Mis dedos cosquilleaban buscando a Irad mientras terminaba de tomar la decisión. Alexia sería la elegida para mi tercera cadena, la que latía llena de vitalidad, la que la ataría a algo más profundo de mí, a mi legado.

Posé la mano sobre la empuñadura de mi arma y cerré los ojos, enfocando mi poder hacia la joven Eve, tratando de encadenar su alma y doblegar su voluntad. 

Aún unas cadenas estaban vacías en aquel lugar... dispuestas para ser ocupadas en cualquier momento...

Te dejo aquí las instrucciones para Yormund, por si lo lees antes que la otra ^^

Después de unos minutos volví a hablar, dirigiéndome a Yormund. - Bien, está decidido. Te encargarás de Annie esta noche. Me gustaría que te desahogaras todo lo que quisieras. Haz algo con el bebé, algo... creativo. Diviértete todo lo que quieras con ella. Y cuando acabes, quiero que le dejes un mensaje grabado en la espalda, como hicieron ellas con Eko. Pon: "¿Quién debe temer ahora?". 

Un Cambio en el Destino

Sientes una punzada dentro de tí, como si algo en este lugar se aferrara a tu alma, y devolviera oscuros recuerdos, que habías omitido.

Sientes como si fuera culpa del resto que tu estés condenada a este destino... Como si tu existencia fuera el pago del error de otros.

Aprietas tu puño con fuerza e intentas negar con la cabeza, pero no hay nada que puedas hacer... pues ese pensamiento es ferreo en tu mente, y es una verdad que poco a poco se materializa ante tus ojos.

El destino te hizo para ser recibo de dolor y tristeza, pero ahora será ese destino es que reciba tu pago... Es hora de que se de el pago al procurador.

Sentada con el pajarito en el regazo mi mirada se paseaba por las personas que me rodeaban. Y cuanto más los miraba más cuenta me daba de que no se merecían estar aquí. Y mucho menos salir con vida de este lugar. ¿Cuáles eran sus motivos para estar en mi Catedral? Mis ojos se pararon en Yormund durante un instante y recordé sus palabras. - Hace dos semanas sentí una llamada... - Dos putas semanas. Y ya se sentía con derecho a ocupar el lugar que me correspondía a mí por derecho de sangre. Y el brillo de los ojos de Gabriel dejaba claro que él también quería usurpar mi destino. Todos eran unos aspirantes a usurpadores, como la zorra de Elizabeth. Probablemente el que más tiempo llevase buscando Oldland lo haría desde hacía un par de meses. No tenían ni idea de lo que era saber que hay algo que debes hacer. Eran una panda de niños llorones metidos en un juego demasiado grande para ellos. ¿Se suponía que yo tenía que salvar a esta gente? Se merecían morir a manos de los traidores más ineptos de la historia. Si no hubiera sido por Eko y por mí ya hace mucho que estarían todos muertos.

Cerré los ojos y una punzada sacudió mi alma. Había algo que no funcionaba. No lo estábamos haciendo bien. El mundo se desmoronaba cada vez más rápido desde la anterior batalla. Todo debería haber sido paz y tranquilidad, y sin embargo las guerras y las catástrofes se sucedían. ¿Y si los errores anteriores llegaban más lejos de lo que decían las historias? ¿Y si no me lo habían contado todo? Durante un instante una intensa sensación me llenó por dentro. No podía permitir que siguieran con vida. No se lo merecían, ensuciaban la Catedral con su presencia. Eran sencillamente indignos de la responsabilidad que se les había otorgado. Quizá mi destino iba más allá de quedarme a proteger el Sello. No, quizá no, era una certeza. No podía dejarlos salir con vida del Templo. Finalmente lo entendí. Había algo que tenía que hacer, sí... Encargarme de que no sobrevivieran.

Abrí los ojos tras un par de segundos, con las pupilas completamente dilatadas por la revelación que acababa de recibir, y miré a mi alrededor, asegurándome de que nadie lo había notado.

Mi mirada se detuvo en mis lacayos. Eran fieles a su manera. Eran útiles. Ellos serían mis herramientas. Podía sentir a Irad latiendo, colgado de mi cintura, ansiando con la misma fuerza que yo segar las vidas de todos esos niños llorones que me rodeaban. - Pronto, pequeño... Pronto. - Pensé, sin darme cuenta de que me había referido a mi arma con el mismo apelativo que mi madre usaba con Nyx. 

- Te falta maldad... - Había dicho el inútil de Yormund. No tenía ni idea de lo que estaba diciendo. No se trataba de bondad o maldad. Se lo había dicho, sería cruel si debía serlo. Y había llegado el momento. El sello sería alimentado con la sangre de todos ellos. Mimí había derramado su sangre cada día para mantenerlo fuerte. Yo derramaría la suya.

Después mis ojos se posaron en Eko y mi ceño se frunció. Desde el día anterior estaba muy raro conmigo. Me seguía tratando como una cría, a pesar de todo lo que había hecho y demostrado ya. Se quejaba de que los traidores eran demasiado blandos para él... Quizá debería demostrarle lo que era tener un enemigo en condiciones. Quizá debería... Aunque si existía la pequeña posibilidad de que pudiera engañarlo y utilizar su poder a mi favor sería mucho mejor. Una leve sonrisa se esbozó en mis labios. Dependería de él elegir su destino. O conmigo o muerto. A eso se reduciría todo.

Zagam podía ser un problema, tendría que tener mucho cuidado con él. Era demasiado bueno para entender lo que estaba pasando delante de sus narices. Confiaba en mí y eso era un punto a mi favor. Pero no podía dejarlo para el final, o podría hacer que me perdiese en su ilusión. Y Gabriel... Tenía que moverme con pies de plomo con él. Por un lado era un bocazas, por otro, se había creído las patrañas de Azhariel, ¿podría conseguir que se creyese las mías? Hacer desaparecer a Marceline iba a ser un verdadero placer. Estaba completamente harta de esa gallina. Y Lennish era tan silenciosa que nadie notaría su desaparición. Pero me convenía que fuese pronto o su capacidad de cambiar los votos podía volverse en mi contra. La inútil de Ira caería por sí sola, con un poco de suerte ella y Alexia se encargarían de Nil esta misma noche. Pero tenía mucho trabajo que hacer todavía.

Aún unas cadenas estaban vacías en aquel lugar... dispuestas para ser ocupadas en cualquier momento...

Yormund a por Zagam esta noche ^^. Te dejo las instrucciones aquí por si ves esto antes que la otra escena:

Tras pasar unos segundos en silencio volví a hablar. - Esta noche irás a por Zagam. - Dije, arrugando la nariz, como si no me gustase la idea. 

Hice una pausa mirándome las manos y al alzar la mirada, clavé mis ojos en los de Yormund. - Pero quiero que seas rápido y limpio con él. Trata de hacerle el menor daño posible. Nada de juegos sangrientos esta vez. Es mi amigo y quiero que lo respetes todo lo que puedas. Nos encargaremos de Marceline mañana.

Aún unas cadenas estaban vacías en aquel lugar... dispuestas para ser ocupadas en cualquier momento...