Partida Rol por web

Odio, soledad, desprecio, dolor, ego, locura o desolación... múltiples son las causas que os avocan a la traición de vuestra raza.

Tan solo os queda abolir las últimas esperanzas de vuestra estirpe y esgrimir con fuerza el látigo de dominación para aferrar con fuerza el candado que cierra las puertas del infierno y alzaros como las Cuatro Damas de la Destrucción. Vuestra alma ha sido corrompida por vuestros recuerdos y vuestros pasados, dejando una entrada libre hacia vuestro lado más siniestro, dejando un espacio a una nueva especia que pronto se alzara con vuestro triunfo. La Estirpe del Dominio y la Desolación

Por ello debéis de ejecutar uno a uno a los que os rodean y no decidan apoyaros en vuestro mandato.

La sangre de vuestras víctimas será derramada al amanecer, pero tened cuidado, pues puede que alguien persiga vuestros movimientos buscando delataros ante el resto.

Diferentes los caminos que os trajeron a esta tierra maldita, pero solo un destino que unido os animará a  ultrajar la tierra que os dio de lado, esperando poder demostrar que los únicos que estaban equivocados eran aquellos que os abandonaron y despreciaron, creando estas bestias que hoy día es imposible de frenar.

Miró alrededor, con una sonrisa sibilina en el rostro- Hermanas- sí, aquello era apropiado, ahora ella y esas mujeres estaban unidas en una empresa de incuestionable valía- Tenemos una gran responsabilidad en nuestras manos. Y debemos ser sabias a la hora de escoger nuestros pasos. Os escucho. 

Ivhone se había mantenido en silencio, escuchando las respiraciones de aquellas mujeres a las que parecía unir un deseo común. Shia se había estado paseando por sus hombros, deslizándose por su pálido brazo y bajando a la fría piedra. Estaba hambrienta y deseaba explorar aquel lugar. 

La joven deslizó su mirada de avellana, siguiendo los movimientos del arácnido, mientras las palabras de Annie reverberaban en su cerebro. 

- Son débiles y patéticos... - Miró a la joven de las mechas con una mueca en sus labios. - Tenemos que demostrarles la fuerza de nuestra estirpe. Han olvidado lo que somos y pretenden que su parte humana les domine... Hipócritas... - Habló con desprecio y asco...Se levantó de la piedra en la que había estado recostada y caminó. Sus puños se habían cerrado con fuerza y un ligero temblor sacudía su delgado cuerpo.

¿Con quién terminar primero...? Varias imágenes se sucedieron por la mente de Ivhone... Gabriel, aquel que había defendido a los humanos, intentando darle una lección... Pero no... Quizás sería demasiado evidente... Megan, aquella mojigata que se sentía dolida al ver a ese patético llorando... Andrew... Eran muchos los rostros que pasaron por su cabeza, muchos a los que quería mostrar su fuerza y machacar bajo su pie. 

- Tenemos que encontrar al eslabón más débil... A aquel al que escuchen y pretendan seguir... Eso minaría su "decisión"... -

-Destruir a Yormund o a Eko haría que fuese fácil delatar la pelea entre ellos. Poron de Old también parece una buena opción. Si lo deseáis, puedo ser vuestra Guardiana y vigilar nuestros pasos. ¡Ah! Algo en Nil no me transmite seguridad...

Hablo desde mi posición, sin desvelar nada de mí, sin inmutarme, como si fuese inalterable, mi mirada parece perderse en algún punto indescifrable mientras mis compañeras dilucidan también. Desde la más cauta a la más rabiosa, mis ojos sencillamente cambian de algún lugar a otro y entonces suspiro brevemente aguardando sus respuestas.

Ivhone escuchó las palabras de Vanna y se quedó un momento pensativa. Sus pupilas parecían haberse dilatado y su mirada estaba ausente, perdida en extraños pensamientos. Una sonrisa se perfiló en sus labios y finalmente asintió con la cabeza.

- Yormund me repela... - Como le gustaría hacerle tragar aquella estúpida canción. Empezó a recordar aquellos instintos que los últimos años había intentado dominar... Pero aquel lugar los había despertado. Volvía a ser ella, volvía a sentir el deseo de la carne y eso la fascinaba...

- Pero no debemos olvidarnos de Alice... Tanto ella como Yormund saben demasiado - . La joven volvió a la piedra donde había estado recostada y se estiró, levantando ambos brazos para contemplar sus manos a trasluz. - Alice pretende que hablemos... No me gusta... - Suspiró y deslizó su mirada hasta entrelazarla con la de la rubia. - Sí, irá bien que haya una guardiana. Seguro que en cuanto empecemos a terminar con ellos, desearán descubrirnos. Tenemos que ir con mucho cuidado... Yo... Intentaré ser... amable.... - Tras esas palabras, echó ligeramente la cabeza hacia atrás y de sus labios brotó una risa cargada de ironía.

Ellas sabían que la pelirroja prefería permanecer callada hasta que fuese necesario, mientras su silencio era sepulcral, sus ojos pasaban de una a otra, escuchando las palabras de cada una. Sobre sus finos labios apareció por primera vez una pequeña y ladina sonrisa, demostrando que lo que decía Ivhone le había hecho incluso gracia. Lentamente se separó de la columna, acomodando la Espada-Tijera sobre su espalda nuevamente, pues hasta el momento había permanecido apoyada en sus piernas, mientras sus dedos jugaban a acariciarla con mimo. 

-Alice... La aborrezco, al igual que Ivhone, su afán por saber... Me disgusta.-Su voz al igual que su rostro angelical, era dulce y muy suave. Un punto que jugaba a su favor para aquel que no la conociese realmente, pues podía mentir con facilidad. Lentamente retiró un mechón, colocándolo detrás de la oreja, para después hablar nuevamente.- Pero alguien que me desquicia... Y saca lo peor de mi es Andrew, su parte humana reina demasiado en él... Se deja guiar por los sentimientos... Y eso lo debilita, nos debilita. Aún así, creo que ese podrá esperar... -Sentenció de manera más severa, pero sin perder ese tono suave y calmado. Sus dedos tamborileaban sobre la fría piedra, cómo si tocase una silenciosa melodía en un piano.

Annie observó a sus acompañantes, pensativa, mientras sopesaba los argumentos que ofrecía cada una- Alice parece más perjudicial para nuestra misión que esos otros. Parece muy segura de si misma, tener controlada la situación... Y eso no nos conviene. 

Esbozó una sonrisa torcida, y se cruzó de brazos antes de continuar- Comprendo que en primera instancia sean muchos los candidatos a recibir una porción de nuestra particular justicia. Yo también tengo ganas de ver correr su sangre. De verlos ahogarse en sus propios fluidos corporales y hacerlos sufrir por su insolencia. Pero como bien habéis dicho, Andrew puede esperar. Primero aquellos que parezcan muy seguros de si mismos. Y Alice es una de ellas. 

-No estoy de acuerdo con escoger a Alice, pero como decidáis. Os diré que si la primera persona en caer es una mujer, es muy posible que crean que hay mujeres entre nosotras, al fin y al cabo, los hombres son demasiado primitivos y suelen ir primero a por sus rivales... supongo que será cosa del instinto.

Dicho esto asiento con la cabeza, asintiendo ante la decisión final de mis compañeras y entonces me parece escuchar algo en la lejanía. Mis sentidos se agudizan, mi cuerpo parece querer desdoblarse mientras me giro hacia allí.

-Al menos ensañáos con su cuerpo como lo haría otro hombre, yo vigilo.

Y rápidamente me encamino hacia donde escuché el sonido, quizá producto de mi imaginación, aunque el Yang arde en mí... más a cada segundo.

Un monton de arena empieza a arremolinarse y de el surge Mêredy. Mira a las chicas allí confinadas y dice con rostro y imperterrito:

- La Noche esta por caer, y llega la hora de comer, espero que seais dignas para poder darnos de comer...

Después de aquellas palabras empieza a jugar con su muñeca, mientras descansa cerca de vosotros, esperando el momento para saciar su sed.

Puede que ninguna la conocieseis pero poco a poco, conoceriaís a aquella criatura, su nombre, y lo que era capaz de hacer...

Ivhone acababa de asentir a las palabras de Vanna, sonriendo mientras empezaba a pensar en lo que iba a hacerle a Alice; cuando esa sonrisa murió al ver la arena arremolinarse. 

La joven se incorporó y tragó saliva. No era la primera vez que veía a aquella criatura... Así como aquella vez se había asustado y sintió deseos de salir corriendo, en aquel momento fue la fascinación lo que la empujó a acercarse a la pequeña...

Se sentó delante suyo y se quedó en silencio, observando como jugaba con aquella muñeca que tanto se parecía a ella. 

- ¿Cómo te llamas...? - Le preguntó y una sonrisa tomó forma en sus labios. Ya no tenía miedo, ahora se sentía mucho más fuerte y sabía que no estaba sola...

Ahora entrelazando de nuevo aquella maraña sanguinea aparece entre vosotras Juliette.

Sonríe a Ira y dice: Vaya... así que si jugaras... Me encanta. Apaga su sonrisa al momento y mete su mano libre, en su bolsillo, y os lanza, cuatro llaves.

Una para cada una... Os haran falta... Ahora si vuelve a sonreir... Ya vereis ya...

Se sienta en un lugar privilegiado, cercano a Ira, mientras acaricia las escamas secas de su piraña, sobre su brazo, las cuales empiezan a caer, por doquier.

No sabía cual de las dos pequeñas le gustaba más. Ambas tan inocentes, pero a la vez tan mortales... No sabía nada de ellas, claro que no sabía nada de ellas, pero eso no evitaba que en su mente se hiciese una idea de lo que esas niñas podían hacer.- ¿Quién no disfruta jugando? La vida en sí es un juego... ¿Por qué no participar en otro más? ¡Qué empiece el juego!..-Su voz seguía calmada, suave y dulce. Su mirada se posó en la pequeña que acababa de aparecer, por un momento le recordó a ella pero en un cuerpo más pequeño.

Cuando la llave voló, Ira alargó la mano para cogerla en el aire. Por sus dedos se deslizó la llave y sus ojos se fijaron en ella.-¿Nos hará falta? Hm... Esto se pone realmente interesante, muy muy interesante...-Sin dudarlo, alza la mirada hacia la pequeña, mirándola en silencio, quedándose con cada gesto, con cada movimiento.- Nos divertiremos... Estoy segura..-Susurró más para ella que para las demás.

- ¿Por qué no se ha muerto? ¿Es parte del juego?- preguntó a las pequeñas que se encontraban junto a ellas- Ahhh... Cómo me encantaría hacer que le explotasen todas las arterias del cuerpo... Que la sangre le atravesase la piel, disparada, y que manchase los rostros de todos esos hipócritas. 

Parece que no jugamos solas.... Dice contestando a Annie. Al parecer, algo ha beneficiado a esa perra, y no nos ha dejado disfrutar de vuestras artes.

Tranquilas, saldrá mejor la próxima vez.