de marcarla. Podía sentir su pierna atenazada mientras pequeños latigazos de dolor todavía la recorrían. Entonces, aquel horrible ser empezó a explicarles las reglas del juego.

- ¿Un juego...? ¿Qué mente enferma crea un juego así... ? - Volvió a abrazarse a sí misma. La criatura, tal como había aparecido se fue... Ivhone miró a aquella gente. Sin darse cuenta, empezó a llorar. Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas mientras sus ojos avellana recorrían los rostros de aquellos que como ella estaban asustados. 

- Yo también quiero salir de aquí... - Tragó saliva y secó todo rastro de lágrimas. No quería parecer débil... Sus labios se torcieron en una mueca. Se volvió a mirar a Andrew, aquel tal Azhariel que le hablaba desde dentro, parecía saber muchas cosas... - Andrew... ¿Te llamas así, verdad....? - El día anterior había estado escuchando nombres, voces... Pero se había sentido muy cansada después de aquel largo viaje bajo la tormenta, y tenía la mente algo confusa. - Le puedes preguntar a... Azhariel, cómo podemos descubrirles... Ellos... ¿Mataron a muchos inocentes...? - Su voz sonaba temblorosa, pero, apretó con fuerza los puños y evitó derramar más lágrimas. No quería que pensaran que era una inútil... Cuan equivocada había estado, creyéndose fuerte y segura de sí misma...

El miembro de los gitanos, de los nómadas de circo, despertó de su sueño tras las primeras palabras de Alexia:

Cita:

Sin duda unas palabras perturbadoras para usar a modo de despertador, pero eso solo era el inicio naturalmente, le esperaban unos grilletes en su tobillo, el resto de la gente luchando y preocupándose y las repetidas visitas de ese par de demonios y sobre todo la desaparición de lo que quedaba de su bocadillo.-¡Que falta de respeto era mio! Espera Poron céntrate eso no es importante esto si lo es.

Levanto las cadenas que le sujetaban al resto de los presentes e intento que dejaran de molestarle esa atadura, su sorpresa fue mayúsculas cuando por primera vez no consiguió doblegar simple metal.-Increíble...-Musito y al intentar alterarlo o modificarlo, nada surgía, ¿Estaba embrujado? ¿Había perdido su capacidad? Al introducir los dedos en el suelo y traspasar este como si fuera mera mantequilla le confirmo que no, sin duda era un embrujo.

Resignado fue testigo de las explicaciones del monstruo, de las cuales ya había sido medio testigo por las conversaciones que el resto mantenían.
-Pero nada de esto aparecía en mi sueño... Me cuesta creer todo esto y a la vez parece...-no termino la frase pues antes de ello fue libre de los grilletes aunque en su lugar quedo un tatuaje, uno que no pudo alterar de igual manera que paso con aquellos grilletes.

-Ufff...Que mal.-Resoplo disgustado y finalmente se levanto para dejar de estar arrodillado y camino hacia el grueso de los semidemonios, donde estaban Alexia y Andrew.

-¡Así se habla, compañero!-Se dejo contagiar por el entusiasmo de Andrew y alzo el puño sonriente, aunque su sonrisa se vio forzada a torcerse al pasarse por su mente la peor de las preguntas.
-¿Pero que les impide a ellas acabar con nosotros?